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INSTITUTO LATINOAMERICANO DE LA COMUNICACIÓN EDUCATIVA

CENTRO DE ESTUDIOS EN COMUNICACIÓN Y


TECNOLOGÍAS EDUCATIVAS

Maestría en Comunicación y Tecnologías Educativas

Módulo de Comunicación y Educación

Tarea Sesión No. 4

Reseña de la Advertencia huxleyana y


Televisión, Audiencias y Educación

Coordinador: Rodrigo González

Tutor: Maestro. Enrique Cuauhtémoc Arellano Aguilar

Sede ILCE
Verónica Peña Caamaño
vpena2709@cecte.orbis.edu.mx
Postman, N. (1991) La advertencia huxleyana. En Divertirse hasta morir: El
discurso público en la era del <<show business>>. (pp. 163 – 171) Trad.
Enrique Odell. Barcelona: Ediciones de la tempestad de Ideas.

El capítulo 11, la advertencia huxleyana analiza el papel de la televisión y más


específicamente, de los programas televisivos que con el humor y
entretenimiento intentan neutralizar toda crítica política y social.

Parte de una comparación entre dos autores visionarios que han profetizado el
desarrollo de las sociedades del futuro, Orwell y Aldous Huxley y aplica este
análisis a la sociedad de Estados Unidos de Norteamérica a la que encuentra
más apegada a las predicciones de Huxley que de Orwell, lo cual es
comprensible, ya que el primero describe una sociedad más apegada a una
dictadura al puro estilo de los países de la Europa Oriental durante el tiempo de
la Guerra Fría, o de países Latinoamericanos.

Los dos autores hacen referencia al despojo de la libertad y del control del
pensamiento, pero en lo que difieren es en el método. Orwell se refiere a una
pérdida más física y acompañada de tiranía con todo lo que esto implica como:
prohibiciones de libros, privación de la información, ocultamiento de la verdad,
sumisión de la cultura etc.
Mientras que Huxley se refiere a una pérdida menos patente, pero quizá más
peligrosa precisamente por este encubrimiento que nos impide defendernos de
ella (ideología sin palabras). Este es el caso del efecto que tiene la tecnología
en las sociedades. Apunta, que toda tecnología trae consigo una ideología
porque impone un estilo de vida, un tipo de relaciones humanas y de ideas
sobre las cuales no hay ni discusión ni oposición.

A lo que él teme es a esta maquinaria de control de pensamiento, originado por


la frivolidad de las conversaciones públicas serias. La transformación en
entretenimiento de los discursos graves como, noticias, política, ciencia,
educación, comercio y religión. Como ejemplo me viene a la memoria el
programa de radio llamado “el Weso” que trivializa toda esta información
política y social relevante para los mexicanos y la transforma en burlas.
Huxley sostiene que a causa de esta trivialización de la cultura llegará el
momento en que nadie tenga interés en leer libros, que a causa de la oferta
excesiva de información pudiéramos ser dominados por la pasividad y al
egoísmo y wue la cantidad enorme de temas irrelevantes pudiera ahogar la
verdad.

Creer devotamente en lo inevitable del progreso y que la tecnología es benéfica


por definición, nos lleva a aceptarla sin cuestionamientos. Se ha visto que los
problemas que ha solucionado la tecnología son por lo menos comparables, a
los problemas que ha causado y estas soluciones solamente han alcanzado a
las minorías.

Como no podemos tomar decisiones drásticas e irrealizables, como borrar de


nuestra existencia la TV, por lo menos tenemos que cuestionarnos la forma en
que debemos verla. Si percibimos sus riesgos el peligro disminuye. Hay que
desmitificar las tecnologías, y esto viene muy a cuento en relación a nuestra
maestría que propone y hace uso de las tecnologías. Nosotros como maestros
debemos tenerlo muy presente y hacer uso de ellas verdaderamente en aras
de la educación y no únicamente por la novedad de su empleo.
La pregunta de que, si debo incorporar el uso de la tecnología a mi clase de
lengua me la he cuestionado ya en otras ocasiones, pues alcanzo a vislumbrar
en el fondo de esto cierta concepción tendenciosa, sin embargo mi respuesta
es que no vamos a podernos sustraer al avance de la tecnología y que al
contrario, debemos manejarla para aplicarla en el momento necesario.

