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QUINTO DOMINGO EN EL TIEMPO DE CUARESMA

PRIMERA LECTURA, EZEQUIEL 37:12-14

Huesos secos, escuchen la palabra de Yavé…: La vida renovada en el Espíritu.

12 Por eso, profetiza. Les dirás esta palabra de Yavé: «Voy a abrir las tumbas de
ustedes, oh pueblo mío, haré que se levanten de sus tumbas y los traeré de vuelta
a la tierra de Israel. 13 Entonces, cuando haya abierto sus tumbas y los haya
hecho levantarse, sabrán que yo soy Yavé. 14 Pondré en ustedes mi Espíritu y
vivirán; los estableceré en su tierra y sabrán que yo, Yavé, lo dije y lo hice, palabra
de Yavé.». BLA

A este profeta se suele recordar como se recuerda a la Cuaresma. Vivió y profetizó en el


exilio, y si bien anunció un futuro prometedor para su pueblo arruinado, lo hizo después de
haber denunciado, durante años, las falsas esperanzas a las que se aferraban sus
compañeros. Dios mismo le impuso largos ayunos y pruebas, además de la humillación de
pertenecer a grupos marginales, en una ciudad segura de sí misma. Mientras que el
“segundo Isaías” parece contemplar la tropa de los exiliados desde la altura que le inspiran
sus grandes perspectivas, Ezequiel comparte la vida de un suburbio escuálido donde se
enfrenta cada día a las miradas escépticas u hostiles de los exiliados

Ezequiel es sacerdote y Dios sale a su encuentro cuando tenía treinta años, la edad legal
para comenzar su servicio en el templo. Como Jeremías, Ezequiel será a la vez sacerdote y
profeta, lo que nos invita a no oponer demasiado estas dos funciones complementarias. El
ministerio del sacerdote no se agota en el templo; el sacerdote enseña, juzga y precisa la
aplicación de las leyes. El profeta, por su parte, es un carismático capaz de discernir a
través de sueños, visiones y signos diversos, la palabra más actual de Dios. Los profetas
que Dios ha llamado de una manera especial suelen tener su personalidad propia.
Jeremías, por ejemplo, es un solitario y apenas se percibe en él al sacerdote, fuera de su
primera predicación. Ezequiel, por el contrario, sigue muy preocupado acerca de lo puro y
lo impuro; ejerce una actividad pastoral, y la restauración del templo constituye para él un
elemento esencial del nuevo Israel.

Ezequiel ha estado entre los primeros grupos de deportados, en el 597, y toda su vida
conocida la pasó en Babilonia, –Irak en los días modernos. Mientras Ezequiel proclamaba
un mensaje de desastre extremo, expresaba una esperanza casi irrealista en el poder de
Dios. Algunos comentaristas han pensado que la llamada de Dios la recibió estando aún en
Jerusalén y que esta llamada, que se puede leer en 2,9 - 3,9, habría sido fusionada
después con la visión del capítulo 1. Se trata, sin embargo, de una hipótesis más que de
una conclusión bien fundada. La gran visión del Nuevo Israel (caps. 40-48) es del 572, es
decir, 25 años posterior.

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El contexto de estos versos es un caso puntual.

37:1-14 describe una visión de un valle lleno de muerte. Los huesos dispersos en todas
partes -37:1. Sin embargo, a la orden del Señor, Ezequiel pudo profetizar, y el espíritu del
Señor reconstituyó los huesos en carne -37:2-8. Con otra profecía, el Espíritu virtió vida en
los órganos, -37:9-10.

37:11-14 conecta la visión con la desesperación espiritual de los judíos en el exilio. Sus
esperanzas podían revivir a través del poder de Dios. Lo que no podían hacer por su propia
cuenta, Dios lo haría fácilmente. Aunque pudiera parecer imposible, como la reconstitución
de la carne o el reanimar un cuerpo, Dios podía revivir a un pueblo y darle un propósito. ¡Él
podía darles esperanza!

Dios mandó a Ezequiel a profetizar la resurrección espiritual de los judíos -37:12-14; pero,
la profecía encontraría otro contexto más completo, en la persona de Jesús, el Cristo. A
través de él, sus seguidores encontrarían una nueva esperanza en una reposición divina
final. Dios sopla su espíritu en su pueblo, y, le da un nuevo lugar en su tierra. ¡Le da una
nueva esperanza!

