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HACIA UN DESARROLLO SUSTENTABLE

I. Recorrido histórico.

Desde hace unos años, sino es que décadas, nos hemos enfrentado a varios
problemas ambientales a los cuales no se les ha dado la solución pertinente y se
maquillan los resultados que nos muestra que estamos viviendo, como lo llama la
autora María Novo, “una crisis ambiental”.

¿Por qué nos cuesta trabajo sentirnos parte de la naturaleza?, ¿Por qué no
alcanzamos a dimensionar lo que le estamos haciendo a la Tierra?, ¿Por qué,
aunque sabemos, el daño que le estamos haciendo a la Tierra, seguimos con
actitudes consumistas? Estas preguntas se pueden responder si nos remontamos
en el tiempo, en la época de Descartes. Este breve recorrido nos ayudará a
comprender como es que se nos ha impuesto una de pensar y de vivir.

Me gustaría empezar este recorrido con una cita, que tomo del libro “El
desarrollo sostenible” de María Novo:

“Para comprender la crisis ambiental que hoy vive el


planeta es imprescindible sumergirse en ella con
interrogantes acerca de las raíces de nuestro
pensamiento, indagando en la génesis de los modelos
que Occidente ha expandido por todo el mundo”
(Novo, 2006: p.3)

El pensamiento moderno consiste en poner énfasis en las teorías


abstractas y universales, por lo que en el s. XVII todo va quedando subordinado a
la lógica y se pasa de lo particular a lo universal.

La Modernidad comienza con Descartes y su libro “Discurso del Método” en


1637 y con Francis Bacon quienes querían alcanzar “una filosofía práctica y un
método que convirtiera al ser humano en señor de la naturaleza” (Novo, 2006: p.9)

Posteriormente sigue la visión de Galileo Galilei quien menciona que no hay


un lugar natural en la naturaleza, por lo que solo existe materia y movimiento.

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Sigue, en este recorrido, Newton quien constituye el mecanicismo y
argumentaba que hay que fijarse en el cómo y no el porqué. Por lo que:

“El modelo newtoniano consolida el espíritu de


transformación, la idea de dominio del ser humano
sobre el mundo natural, la obsesión por el hacer (…) la
utilidad.” (Novo, 2006: p.12)

Por otro lado Locke tenía una ideología mecanicista, menciona que la
sociedad se vuelve materialista e individualista pues es la razón la que nos lleva a
entender el orden de las cosas. Menciona también que el gobierno no tiene por
qué regir la relación hombre-naturaleza, por lo que declara que “la negación de la
naturaleza es el camino de la felicidad.”

Con Adam Smith se da una concepción parecida, solo que el gobierno no


debe intervenir en los asuntos del mercado, por lo tanto no deben haber limites
ecológicos pues esto representa un freno al mercado de la oferta y la demanda.
Comienza una creciente necesidad de consumir por consumir.

Movido, el hombre, por este sistema capitalista y por el libre mercado


comienza a obtener una rentabilidad a costa de la naturaleza para que se
desarrolle el comercio. Este hombre internaliza que hay que producir, vender y
comprar para alcanzar el éxito económico. Por otro lado comienza a globalizarse
el hombre occidental, es decir, el hombre que está relacionado con la idea de
progreso y desarrollo, por lo que los demás pobladores del mundo viven como el,
provocando un deterioro más grave y rápido de la Tierra.

Siguiendo la idea de un progreso lineal, es decir, de la concepción que se


tiene de la ciencia y de la tecnología pues platean taba que a mayor desarrollo
científico y tecnológico llevaría a un crecimiento económico y por lo tanto a un
desarrollo; por lo que no se vio la necesidad de ponerle límites a la creación de
tecnología ni a los avances científicos pues eso llevaría a ponerle límites al
progreso y a la productividad.

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II. Nuevos paradigmas

Como vimos en este breve recorrido histórico hemos venido cargando una con
una visión antropocéntrica con una idea falsa de progreso, con una formación
capitalista de consumismo que parece difícil de modificar.

Para que haya un cambio en nuestra forma de pensar y de vivir debe existir un
hombre nuevo, es decir se deben formular nuevas ideologías que nos hagan
comprender que la naturaleza es igual de importante que nosotros.

