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Tema 8b
LA DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA
Las grandes áreas de vacío demográfico, con densidad inferior a la media, son las
comunidades autónomas del interior peninsular, Extremadura, Aragón, Castilla-La Mancha y
Castilla y León, correspondiendo las densidades más bajas a algunas áreas de montaña, con
menos de 10 hab / km².
El origen de este desequilibrio se debe tanto a causas naturales como a causas históricas:
• Los condicionantes naturales que provocan los grandes vacíos poblacionales, están
vinculados a un medio físico difícil en zonas montañosas o desérticas, que presentan
densidades inferiores a los 5 hab / km².
• En cuanto a las causas históricas:
o En la época preindustrial las mayores densidades se situaban en las costas,
sobre todo, la mediterránea en contraste con las llanuras del interior peninsular.
En el siglo XVI, el descubrimiento de América dio a Castilla una gran prosperidad
económica, convirtiéndola en la zona más poblada de la Península.
En el siglo XVII, la crisis económica y demográfica que Castilla vivió, originó
movimientos de población hacia la periferia.
En el siglo XVIII la situación se había invertido y las densidades más altas se
situaban en las regiones costeras e insulares gracias al comercio marítimo, y las
densidades más bajas se daban en el interior peninsular.
o En la época industrial, entre mediados del siglo XIX y la crisis de 1975, se
consolidaron y agudizaron los contrastes en la distribución de la población.
Aumentaron su peso Madrid y las regiones periféricas gracias al crecimiento natural
en Galicia, Andalucía y Murcia, o gracias a la instalación de actividades económicas
que atrajeron población, como la industria en Asturias, País Vasco, Cataluña y en los
ejes del Ebro y del Mediterráneo, y el turismo, en el litoral mediterráneo e insular.
Mientras, las regiones del interior siguieron perdiendo peso demográfico.
o En la época post-industrial, a partir de la crisis de 1975, tienden a mitigarse los
contrastes.
La crisis redujo la atracción de las áreas industrializadas y disminuyó las salidas de
las zonas tradicionalmente emigratorias del interior, que incluso recibieron emigrantes
retornados.
Tras la crisis, los factores actuales de desarrollo, como la primacía de los servicios, la
difusión espacial de la industria, la agricultura tecnificada y el desarrollo endógeno,
junto a una mayor inmigración extranjera, refuerzan la consolidación demográfica de
Madrid y de los ejes mediterráneo y del Ebro pero también promueven procesos de
desconcentración demográfica y económica que favorece un mayor equilibrio.