¿De qué manera te da Dios esperanzas en tus tiempos de oscuridad?

SALMO 130

Desde el abismo clamo a ti.

—Salmo de penitencia, pero más que todo, de confianza en Dios.

1 Desde el abismo clamo a ti, Señor, 2 ¡Señor, escucha mi voz! Que tus oídos
pongan atención al clamor de mis súplicas! 3 Señor, si no te olvidas de las faltas,
Adonai, ¿quién podrá subsistir? 4 Pero de ti procede el perdón, y así se te venera.
5 Espero, Señor, mi alma espera, confío en tu palabra; 6 mi alma cuenta con el
Señor, más que con la aurora el centinela. 7 Como confía en la aurora el centinela,
así Israel confíe en el Señor; porque junto al Señor está su bondad y la
abundancia de sus liberaciones, 8 y él liberará a Israel de todas sus culpas. BLA

¿Cuándo buscas que te perdonen? ¿Por qué buscas perdón?

Una definición de arrogancia es no pedir nunca el perdón. La persona arrogante piensa que
él o ella está por encima de todo. Por supuesto, ninguno de nosotros es Dios, sólo queremos
jugar a Dios. Buscar el perdón es la forma de retroceder desde la arrogancia de nuestro
universo egocéntrico y vernos a nosotros mismos como somos realmente.

Salmo 130 es un salmo de penitencia. Es un Salmo de perdón que llega a Dios con
esperanza. Algunos estudiosos creen que el himno es una oración para preparar a la
comunidad de culto para entrar en el templo; en otras palabras, el Salmo actuó como un

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ritual de purificación espiritual, tanto como los rituales de lavado durante la época de Jesús
que preparaba a los judíos para las comidas comunales –ver Juan 2:1-12, por ejemplo.

El Salmo puede dividirse en tres partes:


1. 130:1-4, la petición de perdón
2. 130:5-6, el llamado a la espera paciente
3. 130:7-8, un recordatorio a la nación del Pacto de Dios .

La petición es la parte más personal del Salmo, aún más personal que muchos otros Salmos
de preparación –Salmos 15 y 24. La actitud del autor no era de desesperación; pero de
distancia. La imagen en 130:1 pone al peticionario "en las profundidades –del Valle," se
sobreentendía que YHWH residía en la cima –con unas vistas a las profundidades; el
paisaje de Palestina con sus valles por debajo del nivel mar y cordilleras sobresalientes que
hacía un contraste dramático del lugar. Sin embargo, incluso en la cima de la montaña,
YHWH podía escuchar la voz de un pecador muy distante. Observa, es el poder del perdón
que evocaba pavor -temor de Dios en 130:4, no la justicia divina -130:3.

En 130:4-5, el tema pasó de la petición a la anticipación. El salmista espera la presencia del


Señor; prevé la llegada de YHWH, así como un vigilante que espera la llegada del rey en la
noche.

130:5-6 trasladó el himno de lo personal a lo corporativo; el sujeto no era el autor sino la


nación. Israel tenía que esperar en YHWH debido a su Pacto –es decir, bondad. Pero, el
sujeto –repetido dos veces en 130:7b, y luego en 130:8, colocaba la petición de regreso en
el 130:4; al igual que el peticionario pedía perdón, también la nación sería perdonada.

En algún momento en la vida, debemos retroceder desde nuestro egoísmo para bien
emparejar las cosas con los demás. El perdón es el medio que utilizamos para restablecer
las relaciones. Cuando le pedimos perdón a Dios, estamos buscando un nuevo comienzo, un
nuevo equilibrio. A diferencia de la incertidumbre con las relaciones humanas, podemos
estar seguros de que Dios escuchará nuestra petición, aceptará nuestros corazones
humildes y nos dará un espíritu de anhelo de su presencia.

¿De qué manera has orado por perdón? ¿De qué manera crees que ha escuchado Dios tus
plegarias?

