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EL MENSAJE A LA IGLESIA EN FILADELFIA

“Y escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de
David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre”. Apocalipsis 3:7.

Crítica textual

Hermanos, vamos a dar continuidad con la ayuda del Señor, al estudio que estamos haciendo
paulatinamente del libro del Apocalipsis. Estamos en el capítulo 3 y hoy nos corresponde una porción
super especial, una porción con la que Dios nos quiere enseñar; es el mensaje a la iglesia en Filadelfia.
Está en Apocalipsis 3:7-13. Voy a hacer una primera lectura de corrido del texto; mientras la doy, hago
una pequeña acotación en cuanto a crítica textual; en este caso no es muy amplio, y después volvemos
sobre nuestros pasos a considerar los versos uno por uno. Dice así el Señor Jesús a Juan el apóstol:

“7Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de
David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre. 8Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto
delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has
guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. 9He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los
que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies,
y reconozcan que yo te he amado. 10Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te
guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre
la tierra. 11He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. 12Al que
venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el
nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo de
mi Dios, y mi nombre nuevo. 13El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.

En cuanto a crítica textual, solamente allí en el primer verso de este mensaje, el 7, allí donde dice: “el
Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David”; en esta traducción, se colocó la traducción más
correcta: “la llave de David”. Hay algunos manuscritos posteriores, manuscritos llamados minúsculos de
siglos finales, que cambian en este lugar y dicen: “la llave del Hades”; otros dicen: “la llave del infierno,
de la muerte y del Hades”. Uno solo dice por ahí: “la llave del paraíso”; pero la mayoría de los
manuscritos y los más antiguos dicen como esta traducción lo dice: “la llave de David”. El resto, todo lo
demás concuerda en los manuscritos; las únicas divergencias en crítica textual es en ese puntito, pero aquí
Reina Valera del 60 tiene la traducción más acertada; es decir, es más fiel a la mayoría de los textos y a los
textos más antiguos. Eso entonces solamente en cuanto a crítica textual.

La ciudad de Filadelfia

Al mirar el mensaje a la iglesia en Filadelfia, empecemos a pensar un poquito en la ciudad de Filadelfia;


es importante ver el sentido de la historia de la ciudad, porque Dios utilizó estas ciudades en sentido
profético; todo el Apocalipsis es una profecía; por lo tanto, aquella ciudad no era solamente una ciudad
histórica, aunque sí era una ciudad histórica, pero la iglesia en esa ciudad tenía unas condiciones con las
cuales el Señor quería proyectar profecía. Es interesante ver el nombre de Filadelfia, de dónde viene la
palabra Filadelfia, etc. Esta ciudad de Filadelfia, no la iglesia, sino la ciudad, fue fundada dos siglos antes
de Cristo por un rey, Eumenes de Pérgamo; y él tenía un hermano que se llamaba Atalo, el cual era un
hermano muy fiel a Eumenes, era un hermano que le apoyaba en todo en el gobierno, en el cual Eumenes
podía confiar. Eumenes llamó Filadelfo a su hermano Atalo; es decir, un hermano fraternal, un hermano
en el cual se puede confiar. Por eso esa ciudad, en honor a Atalo, Eumenes la fundó y la colocó Filadelfia,
puesto que era un hermano muy fiel para él, y por eso a esa ciudad la llamó con ese nombre, Filadelfia.
Pero Dios sabía lo que iba a hacer cuando usara ese nombre para proyectar profecía. Aquí el Señor le
habla a una iglesia histórica. Filadelfia queda más o menos a unos 120 kilómetros al sureste de Sardis.
Aquí tenemos el círculo de las siete iglesias: Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia, al
sureste de Sardis, y Laodicea; ese es más o menos el círculo de las siete iglesias, de manera que Filadelfia
es una ciudad que está a 120 kilómetros al sureste de Sardis. Esta ciudad es una ciudad que está en una
meseta muy fértil; es tan fértil que realmente es una ciudad muy bendita; y lo curioso, como les decía, es
que de las siete ciudades, solamente dos ciudades sobreviven hasta el día de hoy, que son: Esmirna, a la
cual el Señor no le reprocha nada, y Filadelfia, a la cual el Señor tampoco le reprocha nada.

