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CARTAGENA:
ESTUDIO DE CASO EN LOS BARRIOS, LA CENTRAL, EL MILAGRO Y SAN JOSÉ DE
LOS CAMPANOS - ZONA SUR OCCIDENTAL
CONTENIDO
La investigación, como eje de los procesos de desarrollo en todos los niveles de la actividad
humana, se convierte en punto de referencia para examinar y reorientar las prácticas
sociales de la universidad colombiana (QUINTERO, 2002:45). Actualmente es impensable
una Universidad de espaldas a su realidad social, descontextualizada o simplemente en
calidad de espectadora pasiva, como lo es también una Universidad cuyos programas se
autodeterminan sin tener en cuenta los deseos, aspiraciones y requerimientos sociales que a
ella atañen.
La adhesión a esta definición lleva implícito un modelo de política sanitaria que privilegia el
bienestar, la prevención y el fomento de la salud, en vez de la concepción tradicional que, en
muchos casos se mantiene, de la mirada asistencialista y/o terapéutica.
Para llevar a cabo estos objetivos, en las últimas décadas se han establecido parlamentos
regionales, con los cuales la Organización Panamericana de la Salud (OPS,
http://www..paho.org/spanish/hdp.htm) ha establecido acuerdos de cooperación, mediante los
cuales se espera movilizar el apoyo político, la capacidad legislativa y las aptitudes de
negociación de los mismos, a fin de promover las prioridades de salud regionales y
subregionales, a la vez que son espacios de discusión, debate y consenso.
En la actualidad los vínculos de trabajo que se han establecido por medio de convenios de
cooperación técnica, cuentan con la participación de los parlamentos, los ministerios de
salud y la OPS y se espera que faciliten la formación de consenso político en materia de
salud y la formulación o actualización de legislación relacionada con la misma.
Los foros de discusión acerca del tema salud, han complejizado sus objetivos de impacto,
tornándolos más ambiciosos, de manera que no sólo asumen el concepto de salud en
sentido amplio, tal como mencionábamos anteriormente, sino que consideran como
igualmente importante la equidad en la misma. Tal compromiso se muestra con total claridad
cuando, en la página inicial de Salud y Desarrollo Humano de la OPS, reza textualmente que
“La división de Salud y Desarrollo Humano (HDP) promueve coordina y ejecuta actividades
de cooperación técnica dirigidas a aumentar la equidad en salud y mejorar la contribución del
sector de la salud al desarrollo (OPS,2000).
En tal sentido, resulta relevante en este punto incluir algunas apreciaciones realizadas por
SONIS (2002). El afirma que “resulta imposible un planteo actual, moderno de la atención de
la salud sin que aparezca como tema prioritario la equidad” (OPS,2000), entendida como el
cumplimiento de, por lo menos, los imperativos de: igual acceso a la atención y utilización
de recursos para igual necesidad e igual calidad de atención para todos.
En ese orden de ideas, valorar el impacto de las políticas de salud quedaría indisolublemente
ligado a valorar el impacto de las mismas sobre la equidad, tal como se puede constatar al
revisar el interés que en tal sentido tienen actualmente los discursos sanitarios que subyacen
en la mayor parte de las políticas de gobierno.
Una revisión histórica de las políticas de salud permite cierta contextualización de la situación
actual, toda vez que expone las diferentes políticas y sus alcances a la vez que explica el
desarrollo que ha tenido el sistema de salud colombiano, a saber.
Este panorama, sin embargo, cambia sustancialmente a principios del siglo XX con el
advenimiento de una serie de acontecimientos entre los cuales se destacan la creación de
fundaciones filantrópicas, específicamente la Fundación Rockefeller, y el desarrollo de una
nueva manera de entender la salud pública, lo que arrojó como resultado una mirada
diferente en este sentido.
Como puede observarse, la visión higienista de finales del siglo XIX empezada a hacerle
lugar a una mirada que integra la administración de servicios de salud con la investigación.
Este suceso puede ser considerado como uno de los orígenes de la salud pública en
Colombia.
En este punto resulta interesante añadir algunas precisiones con respecto al alcance del
impacto de las estrategias de intervención en Salud Pública. En tal sentido, conviene revisar
los planteamientos que el epidemiólogo de la OMS (MARTINEZ, N: 1998) realiza de los tres
procesos determinantes, con sus correspondientes niveles y tipos de intervención
predominantes.
