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México, Distrito Federal I Enero-Febrero 2009 I Año 3 I Número 18

MÉXICO: UN MOSAICO DE LENGUAS Y CULTURAS 1

Miguel León-Portilla. Doctor en Filosofía por la UNAM y miembro del


Instituto de Investigaciones Históricas de la misma institución. Ha
tenido diferentes cargos, como el de Director del citado Instituto y
Embajador de México en la UNESCO. Entre su numerosa producción
podemos destacar: La visión de los vencidos, El reverso de la Conquista,
y La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes, obras que han sido
traducidas a numerosas lenguas. Recientemente publicó México: muchas
lenguas y culturas (2007). Ha sido galardonado con numerosos
reconocimientos, entre los que destacan los Doctorados Honoris Causa
otorgados por varias universidades nacionales y del extranjero.
Actualmente es Profesor Emérito de la UNAM y miembro de El Colegio
Nacional.

Para comprender por qué hasta el presente existen en México muchas


lenguas y marcadas diferencias culturales, es necesario conocer, al menos
en grandes rasgos, lo que ocurrió en los aspectos lingüísticos y culturales
durante los tiempos prehispánicos y luego a lo largo de la época
novohispana o colonial y, en el periodo del México independiente. Sólo así
se podrá entender y valorar lo que significa que este país siga siendo tierra
de muchas lenguas y culturas.

CONSIDERACIONES LINGÜÍSTICAS

Gracias a una rama de la lingüística que se conoce como glotocronología,


parece posible conocer la época a partir de la cual determinadas lenguas
se fueron diferenciando de otras hasta convertirse en idiomas distintos. La
aplicación glotocronológica se basa en el método de diagnóstico léxico-
estadístico. Éste se vale de un vocabulario integrado por palabras que
expresan objetos, cualidades y actividades universales y simples que
tengan la menor relación posible con el particular circunmundo y la
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1 Artículo publicado en México: muchas lenguas y culturas. 2ª. Ed., México, Santillana, 2007
(Huellas de Papel), pp. 34-53 y 84-85. Sólo se modificó el formato para adecuarlo a esta
publicación.

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situación cultural del grupo. El propósito es identificar los máximos y


mínimos cambios de ese vocabulario básico en la lengua objeto de
investigación. El iniciador de la glotocronología en México, Mauricio
Swadesh, consideró que pueden establecerse determinados periodos de
tiempo en la separación respecto de una proto—lengua tomando en cuenta
las variaciones en dicho vocabulario básico. Así puede percibirse la
antigüedad y grados de parentesco de una lengua respecto de otras afines
a ella.
Esto ha permitido reforzar en diversos grados las evidencias
obtenidas por la lingüística comparada, la cual estudia el sistema fonético,
el léxico y las estructuras propias de lenguas que se presentan con rasgos
y elementos parecidos.
A partir sobre todo de la lingüística comparada y también con el
auxilio de la glotocronología, aplicadas a las lenguas de Mesoamérica y del
norte de México, así como a otras muchas del continente americano, se ha
logrado establecer un cierto número de familias y troncos lingüísticos en
México.
Una familia de lenguas comprende a aquellas que están relacionadas
en su origen, ya que tienen un ancestro en común. Un tronco lingüístico
es, a su vez, el que está integrado por varias familias de lenguas. Como
ejemplos pueden citarse las varias familias de lenguas europeas: las
lenguas romances (español, italiano, francés, catalán...); las lenguas
germánicas (alemán, inglés, holandés, sueco...); la celta (bretón, irlandés,
escoses…) la eslava (ruso, polaco, checo, búlgaro…). Ejemplo de un tronco
lingüístico es el indoeuropeo, que comprende las familias antes
mencionadas y otras del Cáucaso y la India.

LAS FAMILIAS LINGÜÍSTICAS MESOAMERICANAS

En Mesoamérica, así como existen varias regiones naturales con


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características propias y diversos ecosistemas, también han vivido


diferentes pueblos con sus lenguas y culturas diversas. Además del sur y
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centro de México, en el resto de su territorio, situado al norte, se