Columna y baluarte de la verdad

Hoy en día, esa ciudad fue tomada por los turcos en la época en que los musulmanes se extendieron; fue
donde el cristianismo duró más tiempo después de la invasión de los musulmanes; y hasta el día de hoy
existe un testimonio cristiano en Filadelfia; claro que en el lugar donde se reunían los cristianos en
Filadelfia, los musulmanes hicieron una mezquita y le cambiaron el nombre a la ciudad y la llamaron Alá
Seher, o sea, ciudad de Dios; es decir, los mismos musulmanes le llaman a Filadelfia: Ciudad de Dios.
Ahora, hay una cuestión curiosa en esa ciudad; hasta el día de hoy existe una columna grandísima, muy
antigua; desde la antigüedad se construyó una columna grandísima en Filadelfia; y Filadelfia está en una
zona sísmica, donde tienen constantes temblores y hasta terremotos, pero esa columna que simboliza la
ciudad de Filadelfia, así como la torre Eiffel simboliza a Paris y el Big Ben simboliza a Londres, así esa
columna simboliza a Filadelfia; no ha caído esa columna que es tan antigua, a pesar de los terremotos que
ha habido. Laodicea, que está un poquito después de Filadelfia, fue totalmente arrasada y esa ciudad no
sobrevive; pero Filadelfia sobrevive hasta hoy con un nombre musulmán, Alá Seher, ciudad de Dios, y sin
embargo, esa columna está en pie, ese es un símbolo. El Señor dijo que al vencedor le haría columna del
templo de Dios y nunca saldría de allí; la iglesia es llamada columna y baluarte de la verdad. De todas las
iglesias, a Esmirna y a Filadelfia el Señor no reprende, pero sólo a Filadelfia le abre una puerta. Esmirna
está en prueba, pero Filadelfia pasó la prueba y por eso se le abre la puerta. Entonces yo creo que todas las
iglesias, porque esto el Espíritu lo dice a las iglesias, todas las iglesias tenemos que aprender del mensaje
del Señor a Filadelfia. Primero, porque no la reprende; segundo, porque le abre una puerta; quiere decir
que esta iglesia, la de la ciudad de Filadelfia, en Asia Menor, es una iglesia conforme al corazón de Dios,
una iglesia donde el Señor respalda, donde el Señor bendice; el abrir una puerta quiere decir: yo estoy
contigo, no importa que tengas poca fuerza, no importa que sean pocos, no importa que sean débiles, yo
les abro una puerta que nadie puede cerrar; lo que yo cierro nadie puede abrir, pero así también lo que yo
abro nadie lo puede cerrar. El Señor, a la única iglesia que le abre una puerta, es a Filadelfia y no le
reprocha nada; por lo tanto, todos nosotros tenemos que aprender, todas las iglesias tenemos que aprender
de Filadelfia, cuales son las cosas que el Señor aprueba en Filadelfia, porque el Señor revela Su corazón,
qué es lo que Él quiere de la iglesia, en la manera como Él le habla a Filadelfia.

Credencial del Santo y Verdadero

Vamos a empezar a repasar estos versos uno por uno. Vamos al primero. Como a los demás, les dice:
“Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia”. Ahora miren cómo se presenta el Señor a la iglesia. A cada
iglesia se le presenta con una credencial diferente. ¿Por qué? porque la iglesia equis o ye está en una
situación equis o ye; entonces el Señor, según la situación, se presenta a la iglesia. Él no se presenta a
todas con las mismas credenciales, sino que a cada una se presenta según lo que la iglesia necesita de Él.
Ahora a Filadelfia se le presenta de esta manera: “Esto dice el Santo”; es interesante esto.

Precisamente en la historia de la Iglesia, mirando proféticamente este mensaje, ustedes recuerdan cuando
habíamos visto aquel pasaje de Joel que dice que lo que quedó de la oruga comió el saltón, lo que quedó
del saltón comió el revoltón; y la langosta comió lo que del revoltón había quedado, mostrando cómo la
planta del Señor fue comida; pero luego el Señor dice: Os restituiré lo que comió la oruga, el saltón, el
revoltón, la langosta. En la historia de la Iglesia vemos que desde la Reforma existe una recuperación; esa
recuperación comenzó desde Sardis, la época del protestantismo con la justificación por la fe; pero no
basta la sola justificación; no es solamente ser justificados, sino ser santificados; ustedes recuerdan que
después de la época protestante, de la época luterana, de la época del primer protestantismo, comenzó con
Wesley y con otros hermanos ese énfasis en la santidad de Dios; y aquí justamente, el Señor a esa iglesia,
la de Filadelfia, se le presenta como “el Santo y el Verdadero, el que tiene la llave de David”, y explica lo
que eso quiere decir, con la siguiente frase: “el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre”. Esta
expresión, “la llave de David”, aparece por el Espíritu Santo en el libro de Isaías 22:22.

La llave de David

Los invito a que leamos ese pasaje allí para que entendamos el contexto en el cual el Señor estrenó esta
expresión en la Biblia. “Profecía sobre el valle de la visión”; está en la parte donde dice: El corrupto
Sebna será sustituido por Eliaquim. Sebna era un sacerdote al que se le habían encargado los tesoros, pero
por ser infiel, fue sustituido por otro sacerdote que se llama Eliaquim. Leamos ese pasaje de Isaías 22:15-
25 para tener el contexto donde aparece esta expresión clave, que sólo aparece en estos dos lugares, una en
el Antiguo, que es ésta, y otra en el Nuevo, que es la que leímos en Filadelfia. “15Jehová de los ejércitos
dice así: Vé, entra a este tesorero”. Fíjense en la palabra “tesorero”, porque los sacerdotes eran los
tesoreros, y ellos guardaban los tesoros y tenían una llave, y esa llave se la ponían en los hombros; esa
función sacerdotal de tesoreros fue instituida por David. David fue el que encargó a los sacerdotes el
cuidado de los tesoros de la casa de Dios, incluso los tesoros reales. Por eso se llamaba “la llave de
David”, porque eran los tesoros de la casa de Dios con los que se iba a construir el templo y eran los
tesoros del rey David. El sacerdote, pues, tenía esa llave y se la ponía en el hombro; por eso se dice: la
llave sobre su hombro, dice la Escritura; ellos tenían la llave en el hombro y nadie podía entrar en esos
tesoros, sino el que tenía la llave, que era el sacerdote encargado. El Señor es el que tiene la llave de
David; es decir, es el que tiene los tesoros de Dios, el encargado de los tesoros de Dios, el que abre y nadie
cierra y el que cierra y nadie abre; o sea, el depositario de parte de Dios, de las riquezas; por eso esa
palabra “tesorero” aquí es clave. Dice: “entra a este tesorero, a Sebna (pero este tesorero se mostró
indigno) el mayordomo, y dile: 16¿Qué tienes tu aquí, o a quién tienes aquí, que labraste aquí sepulcro
para ti, como el que en lugar alto labra su sepultura, o el que esculpe para sí morada en una peña?” Él
empezó a hacer para sí las cosas, empezó a utilizar para sí mismo lo que era del Señor, empezó a construir
su casa, construyó hasta un sepulcro, un sepulcro lujoso; hasta el sepulcro de Sebna ya estaba preparado
por Sebna.

