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Comunismo y Socialismo en el Frente Popular Chileno:

Una perspectiva teórico-metodológica para el estudio de la historia sociopolítica *

Sebastián Sánchez González **

Introducción:
El presente artículo, tiene como objetivo general contribuir a repensar la historia
sociopolítica, a través de una perspectiva crítica y propositiva sobre algunos de sus aspectos
teórico-metodológicos. Esta propuesta, se fundamenta en algunos aspectos significativos
que han sido expuestos en la Tesis de Grado Comunismo y Socialismo en el Frente Popular
chileno: Sus diferencias ideológicas y su reflejo en las políticas sindicales 1 , donde se
analizan las trayectorias y divergencias ideológicas entre el Partido Comunista y el Partido
Socialista, entre los años 1933 y 1941, vinculándolas en sus relaciones con las políticas
sindicales de ambos partidos. Esta tesis, se centra en gran medida en el período del Frente
Popular chileno, como una nueva etapa del desarrollo democrático del país, así como un
período distinto en la historia del movimiento sindical, debido a la irrupción del
sindicalismo legal.

Dicha investigación buscó entre otros objetivos, ser un estudio histórico con nuevas
perspectivas conceptuales y con una mirada crítico-analítica distinta a la historia política

*
Artículo basado en la ponencia del mismo título, expuesta en la Primera Jornada de Estudiantes de Historia
UDP; realizada en Santiago el día 23 de abril de 2008.
**
Licenciado en Historia. Bachiller en Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Diego Portales.
Asistente de Investigación y Docente de la Escuela de Ciencia Política y Relaciones Internacionales,
Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
1
SÁNCHEZ GONZÁLEZ, Sebastián. Comunismo y Socialismo en el Frente Popular chileno: Sus diferencias
ideológicas y su reflejo en las políticas sindicales (1933-1941). Tesis para optar al grado de Licenciado en
Historia. Santiago: Universidad Diego Portales, 2007. Esta tesis hace parte de un proyecto de investigación en
vías de edición, comprometido en el Programa Operativo Académico (POA) 2008; Escuela de Ciencia
Política y Relaciones Internacionales, Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

1
Sebastián Sánchez González

tradicional. Para lograr dicho objetivo, no se entendió a la política como una estructura
cerrada, y por lo tanto, se buscó la forma de establecer sus relaciones con el resto de los
componentes de la realidad nacional, así como también, los factores internacionales
vinculados a la temática trabajada. De esta manera, la investigación articuló la historia
política con temas propios de la historia de la ideas, como es el caso de las ideologías; el
sindicalismo –un tema principalmente abordado por la historia social–; y las doctrinas
políticas. Además se incorporó al análisis, el aporte de la ciencia política, y principalmente
la teoría democrática en sus debates más recientes; integrándose en una propuesta
historiográfica, que esclarece ciertos fenómenos complejos de la realidad social y política
chilena, presentándose analíticamente como una perspectiva de estudio sociopolítico.

En base a esta síntesis teórico-metodológica y a un uso ecléctico de fuentes (que van


desde documentos oficiales de los partidos, artículos de prensa, entrevistas, memorias y
fotografías, hasta sus himnos y emblemas partidarios), se pudo establecer que las pugnas
sostenidas, entre comunistas y socialistas desde su interacción en el sistema político
chileno, están marcadas por las diferencias ideológicas de dos partidos que comparten la
misma doctrina marxista. Esto constituye, una forma de explicar la disputa de ambos
partidos por la conducción del movimiento sindical, identificando que la principal
divergencia ideológica entre PC y PS, se encuentra en su posición respecto del
internacionalismo, donde los comunistas se orientan a través de lo que se definió como
Internacionalismo Komintern; mientras los socialistas postulan un Internacionalismo
nacional-americanista. Estas visiones de mundo, próximas pero controvertidas, ayudan a
comprender porqué en un primer momento el PC opta por una posición sindical libre
(ilegal), mientras que los socialistas se pliegan a los nuevos lineamientos del sindicalismo
legal, normados por la puesta en vigencia del Código del Trabajo de 1931. Como también
explican las tensiones existentes entre estos partidos, dentro de la CTCH y coalición del
Frente Popular, que llevará a ésta última a su desintegración el año 1941.

