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Los episodios de dolor lumbar son comunes en la población y por definición


comprenden un dolor de menos de 3 meses de duración. Existe controversia sobre el
tiempo exacto, algunos grupos de expertos utilizan 6 semanas para definir el dolor
lumbar agudo.

Tanto la calidad como la cantidad de la evidencia encontrada, apoyan una definición


de 3 meses (12 semanas), sin embargo este tema probablemente deberá ser
discutido a mayor profundidad en las reuniones de expertos y reuniones abiertas.

En muy pocos casos se trata de una patología peligrosa y generalmente el dolor no es


específico y el diagnóstico preciso no es posible de realizar o no es necesario. Si el
dolor se irradia hacia la pierna o distal a la rodilla, existe una gran probabilidad de que
los síntomas sean ocasionados por una hernia de disco. Los síntomas que
caracterizan el dolor lumbar son el dolor agudo y el aumento del tono muscular o
rigidez. Este dolor comprende el segmento lumbar con o sin dolor en los glúteos y las
piernas; en general es difícil de localizar.

El dolor agudo se puede presentar como un dolor lumbar simple (95% de los casos),
causado por compresión de una raíz nerviosa (< 5% de los casos) o secundario a una
patología lumbar (< 2% de los casos).

Otra clasificación propuesta para el dolor, se basa en la duración de los síntomas, a


saber: dolor agudo (” 6 semanas), dolor subagudo (6-12 semanas) y dolor crónico (•
12 semanas). Sin embargo esta clasificación no es muy utilizada.

Después de un episodio agudo puede existir persistencia o fluctuaciones del dolor por
unas pocas semanas o meses. Incluso un dolor muy importante que limita la actividad
física tiende a disminuir al principio del tratamiento, aunque después pueden aparecer
episodios de recurrencia y ocasionalmente persistencia.

El dolor agudo no produce una perdida prolongada de la función, a diferencia del dolor
crónico.

En el 90% de los casos de dolor lumbar agudo resolverán satisfactoriamente en un


plazo de 6 semanas, independientemente del tratamiento. Sin embargo del total de
personas con dolor incapacitante, el 90% no podrá volver al trabajo sin una
intervención intensa.

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 (95% de los casos)
Usualmente se presenta en pacientes entre los 20-55 años, es un dolor mecánico en
el área lumbosacra, glúteos y piernas. En general el paciente no presenta otros datos
agregados.

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    (< 5% de los casos)
Es un dolor usualmente unilateral irradiado a la pierna, de mayor severidad que el
dolor lumbar simple, se irradia por debajo de la rodilla con sensación de
adormecimiento y parestesias. Presenta signos neurológicos positivos.

   
   (< 2% de los casos)
Debe ser considerada en aquellos pacientes con historia de trauma previo o en
aquellos pacientes ”20 o •50 años. Existe una variedad de signos de alarma como el
dolor gradual no relacionado a la actividad física, rigidez matutina o la limitación
funcional en todas las direcciones. Los pacientes con este tipo de dolor deben ser
referidos al especialista.

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El dolor lumbar crónico se define por un dolor de una duración mayor a 3 meses y
puede causar incapacidades severas. El dolor lumbar crónico puede ser asociado con
signos de precaución (yellow flags) o barreras psicosociales para la recuperación. La
razón de regreso a la actividad física normal se reduce rápidamente en aquellos
pacientes que presentan síntomas por más de 8 semanas.

     
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Dolor lumbar de aparición aguda que puede irradiar a una u otra pierna, en general no
más allá de la rodilla, pero sin signos de radiculitis. A menudo es desencadenada por
un esfuerzo de flexoextensión o torsión del tronco. Hay limitación dolorosa de la
movilidad, sensibilidad de una o varias apófisis espinosas y contractura paravertebral.

 
    
Es la irritación de una raíz nerviosa por intrusión brusca de un elemento externo, casi
siempre una hernia discal. El dolor irradiado por la extremidad inferior, precedido o no
de lumbalgia, aparece de forma brusca y se distribuye por un dermatoma. Se
acompaña de parestesia de la zona distal y a veces de debilidad o paresia de los
músculos correspondientes; suele acentuarse con las maniobras de Valsalva.
A veces el paciente adopta una franca actitud antálgica. Las maniobras de
estiramiento del nervio ciático (elevación de la pierna en extensión: signo de Lasègue)
son a menudo positivas, por lo que se le ha denominado como neuralgia o neuritis
ciática. En ocasiones se detectan trastornos de la sensibilidad y alteraciones motoras
(paresia, desaparición de un reflejo), correspondientes al nivel afectado.


