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EL ÚLTIMO SÁNCHEZ VÁZQUEZ | Revista Replicante 1

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26 de marzo de 2011

o el crepúsculo del pensamiento izquierdista de la modernidad

Por Manuel Guillén

El pensamiento del filósofo marxista Adolfo Sánchez Vázquez podría ser visto como el paso inmediato anterior en la
cadena evolutiva del pensamiento progresista. El nodo que depuró al marxismo de sus enquistes totalitariosy lo
vinculó con otros modos del pensamiento político occidental.

I. La fertilidad intelectual de un filósofo transterrado

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Adolfo Sánchez Vázquez

Adolfo Sánchez Vázquez (Algeciras, 1915) es la figura más importante del pensamiento izquierdistade los últimos cincuenta
años en nuestro país. Su trayectoria intelectualmarxista comenzó en la década de los sesenta, cuando José Revueltas
(Durango, 1914-Ciudad de México, 1976), icono del comunismo mexicano, alcanzó la cumbre de su imagen contestataria
para iniciar un declive sostenido (más físico que creativo) hasta su muerte en 1976. Si el oriundo de Canatlán figuró como
emblema del marxismo combativo, popular y beligerante de mediados del siglo XX, el originario de Algeciras ha
representado la imagen del marxismo heterodoxo, tanto teórico como de divulgación, abierto a la discusión con otras
tendencias del pensamiento reflexivo, como el liberalismo, el pragmatismoy el socialismode bienestar.

Ambos, paladines del izquierdismomexicano en el siglo que solidificóal marxismo como un modo (en principio) viable del
pensamiento teórico-práctico en el mundo entero. Revueltas ha sido mucho más popular y ha pasado a la posteridad por su
activismo, su literaturay su excepcional autodidactismo. Sánchez Vázquez se ha ganado un lugar dentro de los consagrados
por su ininterrumpidalabor docente, su apertura dialógica y la finura de sus argumentaciones filosóficas. Ha sido, sin asomo
de dudas, un filósofo paradigmáticoen el ámbito intelectualdel México posrevolucionario.

Surgió al pensamiento de izquierda con plena madurez democrática y republicana. Haber vivido en carne propia la refriega
interna peninsular y la derrota de la Segunda República Española, a manos del protofascismofranquista, con el inmediato
exilio mexicano en 1939 y la certeza de que había más cosas que hermanaban a los regímenes totalitariosde toda ralea de las
que los diferenciaban, hicieron que sus opiniones intelectualesse sintetizaranen dos principios: libertad y cambio social.

El entorno del pensamiento mundial de mediados del siglo XX sólo podía unir ambas ambiciones humanistas por medio del
marxismo heterodoxo que pasaba de largo del marxismo oficialistadel Partido Comunista de la Unión Soviética, en aquel
entonces mandamás y policía subimperialde todo marxismo realizable en el mundo entero. Así lo recordó mucho tiempo
después en una entrevista con Gabriel Vargas Lozano:

Hubo que esperar al XX Congreso del PCUS, que conmocionó a todos dentro y fuera del movimiento comunista mundial, para que se
abrieran algunas ventanas por las que pronto se abrió el viento fresco de algunos marxistas occidentales , que yo pude aspirar y
aprovechar , así como el que aportaban críticos del marxismo desde fuera. Mi obra filosófica está vinculada al proceso de crítica y
renovación del marxismo que se abre desde mediados de la década de los cincuenta.1

Humanista cabal, su trayectoria filosóficacreativa es plenamente mexicana. En 1959 se le otorgó la plaza de profesor de
Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México e inició así un periplo teórico que todavía no concluye. En él
confluyen las ideas revolucionariasdel marxismo clásico con la determinaciónde un núcleo básico de atributos del ser
humano que toda intentona de reforma social tiene que tener en cuenta si ha de llegar a buen puerto. La ingeniería social no

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puede tener engranes de carne y sangre, como pensaron los fundadores de la Unión Soviética. Contrario a lo que sostenía
Stalin, el humanismo marxista de Sánchez Vázquez afirma que la muerte de una persona es una tragedia y la muerte de un
millón, es un millón de tragedias.2

Por ello, uno de sus más intensos y fructíferosdebates


lo sostuvo contra el marxismo cientificistay antihumanistade Louis Althusser. Convencido como estaba el filósofo parisino
de que el marxismo no pertenece tanto a Marx como a sus comentadores, ya que Marx se vuelve marxista pleno hasta la
redacción de El capital, quizá un poco antes, intentó una reconstrucción del marxismo con base en una propuesta heroica:
Marx había descubierto la ciencia de la historia.