El artículo quiere plantear y explicar estos cruces disciplinarios y metodológicos


expuestos, presentando las perspectivas de análisis incorporadas dentro de la tesis, como
una forma de repensar una dimensión teórico-metodológica, para contribuir a una nueva

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Sebastián Sánchez González

idea de historia sociopolítica. Estos planteamientos se desarrollan a través de la explicación


del devenir y la trayectoria de la historiografía en el siglo XX y especialmente la evolución
historiográfica de la historia política, para llegar a la propuesta de una historia más
omnicomprensiva de los procesos complejos y multicausales de los fenómenos sociales
humanos.
Los nuevos planteamientos de la historiografía política:
Comenzaremos sosteniendo la necesidad, ya reconocida y aceptada, de replantear la
historia política tradicional, abandonando algunos de los viejos paradigmas sobre esta
disciplina (o subdisciplina) de la historia, que durante largo tiempo siguió vinculada a los
legados de la historiografía positivista 2 . Bajo esta visión, su objeto esencial, era el estudio
de la política en una visión restringida, principalmente vinculada al Estado y las
instituciones, centrada en los hechos y con una mirada desde arriba, con gran énfasis en las
hazañas de los grandes hombres como los estadistas o los generales; relacionándose en esa
perspectiva, al estudio de la historia oficial o institucional 3 . No obstante, el estudio de la
política implica también el estudio de lo político. Es decir, la necesidad de asumir el
significado de concepciones de sociedad, persona, cultura, entre otras, para dar cuenta de la
política como praxis, en cuanto la actividad que traspasa este quehacer en la cotidianidad de
los pueblos. Lo anterior implica el reconocimiento de muchas otras temáticas obviadas por
la historiografía política de corte positivista, así como la más tradicional.

Dentro de los temas de la política como praxis, podemos nombrar a manera de


ejemplo, la dimensión del reconocimiento y rol de los actores políticos y sociopolíticos de
una realidad histórica. Este es el caso de los partidos políticos y −en ciertos contextos o
experiencias históricas− los sindicatos; temáticas centrales de la tesis enunciada. Pero como
se expone en dicha investigación, no bastará reconocer y trabajar estos actores históricos
sólo desde el rol que cumplen en la sociedad, sino también desde las visiones de mundo que

2
No obstante, queremos dejar en claro que este objetivo no se adhiere a postulados como los de Julián
Casanova, quien plantea que: “La vieja historia política se ha convertido en un cadáver al que muy pocos
parecen respetar”. CASANOVA, Julián. La historia social y los historiadores ¿cenicienta o princesa?.
Barcelona: Editorial Crítica, 2003. p. 39. Muy por el contrario, se busca abrir una perspectiva en la relectura
de la vieja historia política y sus aportes, además de una complementación de dicho conocimiento desde
nuevas perspectivas temáticas, metodológicas y teóricas.
3
Cfr. BURKE. Capítulo 1. Obertura: la nueva historia, su pasado y su futuro. En: BURKE, Peter (Editor).
Formas de hacer Historia. Madrid: Alianza Universidad, 1996. p. 14-18.

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los orientan en su rol social y político. Para esto es necesario identificar dos ámbitos del
pensamiento político: las doctrinas y las ideas políticas, donde podemos identificar las
ideologías. Por supuesto, debemos recalcar que dentro del plano del pensamiento, un
estudio de lo político en la historia contemporánea, no puede entenderse sin la compresión
del rol que juega la democracia no sólo como sistema político y de gobierno, sino también
como un sistema de derechos y deberes para los ciudadanos, que definirá conductas y
valores en los distintos contextos nacionales y socioculturales, especialmente en el mundo
occidental.

De esta manera, como puede vislumbrarse en el párrafo anterior, buscar una nueva
forma de abordar lo político, no sólo implica reconocer temáticas y problemáticas, sino
también pensar en perspectivas teórico-metodológicas nuevas para dicho estudio. En este
sentido, es necesario reconocer la importancia de la interacción de las distintas áreas de la
disciplina histórica, como de la teoría política en los estudios histórico-políticos. Y dentro
de ella, la trascendencia de los debates en torno a la teoría democrática y la significación
que estos tienen para el estudio de las diversas problemáticas de la historia contemporánea.

