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PERSPECTIVAS DEL DESARROLLO COMUNITARIO Y LA CALIDAD DE VIDA EN

CARTAGENA:
ESTUDIO DE CASO EN LOS BARRIOS, LA CENTRAL, EL MILAGRO Y SAN JOSÉ DE
LOS CAMPANOS - ZONA SUR OCCIDENTAL

UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA


GRUPO DE INVESTIGACIÓN EN DESARROLLO SOCIAL – GIDES
CENTRO DE INVESTIGACIONES
CARTAGENA – 2003

CONTENIDO

CAPÍTULO IV. VIEJAS FORMAS DE EXCLUSIÓN, NUEVAS REALIDADES DE LA


EQUIDAD EN SALUD Y EDUCACIÓN ............................................................................................ 1
SALUD, UN APROXIMACIÓN CONCEPTUAL .......................................................................................... 1
EN BUSCA DE UN ACERCAMIENTO A LA SITUACIÓN DE SALUD DE LA ZONA SUROCCIDENTAL ........ 6

CAPÍTULO IV. VIEJAS FORMAS DE EXCLUSIÓN, NUEVAS


REALIDADES DE LA EQUIDAD EN SALUD Y EDUCACIÓN

La investigación, como eje de los procesos de desarrollo en todos los niveles de la actividad
humana, se convierte en punto de referencia para examinar y reorientar las prácticas
sociales de la universidad colombiana (QUINTERO, 2002:45). Actualmente es impensable
una Universidad de espaldas a su realidad social, descontextualizada o simplemente en
calidad de espectadora pasiva, como lo es también una Universidad cuyos programas se
autodeterminan sin tener en cuenta los deseos, aspiraciones y requerimientos sociales que a
ella atañen.

En tal sentido la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad deben dirigir sus


acciones hacia la implementación de programas que involucren los deseos y las
potencialidades de las comunidades a las cuales se pretende impactar. “De ahí la
importancia de fortalecer las comunidades con herramientas no sólo materiales o
económicas, sino con saberes, conceptos y habilidades que les permitan realizar una
adecuada gestión local y planificar las contingencias para su desarrollo” (PALACIO, 2000).

Lo anterior implica trascender la concepción asistencialista clásica, cuyos resultados no


superan la fase de intervención, y encaminarse hacia programas que busquen fortalecer y
complementar las bases comunitarias para hacer posible el desarrollo sostenible desde la
autogestión. Con esto, no sólo se busca que la comunidad resuelva sus conflictos sino que
adquiera la sensibilidad para detectarlos y la capacidad de generar acciones para
resolverlos.

Salud, Un Aproximación Conceptual

La definición de “salud” superando la cotidianidad de “sentirse bien” fue definida ya desde el


año 1948 por la Organización Mundial de la Salud como “el estado de completo bienestar
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físico, mental y social, no simplemente la ausencia de afecciones o enfermedades”,


concepción que se retoma en la Declaración de Alma –Ata en la Conferencia Internacional
sobre atención primaria en salud (URSS, 1978). Este viraje permitió una mirada mucho más
holística y, por ende, mucho más exigente del fenómeno de salud-enfermedad y,
consecuentemente, una nueva visión de las políticas en tal sentido.

Tras esa propuesta subyacen dos principios, por lo menos:

La concepción de multicausalidad de los problemas que afectan la salud y,


La convicción de que el patrón genético, las condiciones del ambiente y el estilo de vida de
las personas constituyen factores de protección o riesgo para trastornos y lesiones
orgánicas, psíquicas y sociales específicas (GÓMEZ, s.f.:8).

La adhesión a esta definición lleva implícito un modelo de política sanitaria que privilegia el
bienestar, la prevención y el fomento de la salud, en vez de la concepción tradicional que, en
muchos casos se mantiene, de la mirada asistencialista y/o terapéutica.

Para llevar a cabo estos objetivos, en las últimas décadas se han establecido parlamentos
regionales, con los cuales la Organización Panamericana de la Salud (OPS,
http://www..paho.org/spanish/hdp.htm) ha establecido acuerdos de cooperación, mediante los
cuales se espera movilizar el apoyo político, la capacidad legislativa y las aptitudes de
negociación de los mismos, a fin de promover las prioridades de salud regionales y
subregionales, a la vez que son espacios de discusión, debate y consenso.

En la actualidad los vínculos de trabajo que se han establecido por medio de convenios de
cooperación técnica, cuentan con la participación de los parlamentos, los ministerios de
salud y la OPS y se espera que faciliten la formación de consenso político en materia de
salud y la formulación o actualización de legislación relacionada con la misma.

Los foros de discusión acerca del tema salud, han complejizado sus objetivos de impacto,
tornándolos más ambiciosos, de manera que no sólo asumen el concepto de salud en
sentido amplio, tal como mencionábamos anteriormente, sino que consideran como
igualmente importante la equidad en la misma. Tal compromiso se muestra con total claridad
cuando, en la página inicial de Salud y Desarrollo Humano de la OPS, reza textualmente que
“La división de Salud y Desarrollo Humano (HDP) promueve coordina y ejecuta actividades
de cooperación técnica dirigidas a aumentar la equidad en salud y mejorar la contribución del
sector de la salud al desarrollo (OPS,2000).

En tal sentido, resulta relevante en este punto incluir algunas apreciaciones realizadas por
SONIS (2002). El afirma que “resulta imposible un planteo actual, moderno de la atención de
la salud sin que aparezca como tema prioritario la equidad” (OPS,2000), entendida como el
cumplimiento de, por lo menos, los imperativos de: igual acceso a la atención y utilización
de recursos para igual necesidad e igual calidad de atención para todos.

En ese orden de ideas, valorar el impacto de las políticas de salud quedaría indisolublemente
ligado a valorar el impacto de las mismas sobre la equidad, tal como se puede constatar al

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revisar el interés que en tal sentido tienen actualmente los discursos sanitarios que subyacen
en la mayor parte de las políticas de gobierno.

Una revisión histórica de las políticas de salud permite cierta contextualización de la situación
actual, toda vez que expone las diferentes políticas y sus alcances a la vez que explica el
desarrollo que ha tenido el sistema de salud colombiano, a saber.

Al terminar el siglo XIX la Salud Pública se fundamentaba en el concepto de higiene, lo cual


dio origen a una higiene pública considerada como responsabilidad del Estado, el cual se
encargaba de prevenir enfermedades causadas por sustancias pútridas del aire provenientes
de aguas estancadas; y una privada, responsabilidad del individuo, esto es, derivada de los
hábitos personales y las formas de vida (QUEVEDO, 1995:16). Durante ese siglo, no existió
en Colombia una estructura capaz de asumir realmente esa propuesta, debido no sólo a
dificultades técnicas sino estatales y a la dinámica sociocultural del país en general.

