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Se dice siempre que los peruanos no tenemos memoria, que nos tropezamos
siempre con la misma piedra. Para demostrar esta premisa, los periodistas
recurren a los conocidos ejemplos de las reelecciones presidenciales de los
principales verdugos del pueblo peruano: Alan García, Alberto Fujimori, Fernando
Belaunde, Manuel Prado, Manuel Odría, Augusto B. Leguía; sólo en el siglo XX.
Las sociedades son, por lo general, multiculturales. Resulta Muy difícil encontrar
sociedades complejas y menos modernas que no tengan esta característica; sin
embargo, la multiculturalidad de una sociedad no implica necesariamente que las
clases sociales dominantes sean respetuosas de la diversidad y por lo tanto que
hayan estado pluriculturales. Los Estados Unidos de NA, por ejemplo, son una
sociedad multicultural cuyo Estado está en permanente lucha por la
homogenización cultural, obligando a los migrantes a “asimilarse” a la cultura
dominante. De ahí la importancia que tiene, en este momento, las luchas de las
minorías hispanas por conservar y desarrollar las escuelas hispanas dentro de las
comunas norteamericanas.
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dominador y explotador de las poblaciones colonizadas; no solamente a partir de la
fuerza sino también de la “razón”. En el caso americano y particularmente peruano,
los colonizadores inventaron el concepto de “raza”, para organizar un discurso
justificador de la dominación de los europeos sobre los pueblos y naciones
americanas. Inventaron la tesis que las razas no blancas eran razas “atrasadas”,
“detenidas en el tiempo”, “salvajes”; que los procesos de desarrollo de estas
“razas” se habían estancado y que por ello requerían de la “tutela” de las “razas
históricas”, es decir de los blancos.
“El nuevo sistema de dominación social tuvo como elemento fundacional la idea de
raza. Esta es la primera categoría social de la modernidad. Puesto que no existía
previamente – no hay rastros eficientes de esa existencia- no tenía entonces como
tampoco tiene ahora, nada en común con la materialidad del universo conocido. Fue un
producto mental y social específico de aquel proceso de destrucción de un mundo
histórico y de establecimiento de un nuevo orden, de un nuevo patrón de poder, y
emergió como un modo de naturalización de las nuevas relaciones de poder impuestas a
los sobrevivientes de ese mundo en destrucción: la idea de que los dominados son lo
que son, no como víctimas de un conflicto de poder, sino en cuanto inferiores en su
naturaleza material y, por eso, en su capacidad de producción histórico-cultural. Esa
idea de raza fue tan profunda y continuamente impuesta en los siglos siguientes y sobre
el conjunto de la especie, que para muchos, desafortunadamente demasiados, ha
quedado asociada no sólo a la materialidad de las relaciones sociales, sino a la
materialidad de las personas mismas.”1
Los grandes debates sobre la humanidad de los indios, las políticas de imposición de
las “Encomiendas” y las grandes campañas de “extirpación de idolatrías”, en el siglo
XVI no son sino una muestra de la importancia que tenía para el colonizador la
hegemonía ideológica y cultural. Y en esta idea primigenia se basó todo el sistema
educativo colonial. La primera gran idea colonial fue “cristianizar” a los indios como
única forma de hacerlos “seres humanos”.
Pero para ser salvos, los indios tenían, en primer lugar, que someterse en
cuerpo y alma a sus señores; obedecer todo lo que les digan para poder
redimirse de sus pecados. Debían trabajar y entregar los tributos al
colonizador y los diezmos a la Iglesia.
Esta política genocida y etnocida impidió que los pueblos y naciones andinas y
amazónicas pudieran articular sus luchas contra la explotación y la dominación
1
QUIJANO, Anibal. Don Quijote y los molinos de viento en América Latina. CLACSO, 2004
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El concepto de Aparato Ideológico del Estado está desarrollado en la tesis de Louis Althusser
desarrollada en su célebre ensayo: “Ideología y Aparatos Ideológicos del Estado”
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colonial española. La reconstrucción de una elite mínima tardó por lo menos
300 años, hasta el siglo XVIII, cuando se constituyó la elite que lideró la
Revolución de Tupac Amaru II. La derrota de esta revolución andina se hizo
con el asesinato de todos los líderes y sus familiares y la persecución
ideológica y cultural hasta bien entrado el siglo XX. Después de la revolución
tupacamarista estuvo por largo tiempo prohibido hablar en quechua, vestir con
ropas indígenas; mencionar el nombre de Tupac Amaru, celebrar ceremonias
indígenas. La derrota de Tupac Amaru II significó un nuevo aniquilamiento de
las elites indígenas, que ha tardado varios siglos en iniciar su reconstrucción.