También propone incorporar la crítica de la TV, a la televisión misma; cosa que


yo considero muy difícil que acepten las televisoras, por lo menos en nuestro
medio, en donde ellas son las que tienen el poder absoluto de la información.
Sería pedirles que ellas mismas se dieran la cuchillada.

Huxley también propone la escuela como medio para la educación mediática


de la sociedad pero con reservas, ya que no confía tanto en la eficacia de ella.

Por último apunta el autor del capítulo, que en el libro Un mundo feliz, “. . . que
lo que afligía la gente . . . no era que estaba riendo en lugar de pensar, sino
que no sabía de que se reían y por qué habían dejado de pensar.”
Orozco, G. (2001). Audiencias, Televidencias y Mediaciones: Un
reconocimiento preliminar. En Televisión, Audiencias y Educación. (pp.
19 – 37). Colombia: Grupo Editorial Norma.

La pregunta que trata de responder este capítulo es ¿cómo asumir la televisión


que se nos ofrece y que tenemos, de manera inteligente, productiva, crítica e
independiente, que posibilite la diversión, la educación, la información y el
desarrollo deseable de sus audiencias?

Para su respuesta hay que ubicar la discusión de las Audiencias-Televidencias-


Mediaciones en algunas coordenadas de lo televisivo.
En primer lugar hay que entender que, la mediatización de las sociedades
provoca que la vida cotidiana toda sea invadida en todas sus áreas: individual,
comunitaria, social, hogareña, profesional, privada y pública, lo que posibilita
que penetre los fundamentos del intercambio comunicacional, cultural,
educativo y político, haciendo lo mediático imprescindible en el intercambio
social en su conjunto. Visto de esta manera, la telemediación contemporánea
plantea un dilema en la asunción mediática, porque ésta se da en condiciones
asimétricas de poder y en una situación de despoder creciente de las
audiencias, percibiendo a las audiencias más como mercado, que como un
individuo integral. Las decisiones tomadas han obedecido más a intereses
políticos y económicos, que a las necesidades reales de la sociedad.
La audienciación percibe, a su vez, a los sujetos sociales con un nuevo status
de interlocución, reconocimiento y (auto)percepción en donde la televisión y los
demás medios, se convierten al mismo tiempo, en sus referentes y en sus
vehículos de expresión.
Los sujetos se convierten en audiencias múltiples y son requeridos desde lo
mediático, y desde ahí mediatizados y segmentados en nichos específicos;
estas experiencias definen a los sujetos sociales contemporáneos.