Este panorama, sin embargo, cambia sustancialmente a principios del siglo XX con el
advenimiento de una serie de acontecimientos entre los cuales se destacan la creación de
fundaciones filantrópicas, específicamente la Fundación Rockefeller, y el desarrollo de una
nueva manera de entender la salud pública, lo que arrojó como resultado una mirada
diferente en este sentido.

La certeza de que “cumplir las condiciones sanitarias internacionales y demostrar que se


estaban cumpliendo, se consideraba esencial para las relaciones comerciales
cordiales”(ABEL, 1992:49), dio a la sociedad de la época la oportunidad de reconsiderar la
salud como protagonista de las relaciones comerciales e internacionales y sumar a ello su
papel facilitador de la inversión extranjera y del mejoramiento económico para la región.

La expansión internacional que acompañó el asentamiento de concesiones petroleras y


frutales, en consecuencia, hizo necesario implementar estrategias que permitieran asegurar
la salud de los nuevos enclaves, con lo cual aparece más formalmente un nuevo tipo de
intervención estatal encargada de coordinar programas sanitarios, al tiempo que se
comienzan a apoyar económicamente trabajos de investigación e intervención.

En tal sentido, las actividades más relevantes incluyeron campañas de erradicación de


uncinariasis, fiebre amarilla y malaria. Es, específicamente en esta época, cuando se asume
que una vez conocido el agente etiológico de la enfermedad, la higiene debe encargarse de
definir las medidas para controlarla o erradicarla.

Como puede observarse, la visión higienista de finales del siglo XIX empezada a hacerle
lugar a una mirada que integra la administración de servicios de salud con la investigación.
Este suceso puede ser considerado como uno de los orígenes de la salud pública en
Colombia.

En 1918 se creó la Dirección Nacional de Higiene que autorizaba a profesionales médicos


para tomar medidas profilácticas y formalizó el asentamiento de servicios de higiene en cada
capital de departamento. No obstante, “en la mayoría de los casos y en la mayoría de las
regiones, no pasaba de ser una declaración de intención política” (ABEL, 1992: 55)

En el mismo sentido, gobiernos más contemporáneos han desarrollado estrategias de


intervención en las cuales siempre ha predominado algún estilo particular. En algunos

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casos, el perfil ha privilegiado netamente la promoción de la salud, en otros la prevención de


la enfermedad y en otros la curación o la rehabilitación. Los de mayor complejidad muestran
actividades mixtas, pero en todos ellos siempre es posible vislumbrar a cual de las
estrategias se le está otorgando mayor fortaleza.

En este punto resulta interesante añadir algunas precisiones con respecto al alcance del
impacto de las estrategias de intervención en Salud Pública. En tal sentido, conviene revisar
los planteamientos que el epidemiólogo de la OMS (MARTINEZ, N: 1998) realiza de los tres
procesos determinantes, con sus correspondientes niveles y tipos de intervención
predominantes.

Las acciones de promoción de la salud, actúan principalmente en el ámbito de la sociedades


y grupos y su impacto se produce mediante modificaciones del modo de vida indirectamente,
en estilo de vida individuales.

Las acciones de curación, en cambio, actúan en el ámbito de los individuos, impactando


condiciones de vida y riesgo de morir. En cuanto a las acciones de prevención, según el
problema y la actividad específica que se trate, pueden tener acción en los tres niveles, es
decir, individuo, grupo y sociedad. (MARTÍNEZ, 1998:90).

De lo anterior, se desprende diferentes situaciones problémicas reclamarán diferentes


acciones, y el impacto que éstas generen estará condicionado unívocamente a la planeación
con que se haya hecho y al conocimiento profundo de las condiciones reales del individuo,
grupo o sociedad para el que hayan sido concebidas.

De esta manera es importante rastrear la evolución de la concepción de la Salud visto desde


el nivel institucional estatal. Para el período presidencial de Turbay Ayala (1978-1982) se
trató de resolver fundamentalmente los aspectos de cobertura, a través de la extensión de
los servicios de salud a las zonas rurales y urbanas marginadas, en el nivel de atención
primaria de toda la población.

Los documentos oficiales señalaban el cumplimiento del objetivo propuesto dando impulso a
la participación activa de la comunidad en el diagnóstico de las necesidades y en la
programación, ejecución, control y evaluación de los servicios de salud ( DPN, MINISTERIO
DE SALUD, 1995:230).

El siguiente gobierno (BETANCUR: 1982-1986) dentro del plan denominado “Cambio con
equidad” se destaca la introducción de conceptos como el de la calidad de la atención y
estructuración de servicios fundamentados en el nivel local y que habrían de ser esenciales
para el cambio de contenido de las políticas de descentralización y participación de la
comunidad.

En el período de Barco Vargas, se estructura el Sistema Nacional de Salud; pero los logros
reales de cobertura aún quedaban sin cumplirse, lo que se refleja en el Estudio Sectorial de
Salud realizado en 1989 con financiación del banco Mundial y el Ministerio de Salud, el cual
en ese mismo año crea los comités de participación comunitaria a fin de promover el
accionar de la comunidad en el cuidado de la salud. La idea central de este decreto se
fundamentaba en el reconocimiento de la falta de correspondencia entre las necesidades
sentidas y lo que el Estado estaba ofreciendo, sumado a funcionamiento burocrático,
centralismo en las decisiones y privilegio del enfoque curativo.

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En este momento, al final de los ochenta, el porcentaje de población atendida estaba en


aproximadamente 20 %, el subsector de seguridad social cubría el 53 % del total de
asalariados y sólo el 30 % de la población económicamente activa (CARDONA, 1995:234).

A inicios de los ´90s había consenso en que el Sistema Nacional de Salud no había resuelto
el problema de acceso a los servicios de salud, principalmente a los que pertenecían a
estratos socioeconómicos más deprimidos y era reconocido como “un débil instrumento de
desarrollo social…que…exhibe una progresiva incapacidad para lograr la cobertura
universal…”(AGUDELO, 1992:115).

Lo anteriormente expuesto unido al alto nivel de insatisfacción generado en los usuarios


crearon la necesidad de una reforma a profundidad en el sector salud, en tal sentido, se
retomaron los conceptos de Salud Pública desde una perspectiva poblacional, poniendo
énfasis en criterios de calidad y cobertura como principio básico de equidad en la situación
de salud.