establecieron otros pueblos con lenguas unas veces emparentadas con las
de algunos grupos mesoamericanos y otras enteramente distintas. Algo
parecido debe decirse respecto de las culturas desarrolladas allí.
Fueron muy probablemente grupos de hablantes de una lengua
proto-mixe-zoque y otros de una antigua lengua mayense los que dieron
origen a la cultura olmeca a partir de cerca de mil trescientos años a.C.
Las lenguas mixe y zoque, ya plenamente diferenciadas, aunque
conservando su parentesco, forman parte del tronco macro-mayense que
comprende además al gran conjunto de lenguas mayenses, así como al
totonaco, tepehua y xinca, éste último hablado antes en Guatemala.
En tanto que los proto-mixe-zoques vivieron en la zona olmeca, en la
llanura costera del Golfo de México, con el paso del tiempo y la penetración
de grupos de lengua nahua, mudaron su lugar de residencia. Los mixes
pasaron a las estribaciones montañosas del nudo del Zempoaltépetl y los
zoques a varios lugares de la altiplanicie de Chiapas y, más al oriente en
Tabasco, a sitios como los de Teapa y Ayopa.
La movilidad de los pueblos indígenas supuso cambios en las áreas
en que se fueron hablando sus lenguas. Lo que ocurrió con los mixes y
zoques, se produjo también con otros en tiempos anteriores y posteriores.
Así, con apoyo en la lingüística comparada, la glotocronología, la
arqueología y en algunos casos tomando en cuenta antiguas tradiciones de
determinados grupos, se han elaborado “mapas” lingüísticos en los que se
señala aproximadamente qué lenguas se han hablado a lo largo de los
siglos hasta llegar al presente. Integraban ellas varias familias; según
algunos lingüistas, por lo menos diez que aún sobreviven, ya que es muy
probable que algunas desparecieran.
Aunque han variado las clasificaciones de las familias de lenguas
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habladas en México, se identifican y distinguen más de diez


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agrupamientos lingüísticos. Ellos son los de las familias: mayense (con


cerca de treinta lenguas); mixe-zoque, y totonaca-tepehua (ambas
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emparentadas lejanamente con las lenguas mayenses); chinanteca y


huave; purépecha; oaxaqueña (con las subfamilias zapotecana, mixteca y
mazatecana que incluyen a su vez varias lenguas); otopame (otomí,
mazahua, matlatzinca, ocuilteca, pame y chichimeca jonaz); tlapaneca;
yuto-azteca (que comprende al náhuatl, cora, huichol, tepehuán, mayo,
guarijío, yaqui, pápago y otras); hokano-coahuílteca (seri, paipai, tipai,
kiliwa, kmiai, cucapá y tequistlateco), y algonquina (kikapú).

PUEBLOS DE LENGUAS MAYENSES

Entre los principales grupos que habitaron el territorio mexicano


sobresalen los mayas. Hacia 2500 A. C. se hallaban aún a lo largo de las
costas del Golfo de México, desde la actual Huasteca Veracruzana, y se
extendían hasta los límites con Tabasco. Significa esto que los mayas no
habían penetrado todavía en la península yucateca ni en Chiapas y
Guatemala. Su proto-lengua comenzaba a diferenciarse en los cerca de
treinta idiomas que hoy integran la familia mayense. Los mayas, que más
tarde se establecieron también en ámbitos selváticos, aprovecharon sus
experiencias como pueblos ribereños.
En los siglos siguientes los mayas continuaron su avance hacia el
sur y el sureste. Un milenio y medio más tarde habían comenzado a
establecerse en Yucatán y Chiapas y se habían separado por el norte del
grupo huasteco, también mayense. En la época que coincide con los
primeros siglos de la era cristiana, los mayas se extendían
aproximadamente por las tierras altas y bajas que habitan en la
actualidad. Fue entonces cuando la cultura maya comenzó a alcanzar su
mayor desarrollo. Asimismo el proto-maya se había diferenciado en varias
lenguas, de las cuales algunas aún existen. Entre otras, además del
huasteco, están el maya yucateco, el lacandón, el ch’ol en el norte de
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Chiapas y el chontal en Tabasco; el tzeltal, tzotzil, tojolabal y canjobal en


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Chiapas; el quiché, cakchiquel, chuj, mame y otros en Guatemala, así


como el chortí en Honduras.
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LA FAMILIA MAYENSE ABARCA CERCA DE TREINTA IDIOMAS