De lo anteriormente expuesto, nace la idea que no puede hacerse historia política,


sin aplicar un marco teórico que involucre categorías de análisis político4 , como la teoría de
partidos, sistemas de partidos, alianzas políticas, distinción entre doctrinas e ideas políticas,
estrategias y tácticas, etc. Como tampoco se puede hacer historia sociopolítica de partidos y
sindicatos, sin considerar las distintas tipologías que existen de éstos como actores
sociopolíticos (sindicatos institucionalizados como grupo de poder, sindicatos bajo esfera
de influencia, etc.) y su inserción en contextos histórico-políticos determinados.

Estas ideas sobre el análisis histórico, podrían no parecer nuevas, aunque sin duda
poco resueltas. Sabemos de antemano que los fenómenos humanos son complejos y
multicausales, razón por la cual la interrelación del conocimiento sobre el ser humano, se
vuelve un requisito ineludible para su estudio. Sin embargo, como dice una hermosa

4
Al igual que no podría hacerse historia de la educación sin conocimientos sobre los paradigmas y teorías
educacionales, o historia económica sin manejar conocimientos sobre economía.

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Sebastián Sánchez González

canción parece que por lo empírico se ha enloquecido la brújula. Desde mediados del siglo
XX, se entendió el estudio de la historia como el estudio de los hombres en sociedad a
través del tiempo, lo que implicaba analizar la historia desde lo social y en interrelación con
las ciencias sociales que venían perfilándose desde comienzos de siglo. ¿Cuál ha sido el
devenir de dichas ideas?, ¿Cuál es su efecto en la historiografía actual? Es un punto
fundamental al cual nos aproximáremos a continuación.

La historia política desde una perspectiva social:


Partiremos de un supuesto clave: para hacer historia política no basta un estudio
exclusivo de lo político. La política no es una estructura cerrada. Al igual que el resto de los
componentes de la realidad humana, posee interacciones ineludibles con otros ámbitos
como lo social, lo económico, lo cultural, entre muchos otros. Los cuales conforman un
todo complejo, cuya esencia en el tiempo, debiera ser el objeto de estudio de los
historiadores.

Bajo esta perspectiva, es que en la tesis ya sucintamente expuesta, se buscó articular


una perspectiva que involucrara en el estudio aspectos referidos a distintos ámbitos de la
realidad social, no sólo en Chile, sino también en la perspectiva internacional. En esta
óptica se entiende el análisis de los cambios sufridos por la estructura económica en la
década del ´30, específicamente luego de la crisis de 1929. Por supuesto, el ámbito
económico fue analizado principalmente en una perspectiva económico-política, dado que
la crisis del ´29 no sólo repercute en la economía y el comercio, sino que trae consigo un
gran número de implicaciones sociopolíticas. Es el caso de sus características de
discontinuidad con el pensamiento económico anterior, dando fin a una época histórica,
marcada por el capitalismo y liberalismo clásicos y sus ideas de laissez faire y laissez
passer; dando paso a las ideas económicas del capitalismo keynesiano y las propuestas de
un nuevo rol del Estado Benefactor. De este modo, observamos como una crisis económica,
en este caso de carácter estructural, tiene una influencia clave en ciertos conflictos y
propuestas a nivel sociopolítico. Sin duda, lo expuesto implica el reconocimiento de la
necesidad de un enfoque historiográfico desde lo social, que analizaremos con más
profundidad a continuación.

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Sebastián Sánchez González

Como primera idea, debemos entender que estos sucesos del contexto internacional,
tienen profundas repercusiones en el Chile de ese entonces, no sólo en una renovación del
capitalismo, sino también una expansión y consolidación de la democracia. Sin duda, para
poder establecer esas relaciones de los sucesos del contexto internacional en la realidad
chilena, se necesitó articular analíticamente distintos ámbitos; tarea que sólo podía lograrse
a través del conocimiento de la historia económica, de las ideas económicas y políticas, etc.
Por supuesto, todo dentro de un gran marco social, donde todos estos aspectos se
interrelacionan.

