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ANALISIS COMPARATIVO PARA LA

AUTONOMIA Y EDUCACIÓN DEMOCRATICA


De modo que Ud. Es profesor.
Por alguna razón, usted ha decidido que la docencia es una carrera importante e
interesante. Ha llegado a la conclusión que trabajar con niños y adolescentes, es excitante y
significativo, que existe un estímulo y satisfacción especial en el hecho de ayudar a alguien a
compartir lo que usted sabe y aprecia. Aunque no sea posible determinar todas las influencias
que le condujeron a tomar tal decisión, indudablemente nos permitiremos suponer que deriva
en parte de la clase de profesores con los usted ha estado en contacto. Tal vez algún profesor
en particular lo ayudó a esclarecer su propia existencia, o tal vez sus experiencias lo han
llevado a decidir que usted es mejor que algunos profesores que ha conocido.

Resulta difícil encontrar un modelo único para el docente de éxito. Probablemente la


calidad que todos tienen en común es ser personas humanitarias e interesantes. Pero existen
muchas formas de ser humanitario, y otras tantas de ser interesantes. Durante generaciones,
han proliferado las discusiones en el sentido de determinar si un profesor es “bueno” porque
conoce una materia de estudio o si lo es por su experiencia pedagógica.

Aunque algunos críticos de la Educación Chilena han sostenido que ser un buen
estudioso de una materia es calificación suficiente para ser un buen profesor. Sin embargo,
todos recordamos profesores que eran grandes conocedores de su tema, pero que carecían de
aptitudes para enseñarlo. De la misma manera, se ha llegado a aceptar el hecho que un
docente es algo más que un buen técnico.

Todos recordamos también profesores, que empleaban una serie de trucos


pedagógicos, pero que no podían responder a una simple pregunta que exigiera otros
conocimientos fuera de los que figuraban en el texto. Evidentemente, los mejores docentes son
los que saben no sólo de qué están hablando, sino que también permiten descubrir por sí
mismo la libertad que confieren esos conocimientos

Más allá del equilibrio entre conocimiento y capacidad pedagógica, ¿qué atributos
convierten a un individuo en un buen docente? ¿Cuáles son algunas de las formas en que un
profesor puede ser simultáneamente humano e interesante, con tal de centrar el aprendizaje
como foco de atención?.
Una visita realizada a distintos profesores
en sus aulas
Profesor Señor. MANUEL ROJAS.
Parece una persona agradable. No aparenta preocuparse por el modo ruidoso
en que los alumnos entran en el aula. Cuando suena la campana, está revisando
algunos papeles. Con el sonido de la campana, los alumnos al verlo dentro de la sala
se callan y prestan atención a las indicaciones, en la pizarra cuelga una lámina, luego
de realizar un examen de lo que la lámina representa, comienza un estruendo de sillas
cuando seis alumnos se desplazan hacia el frente de aula, se dirigen al profesor y le
presenta un informe relacionado con el tema de la lámina, a los pocos minutos se
produce una discusión algo ruidosa, pues algunos alumnos se aferran a sus puntos de
vistas. El Sr. Rojas ocasionalmente hace de moderador, pero no efectúa comentarios
sobre el tema. Cuando faltan unos cinco minutos para que termine el período, llama a
dos de los alumnos para que resuman los informes a favor y en contra, sintetizando el
punto de vista opuesto al presentado en el informe.
EL AULA
El aula del Sr. Rojas, está llena de gráficos, modelos plásticos del cuerpo
humano y una buena cantidad de láminas realizadas por alumnos. Hay una gran
biblioteca con textos de Ciencias Naturales y cuenta con Videos sobre temas diversos
para sus clases.
EL PROFESOR
Luego de su clase el Sr. Rojas explica que es su séptimo año en la docencia. El
primer año en que enseñe hablaba demasiado. Mientras hacía práctica, siendo
estudiante, advertí que en realidad no dominaba lo suficiente las materias a enseñar, de
modo que pase mi primer año leyendo y preparando notas detalladas para mis clases.
Recuerdo que pensaba que al hablar yo mismo durante todo el período, los
alumnos me plantearían preguntas a las que no podría responder. Cuando miro hacia
atrás recuerdo muchas faltas de atención y conversación durante mi clase; debo haber
sido bastante monótono. De todos modos, pasado mi primer año, comencé a
experimentar con distintas técnicas didácticas. Pertenezco a varias organizaciones
profesionales, y de sus periódicos y conferencias obtienen una gran cantidad de
información práctica sobre la enseñanza. Si me parece adecuada la utilizo en la
preparación de mis clases.
EL ALUMNO
Uno no puede evitar interesarse en la clase del Sr. Rojas, realmente, sorprende
a los TRAGALIBROS usted sabe a que me refiero: esos chicos que anotan todo lo que
dice el profesor para el examen. Hay días enteros en que el Sr. Rojas no abre la boca.
A veces nos escapamos por la tangente y tiene que traernos de vuelta. Conocer los
datos no basta en su clase.
También tiene un gran sentido del humor. No quiero decir que es un payaso o
algo por el estilo, sino que por lo general tiene algo grandioso que decir, y de una
manera siempre está relacionado con la lección. Además de hacer bromas, también
sabe como recibirlas. El Sr. Rojas dice que si uno no sabe reír no sabe vivir.
EL PADRE
Me acuerdo de las clases de Ciencias Naturales, era un montón de cosas para
memorizar. Pero Rodrigo vuelve a casa hablando de asuntos que yo mismo tengo que
repasar. Algunos padres se escandalizaron cuando la clase estudió la reproducción
humana, pero cuando el director apoyó al Sr. Rojas y descubrieron que se trataba el
tema con pudor y sensibilidad, se callaron. Rodrigo me dice que ahora están
estudiando el efecto que causa la contaminación.
EL DIRECTOR
El Sr. Rojas es uno de los mejores profesores del colegio. De acuerdo con las
opiniones que me llegan de sus alumnos, parece que se mantiene actualizado y los
hace interesarse en el estudio. A veces sus clases se tornan ruidosas y algunos
profesores de las aulas vecinas se quejan. Lo único que me molesta, sin embargo, es
que trata algunos temas bastante discutidos sin consultar primero conmigo.
PROFESORA MARIA VERA