SEGUNDA LECTURA, ROMANOS 8:8-11

El Espíritu nos guía

8 Por eso los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. 9 Ustedes ya no
están en la carne, sino que viven en el espíritu, pues el Espíritu de Dios habita en
ustedes. Si alguno no tuviera el Espíritu de Cristo, éste no le pertenecería. 10 Pero
Cristo está en ustedes, y aunque el cuerpo lleve en sí la muerte a consecuencia del
pecado, el espíritu es vida por haber sido santificado. 11 Y si el Espíritu de Aquel
que resucitó a Cristo de entre los muertos está en ustedes, el mismo que resucitó
a Jesús de entre los muertos dará también vida a sus cuerpos mortales por medio
de su Espíritu, que habita en ustedes. BLA

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!El espíritu! La persona y el poder que hizo todas las cosas te da la seguridad que tú y yo
no moriremos, sino que viviremos. Aunque nuestros cuerpos morirán, el espíritu nos
levanta, al igual que levantó a Jesucristo a la vida.

Al igual que las políticas de seguro de vida, tenemos una cláusula de escape. Podemos vivir
por ahora, vivir para el mundo, o vivir solamente para nosotros mismos, de esta manera,
podemos cerrarnos a la presencia del espíritu en nuestras vidas; después de todo, tenemos
libre albedrío. Pero, si están leyendo esto, apuesto a que no han dado la espalda a Dios. De
hecho, apuesto a que no han revocado su póliza de seguro de vida eterna. ¿Por qué?
Aunque todos pecamos, si tratamos de que Cristo tenga presencia en nuestras vidas, el
espíritu ya está trabajando en nosotros porque cualquier movimiento hacia nuestro Salvador
es un don del espíritu.

Si bien no hemos revocado la póliza, tenemos que renovarla diariamente. Debemos


dirigirnos al Espíritu en la oración y en la práctica. La póliza de seguro de vida de Dios es
estar vivo hoy, en este momento, porque sus beneficios son para realizarse hoy.

¿Cómo has renovado tu póliza de seguro para la vida eterna hoy?

EVANGELIO, JUAN 11:3-7, 17, 20-27, 33b-45

La resurrección de Lázaro…, una esperanza en tiempos de pérdida

Este es el séptimo y último milagro de Jesús en el Evangelio de Juan; como pasó con la
samaritana, el diálogo se ve interrumpido a cada momento porque Jesús retoma las
palabras dándoles un significado diferente.

A pesar de todos nuestros esfuerzos, no podemos escapar de la muerte. Sin embargo, el


cómo nos enfrentamos a la muerte, puede ayudarnos a determinar nuestra calidad de vida.
¿El final de la vida nos da desesperación o esperanza?

En la narración de la resurrección de Lázaro, Juan nos desafía a ver la esperanza de la


muerte a través de los ojos de la fe.

La narración sobre la resurrección de Lázaro se destacó como el primer milagro antes de la


pasión. Juan tejió la historia para eliminar cualquier duda sobre el poder de Jesús, y
presentar al lector con un verdadero reto de la fe en el hijo de Dios

Lázaro resucitado es el anuncio de Jesús muerto y resucitado, y el Evangelista hará notar


que este milagro precipitó la detención del Señor. Desde la primera palabra vemos que se
trata de un enfermo, es decir, de un hombre que espera su salvación.

3 Las dos hermanas mandaron a decir a Jesús: «Señor, el que tú amas está
enfermo.» 4 Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no terminará en muerte, sino
que es para gloria de Dios, y el Hijo del Hombre será glorificado por ella.» 5 Jesús

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quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro. 6 Sin embargo, cuando se enteró


de que Lázaro estaba enfermo, permaneció aún dos días más en el lugar donde se
encontraba. 7 Sólo después dijo a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea.»

17 Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.

20 Apenas Marta supo que Jesús llegaba, salió a su encuentro, mientras María
permanecía en casa. 21 Marta dijo a Jesús: «Si hubieras estado aquí, mi hermano
no habría muerto. 22 Pero aun así, yo sé que puedes pedir a Dios cualquier cosa, y
Dios te la concederá.» 23 Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.» 24 Marta
respondió: «Ya sé que será resucitado en la resurrección de los muertos, en el
último día.» 25 Le dijo Jesús: «Yo soy la resurrección (y la vida). El que cree en mí,
aunque muera, vivirá. 26 El que vive, el que cree en mí, no morirá para siempre.
¿Crees esto?» 27 Ella contestó: «Sí, Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de
Dios, el que tenía que venir al mundo.»