Buena parte del trabajo de Althusser está dedicado a demostrar que el marxismo puede ser una ciencia, siempre y cuando se
eliminen de él las partes ideológicas, es decir, aquellas que pertenecen al pensamiento burgués típico de la modernidad
ilustrada. Por ello afirmó toda su vida que Marx no siempre fue marxista. Por lo contario, la totalidad de su trabajo de
juventud se encontraba trabado por los fetiches del republicanismofrancés y del monarquismo liberal alemán. Montesquieu y
Hegel vician los trabajos del joven Marx (sin olvidar, por supuesto, a los socialistasidealistasdel siglo XIX) con una entidad
presupuesta que Althusser ve como perniciosa: el hombre, el sujeto libre y racional.

Esta sorprendente aseveración de Althusser tiene con todo una interpretaciónracional. Lo que quiere decir es que Marx no
fue todo lo radical que se requería sino hasta sus obras de madurez. Por radical se entiende combativo; por combativo se
entiende revolucionario, y por revolucionario se entiende intransigente. En términos analíticos, lo que se establece es que en
la hermenéutica socio-histórica marxista las variables sociales deben reducirse al mínimo, estrechadas en el campo acotado de
las estructuras materialesque determinan la vida en general de grandes grupos humanos.

Para el profesor y militantecomunista francés, lo que ocurría en los textos iniciales de Marx era una aceptación acrítica de la
ideología de su tiempo. En ella, es el hombre el centro de equilibrio de los desarrollos sociales, para bien y para mal. En su
opinión, esto era un lastre heredado de la epistemologíailuminista, utilizado con fines políticos para el sometimientode las
masas. No obstante, Marx se embarcó en la escritura de El capital, estudio en el que la preeminencia la tienen las estructuras
macrosocialesque no dependen de la acción subjetiva individual, sino que, por lo contrario, determinan a los individuos de
manera impersonal, histórica e inevitable. Llamó a esto el “corte epistemológico” en el pensamiento de Marx.

Sánchez Vázquez sopesó en su momento estos argumentos y reconoció en ellos profundidad analítica y compromiso
marxista. Sin embargo, estableció que no era posible realizar un corte radical entre el pensamiento de Marx por dos razones
fundamentales: 1) a lo largo de su obra retornó sobre el concepto básico del hombre en numerosas ocasiones, y 2) el proyecto
cientificistamarxiano es incomprensiblesin el horizonte de emancipación humana por el que siempre propugnó:

Por su carácter radical , el “corte” sanciona una discontinuidad absoluta. Ciertos conceptos como el de “enajenación ” de las obras de
juventud son propiamente “ideológicos ”. Pero entonces Althusser tiene que explicar —lo que intenta sin lograrlo nunca
satisfactoriamente — la presencia reiterada en Marx de ese tipo de conceptos más allá del “corte”. La tesis del “corte” como

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discontinuidad absoluta lleva a Althusser, por otra parte, a disminuir, hasta casi negar, la herencia hegeliana de Marx. Por otro lado,
como lo subraya inequívocamente su calificativo de “epistemológico ”, el “corte” se produce en un terreno teórico , y no en el que
propiamente Marx opera la ruptura: la relación de la teoría (como interpretación ) con la práctica (como transformación del mundo).3

El énfasis en el carácter humanista y emancipatoriodel marxismo ha sido una constante del pensamiento de Adolfo Sánchez
Vázquez. Por ese tamiz pasa la totalidad de sus críticas al estado actual de cosas, a la pésima distribuciónde los bienes
materialesdel mundo, al socavamiento de los recursos naturales y al encumbramientoimperialistade los principales centros
del poderío capitalistade la historia de la humanidad postrenacentista. En ese sentido, su voz ha sido un contrapeso
indiscutibleen los diversos vendavales que el pensamiento izquierdistay contestatarioha recibido a lo largo del último cuarto
de siglo.

II. El trabuco de los noventa

Comenzando la década de los noventa del siglo pasado, como todo el mundo sabe, los miembros de la ahora extinta revista
Vuelta, encabezados por Octavio Paz, organizaron un magno coloquio intelectualcon formato para televisión (transmitido
primero por Cablevisión y después por Televisa) con el objetivo de celebrar el fin del comunismo real en la Europa central y
oriental. Los acontecimientossocio-políticos con los que había cerrado el mundo europeo la década de los ochenta del siglo
XX ameritaban justamente un evento como el orquestado por el Premio Nobel mexicano. La intención fue clara desde un
principio y, el acto en sí mismo poseyó un gran valor intelectualy social (ya quisiéramos en los tiempos que corren que se
difundiera un acto así en la televisión abierta). De sobra era conocida la animadversión por el comunismo, en particular, y por
el izquierdismo, en general, por parte de Paz y su grupo intelectual. Quienes en su momento se desgarraron las vestiduras por
el tono celebratorio del llamado “Encuentro Vuelta: la experiencia de la libertad” sencillamentese ahogaban en un vaso de
agua: nada distinto podía esperarse de un encuentro intelectualorganizado por esa camarillapolítico-cultural.

