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Tomado, con algunas modificaciones del texto “Colombia”, en Diccionario de la Música Española e
Hispanoamericana. Madrid, Instituto Complutense de Ciencias Musicales-Sociedad General de Autores y Editores-
Ministerio de Educación y Cultura-Fundación Autor, 2000.
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A partir del siglo XVII, el sistema colonial entró en plena vigencia, a pesar de las
dificultades de orden económico y demográfico, ocasionadas por el vertiginoso
descenso de la población aborigen y sus consecuencias sobre el sistema
productivo de entonces. La sociedad, eminentemente urbana, se consolidó con
una fuerte estratificación, caracterizada por el efectivo dominio que ejerció una
minoría blanca, que impuso un sistema de valores y patrones culturales
originariamente españoles. Resulta muy difícil comprender la sociedad colonial
y su desarrollo cultural, sin tener en cuenta el papel dominante de la iglesia
que penetró en todos los campos de la vida colonial. Además de controlar las
conciencias individuales y de orientar los ritos más importantes de la vida
familiar y social, se le encargó de realizar la labor de evangelización y por tanto
de aculturación del indígena. Tuvo a su cargo igualmente la educación de la
élite blanca. En el terreno cultural, la iglesia tuvo la supremacía y el control
sobre la actividad intelectual. La Inquisición, a través de diversos medios de
control y censura, vigiló la imprenta, la producción literaria, el contenido, la
lectura y la circulación de las obras.
Santa María la Antigua del Darién fue fundada por Martín Fernández de Enciso
en 1508, sobre el fuerte de San Sebastián y hoy convertido en ruinas. En esta
pequeña población, los franciscanos establecieron un convento y según consta
en documentos hacia 1512, vivían tres o cuatro religiosos. El 28 de agosto de
1513 se creó el obispado para Santa María y fue nombrado para desempeñar el
cargo fray Juan de Quevedo. Se le concedió, junto con su nombramiento, una
larga lista de ornamentos y objetos para el culto, entre los cuales bien vale
destacar: "libros de canto toledano, seis salterios grandes toledanos o
sevillanos, seis manuales", primera referencia oficial de dotación musical de
que se tenga noticia en Colombia. Quevedo, ya en América, se dio a la tarea de
organizar su nueva diócesis: contaba con un capítulo, consejo de religiosos,
constituido por un deán, chantre, maestre-escuela, seis canónigos, tres
sacristanes y un arcipreste. Para 1515, ordenó la reina doña Juana la
construcción de una catedral que sustituyera el entonces humilde templo,
concediéndole todos los diezmos, a partir de la fecha en que su orden llegara a
Santa María la Antigua del Darién. Hacia 1522 se posesionó como nuevo obispo
fray Vicente de Peraza y se trasladó junto con el obispado a la ciudad de
Panamá, fundada en 1519. En 1524, Santa María la Antigua del Darién se
encontraba totalmente despoblada. Para poner algún control a los desmanes de
la soldadesca, Carlos V ordenó en 1526 la presencia de "clérigos de misa" en las
expediciones autorizadas mediante las capitulaciones. Se requería que los
capellanes velaran por el bienestar de los soldados de cada expedición y por el
bienestar de los aborígenes. Muchos de ellos dieron cumplimiento a estos
deberes; sin embargo, otros tantos fueron demandados durante todo el siglo,
por actuaciones relacionadas con el enriquecimiento fácil y el relajamiento de
las normas austeras que en España regían la vida de los claustros. En 1524
Rodrigo de Bastidas firmó las capitulaciones requeridas para la conquista de la
nueva provincia de Santa Marta. La ciudad fue fundada en 1526 y nombrados
Diego Peñas como primer vicario y Juan Rodríguez como primer cura párroco.
Una vez revisadas por el Consejo de Indias se imponía, entre otras
disposiciones, que "en los pueblos los encomenderos debían construir iglesia y
dotarla de los suficientes ornamentos". Cabe inferir que los libros de canto y
algunos instrumentos musicales requeridos por el culto, eran parte de los
ornamentos con los cuales debían dotarse las iglesias; sin embargo no existen
registros específicos que así lo demuestren y, tampoco evidencia que a Santa
Marta fueran enviados libros de música, ni instrumentos musicales. Nombrado
el licenciado Alonso de Toves como prelado de esa ciudad, se ordenó a la Casa
de Contratación de Sevilla aportar un total de 200 ducados para la iniciación de
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A la muerte del arzobispo Juan de los Barrios, Felipe II nombró a fray Luis
Zapata de Cárdenas como arzobispo de Santafé, cargo del cual se posesionó en
1573. En 1581, decidió abrir el Seminario Conciliar de San Luis, apoyándose
en las ordenanzas reales de 1580 en las cuales se exigía como requisito para la
ordenación de sacerdotes, el haber cursado por lo menos un año de estudios de
lengua aborigen. Alumnos de dicha institución fueron 15 o 16 seminaristas
para los cuales se construyó una casa con sus aulas. Fueron rectores de dicha
institución: Francisco Sánchez, Pedro Ortiz de Chaburu y Gutierre Fernández
Hidalgo (1553-1620), figura esta última de particular relevancia para la música
del siglo XVI en el Nuevo Reino de Granada, y considerado por Stevenson como
“el más grande compositor renacentista residente en América”.