33b su espíritu se conmovió profundamente y se turbó. 34 Y preguntó: « ¿Dónde


lo han puesto?» Le contestaron: «Señor, ven a ver.» 35 Y Jesús lloró. 36 Los judíos
decían: « ¡Miren cómo lo amaba!» 37 Pero algunos dijeron: «Si pudo abrir los ojos
al ciego, ¿no podía haber hecho algo para que éste no muriera?» 38 Jesús,
conmovido de nuevo en su interior, se acercó al sepulcro. Era una cueva cerrada
con una piedra. 39 Jesús ordenó: «Quiten la piedra.» Marta, hermana del muerto,
le dijo: «Señor, ya tiene mal olor, pues lleva cuatro días.» 40 Jesús le respondió: «
¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?» 41 Y quitaron la piedra.
Jesús levantó los ojos al cielo y exclamó: «Te doy gracias, Padre, porque me has
escuchado. 42 Yo sabía que siempre me escuchas; pero lo he dicho por esta gente,
para que crean que tú me has enviado.» 43 Al decir esto, gritó con fuerte voz: «
¡Lázaro, sal fuera!». 44 Y salió el muerto. Tenía las manos y los pies atados con
vendas y la cabeza cubierta con un sudario. Jesús les dijo: «Desátenlo y déjenlo
caminar.»45 Muchos judíos que habían ido a casa de María creyeron en Jesús al
ver lo que había hecho. BLA

11:21. La tardanza de Jesús: tal vez haya sido para mostrarnos que su obra de salvación no
es ante todo para salvarnos de lo que nos parece más intolerable: la muerte física. No
envidiemos a Lázaro que tuvo la mala suerte de tener que morir otra vez. Este milagro es
solamente el anuncio de la verdadera resurrección, que no consiste en una prolongación de
la vida, sino en la transformación de nuestra persona.

11:24. Por aquella época ya la mayoría de los judíos religiosos creían en la resurrección;
pero todo era muy vago y sólo era uno de los elementos del Día de Yavé. Aquí Jesús toma
sobre sí la resurrección del género humano.

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11:25. Algunos manuscritos antiguos tienen sólo: “Yo soy la resurrección”. Jesús recuerda
que quienes creen en él ya poseen la vida eterna.

11: 27, " tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo." ¡Qué profesión
de fe tan extraordinaria la de Marta! Es la misma de Pedro (Mt 16,16). Y será María la que,
poco después, anunciará la resurrección a los mismos apóstoles. En este verso, según el
punto de vista del escritor del evangelio, resume los tres títulos de Jesús: el Mesías, el Hijo
que tenía una relación única con Dios el Padre y la Palabra que vino al mundo.

11:33. Un detalle muy importante en este Evangelio que insiste tanto en la divinidad de
Jesús, la que no disminuye en nada la realidad humana del Hijo. Jesús no estaba revestido
de cuerpo humano sino que era hombre verdadero, con su temperamento y sus reacciones
naturales: “ha sido probado en todo igual que nosotros, a excepción del pecado” (Heb
4,16).

Este verso -130:33, es difícil de entender, especialmente teniendo en cuenta el contexto. El


griego ha demostrado claramente que Jesús estaba enojado. ¿Pero contra quién? En
11:33a, Jesús vio Marta y los demás llorando en un sincero duelo ritual. El reaccionó con ira
y un corazón turbado. ¿Por qué reaccionó Jesús de esta manera ante una situación que era
culturalmente apropiada? ¿Estaba enojado por la falta de fe de la multitud? ¿O estaba
enojado con la muerte? El verso y el contexto no lo explican. Sin embargo traducir el verso
como "profundamente conmovido" no parece hacer justicia al idioma. Estar enojado y tener
un corazón turbado parecían catapultar la pregunta hecha en 11: 34 y la eventual
resurrección de Lázaro –ver 11: 38.

11: 35, A diferencia de los lamentos culturales expresados en 11:33a, Jesús simplemente
derramó sus lágrimas –para los aficionados de curiosidades, este es el verso más corto en la
Biblia.

Tal como comienza el pasaje, María y Marta, las hermanas de Lázaro, enviaron a Jesús una
nota urgente sobre su grave enfermedad -11: 3. La nota reveló su fe en Jesús sólo como un
curandero.

Jesús respondió con una declaración de fe. La enfermedad no llevaría a la muerte, sino a la
gloria de Dios y la gloria de su Hijo -11: 4. En este sentido, la muerte significaba el fin
definitivo de la existencia. Jesús infiere que la muerte no pondría fin a la existencia de
Lázaro o la suya misma. No, incluso a través de la enfermedad y la muerte, la gente
alabaría a Dios y su Hijo. La muerte daría lugar a la nueva vida.