El Estado peruano sigue siendo un Estado criollo, que representa los intereses
de los herederos del Estado colonial español y sus actuales aliados políticos.
Sin embargo, hay que señalarlo con toda claridad, este Estado
protorepublicano ha ingresado en una crisis Terminal sin que sus gestores
actuales tengan conciencia de ello. No es la crisis de la partidocracia ni del
neoliberalismo globalizador, es la crisis Terminal de un modelo de Estado que
ya no resiste la presión de las mayorías nacionales y se ve obligado a aceptar
la conducción del único partido que surgió para destruirlo y que en su agonía le
sirve.
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tiempo largo”. Desde mi punto de vista, lo que estamos viviendo es la crisis del
modelo civilizatorio de “occidente”; al que podemos identificar como la
conjunción histórica de la civilización grecolatina, judeo cristiana y el
capitalismo europeo nacido en los siglos XI y XII.
3
Eric Hobsbawm, insigne historiador inglés, retrata de manera magistral este proceso en su obra “Las
revoluciones burguesas”
4
Anibal Ponce, maestro y psicólogo argentino, estudió detenidamente este proceso en su obra clásica
“Educación y Lucha de Clases”
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Los indicios de la crisis civilizatoria se comienzan a percibir en el desarrollo de
nuevos escenarios mundiales, donde las viejas civilizaciones comienzan a retar
a la civilización hegemónica. China con su crecimiento económico sobre la
base de un modelo heterodoxo; India con su forma particular de desarrollo
tecnológico; el mundo musulmán con el uso del petróleo como arma para la
confrontación; y nuestras civilizaciones andina y amazónica, con sus
propuestas de reciprocidad, cooperación y solidaridad, frente al egoísmo, el
individualismo, la acumulación y la competencia personal de occidente.
5
Esta pregunta es el título de uno de los libros más impactantes de la década de los 90, del sociólogo
francés Alan Touraine.
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Huntington, Samuel ha escrito dos célebres libros, no tanto por la fuerza de sus argumentos sino por la
naturaleza de la temática que aborda.
7
Huntington, Samuel. Ob cit pp 20
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Ver la célebre investigación de Manuel Castells titulada “La sociedad de la Información”, en III tomos,
editada en el año 1998.
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sagrada”, la Escuela9. La nueva educación, en el mundo tiene que tener como
base una nueva visión del mundo, de la cultura, de la vida; tiene que ser una
nueva visión de la civilización.
9
Tratemos de no olvidar a los viejos visionarios como Ivan Illich, que acuño a fines de los años 60 esta
famosa frase: “La Escuela: esa vieja y gorda vaca sagrada”
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El concepto “nativo” para los capitalistas peruanos lo acuñaron los sociólogos marxistas de los años 60
– 70, en el sentido de comprenderlas como “nacidas en el Perú”, aunque representen alianzas sustanciales
con el capital multinacional. No se puede hablar de un capitalismo “nacional” en una clase que no tiene la
menor idea de “nación”
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Alberto Flores Galindo y Manuel Burga dibujan este escenario de los inicios de la modernidad en el
Perú, en su célebre libro “Apogeo y crisis de la República Aristocrática”
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Se fueron formando en las ciudades costeñas núcleos de migrantes agrupados
por su lugar de origen (los paisanos). En Comas, San Martín de Porras o
cualquier barriada de Chimbote podían y aún se pueden, identificar cuarteles
enteros conformados por puneños, cajamarquinos, huancaínos, etc. Así se fue
conformando ese fenómeno que Quijano llamó “la cholificación” y que más
tarde retratara con maestría José Matos Mar12.
Estos son los que podríamos denominar los nuevos actores sociales y políticos
del Perú del siglo XXI; son ellos los que están reclamando al Estado un sistema
educativo acorde a la nueva realidad peruana “de todas las sangres”. Ya no es
posible mantener un sistema educativo que desde el movimiento reformista de
los años 70 se reconoce como “intelectualista, memorista, de tendencia
academizante”. Un sistema que reniega de la producción y del trabajo; un
sistema hecho para una población criolla urbana de los años 40, que ha tenido
que soportar el “desborde popular” sin cambiar un ápice de su estructura:
dogmática, academicista y clerical.