De acuerdo a lo anterior, debemos comprender que principalmente, hacia los años


´50, la historiografía se enfoca hacia lo social, basada en la influencia de dos paradigmas
dominantes: los aportes de la Escuela de los Annales y el marxismo. En esta perspectiva, la
historia fue definida como el estudio elaborado de las diversas actividades y creaciones
sociales de los hombres en el tiempo. Para los seguidores del movimiento historiográfico de
los Annales, la historia pasa a convertirse en “historia social”, forjando posteriormente el
concepto y el anhelo de la llamada “historia total”. Esta historia total, debía valerse de
todos los descubrimientos del género humano, realizados por economistas, sociólogos,
psicólogos y demás cientistas sociales, para la comprensión de su objeto de estudio “los
hombres en el tiempo” 5 . Mientras hacia los años ´50 y ´60, algunos jóvenes historiadores
marxistas promovían el estudio de lo social desde abajo, también desde una perspectiva
socio-científica 6 .

Sin duda, el asumir al ser humano en sociedad como objeto de la historia, implica
asumir un concepto amplio de lo social. En este sentido, al entender a los hombres como
seres gregarios, se da por entendido que sus relaciones se dan dentro de un marco social, en
el cual surgen diversos sistemas de actitudes, relaciones de poder y formas de intercambio;
que se traducen a su vez en diferentes estructuras culturales, políticas y económicas, entre

5
Utilizando la expresión de Marc Bloch en: BLOCH, Marc. Introducción a la Historia. 2ª Edición. México:
FCE, 1994.
6
Cfr. MOREYRA, Beatriz. La historia social más allá del giro cultural: algunas reflexiones. Cuadernos de
Ideas. N° 10. Santiago: Ediciones UCSH, 2007. p. 9-10.

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Sebastián Sánchez González

otras. La historiografía se moverá entonces dentro de un marco social a nivel macro –


entendido como una estructura social englobante–, dentro de la cual se desarrolla a su vez
una estructura social específica, referida más bien a las diversas formas de estratificación
en las que se generan las relaciones humanas, lo que se traduce en el surgimiento de sujetos
y actores sociales. De este tipo de reflexiones, es donde emergen muchas de las ideas que
refuerzan el concepto de lo político como lo connatural al ser humano en su dimensión
social; lo que implica distinguir entonces la política como la praxis de esas relaciones
connaturales de lo político, traduciéndose en distintas formas de organización política, que
buscan alcanzar el poder dentro de una comunidad.

De estas relaciones humanas, surgen también ciertas organizaciones sociales y por


supuesto actores sociales −como es el caso de los sindicatos− que han abordados
principalmente por la historiografía social. No obstante, si entendemos también lo social,
como un marco de las relaciones humanas dentro del que coexisten otras estructuras,
entenderemos por ejemplo, que esos actores sociales no pueden ser entendidos, sin asumir
su condición de interrelación con lo económico, lo político, lo cultural u otras realidades.

Sin duda, esta visión de la historiografía desde lo social, implica que lo político –
entendido como parte de esa realidad− deberá ser entendido en una visión amplia e
interrelacionada. Sin embargo, ¿Por qué es necesario volver a plantear esta idea como un
supuesto del trabajo histórico, si desde mediados del siglo XX dicha idea ya se entendía
como propuesta?. Al parecer la idea de la construcción historiográfica, no corrió por los
carriles adecuados como para dar el salto cualitativo necesario en la disciplina y
especialmente dentro de la política. Esto principalmente por tres aspectos: la idea de la
historia social como “historia total”, la fragmentación de la disciplina debido a los vínculos
con las ciencias sociales y el rechazo de los Annales a la historia política; problemas que
analizaremos a continuación.