Los documentos oficiales señalaban el cumplimiento del objetivo propuesto dando impulso a
la participación activa de la comunidad en el diagnóstico de las necesidades y en la
programación, ejecución, control y evaluación de los servicios de salud ( DPN, MINISTERIO
DE SALUD, 1995:230).
El siguiente gobierno (BETANCUR: 1982-1986) dentro del plan denominado “Cambio con
equidad” se destaca la introducción de conceptos como el de la calidad de la atención y
estructuración de servicios fundamentados en el nivel local y que habrían de ser esenciales
para el cambio de contenido de las políticas de descentralización y participación de la
comunidad.
En el período de Barco Vargas, se estructura el Sistema Nacional de Salud; pero los logros
reales de cobertura aún quedaban sin cumplirse, lo que se refleja en el Estudio Sectorial de
Salud realizado en 1989 con financiación del banco Mundial y el Ministerio de Salud, el cual
en ese mismo año crea los comités de participación comunitaria a fin de promover el
accionar de la comunidad en el cuidado de la salud. La idea central de este decreto se
fundamentaba en el reconocimiento de la falta de correspondencia entre las necesidades
sentidas y lo que el Estado estaba ofreciendo, sumado a funcionamiento burocrático,
centralismo en las decisiones y privilegio del enfoque curativo.
A inicios de los ´90s había consenso en que el Sistema Nacional de Salud no había resuelto
el problema de acceso a los servicios de salud, principalmente a los que pertenecían a
estratos socioeconómicos más deprimidos y era reconocido como “un débil instrumento de
desarrollo social…que…exhibe una progresiva incapacidad para lograr la cobertura
universal…”(AGUDELO, 1992:115).
La Constitución de 1991 incluyó los primeros lineamientos a una reforma del sistema de
seguridad social que se concretó en la Ley 60, que rige las competencias y recursos de los
diferentes entes territoriales y concluye con la sanción de la Ley 100 en el año 1993.
En ella se incluyen las normas sobre el sistema general de pensiones, riesgos profesionales,
servicios sociales complementarios y el sistema de seguridad social en salud.
Retomando las ideas del Profesor Amar, se entiende la calidad de vida como un “concepto
social históricamente determinado que parte de las necesidades e intereses de la
comunidad, teniendo como meta la realización de un proyecto de vida auténtico,
fundamentado en su propia realidad, con base en la participación de todos los actores
sociales (AMAR, 2001:130). En ese orden de ideas, todo proyecto que busque enriquecer la
calidad de vida de un grupo de personas debe estar anclado desde su propia génesis en el
respeto a sus singularidades, situación sólo posible si se parte del conocimiento cierto del
mundo real en que viven, de los problemas que perciben y del compromiso que asumen en
la solución de los mismos.
Por ello, el primer objetivo de cualquier acción debe acercarse a ese conocimiento de la
comunidad a quienes va dirigido.
En muchas oportunidades, y guiados la mayoría de las veces por las mejores intenciones,
incluso los programas tendientes a mejorar las condiciones de vida de estas comunidades
son un factor que violenta las características culturales de los grupos imponiendo formas de
ver y recrear la vida completamente ajenas a su tradición históricamente construida y
validada.
Para no cometer ese error es imprescindible realizar un ejercicio exploratorio inicial que
permita el reconocimiento mutuo de los actores y es desde allí que nuestro grupo de
investigación tomó como objetivo llevar a cabo por medio de entrevistas un primer
acercamiento a las condiciones de calidad de vida en general y de salud en lo particular, a fin
de detectar necesidades sentidas y generar cooperativamente propuestas de mejoramiento.
La valoración inicial, por tanto, supera las cifras, intentando dar respuesta al interrogante
generado acerca de las condiciones en las cuales se encuentran estos grupos al momento
de iniciar el trabajo con ellos.
5%
Pr e s e n c ia d e e n f e r m o
39%
A u s e n c ia d e e n f e r m o
56% No re s p o n d e
Este dato de enfermedad sentida debe ser abordado desde una mirada holística que permita
la comprensión del entramado de sensaciones desfavorables que genera este hecho en las
comunidades. Desde esa perspectiva resultó preocupante que un 55,8 % de las 328 familias
entrevistadas respondieran que habían tenido algún enfermo en los últimos días y ese
porcentaje se incrementó al 66,3 % al considerarse, específicamente, a San José de los
Campanos. Sus datos se muestran en la Tabla 1.
