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La Virgen María esperó a Jesús con inefable amor de madre. Los profetas anunciaron el
nacimiento del Mesías. Juan Bautista lo proclamó ya próximo y supo reconocerlo en medio de los
hombres.
Jesús hoy:
sigue viniendo,
sigue salvando,
sigue amando… ¿y yo? ¿y nosotros?
3 de diciembre. Primer domingo de Adviento.
- Escribe una lista con el nombre de todas las personas a las que quieres mucho
y también con el nombre de aquellas a las que deberías querer más…
- Guarda esta lista durante todo el Adviento en un lugar seguro y en secreto,
como si de un tesoro se tratase.
- Escribe varias acciones que puedes realizar y que estás dispuesto a cumplir
para demostrar cuánto quieres a todas las personas que aparecen en tu lista.
Jesús, el salvador, está cerca. Viene a liberarnos del pecado. La verdadera conversión supone
pedir perdón y crecer en el amor.
Cuando rezamos nos encontramos con Jesús. Hablar con Él nos llena de paz, de gozo y de
alegría:
¿Qué nos pasa cuando tenemos un amigo al que queremos mucho? Pues que “le
pensamos” mil veces, y pensamos decirle esto o lo otro…contarle lo que nos ha
pasado, o lo que queremos hacer; o pedirle cosas porque confiamos en que nos
las dará; o invitarle tal día o a tal sitio…Es decir, descubrirle todos nuestros
sentimientos, porque los amigos de verdad no tienen secretos y gozan
“contándoselo todo”. Igual con Dios que es nuestro Padre y Amigo, el mejor y
más fiel, que nunca nos engaña y que lo puede todo.
Esta historia ocurre en Corilandia, la ciudad donde se regalan corazones. Gente llegada de los más diversos lugares vive
en esta ciudad. Trabajan mucho y también se divierten. Los que se sienten débiles y solos reciben visitas con frecuencia.
Las casas de Corilandia son acogedoras y alegres. Todos tienen lo necesario para vivir.
¡Ah! ¡Y lo más importante! ¡Cada Corilandés tiene un corazón muy grande que recibe el mismo día de su llegada a la
ciudad!
Por las calles de Corilandia uno puede oír los latidos de su corazón y los de los corazones de los demás. Su sonido es
como el de una armoniosa y dulce melodía.
Aunque los habitantes de Corilandia no terminan de entender el porqué de este hermoso regalo…
Un día unos cuantos decidieron que lo guardarían en una caja fuerte y bajo llave. Pensaron que si su corazón estaba a
buen recaudo siempre lo conservarían sano y vigoroso. Se dijeron: -Así podremos ser los mejores habitantes que jamás
Corilandia haya tenido por conservar nuestro corazón nuevo como el primer día.
Algo especial comenzó a suceder en Corilandia…
Los que habían guardado su corazón se fueron olvidando poco a poco de los demás y su vida se fue haciendo triste y
monótona. El cansancio y el desánimo se apoderó de ellos. Llegó un día en el que ya no recordaban que era el cariño, el
amor, compartir, sonreír y la amistad.
En cambio, los que conservaban su corazón junto a sí estaban sorprendidos y un poco asustados al ver como se iba
gastando y gastando a medida que ellos ofrecían amor, cariño y amistad.
El alfarero, creador de los corazones, al enterarse de lo que pasaba en Corilandia decidió visitar una vez más la ciudad y
llenarla de carteles que decían:
NO TE DÉ MIEDO GASTAR TU CORAZÓN EN AMAR.
EN BELÉN DE JUDÁ, EN UN PORTAL
ME PODRÁS ENCONTRAR,
NO ME VOY A CANSAR,
Y OTRO CORAZÓN, CADA VEZ,
TE PODRÉ REGALAR.
Firmado:
Jesús.
Todos cayeron en la cuenta del significado de aquel corazón que habían recibido. Los que lo estaban guardando se
deshicieron de las cajas fuertes para llevarlo consigo y abrirlo a los demás. Todos perdieron el miedo y se llenaron de
felicidad. Así fue como en Corilandia hubo siempre Navidad y corazones para amar.
En Adviento ESCUCHAMOS LA PALABRA DE DIOS
Cf. Lucas: 21, 25-28.34-36
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la
tierra… Los hombres verán al Señor Jesús venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando
empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se
os embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación por el dinero, y se os eche encima de
repente aquel día… Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza… y manteneos en pie ante el Señor.
Lucas: 1, 39-45