“17He aquí que Jehová te transportará en duro cautiverio, y de cierto te cubrirá el rostro”. Como quién
dice: ni el sepulcro vas a utilizar.

“18Te echará a rodar con ímpetu, como a bola por tierra extensa; allá morirás, y allá estarán los carros de
tu gloria, oh vergüenza de la casa de tu señor”. Él no era el Señor, él era el mayordomo, pero estaba
trabajando para sí. Es como dijo el Señor en la parábola a aquel mayordomo: Da cuenta de tu
mayordomía; ¿qué has hecho con lo que he puesto en tus manos? Él lo estaba usando para sí mismo,
estaba malversando los bienes que el Señor le había dado. “19Te arrojaré de tu lugar, y de tu puesto te
empujaré. 20En aquel día llamaré a mi siervo Eliaquim hijo de Hilcías”. Éste era hermano del profeta
Jeremías; Hilcías es aquel que descubrió los rollos en tiempo de Jeremías; aquí está profetizado en Isaías.
“21Y lo vestiré de tus vestiduras, y lo ceñiré de tu talabarte, y entregaré en sus manos tu potestad; (esa era
la llave) y será padre al morador de Jerusalén y a la casa de Judá”. ¿Qué tenía que hacer el mayordomo
con la llave? Tenía que usar esos bienes para beneficio del pueblo de Dios. “Será padre al morador de
Jerusalén, y a la casa de Judá. 22Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie
cerrará; cerrará, y nadie abrirá”.

El tesorero de la casa de Dios

Por aquella función que se les había delegado a estos sacerdotes como mayordomos y tesoreros de la casa
de David para el pueblo de Dios, éstos eran figura del verdadero Sumo Sacerdote, verdadero mayordomo,
verdadero ungido, ecónomo de Dios, que es Cristo, que es el que tiene la autoridad de abrir y nadie cierra;
cerrar y nadie abre. “Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro, y abrirá, y nadie cerrará;
cerrará, y nadie abrirá. 23Y lo hincaré como clavo en lugar firme; y será por asiento de honra a la casa de
su padre”. Un clavo firme es donde se pueden colgar las cosas; en un clavo flojo no se puede colgar nada;
el otro sacerdote, que era como un clavo flojo no se le puede confiar nada porque se cae. Se nos pueden
confiar cosas y se mantienen o se caen; es importante esto.

“24Colgarán de él toda la honra de la casa de su padre, (¿qué había que colgar? La honra de la casa del
Padre) los hijos, y los nietos, todos los vasos menores, desde las tazas hasta toda clase de jarros.

25En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, el clavo hincado en lugar firme será quitado; (ese era Sebna)
será quebrado y caerá, y la carga que sobre él se puso se echará a perder; porque Jehová habló”.

Sebna era alguien en el cual no se podía tener confianza; se le habían entregado los tesoros y los malversó,
los usó para sí mismo; en cambio Eliaquim vendría después de Sebna, y él sí sería digno de confianza, se
colgaría en ese clavo firme la honra de la casa. Este capítulo nos aclara lo que significa esa expresión de
Apocalipsis aquí en el verso 7 donde dice “el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David”; esas
palabras las habló Isaías por inspiración del Espíritu Santo, sabiendo que aquellos sacerdotes eran figura
del verdadero Sumo Sacerdote, el verdadero tesorero de la casa de Dios en quien Dios puso su confianza,
colgó Su propia honra, el testigo fiel y verdadero, el Santo; por eso, con ese capítulo de fondo esta frase
tiene mucho significado. Quizá si no hubiéramos leído Isaías no hubiéramos comprendido el significado
de la llave de David; ahora entendemos lo que se quiere decir del Señor Jesús, que Él tenga la llave de
David.

En otro pasaje dice que la tiene sobre Su hombro. “El que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre”.
¿Por qué el Señor empieza a presentársele así a la iglesia en Filadelfia? Porque le va a decir de aquí a
poco, que Él le va a abrir una puerta. ¡Ah! no importa las puertas que abran los hombres; esas las pueden
volver a cerrar los hombres o el diablo. Ahora, no importa tampoco las puertas que cierran los hombres, si
las abre Dios. Como aquí el Señor que es el que va a abrir la puerta, se presenta como el que tiene la llave
y que abre y nadie cierra. Hermanos, esto es tan importante para nosotros, que tenemos que ver cuáles
fueron las causas que movieron al Señor para que esté dispuesto a abrir y no dejar que nadie cierre, porque
si nosotros entendemos el corazón del Señor y nos ponemos en la línea del Señor, en el Espíritu, la misma
palabra va a ser para nosotros, porque esa iglesia nos representaría a nosotros si somos iguales, si
cumplimos como quien dice estas expectativas del Señor; pero para que nosotros podamos decir que
somos Filadelfia, tenemos que llenar estas expectativas; porque, hermanos, a veces las puertas se nos
cierran porque no hacemos las cosas bien. El que abre y nadie cierra, es el Señor; lo mismo si cierra, nadie
abre. Cuando Esaú lloró por la primogenitura, pudo patalear todo lo que quiera, no se le abrió; la
primogenitura era de Jacob. Aun Moisés, ustedes recuerdan, cuando quiso que se le perdonara y pudiera
entrar en la tierra, Dios le dijo: Basta, no me hables más de esto. Hermanos, que Dios nos cierre la puerta,
es terrible; hay que llenar los requisitos del Señor para que Él nos abra la puerta.
Una puerta abierta