En la actualidad la mayor parte de los mayas que habitan en la península


de Yucatán son bilingües ya que hablan su idioma nativo y asimismo el
español. En Chiapas y Guatemala, en cambio, la proporción es
considerablemente menor. Hay muchos que sólo hablan su lengua
indígena.
Los diversos grupos mayenses prehispánicos desarrollaron formas
de organización social estratificada con linajes de gobernantes, guerreros,
sacerdotes, escribas, mercaderes y gente del pueblo. Se conservan en la
península yucateca, Chiapas, Guatemala, Belice y Honduras, imponentes
sitios arqueológicos con templos, palacios, canchas para el juego de pelota
y otras edificaciones.
En las tierras bajas florecieron Comalcalco (en Tabasco); Yaxchilán,
Palenque, Uxmal, Sayil, Labná, Cobá, Chichén-Itzá, Tulum, Edzná,
Bonampak y Calakmul (en Chiapas y la península de Yucatán); Tikal,
Uaxactún y Piedras Negras (en Guatemala); Quiriguá y Copán (en
Honduras); Altum Ita y Lubantún (en Belice). Menos espectaculares son
los sitios de las tierras altas, entre ellos Chinkultic (en Chiapas); Zaculeu,
Nebaj, Utatlán y Kaminaljuyú (en Guatemala).
La base de la economía era y es la agricultura y en ella el cultivo del
maíz. Además se cultiva el frijol, que se siembra en los mismos hoyos,
calabaza, tomate, yuca, jícama, chile, epazote, cilantro y otras hierbas y
raíces. Los distintos cultivos -aparte del maíz- variaban según las regiones.
El cacao, por ejemplo, se cultivaba y se sigue haciendo en ámbitos
selváticos.
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LA BASE DE SU ECONOMÍA ERA Y ES LA AGRICULTURA

Hay monumentos, lápidas, paneles y otros, en algunos templos y palacios,


en los que sobre todo el maíz se representa asociado al universo de las
realidades divinas. Los pueblos mayenses estaban persuadidos de que
habían sido creados a partir del maíz. En los tres paneles de los Templos
del Sol, de la Cruz y de la Cruz Foliada, en Palenque, se representan
hermosas evocaciones de los ciclos del Sol y del maíz. En la lápida del
Templo de la Cruz el elemento central es la planta del maíz, que se sitúa
como árbol-eje del mundo. Entre sus hojas se ven mazorcas en forma de
cabeza humana. La cruz-planta de maíz emerge del lagarto, símbolo de la
tierra, que tiene asimismo hojas de maíz. Es el momento en que renace la
planta que da vida. Sostienen algunos arqueólogos que los temas de los
tres paneles están relacionados entre sí; simbolizan el ciclo agrícola del
maíz en conjunción con los ciclos del Sol y la muerte, y el renacer de
quienes gobiernan. Puede decirse que estos paneles integran una sinfonía
en piedra de exaltación a la planta que es origen y sustento de la vida
humana.

LOS MAYAS DESCUBRIERON EL CONCEPTO DEL CERO

Los mayas, antes que ningún otro pueblo en el mundo, descubrieron el


concepto de cero. Lo representaron como una pequeña concha en su
sistema de numeración vigesimal. Las matemáticas mayas facilitaron sus
cómputos calendáricos, desarrollados asimismo con apoyo en su
observación de los astros. El calendario solar de los mayas llegó a tener
una precisión de un diezmilésimo más que el calendario europeo después
de la corrección gregoriana.
Los nombres de los días y otras divisiones del tiempo son
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reveladores. A través de ellos es posible entrever algo de la flora y fauna


con la que convivieron quienes desarrollaron esos cómputos. Así, Imix, el
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nombre del primero de los días, como más tarde ocurrió con Cipactli entre
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los pueblos nahuas, es evocación de un monstruo de la tierra, el lagarto


con atributos a veces fantásticos. Akbal, el nombre del tercer día, apunta a
las tinieblas del mundo inferior donde habita el jaguar. Kan, el cuarto de
los días, guarda relación con el dios del maíz. Chicchan, el quinto, tiene su
paralelo en el día Coatl de los nahuas, es decir, la serpiente. Manik, el
sexto, recuerda la práctica de la cacería. Muluc, el octavo, tiene como
símbolo al jade y al agua y hace recordación de la pesca. Oc, el noveno,
tiene cabeza de perro. Caban, el dieciséis, es reiteración de la importancia
divina del maíz.
El desciframiento de la antigua escritura maya muestra que ella es
“logosilábica”. Representa palabras completas, sílabas y también
marcadores gramaticales. Se incluyen aquí algunas muestras de esa
escritura. El análisis de varios nombres de lugar ilustra también cómo era
esa lengua, principalmente en sus variantes yucateca y ch’ol. Así,
Calakmul está compuesto de ca, “dos”; laak ‘junto a”; muul, “cerro”: “los
dos cerros cercanos”. Otro ejemplo es Chichén-ltzá, compuesto de chi
“boca, orilla”, ch’e’en, “pozo”, e itzá, nombre de un grupo, el de los itzáes:
“en la boca del pozo de los itzáes”.
Después de la Conquista, sirviéndose del alfabeto latino, algunos
antiguos sacerdotes y sabios transcribieron textos de su arraigada
tradición. Entre ellos están el Popol Vuh, Libro de la Comunidad, escrito en
maya-quiché; los Libros los Chilam Balames y Los Cantares Dzitbalché en
maya-yucateco. También hay otras aportaciones de autores mayas sobre
plantas medicinales. Entre ellas están El ritual de los Bacabes, que
describe además los procedimientos curativos. Gracias a estos textos y
también a las más antiguas inscripciones, es posible conocer lo que
pensaban los mayas acerca de la naturaleza, las plantas y los animales, es
decir, qué significaba para ellos el mundo en que vivían con su rica
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biodiversidad.
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GRACIAS A SUS TEXTOS ES POSIBLE CONOCER EL PENSAMIENTO MAYA