Que se festejara el cierre del periplo comunista europeo y se argumentara en


consecuencia era algo que la mayoría podía compartir, izquierdistasincluidos, puesto que la memoria histórica de lo
acontecido tanto en el subimperio soviético como en sus satélitesforzados de la Europa central (mal llamada “oriental”, a
decir de Milan Kundera4 ), evocaba con certeza un largo invierno de catástrofes sociales impulsadas por una represiva
maquinaria burocrático-ideológica ensimismaday grandilocuente.5 No obstante, el tono del encuentro de pensadores poco a
poco se fue transformando en una apología acrítica de la contraparte del comunismo. Del advenimiento del terremoto
neoliberal, el encumbramientosin cortapisas del imperio estadounidense y la desregulación voraz de los órdenes
redistributivosdel Estado de bienestar.

Con el pretexto de la celebración por la extinción del Mundo Rojo, y pasando por alto los numerosos matices de ponentes de
la talla de Leszek Kolakowski, Cornelius Castoriadis y Peter Sloterdijk, los organizadores se subieron al tren de los
acarreados del neoliberalismoa la mexicana que en ese entonces impulsaba con exceso de astucia, y no sin cinismo, Carlos

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Salinas de Gortari. El paroxismo fue cuando Octavio Paz afirmó que “La democracia económica es el necesario
complemento de la democracia política. El mercado libre es el sistema mejor —tal vez el único— para asegurar el desarrollo
económico de las sociedades y el bienestar de las mayorías”.6 Así, sin vergüenza, sin contexto, sin el análisis profundo de lo
que ese pretendido mercado libre representa: el orden global del capitalismomonopólico impulsado desde el centro del
sistema-mundo para su propio beneficio, con su concomitante disparidad distributivaestructural.7

Por eso fue raro, por decir lo menos, que Adolfo Sánchez Vázquez fuera invitado a ese acontecimiento. Si piensa uno sin
suspicacia, podría afirmarseque Octavio Paz era afecto al debate de altura y que conociendo la capacidad dialógica del
doctor honoris causa por la Universidad de Cádiz, tal había sido una de las razones principales para convidarlo. Si se es
suspicaz, en cambio, puede uno colegir que la razón central para haberlo invitado era darle cierta legitimidadnacional a un
encuentro internacionaldecididamente excluyente: Sánchez Vázquez era profesor emérito de la máxima universidad pública
de este país y reconocido marxista de toda la vida, tanto dentro como fuera de México.

Progreso tecno-científico insaciable, desmedido, mal repartido ; democracia mediática , oligárquica , nominal; la transnacionalización de los monopolios productivos ;
la exclusión de cientos de miles de personas de las bondades cupulares del mercado , la propiedad privada y la acumulación masiva de capital a lo largo y ancho del
planeta . Rubricó aquella memorable intervención con contundencia: “El capitalismo más agresivo tiene un nombre y solo un nombre: imperialismo”.

Cada cual puede elegir cualquiera de las posibilidadesantedichas (yo me quedo con ambas, por cierto). El caso es que, en
medio de una ferviente y febril consagración del capitalismoy sus supuestas bondades, el autor de Filosofía de la praxis
enumeró las cualidades nefandas que yacen en su cara oculta, la que lo hace operar como un sistema-mundo8 implacable,
ineludible e inconmovible. Progreso tecno-científicoinsaciable, desmedido, mal repartido; democracia mediática, oligárquica,
nominal; la transnacionalizaciónde los monopolios productivos; la exclusión de cientos de miles de personas de las bondades
cupulares del mercado, la propiedad privada y la acumulación masiva de capital a lo largo y ancho del planeta. Rubricó
aquella memorable intervención con contundencia: “El capitalismomás agresivo tiene un nombre y solo un nombre:
imperialismo”.9

Con todo, y sin dejar de denunciar los antedichos males del sistema mundial imperante, el filósofo de la UNAM realizó,
como muchos en la izquierda a nivel global, una revisión a fondo de las necesidades que el nuevo estado de cosas planetario
imponía al pensamiento socialista. En concordancia con su vertiente abierta y reivindicatoriade lo social, Sánchez Vázquez
ahondó su postura conciliadora y reflexiva sobre los fenómenos sociales donde se entrecruzan la política y la filosofía.