El nombre de la Srta. María Vera es descriptivo. Es joven y mide apenas un


metro cincuenta. Podría confundirse con una alumna, salvo por el hecho de que lleva
tacones altos. Su clase es la de geografía y el tema es de América latina. Cuando
ingresa con sus alumnas a la sala, rápidamente se dirige hacia su mesa y ubicándose
detrás de ella comienza a hablar de las características geográficas de Sudamérica. La
voz de la Srta. Vera es sorprendentemente alta, para una persona tan pequeña, pero
no parece particularmente segura de sí misma. Algunos miembros del curso parecen
tomar apuntes, pero otros miran a través de la ventana. Luego de 40 minutos de charla,
con alguna referencia ocasional al mapa y una que otra pregunta específica sobre el
texto a los alumnos, la Srta. Vera anuncia “Voy a mostrarles una fotografía como son
los nativos de Colombia. A medida que muestra las fotos y describe las condiciones de
vida contrastante de las distantes gentes que pueblan el país, se ve más tranquila y
segura, y los alumnos muestran mayor interés. Sin embargo, antes de que terminen las
fotos, suena la campana y los alumnos salen ruidosamente. La Srta. Vera, no puede
concluir la lección.
EL AULA
Está algo vacía. Sobre una de las paredes, un diario mural, muestra unos
cuantos recortes de periódicos sobre humor y deporte.
LA PROFESORA
Probablemente será obvio que se trata de mi primer trabajo. En realidad, tuve
suerte al conseguirlo. Llegué justo en el momento en que había renunciado un profesor,
a mitad de año, y creo que el director me tomó por inercia. Poseo una licenciatura en
sociología y pertenecí a la Cruz Roja Internacional.
Nunca he seguido un curso de metodología de la enseñanza, de manera que
estoy asistiendo a clases dos noches por semana en la Universidad: una sobre
metodología y la otra sobre geografía. Tendré que seguir un curso de didáctica, a veces
no me duermo mucho con la idea sobre cómo enseñar, pero sigo poniéndome nerviosa
en clase.
EL ALUMNO
La Srta. Vera a veces se mete en un problema. Hay días en que no le alcanza el
material y otros como hoy en que olvida concluir a tiempo para darnos los deberes. De
todos modos nos cuenta historias realmente interesantes sobre sus experiencias en la
Cruz Roja. A Veces se pone histérica con nosotros y nos dice que no sabemos
apreciar la oportunidad de educarnos que hemos tenido. Esta bien: aprenderán.
EL PADRE
La Srta. Vera, es una especie de ídolo para mi hija y algunas de sus amigas. Tal
vez eso se deba a que es una mujer que ha hecho algo fuera de lo corriente al prestar
servicio en la Cruz Roja Internacional. Pienso que la Srta. Vera, ha logrado que
Monserrat mi hija, piense en su futuro y lo que hará en él.
EL DIRECTOR
Se contrató a la Srta. Vera cuando le faltaban muchos de los requisitos formales
para enseñar. Si tenemos en cuenta, su experiencia anterior, le está yendo bastante
bien. Está aprovechando mucho sus experiencias para terminar bien el año.
Creo que tiene algo que se necesita: interés en su profesión, el deseo de
aprender todo lo que pueda, y espíritu de aventura. Sin embargo, lamento que no haya
contado con todo esto antes.
PROFESORA Sra. CRISTINA ARAYA
La Sra. Araya es una mujer reservada, de mediana edad, está silenciosamente de
pie frente a sus alumnos, ellos pasan callados y se sientan. No se oye ruido ni charla antes del
sonido de campana como ocurría en la clase del Sr. Rojas. Los alumnos leen en vos alta “El
Quijote”, mientras la Sra. Araya, intercala comentarios sobre los distintos pasajes. La mayoría
de los alumnos prestan razonable atención, pero dos estudiantes, sentados al final,
intercambian notas.
Hacia el fin del período, la Sra. Araya, distribuye copias de un artículo de una
revista, que examina el problema de sí fue Cervantes u otro(s) quien escribió las obras
atribuidas al primero. El artículo debe ser leído en casa para su discusión al día siguiente.
Durante los últimos diez minutos de clase, los alumnos comienzan sus deberes.

