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CIRCULO VICIOSO
Las tasas de escolarización en el nivel primario permiten
hablar de una educación prácticamente universalizada
sin diferencias por condición socioeconómica.
Lamentablemente, al cotejarse con los indicadores de
promoción, repitencia y retraso escolar aparecen
numerosos síntomas de inequidad.
El acceso al conocimiento por parte de los niños de los sectores económicos y sociales más
desfavorecidos suele estar presente en la retórica política. Sin embargo poco hemos hecho
en orden a revertir esta incesante reproducción de las desigualdades.
Muchas veces nos afirmamos a nosotros mismos aquella idea heredada casi como una
certeza, de que la educación es un factor (quizás el único) de movilidad social ascendente.
Los datos de nuestro sistema educativo ponen en jaque esta afirmación.
A su vez, al observar con detenimiento las cifras a lo largo de nuestro país podemos
advertir con indiscutible evidencia las huellas de un sistema que desde el traspaso de las
escuelas a las orbitas provinciales no ha hecho más que trazar una nueva marca a las
desigualdades. Provincias pobres con educación pobre. Provincias ricas con educación de
calidad. ¿Cómo es posible aceptar que las sociedades del conocimiento sean sociedades
cada vez más disociadas?
Las brechas educativas en nuestro país no parecen dar claras señales de retroceso. En un
mundo donde el conocimiento es poder, no educar, o educar con niveles bajos de calidad
equivale a desafiliar definitivamente a un individuo de una sociedad en la que cada vez se
le ofrecen menos oportunidades.
La introducción de las TICs dentro de las fronteras del aula abre numerosos
interrogantes en torno a si vendrán a aportar nuevas oportunidades para subirse al tren del
desarrollo o por el contrario vendrán a construir una falsa utopía de conectar en la sociedad
de redes a los que no tienen sostén (Castells, 2001). Sin embargo constituye un interrogante
necesario de explorar, pues hay que refundar las estrategias educativas antes que la escuela
se convierta en un reducto anacrónico que no cambia frente a un mundo que se ha
transformado radicalmente. Los umbrales de la educación cambian, y lo que eran
indicadores de capacidades individuales mínimas (alfabetización en lectoescritura o
finalización del ciclo primario) dan muestras sobradas de que ya no son siquiera garantía de
invulnerabilidad a la pobreza.
Saymour Papert decía que “nada podría ser más absurdo que un experimento en el cual
computadoras son empleadas en aulas en las cuales nada más ha cambiado”.
Existe acuerdo, al menos en los planos doctrinarios, acerca de hacia dónde deben
dirigirse los esfuerzos iniciales sobre todo en países que, como el nuestro, han logrado
prácticamente universalizar la educación primaria pero enfrentan duros retos en la
permanencia en el sistema. Universalizar las salas de 3, 4 y 5 años, promover la jornada
extendida, ampliar el concepto de gratuidad de la educación y generar acciones decididas
para mejorar la terminalidad de la educación secundaria son algunos de los objetivos
posibles.
Brenda Lis Austin es abogada por la Universidad Nacional de Córdoba. Actualmente es Consiliaria Graduada de
dicha universidad. Es adscripta a la cátedra de Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales de la UNC. Cursó la Maestría en Administración Pública y Políticas Públicas. Fue Presidenta de la
Federación Universitaria de Córdoba en el 2005.