La Constitución de 1991 incluyó los primeros lineamientos a una reforma del sistema de
seguridad social que se concretó en la Ley 60, que rige las competencias y recursos de los
diferentes entes territoriales y concluye con la sanción de la Ley 100 en el año 1993.

En ella se incluyen las normas sobre el sistema general de pensiones, riesgos profesionales,
servicios sociales complementarios y el sistema de seguridad social en salud.

La revisión precedente deja, al menos, una certeza: en el discurso político reciente ha


existido la intencionalidad de mejorar la situación de salud. Y a la vez plantea, para
comenzar, dos grandes interrogantes: ¿Dichas políticas han permitido el mejoramiento “real”
de las condiciones de vida de los grupos beneficiarios? ¿Han sido capaces de llegar, por lo
menos, a los grupos menos favorecidos?. Creemos que no. Una mirada rápida al entorno
inmediato nos deja ver una realidad que en muy poco se parece al discurso de buenas
intenciones que manifiestan regularmente las políticas de salud antes reseñadas.

El acercamiento a algunos de esos grupos permite verificar la exactitud de esa percepción y


obliga a una profundización del conocimiento que permita; por un lado, conocer las
condiciones reales y el impacto (si es que lo hubo) que han producido dichas políticas y, por
el otro, entender de mejor manera la complejidad de la dinámica del entramado social,
político y económico que hace posible o dificulta, el poner en marcha y sostener en el tiempo
procesos de mejoramiento de la calidad de vida que es el fin último y primordial que debe
orientar las acciones de política social.

Retomando las ideas del Profesor Amar, se entiende la calidad de vida como un “concepto
social históricamente determinado que parte de las necesidades e intereses de la
comunidad, teniendo como meta la realización de un proyecto de vida auténtico,
fundamentado en su propia realidad, con base en la participación de todos los actores
sociales (AMAR, 2001:130). En ese orden de ideas, todo proyecto que busque enriquecer la
calidad de vida de un grupo de personas debe estar anclado desde su propia génesis en el
respeto a sus singularidades, situación sólo posible si se parte del conocimiento cierto del
mundo real en que viven, de los problemas que perciben y del compromiso que asumen en
la solución de los mismos.

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En consecuencia, el escenario actual está siendo especialmente propicio para acciones en


pro del mejoramiento de las condiciones de vida. No obstante, tal desarrollo será posible
sólo en la medida en que se conozca la realidad a impactar y las características específicas
de los grupos sociales.
De la capacidad para percibir fortalezas y oportunidades de la comunidad, y saber
aprovecharlas, depende que el impacto genere una respuesta exponencial y autosostenible.

Acciones aisladas y carentes de significación y reconocimiento comunitario, no logran ser


sino destellos episódicos, de mayor o menor brillo, pero que no sobrepasan el ahora y se
disipan en menos tiempo del que llevó encenderlos.

Por ello, el primer objetivo de cualquier acción debe acercarse a ese conocimiento de la
comunidad a quienes va dirigido.

En Busca de un Acercamiento a la Situación de Salud de La Zona Suroccidental

Siguiendo el orden de las ideas que se presentaban anteriormente, es importante


caracterizar la fragilidad relativa que presentan ciertos grupos específicos a las variaciones
del entorno, sea éste familiar, social, cultural o ambiental o, dicho en otras palabras, hay que
reconocer los elementos de vulnerabilidad de esas poblaciones.

Según los planteamientos de la OPS/OMS, (PALACIO, Op.Cit.:28), la vulnerabilidad global


se debe considerar en relación con sus dimensiones que son, a saber, natural, física,
económica, social, política, técnica, ideológica, cultural, ecológica e institucional. Cada una
de ellas se constituye en un sector susceptible que debe ser considerado.

La vulnerabilidad natural, puesta de manifiesto por déficit de nutrición o por condiciones de


vida o trabajo inadecuadas, es tal vez una de las más evidentes y estudiadas, junto con la
falta de recursos o la presencia de conflictos o violencia. Sin embargo, y no menos
importante, es la vulnerabilidad ideológica o cultural que surge con la colonización e
imposición más o menos violenta de concepciones de la realidad y formas de vida.

En muchas oportunidades, y guiados la mayoría de las veces por las mejores intenciones,
incluso los programas tendientes a mejorar las condiciones de vida de estas comunidades
son un factor que violenta las características culturales de los grupos imponiendo formas de
ver y recrear la vida completamente ajenas a su tradición históricamente construida y
validada.

Para no cometer ese error es imprescindible realizar un ejercicio exploratorio inicial que
permita el reconocimiento mutuo de los actores y es desde allí que nuestro grupo de
investigación tomó como objetivo llevar a cabo por medio de entrevistas un primer
acercamiento a las condiciones de calidad de vida en general y de salud en lo particular, a fin
de detectar necesidades sentidas y generar cooperativamente propuestas de mejoramiento.

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La valoración inicial, por tanto, supera las cifras, intentando dar respuesta al interrogante
generado acerca de las condiciones en las cuales se encuentran estos grupos al momento
de iniciar el trabajo con ellos.

Para ello es relevante considerar ciertos aspectos básicos a fin de aproximarnos a la


elaboración de un perfil con las condiciones iniciales de estas comunidades, y establecer
unos primeros vínculos de acercamiento y reconocimiento mutuo que faciliten las acciones
futuras.

En total se visitaron 328 familias, 81 familias en La Central, 66 en El Milagro y 181 en San


José de los Campanos. Se realizó, en primera instancia, un sondeo acerca de la existencia
de enfermos en la familia en las últimas dos semanas, los resultados se muestran a
continuación en la Figura 1.

5%
Pr e s e n c ia d e e n f e r m o
39%
A u s e n c ia d e e n f e r m o
56% No re s p o n d e

Figura 1: Distribución porcentual de acuerdo a presencia de enfermos


en los últimos 15 días en los tres barrios, 2002.

Este dato de enfermedad sentida debe ser abordado desde una mirada holística que permita
la comprensión del entramado de sensaciones desfavorables que genera este hecho en las
comunidades. Desde esa perspectiva resultó preocupante que un 55,8 % de las 328 familias
entrevistadas respondieran que habían tenido algún enfermo en los últimos días y ese
porcentaje se incrementó al 66,3 % al considerarse, específicamente, a San José de los
Campanos. Sus datos se muestran en la Tabla 1.