Además de esos escritos, en su mayoría del siglo XVI, hay otros


procedentes de tiempos posteriores, como las proclamas comunicaciones
durante algunas de las rebeliones de los mayas en contra de quienes los
oprimían. A lo largo de su historia, varios grupos mayenses se han alzado
en armas buscando justicia y el ejercicio de su libertad y autonomía. Así
ocurrió en la llamada Guerra de Castas. El más reciente levantamiento en
Chiapas, el primero de enero de 1994, es prueba elocuente de esto. La
religión de los pueblos mayenses actuales es la católica, pero con
elementos de las creencias y prácticas prehispánicas.
Las condiciones sociales y económicas de los grupos mayenses en
México difieren en las distintas regiones. Los que viven en pueblos y aldeas
en buena parte de Yucatán y Campeche son campesinos, dueños de
pequeñas superficies donde cultivan frutales, maíz y otras plantas.

ALGUNOS GRUPOS MAYENSES AÚN SON DISCRIMINADOS

En Yucatán se dedican también a la crianza de las abejas, europea y


americana, venden su miel y cera. El trabajo en las plantaciones
henequeneras ha desparecido y, en cambio, muchos mayas están en el
área de servicios al turismo -sobre todo en Quintana Roo- o se dedican a la
pesca. Aunque la situación de casi todos lejos está de ser placentera,
puede decirse que no se hallan en la miseria.
Muy diferentes entre sí son las condiciones de vida de los grupos
mayenses de Chiapas. Éstos, aunque se han visto envueltos en varios
conflictos, mantienen en parte sus antiguos sistemas de gobierno. Sobre
todo en la región de los Altos, la escasez de tierras y las divisiones
religiosas han provocado violencia. No pocos tzeltales, tzotziles y
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tojolabales han emigrado a la selva o a las afueras de ciudades como


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Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal y Comitán. Algunos sirven en quehaceres


domésticos. Otros bajan hacia la vertiente del Pacífico a las plantaciones
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de cacao y café. Sus salarios son muy bajos y continúan siendo


discriminados por los mestizos y blancos. Subsisten en condiciones muy
adversas, lo que en parte explica que no pocos se hayan sumado al
levantamiento zapatista. Es interesante notar que, a pesar de que muchos
mayas viven en situaciones de penuria y abatimiento, algunos están
produciendo una nueva literatura.

MIXES Y ZOQUES SE VEN AFECTADOS POR LA CULTURA DE LA MAYORÍA MESTIZA


PARIENTES LEJANOS DE LOS PUEBLOS HAYENSES: LOS MIXES Y ZOQUES

Hoy sabemos que las lenguas mixe y zoque integran una familia
relacionada con la mayense. Después de su desplazamiento de la región
costera del Golfo de México, estos dos pueblos han vivido relativamente
aislados, los mixes en la zona norte de Oaxaca en los límites con Veracruz.
Los zoques se ubican desde cerca de Tuxtla Gutiérrez hasta los límites con
Tabasco en zonas de climas distintos y considerable biodiversidad. Los
mixes gozan de la fama de no haber sido vencidos ni por los mexicas ni
más tarde por los españoles.
Zoques y mixes aprovechan los recursos naturales y producen telas
de algodón, camisas, faldas y pantalones, objetos de palma, ollas, comales
y otras piezas de cerámica. Practican también la agricultura. Entre otras
cosas cultivan cacao y café. Al parecer la palabra cacao procede de la
proto-lengua de la que se derivaron el mixe y el zoque. Los mixes han
llegado a recibir varios premios otorgados a sus bandas de música. En la
actualidad mixes y zoques, grupo bastante alejados, se ven muy afectados
por la cultura de la mayoría mestiza. Gran parte de los mixes y los zoques,
además de hablar sus lenguas, se expresan también en español.
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TOTONACOS Y TEPEHUAS: OTROS PARIENTES TAMBIÉN LEJANOS DE LOS PUEBLOS