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Ver el trabajo de José Matos Mar titulado “Desborde Popular y crisis del Estado”
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El “Estado”, construido por los criollos y para los criollos, esto que llamo la
protorepública peruana ya no es más tolerada por la nación, por el pueblo. Las
encuestas de opinión nos informan de una ausencia de legitimidad de todas las
instituciones políticas del Estado. Empezando por el poder judicial y
terminando en las fuerzas armadas, la sociedad las considera corruptas,
incompetentes y merecedoras de rechazo. Los pueblos, cada vez que hay una
exigencia social o política se convierten en Estado, levantan sus barricadas,
toman las carreteras y se enfrentan al estado criollo hasta arrancarle sus
demandas.
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Mariano Fernandez (2004). La educación intercultural en la sociedad multicultural. EN: “La
interculturalidad: un nuevo reto para la sociedad democrática”.
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Wallerstein, Immanuel ha presentado en una conferencia magistral titulada “¿Qué vendrá después del
desarrollismo y la globalización?”, desarrollada en la Universidad de Cornell el 1º de octubre de 2004,
una visión magistral de este mundo capitalista deshumanizado y precario.
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nuestras identidades múltiples y nuestra diversidad, que es una fortaleza y no
una debilidad como siempre han creído los criollos y los mestizos acriollados15.
Por los argumentos esgrimidos líneas arriba, nosotros creemos que debemos
pensar mejorar la educación al mismo tiempo que mejoramos la sociedad y el
Estado. No puede haber educación democrática en un Estado no democrático;
no puede haber educación intercultural en un Estado que continúa
promoviendo la homogenización colonial de la cultura de la dominación.
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encontrar maestros que se esforzaban por hacer entender a los niños del
campo que el cerro (el Apu de la comunidad) era un ser “inerte”, para poder
enseñar la taxonomía occidental entre seres de la naturaleza.
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alumnos y la comunidad; deben ser capaces de inventar la institucionalidad en
cada escenario multicultural donde le toque desempeñarse; deben ser capaces
de amar la diversidad y reconocerla como una fortaleza y una oportunidad para
la educación; deben ser capaces de gestionar su institución educativa de
manera democrática y bajo la hegemonía cultural de la sociedad que los
alberga; deben ser capaces de inventar Áreas, Cursos, Líneas de Acción
Educativa en las que se organice el Currículo; deben ser capaces de convertir
a su institución en un espacio de educación permanente para toda la
comunidad y con toda la comunidad; deben ser capaces de utilizar los
conocimientos y las tecnologías ancestrales de los pueblos, incorporándolos al
currículo e incorporando a la docencia a los sabios y especialistas indígenas de
la comunidad; deben ser capaces de aprender primero la cultura (y si fuera
posible la lengua) de los niños con los que comparten la tarea pedagógica,
para luego enseñarla; deben ser capaces de producir sistemas de evaluación
de aprendizajes coherentes con los valores de la comunidad y la cultura de los
niños.
Los problemas comienzan cuando buscamos los soportes en los que debe
basarse esta nueva visión en la formación inicial de los maestros; es decir en el
perfil de nosotros, los formadores de maestros. La situación resulta complicada
por que precisamente nosotros somos parte del problema: hemos sido
formados en esa escuela monocultural, racionalista académica desde la
escuela primaria; hemos cursado todas nuestras especialidades en el
paradigma occidental de la ciencia y de la educación; somos los hijos o nietos
de campesinos indígenas migrantes que hemos alcanzado la movilidad social
por esta educación. ¿Podremos nosotros, productos del sistema educativo
peruano, ser capaces de mirar desde los márgenes para cambiar? ¿ Podremos
ser nosotros pioneros de una propuesta educativa de ruptura, que acompañe a
la nueva sociedad?.
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el liderazgo educativo en nuestros claustros. Esa es la razón por la que
decimos que tenemos que asumir el reto de emprender el largo camino de
cambiar la educación luchando por cambiar nuestra sociedad.
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Reformular el currículo, en forma transitoria, perfilando un mayor
énfasis en la práctica profesional y el compromiso ético con la
educación de nuestro pueblo.
Iniciar, desde el primer año en que se asuma la tarea del cambio, una
política de perfeccionamiento docente, empezando con los profesores
más jóvenes.
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