Es así como elaboró una reestructuraciónde su pensamiento, en el marco de la entonces reciente caída del comunismo real de
la Unión Soviética y sus semicoloniassubimperiales. En su hoy ya clásico ensayo de 1993, “La filosofía sin más ni
menos” (originalmentepresentado como ponencia un año antes en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM), estableció
que: “[La filosofía] no puede desprenderse de la posición humana, social, que, en una situación histórica determinada, genera
el interés vital correspondiente”.10 De esta manera reintrodujo un sello evolutivo al quehacer filosófico que lo vincula con el
viejo principio hegeliano de desenvolvimientobiunívoco entre el pensamiento y la época que lo ve surgir.

Pero, al mismo tiempo, el reconocimientode la transformaciónfilosóficaimpelida por las situaciones socio-históricas de las
que emana exige una precisa diferenciaciónentre los desarrollos filosóficoscríticos de los que no lo son. Existe una
regularidad dicotómica en el ejercicio filosófico; dualidad que puede ser caracterizada como la oposición entre integrados y
desintegradores o, en una terminologíamás usual, entre conservadores y progresistas:

…la búsqueda que surge de la duda, de la inseguridad, conduce unas veces al cierre de la problematicidad , asegurando así cierta
armonía o concordancia con el mundo, y otras a una discordancia e insatisfacción de la que nace una aspiración a transformarlo , a
llegar a lo que no es todavía o debe ser. El tomismo , el racionalismo leibniziano , el idealismo absoluto de Hegel, o el positivismo
clásico , podrían ejemplificar lo primero ; Kant, Kierkegaard , Marx o Habermas, lo segundo.11

Con base en esta diferenciación, presente desde antiguo, de manera latente, en el quehacer filosófico, el pensador hispano-
mexicano estableció dos talantes filosóficosque, al mismo tiempo, son dos tentaciones reflexivas omnipresentesen la historia
de la intelectualidadoccidental: 1) una filosofía sin más: meramente racional, teórica, conceptual, dedicada a realizar

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abstracciones sobre el mundo y la vida, y 2) una filosofía con excedente: la que norma, moldea o sujeta las prácticas desde la
teoría, estableciendo principios conductuales y normas para la vida en común.

Ejemplos contemporáneos de lo primero son los análisis lingüísticos


del discurso, las formulacioneslógico-matemáticasde la argumentación cotidiana y las especulaciones metodológicas sobre
los modos de análisis de las ciencias naturales. De lo segundo, tenemos en particular a la filosofía política, con su influencia
sobre el modo de ser del Estado y el ordenamiento social al uso, incidiendo en la realidad al “fundarla, justificarlao
legitimarla”.12

Uno de los modos de la filosofía política más preclaros del siglo XX fue el comunismo real. Intentona teórico-práctica de
reformularlos designios de la comunidad desde la atalaya privilegiadadel pensamiento filosófico; desde la posición panóptica
de la reflexión profunda, vasta, severa. Retoma inconfundible de las antiguas creencias de Platón, en las que se afirmaba el
carácter prácticamenteinfalible del filósofo al mando de los quehaceres de la Ciudad-Estado.13 Sánchez Vázquez,
subrayando el paralelismoentre la propuesta autoritariade Platón y el poder omnímodo del Partido, no dejó duda de lo
desencaminado que fue el proyecto del comunismo real en el siglo XX:

Aquí el Rey-filósofo no es un hombre, sino el Partido que se proclama detentador de único y exclusivo de la verdad y del secreto de la
historia , y, por tanto, el único que puede dirigir a la sociedad en la tarea de construir una nueva realidad social —el socialismo —
conforme a la visión que tiene de ella . De este modo, lejos de fundarse en la práctica , la teoría se convierte en la ideología de una nueva
clase social : la burocracia , que la legitima y justifica. Como en la filosofía platónica , el nuevo Rey-filósofo , el Partido, legitima su papel
de vanguardia , de dirigente, por el privilegio epistemológico de ser el depositario de una verdad que sólo él puede llevar a las masas.14