En el s. XIX se da una crítica hacia el modelo desarrollista y hacia esta


racionalidad de explotar los recursos naturales con el afán de producir y maximizar
la riqueza. Con autores como Julien de La Mettrie quien critica a Descartes y
menciona que todas las actividades de la mente del hombre se relacionan con las
sensaciones y las funciones del cuerpo.

Por otro lado Charles Darwin, quien se opone al cornucopianismo1, ya que


sostiene que las especies nacieron como las vemos pero que han sufrido
modificaciones a lo largo del tiempo (evolución). También surgen autores como
Marx y Engels quienes critican la economía liberal. Otro pensador es Nietzsche.

A lo largo de este siglo (s.XIX) hasta el comienzo del s. XX con la corriente


vanguardista se da la crítica al modelo imperante de la Modernidad, haciendo que
esta vaya perdiendo credibilidad.

El nuevo paradigma “plantea la incorporación de dos elementos fundamentales


para una interpretación más compleja del mundo: sujeto (observador) y el
contexto.” (Novo, 2006: p.37)

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Se refiere a que las especies son inmutables.

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III. Preocupación por la naturaleza y sus recursos.

Esta creciente preocupación por la Tierra y los recursos que nos brinda
comienza con paleontólogos que muestran que hay especies en extinción, de
geólogos que identifican capas geológicas que nos permiten saber del pasado y
de autores como Kant y Lapace que proponen una historia del sistema solar.
(Schoijet, 2008:p.20)

A partir de la segunda mitad del s. XIX se conforma una teoría de fuentes y


sumideros a partir de los trabajos de Hewett sobre el agotamiento de los recursos
y de Hobgom sobre el calentamiento global y las emisiones de carbono.

En 1978 Thomas Malthus cuestiona los progresistas, ya que no consideraron


que la población crecería más y esto provocaría que se explote sin medida los
recursos naturales, lo que llevaría a que sea difícil satisfacer las necesidades
inmediatas de la población.

Por otro lado, la Revolución Industrial jugó un papel importante ya que en esa
época aumentó el uso de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y
posteriormente el gas natural; afectando la capa de ozono y generando
calentamiento global por las emisiones de carbono.

Con la creciente necesidad de controlar los daños que se le estaba haciendo


(en esa época de la mitad del s.XIX) al medio ambiente, en 1972 se publica un
libro llamado “Limites de crecimiento” en el que se habla de la población, de los
recursos no renovables y de la contaminación global.

A partir de ese momento se comienza a dar un giro en las preocupaciones de


los autores, se piensa en reciclar, en sustituir productos por otros y en cambiar las
necesidades de los hombres. Surge la necesidad de comprender y considerar más
a la naturaleza; se propone controlar la natalidad para poder cuidar los recursos y
se critica al gobierno por no implementar medidas hacia este aspecto.

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El aumento de la población ha ocasionado que se sobreexploten los recursos
no renovables como son el agua y el petróleo, enfrentándonos a límites impuestos
por la naturaleza, pero que ni así hacemos caso y seguimos con los mismos
hábitos de desperdiciar el agua y de explotación de petróleo para generar riquezas
y dominar territorios.

IV. Y la ruralidad, ¿Cómo es afectada por la globalización?

Hemos hecho un recorrido histórico sobre como es que se ha venido formando


la visión antropocéntrica alrededor del mundo y como es que sus consecuencias
nos han llevado a pensar en un desarrollo sustentable, pero ¿Qué pasa con la
zona rural? ¿Cómo afecta esta visión antropocéntrica? Y ¿Cómo la afecta a lo
rural el capitalismo?

Primero hay que saber cuál es el panorama general de la zona rural. Hay un
abandono de los campos ya que existe falta de oportunidades porque ya no
producen lo que les servía para autoabastecerse ahora les dan un producto en
específico para cultivar, lo que llama como monocultivo el cual veremos más
adelante. Por otro lado ya no hay un cuidado de la tierra, hay migraciones para
poder tener una vida digna dentro de sus posibilidades; existe u proceso de
aculturación en el que se piensa que la tierra solo sirve para producir y obtener
ganancia económica. Por ultimo hay una escases de prestaciones tanto de
educación como de salud y sanidad.

Los que tienen la ambición solo de producir para ganar se aprovechan de esta
falta de oportunidades y le cambian al campesino su forma tradicional de cultivar
pues cambian el policultivo al monocultivo. El primero les-a los campesinos-
funcionaba mejor pues vendían lo que salía de la cosecha y con esa misma se
autoabastecían. Hoy en día no queda nada de ese policultivo, ahora se les impone
lo que se debe vender para entrar a un mercado internacional.