BARRIO SAN JOSÉ DE LOS LA CENTRAL EL MILAGRO


CAMPANOS
Enfermó en los últimos 15 No. % No. % No. %
días
Presente 120 66.3 36 44.4 27 40.9
Ausente 54 29.8 42 51.9 33 50.0
No responde 7 3.9 3 3.7 6 9.1
Total 181 100 81 100 66 100

Tabla 1: Distribución porcentual según barrio de enfermedad sentida en los últimos 15 días,
Cartagena, 2002.

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Más allá de la gravedad de las enfermedades (que no se evaluó en este acercamiento), el


mismo hecho de tener un enfermo en la casa genera cierto grado de malestar, producto,
entre otros factores, de la reducción de la economía familiar, la reacomodación de roles y el
surgimiento de nuevas responsabilidades ligadas a dicho acontecimiento.

Indagaciones posteriores deben permitir conocer con mayor profundidad el escenario y las
relaciones que se establecen cuando un miembro de la familia se enferma; quién lo cuida,
qué nivel de stress desencadena y qué acciones correctivas se toman.

La causa de enfermedad sentida más frecuente en todos los barrios fue infección respiratoria
aguda en aproximadamente la mitad de los enfermos reportados, en segundo lugar pero en
porcentaje mucho menor se presentó la enfermedad diarreica aguda en La Central y San
José de los Campanos y alergias y problemas dermatológicos en El Milagro. (Tabla 2)

BARRIO SAN JOSÉ DE LOS LA CENTRAL EL MILAGRO


CAMPANOS
DOLENCIA No. % No. % No. %
Infección respiratoria aguda 87 52.10 20 50 19 55.9
Enfermedad diarreica aguda 15 8.98 7 17.5 2 5.9
Afecciones de la piel 12 7.19 0 0 3 8.8
Dolor de cabeza 8 4.79 2 5 0 0.0
Afecciones del aparato 5 2.99 0 0 1 2.9
urinario
Dolores musculares de 5 2.99 2 5 0 0.0
diferente localización
Alergia respiratoria 4 2.40 0 0 0 0.0
Enfermedad de los huesos 4 2.40 3 7.5 0 0.0
y/o articulaciones
Enfermedad gástrica crónica 4 2.40 0 0 0 0.0
Parasitosis intestinal 4 2.40 0 0 0 0.0
Otras 19 11.38 6 15 9 26.5
Total 167 100.00 40 100 34 100
Tabla 2: Distribución porcentual según barrio de las diez primeras causas de enfermedad
sentida en los últimos 15 días, Cartagena, 2002.

Las edades más afectadas en todos los barrios correspondieron a la franja etárea de
menores de 14 años (Tabla 3), lo cual puede ser explicativo del tipo de enfermedades
reportadas, mucho más frecuente en niños, pero también alerta hacia la consideración de
este grupo poblacional como especialmente vulnerable a factores ambientales y hábitos de
vida poco saludables.
BARRIO SAN JOSÉ DE LOS LA CENTRAL EL MILAGRO
CAMPANOS
RANGO ETÁREO No. % No. % No. %
Menor de 1 año 13 7.8 0 0 4 11.8
1 a 4 años 33 19.8 10 25 3 8.8

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5 a 14 años 43 25.7 8 20 5 14.7


15 a 44 años 44 26.3 10 25 3 8.8
45 a 59 años 7 4.2 5 12.5 0 0.0
Mayor de 60 años 10 6.0 7 17.5 0 0.0
No responde 17 10.2 0 0 19 55.9
Total 167 100 40 100 34 100
TABLA 3: DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL SEGÚN RANGO ETÁREO Y BARRIO DE ENFERMEDAD SENTIDA EN LOS

ÚLTIMOS DÍAS, CARTAGENA, 2002.

En tal sentido, este aspecto justifica en parte los planteamientos iniciales del programa en
calidad de vida que, desde sus objetivos, visiona a este grupo etáreo como de privilegio de
los proyectos que se generen.

“La atención integral a la infancia no puede ser una preocupación marginal de la sociedad,
sino que debe constituirse en una de las áreas fundamentales de la política Social de
cualquier nación, pero no referida al niño aislado sino atendiendo todas las condiciones del
contexto social que lo rodea” (AMAR, 2001.:23). Tal como lo menciona el investigador José
Amar, cualquier acción que se oriente a mejorar condiciones de vida debe estar íntimamente
ligada a las condiciones reales de la comunidad, involucrándola desde el inicio y
comprometiéndose con los logros.

Lo perverso de la iniquidad y la pobreza es que genera un estado que se perpetúa en el


tiempo. Estado de círculo vicioso cuyo punto de ruptura probablemente se localice en las
etapas de la infancia. Múltiples investigaciones apoyan la idea que la etapa de la niñez es la
más receptiva para consolidar cambios de hábitos y ampliación de la capacidad de soñar
utopías y hacerlas posibles.

La distribución por sexo de enfermos en los últimos 15 días demuestra cierta preferencia por
presencia en mujeres (Tabla 4) aunque, no disponiendo del número total de población
femenina, no es posible adelantar conclusiones al respecto.

BARRIO SAN JOSÉ DE LOS LA CENTRAL EL MILAGRO


CAMPANOS
SEXO No. % No. % No. %
Femenino 82 49.1 26 65 21 61.8
Masculino 65 38.9 11 27.5 13 38.2
No responde 20 12.0 3 7.5 0 0.0
Total 167 100 40 100 34 100
Tabla 4: Distribución porcentual de enfermedad sentida en los últimos quince días según
sexo en los tres barrios, Cartagena, 2002

La enfermedad sentida, tal como se ha venido planteando en los párrafos precedentes, hace
alusión a situaciones de corta duración, por esta razón, fue importante abordar la
comprensión de procesos a largo plazo, tal como la existencia de enfermedades crónicas o

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discapacidades, lo que obliga a modificaciones de hábitos y costumbres que se perpetúan en


el tiempo y permiten sobrellevar, de manera más o menos traumática, esas situaciones.

Figura 2: Distribución porcentual según barrio de la presencia

D istrib u ció n p o rcentu al segú n b arrio d e fam ilias


co n en ferm os cró nico s, C artag en a 2002

100%
80%
A us enc ia de enferm o
128 61 50
60% c rónic o
40% P res enc ia de enferm o
c rónic o
20% 53 20 16
0%
S JC LC EM

de enfermedad crónica, Cartagena, 2002

Era importante, en consecuencia, una aproximación a los niveles de frecuencia y tipo de


enfermedades crónicas, lo que arrojó porcentajes del 24,7 y 24,2 % en La Central Y El
Milagro respectivamente y un poco mayor (29,3%) en San José de los Campanos.