Si bien uno de los caminos recorridos a lo largo de su trayectoria filosóficahabía sido el de la búsqueda de las sendas
convergentes entre un gobierno plural, democrático y socialmentebenefactor con los postulados revolucionariosde la
filosofía de Marx, es a principios de los noventa cuando la distancia en relación con los regímenes perversos de la Europa
oriental, comandados por la Unión Soviética, se hace patente de manera contundente. Para el antiguo combatiente
republicano no hay que confundirse más. Lo que allí ocurrió fue, con toda claridad, una tragedia humana con base en el
nacimiento, la consolidación y la petrificaciónde una inédita perversión de la realidad difundida con ornamentación beatífica
por medio de un inmenso aparato de propaganda estatal. Una nueva forma ideológica que, como sus pares de los
totalitarismosfascistas y de los imperialismoscapitalistas, su única función fue enmascarar un estado de cosas aberrante. Así
lo afirmó y así lo criticó:

Con su metafísica materialista o “materialismo dialéctico ” y su concepción lineal , determinista y teleológica de la historia , se convirtió
en la justificación de un nuevo sistema de dominación y explotación y en la legitimación del poder de la burocracia estatal y del
Partido.15

El resultado de esta crítica puntual fue la opción por el difícil equilibrio de una filosofía austera, pero rutilante; vigorosa en sus
cualidades históricas, pero débil en sus tentaciones programáticas. Un estado del pensamiento que, efectivamente, sale al
mundo para aprehenderlo y desmenuzarlo por medios conceptuales, pero se abstiene de erigirse en el árbitro último de las
posibilidadesde acción en los niveles individual, estatal y social. Una filosofía centrada en la crítica a la realidad circundante

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y preparada para nutrir a otros saberes y prácticas con sus descubrimientospuntuales, pero sin ser la rectora última de unos y
otras. La esfera netamente filosóficadonde esto está destinado a fructificarde manera preclara es la ética. El filósofo
algecireño abrazó plenamente esta consecuencia en su última obra publicada hasta la fecha sobre filosofía política.

III. El crepúsculo del izquierdismo marxista clásico

El libro de ensayos del 2007, Ética y política, recopilación de textos del último Sánchez Vázquez, presenta a un filósofo en
plenas facultades. Allí, uno de los problemas perennes de la filosofía política, aquel de saber determinar los rasgos esenciales
de la buena sociedad, es formulado en términos de la tensión que lleva de los ideales a las acciones, de los valores a las leyes.
En un palabra, en la trabazón entre la ética y la pragmática. Así, desde el inicio de la obra, el filósofo establece que “no puede
haber verdadera libertad en condiciones de desigualdad e injusticiasocial, como tampoco puede haber justicia social cuando
se niega la libertad y la democracia”.16

El autor establece el restablecimientode lo político en su acepción aristotélicaque fundía en un mismo caudal las
disposiciones naturales de la especie, en tanto que compuesta de animales gregarios y jerárquicos, y los logros racionales
propios del ejercicio constante de esa cualidad primigenia de los seres humanos. La política es connatural a los hombres y su
ejercicio implica la simbiosisde la comunidad con la individualidad, en un entramado de valores compartidos cuya razón de
ser es, en principio, el beneficio a corto, mediano y largo plazo del conjunto humano.

La política es connatural a los hombres y su ejercicio implica la simbiosis de la comunidad con la individualidad, en un entramado de valores compartidos cuya
razón de ser es, en principio, el beneficio a corto , mediano y largo plazo del conjunto humano.

En esa concepción de la vida política el primado es el de los valores, es decir, el de la moral. Para ello, Sánchez Vázquez
apela tácitamentea los principios universalizablesdel pensamiento ilustrado: igualdad, fraternidad, solidaridad, encarnados
como justicia social, respeto a la libertad y un proyecto humano común de construcción cívica. Consciente de que esos
valores funcionan como ideales reguladores de la racionalidad, pero que no tenemos nada mejor para estructurarel mundo de
la vida en la actualidad, remacha la perspectiva valorativa con el impulso reflexivo para la acción, siguiendo las
consecuencias de la tesis XI de Marx sobre Feuerbach: “Los filósofos se han limitado hasta ahora a interpretarel mundo; de
lo que se trata es de transformarlo”. Dictum que el autor interpreta finamente como el llamado a comprender el mundo, pero
también a modificarlo.