EL AULA
El aula de la Sra. Araya es un modelo de orden. Sus presentaciones audiovisuales son
mucho más ordenadas que las del Sr. Rojas, las arregla ella misma. Clasifica el material para
cada tema en sobres que vuelve a utilizar todos los años. Entre los claveles y rosas de las
macetas que se encuentran sobre el alféizar de la ventana, hay diccionarios y colecciones de
obras de los autores que se estudiarán durante el año. Un armario, en la parte posterior del
aula, contiene copias de material mimeografiado que se distribuye cuando corresponde

LA PROFESORA
He enseñado durante veinte años, y en mi experiencia, los alumnos trabajan
mejor cuando saben exactamente qué es lo que se espera de ellos. Mis alumnos saben
que el aula es un lugar para trabajar seriamente. Mi trabajo consiste en planear y
ejecutar las lecciones, y el de ellos, en realizar la tarea asignada y aprender. Todos
sabemos qué tenemos que hacer y lo hacemos.

EL ALUMNO
La Sra. Araya es buena, pero no acepta bromas. A veces un alumno nuevo la
pasa bastante mal antes de aprender. Simplemente, nos atraviesa con la mirada. Sus
clases son bastante buenas y pienso que aprendemos, pero me gustaría que sonriera
un poco más.

EL PADRE
LA Sra. Araya es una profesora hecha y derecha. Es a la manera antigua. Estos
profesores nuevos son demasiado débiles y tranquilos. No ocurre esto con la Sra.
Araya, hace marcar el paso a los chicos. Carlos nuestro hijo, se inclinaba a haraganear,
hasta que entro su clase.
EL DIRECTOR
La Sra. Araya es excelente. Estaba aquí cuando llegué, y pienso que seguirá
estando cuando me vaya. Para ella la docencia es un trabajo serio, y sus informes
siempre llega a tiempo y son modelos de exactitud.
He notado algo interesante: los pocos días en que la Sra. Araya está enferma y
tenemos que buscar un suplente, éste comenta siempre que los alumnos están en
condiciones de decir de qué tratará la clase, y se preocupan por no atrasarse en los
planes que ha establecido la Sra. Araya. Su disciplina forma parte de los propios
alumnos después de un tiempo.
PROFESOR Sr-. ALBERTO ESCARATE
El Sr. Escárate es un técnico eléctrico, y enseña electricidad en un Liceo Técnico
Profesional. Sus alumnos en este momento están aprendiendo electricidad; varios están
trabajando en sus propios aparatos de radio, y otros efectúan investigaciones sobre la materia
en una sala adecuada para ello a un costado del área principal del taller. El Sr. Escárate recorre
los pupitres, comentando el trabajo de los alumnos, y ayudándolos ocasionalmente a soldar una
pieza. Sin embargo, pasados unos momentos se dedica a conversar con un estudiante en la
oficina que existe en esa aula tecnológica. Tan pronto como sale un alumno, entra otro, al final
del período, han entrado cuatro alumnos a la oficina.
EL AULA
El equipo del aula es relativamente nuevo y está bien conservado, pero no
trasunta ningún intento de convertir la sala en algo más que el taller que efectivamente
es. Aproximadamente cinco minutos antes de que termine el período, los alumnos
comienzan a guardar sus proyectos y reubican las herramientas y útiles. Cuando suena
la campana, todo está en orden.
EL PROFESOR
El Sr. Escaráte explica que por alguna razón se ha convertido en padre y
profesor de sus alumnos. No sabe muy bien cómo ocurrió. Opina que quizás fue porque
tiene más o menos la misma edad que muchos de sus padres y porque, a diferencia de
varios de éstos, se encuentra dispuesto a escucharlos:
Los alumnos a menudo vienen a verme después de clase. Uno o dos de los
muchachos con los que conversé durante la clase vendrán por la tarde. Después tengo
que programar mis clases para el día siguiente. Rara vez puedo retirarme antes de las
6 de la tarde, pero no me importa. Estos chicos generalmente son los que no irán a la
universidad y, desafortunadamente, nuestra escuela no se interesa tanto por ellos como
por los otros.
Supongo que estoy invadiendo el área del orientador, pero a éste no parece
molestarle.
EL ALUMNO
El Sr. Escárate es fantástico, Es la única persona en este colegio que nos
escucha y que nos ayudará a conseguir empleo cuando egresemos. Algunos de
nosotros pensábamos dejar el colegio, pero nos convenció de que no lo hiciéramos