La hipertensión arterial es la enfermedad crónica reportada más frecuentemente en La


Central y San José de los Campanos, mientras que en El Milagro lo es la diabetes, que se
presenta en segundo lugar en los otros dos barrios interrogados.

Esta situación es coincidente con el primer lugar que le proporciona el DADIS a la


hipertensión arterial como causa de mortalidad, con 322 muertes registradas, seguido por
infarto agudo del miocardio (con 152 muertes) y herida por arma de fuego (con 121 muertes),
para el segundo semestre de 2001.1

En la Tabla 5 se presentan las diez primeras causas de enfermedades crónicas, reportadas


por la comunidad en las entrevistas realizadas por este grupo investigador y discriminadas
según barrio, lo que proporciona elementos muy valiosos para futuros programas de
intervención.

BARRIO SAN JOSÉ DE LOS LA CENTRAL EL MILAGRO


CAMPANOS
DOLENCIA No. % No. % No. %
Hipertensión 15 22.73 10 45.5 7 38.9
Diabetes 7 10.61 2 9.1 6 33.3
Enfermedades crónica del 8 12.12 1 4.5 4 22.2
aparato respiratorio
Afección cardiaca 6 9.09 0 0.0 0 0.0
Enfermedad gástrica crónica 6 9.09 1 4.5 0 0.0

1Tomado de el documento de cuadernos de coyuntura de la CCC, Banco De La Republica, U. Jorge Tadeo


Lozano, Tecnológica De Bolívar, Observatorio, 2002.

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Afecciones del aparato 4 6.06 0 0.0 1 5.6


urinario
Alergia inespecífica 4 6.06 0 0.0 0 0.0
Dolor de cabeza 4 6.06 0 0.0 0 0.0
Afecciones de la piel 3 4.55 0 0.0 0 0.0
Otras 9 13.64 8 36.4 0 0.0
Total 66 100.00 22 100 18 100
Tabla 5: Distribución porcentual según barrios de las primeras diez causas de
enfermedad crónica, Cartagena-2002

El DADIS, asimismo, muestra como causas de muerte, a continuación de las tres primeras
mencionadas, las infecciones en período perinatal, y la desnutrición crónica -hecho que
refleja el estado de miseria de la población-, incluyendo también trastornos de la gestación y
bajo peso al nacer. Programas de investigación e intervención, que apoyen los existentes,
dirigidos a gestantes y recién nacidos, unido a apoyos nutricionales podrían convertirse en
herramientas valiosas que permitan recuperar y darles mayor oportunidad y rendimiento y
mejor distribución a los recursos existentes. La intervención temprana se justifica
plenamente.

El cerebro responde en mayor grado a experiencias muy tempranas y está comprobado que
el ambiente ejerce un efecto importante sobre el desarrollo de las funciones cerebrales.
“Debido a la importancia de los primeros años, la intervención, inclusive en el jardín de la
infancia puede ser demasiado tarde para ayudar a desarrollar la capacidad del niño
pequeño”. (YOUNG,M)2

Por tanto, conocer la existencia de patologías en menores exige la implementación rápida de


programas de cuidados infantiles que, además de alimento, protección y atención en salud,
brinden afecto, estímulo intelectual e interacción humana en un ambiente de apoyo,
oportunidades y actividades que promuevan el aprendizaje.

Considerando las edades en las cuales se presentaron enfermedades crónicas (Tabla 6),
los individuos más afectados tenían edades comprendidas entre los 15 y 44 años en San
José de los Campanos y La Central y mayores de 60 años en El Milagro.

BARRIO SAN JOSÉ DE LOS LA CENTRAL EL MILAGRO


CAMPANOS
RANGO ETÁREO No. % No. % No. %
Menor de 1 año 0 0.0 0 0.0 0 0.0
1 a 4 años 0 0.0 0 0.0 0 0.0
5 a 14 años 7 10.6 2 9.1 5 27.8
15 a 44 años 26 39.4 7 31.8 3 16.7
45 a 59 años 13 19.7 5 22.7 2 11.1
Mayor de 60 años 11 16.7 7 31.8 8 44.4

2
Documento recuperado de www.wordlbank.org/children/crianca/invfut/index.htm.

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GIDES 12

No responde 9 13.6 1 4.5 0 0.0


Total 66 100 22 100 18 100
Tabla 6: Distribución porcentual según rango etáreo de enfermedad crónica en los tres
barrios, Cartagena-2002

El comportamiento con respecto a la edad permite hacer por lo menos dos reflexiones: en
primer lugar, resaltar la gravedad de porcentajes mayoritarios de enfermos crónicos en
edades de mayor productividad como son los menores de 45 años y en segundo lugar, la
necesidad de profundizar este tópico a fin de evaluar si el dato representa la existencia real
de enfermedades o sólo el reconocimiento de las mismas, lo que pudiera estar sesgado en el
hecho de darle mayor importancia a la enfermedad de los miembros de menor edad, sea por
su juventud o por el desmejoramiento de la fuerza de trabajo que representa.

Evidentemente, factores como cubrimiento y accesibilidad a servicios de salud son de gran


relevancia en este punto, siendo el nivel de cobertura por encuesta de SISBEN un indicador
del grado de conocimiento que las autoridades locales tienen sobre las necesidades de
subsidiaridad de la población a su cargo.

Las estadísticas oficiales muestran una total de 576.577 personas sisbenizadas, incluyendo
rural y urbana que se distribuyen entre los niveles 1 a 6, según se muestra en la tabla 7.

Nivel de Sisben Rural Urbana Total


1 15.553 206.136 221.689
2 21.547 189.040 210.587
3 9.682 99.002 108.684
4 847 29.199 30.046
5 30 5.507 5.537
6 34 34
Total Población sisbenizada 47.659 528.918 576.577
Población no sisbenizada 26.540 324.000 350.540
Población total de Cartagena 74.199 852.918 927.117
Tabla 7: Población sisbenizada por zona segundo semestre de 2001 (Fuente: Departamento
Administrativo Distrital de Salud – DADIS-- )

Sin embargo, considerando solamente las franjas correspondientes la zona suroccidental,


comuna 12 al que pertenecen la Central y El Milagro, y comuna 13 al que pertenece San
José de los Campanos, los porcentajes de cobertura son de 15,6 y 28,6 % respectivamente.