    
Es la irritación de una raíz por el desarrollo paulatino de lesiones degenerativas de las
articulaciones posteriores (osteófitos, deformidades) y del disco (protrusión del anillo)
que estrechan el canal radicular. Clínicamente se caracteriza por un dolor irradiado
por el dermatoma correspondiente, con frecuencia, pero no siempre, acompañado de
dolor lumbar. Se trata de un dolor tenaz que se modifica poco con el reposo y
empeora al andar y con la bipedestación, aunque suele ser más leve e impreciso que
el de la radiculitis por hernia discal. Su evolución es subaguda o crónica con
oscilaciones y verdaderas reagudizaciones. En la exploración con frecuencia no se
detectan signos de radiculitis (Lasègue negativo en el 70% de los casos).

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Las causas potenciales son varias, pero la más frecuente es el desarrollo de lesiones
degenerativas que disminuyen la luz de un conducto raquídeo a veces ya
congénitamente estrecho. La espondilolistesis degenerativa, común en estos
pacientes, reduce también las dimensiones del conducto; un tumor, la enfermedad de
Paget o la existencia de fibrosis posquirúrgica son otras causas posibles. Suele
afectar a individuos de edad avanzada con antecedentes de dolor lumbar. Cuando se
desarrolla la claudicación es posible que el raquis ya no produzca dolor, pero en
cambio existan molestias, disestesias y pesadez en las piernas que aparecen al
andar, de modo claudicante. Aumentan con la extensión del tronco y la bipedestación
prolongada y se alivian con la flexión y el reposo. Estos pacientes sufren a menudo
calambres nocturnos en las piernas. La exploración es poco expresiva y muy variable.

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Existe un nutrido grupo de pacientes con lumbalgia crónica sin los caracteres
peculiares de atrapamiento radicular o claudicación neurógena. Este grupo incluye
lumbalgias secundarias a lesiones degenerativas del segmento móvil, pero en un
porcentaje de los casos participan de modo significativo factores de naturaleza
psicosocial o laboral que a menudo son protagonistas.

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Dentro de las posibles causas de dolor lumbar, que difieren de un daño mecánico
simple, encontramos:
O Causas degenerativas.
O Cambios estructurales (estenosis espinal).
O Cambios inflamatorios (espondilitis anquilosante, artritis reumatoide).
O Infecciones (pielonefritis, osteomielitis bacteriana o tuberculosa, absceso
O epidural etc).
O Neoplasias (mieloma múltiple, linfoma, metástasis secundaria).
O Enfermedades metabólicas del hueso (colapso por osteoporosis,
O osteomalacia, enfermedad de Paget).
O Otras (problemas ginecológicos, claudicación vascular)

      
Los signos de precaución indican barreras psicosociales que pueden incrementar el
riesgo de incapacidades de larga duración y pérdidas laborales. El poder identificar
estos signos puede ayudarnos a disminuir el retraso en la recuperación.

          
El síndrome doloroso lumbar es la primera causa de consulta en el servicio de
Rehabilitación. Se le considera un problema de salud en las sociedades industrializadas;
la prevalencia a lo largo de la vida varían del 12% al 35%. En Estados Unidos se calcula
que alrededor del 2% de la población trabajadora, presenta todos los años una lesión del
espalda compensable, y que el número anual de lesiones supera los 400,000 casos; la
mayoría de estas lesiones se diagnóstica, como desgarros y distensiones, con una
incidencia media de 0,75 por 100 trabajadores. Es la causa más frecuente de incapacidad
transitoria en personas de más de 45 años. Aproximadamente 80% de la población
padece, al menos, un episodio de dolor lumbar en el transcurso de su vida. Dos de cada
tres pacientes se recuperan en un período de tiempo inferior a un mes y
aproximadamente un 5% sufre molestias persistentes por mas de 6 meses.
Los factores de riesgo laborales asociados a mayor riesgo de lumbago son: trabajo físico
pesado, posturas de trabajo estáticos, flexiones y torsiones frecuentes, levantamiento de
peso, impulsiones y tracciones, trabajo repetitivo, vibraciones, factores psicológicos y
psicosociales.

Factores individuales: edad ( 35 a los 55 años); sexo, dependiente de la edad, las mujeres
presentan índices de prevalencia mayores según va aumentado la edad; la postura,
fuerza muscular, antropometría, forma física, movilidad vertebral es de importancia baja y
se relaciona con actividad laboral.

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