MAYENSES

Los totonacos, a diferencia de los tepehuas, con cuya lengua está


emparentada la suya, son bastante numerosos. En tiempos antiguos se
llamaba Totonacapan, “Tierra del sol y el calor”, a la región que habitaban
y en una parte de la cual continúan viviendo. Se sitúa ésta al norte del
estado de Puebla y se extiende hasta el Golfo de México, entre los ríos
Cazones y Tecolutla. Los tepehuas habitan al norte del estado de Veracruz
y en lugares adyacentes de Puebla e Hidalgo.
En ambos casos la naturaleza circundante es en su mayoría de
clima húmedo y cálido con numerosas corrientes fluviales. La vegetación
predominante es de selva baja en el caso de la región tepehua y de selvas
medianas y húmedas en el ámbito totonaca.
Los totonacos alcanzaron en la época prehispánica considerable
desarrollo cultural. De ello dan testimonio varios monumentos
arqueológicos como los Tajín y Yohualichan. De procedencia totonaca son
las que se conocen como “cabecitas sonrientes”, rostros moldeados con
barro que parecen expresar alegría. En sus tocados hay símbolos diversos,
algunos relacionados con la planta que es vida, el maíz.

LOS TOTONACAS ALCANZARON CONSIDERABLE DESARROLLO CULTURAL

Los mexicas y sus aliados dominaron a los totonacos y tepehuas.


Consumada la conquista española, ambos grupos quedaron sometidos y
perdieron en gran parte sus tierras. Aunque participaron en la guerra en
favor de la Independencia, no por eso se les hizo justicia. Al privatizarse
sus tierras con las Leyes de Reforma y la Constitución de 1857, decidieron
rebelarse, aunque luego fueron sometidos. Dotaciones ejidales obtenidas al
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consumarse la Revolución de 1910 han aliviado en parte su situación.


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LA VAINILLA, CULTIVADA POR LOS TOTONACOS, SE VENDE EN TODO EL MUNDO

Su principal actividad es la agricultura. Entre los totonacos se cultiva


maíz, frijol, chile, vainilla, caña de azúcar, café, tabaco, algodón y varios
frutales. La vainilla, primeramente cultivada por los totonacos, ha
alcanzado aprecio internacional. A su vez los tepehuas practican también
algunos de esos cultivos, a los que se añaden los del camote, yuca y otros
tubérculos. Siembran dos veces al año, una en diciembre y otra en junio.
Tepehuas y totonacos, que tienen creencias y prácticas religiosas
católicas, conservan también vivas sus tradiciones prehispánicas. Sus
relaciones son amistosas con sus vecinos, entre ellos, otomíes y nahuas.
En cuanto a los mestizos, sus contactos son de carácter comercial. Estos
grupos se han esforzado por conservar su entorno natural, su lengua y
cultura y algo al menos de sus antiguas formas de gobierno. La mayoría es
actualmente bilingüe.
A un escritor totonaco, que emplea como seudónimo el de
Xamanixma, “el Soñador”, se deben dos leyendas acerca de la vainilla,
originaria de su tierra y hoy tan apreciada en todo el mundo. En su
introducción a esas leyendas habla acerca del aprecio que tiene por su
propia lengua. Así se expresó:
“Muchos indígenas se niegan a aprender a leer. ¿Por qué? Porque
saben que les enseñarán en un lenguaje que no es el suyo y, en
consecuencia, saben que no aprenderán y prefieren ser como son.
Todos y cada uno de nosotros tiene pleno derecho de aprender en su
lengua materna, porque para el indígena aprender primero en español es
como si en las escuelas oficiales enseñaran primero en inglés. ¿Cuántos
aprenderían y cuántos no aprenderían y se cansarían? ¿Se podría llamar a
esto ser tontos...? Debemos aprender primero en la lengua que conocemos
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muy bien y después otra. Es un error pensar que sólo los idiomas oficiales
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tienen gramática. Lo que se dice en totonaco se puede decir en inglés,


otomí, yaqui, mixteco, francés o ruso”.
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PUEBLOS DE LENGUAS CHINANTECA (MERO IKOOK) Y HUAVE (TSAJUJMI)