El rasgo valorativo de esta filosofía política ancla de manera innegable en los mejores principios del pensamiento moderno,
en los que sin equívocos se inscribe el marxismo humanista propugnado por el autor a lo largo de toda una vida dedicada a la
reflexión filosófica. Esta perspectiva implica el primado de la política como el centro desde el cual pueden dirigirse los
destinos de una comunidad determinada, al tiempo que se garantiza su normatividad e institucionalizaciónpara ser realizados
de manera democrática, plural, poliparticipativa; una forma de la política en la no es posible “absolutizar la eficacia de los
medios al margen de su valoración moral”.17

Su última obra de filosofía política rinde homenaje, a través de la absorción teórica en el bien delimitadopensamiento de
izquierda pluralistadel pensador hispano-mexicano, a los postulados de las más influyentes tendencias teóricas sobre lo
político de la modernidad. El reconocimientode que sin acción, sin transformacionesefectivas, programáticasy consensuadas
no puede hablarse en realidad de un mundo político, hace referencia inequívoca al pragmatismoal estilo de John Dewey o,
incluso, de Richard Rorty. La aceptación del primado de la esfera de la reflexión moral abstracta, como principio de la
racionalidad humana en su aventura comunitaria, reconoce el valor de la filosofía moral de Immanuel Kant, largo tiempo
criticada por el profesor de la UNAM.

Y, finalmente, como útero nutriente de todo ello, el marxismo humanista con sus postulados sobre la vigorosa transformación
del mundo con la finalidad última de lograr la felicidad de los seres humanos. Quebrar de raíz la desigualdad, la exclusión y
la injusticiaque flagelan al sistema social desde tiempos inmemoriales, pero muy especialmenteen los tiempos del capitalismo
industrial; del siglo XIX a nuestros días: “El marxismo es, en primer lugar, una crítica de lo existente y, en particular, del
capitalismo: crítica de los males sociales engendrados necesaria o estructuralmentepor ese sistema social”.18

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La retoma de buena parte del pensamiento filosófico político de la modernidad realizada por el doctor Sánchez Vázquez
representa asimismo el cierre de esa época del pensamiento occidental. Con la summa en clave humanista del pensamiento
político progresista de los últimos doscientos años, encabezada por el discurso reivindicatoriode Karl Marx, queda cancelada
la posibilidad de erigir un sistema social justo e incluyente en esos términos.

Como ha explicado Niklas Luhmann, las formulacionesde lo político y de lo social van pari passu con las configuraciones
societales que las han hecho posibles.19 El mundo de la modernidad que hizo posible la visión de una realidad política
preeminente basada en la racionalidad subjetiva y en los valores humanistas reguladores de la totalidad del mundo de la vida
ha concluido.

Los acomodos socioestructuralesde los últimos setenta años han decantado al sistema social por caminos inusitados que no
pueden ser adecuadamente aprehendidos y manejados con la conceptualización, la imagineríay la intencionalidadde la época
precedente. En esas modificacionesglobales es donde se deja sentir con todo su peso el verdadero advenimiento de lo que
desde hace poco más de una generación se ha dado en llamar “época posmoderna”.

Esa realidad impele a trabajar de manera diversa los fenómenos sociales. El mundo que puso en movimiento la pléyade de
filosofíaspolíticas retomadas por el filósofo republicano no existe más. El entramado social que se configuró desde la
modernidad clásica ha devenido en un sistema social funcional, debido a la inmensidad de los elementos y relaciones que lo
componen. Es una entidad altamente compleja que no puede operar sino de manera sistémica: reduciendo la complejidad por
medio de enclaves de sentido bajo la lógica sistema/entorno. La teoría sociológica que emerge de este sistema es teoría de
sistemas. Realiza un acoplamiento homológico con el sistema.

Que el orden social paneuropeo y su posterior desarrollo global haya evolucionado en la forma, la lógica y el devenir de un
sistema social no fue algo necesario, sino contingente. No obstante, de hecho, esa fue la alternativamaterializada. Fue la
manera de hacer viable una serie de dinámicas que de otro modo hubiera sido muy problemáticollevar a buen puerto. Las
teorías de sistemas parten de ahí. Al verla en retrospectivano pueden sino identificaren la realidad social un orden sistémico.
Aunque, eso sí, una vez que se ha configurado como sistema, el orden social cambia de lógica. Inicia un proceso en circuito
en el que la autoproducción de los elementos, la recursión de causas y efectos y la clara diferenciaciónfrente a un entorno por
medio del ensimismamientode su aparato funcional son su marca vital.

Entre los teóricos sistémicos(aunque él se llama a sí mismo “analista” y no teórico de sistemas-mundo), Immanuel
Wallerstein representa la evolución última del pensamiento reivindicatoriode lo social. En su obra afirma un estado de cosas
en el que la inexorabilidady el peso de la mecánica del sistema social guarda todavía un resquicio para la acción voluntariosa.
Contra todas las posibilidades, y con las estructuras del sistema-mundo capitalistaoperando para impedirlo, para Wallerstein
prevalece, empero, la idea de la posibilidad de la modificacióndel sistema por medio de la acción vigorosa de las personas.
De eso se trata su utopística.20 De las maneras posibles de imaginar un mundo alternativoal que ahora ha entrado en una fase
de crisis global e inminente disolución en el mediano plazo. Imaginarlo y trabajarlo.