Con respecto al primer semestre del 2001, se refiere un aumento de la cobertura del 4,5 %
en el régimen subsidiado, es decir 6876 personas han entrado a dicho régimen. (CCC, et.al.,
2002)
Considerando lo obtenido en las encuestas, es preocupante ver porcentajes relativamente
bajos de cubrimiento, cifra que es bastante coincidente cuando se comparan los resultados
nuestros y los oficiales. Según lo arrojado en las entrevistas, del total de 328 familias
visitadas un 41,8 % refirieron no estar sisbenizadas, porcentaje que probablemente esté
subregistrado teniendo en cuenta que el 18 % respondió no conocer su situación al respecto.

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GIDES 13

19%
Nivel 1
42% Nivel 2
Nivel 3
20% No sabe/No responde
1% No está sisbenizado
18%

Figura 3: Distribución porcentual según clasificación de SISBEN en el total de las


familias entrevistadas en San José de los Campanos, La Central y El Milagro, 2002

La importancia de contar con la clasificación de SISBEN, radica en el hecho de que es


desde esta condición que los habitantes de niveles socieconómicos bajos podrían acceder a
la afiliación a las Empresas Administradoras del Régimen Subsidiado o a los servicios
asistenciales por cuenta de facturación directa a la secretaría Distrital de Salud en calidad de
vinculados, puesto que un gran porcentaje, según datos que arrojó esta encuesta,
pertenecen a los niveles 1 y 2 de pobreza que representan el 39 % de la población
encuestada.

La distribución porcentual del nivel de pobreza según SISBEN obtenido en esta


investigación, para cada uno de los barrios se muestra a continuación:

BARRIO SAN JOSÉ DE LOS LA CENTRAL EL MILAGRO


CAMPANOS
NIVEL No. % No. % No. %
Nivel 1 46 25.4 10 12.3 7 10.6
Nivel 2 24 13.3 18 22.2 23 34.8
Nivel 3 1 0.6 1 1.2 2 3.0
No sabe/ No 34 18.8 14 17.3 11 16.7
No está 76 42.0 38 46.9 23 34.8
Total 181 100.0 81 100 66 100
Tabla 8: Distribución porcentual de acuerdo a barrio y nivel de SISBEN, Cartagena 2002

Como complemento a esta información, se consideró relevante intentar una aproximación a


la manera como enfrentan estas comunidades la aparición de enfermedad, considerando las
variables de sexo y edad del enfermo.

En tal sentido, la mayor parte de la comunidad, e independientemente de las variables


consideradas, refiere como primera alternativa de elección para atención al médico y sólo

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GIDES 14

secundariamente optan por medicina casera, ayuda farmacéutica u otras formas de atención,
lo cual muestra, aunque sea en forma preliminar, una predilección por servicios médicos
institucionales, situación explicable en parte si se tiene en cuenta la inserción urbana de los
barrios encuestados y la proximidad física a hospitales y centros de salud.

Fortalecen esta idea los resultados que muestran la multiplicidad de posibilidades


institucionales de atención médica, en los que se puede leer cierta preferencia por clínicas y
hospitales sobre los centros de salud para los barrios La Central y El Milagro. Sería de gran
interés profundizar este aspecto, confirmarlo y aproximar a la comprensión de sus causas,
toda vez que los centros de salud debieran ser la mejor alternativa de elección en virtud de
su misma esencia, a lo que se suman cuestiones de costos y de proximidad al sitio de
vivienda.

Por su parte, en San José de los Campanos, la preferencia se inclina al uso de asistencia
médica en centros de salud, lo que parcialmente podría ser explicado por la mayor dificultad
de acceso a centros hospitalarios de mayor nivel, sobre todo en épocas de lluvia y teniendo
en cuanta el deficiente sistema vial del barrio.
Ante esta panorámica, de dificultad, de precariedad, de exclusión, de ausencia de equidad,
sólo queda un camino, el de la cultura; pues es allí donde “están insertas las claves para la
transformación de lo realizado en el pasado. Lo que se hizo ayer, no tiene por qué seguirse
padeciendo mañana. La cultura, como saber socialmente construido, mutable y dinámico,
cambia y con ella, simultáneamente, las formas de ver, hacer y sentir. Las sociedades son
entes vivos que construyen su propio sentido de la historia.” (Peralta, 2001:15)3

3
Citado en Díaz, M. 2002, p. 197

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Una Mirada a los Ambientes Educativos

Desde la década de los 70 y 80 del siglo XX la educación fue mirada como un servicio social
que aportaba el Estado a los menos favorecidos y que se impartía a la par hacia las clases
más poderosas a través de sistemas modernos liderados por el sector privado. La equidad
en la educación no se consiguió y los brotes de analfabetismo se reflejaron en los principales
indicadores de la educación. Posteriormente, en la década de los 90 los resultados
esperados después de cuantiosas inversiones en los sectores educativos públicos no
arrojaron el mejor retorno de la inversión. Por este motivo la responsabilidad de la educación
se empezó a delegar a las municipalidades a través de procesos descentralizadores.

Luego, a finales de los años 90 y comienzos del nuevo milenio, vuelve y se incorpora la
educación como sector fundamental para alcanzar los más altos niveles de desarrollo futuro,
a través de la formación de recursos humanos con buenos dotes para acceder al mundo del
trabajo. El conocimiento vuelve a ser factor fundamental del crecimiento, pero no bajo la
figura de educación específica para puestos específicos, sino como formación para
solucionar problemas y como educación general tecnológica:

“Los procesos de desarrollo humano y social mantienen una estricta interdependencia con
los procesos de información, entendida esta en el ámbito escolar y por fuera de ella. Para
precisar esta relación podríamos recordar las reflexiones de la Corte Constitucional acerca
de la educación como derecho fundamental. Sin alimentación y sin salud, una persona esta
condenada a muerte, sin educación una persona también esta condenada a una muerte
social y cultural, la ausencia de esta no le permitirá un óptimo desarrollo humano y social o
su vinculación cultural a los proyectos colectivos...”(MONCADA; R. 2001: 58).

Después de diversas reformas al sistema educativo colombiano, los problemas de cobertura


continúan y la calidad deja mucho que desear. Estudios elaborados (MADRID, 2001) y
resultados de los planes de desarrollo de los tres últimos períodos de gobierno distrital (1994
a 2001) demuestran que el Distrito está aún lejos de entregarle a su juventud unos
estándares de educación que permitan engranar la educación con el trabajo y con una mejor
calidad de vida:
La brecha existente entre la educación esperada y la actual es más marcada entre personas
de 18 años de edad los cuales deberían haber alcanzado 13 años de escolaridad. El típico
joven de 18 años completó solamente 6.2 años de escolaridad a principios de los años
ochenta y este promedio apenas subió a 6.5 años en los años noventa. En este caso la
distancia entre lo esperado y lo alcanzado es de cinco a seis años.