Tabla 1: Distribución porcentual según barrio de enfermedad sentida en los últimos 15 días,
Cartagena, 2002.
Indagaciones posteriores deben permitir conocer con mayor profundidad el escenario y las
relaciones que se establecen cuando un miembro de la familia se enferma; quién lo cuida,
qué nivel de stress desencadena y qué acciones correctivas se toman.
La causa de enfermedad sentida más frecuente en todos los barrios fue infección respiratoria
aguda en aproximadamente la mitad de los enfermos reportados, en segundo lugar pero en
porcentaje mucho menor se presentó la enfermedad diarreica aguda en La Central y San
José de los Campanos y alergias y problemas dermatológicos en El Milagro. (Tabla 2)
Las edades más afectadas en todos los barrios correspondieron a la franja etárea de
menores de 14 años (Tabla 3), lo cual puede ser explicativo del tipo de enfermedades
reportadas, mucho más frecuente en niños, pero también alerta hacia la consideración de
este grupo poblacional como especialmente vulnerable a factores ambientales y hábitos de
vida poco saludables.
BARRIO SAN JOSÉ DE LOS LA CENTRAL EL MILAGRO
CAMPANOS
RANGO ETÁREO No. % No. % No. %
Menor de 1 año 13 7.8 0 0 4 11.8
1 a 4 años 33 19.8 10 25 3 8.8
En tal sentido, este aspecto justifica en parte los planteamientos iniciales del programa en
calidad de vida que, desde sus objetivos, visiona a este grupo etáreo como de privilegio de
los proyectos que se generen.
“La atención integral a la infancia no puede ser una preocupación marginal de la sociedad,
sino que debe constituirse en una de las áreas fundamentales de la política Social de
cualquier nación, pero no referida al niño aislado sino atendiendo todas las condiciones del
contexto social que lo rodea” (AMAR, 2001.:23). Tal como lo menciona el investigador José
Amar, cualquier acción que se oriente a mejorar condiciones de vida debe estar íntimamente
ligada a las condiciones reales de la comunidad, involucrándola desde el inicio y
comprometiéndose con los logros.
La distribución por sexo de enfermos en los últimos 15 días demuestra cierta preferencia por
presencia en mujeres (Tabla 4) aunque, no disponiendo del número total de población
femenina, no es posible adelantar conclusiones al respecto.
La enfermedad sentida, tal como se ha venido planteando en los párrafos precedentes, hace
alusión a situaciones de corta duración, por esta razón, fue importante abordar la
comprensión de procesos a largo plazo, tal como la existencia de enfermedades crónicas o
100%
80%
A us enc ia de enferm o
128 61 50
60% c rónic o
40% P res enc ia de enferm o
c rónic o
20% 53 20 16
0%
S JC LC EM
El DADIS, asimismo, muestra como causas de muerte, a continuación de las tres primeras
mencionadas, las infecciones en período perinatal, y la desnutrición crónica -hecho que
refleja el estado de miseria de la población-, incluyendo también trastornos de la gestación y
bajo peso al nacer. Programas de investigación e intervención, que apoyen los existentes,
dirigidos a gestantes y recién nacidos, unido a apoyos nutricionales podrían convertirse en
herramientas valiosas que permitan recuperar y darles mayor oportunidad y rendimiento y
mejor distribución a los recursos existentes. La intervención temprana se justifica
plenamente.
El cerebro responde en mayor grado a experiencias muy tempranas y está comprobado que
el ambiente ejerce un efecto importante sobre el desarrollo de las funciones cerebrales.
“Debido a la importancia de los primeros años, la intervención, inclusive en el jardín de la
infancia puede ser demasiado tarde para ayudar a desarrollar la capacidad del niño
pequeño”. (YOUNG,M)2
Considerando las edades en las cuales se presentaron enfermedades crónicas (Tabla 6),
los individuos más afectados tenían edades comprendidas entre los 15 y 44 años en San
José de los Campanos y La Central y mayores de 60 años en El Milagro.
2
Documento recuperado de www.wordlbank.org/children/crianca/invfut/index.htm.