Los chinantecos y los huaves han vivido, respectivamente, al noroeste de


Oaxaca y en las proximidades de las lagunas costeras en el Golfo de
Tehuantepec. Chinantecos y huaves integran cada uno, desde el punto de
vista de sus lenguas, dos familias con numerosas variantes internas. Hay,
sin embargo, lingüistas que consideran al chinanteco relacionado con el
que se ha llamado tronco otomangue.
En ese tronco se ha incluido a numerosas lenguas, que abarcan
desde el otomí hasta el mangue que se habló en Centroamérica y hoy está
extinto. Algunos lingüistas han propuesto abandonar la idea de un tronco
otomangue y presentan la distribución de esas lenguas en dos familias
diferentes, aunque tal vez remotamente emparentadas, atendiendo a sus
vocabularios, sus fonemas (sonidos) y sus estructuras gramaticales. La
nueva propuesta consiste en distinguir dos familias: la otopame y la
oaxaqueña. La primera abarca el otomí, mazahua, matlatzinca, ocuilteco,
pame y chichimeca jonaz. La segunda, comprende a las subfamilias
zapotecana, mixteca y mazatecana. En esta clasificación se considera que
la lengua chinanteca se halla más próxima a la familia oaxaqueña.
Respecto del huave se piensa que ha estado emparentado con algunas
lenguas de Nicaragua, posiblemente el chorotega, hoy extinto.
Es probable que tanto chinantecos como huaves hayan mantenido
en gran parte su misma ubicación durante muchos siglos. Allí han logrado
aprovechar los recursos de la biodiversidad circundante.
Al parecer no había entonces hablantes de las lenguas
mesoamericanas que se hubieran establecido al oriente del istmo de
Tehuantepec. Esto lleva a pensar que más allá se hablaban idiomas de
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pueblos que más tarde emigraron hacia América central y del sur. Entre
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ellos estuvieron hablantes de xinca y lenca y verosímilmente también otros

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cuyo idioma era un proto-quechua, lengua de Ecuador, Perú y Bolivia, que


muestra cierto parentesco con el purépecha.
La lengua chinanteca, que según algunos pertenece al tronco
otomague, se diversifica en numerosas variantes dialectales. Muchas
palabras son de una sola sílaba. Su sistema fonético incluye cinco tonos.
Además de los vestigios arqueológicos ya mencionados, hay alguna
documentación acerca de los chinantecos del periodo colonial. En la
actualidad buena parte es bilingüe, hablan en su idioma y en español.
Puede decirse además que se ha producido un nuevo florecer de la palabra
en chinanteco.

LOS HUAVES OTORGAN CONSIDERABLE IMPORTANCIA AL MAR

Según algunos cronistas coloniales, los huaves procedían de Nicaragua. Al


establecerse en las inmediaciones de las lagunas cercanas al Golfo de
Tehuantepec, entraron en frecuentes conflictos con los zapotecos. El
territorio huave es bastante árido y de clima cálido. Incluye selvas secas y
árboles de maderas preciosas. La zona abunda en manglares. La
agricultura ha sido limitada e incluye el maíz, camote, cacahuate y
calabaza. Su principal recurso es la pesca de robalo, bobo, mojarra,
camarón y ostión. La fauna, hoy muy disminuida, incluía al ocelote, oso
hormiguero, venado, tlacuache, tortuga e iguana.
Los huaves se llaman a sí mismos mero ikooc, “nosotros verdaderos”,
dada la cuantiosa biodiversidad del medio en que viven, sobre todo el
marítimo, ya que en su visión del mundo se otorga considerable
importancia al mar. Así, por ejemplo, hay vocablos como piow, “robalo”;
chich, “mojarra negra”; chiüc, “mojarra gris” y chaj, “mojarra blanca”; wiiüd
cheeb, “tiburón palomo”; nich, “raya”; nchiüp, “lenguado”; wajtat, “sierra”;
adiüc, “anguila”; tarrang pang, “sardina”; chilíng, “caballa”; micuaç ndec
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“pulpo”; nimüm tixem, “langosta”; jor, “almeja”; tej “caracol”; sats jor,
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“múrice”; tap xet, “concha grande”; así como otros para las distintas

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formas de pescar: andoc, “pescar con red”, alech, “con anzuelo”; apooch,
“con atarraya”; en tanto que al pescador se le llama mendoc y nelech. El
vocabulario acerca de las partes del cuerpo de un pez es también muy
abundante como lo muestran las palabras con que designan sus “aletas”,
owix cüet, “dorsal”; miwiül, “caudal”; lil, “escamas”; mioxing cüet,
“aberturas nasales”. Ciertamente el vocabulario relacionado con el mar, las
especies que viven en él, la pesca, es revelador de la importancia que dan
los huaves a la biodiversidad relacionada con él.