EL PADRE
No me gustaba al principio el Sr. Escárate. Mi hijo siempre estaba diciendo: El
Sr. Escárate esto o el Sr. Escárate lo otro. Hasta que fui al colegio para decirle que se
metiera en sus cosas, pero se alegró tanto al verme que no pude quejarme,.
Conversamos sobre mi muchacho durante largo rato y creo que aprendí unas cuantas
cosas.
EL DIRECTOR
Pienso que el Sr. Escárate está en lo cierto. Creo que de alguna manera somos
menos sensibles a las necesidades de los chicos de los talleres. Somos un colegio
grande, y la mayoría de nuestros alumnos no ingresan a la universidad. El Sr. Escárate
tal vez no sea el mejor profesor de taller, pero ayuda a sus alumnos a prestar atención
a sus problemas y trabajar con ellos.
PROFESORA Sra.. PIA REBOLLEDO
La precisión de la materia que enseña la Sra. Rebolledo no se vislumbra con la
rapidez con que escribe y explica las soluciones a los problemas que está estudiando
en clase. Aunque es una profesora competente, la principal virtud de la Sra. Rebolledo
es su contribución al espíritu de compañerismo del colegio. Siempre tiene un alegre
saludo para todos aún los días Viernes por la tarde. Está particularmente bien
informada sobre los asuntos del colegio, y dedica algunos minutos de casi todos los
períodos a discutir las últimas novedades de la escuela con sus alumnos. Está presente
en todas las funciones del colegio, y promueve voluntariamente actividades entre los
alumnos.
La Sra. Rebolledo, fue la primera profesora de clase social baja, asignada a este
colegio, durante los primeros meses tuvo que hacer frente a la animosidad de varios
alumnos. Sin embargo, su encanto, vivacidad y conocimiento de su materia, ya hace
mucho tiempo que han eliminado cualquier prejuicio que pudiera existir.
EL AULA
El aula de la Sra. Rebolledo es acogedora de un modo hogareño. El arreglo no
es algo casual: hay flores y una gran variedad de revistas. Su diario mural no
demuestra excesiva imaginación, pero ha sido utilizada para instruir e informar a los
alumnos. Siempre a la vista están los afiches con las últimas actividades, hay
fotografías de la mascota del colegio al, igual que la mascota de éste, que le fuera
regalado a la Sra. Rebolledo por el curso que egresó el año anterior.
LA PROFESORA
Me gusta enseñar Matemáticas, pero creo que más me agrada, es simplemente
trabajar en la escuela, con los alumnos. Hace sólo dos años que estoy aquí.
EL ALUMNO
La Sra. Rebolledo, está bien como profesora. A veces se equivoca en los
problemas que estamos estudiando, pero no se enoja cuando la corregimos y
realmente aprendimos matemáticas. Como persona es magnifica. Lo que más nos
gusta es su interés en las actividades del colegio. Concurre a todos los acontecimientos
y felicita a los alumnos por lo bien que actuaron en obras de teatro o en los partidos de
fútbol. Hasta llegó a decirnos algo amable sobre el equipo de básquetbol luego de que
éste perdiera por cuarenta puntos. Creo que a veces abusamos de su buena
disposición para ayudarnos a lo que hacemos, pero nunca se queja. ¿Su clase social?
Bueno, es de clase baja; pero, ¿cuál es la diferencia? Nunca la he notado.
EL PADRE
Nuestra hija egresa de la enseñanza básica, y está bastante excitada con la
cuestión fiesta y el baile de despedida. Se trata de un acontecimiento nuevo. El curso
se ocupará de varios proyectos para pagar todos los gastos. La Sra. Rebolledo, dedica
varios sábados durante el año para organizar esto y así ayudar a los alumnos.
EL DIRECTOR
La Sra. Rebolledo logra hacer cosas que yo ni siquiera intentaría.
Si reflexionamos acerca
de las distintas EL MAESTRO IDEAL cualidades del Sr.
Rojas, Srta. Vera, Sra. Araya, Sr.
Escárate y la Sra. Rebolledo, ¿qué es lo
que tienen de bueno como docentes? ¿Algunos de ellos es un profesor ideal?. Algunos
se concentran en su materia, mientras otros están orientados más bien hacia las
personas. Sus enfoques de la organización y operación cotidiana son tan variados
como ellos mismos. ¿Cuál es la cualidad especial o cualidades que poseen cada uno y
que permite que lo llamemos profesor?. Cada uno tiene defectos obvios, pero todos
logran en alguna medida ayudar a los alumnos a descubrir conocimientos, su propia
personalidad, o ambos.