No obstante, Wallerstein es consciente de que no vivimos una era apta para las utopías. Su percepción global del mundo
contemporáneo es básicamente sombría y ominosa. No siente que haya algo que celebrar en el futuro inmediato y tampoco es
optimistasobre el posible devenir del sistema-mundo al cabo de una o dos generaciones. Sin embargo, conserva un rasgo
voluntarioso dentro de su análisis de sistemas-mundo. Hemos aprendido mucho de las grandes fallas del sistema actual como
para repetirlasen el futuro.

Los análisis de Wallerstein pueden ser considerados la última evolución del marxismo que se fusionó con la teoría de sistemas
al estilo de Talcott Parsons o Niklas Luhmann (salvando las importantesdiferencias entre uno y otro). A diferencia de
Luhmann, la impronta crítica de la actualidad es la constante en sus escritos. Distinto a Adolfo Sánchez Vázquez, no ubica el
centro de las transformacionesen la ética, sino en la funcionalidad del sistema. De manera diversa a los liberales, considera
que la funcionalidad no puede ser lograda gradualmente, sino con una intervención externa de mayor envergadura: el
quebranto de punta a cabo del sistema social tal y como lo conocemos hasta la fecha.

En este orden de ideas, el pensamiento del último Sánchez Vázquez podría ser visto como el paso inmediato anterior en la
cadena evolutiva de ese pensamiento progresista. El nodo que depuró al marxismo de sus enquistes totalitariosy lo vinculó
con otros modos del pensamiento político occidental, aunque sin llegar a mezclarlo con la alternativaposmodernista de la

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teoría de sistemas de corte luhmanniano. Que el exquisito entramado reflexivo de su última colección de ensayos sobre lo
social y lo político no concluya, en estos términos, el cierre dialéctico de la filosofía política contemporánea, no obsta para
reconocer el peso de su aportación.

Como lo sabemos desde Hegel, la evolución social es desigual en el terreno de lo universal. En este sentido, la lógica
sistémicasigue siendo un enclave acotado para las sociedades de avanzada social en el mundo entero. La retoma de la ética
como constitutivade la política y la concomitante falta de desarrollo plenamente funcional de lo social son parte esencial de la
realidad de los países del Tercer Mundo, lugar desde el cual uno de los campeones del izquierdismodel último medio siglo ha
dado muestras de ejemplaridad, tesón y congruencia intelectual. Larga vida ha tenido Adolfo Sánchez Vázquez; que larga
vida tenga el legado de su pensamiento izquierdistade corte clásico, así sea en ésta, su época crepuscular. ®

Notas

1 Gabriel Vargas Lozano , “Entrevista a Adolfo Sánchez Vázquez” en Revista internacional de filosofía política , nº 7, 1996 , p. 186 .

2 Es conocida la anécdota cuando, en una de las reuniones de los Aliados con los rusos en el marco de la II Guerra Mundial, Stalin dijo a
Churchill: “Verá usted, la muerte de una persona es una tragedia , pero la muerte de un millón es sólo una estadística”.

3 Cfr., Adolfo Sánchez Vázquez, “El teoricismo de Althusser (notas críticas sobre una autocrítica )” en Cuadernos políticos nº 3, México , Era,
1975 , p. 89.

4 Así lo refiere Carlos Fuentes en Geografía de la novela , México : Fondo de Cultura Económica , 1995 .

5 Para el caso soviético , con su pléyade de hambrunas, campos de concentración y la solidificación de un poder centralizado , voluntarioso e
irracional es indispensable la lectura de Jean Meyer, Rusia y sus imperios , México : Fondo de Cultura Económica -CIDE, 1997 .

6 Confróntese Octavio Paz, “El siglo XX: la experiencia de la libertad” en Vuelta 167 , octubre de 1990 , p. 9.

7 O, como dice Zygmunt Bauman: “comercio globalizado que, mientras que en uno de sus extremos sedimenta los placeres de una riqueza
inaudita, vierte en el otro un pobreza y una humillación inenarrables , al tiempo que esparce miedos y espantosas premoniciones a lo largo y
ancho del espectro comprendido entre uno y otro”. Confróntese su obra Vida líquida , Barcelona : Paidós, 2006 , pp. 35-36.