LOS PURÉPECHAS

Los hablantes de un proto-purépecha ya vivían aproximadamente en lo


que es su actual ubicación. Los especialistas no han logrado determinar a
qué familia lingüística pertenece el purépecha. Existen estudios que
sostienen que esta lengua tiene una remota vinculación con el quechua de
América del sur y también otros que encuentran semejanzas con el zuni
del suroeste de Estados Unidos de América. Entre los purépechas el
bilingüismo se halla muy generalizado.
Establecidos principalmente en la que se conoce como “Meseta
Tarasca”, en el centro de Michoacán, existen allí edificaciones de templos o
“yácatas”, testimonio de su religiosidad. En tiempos antiguos los
purépechas se extendieron en territorios de Guanajuato (que significa
“Lugar de montes con ranas” en purépecha), en Querétaro (“En el juego de
pelota”) y asimismo en ciertos lugares de Guerrero, Colima y aun Jalisco.
La biodiversidad de su territorio comprende bosques de pinos y encinos,
donde viven venados, coyotes, armadillos y otros pequeños mamíferos y
aves.

LA LENGUA PURÉPECHA HA PROPORCIONADO ALGUNOS VOCABLOS A LA CASTELLANA


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Los purépechas han logrado extraordinaria adaptación a su naturaleza


circundante que incluye, además de la Meseta, algunas zonas lacustres
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como las de los lagos de Pátzcuaro, Zirahuén y Cuitzeo. Numerosos


vocablos cuyo significado guarda relación con la flora y la fauna muestran
la importancia que tenían para los purépechas. Ejemplos de esto son los
referentes al maíz, ahtzíri, en todas sus formas y también en sus
preparaciones alimenticias. También las palabras que significan pez,
pescado, pesca, redes, como, por ejemplo, muhtzuz, “pescado blanco”.
La existencia del trabajo de metales, que ha sido aducida como otro
indicio de contactos marítimos con pueblos sudamericanos, también se
refleja en el vocabulario. Así, “metal” se dice tiamu, y “cobre”, tiamu-
charapeti (metal colorado). “Oro” es tirépeti, que aparece en el nombre de
un lugar, Tirepetío.
La lengua purépecha ha proporcionado algunos vocablos a la
castellana. Ejemplos son: chacuaco, “horno pequeño”; cunde o xunde,
“canasto grande”; corunda, ‘tamal”; cuarache o guarache, “zapato,
sandalia”; tambache, “hato en que se llevan diversas cosas”; tecata,
“corteza desprendida del árbol”.
Los purépechas son grandes artesanos: alfareros, carpinteros,
artistas de la laca y del cobre, tejedores de prendas de vestir y zarapes de
lana, objetos de palma, tule y carrizo, fabricantes de instrumentos
musicales. Sus artesanías son muy variadas y sobresalen entre las que se
producen en el país. De ello son prueba las variedades de su cerámica.
(Capula, Patamban...). El sentido de vinculación con su tierra, la
preservación de su lengua y su producción literaria, refuerza su identidad
y hace de los purépechas un ejemplo de lo que puede significar la
conjunción de biodiversidad y diferencias culturales y lingüísticas.

PUEBLOS DE LENGUAS DE LA FAMILIA OAXAQUEÑA

Numerosos son los pueblos establecidos en diversas regiones de Oaxaca y


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hablantes de distintas lenguas. Hasta hace tiempo los especialistas las


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habían agrupado con el nombre de otomangues. En esa hipótesis se


abarcaban además los idiomas otomianos y el pame, así como el mangue,
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hoy extinto y que con variantes se hablaba en algunos lugares de


Nicaragua y Costa Rica.

LOS ZAPOTECOS ALCANZARON GRAN DESARROLLO CULTURAL

Un estudio más detenido de las lenguas oaxaqueñas y las que se acaban


de mencionar, ha llevado a otra propuesta que merece ser atendida. En
ella se presenta como una familia independiente al conjunto de las varias
lenguas otomianas y pames (otopames). Se ha suprimido la referencia al
mangue por hallarse extinto. Concentrándose en los idiomas indígenas de
Oaxaca, algunos lingüistas agrupan a varios de ellos como integrantes de
una familia lingüística, la “oaxaqueña”, dividida en tres subfamilias:
zapotecana, mixtecana y mazatecana. Algunos lingüistas agrupan a varios
de ellos como integrantes de una familia lingüística, la “oaxaqueña”,
dividida en tres subfamilias: zapotecana, mixtecana y mazatecana.