Ahora, el que abre la puerta, es el Santo, el separado, no sólo de lo inmundo, sino de lo común. Lo común
a veces destruye las cosas; no sólo lo inmundo, no sólo el pecado, sólo lo común. “8Yo conozco tus obras;
(en ese momento no dijo cuales eran sus obras, pero las aprobó, por lo que sigue a continuación) he aquí,
he puesto delante de ti una puerta abierta, (por eso se presentó como el que tiene la llave de David, que
abre y nadie cierra y cierra y nadie abre) la cual nadie puede cerrar”. Quiere decir que a partir de la iglesia
de Filadelfia, primero en lo histórico, luego en lo profético, hay una continuidad.

Cuando tú ves la historia de todas las siete iglesias históricas del Asia Menor, la que más perduró fue
Filadelfia; aún en tiempo de los musulmanes, ahí estuvo esa comunidad; después los musulmanes se
tomaron a la fuerza el lugar, establecieron una mezquita donde los hermanos se reunían, pero la
comunidad sobrevive hasta el día de hoy. Hasta el día de hoy hay cristianos en la ciudad de Filadelfia,
hasta el día de hoy hay una comunidad cristiana, donde en otras ciudades todo es islamismo. Pero
hablando en el sentido profético, ya vimos el período primitivo, el período de las persecuciones, el período
de la iglesia católica antigua, el período medieval, el período de la Reforma; Filadelfia es algo más allá de
la Reforma, algo más avanzado que el protestantismo común y corriente que está representado por Sardis.
Filadelfia representa, como el nombre lo dice, el amor fraternal, la verdadera comunión del cuerpo de
Cristo; fileo, adelfo, eso es lo que quiere decir Filadelfia. Fileo, es el amor fraternal, el afecto fraternal;
adelfo quiere decir, hermano. Filadelfia es el afecto fraternal, la comunión de los hermanos, la acción y
práctica del cuerpo de Cristo. El protestantismo era nominalismo; tienes nombre de que vives pero estás
muerto; en cambio, Filadelfia es amor fraternal; el énfasis ahora no es solamente salir de Babilonia, salir
del catolicismo romano, sino que es vivir la realidad cristocéntrica, espiritual y bíblica del cuerpo de
Cristo, vivirla en espíritu y en verdad; esa es Filadelfia.

El Señor le habla a un período de la iglesia donde el Espíritu Santo comienza a restaurar la visión de la
realidad del cuerpo de Cristo, la verdadera comunión del cuerpo de Cristo en el Señor; la iglesia en
Filadelfia; y le abrió una puerta. Cuando eso comenzó a ser restaurado en el siglo XIX, a través de muchos
hermanos, esa misma época coincidió con el período de las misiones. El período de las misiones coincide
con el período cuando el Espíritu Santo comenzó a mostrar poco a poco el cuerpo único de Cristo; y así
comenzaron las grandes misiones, los grandes misioneros en la India, en el África, en la China. ¿Cuándo
fue esa época? Esta misma época que supera el protestantismo clásico y el denominacionalismo y trabaja
en el plano del cuerpo de Cristo; esos son los hermanos que más trabajaron, en Nueva Zelanda, por allá en
esos lugares lejanos. “He puesto delante de ti una puerta abierta”. ¿Esa es para quién? Para ella, para que
ella pase, para que la iglesia salga y actúe; el Señor le abre la puerta, que salga de sus cuatro paredes, que
vaya por todas partes llevando lo que el Señor aprueba. Él quiere que lo que Él aprueba, fluya. “Porque
(¿por qué le puso una puerta abierta el que tiene la autoridad, el que tiene la llave de David? ¿cuál es la
razón? ¿Por qué razón el Señor le abrió una puerta? ¿Queremos nosotros que se nos abra también una
puerta? Miremos las razones del Señor) aunque tienes poca fuerza...”.

Eso no le importó al Señor para cerrarle la puerta; el Señor no se engaña con las apariencias. Pareciera que
el papado es grande, tiene multitudes, tiene vidrios de colores, tiene monasterios y un montón de nombres
raros, muchas cosas tiene, pero el Señor ¿qué dice de Roma en la Biblia? Que es Babilonia. Le dice a
Juan: Ven, yo te mostraré la caída, el juicio sobre la gran ramera. El Señor tiene juicio para la gran
ramera, pero para Filadelfia tiene una puerta abierta.

