You are on page 1of 3

Marca de Radio – 01.05.

10

Harto de los hartos


Eduardo Aliverti

Habría que tener un poco más de respeto por las palabras. Por algunas de ellas,
mejor dicho. Y mejor todavía, por lo que connotan.

Estamos en democracia, para empezar por una perogrullada que, sin embargo,
alguna gente parece perder de vista con extrema facilidad. Buena, mala,
perfeccionada, empeorada, carente de demasiados derechos básicos, avanzando en
otros. Pero estamos en democracia. Si en lugar de eso se prefiere hablar de “el
régimen”, “sistema burgués”, “fantochada institucionalista”, “partidocracia”,
“monarquía constitucional” u otros términos de vitupero, es legítimo pero hay que
buscarle la vuelta a que se los puede vociferar sin problemas. Nadie va preso (apenas
la segunda recordación primaria, ya apuntada por algunos colegas, y uno comienza a
cansarse). También puede señalarse que esa prerrogativa, la libre expresión, no
alcanza para vivir como se debería. Supo semantizarlo Anatole France: “Todos los
pobres tienen derecho a morirse de hambre bajo los puentes de París”. Expresarse en
libertad puede entonces no tener resultados prácticos, para quienes no comen ni se
curan ni se educan con el decir lo que se quiera. Si además se afina la puntería para
meterse con la libertad de prensa, por aquello de que todo ciudadano tiene derecho a
publicar sus ideas sin censura previa, resulta que hay que contar con la prensa propia.
Y en consecuencia pasamos a hablar de la propiedad de los medios de producción. Lo
cual es igualmente legítimo, desde ya, pero con el riesgo de que se convierta en
teoricismo si acaso no es cotejable con la época y circunstancias que se viven.
Veámoslo a través del absurdo: si siempre es igual, democracia y dictadura también
son iguales. En este punto el cansancio por las obviedades se incrementa. Y uno se
pregunta si no se lo preguntan quienes sí viven de poder expresarse libremente por la
prensa, pero para referirse al momento argentino como si continuáramos en plena
dictadura.

Mataron a mucha gente acá. Picanearon, violaron, nos mandaron a una guerra
inconcebible, robaron bebés, desaparecieron a miles, tiraron cadáveres al mar y
adormecidos también, electrificaron embarazadas, regaron el país de campos de
concentración, torturaron padres delante de los hijos. Se chuparon a más de cien
periodistas acá. Si hasta parece una boludez recordar que estaban prohibidos Serrat y
la negra Sosa, que las tres Fuerzas se repartieron las radios y los canales, que
inhibieron textos sobre la cuba electrolítica, que en el ’78 estaba vedado por
memorándum criticar el estilo de juego de la selección argentina de fútbol. ¿Nos pasó
todo eso y por unos afiches de mierda y una escenografía de juicio vienen a decirnos
que esto es una dictadura? ¿Pero qué carajo les pasa? ¿Dónde están viviendo? ¿Cómo se

www.marcaderadio.com.ar
Marca de Radio – 01.05.10

puede faltarle así el respeto a la tragedia más grande de la Argentina? Acá lo


cepillaron a Rodolfo Walsh, ¿y hay el tupé de ir a llorar miedo al Congreso? Faltaría ir
al Arzobispado. Si bendijo a los milicos, seguro que también puede dar una mano
ahora que se viene el fin del mundo con el matrimonio gay.

Uno entiende que pasaron algunas cosas, nada más que algunas por más
significativas que fueren, capaces de suscitar que sea muy complejo trabajar de
periodista en los medios del poder. Lo de las jubilaciones estatizadas, lo de la mano
en el bolsillo del “campo”, lo de la ley de medios audiovisuales y la afectación del
negociado del fútbol de primera. Ahora bien, ¿la contradicción aumentada entre
cómo se piensa y dónde se trabaja justifica las sobreactuaciones? Es decir: puede
pensarse que en verdad algunos dicen lo que pensaron toda la vida, y que otros
quedaron presos de la dinámica furiosa de la patronal. Pero, ¿decir que estamos o
vamos hacia una dictadura? ¿Que si esto sigue así puede haber un muerto? ¿Hace falta
construir ese delirio para congraciarse? En todo el país, si es cuestión de propiedad
mediática y de programas y prensa influyente, bastan y casi sobran los dedos de
ambas manos para contar los espacios que -con mayor o menor pensamiento crítico-
apoyan al Gobierno. La mayoría aplastante de lo que se ve, lee y escucha es un coro
de puteadas contra el oficialismo como nunca jamás se vio. La oposición es publicada
y emitida en cadena, a toda hora. ¿Qué clase de dictadura es ésa? Ese libre albedrío,
muy lejos de ser mérito adjudicable al kirchnerismo, ocurrió igualmente con Alfonsín,
la rata, De la Rúa, Duhalde. Lo que no había sucedido es esta cuasi unanimidad
confrontadora salvo por los últimos tiempos del líder radical, a quien por derecha se
le cuestionaban sus vacilaciones y por izquierda también. Contra Menem recién
cargaron en su segundo lustro, después de que completó el trabajo. La Alianza,
bueno, se caía por su propio peso. Con el Padrino pegar era gratis, porque el país ya
había estallado. Pero en el actual, que después de todo es simplemente un gobierno
más decidido que el resto en cierta intervención del Estado contra el mercado y en el
perjuicio a símbolos muy preciados de la clase dominante, ¿qué tan de jodido pasa
como para hablar de una dictadura? ¿Será que basta con tocar unos intereses para
edificar en el llano la idea de que pueden empezar a matar?
¿Los Kirchner son Videla, Massera, Suárez Mason? Por favor, tienen que
aclararlo porque de lo contrario hay uno de dos problemas. O se lo creen en serio, y
por tanto se toma nota de que desvarían. O saben que es una falsedad sobre la que se
montan para condolerse y entonces se anota que está bien, que no se justifica pero se
entiende, que quedaron tras las rejas de los medios en que laboran. Ojalá que sea lo
segundo, por aquello de que un tonto es más peligroso que un mal bicho.

Se cometieron varias estupideces en forma reciente. Se le dio mucho pasto a la


manada, se perpetraron injusticias con colegas que no se lo merecen, se agredió a los
que precisamente buscan victimizarse. Eso no es hacer política. Es jugar a la política.
La diferencia entre una cosa y la otra es que cuando se ejecuta lo primero es bien
medida la correlación de fuerzas. A quiénes se beneficia, cuánto se puede tensar la
cuerda en la dialéctica entre condiciones objetivas y subjetivas; cómo no sufrir un
boomerang, en definitiva, y si se produce cuánto de fuerte son las espaldas para
sortearlo. En cambio, si se juega a la política todo eso es lo que importa un pito antes
que nada, con el agravante de que las consecuencias las paga un arco mucho más
amplio que el de quienes formularon la chiquilinada.

www.marcaderadio.com.ar
Marca de Radio – 01.05.10

De ahí a que se tomen de esos yerros para hablar de peligro de muertos, de


sensación de asfixia dictatorial, de avanzada totalitaria, media una distancia cuya
enormidad causa vergüenza ajena de apenas pensarla. No es algo que no pudiera
preverse. Como lo dijo allá por los ’80 César Jaroslavsky, otro sabio sólo que de
comité pero muy ducho en transas y arremetidas: te atacan como partido político, y
se defienden con la libertad de prensa.

Se sabe que es así. Pero igual uno ya está harto de los hartos que se hartaron
recién ahora.

MARCA DE RADIO, sábado 1 de mayo de 2010.

www.marcaderadio.com.ar

You might also like