El Distrito debe reconocer y fortalecer sus instituciones educativas y el sistema escolar, pero
es claro, en el amplio sentido de la educación, que la escuela no es él único espacio
educativo en el que se educa el ciudadano, sino que se debe pensar en otras instituciones
no escolares de la ciudad tales como: espacios públicos, los medios de comunicación, la
familia, los barrios, en fin, en la cotidianidad de la vida de la ciudad que sea capaz de
propiciar en su entorno: Recreación en forma sana, convivencia armónica de las personas
entre sí y entre ellos y su medio ambiente, respeto por su historia y como proyectarse sobre
ella en el futuro, trabajar en forma creativa, etc.

La educación, como estrategia primordial orientada a ayudar a los pueblos a prepararse ante
los embates de la globalización y encarar a sus posibles repercusiones, se visualiza como el
instrumento potenciador de los cambios económicos, sociales y culturales que deberán

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GIDES 16

llevarse a cabo si hemos de enfrentarnos victoriosamente a los procesos de


interdependencia que caracterizarán al siglo XXI.

La educación puede señalar la senda que lleve a accesar el conocimiento, las actitudes y las
destrezas que los actores sociales requerirán para vivir juntos en armonía y para aprender a
ser. El mayor acceso a las oportunidades educacionales por parte de individuos y
colectividades, contribuirá a una mejor comprensión del mundo propio y el de los demás.

De esta forma se aliviará el impacto negativo de la globalización, que bajo las formas de
fragmentación y exclusión, amenaza a nuestros pueblos. Si asumimos la veracidad de esta
visión, la fórmula que conduzca exitosamente a Cartagena de Indias hacia las metas del año
2011, deberá estar inspirada en una reforma educacional que sea congruente con los
prerrequisitos impuestos por la globalización.

EL ESTADO, LA REALIDAD Y EL DEBER SER SOBRE LA RELACIÓN EDUCACIÓN Y CALIDAD DE VIDA

En los sistemas educativos actuales es común encontrar especialmente en las comunidades


de San José de Los Campanos, El Milagro y La Central; una serie de problemáticas que
afectan la correspondencia esperada entre la educación y una mejor perspectiva para el
desarrollo comunitario y una mejor calidad de vida. En primer lugar, está la creciente
preocupación del gobierno nacional y local por solucionar el problema, sólo enfocando sus
acciones hacia el grado de cobertura4, sin hacer los esfuerzos necesarios para analizar y
promover mejores ambientes educativos, para proporcionar mejores niveles en la calidad
educativa.

4
Desde 1996 se viene proponiendo en los planes de desarrollo este componente sin que hasta la fecha se haya
cumplido totalmente en los tres niveles (Preescolar, Básica Primaria y Secundaria y Educación media). Las cifras
emitidas por el DANE y el mismo MEN para los periodos 1998 al 2000 así lo demuestran. El problema se agrava
si tenemos en cuenta que la población que esta por fuera del sistema escolar ha venido en notorio aumento a raíz
de los problemas sociales, políticos, económicos y de violencia.

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NECESIDADES BÁSICAS EN
CUPOS
MATERIA DE EDUCACIÓN

DOTACIÓN

SAN
MATERIAL
JOSÉ
DIDÁCTICO

MEJORAS
CEMIL
LOCATIVAS
NINGUNA
0% 50% 100%

Como se puede apreciar en la gráfica anterior, las necesidades que expresan las personas
de los barrios El Milagro y La Central (Cemil), así como San José de los Campanos, no se
remite casi nunca a la cobertura si no a las necesidades que dicha cobertura trae consigo, es
decir, las deficiencias locativas, el material didáctico y demás enseres necesarios para el
mantenimiento de los planteles educativos. A esto se suma la brecha entre los diversos tipos
de educación en los estratos sociales que algunos de ellos tienen que afrontar. Razones que
alientan a los jóvenes a su deserción temprana de la escuela.

Estos aspectos dificultan la formación de personas con características flexibles que permitan
una adecuada inserción al mundo del trabajo, al desarrollo comunitario y a una mejor calidad
de vida. “Aceptar que la escuela forma para actuar socialmente fuera de ella y no para actuar
solamente en las horas de permanencia en ella, nos obliga a mantener las relaciones
escuela-entorno, escuela-cultura, más claras. La afirmación de que la escuela forma parte de
la vida, es contundente y sugestiva y debe ser justamente reconocida en la magnitud de
aquello que define; formar para la vida significa formar para el desarrollo humano, afectivo,
cognitivo, biológico, creativo y estético de cada persona. Para que la vida sea reconocida
como valor supremo y también formar para el desarrollo y la consolidación de los proyectos
sociales, culturales y políticos. En esto hay una manera de expresar la vida y son los sueños
y las metas colectivas de las comunidades sociales y especificas. El hombre y las
sociedades se han inventado la escuela como una estrategia de educación y formación,
entre otras (MONCADA, 2001:50).

En los procesos productivos de cualquier sector, las tareas del control de calidad en cada
fase, el seguimiento a la óptima operación de las tecnologías, la atención al cliente, la
incursión en sistemas exigentes en alta productividad, la comunicación en todo nivel y la
integración de equipos de trabajo exigen de competencias adquiridas a través de una mayor
escolaridad.

Estos factores son complejos, especialmente, para quienes acuden a las instituciones
educativas de los sectores de San José de los Campanos, El Milagro y La Central, con el fin
de acceder de una manera muy informal al mundo del trabajo, pues las ofertas educativas
técnicas no responden a las necesidades del sector productivo. En otros casos, aunque la

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GIDES 18

educación técnica se ciñe a las necesidades de la demanda de trabajo, no se hace el debido


seguimiento para estar actualizando los currículos. En este sentido, la mano de obra semi-
calificada no encuentra cabida en los mercados formales de trabajo y se ve obligada a
recurrir a los sectores informales.