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Esta incursión del monocultivo tiene dos puntos de vista. El ecológico que nos
dice que esto es un atentado para los ciclos naturales y el autoabastecimiento de
los campesinos, debido a que la ganadería y la agricultura mantenían un equilibrio
de la tierra, es decir, ayuda a que haya un uso sostenible de la tierra.

El punto sociológico hace un análisis de cómo afecta esto al campesino y a su


vida. El monocultivo genera mayor dependencia, ya que el campesino está sujeto
al tiempo que le digan que debe cosechar el producto, haciendo que pierda su
autosuficiencia tanto de abastecimiento como de decidir el precio.

El monocultivo es para la exportación y para entrar al mercado, por lo que este-


el mercado- regula los precios y el campesino al tener necesidad lo vende a un
precio menor.

Este proceso es evidente en las agroindustrias, pues favorecen al monocultivo


y son estas empresas las que le dicen al campesino qué, cuándo, cómo, cuánto
cosechar.

Este proceso se entenderá mejor a través de un ejemplo.

La empresa transnacional Monsanto surge en 1901 en los Estados Unidos, en


México fue en 1950. Esta empresa se dedica, entre otras cosas, a los
transgénicos. En 2006 (en México) se modifica el Reglamento de la Ley de
Bioseguridad, lo que permitió que el maíz transgénico llegara a nuestro país.

El maíz transgénico fue llevado al campo mexicano, lo que agravó la situación


del campesino ya que al estar modificado. El maíz- tiene que comprar los
fertilizantes y herbicidas necesario para que el maíz crezca sino, no lo hará y el
campesino no tendrá la oportunidad de vender su cosecha.

Por otro lado el campesino está obligado a comprarle el maíz a Monsanto pues
sino lo hace esta empresa le pone una sanción de no comprarle su maíz o lo multa
económicamente, siendo esto una práctica monopólica supuestamente
“sancionada” por la Constitución

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Este maíz transgénico con sus fertilizantes (muchos de ellos residuales
potencialmente cancerígenos) y herbicidas afecta a la tierra haciéndola estéril, lo
que provoca dos fenómenos: uno que el campesino estará obligado a buscar
nuevas tierras de siembra, para esto va a tener que talar grandes extensiones de
bosque produciendo, por ende, deforestación y a la larga erosión por abandono de
dichas tierras al volverse estériles, y el segundo la migración golondrina en la que
busca nuevas cosechas.

Todo este proceso de monocultivo provoca en el campesino una pérdida de


autoabastecimiento, una agricultura de subsistencia y lo lleva a la compra comida.
Abandona su forma tradicional de vida para entrar a las exigencias de un mercado
global que sigue sin importarle las consecuencias en el medio ambiente.

Puedo concluir que aún falta mucho por hacer, tanto por el medio ambiente
como por el campo. Es una lucha que se dará lentamente y que depende solo de
nosotros como ciudadanos porque los políticos solo buscan su beneficio
económico.

No hay que esperar un cambio de sistema, como lo mencionó Harich él decía


que el único sistema que podía controlar la crisis ambiental era el comunismo.
Aunque el sistema capitalista ha hecho mucho daño al ambiente pues solo busca
enriquecerse a costa de lo que sea, y nosotros como seres humanos creemos
esas absurdas campañas que nos dicen lo que debemos comprar en vez de hacer
caso a las campañas en pro del ambiente.

Es el momento de apostarle al cien por ciento a un desarrollo sustentable, al


reciclaje, al cambio de hábitos, al cuidado de los recursos, etc. aunque los
productos en pro de la ecología son caros creo vale la pena invertir en ellos pues
así aseguramos que el futuro de las siguiente generaciones será mejor.

Dicen que Roma no se construyó en un día y sé que la conciencia ecológica


tampoco, pero no me cabe ni la menor duda que entenderemos que esta crisis
ambiental no puede seguir.

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Espero que lo que aprendemos día con día, en la casa, en la escuela, con los
documentales, con las lecturas, etc. se quede en un saber más sino que
pongamos las manos a la obra para construir el planeta que queremos.

Bibliografías

Novo, María., El desarrollo Sostenible. Editorial Universitaria, S.A., España,


2009

Shoijet, M. Límites del crecimiento y cambio climático. Siglo XXI Editores, 1ª


Edición, 2008

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