Empiezo contándoles algo personal. Cuando comencé a dedicarme a
los adultos mayores y me hablaban de ciertas temáticas como las que hoy les quiero hablar, no me parecían serias o fácilmente abordables. Con el tiempo, el estudio y especialmente por ver muchas personas grandes, trabajar y comprender a fondo ciertas vivencias, me di cuenta que no solo que eran importantes, sino que se podía ayudar a desarrollarlas y permitir un mejor conocimiento de sí mismo y una gran mejoría personal. El concepto de la trascendencia en adultos mayores fue tomado de un gerontólogo sueco, llamado Lars Tornstam, profesor de la prestigiosa universidad de Upsala, quien lo definió como la transición de una visión material y racional de la vida hacia una más filosófica y espiritual, que él denomina cósmica, y que acompaña al proceso de envejecimiento. Los valores centrados en la productividad y el crecimiento de los adultos jóvenes se ven modificados en los adultos mayores por otros valores y capacidades tales como la calma, la recreación, la creatividad y la sabiduría. Por esta razón Lars Tornstam introduce el concepto de gerotrascendencia ya que considera que este proceso de cambio, de una visión más materialista de la vida a una visión más espiritual, permite al sujeto, por un lado elaborar ciertas pérdidas y por el otro crecer personalmente, ya que podrá dar lugar a la verdadera noción de experiencia o sabiduría de la vida. Este proceso tiene ciertas características y se da en tres niveles diferentes: En primer lugar hallamos un incremento en el sentimiento de unidad con el mundo. Recuerdo en una entrevista que le hice al escritor y dramaturgo Carlos Gorostiza quien me decía que con la edad había una multiplicidad de cosas que empezó a vivirlas de otra manera, a sentirlas más profundamente y que le brindaban más placer como las plantas, los animales o situaciones más sencillas que no había reparado en otro momento. En segundo lugar la percepción del tiempo, del espacio, de la vida y la muerte se redefinen. El tiempo no urge y la vida no es pensada como ilimitada sino más bien como el ahora; donde los espacios no son lugares a conquistar sino a poblar, lo que genera menor ansiedad y un mayor goce de lo cotidiano. En tercer lugar surge una mayor afinidad con el pasado y con las generaciones futuras, es decir la vida pierde cierta dimensión individual y uno puede concatenarse con quienes nos precedieron y con quienes nos continuarán, haciendo de la vida un collar de personajes donde más que “uno mismo” somos parte de una continuidad en la que cada uno aporta su granito de arena o su perla. El “sí mismo”, de esta manera, se expande para alcanzar una mejor interrelación con los otros. En fin, la gerotrascendencia permitiría una mejor conexión con la naturaleza; un mayor disfrute por la vida interna; tener menos miedo a la muerte e incrementar todos aquellos elementos que nos permitan ver a la vida con un sentido y un fin. La “trascendencia cósmica” debe ser pensada como aquello que nos brinda un sentido de universalidad. Se proyecta más allá de lo estrictamente religioso y sucede aún cuándo las personas carecen de dichas creencias. Este estudio apunta a un factor más profundo para el sujeto que es encontrar el sentido de su vida en íntima conexión con el de los demás. Pero ustedes seguramente estarán pensando: ¡Esto no pasa siempre! Es cierto, pero según las investigaciones de este científico, hoy reconocidas a nivel mundial, puede haber mayores posibilidades de que surjan con la edad y desde mi experiencia personal puedo decirles que también uno puede trabajar para desarrollar estas capacidades y que cierta serenidad de la que hablaban los antiguos tiene mucho que ver con este interesante concepto de la trascendencia de los mayores.