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APARECIDA
Aparecida – Brasil
13 – 31 de Mayo de 2007
Aparecida responde a ciertas preguntas: ¿Cómo hacer comprensible la Buena Nueva del Reino
en un mundo globalizado? ¿Cómo hablar de Dios en medio de una modernidad en crisis?
¿Cuál es el lenguaje adecuado, capaz de comunicar el acontecimiento salvador de Jesucristo,
hoy y en nuestra Región?
Por eso los obispos reunidos en la V Conferencia General del Episcopado de América Latina y
El Caribe quisieron dar el primer impulso, con el acontecimiento celebrado en Nuestra Señora
de Aparecida y con el documento final que resume las conclusiones de su diálogo, una
renovación de la acción de la Iglesia en esta parte del continente y del mundo.
Quieren iniciar una nueva etapa o proyecto pastoral, en las actuales circunstancias históricas,
marcada por un fuerte ardor apostólico y un mayor compromiso misionero para proponer el
Evangelio de Cristo como camino a la verdadera vida que Dios brinda a los hombres.
En forma sucinta: se analiza la realidad de los pueblos y de la Iglesia de América Latina y del
Caribe.
En el primer capítulo (20-32) los sinodales se introducen en LA con una mirada de la realidad
como discípulos misioneros de Jesucristo reconociendo que los grandes cambios de este
momento, con sus altibajos “nos afligen, pero no nos desconciertan” ya que “hemos recibido
dones inapreciables” (no.20). Después de dar gracias a Dios por esos regalos de su amor, se
proclama la alegría de ser discípulos misioneros de Jesucristo y se reafirma la misión de
evangelizar propia de la Iglesia (23-32).
La Iglesia debe cumplir su misión siguiendo los pasos de Jesús y adoptando sus actitudes (cf.
Mt 9, 35-36; 2-Cor 8, 9). En el rostro maltratado de Jesucristo podemos ver, con la mirada de
la fe, el rostro humillado de tantos hombres y mujeres de nuestros pueblos. La Iglesia está a
su servicio con la esperanza de su realización de su dignidad personal (nº 31)
Esta realidad se le ha llamado el fenómeno de la globalización, que impacta con fuerza antes
que a cualquier dimensión a la cultura1 (43-59); tiene su aspecto más llamativo en su
dimensión económica2 (60-73) y marca las relaciones sociales y el actuar político3 (74-82).
Luego, se hace un examen de la situación de nuestra Iglesia en esta hora histórica de
desafíos, en la que se enumeran “los esfuerzos pastorales orientados hacia el encuentro con
Jesucristo vivo que han dado y siguen dando frutos”4 (nos. 98-99). Con gran sinceridad se
mencionan las sombras que entorpecen su labor pastoral5 (100).
1
“Se desvanece la concepción integral del ser humano, su relación con el mundo y con Dios; aquí está precisamente el
gran error de las tendencias dominantes en el último siglo… Quien excluye a Dios de su horizonte, falsifica el concepto
de la realidad y sólo puede terminar en caminos equivocados y con recetas destructivas (nº 44)”
2
“Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y opresión, sino de algo nuevo: la exclusión social. Con
ella queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está abajo, en la
periferia o sin poder, sino que se está afuera. Los excluidos no son solamente “explotados” sino “sobrantes” y
“desechables” (nº 65)”
3
“Cabe señalar, como un gran factor negativo en buena parte de la región, el recrudecimiento de la corrupción en la
sociedad y en el Estado, que involucra a los poderes legislativos y ejecutivos en todos sus niveles, y alcanza también al
sistema judicial que, a menudo, inclina su juicio a favor de los poderosos y genera impunidad, lo que pone en serio
riesgo la credibilidad de las instituciones públicas y aumenta la desconfianza del pueblo, fenómeno que se une a un
profundo desprecio de la legalidad. En amplios sectores de la población, y especialmente entre los jóvenes, crece el
desencanto por la política y particularmente por la democracia, pues las promesas de una vida mejor y más justa no se
cumplieron o se cumplieron sólo a medias (nº 77)”
4
Los esfuerzos pastorales orientados hacia el encuentro con Jesucristo vivo han dado y siguen dando frutos: La
animación bíblica de la pastoral. La renovación litúrgica, la piedad Eucarística y la devoción mariana. Nuestro pueblo
tiene gran aprecio a los sacerdotes. Entrega de tantos misioneros y misioneras. Crecen los esfuerzos de renovación
pastoral en las parroquias. La Doctrina Social de la Iglesia constituye una invaluable riqueza, que ha animado el
testimonio. La diversificación de la organización eclesial.