¿Qué dice el Señor? ¿Por qué te abrí una puerta? “Porque aunque tienes poca fuerza...”. No importa la
apariencia, no importa que sean pocos, al Señor lo que le importa es que sean fieles, que sean verdaderos;
claro, eso no es para justificar que seamos pocos, no; debemos ser muchos, para eso se abre la puerta, pero
lo que al Señor le importa es la fidelidad; dice aquí que eso es lo que al Señor le importa. ¿Por qué razón
Él abre la puerta a Filadelfia? “Porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra y no has
negado mi nombre”. Dos cosas claves: Has guardado mi palabra y no has negado mi nombre; dos cosas
que para el Señor son importantes; si guardamos Su palabra, si somos fieles a Su palabra. Él dijo: mi
palabra no sale de mí vacía; volverá y hará aquello para lo cual fue enviada; entonces el Señor le abre
puerta a Su palabra a través de Filadelfia. Como tú, Filadelfia, guardaste mi palabra, yo te abrí una puerta;
¿para qué? Para que lleves mi palabra. Ahora, si nosotros empezamos a acomodarnos al siglo, a la época,
a la costumbre, al mundo, a la religión, entonces somos deshonestos con la Palabra. Yo sé que si nosotros
nos adaptáramos a lo común, tendríamos mucha aceptación; pero si somos fieles a la Palabra, aquellos que
no están en la Palabra se van a molestar. Filadelfia es el testimonio conservador contra el liberalismo
modernista.

Filadelfia es cristocéntrica

Siempre los remanentes que aprendieron algo de la Palabra fueron perseguidos en la historia de la Iglesia;
pero el Señor aprueba que seamos fieles a Su palabra; a Él lo que le importa es Su palabra; has guardado
mi palabra y no has negado mi nombre; somos cristocéntricos, no tenemos otro nombre, no dejamos que
otro nombre desplace el único nombre. Somos cristianos, no necesitamos ser luteranos o calvinistas o
ginistas o witneslistas, o cualquier cosa de esas; Dios los guarde a ustedes, me guarde a mí y guarde a todo
el mundo; nosotros somos cristianos. Siempre que se empieza a hablar a las iglesias dice: En Cristo Jesús;
Pablo apóstol de Jesucristo; Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo; a la iglesia de Dios que está en Cristo.
Al Señor lo que le interesa es ser el centro, ser la vida, ser el todo, ser el ambiente, lo que debemos buscar;
no debemos ser identificados porque seamos pretribulacionistas o postribulacionistas o porque seamos
habladores en lenguas, o anticarismáticos; ninguna otra cosa nos tiene que identificar; o porque
bautizamos así o así; es el nombre del Señor, somos cristianos, para nosotros lo importante es Cristo, a
quien queremos es a Cristo, lo que nos importa es buscar andar en Cristo, lo que valoramos es lo que es
Cristo; no queremos ponernos otros nombres, no queremos tener nombre de vivos y estar muertos,
queremos guardar Su nombre, guardar el Nombre no sólo en lo exterior, sino en el interior. El nombre
representa a la persona, representa la vida; o sea, procurar andar en Cristo, ser cristocéntrico; valorar lo
que es Cristo y la Palabra; esas dos cosas para el Señor son importantes; al Señor no le impresionan las
otras cosas; estas son las cosas que Él muestra que a Él le impresionan; por esto te abrí una puerta, porque
has guardado mi palabra y no has negado mi nombre; esas dos cosas guardemos. Seamos cristocéntricos,
que nuestro todo sea Cristo, nuestro centro sea Cristo y nuestra directriz sea Su palabra; y seamos fieles a
Su Palabra aunque nadie más esté de acuerdo, aunque sea difícil, aunque nos cueste, seamos fieles a la
Palabra y a Su nombre; y esa es la base por la cual Él nos abrirá una puerta. Ahora, ¿quiere decir que eso
es fácil? No, claro que no es fácil; miren lo que tuvo que enfrentar Filadelfia; está en el verso siguiente:
“He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás”. ¡Oh! Aquí aparece otra vez la sinagoga de Satanás; las
dos únicas iglesias que el Señor no reprende que son Esmirna y Filadelfia, las dos tienen que luchar con la
sinagoga de Satanás; en ninguna otra parte se menciona la sinagoga de Satanás, sino en Esmirna y en
Filadelfia; parece que cuando la iglesia quiere ser fiel, el diablo tiene su sustituto que se engrandece y que
pretende ser algo, porque ¿qué era lo que decía esta sinagoga de Satanás? Dice: “de la sinagoga de
Satanás, a los que se dicen ser judíos y no lo son”. ¡Ah! desde el principio de la iglesia hubo ese
sentimiento de semitismo; no lo contrario de antisemitismo; no estoy propagando el antisemitismo, pero
tampoco un judaizamiento de la iglesia. Gálatas nos muestra que había personas que querían judaizar la
iglesia; guardar otra vez las fiestas; y es curioso que al mismo tiempo que el Espíritu Santo está guiando
por la Palabra y cristocéntricamente, el diablo está queriendo judaizar la iglesia, gente diciendo ser judío,
ser mesiánico, sin serlo; ¿por qué? Porque entonces si son, se consideran superiores; consideran que los
gentiles son inferiores y el Señor está diciendo que no es así.
Los pretendidos mesiánicos