Fernández Hidalgo llegó a Santafé hacia 1583, y acá fue Maestro de Capilla de
la catedral. A pesar de que fue un músico notable, permaneció en la ciudad
muy pocos años. De la inmensa obra de este polifonista se conservan solamente
en el archivo de la catedral un total de 22 obras, siendo el único sitio del
mundo en donde permanecen. El seminario de San Luis llevaba cerca de cuatro
años de labores cuando se precipitó una huelga generalizada de los
seminaristas. En palabras de Alonso Garzón de Tahuste tomadas del informe
que entregó al obispo, advierte que "no se sabe ni entiende habérseles hecho (a
los seminaristas) mal tratamiento en lo que toca a su comida y vivienda, antes
entiende como dicho tiene, dexaron el colegio por no acudir a llevar adelante la
virtud y sabe de un colegial se huyó porque siendo muy buen músico de canto
de órgano, le persuadió que desprendiese a tañer órgano, por si faltase el que lo
tañe, pudiera servir en la iglesia". A raíz de la huelga del seminario y su cierre,
Fernández Hidalgo se trasladó a Quito y posteriormente al Perú, en donde
falleció en Charcas en 1620.
Siglo XVII
Siglo XVIII
Juan de Herrera y Chumacero, nacido en Santafé hacia 1665, era hijo del
alférez Fernando de Herrera. Ordenado sacerdote, solicitó y obtuvo en 1703 el
cargo de Maestro de Capilla de la catedral, en el cual permaneció hasta 1738.
También fue desde 1690 y hasta su muerte, capellán y Maestro de Capilla del
convento de Santa Inés. Entre sus obras como compositor se destacan algunas
escritas para varios coros. Se conservan tres colecciones de Salmos y otras
muchas obras. Herrera escribió 8 obras para 2 o 3 voces con textos en
castellano, y utilizó el latín para 24 obras con mayor número de partes vocales;
compuso también una Canzona sin palabras. En 1711, la catedral de Santafé
estaba en capacidad de sostener una importante nómina de 11 músicos:
además del maestro Herrera, un segundo compositor, dos organistas, tres
cantores adultos, dos bajonistas, un cornetista y un maestro de acólitos. Entre
ellos y durante un lapso de cerca de 15 años figuraron entre otros: Juan
Ximénez, compositor; Francisco de Sandoval, primer organista; Juan Concha,
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Ya entrado el siglo XIX, en 1809, figuran Juan Antonio de Velasco, como primer
organista y Mariano Ibero como segundo organista de la catedral. Juan Antonio
de Velasco fue sustituido en el cargo por el sacerdote Antonio Margallo, el 22 de
octubre de 1816. En los documentos del Capítulo metropolitano se aducen
como razones para este cambio, la persistencia de Velasco en el incumplimiento
de las obligaciones del cargo. Asegura Andrés Pardo Tovar, que es posible que
la destitución haya sido provocada más bien por las inclinaciones patriotas del
músico, en un momento en el que la causa independentista parecía
verdaderamente perdida. Antes de finalizar la referencia a la música y los
músicos de la catedral, resulta interesante destacar que su archivo es
considerado como uno de los más importantes entre las colecciones de las
catedrales de la América española. En él figuran obras de Sebastián Aguilera
de Heredia, Rodrigo de Ceballos, Francisco Guerrero, Juan Navarro, Tomás
Luis de Victoria, la colección editada en 1600 por Joannes Flandrus, Juan
Ximénez, Manuel Blasco. Los demás compositores representados en el archivo
de la catedral son Giovanni Franceso Anerio, Gracián Babán, fray Juan
Bautista, Giolo Belli, Cristóbal de Bersayaga, Juan Bautista Comes, Giovanni
Croce, Miguel Mateo del Dallo y Lanas, Matías Durango, Francisco Escalada,
Cristóbal Galán, Joaquín García, Vicente García, fray G. González, Carmine
Giordani, Luis Bernardo de Jalón, Doménico Massencio, fray Ginés Martínez,
Tomás Mizieres, Cristóbal de Morales, Juan Navarro, Marcos de Navas,
Sigismund Ritten von Neukomm, Miguel Ossorio, Giovanni Perluigi da
Palestrina, Carlos Patiño, Mateo Romero, Emile Pessard, Tomás Pillaxo, Juan
de Quesada, Lorenzo Rodríguez Ramos, Juan de Riscos, Mateo Romero,
Salvador Romero, Francisco Sáinza, Theodor Salome, fray Francisco de
Santiago, José Sanz, Juan Sanz, Alonso Torices, Juan de Dios Torres, José
Torres Martínez, Nicasio Zorita, entre otros nombres, algunos de los cuales no
se conocen completos.
La música civil