Puesto que tienen defectos, no podemos decir que ninguno sea ideal, Sin
embargo, ¿ha conocido usted algún ser humano que no tuviera defectos?. Los defectos
son los que nos ayudan a ser humanos. Quizás el reconocimiento de las deficiencias de
a las personas que admiramos, nos permita concebir la manera de llegar a ser como
ellos en los aspectos en que queremos imitarlos. En síntesis, el maestro ideal un
profesor sin defectos es un mito. Concentrar los propios esfuerzos en tratar de alcanzar
el ideal es perder la oportunidad de desarrollar en forma realista las propias aptitudes y
potencialidades
EL PROCESO DE ENSEÑAR Y APRENDER PARA
LA EFICIENCIA
El debate acerca de la esencia de lo que constituye una buena enseñanza a

veces ha generado más calor que luminosidad. Tanto teóricos como docentes en

ejercicio, se han visto forzados a adoptar posiciones más extremas de lo que realmente

desean. Un análisis de las diversas posiciones se reduce a: “SABER QUÉ” “SABER

POR QUÉ” y “SABER CÓMO”. La posición “QUE” subraya los conocimientos de cada

asignatura. La Posición “POR QUE” tiene que ver con los valores en sentido amplio,

con los propósitos y la continuidad de la cultura. La posición “CÓMO” se ocupa de los

métodos prácticos de la enseñanza.