Hay personas que dicen ser algo para pretender tener autoridad sobre los demás; como Pablo decía: yo
mismo antes tenía como gran estima el ser hebreo de hebreos, fariseo de fariseos; él era como decir del
linaje de Abraham, de la tribu de Benjamín; él pretendía ser algo. Hoy en día la gente le da valor a esas
cosas; cómo se prende el candelabro, de derecha a izquierda; a la derecha; y están poniéndose la kippá, y
un montón de cosas, judaizando otra vez de nuevo, que la gente tiene que guardar otra vez la ley de
Moisés; ese fue el problema que tuvo la iglesia primitiva. Es necesario, decían aquellos fariseos, obligar a
los gentiles a guardar la ley de Moisés, a circuncidarse; es decir, volver a judaizar. Es curioso que el
Señor, paralelo a la iglesia en su normalidad, a la iglesia en la aprobación del Señor, al cuerpo de Cristo
según el corazón de Dios, muestra cómo lo suyo es molestado, resistido, menospreciado como si Dios no
lo amara, porque el pueblo amado dicen somos nosotros los judíos, aun sin serlo, diciendo que son; sin
embargo el Señor le dice una cosa seria a éstos que pretende ser judíos y no lo son; dice: “Yo...” Eso sí es
terrible; el Señor mismo, ni siquiera mandó un ángel, Él mismo defiende el honor de Su iglesia que le es
fiel a Él y a Su palabra. “Yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son,
sino que mienten; he aquí, yo...” ¡Esto es terrible! Porque uno puede escaparse de la mano de los hombres,
uno puede esconderse, pero de la mano de Dios ¿quién se esconde? Cuando Dios nos pone la mano aquí
en la cerviz, eso es terrible. Hermanos, cuando no hemos visto la mano de Dios obligando a una persona a
humillarse y confesar sus pecados, no hemos visto todavía la autoridad de Dios directa actuando, pero
cuando Dios dice: “yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado”,
¡terrible! Porque ellos decían ser judíos, el pueblo amado, los otros eran gentiles, inmundos, perros; y
ahora el Señor les muestra a éstos que pretenden ser mesiánicos, les dice que el Señor amaba la iglesia en
Filadelfia, a la que no niega Su nombre y guarda Su palabra, no deja caer a tierra Su palabra, como se dice
a Samuel. Hermanos, delicado ¿verdad? “Yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que
yo te he amado”. El Señor juró: delante de mí se doblará toda rodilla. Muchos pueden blasfemar lo que
quieran por ahora hasta en el infierno, pero cuando les llegue el turno de cumplirse esta palabra, toda
lengua confesará Su nombre y toda rodilla se doblará; pero no sólo el Señor hará eso respecto de sí
mismo, sino que tomará la sinagoga de Satanás y la obligará a reconocer a los que Él amó, que ellos
menospreciaron, como le pasó precisamente a Amán. Amán se molestaba con Mardoqueo y planeó la
horca para Mardoqueo; la tenía ya lista, y el rey le preguntó: ¿Qué hay que hacer a un hombre a quien
Dios quiere honrar? Y pensando Aman que era él, dijo: Pues, pónganlo en el caballo del rey y el primer
ministro lo lleve diciendo: Así se hará con el hombre a quien Dios quiere honrar; pues, haz eso con
Mardoqueo, le dijo el rey a Amán, y le tocó a Amán llevar a aquel a quien él humillaba, y después fue
ahorcado en la horca que él había preparado para Mardoqueo (Ester 6). Hermanos, Dios sabe lo que hace,
Dios tenga misericordia, y nos ayude a ser humildes, fieles y sencillos; y aquí Dios explica las razones
cuando va a humillar delante de ti a aquellos que se burlan de ti, que te menosprecian. Aquí dice por qué.
“Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia”; y la razón también por la que el Señor guardará de
la hora de la prueba a los fieles de Filadelfia: “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo
también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero para probar a los que
moran sobre la tierra.”

Te guardaré de la hora

Cuando yo estudiaba las posiciones escatológicas, el verso más fuerte del pretribulacionismo para mí era
éste; no encontraba otro verso tan fuerte. Te guardaré, no sólo de la prueba; porque podemos estar en una
prueba y ser guardados de la prueba, aun pasando la prueba, como dice un versículo: pueblo mío, entra en
tus aposentos, entre tanto que pasa la indignación; porque el Señor sale a recorrer la tierra en juicio; por
eso le dice a Su pueblo que se esconda en su aposento mientras pasa la turbación; quiere decir que Su
pueblo estaría en la tierra mientras pasa la turbación, pero estaría guardado en sus aposentos. Pero aquí el
Señor dice no solamente te guardaré de la prueba, sino de la hora de la prueba, quiere decir que es
probable que los hermanos fieles en el momento más difícil no estén acá. Ahora, ¿significa eso necesaria y
bíblicamente el rapto o el arrebatamiento, que el Señor va a arrebatar a algunos? ¿Significa solamente eso,
es la única posibilidad para entender esto? ¿No hay otro versículo donde esto pueda ser cumplido, que no
sea necesariamente un arrebatamiento antes de la tribulación? Yo sí encontré un versículo, y se los quiero
mostrar. Apocalipsis 14:12-13, para que ustedes vean la relación de la paciencia de la Iglesia; dice el
Señor, que por la paciencia, porque has guardado la palabra de mi paciencia, es decir, porque fueron
fieles, estuvieron dispuestos a soportar, a llevar la cruz, entonces por eso los guardará de la hora; y aquí
hay una manera cómo en el contexto de la paciencia, Dios guarda de la hora, no necesariamente con el
arrebatamiento, pero sí guarda de la hora por la paciencia; y está aquí en Apocalipsis 14:12-13, que dice:
“12Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.” Has
guardado mi palabra y no has negado mi nombre. “13Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe:
Bienaventurados de aquí en adelante”. ¿Cuál es este “aquí”? Se refiere al período de la marca de la bestia.
Veamos el contexto desde el versículo 9: “9Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno
adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, 10él también beberá del vino
de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre
delante de los santos ángeles y del Cordero; 11y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos.

Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la
marca de su nombre”. Está hablando de plena tribulación. “12Aquí está la paciencia”. Esa es la paciencia,
en ese contexto. “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe
de Jesús”. Y en ese contexto dice: “Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de
aquí...”. ¿Cuál es este “aquí”? Es el momento en que empieza a exigirse la marca de la bestia y todo eso:
“Bienaventurado de aquí en adelante (el tiempo del tercer ángel) los muertos que mueren en el Señor. Sí,
dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen”. Si el Señor se lleva a
algunos porque mueren en el Señor, descansan de sus trabajos, sus obras con ellos siguen y son guardados
de la hora de la prueba.

Hay una manera de ser guardados de la hora de la prueba: Morir en el Señor. En los últimos tiempos es
una bienaventuranza morir, porque dice de aquellos en la quinta trompeta, ustedes recuerdan que saldrán
aquellos espíritus demoníacos del abismo, y los hombres buscarán la muerte y no la hallarán; durante
cinco meses serán atormentados y querrán morir y no podrán morir, aun queriendo; y sin embargo, aquí la
bienaventuranza es morir. Los impíos no pueden morir y tienen que tomarse el cáliz de la ira; beberán y
no podrán rehusarse; en cambio, estos bienaventurados, cuando los otros no pueden morir, éstos sí pueden
morir. “Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor”. En ese contexto del
tercer ángel, de la bestia, la marca de la bestia, en ese tiempo difícil: Bienaventurados de aquí en adelante
los que mueren en el Señor; los otros no pueden morir, pero éstos morirán en el Señor. Descansan de sus
trabajos y sus obras con ellos siguen. ¿En qué contexto será bienaventurado morir y escapar de la hora de
la prueba? En el contexto cuando los otros no pueden morir, cuando está el asunto de la bestia, de la
imagen. Aquí está la paciencia, y ¿qué le dice a Filadelfia? Le dice justamente eso: “Por cuanto has
guardado la palabra de mi paciencia”.

El galardón de los vencedores

Vamos a otros detalles en Apocalipsis 3. “10Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo
también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que
moran sobre la tierra”. Mientras que el mundo entero está siendo probado en una hora de la prueba, en la
gran tribulación, los vencedores que guardaron la palabra de Su paciencia, son guardados de la hora de la
prueba. Bienaventurados los que mueren en el Señor, porque sus obras con ellos siguen y descansan de sus
trabajos: “11He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona”; esa es una
frase seria, aquí no está hablando de la salvación, sino de la corona. La corona es un lugar en el reino, la
corona es el galardón de los vencedores. “Que ninguno tome tu corona”. Por eso más adelante dice: “Al
que venciere”. ¿Qué sucede si yo no soy fiel? No está diciendo que un salvo vaya a ser perdido; lo que
está diciendo es que otro puede quitar su corona. Se esperaba que fueras tú el que ocupara ese trono, pero
tú no fuiste fiel, otro fue más fiel que tú. Yo esperaba que fueras tú, pero no fuiste tú, entonces otro; pero
el Señor dice que no quiere que ninguno tome nuestra corona. “He aquí, yo vengo pronto, retén lo que
tienes”. Se puede caer del nivel de Filadelfia y deslizarse a la condición de Laodicea, que es lo que viene
después de Filadelfia. Ese estado de Filadelfia puede perdurar hasta la venida del Señor porque dice: “Yo
vengo pronto”. Si retienes lo que tienes, te hallaré en el estado de Filadelfia que yo apruebo, pero si no
guardas lo que tienes, te deslizas a Laodicea y otro tomará tu corona: “Al que venciere, yo le haré columna
en el templo de mi Dios”. La iglesia es columna y baluarte de la verdad, y justo en esa ciudad de Filadelfia
hay una columna hasta el día de hoy, y los turistas van a verla; antigua, no es nueva, no es una cosa que a
alguien se le ocurrió ahora; viene de la antigüedad. Ha habido temblores, terremotos y ahí está esa
columna. ¡Señor Jesús! “Lo haré columna en el templo de mi Dios”. Ese es el cuerpo de Cristo. El
principio del cuerpo aparece desde el comienzo. Filadelfia: amor fraternal, guardando la palabra,
guardando el Nombre, guardando la palabra de la paciencia. “Lo haré columna en el templo de mi Dios, y
nunca más saldrá de allí”. Es una recompensa eterna, es una recompensa del reino en el templo. “Columna
en el templo”. Éstos son los vencedores.

Ahora, hoy nadie puede entrar en el templo antes de que se cumplan las 7 plagas de las siete copas de la
ira de Dios. Por eso me inclino más al postribulacionismo que al pretribulacionismo.