SUB-FAMILIA ZAPOTECANA: ZAPOTECOS Y CHATINOS

La sub-familia zapotecana incluye al zapoteco y al chatino. El mapa


lingüístico de hacia el año 2500 a.C., sitúa a ambos en regiones cercanas a
las que habitan actualmente. Dos preguntas pueden plantearse en
relación con esto. ¿A qué factores pudo deberse su fijación en las mismas
ubicaciones? ¿Hubo adaptaciones de sus formas de cultura a tales
ámbitos, que resultaron tan adecuadas que llegaron a ser en gran parte
permanentes?
El territorio de Oaxaca, en el que se sigue hablando un gran número
de lenguas, se nos muestra así como campo abierto para investigar en los
significados de las relaciones entre biodiversidad, cultura y lengua.
La lengua más extendida de la familia oaxaqueña es el didzazá
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(zapoteco) que se habló ya en Monte Albán, Oaxaca, desde principios de la


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era cristiana. Extendiéndose en un amplio territorio, llegó a diversificarse

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en por lo menos cuatro “sub-lenguas” o dialectos, hablados en la Sierra de


lxtlán; en el sur de Oaxaca; en la región de los Valles Centrales y en el
istmo de Tehuantepec. En la actualidad más de ochenta por ciento de los
zapotecos son bilingües.
Emparentados lingüísticamente con los zapotecos, los chatinos se
establecieron, teniéndolos por vecinos al norte oriente, y a los mixtecos al
norte y al poniente. El territorio chatino abarca una parte de sierra con
bosques de pino, encino, cedro, roble, caoba y ceiba. En las cercanías de la
costa su entorno natural muy diferente, templado y húmedo en los Valles
Centrales y cálido y seco a lo largo del litoral. El chatino y el zapoteco se
separaron entre hace dieciocho a veinticuatro siglos. En la actualidad la
mayoría de los chatinos habla español.

CUANDO MUERE UNA LENGUA, LA HUMANIDAD SE EMPOBRECE

Al igual que cuando se extingue una especie vegetal o animal y cuando se


lesiona el circunmundo –el paisaje en el que se desarrollan las plantas y
los otros seres vivientes-, al desaparecer una cultura o una lengua, la gran
sinfonía del universo ya no podrá entonarse como antes.
A la luz de esto podrá valorarse lo que significa para un país poseer
una variedad de lenguas y culturas. Al igual que la biodiversidad, son ellas
riqueza, testimonio viviente del pensamiento y la actuación humanos. A
través de la educación y la pesquisa, en paralelo con la biodiversidad, hay
que conocerlas, valorarlas, respetarlas, trasmitirlas y disfrutarlas. Si la
pluralidad de lenguas y culturas es riqueza, su reconocimiento será, por
encima de todo, expresión de justicia.
Mantener y desarrollar lo que es su propio legado, en modo alguno
significará aislamiento. Pertinente es citar aquí lo dicho por dos maestros,
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uno náhuatl y otro mazateco. El primero, Natalio Hernández, ante el pleno


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del Xl Congreso de las Academias de la Lengua, manifestó: “El español


también es nuestro”. El segundo, Juan Gregorio Regino, en diálogo con un
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antiguo secretario general de la Organización de las Naciones Unidas,


declaró: “Yo tengo dos lenguas maternas, el mazateco y el castellano”. Lo
dicho por ambos puede extenderse a la mayoría de los que hablan un
idioma indígena y que hoy son ya bilingües.
Lo que ocurre con la lengua, también puede darse en la cultura.
Apoyados en la suya, la ancestral y propia, estos pueblos han resistido
muchas formas de globalización. Y ahora, conscientes del valor y fuerza de
su ser cultural, podrán abrirse voluntariamente y sin temor a cuanto
pueda enriquecerlos espiritual y materialmente. Un paso al menos se ha
dado al reformarse en 1992 el artículo cuarto de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos. En éste, por vez primera, se reconoció que:
“La Nación mexicana tiene una composición pluricultural, sustentada
originalmente en sus pueblos indígenas. La ley protegerá y promoverá el
desarrollo de sus lenguas, culturas, usos, costumbres, recursos y formas
específicas de organización social, y garantizará a sus integrantes el
efectivo acceso a la jurisdicción del Estado”
Complemento indispensable de lo expresado en la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos debe ser la reforma de muchas
leyes y ordenamientos, en los que no se toma en cuenta “la composición
pluricultural” del país. Sólo así será realidad dicho reconocimiento.

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