El comportamiento con respecto a la edad permite hacer por lo menos dos reflexiones: en
primer lugar, resaltar la gravedad de porcentajes mayoritarios de enfermos crónicos en
edades de mayor productividad como son los menores de 45 años y en segundo lugar, la
necesidad de profundizar este tópico a fin de evaluar si el dato representa la existencia real
de enfermedades o sólo el reconocimiento de las mismas, lo que pudiera estar sesgado en el
hecho de darle mayor importancia a la enfermedad de los miembros de menor edad, sea por
su juventud o por el desmejoramiento de la fuerza de trabajo que representa.
Las estadísticas oficiales muestran una total de 576.577 personas sisbenizadas, incluyendo
rural y urbana que se distribuyen entre los niveles 1 a 6, según se muestra en la tabla 7.
Con respecto al primer semestre del 2001, se refiere un aumento de la cobertura del 4,5 %
en el régimen subsidiado, es decir 6876 personas han entrado a dicho régimen. (CCC, et.al.,
2002)
Considerando lo obtenido en las encuestas, es preocupante ver porcentajes relativamente
bajos de cubrimiento, cifra que es bastante coincidente cuando se comparan los resultados
nuestros y los oficiales. Según lo arrojado en las entrevistas, del total de 328 familias
visitadas un 41,8 % refirieron no estar sisbenizadas, porcentaje que probablemente esté
subregistrado teniendo en cuenta que el 18 % respondió no conocer su situación al respecto.
19%
Nivel 1
42% Nivel 2
Nivel 3
20% No sabe/No responde
1% No está sisbenizado
18%
secundariamente optan por medicina casera, ayuda farmacéutica u otras formas de atención,
lo cual muestra, aunque sea en forma preliminar, una predilección por servicios médicos
institucionales, situación explicable en parte si se tiene en cuenta la inserción urbana de los
barrios encuestados y la proximidad física a hospitales y centros de salud.
Por su parte, en San José de los Campanos, la preferencia se inclina al uso de asistencia
médica en centros de salud, lo que parcialmente podría ser explicado por la mayor dificultad
de acceso a centros hospitalarios de mayor nivel, sobre todo en épocas de lluvia y teniendo
en cuanta el deficiente sistema vial del barrio.
Ante esta panorámica, de dificultad, de precariedad, de exclusión, de ausencia de equidad,
sólo queda un camino, el de la cultura; pues es allí donde “están insertas las claves para la
transformación de lo realizado en el pasado. Lo que se hizo ayer, no tiene por qué seguirse
padeciendo mañana. La cultura, como saber socialmente construido, mutable y dinámico,
cambia y con ella, simultáneamente, las formas de ver, hacer y sentir. Las sociedades son
entes vivos que construyen su propio sentido de la historia.” (Peralta, 2001:15)3
3
Citado en Díaz, M. 2002, p. 197
Desde la década de los 70 y 80 del siglo XX la educación fue mirada como un servicio social
que aportaba el Estado a los menos favorecidos y que se impartía a la par hacia las clases
más poderosas a través de sistemas modernos liderados por el sector privado. La equidad
en la educación no se consiguió y los brotes de analfabetismo se reflejaron en los principales
indicadores de la educación. Posteriormente, en la década de los 90 los resultados
esperados después de cuantiosas inversiones en los sectores educativos públicos no
arrojaron el mejor retorno de la inversión. Por este motivo la responsabilidad de la educación
se empezó a delegar a las municipalidades a través de procesos descentralizadores.
Luego, a finales de los años 90 y comienzos del nuevo milenio, vuelve y se incorpora la
educación como sector fundamental para alcanzar los más altos niveles de desarrollo futuro,
a través de la formación de recursos humanos con buenos dotes para acceder al mundo del
trabajo. El conocimiento vuelve a ser factor fundamental del crecimiento, pero no bajo la
figura de educación específica para puestos específicos, sino como formación para
solucionar problemas y como educación general tecnológica:
“Los procesos de desarrollo humano y social mantienen una estricta interdependencia con
los procesos de información, entendida esta en el ámbito escolar y por fuera de ella. Para
precisar esta relación podríamos recordar las reflexiones de la Corte Constitucional acerca
de la educación como derecho fundamental. Sin alimentación y sin salud, una persona esta
condenada a muerte, sin educación una persona también esta condenada a una muerte
social y cultural, la ausencia de esta no le permitirá un óptimo desarrollo humano y social o
su vinculación cultural a los proyectos colectivos...”(MONCADA; R. 2001: 58).