EQUILIBRIO DEL
PODER EN EL AULA
DEMOCRATICA Y
EFICIENTE

La persona que quiera convertirse en un buen profesor debe lograr un equilibrio


entre el “POR QUË”, el “QUË” y el “CÖMO” . la Incapacidad de saber el “por qué” tiene
como consecuencia una enseñanza sin objetivos, desorganizada, que subraya
inevitablemente la adquisición de información misma. El profesor que no conoce su
tema no puede determinar “por qué” está enseñando o “ qué” debe enseñar; el uso de
los equipos audiovisuales más modernos no podrá ocultar el hecho qué pura y
simplemente no sabe de qué está hablando. Asimismo, el conocimiento de una materia
que no se puede comunicar a los alumnos carece de valor.
Debemos puntualizar dos aspectos adicionales relacionados con el proceso de
enseñar y aprender. El primero es la consideración del alumno como objeto del proceso
de enseñar y aprender. Puede denominarse “conocer al alumno”. Los críticos de la
educación de orientación académica han ignorado en gran parte los que investigan la
psicología del niño y adolescente y la teoría de la enseñanza. Enseñar y aprender
constituyen un proceso; y si el alumno no aprende, el profesor no está enseñando con
eficacia. El buen profesor no puede para por alto factores que afectan a la capacidad de
aprender del alumno.
El segundo aspecto puede denominarse “saber en que medida”. Una parte
importante de la tarea de un profesor es la evaluación. Debe determinarse el progreso
efectuado hacia los objetivos fijados por el alumno como aprendiz y por el profesor
como maestro.
Una concepción popular errónea de la democracia en el aula es que es natural y
automáticamente ha de terminar en el caos. Implícita es esta falsa representación está
la noción de que los alumnos de una clase democrática tienen libertad para decidir lo
que ocurrirá día a día que reina el desorden y la confusión, y que los alumnos se
ocupan de proyecto “pretensiones” que poco o nada tienen que ver con el contenido
académico.
Tal concepción no corresponde a ala democracia en el aula, sino más bien a la
anarquía en el aula. La actividad arbitraria y discontinua que tiene lugar en medio de la
confusión y el desorden obra directamente en contra de los principios democráticos.
El problema reside en el significado del término “democrático”. Es muy difícil
establecer una definición que todos acepten en el único sentido que realmente importa:
la forma de actuar de la gente. Las naciones utilizan la palabra de distintas maneras.
Del mismo modo, los educadores experimentan dificultades al tratar de identificar al
aula democrática o al profesor democrático. Una parte del problema posiblemente se
deba al hecho que muy pocos han presenciado la democracia en la educación.
En un establecimiento educacional de la Primera Región un director planteaba y
aseguraba que se iba a presenciar la clase más experimental y democrática de la
ciudad, comentaba un supervisor educacional de la Región. Me llevaron al aula que se
encontraba separada de las otras del edificio, justo antes de sonar la campana de
salida. El clamor proveniente de aquella, con las puertas cerradas, era sorprendente.
Cuando llegamos, a través de los paneles de vidrio de las puertas, pude ver a los
alumnos mientras se desplazaban por el recinto. Dos niñas bailaban en el fondo de la
sala. Sonó la campana, e instantáneamente los alumnos salieron corriendo, chocando
conmigo y con el director. Ninguno pidió disculpas, ni pareció notar nuestra presencia.
Fui presentado a la Sra. Iris, quien me dio un cordial apretón de manos. Habló
brevemente de la necesidad de enseñar a los jóvenes la “manera democrática”, y me
abandonó rápidamente mientras escoltaba al director hacia la salida.
En ese momento sonó la campana para dar comienzo a la segunda clase. Luego
de algunos segundos, muchos estudiantes ingresaron en el aula, algunos golpeándose
entre sí, otros tomados de la mano, algunos guardando paquetes de cigarrillos todos a
los gritos y sin preocuparse por su asignatura, por el aula, la profesora o el visitante.
Una vez que entraron la mayoría de los alumnos, la profesora reapareció
“quietos, chicos”, y al pasar uno de ellos me dijo: “disculpe, llego tarde porque no
podía estar sin fumar un cigarrillo”.
No creo que se pueda decir siquiera que la clase comenzó, como tampoco que
concluyó. Los alumnos que indudablemente parecía por lo menos de capacidad
mediana, y que provenía de hogares nivel socioeconómico medio, hacían exactamente
lo que querían, que en general era charlar y hacer payasadas. Durante el período vi lo
siguiente: un grupo escuchaba un disco de Ymas Sumac (me dijeron que porque es
peruana, y puesto que en Perú tienen pirámides, es importante percibir la relación entre
ella y Egipto, donde también tienen pirámides); algunos alumnos escribían en sus libros
de texto (garabatos y notas personales); un grupo pequeño planeaba colocar un diario
mural con noticias (no llegó a fijarse el tema); algunos alumnos hojeaban revistas e
historietas; un muchacho y una chica flirteaban entrando a un armario y volviendo a
salir. Dos veces durante el período la profesora volvió a lo que estaba conversando con
algunos alumnos o grupos. Me sorprendió lo insignificante que parecía. Los alumnos le
respondían exactamente de la misma manera en que se respondían los unos a los
otros: es decir, con desdén y burla. Antes de que finalizare la clase, dejé el aula. Nadie
lo advirtió; me fui al auto y permanecí sentado durante algunos minutos, mientras