“Y escribiré sobre él el nombre de mi Dios”; ese pertenece a Yahveh; el nombre del Señor está sobre los
vencedores; “y el nombre de la ciudad de mi Dios, la Nueva Jerusalén”; éste pertenecerá a la Nueva
Jerusalén, está escrito sobre él; hay unos que no estarán perdidos pero que estarán fuera, incluso reinando
afuera de la Nueva Jerusalén. Dice Apocalipsis 21 y 22 que aquellos reyes de las naciones traerán su
gloria y su honor a la Nueva Jerusalén y ningún inmundo puede entrar, pero esos reyes son de afuera y
vienen a honrar al Señor en la Nueva Jerusalén, pero éstos no estarán afuera, sino en la Nueva Jerusalén;
ellos son la Nueva Jerusalén; el nombre estará en ellos. Los vencedores de Filadelfia se aseguran lugar en
la Nueva Jerusalén; ellos son la Nueva Jerusalén; el nombre de la Nueva Jerusalén está en ellos. Ahora
esta otra frase misteriosa: “y mi nombre nuevo”. El Señor tiene un nombre nuevo, además de Su nombre
conocido; ese nombre nuevo está aquí en Apocalipsis 19; no dice cuál es, sólo dice que tiene, además de
Su nombre, un nombre nuevo; y dice Apocalipsis 19:11 el contexto: “11Entonces vi el cielo abierto, y he
aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.
12Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito
que ninguno conocía sino él mismo”. En la recompensa a Pérgamo el Señor dice que al vencedor le daría
una piedrecita blanca con un nombre nuevo escrito que ninguno conoce, sino el que lo recibe; eso se
refiere al nombre tuyo, al nombre definitivo. En el Oriente es muy común que las personas, según la etapa
de su vida, tengan un nombre; cuando ocurre un acontecimiento grande en su vida y hay un cambio, ellos
adoptan un nombre de acuerdo a ese cambio; luego acontece otra cosa, se casaron y tomaron otro nombre;
eso es normal en el Oriente. Jacob fue llamado Israel cuando venció. Ya no te llamarás más Sarai, sino
Sara; es decir, el nombre representa a la persona en su estado. Ahora, nosotros tenemos un nombre que es
el nombre provisional, no es nuestro nombre definitivo. Apocalipsis 19:12 habla del nombre del Señor que
ninguno conoce; no es Jesús, porque Jesús todos los que somos salvos lo conocemos; pero hablando de lo
que es un nuevo nombre, primero en nuestro sentido y luego en el del Señor, en nuestro sentido dice, que
al que venciere le dará un nombre nuevo; lo que tú llegarás a ser al final como Dios te conoció; Dios
conoce lo que tú vas a ser; ahora tú estás en proceso, todavía no has llegado a tú posición definitiva.

Cuando venzas y seas lo que Él esperaba que tú fueras, entonces tu nombre representará lo que tú llegaste
a ser para el Señor y que Él ya sabía; entonces te dará como recompensa ese nombre. Ese nombre quiere
decir que el Señor sabe quién eres tú para Él y te nombra con ese nombre; pero el Señor mismo, vino, se
hizo hombre, murió por nuestros pecados, ascendió y fue hecho Señor y Cristo; y como dice aquí, recibió
un nombre sobre todo nombre y nuevo, un nombre que ninguno conoce sino Él mismo; por eso dice: “y
había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo”. Sólo
Él sabe quién es Él. Dice en 1 Corintios 2, que el espiritual juzga todas las cosas, pero él no es juzgado de
nadie, que el hombre natural no discierne las cosas que son del Espíritu.

¿Qué quiere decir? que hay una jerarquía en el discernimiento; el espiritual juzga para abajo al natural y lo
discierne, pero el natural no puede juzgar para arriba, no conoce al espiritual, no lo discierne; así nosotros
podemos conocer a los que son como nosotros, pero a los que están en un nivel superior a nosotros, no los
distinguimos bien; cuanto más el Señor Jesús está en una posición que nadie conoce lo que Él conoce; por
eso Él tiene un nombre que expresa para Él lo que Él es, pero nadie conoce eso; sin embargo, al vencedor
dice, que el Señor escribirá sobre él Su nombre nuevo; eso es como si el Señor se fuera revelando cada vez
más profunda y más profundamente a la persona. Revelarte Su nombre, no es decir, yo me llamo Garavito,
no, no es eso, ni yo me llamo tal, sino qué significa ese nombre; eso es algo muy profundo, porque,
hermanos, dice que la vida eterna es que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y a Jesucristo. Cada vez
hay que conocerlo más; no bastará la eternidad para conocerlo, pero proseguiremos conociéndole y los
vencedores recibirán ese nombre nuevo, como quien dice conocerán más profundamente y más de cerca al
Señor. El Señor conoce todo y por eso nadie conoce Su nombre, sino Él mismo; sólo sabe Él quien es Él,
de arriba para abajo; pero al vencedor, escribirá sobre él Su nombre nuevo. Ahora, amamos al Señor Jesús
y es el mismo Señor Jesús; somos cristianos, pero ¿quién es el Señor Jesús ahora? Es el mismo Señor
Jesús, pero está en una posición glorificada, una posición exaltada; pero Él quiere revelarse y se revela a
sus vencedores. Al que venciere, sobre él escribiré mi nombre nuevo. ¡Qué misterio! “El que tiene oído,
oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” Esto en el contexto de los vencedores. Pienso que esto que
hemos leído, que hemos comentado, que hemos masticado en nuestro interior, nos habla. Dios conceda
que seamos hallados entre éstos y retengamos lo que hemos recibido.

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