El Distrito debe reconocer y fortalecer sus instituciones educativas y el sistema escolar, pero
es claro, en el amplio sentido de la educación, que la escuela no es él único espacio
educativo en el que se educa el ciudadano, sino que se debe pensar en otras instituciones
no escolares de la ciudad tales como: espacios públicos, los medios de comunicación, la
familia, los barrios, en fin, en la cotidianidad de la vida de la ciudad que sea capaz de
propiciar en su entorno: Recreación en forma sana, convivencia armónica de las personas
entre sí y entre ellos y su medio ambiente, respeto por su historia y como proyectarse sobre
ella en el futuro, trabajar en forma creativa, etc.
La educación, como estrategia primordial orientada a ayudar a los pueblos a prepararse ante
los embates de la globalización y encarar a sus posibles repercusiones, se visualiza como el
instrumento potenciador de los cambios económicos, sociales y culturales que deberán
La educación puede señalar la senda que lleve a accesar el conocimiento, las actitudes y las
destrezas que los actores sociales requerirán para vivir juntos en armonía y para aprender a
ser. El mayor acceso a las oportunidades educacionales por parte de individuos y
colectividades, contribuirá a una mejor comprensión del mundo propio y el de los demás.
De esta forma se aliviará el impacto negativo de la globalización, que bajo las formas de
fragmentación y exclusión, amenaza a nuestros pueblos. Si asumimos la veracidad de esta
visión, la fórmula que conduzca exitosamente a Cartagena de Indias hacia las metas del año
2011, deberá estar inspirada en una reforma educacional que sea congruente con los
prerrequisitos impuestos por la globalización.
4
Desde 1996 se viene proponiendo en los planes de desarrollo este componente sin que hasta la fecha se haya
cumplido totalmente en los tres niveles (Preescolar, Básica Primaria y Secundaria y Educación media). Las cifras
emitidas por el DANE y el mismo MEN para los periodos 1998 al 2000 así lo demuestran. El problema se agrava
si tenemos en cuenta que la población que esta por fuera del sistema escolar ha venido en notorio aumento a raíz
de los problemas sociales, políticos, económicos y de violencia.
NECESIDADES BÁSICAS EN
CUPOS
MATERIA DE EDUCACIÓN
DOTACIÓN
SAN
MATERIAL
JOSÉ
DIDÁCTICO
MEJORAS
CEMIL
LOCATIVAS
NINGUNA
0% 50% 100%
Como se puede apreciar en la gráfica anterior, las necesidades que expresan las personas
de los barrios El Milagro y La Central (Cemil), así como San José de los Campanos, no se
remite casi nunca a la cobertura si no a las necesidades que dicha cobertura trae consigo, es
decir, las deficiencias locativas, el material didáctico y demás enseres necesarios para el
mantenimiento de los planteles educativos. A esto se suma la brecha entre los diversos tipos
de educación en los estratos sociales que algunos de ellos tienen que afrontar. Razones que
alientan a los jóvenes a su deserción temprana de la escuela.
Estos aspectos dificultan la formación de personas con características flexibles que permitan
una adecuada inserción al mundo del trabajo, al desarrollo comunitario y a una mejor calidad
de vida. “Aceptar que la escuela forma para actuar socialmente fuera de ella y no para actuar
solamente en las horas de permanencia en ella, nos obliga a mantener las relaciones
escuela-entorno, escuela-cultura, más claras. La afirmación de que la escuela forma parte de
la vida, es contundente y sugestiva y debe ser justamente reconocida en la magnitud de
aquello que define; formar para la vida significa formar para el desarrollo humano, afectivo,
cognitivo, biológico, creativo y estético de cada persona. Para que la vida sea reconocida
como valor supremo y también formar para el desarrollo y la consolidación de los proyectos
sociales, culturales y políticos. En esto hay una manera de expresar la vida y son los sueños
y las metas colectivas de las comunidades sociales y especificas. El hombre y las
sociedades se han inventado la escuela como una estrategia de educación y formación,
entre otras (MONCADA, 2001:50).
En los procesos productivos de cualquier sector, las tareas del control de calidad en cada
fase, el seguimiento a la óptima operación de las tecnologías, la atención al cliente, la
incursión en sistemas exigentes en alta productividad, la comunicación en todo nivel y la
integración de equipos de trabajo exigen de competencias adquiridas a través de una mayor
escolaridad.