La interdisciplinariedad dentro de la historiografía: aportes al estudio sociopolítico


Más allá de la discusión de si la historia es o no es una ciencia social, lo que es
absolutamente ineludible, es que ella en cualquiera de sus opciones teóricas,

7
Sebastián Sánchez González

necesariamente da cuenta de lo social. En este sentido, el cambio a la visión social de la


historia, implicó también la búsqueda de una complementariedad con otras ciencias que se
abocaran al estudio de lo social. En esta perspectiva, uno de los grandes aportes de la
Escuela de los Annales y el marxismo, fue mostrar lo fructífera y necesaria que era la
interacción entre la historiografía y las ciencias sociales. De aquí, que las ideas de lo
interdisciplinario, lo multidisciplinario y lo transdisciplinario comenzaron a formar parte
del lenguaje y la práctica de los historiadores, como lo hicieron también en el resto de las
ciencias sociales.

Metodologías y conceptos de las ciencias sociales, fueron incorporados a los


estudios históricos. No obstante, el rechazo de la Escuela de los Annales a la historia
política, no sólo hizo que ésta quedara, en cierto sentido, relegada como una mera
expresión del positivismo; sino que además, hizo que aquellos que siguieron cultivando la
historiografía política quedarán aislados, casi hasta finales del siglo XX, de los aportes que
las ciencias sociales –y en especial de la ciencia política– entregaban al estudio de la teoría
y práctica los fenómenos políticos en sus diversas manifestaciones.

En este aspecto específico, volvemos a reiterar, que un estudio de lo político en la


época contemporánea, implica necesariamente un conocimiento del desarrollo de la idea
democrática y los sistemas políticos en las distintas sociedades. Así como en el caso de un
estudio como el presentado en Comunismo y Socialismo en el Frente Popular, de otras
categorías más específicas como las estructuras de mediación política (como los partidos
políticos u otros grupos de interés), de donde se deriva la teoría de partidos y los sistemas
de partidos. Pero también otros conceptos analíticos como los actores políticos, doctrinas e
ideologías políticas, e instituciones (como el Estado). Temas que principalmente han sido
desarrollados y sistematizados en los últimos años por la ciencia política; disciplina cuyo
objetivo general es tomar en cuenta el comportamiento político efectivo y observable de las
personas y las sociedades, así como de sus estructuras y procesos.

Sin embargo, para la historiografía en general, estos cruces interdisciplinarios con


las ciencias sociales hacia mediados del siglo XX, comenzaron a generar una fuerte

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Sebastián Sánchez González

fragmentación de la disciplina, por el surgimiento de subdisciplinas temáticas, que iban más


allá de las clásicas diferenciaciones en la temporalidad de los estudios históricos.
Distinciones que si bien es cierto, aumentaron la especificidad del conocimiento,
fomentando métodos más rigurosos y niveles más profesionales, generaron una
atomización del conocimiento histórico.

Esta situación, era ajena a los postulados de los fundadores de los Annales. De
hecho, Febvre y Bloch se opusieron con tenacidad a la tendencia a fragmentar el cuerpo de
la historia en “especialidades” independientes y paralelas, optando por la necesidad de una
síntesis global (la historia total, que denominaban social) 7 . Para los seguidores de los
Annales, toda historia era historia social. Tenían razón en un sentido, el objeto de la historia
era a grosso modo, el estudio de las relaciones de los hombres dentro de un marco social;
dentro del cual –como hemos mencionado− existen distintas expresiones.

Pero un estudio de esas realidades sociales totales, era sin duda, utópico como
construcción de un solo historiador o un grupo de historiadores. Sin embargo, este fue el
paradigma imperante, especialmente en la segunda mitad del siglo XX. Esta visión se
expresa en los postulados de muchos historiadores, y también explica porqué en 1970, el
historiador británico y cercano al marxismo, Eric Hobsbawm, hace su proclama sobre los
alcances interpretativos de la historia social, entendida como el estudio de las totalidades
sociales 8 . Más recientemente hay que hacer referencia a las afirmaciones de Peter Burke, en
el sentido que si bien su opción a estado dentro de las concepciones de una historia cultural,
su aspiración a una “historia total” sigue siendo, un anhelo intimo 9 . Lo entendemos, en la
perspectiva que la fragmentación de la historia, no debiera tener como resultado, el rechazo
a entender los grandes procesos, donde esa historia particular encuentra su mejor sentido.