En la jerga de la comunicación el término de audiencia ha perdido su sentido


semántico múltiple, de emisor y receptor; y se ha restringido solamente a
receptor, como sinónimo de un conglomerado de espectadores, pasivos cuya
voz no es esperada, ni escuchada; sin embargo para la discusión que se
pretende abordar en el libro, audiencia se percibe como el “ . . . conjunto
segmentado a partir de sus interacciones mediáticas de sujetos sociales,
activos e interactivos, que no dejan de ser lo que son mientras entablan alguna
relación siempre situada con el referente mediático, sea ésta directa, indirecta o
diferida”. (Orozco, 2001). Desde esta perspectiva la “recepción” se entiende
como una interacción mediada desde diversas fuentes y contextualizaciones
materiales, cognitivas y emocionales, que despliega el sujeto en un proceso
complejo situado en varios escenarios y que incluye estrategias y
negociaciones con el referente mediático, que dan como resultado
apropiaciones en diferentes grados, desde la mera reproducción hasta la
resistencia y contestación. La mediación entonces, no se refiere a un filtro, sino
a un proceso estructurante que configura y orienta la interacción de las
audiencias, con el fin de darle sentido a los referentes mediáticos con los que
interactúan.
De acuerdo al libro, ser audiencia se traduce a tres formas; en primer lugar,
una transformación sustancial de su estructuración, lo que permite una
segmentación mediática con un criterio transversal que enfatiza el juego de
subjetividades, de modos de percepción, ubicados en el ámbito de lo simbólico;
en segundo lugar, modifica el vínculo fundamental entre los sujetos sociales
con su entorno, con los acontecimientos y fuentes tradicionales de información
(barrio, amigos, familia, etc.) y con las fuentes institucionalizadas, como el
gobierno o la iniciativa privada, y su participación se reduce a meras
exclamaciones o reclamos al viento. Por último, el estar siendo audiencia
trastoca los límites espacio-temporales del intercambio social y transpone el
tiempo de la participación real de los sujetos, con esto las audiencias se
“deslocalizan y adestiempan” en el acontecer cotidiano.
Las televidencias se encuentra situadas en las cuatro dimensiones que
caracterizan a la TV: la lingüística, la mediática, la técnica y la institucional.
La televisión posee un lenguaje y una gramática propios. El primero está
compuesto por lo audio-visual en movimiento con la aportación de terceros
lenguajes como la música, lo oral y lo escrito. Su video-gramática se rige por la
lógica del relato y no por la del discurso, lo que privilegia la yuxtaposición, el
collage y el mosaico; todo estimulado con diferentes efectos, que privilegian la
connotación y no la denotación, lo que proporciona una encodificación
particular, orientada y sugerida a la sudiencia. Los significantes se vuelven
significados, lo que posibilita solamente cierto rango de respuesta más
orientada hacia el ámbito emocional, que al racional. Es esta dimensión la que
más molesta a los entendidos, porque revoluciona el sentimiento en lo
individual y en lo colectivo.
La interacción de los sujetos-audiencia se realiza contextualizada en formatos y
géneros característicos de la televisión. En un interminable e intermitente flujo
de relatos, estructurados en escenas, secuencias y partes garantizando los
cortes publicitarios, que a su vez definen los altibajos dramáticos. Cada género
tiene a su vez una gramática propia de segundo orden que permite empaquetar
la oferta televisiva en el tipo de programaciones como: barras, horarios, series,
canales, etc., definidas con base en lógicas mercantiles. La mediacidad
televisiva se guía por el “rating”. Por otro lado, en los sujetos audiencia se
desarrollan hábitos y costumbres televisivos que los conducen a un despliegue
de estrategias y ritualidades con un mínimo grado de elección.
La videotecnología hace posible la policromía como la instantaneidad de su
presentación, la versatilidad de sus contenidos y encuadres y su extraordinaria
capacidad de representación, lo que ocasiona que, generalmente, se prefiera
televidenciar acontecimientos en la pantalla, que en la vida real. Esta relación
con la TV es más que la transmisión de información, es una revolución
perceptual por el vínculo que se establece durante, pero también después y
afuera, lo que la hace un recurso didáctico de grandes alcances.
El carácter de institución social de la TV le confiere mucha autoridad en su
relación con las audiencias; sin embargo las alianzas de aquella, con algunas
excepciones, no han sido con su público, sino con el poder político y
económico, llevando a las audiencias al consumismo individualista de distinción
y éxito. Si bien las audiencias tienen la posibilidad de elegir, la hegemonía de la
televisión ejerce una influencia grande en ellas haciéndolas vulnerables a la
diversión y a enchufarse a ella y olvidarse de la realidad.
Lo cual no permite comprender, que a una audiencia se le puede educar, como
podría ser el caso de nuestros alumnos al utilizar el recurso de la televisión
como una herramienta didáctica, para nuestra materia y para la reeducación de
las audiencias. .

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