consideraba mi experiencia. Lo único que pensaba era “Si eso es la democracia en el
aula, estamos en un problema”.
La Sra. Iris está en lo correcto al afirmar que los alumnos tienen que asimilar la
“manera democrática”, pero su enfoque conduce a otra cosa: a la alineación, al
desprecio, al ridículo, a la falta de objetivos y a la irresponsabilidad, nada de lo cual
caracteriza a la democracia.
La democracia puede y debe manifestarse en la educación, según la premisa de
que la ciudadanía, en una democracia, exige un adiestramiento práctico y aprobado
que le permitía funcionar en tal sistema. Negar a los alumnos este adiestramiento
significa restringir su evolución personal y limitar así los recursos de la sociedad.
Un profesor que implementa el programa trabajando con los alumnos en la
solución de problemas comúnes, y otro que lo hace permitiendo al régimen imponer su
voluntad a los individuos quizás piensen que están desarrollando una conducta
conforme a los principios democráticos. Ambos profesores podrán afirmar con tal
sinceridad que están fomentando un comportamiento democrático. Ambos tal vez estén
honestamente convencidos que son líderes democráticos.
DEFINICIÓN DE AULA
DEMOCRATICA – EFICIENTE Aunque los
profesores
sean personas de
buena voluntad, no por eso serán democráticos. La buena voluntad no es sinónimo de
democracia. Consideremos dos clases:
a) “El Sr. Fuentes pensaba en sus alumnos de la asignatura de castellano. Quería
asegurarse de que comprendían que un idioma es la puerta de entrada a una cultura.
Supongamos que encaraba el tema de la fiesta del rodeo nacional.
Podría introducir algunos de los grandes rasgos de este espectáculo tradicional.
Luego, al presenciar la reacción de los alumnos, les mostraría una serie de alternativas
para que continuaran investigando el tema por su cuenta. Algunos tal vez querrían ver
una película sobre las corridas de los rodeos. Otros desearían leer las crónicas sobre
estos acontecimientos en La Prensa, periódicos que el profesor guardaba en el archivo.
Además, la biblioteca contaba con una serie de cuentos. Los mismos alumnos
sugerirían otras posibilidades. Desarrollarían juntos los planes finales para la
asignatura.
b) El Sr. Contreras, profesor de Inglés, también estaba planeando su trabajo para la
semana siguiente. Ahora, se dijo a sí mismo, acabamos de terminar la primera
introducción real a los verbos irregulares. Veamos….. Tomó rápidamente el libro y
busco el capítulo siguiente.
b.1.) “ Ah, un examen de la voz pasiva. Bueno, creo que la semana que viene
dedicaremos la primera parte del tiempo a repasar los verbos irregulares. ¡Es tan difícil
para esos alumnos lentos que se sientan junto a la ventana recordar cualquier cosa!.
Luego, después de llenar un cuestionario les saldré con eso para ver quién ha estado
estudiando realmente, repasaré el material del capítulo siguiente. Pienso que puede
hacer los ejercicios durante la clase del martes, y esto los mantendrá ocupado. El
miércoles traducirán el párrafo, el viernes tendremos práctica oral. Utilizaré un juego de
ortografía de maneras que notaré enseguida quién conoce el tema. Más tarde, el
viernes, el viernes es el día que saldremos temprano por horario y todos estarán
excitados, por lo tanto les pasaré ese vídeo y tendré lista una prueba para la segunda
mitad del período”.
Ambos profesores están planeando su trabajo. Ambos actúan con buena
voluntad. Sin embargo, existe una diferencia. El Sr. Fuentes planea la clase teniendo
en cuenta tanto el tema de su materia como a sus alumnos, tratando de saber algo de
ellos. El Sr. Contreras contempla la materia y trata de adaptarla a los alumnos a ésta,
aunque tenga que castigarlos. Quiere que prendan, pero utiliza medios que podrán
resultar humillantes o intimidatorios. Desgraciadamente, es más fácil ser el Sr.
Contreras. El Sr. Fuentes, tiene que ser flexible, conocer a sus alumnos, poseer una
gran variedad de recursos didácticos a su alcance, y muchos de éstos exigen superar
grandes trámites burocráticos. El Sr. Contreras puede actuar durante semanas con una
consideración mínima de las diferencias existentes entre los alumnos, con el material
didáctico estrictamente esencial, y sin ninguna preparación propia exterior a la clase.
El Sr. Contreras indudablemente es capaz, pero no se beneficia del talento,
intereses o ideas cooperativas de sus alumnos; en síntesis, es antidemocrático. El Sr.
Fuentes planea emplear la capacidad gustos e ideas particulares de sus alumnos. Pero,
¿esto equivale necesariamente a ser democrático?.
Al igual que otros profesores, el Sr. Fuentes posee conocimientos, es un
adulto, está investido de autoridad por la ley, y lo rodea la aureola del padre. Estos
“derechos”, tanto públicos como ocultos, son importantes,. Aseguran al Sr. Fuentes
una cierta posición “ascendente” en la sociedad.
Con tales credenciales, se podría intentar decir la última palabra sobre lo que
los alumnos deben saber y cómo deben encarar la clase. Además, los alumnos pueden
opinar y elegir al Sr. Fuentes como profesor. Por otra parte, el Sr. Fuentes tampoco
eligió como alumnos al agresivo Patricio y a la malhumorada Alejandra. Y, sin embargo,
el Sr. Fuentes es un “buen” profesor. Los “derechos automáticos de los profesores,
los súbditos renuentes y el liderazgo arbitrario no contribuyen a establecer una
situación democrática”. Por lo tanto, la democracia debe ser definida nuevamente si
se la quiere vincular legítimamente con la educación.
La educación democrática debe ser considerada fundamentalmente como un