En la línea de las anteriores reflexiones, debemos referirnos a los efectos que


tuvieron las ideas acerca de la “historia total”, así como las de interdisciplinariedad y

7
Cfr. CARDOSO, Ciro. La historia como ciencia. Centroamérica: EDUCA, 1975. p. 15.
8
MOREYRA, Beatriz. Op.cit. p. 7.
9
Véase la entrevista a Peter Burke, realizada por Pablo Marín en La Tercera, sábado 22 de septiembre de
2007.

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Sebastián Sánchez González

especificidad en los historiadores. Como primer punto, el impulso hacia una historia
estructural o serial, llevó a los historiadores a ignorar la singularidad de la experiencia
individual, así como las maneras en que se crea la vida social a través de expresiones como
la política y la cultura 10 . Por otra parte, la interdisciplinariedad y la especialización,
llevaron a manera de ejemplo, a que los historiadores económicos comenzaran a hablar en
gran medida, el lenguaje de los economistas; así como los historiadores sociales gran parte
del dialecto de los sociólogos y los antropólogos sociales. Pero, como identificó Burke,
cada vez los historiadores se entendían menos entre ellos mismos 11 ; generándose barreras
entre las distintas subdisciplinas de la historia, alejándose en cierto en sentido de la
“historia total”. La historia se encontró así, vacilante entre su tendencia a la totalidad y la
tendencia contraria hacia la fragmentación, especializándose prácticamente en varias
subdisciplinas autónomas, y por lo tanto, con escaso diálogo entre ellas.

Sin embargo, la complejidad del objeto de estudio de la historia, hace necesario


entrar en una nueva etapa, más allá de la especialización y los necesarios aportes
interdisciplinarios, que siguen siendo indispensables; también va más allá de la búsqueda
de una utópica “historia total”. En esta perspectiva, es necesario entrar a una nueva etapa de
síntesis dentro de la historiografía como ciencia social (o como disciplina según otros), más
allá de los prejuicios o reservas de algunas tendencias. Logrando una interdisciplinariedad
dentro de nuestra propia disciplina.

Esta nueva interdisciplinariedad quiso verse reflejada en la tesis expuesta, la que


aunque encontrándose muy vinculada a la historia política (inseparable de lo social), suma
muchos otros aspectos pertenecientes a otros ámbitos de la historiografía, como la historia
social propiamente tal y la historia de la ideas. Por supuesto también estableciendo nexos
interdisciplinarios con la ciencia social que se le encuentra más cercana: la ciencia política.

En esta perspectiva, se entiende que para analizar al Partido Comunista y al Partido


Socialista, como troncos fundamentales de la izquierda marxista, y sus relaciones con el

10
Cfr. Ibid. p. 11.
11
Cfr. BURKE, Peter. Op.cit. p. 35.

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Sebastián Sánchez González

sindicalismo, en una perspectiva teórica de interrelación partidos-sindicatos, no bastaba


entender los elementos de la teoría política o doctrina de los partidos, sino sus visiones de
mundo expresadas en sus ideologías y como éstas se enfrentaban con la realidad sindical 12 .
Esta visión se encontraba lejos de una historia política vista dentro de las bases
institucionales y las estructuras de gobierno, a la vez que se alejaba de las historias de
partidos y movimientos políticos en su sentido tradicional. Además de esto, el abordaje de
la ideología de los partidos y sus relaciones sociopolíticas, desde la mirada de la
construcción democrática, nos permitió evaluar su significación en cuanto a la expresión de
valores, conceptos y conductas de una definición ciudadana, que busca construir un nuevo
modelo de sociedad, perfilada desde su ideología.