Algunas competencias implican una escolaridad mayor, no se pueden aprender en un curso


corto, exigen habilidades básicas que solo se adquieren en períodos largos de escolaridad
gradual .... La literatura plantea una crítica a la educación técnica y a la formación profesional
tradicional, centrada en considerarlas formaciones diseñadas desde la oferta de instituciones
educativas que tienden a separarse de las verdaderas demandas del sector productivo,
quedan retrasadas frente a los cambios tecnológicos y en consecuencia no cumplen su rol
de incrementar la empleabilidad de sus egresados. La tendencia opuesta a dejar la
capacitación únicamente a la oferta del mercado puede ser una respuesta pasiva a una
demanda manifiesta (SCHIEFELBEIN, 1999)

Desde el punto de vista de la evaluación, el problema es que hasta el momento los


indicadores han sido más de tipo cuantitativo que cualitativo, con poca articulación entre
ellos y que faltan además indicadores sobre la integralidad. Por tanto, hay que trabajar en
indicadores relevantes, pertinentes y que sean comparables; indicadores del desarrollo
psicosocial, de dimensiones tales como ciudadanía, garantías, derechos y valores, que
sirvan para regular el currículo y que permiten hacer seguimiento al impacto, por ejemplo, en
el éxito escolar. Todo esto da una gran importancia tanto al monitoreo, como a la evaluación.

La formación para el trabajo tiene que incluir la capacitación ocupacional específica, pero
también debe incluir dentro de sus objetivos el fomento al desarrollo de las competencias
transversales (iniciativa, creatividad, capacidad de trabajo en grupo, disciplina), la
complementación de la educación básica (refuerzo en matemáticas, lecto-escritura, técnicas
de expresión oral) la provisión de habilidades específicas según el área ocupacional, la
promoción del espíritu empresarial y el fortalecimiento de la autoestima.

Finalmente, aquellos que aun ignoran la importancia de fijar políticas de educación, con el
fin de formar jóvenes con bases sólidas para ingresar al mundo del trabajo, verán en muy
poco tiempo un notorio crecimiento de la crisis social y económica que puede resultar
altamente catastróficas para el desarrollo de una comunidad.

La Participación de las Familias

Los principales problemas discutidos y analizados durante el proceso de intervención en las


comunidades de San José de los Campanos, La Central y el Milagro; que posibiliten un
mejor ambiente educativo en el seno de la familia son:

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En relación con el primer tipo de problema, es evidente que en los últimos años se han dado
cambios sustanciales en la estructura familiar, que exigen nuevos programas y adecuación
de los existentes a dichos cambios. Es así, como el cambio en el rol desempeñado por el
hombre y la mujer, pues, debido al desempleo y a la complicada situación económica que
viven, las obligaciones laborales o familiares son asumidas dependiendo de quién sea el que
esté por fuera de la casa en el rebusque.

RE S P ONS A B LE S DE L A COM P A ÑA M IE NTO E DUCA TIV O


DE LOS NIÑOS

TODOS
V E CINOS
TIOS

S OB RINOS
S OLOS
P RIM OS
CE M IL
P A RE JA
S A N JOS É
M A DRE S

HE RM A NOS
A M IGOS
A B UE LOS

0% 20% 40% 60% 80% 100%

Siendo así, la atención de niños y jóvenes en edad escolar, en muchos casos, queda en
manos de la persona que pueda permanecer en casa, que no suele ser la de mayor cercanía
o representativa para dicha actividad. En la tabla siguiente se podrá apreciar con más detalle
quiénes son las personas encargadas en muchos casos de hacer este tipo de
acompañamiento a los estudiantes.

Lo anterior, se agrava aún más si se tiene en cuenta que en los programas de atención
existentes, se resaltan aspectos faltantes tales como: la falta de guarderías, de conocimiento
en torno al desarrollo del niño; la ruptura entre el ambiente institucional y familiar, por carecer
de un trabajo real con los padres o por no incorporar diversos medios de comunicación
convencional y alternativa para involucrarlos. La no estructuración de los programas a partir
de las pautas de crianza, creencias y comportamientos culturalmente aceptados de los
padres; el abordaje inadecuado de creencias populares contraproducentes para el desarrollo
sano y calidad de vida de los hijos y la carencia de componentes adecuados para prevenir el
abuso físico, mental, emocional y sexual.

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Estas carencias son obvias en el barrio, pero es también difícil de solventar bajo
circunstancias tan complejas como la precariedad económica no sólo de los padres sino de
las instituciones de los barrios, quienes en muchas ocasiones no cuenta ni con el
presupuesto mínimo para su mantenimiento.

La primera etapa de intervención del Grupo de Investigación en Desarrollo Social – GIDES


en las comunidades de El Milagro, La Central y San José de los Campanos, ha buscado
construir una panorámica general de la atención a la niñez, sus ambientes educativos y la
proyección de estos como un determinante del desarrollo comunitario y calidad de vida de
las mismas; puntualizando su estado actual y tendencias, a través de las exposiciones
realizadas en este sentido por los miembros de las comunidades y los representantes de las
instituciones comprometidas en el evento. Los informes presentados, y que se reseñan a
continuación, muestran tres grandes conclusiones:

La primera de ellas, se refiere al esfuerzo que se está haciendo en la Distrito por focalizar los
programas en educación inicial y en la calidad de la atención que se le presta a la niñez.

La segunda, que a pesar de estos considerables esfuerzos, la calidad de vida de la niñez


continúa deteriorándose de manera muy severa en las comunidades de San José de los
Campanos, El Milagro y la Central, por las razones antes mencionadas.

La tercera, es que la conjunción de estas dos realidades contradictorias: la magnitud de los


esfuerzos invertidos, por una parte, y el deterioro de la calidad de vida de los niños y las
niñas de las zonas mencionadas, pone de manifiesto los grandes retos que se tienen para
poder superar dicha contradicción.

Desde el punto de vista en las medidas para apoyar a la niñez, fue notorio el hecho de que
muchas instituciones, incluidas las especializadas en este ramo, han aunado fuerzas de
todo tipo para lograr mejores resultados; dichos esfuerzos se están llevando a cabo en varias
dimensiones, que son al mismo tiempo realizaciones y retos:

La necesidad de reconceptualizar las nociones de crecimiento, protección, desarrollo y las


relaciones que entre ellas pueden establecerse; en relación con el enfoque de los
programas.

La necesidad de enfocar la problemática de los niños y las niñas desde el punto de vista de
los derechos, las garantías y la construcción de ciudadanía.

La necesidad de centrarse en el logro de aprendizajes pertinentes.

La necesidad de consolidar la educación inicial como eje de la educación básica, para lo cual
se requiere: fortalecer las sinergias entre educación, salud, medio ambiente, etc.; articular las
áreas del desarrollo como condición de la integralidad; articular los procesos de planeación y
gestión, articular la atención a la niñez, de manera que sea asumida como una estrategia de
desarrollo humano y social, y como una estrategia para la reducción de la pobreza.

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