sistema social destinado a desarrollar mejores relaciones humanas. Si se satisfacen las
necesidades de los alumnos, si éstos adquieren progresivamente la capacidad de hacer
frente a su mundo, si están desarrollando un control cada vez mayor en la conducción
de sus propios asuntos, si tienen la posibilidad de aprender más como resultado de sus
estudios actuales, entonces probablemente el aula será democrática. El profesor que
permite y provoca tales experiencias es, por consiguiente, un profesor democrático.
LA LIBERTAD DENTRO DEL REGLAMENTO
Un aula democrática sigue un procedimiento ordenado; existen reglas que
son afirmaciones rígidas de lo que se debe y no se debe hacer. Son normas que se han
desenvuelto de acuerdo con las necesidades demostradas por los alumnos, y se las
aplica con equidad y humanidad. Si alguien está presentando un informe, los demás
escuchan; si un miembro del grupo tiene que cumplir una tarea, debe encargarse de
terminarla a tiempo, porque el grupo la necesitará. Estas y otras normas similares
gobiernan la vida social en cualquier grupo, e indudablemente debemos esperarlas en
el aula.
Pero, ¿ qué ocurre si un profesor establece una norma que
no agrada a los alumnos ?
“En una clase de ciencias, la Srta. Sofía declaró que todos los alumnos tendrían que
terminar la lista de experimentos del tema que están estudiando para que cualquiera de
ellos pudiera pasar al siguiente. Tres alumnos terminaron mucho antes que los otros y
permanecieron una semana en la biblioteca, mientras el resto de la clase los alcanzaba.
Aún al final de la semana, dos alumnos todavía no habían realizado varios
experimentos. Esto significa postergar el tema siguiente durante dos o tres días más.
Los alumnos pensaron que la regla impuesta por la Srta. Sofía era arbitraria y que no
debía aplicarse a los puntos siguientes”.
Evidentemente, la profesora tenía razón para su decisión. Se necesitaba alguna
introducción general para que la clase pasara a los experimentos del tema siguiente.
Habría sido ineficaz impartir tales instrucciones a dos o tres alumnos por vez, y difícil
pedir material simultáneamente para una serie de experimentos diferentes. Sin
embargo, los alumnos también tenían un punto a favor: la norma actual beneficiaba
sólo a los más lentos y castigaba a los más rápidos por terminar antes su trabajo.
“¿Para qué terminar antes de tiempo, y aún a tiempo”?, pensaron los alumnos. “
De todos modos habrá que esperar a los otros”
El profesor democrático discute con sus alumnos el razonamiento que se
oculta detrás de una norma y los posibles problemas que derivarán de ésta, exigiendo a
la clase una solución más aceptable.
¿Qué pasará si se trata de una norma del colegio y no se permite tales
desviaciones o arreglos?. Los alumnos quizás no estén entonces en condiciones de
modificarla. En tal caso, debe examinarse todo el problema de los reglamentos y de lo
que debemos hacer con éstos. ¿Para qué existen las normas?. En un juego
existen normas muy definidas, sin las cuales aquél no podría subsistir. Una persona no
puede modificarlas simplemente porque le causan un inconveniente personal. En una
democracia, las normas sirven para asegurar el mantenimiento del orden y el juego
limpio. Los alumnos deben examinar objetivamente tal funcionamiento de las normas
en una democracia. Así, llegarán a descubrir, por ejemplo que una norma personalista
que tanto se defiende puede resultar anacrónica, arbitraria o contraria al sentido común,
y en realidad obstaculizan el propósito para el que fueron fijadas las demás normas,
hay que buscar una forma ordenada de modificarla. De esta manera, llegarán a admitir
que el cambio ordenado otorga libertad, siempre dentro de la seguridad.
Las normas no son sino un elemento del tipo de seguridad que produce una
atmósfera democrática en el aula. Otro elemento es el claro reconocimiento, tanto por
el alumno como por el profesor, del papel y área de responsabilidad del otro. El
profesor que busca conducir su clase democráticamente no debe hacer creer a sus
alumnos que posee mayor libertad y poder que los que realmente piensa concederles.
ESCUELAS MARGINALES

En las escuelas marginales urbanas o rurales, los alumnos están


particularmente habituados a ser “dirigidos”. La relación entre democracia y escuela
parece revestir poco o ningún significado para muchos de ellos. De hecho, las
experiencias de los estudiantes de esas escuelas con demasiada frecuencia sugieren
que la indiferencia es la cualidad que más corrientemente asocian con la democracia en
la escuela.
En las escuelas “mixtas”, donde se supone que la democracia opera en
todos los niveles, los estudiantes minoritarios informan que frecuentemente tienen que
hacer frente a la intimidación, al autoritarismo y a la discriminación.

”olvidé que tenía que decir “ si señora”, y estaba diciendo


“claro seguro”, etc. Me dijo “¿Olvidó que debía decir: “ Sí,
señora”? Contesté: “ No señora, no lo olvidé”. Respondió:
“ No lo debe olvidar”

Todos los alumnos, ven poca o ninguna razón para aprender cuando se
convencen de que la escuela no ofrece material pertinente a sus necesidades y
objetivos inmediatos y cuando no tienen ni voz en la determinación del contenido y
forma que asumirá su educación, desarrollan rápidamente el desagrado por los
profesores como la escuela al ver las contradicciones que se presentan entre lo que se
predica y lo que se practica.

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