Con respecto a lo anterior, debemos entender, que incluso el estudio de la


“totalidad” histórica que buscaban los Annales, partía del supuesto que en toda sociedad
humana los hombres desarrollan actividades de diversa naturaleza (económicas, sociales,
culturales, políticas, etc.), las que si bien constituyen niveles diferenciados, se integran
dentro de una misma realidad. Y en este sentido, como lo plantea el historiador Pelai Pagés:
“Conocer las sociedades humanas significa conocer los mecanismos de influencia que
existen entre estas manifestaciones sociales en su globalidad. Significa también conocer los
mecanismos de influencia que existen entre estas manifestaciones: la interacción
permanente entre las realidades económicas, políticas o culturales. Significa, por último,
conocer la dinámica de la evolución de las sociedades” 13 . Esto implica necesariamente una
mirada mucho más omnicomprensiva de sus fenómenos históricos, por supuesto en nuestro
caso, siempre dentro del enfoque social de la historia política.

Hacia una visión omnicomprensiva de la historia:

12
La aplicación de esta perspectiva nos permitió, por ejemplo, comprender el viraje del PC desde el
sindicalismo libre al sindicalismo legal, luego del VII Congreso de la Internacional Comunista. Sin duda su
visión de mundo en la línea Internacionalismo Komintern, implicaba adherirse a los virajes estratégicos y
tácticos de la Internacional, que incluía la alianza con organizaciones e instituciones “burguesas” como el
sindicalismo legal, que antes del año 1935-36, era considerado contrario al sindicalismo revolucionario como
el de la FOCH. Por su parte, el PS con mucha más libertad de acción con respecto a la aplicación de sus
tácticas, no tuvo reparos en asegurarse un lugar importante en los nuevos sindicatos legales, mucho antes que
el PC aceptara dicha táctica.
13
PAGÉS, Pelai. Introducción a la Historia: Epistemología, teoría y problemas de método en los estudios
históricos. Barcelona: Barcanova, 1983. p. 19.

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Si asumimos que los fenómenos humanos son complejos y multicausales,


desprenderemos que, sin romper con la especificidad, debemos dejar de pensar y estudiar
los hechos históricos como si fueran realidades autónomas y desconectadas. Posiblemente
se podría pensar que esta visión es un retroceso a la utopía de la “historia total”. Pero en
definitiva, debemos comprender que la historia total la construimos todos, y no sólo los
historiadores, cuando nos acercamos al estudio del pasado; aportando –y aquí
parafraseamos a Toynbee– un pequeño grano de arena al conocimiento histórico. Más aún,
en una mirada más específica, no debemos dejar limitado el estudio y la comprensión de un
fenómeno histórico, por restricciones superfluas entre subdisciplinas históricas.

Como plantea la historiadora Beatriz Moreira, es necesario evitar todas las formas
de reduccionismo, insuficientes en el campo socio-histórico 14 . Lo que implica en cierto
sentido, un rechazo a lo que Lynn Hunt llama una “practica historiográfica hegemónica” 15 .
¿De qué servirán historias hegemónicas cuando debemos analizar los fenómenos históricos
desde la interdisciplinariedad? Sin duda, no de mucho. Lo importante es lograr distinguir
las necesidades metodológicas de interdisciplinariedad con las ciencias sociales y dentro de
la propia historiografía, como herramientas necesarias para abordar la complejidad y
multicausalidad de los fenómenos humanos.

Estas opciones no sólo estarán referidas a análisis diacrónicos de la historia, sino


también a las perspectivas de los análisis sincrónicos, donde se encuentran la mayoría de
los estudios monográficos referidos a situaciones o momentos específicos de la historia.
Éstos deben ser entendidos, como estudios temáticos acotados y específicos, pero sin duda
omnicomprensivos de los fenómenos suscitados en su especificidad de análisis. Esto no
implica que creamos que sea posible agotar las perspectivas de una investigación en un solo
trabajo. Sin embargo, si se plantea como objetivo lograr entender los fenómenos más
profundamente, con distintas metodologías, articulaciones temáticas y teóricas, estaremos
no sólo más cerca de visiones diacrónicas, sino también de la visión omnicomprensiva de la

14
Cfr. MOREYRA, Beatriz. Op.cit. p. 35.
15
Cfr. HUNT, Lynn. (Editor). The New Cultural History. Berkeley: University of California Press, 1989.

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Sebastián Sánchez González

historia. De esta forma, sincronía y diacronía se plantean como desafíos ineludibles para el
trabajo del historiador.