Para hacer su punto, Jesús se retrasó unos días más, a pesar de su amor por la familia.
Cuando llegó, Lázaro había estado enterrado durante cuatro días. -11: 5, 17. Muchos
rabinos judíos sostenían que el alma ronda cerca del cuerpo durante tres días; pasados los
tres días, no había ninguna esperanza de revivir al cadáver.

Cuando Marta oyó que Jesús venía, ella dejó su casa –el lugar habitual de aflicción –para
reunirse con él. Tan pronto como ella saludó a Jesús, ella creyó en él sólo como un
curandero. Sí, ella puso su fe en Jesús y en su relación con el Padre. Dios seguía trabajando
a través de Jesús; pero, sólo si las cosas era diferentes...

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Cuando Jesús anunció que Lázaro se levantaría nuevamente, Marta respondió con una
respuesta en la que creían muchos judíos en la época de Jesús; de hecho, Lázaro
resucitaría el día del juicio -11: 21-24. Ella no podía ver más allá de sus hipótesis.

Jesús, entonces, se reveló a Marta: "Yo Soy la Resurrección y la Vida". Al igual que se
identificó con la mujer samaritana en Juan 4:26, Jesús usó la frase "Yo Soy" para denotar
su propia divinidad y su relación con el Padre. Él es Dios y es el instrumento de Dios.

Jesús dirigió su identidad hacia el tema en cuestión. "Yo Soy la resurrección y la vida".
Quienes confían en Jesús nunca verán la muerte espiritual, a pesar de la muerte física,
siempre tendrán vida en Cristo. Tal vez, debemos invertir la frase: En Cristo, tenemos vida
eterna ahora que nos llevará a la resurrección. En 11:23 Jesús infiere que Lázaro tenía la
vida eterna, porque él sería resucitado. ¿Confió Marta en Jesús, de manera que ella
también podía tener vida? 11: 25-26.

Sí, Marta creyó. Ella vio que Jesús era más que un mero curandero. En Jesús, ella tuvo la
experiencia de Dios. Ella profesaba que Jesús era el Mesías, el prometido de la escritura.
11: 27

Pero, María y los demás no entendieron. Su tristeza conmovió a Jesús; pero su fe inmadura
lo irritó –ver en 11:32 la reacción de María; en 11:37 la reacción del público. Hasta este
punto, Jesús sintió dolor por la pérdida de su amigo y la indignación ante la multitud,
11:33-38

En la tumba, Jesús ordenó que la piedra de la tumba fuera removida. Marta se opuso
obviamente, ¡habría un hedor!. Jesús contra-argumentó con una cuestión de fe. En lugar de
mal olor, Marta vería la gloria de Dios a través de los ojos de la fe, 11: 39-41.

Después que la piedra fue removida, Jesús agradeció al Padre por su relación. El Padre –
siempre –escucha a Jesús. El repitió la frase "me has escuchado" dos veces. En griego, el
verbo "escuchar" proyecta el sentido fuera del tiempo, en el ámbito de lo eterno. A través
del tiempo, el Padre escuchó la solicitud del Hijo. Jesús oraba, no para su propio beneficio,
sino por la fe de su audiencia, 11: 41-42

Jesús dio dos órdenes, 11:43-44:


1. Que Lázaro saliera y,
2. Que la multitud desatara su envoltura de entierro.

En estas dos órdenes, Jesús mostró que su fe en el Padre era cierta. Quienes ponen su
confianza en Jesús pueden compartir esa certeza. Los que están en Cristo tendrán una vida
que lleva a la resurrección.

11:42. Es difícil traducirlo, si se quiere conservar en el texto un sentido aceptable. Se puede


entender: Te doy gracias, no porque tú harás el milagro –porque eso yo lo sabía –sino
porque gracias al milagro esta gente podrá creer.

11:44. Los judíos vendaban a los muertos antes de enterrarlos. La Iglesia primitiva usaba el
término “desatar” para significar el perdón de los pecados. Al igual que Lázaro, los que
recibían el perdón volvían a la vida.

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11:45. Podemos preguntarnos de dónde sacó Juan estas informaciones; tal vez las recibió
de Nicodemo o de José de Arimatea que se nombran en 19,38 y que parece se habían
quedado relacionados con la primera comunidad. En Jn 18,15 se nos dice que el Evangelista
era conocido en la casa del sumo sacerdote.

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