Estos factores son complejos, especialmente, para quienes acuden a las instituciones
educativas de los sectores de San José de los Campanos, El Milagro y La Central, con el fin
de acceder de una manera muy informal al mundo del trabajo, pues las ofertas educativas
técnicas no responden a las necesidades del sector productivo. En otros casos, aunque la
La formación para el trabajo tiene que incluir la capacitación ocupacional específica, pero
también debe incluir dentro de sus objetivos el fomento al desarrollo de las competencias
transversales (iniciativa, creatividad, capacidad de trabajo en grupo, disciplina), la
complementación de la educación básica (refuerzo en matemáticas, lecto-escritura, técnicas
de expresión oral) la provisión de habilidades específicas según el área ocupacional, la
promoción del espíritu empresarial y el fortalecimiento de la autoestima.
Finalmente, aquellos que aun ignoran la importancia de fijar políticas de educación, con el
fin de formar jóvenes con bases sólidas para ingresar al mundo del trabajo, verán en muy
poco tiempo un notorio crecimiento de la crisis social y económica que puede resultar
altamente catastróficas para el desarrollo de una comunidad.
En relación con el primer tipo de problema, es evidente que en los últimos años se han dado
cambios sustanciales en la estructura familiar, que exigen nuevos programas y adecuación
de los existentes a dichos cambios. Es así, como el cambio en el rol desempeñado por el
hombre y la mujer, pues, debido al desempleo y a la complicada situación económica que
viven, las obligaciones laborales o familiares son asumidas dependiendo de quién sea el que
esté por fuera de la casa en el rebusque.
TODOS
V E CINOS
TIOS
S OB RINOS
S OLOS
P RIM OS
CE M IL
P A RE JA
S A N JOS É
M A DRE S
HE RM A NOS
A M IGOS
A B UE LOS
Siendo así, la atención de niños y jóvenes en edad escolar, en muchos casos, queda en
manos de la persona que pueda permanecer en casa, que no suele ser la de mayor cercanía
o representativa para dicha actividad. En la tabla siguiente se podrá apreciar con más detalle
quiénes son las personas encargadas en muchos casos de hacer este tipo de
acompañamiento a los estudiantes.
Lo anterior, se agrava aún más si se tiene en cuenta que en los programas de atención
existentes, se resaltan aspectos faltantes tales como: la falta de guarderías, de conocimiento
en torno al desarrollo del niño; la ruptura entre el ambiente institucional y familiar, por carecer
de un trabajo real con los padres o por no incorporar diversos medios de comunicación
convencional y alternativa para involucrarlos. La no estructuración de los programas a partir
de las pautas de crianza, creencias y comportamientos culturalmente aceptados de los
padres; el abordaje inadecuado de creencias populares contraproducentes para el desarrollo
sano y calidad de vida de los hijos y la carencia de componentes adecuados para prevenir el
abuso físico, mental, emocional y sexual.
Estas carencias son obvias en el barrio, pero es también difícil de solventar bajo
circunstancias tan complejas como la precariedad económica no sólo de los padres sino de
las instituciones de los barrios, quienes en muchas ocasiones no cuenta ni con el
presupuesto mínimo para su mantenimiento.
La primera de ellas, se refiere al esfuerzo que se está haciendo en la Distrito por focalizar los
programas en educación inicial y en la calidad de la atención que se le presta a la niñez.
Desde el punto de vista en las medidas para apoyar a la niñez, fue notorio el hecho de que
muchas instituciones, incluidas las especializadas en este ramo, han aunado fuerzas de
todo tipo para lograr mejores resultados; dichos esfuerzos se están llevando a cabo en varias
dimensiones, que son al mismo tiempo realizaciones y retos:
La necesidad de enfocar la problemática de los niños y las niñas desde el punto de vista de
los derechos, las garantías y la construcción de ciudadanía.
La necesidad de consolidar la educación inicial como eje de la educación básica, para lo cual
se requiere: fortalecer las sinergias entre educación, salud, medio ambiente, etc.; articular las
áreas del desarrollo como condición de la integralidad; articular los procesos de planeación y
gestión, articular la atención a la niñez, de manera que sea asumida como una estrategia de
desarrollo humano y social, y como una estrategia para la reducción de la pobreza.