Conclusiones:
En síntesis, a través de ciertos aspectos de la tesis de grado trabajada, hemos
expuesto algunas perspectivas teórico-metodológicas para desarrollar una mirada de la
historia sociopolítica. Dentro de éstas, hemos identificado en primer lugar un
replanteamiento de la historia política tradicional, ahora enfocada desde lo político y desde
la política. De acuerdo a esta visión, entendemos como segundo aspecto, el asumir la
historia política desde una perspectiva social, lo que nos deriva –como tercer punto− a una
necesidad de complementación de los estudios histórico-políticos con las ciencias sociales
(especialmente la ciencia política) y con las subdisciplinas historiográficas; lo que en suma,
nos lleva a plantear una visión mucho más omnicomprensiva de la historia, desde los
estudios sociopolíticos.

Luego de la exposición de estas perspectivas teórico-metodológicas para la historia


sociopolítica, debemos entender que sin duda, el estudio del Partido Socialista y el Partido
Comunista en el Frente Popular, está lejos de ser una historia general y completa acerca de
la relación de estos dos partidos políticos marxistas en Chile. Pero con una visión
integradora de diversas temáticas, se acercó a comprender ciertos fenómenos complejos de
su interacción en la realidad nacional. A lo que se sumó también, la articulación analítica de
la Historia de Chile, desde la perspectiva del contexto internacional. Esto más allá de los
“panoramas” internacionales, o los “marcos históricos”; sino más bien, entendiendo la
importancia del contexto internacional como variable analítica ineludible de los procesos
nacionales. En el caso de la investigación llevada a cabo, destaca el rol de los cambios
internacionales de los años treinta, en el nuevo paradigma económico (conocido como
keynesianismo); el nuevo rol del Estado (el Estado Benefactor); el surgimiento y rol del
fascismo y el nazismo, como amenazas a la democracia; y la táctica de Frente Popular,
emanada del VII Congreso de la Komintern. Esto lo vincula a sus efectos en las relaciones
entre comunistas y socialistas, sus propuestas políticas y la formación de la coalición
pluripartidista del Frente Popular chileno.

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Sebastián Sánchez González

Por supuesto, esta propuesta está lejos de encontrarse completa, mucho falta por
descubrir en cuanto a las posibilidades de integración metodológica y teórica para abordar
estos fenómenos. Un ejemplo claro de esto, sería abordar el ámbito de la cultura política de
los partidos, los sindicatos y sus dirigentes, lo que implicaría ahondar mucho más la
investigación desde el área de la historia cultural. Otro punto que debe esclarecerse y
profundizarse, es la visión de la idea democrática de los partidos marxistas, así como la
identificación más precisa de su rol dentro de la construcción democrática del país; lo que
nos plantea la necesidad de articular la teoría democrática en una perspectiva histórica.

Sin duda, otro de los problemas ineludibles que nos plantea esta visión, son los que
presentan los distintos debates teóricos y metodológicos dentro de la historiografía, pero
principalmente los suscitados dentro de las demás ciencias sociales. Por ejemplo, aún falta
mucho por ver y discutir sobre las nuevas perspectivas del análisis político dentro de la
ciencia política, más allá de los “clásicos” que fueron utilizados en la investigación. Sin
embargo, estos problemas y consideraciones, no se plantean como escollos insalvables, sino
más bien como desafíos orientadores.

De esta manera, y de acuerdo a lo expuesto, es el momento de establecer sinergias,


no sólo con las demás ciencias sociales, sino también con las subdisciplinas
historiográficas. Logrando de esta manera, cada vez en mayor medida, un conocimiento
más completo y acabado de los fenómenos sociales, de los hombres en el tiempo. Por esta
razón, el trabajo investigativo entre socialistas y comunistas, que se encontraba fuertemente
relacionado a la historia política, fue pensado en vistas de la interacción de esa estructura
política, en conjunto con el resto de los componentes de la realidad nacional e
internacional, formulándose más allá de un estudio político, en un estudio sociopolítico, de
una realidad en la cual el concepto, se vuelve inseparable.

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Sebastián Sánchez González

Bibliografía:
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