5
SOMBRAS que opacan los esfuerzos:
En la Iglesia católica de América Latina y El Caribe, el crecimiento porcentual de la Iglesia no ha ido a la par con el
crecimiento poblacional.
Percibimos una evangelización con poco ardor y sin nuevos métodos y expresiones.
SEGUNDA PARTE: LA VIDA DE JESUCRISTO EN LOS DISCÍPULOS MISIONEROS
(101 - 346)
3. El itinerario formativo de los discípulos misioneros que implica dos elementos claves:
A) Una espiritualidad trinitaria del encuentro con Jesucristo, (nos. 240-275) que se deja
encontrar: En la Palabra (la Lectio Divina), En la Sagrada Liturgia (Eucaristía, Reconciliación,
oración personal y comunitaria), En la comunidad viva en la fe y en el amor fraterno. a los
pobres, afligidos y enfermos y en la piedad popular , especialmente mariana.
La iniciación cristiana: tiene como finalidad poner en contacto con Jesucristo e iniciar en el
discipulado, fortalecer la unidad de los tres sacramentos de la iniciación y profundizar en su
rico sentido. Se realizará en la forma de catecumenado bautismal para los no bautizados, y en
la forma de catecumenado post bautismal para los bautizados no suficientemente
catequizados (nos. 286-294).
Los lugares de formación de los discípulos(nos. 301-346) son: La Familia, primera escuela de
la fe, Las Parroquias, Pequeñas comunidades eclesiales, Los movimientos eclesiales y nuevas
comunidades, Los Seminarios y casas de formación religiosa, la educación católica: los
centros educativos católicos, universidades y centros superiores católicos.
CRITICA AL TEXTO
• Por lo que manifiesta y en parte constato hay continuidad con las anteriores
Conferencias Episcopales (la última celebrada en Santo Domingo el año 1992) por la
precisión y descripción de la realidad y respuesta que se le dan a los problemas de
la iglesia en Latinoamérica y el caribe.
• El objetivo es claro y laudable ya que no solo propone o anuncia sino que formula
cómo ha de ser una re-evangelización de los cristianos en LA.
• El tema de la diversidad cultural la asume como un escaño o garantía para la
restructuración de los servicios pastorales y primarios o de primer frente.
• Desafíos para el presbítero LA: identidad teológica presbiteral del ministerio;
inserción en la realidad cultural en la que se desenvuelve; y, fidelidad de su
consagración.
• Ha generado “lanzamientos misioneros” en diversas diócesis de forma casi
inmediata. Especialmente en lo referido a los 4 ejes de refuerzo de la Iglesia LA: 1.
experiencia religiosa; 2. vivencia comunitaria; 3. formación bíblica; 4. compromiso
misionero de toda la comunidad.
• Refresca la imagen y papel de la Iglesia como estructura y significado: es “casa y
escuela de comunión”, además de ser espacio espiritual que prepara para la misión.
Mencionaba: las parroquias no pueden exigir que esta sea misionera si no se le da
una preparación adecuadamente misionera.
• Hace hincapié en la recuperación en cada una de nuestra comunidades el
sentido del compromiso bautismal o en otras palabras el por qué nos llamamos
cristianos y que significancia ha de tener en nuestra vida terrena.
FUENTE:
CELAM (2007), Aparecida, Documento Final de la V Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano y del Caribe, Lima: Edit. Paulinas