8 El teórico fundamental del sistema-mundo capitalista es, por supuesto, Immanuel Wallerstein ; véase su Análisis de sistemas-mundo,
México : Siglo XXI Editores, 2005 : “El mundo en el que vivimos , el sistema-mundo moderno, tuvo sus orígenes en el siglo XVI. Este sistema-
mundo estaba entonces localizado en sólo una parte del globo , principalmente en partes de Europa y de América . Con el tiempo, se expandió
hasta abarcar todo el mundo. Es y ha sido siempre una economía -mundo. Es y ha sido siempre una economía -mundo capitalista ”, p. 40. Las
cursivas están en el original . Regresaré sobre la aportación de Wallerstein al pensamiento crítico contestatario en la parte final del presente
texto.

9 Cfr. “Por qué vive y se necesita el socialismo : dos intervenciones en el encuentro internacional de la revista Vuelta ”, en El valor del
socialismo , México : Itaca, 2000 , p. 127 .

10 Confróntese Adolfo Sánchez Vázquez, “La filosofía sin más ni menos” en Teoría , año 1, número 1, julio de 1993 , p. 14.

11 Ídem, p. 15.

12 Ídem, p. 17.

13 La metafísica política de Platón está ampliamente desarrollada en su diálogo político por excelencia : República , Madrid: Gredos, 2008 .

14 Ídem, p. 19.

15 Ídem, p. 23.

http://revistareplicante.com/destacados/el-ultimo-sanchez-vazquez/ 26 de marzo de 2011 18:34:16


EL ÚLTIMO SÁNCHEZ VÁZQUEZ | Revista Replicante 10
16 Cfr., Adolfo Sánchez Vázquez, Ética y política , México : Fondo de Cultura Económica , 2007 . P. 16.

17 Ídem, p. 33.

18 Ídem, p. 78.

19 Véase Niklas Luhmann, ¿Cómo es posible el orden social ?, México : Herder-UIA, 2009 .

20 Véase su libro Utopística o las opciones históricas del siglo XXI, México : Siglo XXI Editores-UNAM-CIICH, 2007 .

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4 comentarios »

LAIBACH NSK MEX dice:


21 septiembre, 2010 en 12:40 am
En efecto, que buena anecdota la del pograma de Octavio Paz, que al final se arrepintieronde haber invitado a Adolfo Sanchez Vazquez; otra anecdota que me
toco vivir fue en 1999, cuando un grupo de Cegeacheros, intentaron golpear al ilustre intelectual, “madrien a ese pinche viejito” gritaban los lidersillos,
envalentonados por el uso de psicotropicos; durante un intenso debate en el Auditorio “Che Guevara”; donde los lideres del CGH como el nefasto David
Jaramillo, “El Gato”, La “Jagger” y el “Mosh”, se confrontaron con las ideas de la otra izquierda, la de Sanchez Vazquez.

Richagainst dice:
21 septiembre, 2010 en 4:25 am
Buen artículo sobre uno de los últimos filósofos con los que todavía contamos en México.

Aunque suene a chisme barato creo que una buena refutación de los peligros a los que conduce la interpretacióndogmáticay ortodoxa del marxismo, de la
reinvindicaciónpropiamenteunileteral, rígida y beligeranteque condena todo pensamiento que no pase por el filtro de éste como mera ideología, sería
justameneteel memorablearrebato, violento y psicótico, al que sucumbió Althusser: el asesinato del su esposa, furibunda y comprometidaluchadora
revolucionariade cuño ultra izquierdista, en pleno campus universitario.

Una lectura por demás sugestiva sobre este negro episodio en la vida del ilustre filósofo parisino es la de Sloterdijk, al asesinar a su esposa, Altusser acaba
también, en el fondo, consigo mismo, y su locura homicida no es más que el reflejo de la psicopatologíaesquizoide y obsesiva que anida peligrosamenteen el
marxismo, el del último Marx, el que escribe el “Capital”, y que es “propiamentemarxista” -también Marx disputó una guerra despiadada, literalmente, con sus
enemigos, destruyó incluso, a varios de ellos (Bakunin, Stirner, Bauer), bajo el pretexto de una defensa del “verdadero” socialismo.

La revolución socialista se traga así a sus hijos más inteligentes(Althusser entre ellos) como hizo con millones de personas en los países del bloque soviético,
asegura Sloterdijk.

http://revistareplicante.com/destacados/el-ultimo-sanchez-vazquez/ 26 de marzo de 2011 18:34:16

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