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El monopolio de la izquierda - Nicaragua

Hoy
El monopolio de la izquierda - Nicaragua Hoy

Escrito por Administrador (11.09.2009, 21:18:38)


El monopolio de la izquierda - Nicaragua Hoy

11 de septiembre de 2009

Silvio Avilez Gallo


Ex Embajador de Nicaragua en Chile

Es sorprendente cómo en el mundo de hoy la poderosa y eficiente maquinaria


propagandística de la izquierda internacional maneja y controla los medios de
difusión e influye en la opinión pública en todas partes. Para comprobarlo sólo
basta remitirse a cualquier acontecimiento —por ejemplo, la situación en
Honduras— para darse cuenta que medios aparentemente tan antagónicos como
la CNN y la voz oficial de Cuba emplean el mismo lenguaje para referirse al
destituido Manuel Zelaya, a quien llaman el mandatario legítimo de los
hondureños, en tanto que al Presidente Roberto Micheletti invariablemente lo
tildan de gobernante de facto, y en eso concuerdan no sólo con Castro, Chávez,
Ortega, Morales, Correa, Lula da Silva, Bachelet, los Kirchner, etc. sino hasta
con la BBC de Londres y la Deutsche Welle de Berlín…

Sucede que para los partidarios y seguidores de la ideología totalitaria


recalcitrante y radical —la llamada “izquierda carnívora”— así como para los
denominados izquierdistas moderados —la izquierda “vegetariana”— no existe
un solo dictador de derecha que se salve de los peores epítetos. Para ilustrar este
punto, basta mencionar la dictadura de Pinochet en Chile (17 años) para que
agoten el diccionario de insultos. En cambio, esto no sucede con los dictadores
izquierdistas. Así, la prensa “zurda” es pródiga en elogios cuando se trata de
Fidel Castro, a pesar de la férrea dictadura que ejerce en Cuba desde hace más de
50 años —ahora no como titular, pero sí como detentor del poder real y es quien
tiene la última palabra— todo un récord de longevidad dinástica que ha heredado
a su hermano Raúl. Veamos algunos otros ejemplos.

Hoy contemplamos cómo un famoso cineasta estadounidense (Oliver Stone) —el


mismo que filmó la apología de un carnicero llamado Che Guevara —no ha
tenido el menor reparo en producir una película biográfica y bombástica de Hugo
Chávez (”South of the border”), a quien presenta poco menos que como un
émulo de los grandes libertadores y revolucionarios no sólo de América sino del
mundo. Y no sería nada raro que la cinta ganase un galardón en algún festival
internacional y se hiciera acreedora al Óscar de Hollywood…

En el reciente conflicto provocado a raíz de la destitución del aventajado pupilo


de Chávez en Honduras, el mundo asistió a un espectáculo pocas veces visto: la
coincidencia total del Presidente Barack Obama con sus más rabiosos enemigos,
aquéllos que han jurado destruir todo vestigio del “imperio”. Cuesta mucho, para
cualquier persona sensata, comprender esta absurda contradicción, a no ser que la
concordancia sea no sólo circunstancial sino que traduzca coincidencias de
fondo, lo que sería gravísimo y trágico. Poco a poco comienzan a alzarse voces
en los mismos EE.UU. que cuestionan y se interrogan acerca de la verdadera
personalidad del Presidente Obama.

Para los radicales izquierdistas, nada de lo que tenga que ver cercana o
remotamente con la derecha es aceptable, sino malévolo y perverso. Según ellos,
no existe nada bueno o malo en sí, todo depende de quién lo haga y de los fines
que se persigan.

Así, un hecho intrínsecamente reprobable, como es el atentado perpetrado contra


un avión comercial en pleno vuelo, recibe un tratamiento diametralmente
distinto, dependiendo de quién lo realice. La voladura de una aeronave de
Cubana de Aviación en 1976, que se dirigía de Barbados a La Habana con 73
pasajeros a bordo, atribuido al anticastrista cubano-estadounidense Luis Posada
Carriles, sindicado como presunto autor intelectual, es un crimen repudiable,
agravado por el supuesto “asilo” que recibió el inculpado en los Estados Unidos
de América (donde en realidad fue enjuiciado y guarda prisión). En cambio, la
explosión en pleno vuelo de un avión de Pan Am sobre la localidad escocesa de
Lockerbie en 1988, con un saldo trágico de 259 víctimas inocentes, fue no sólo
justificada y ensalzada por el terrorismo izquierdista, sino que su autor, el libio
Abdelbaset Alí Mohamed al Megrahi, recientemente liberado de prisión por las
autoridades escocesas por razones humanitarias, recibió a su llegada a Trípoli (en
avión especial puesto a su disposición por el gobierno libio) un tratamiento dado
a los grandes héroes. Su recibimiento triunfal y multitudinario por parte del
dictador Gaddafi —quien no ha tenido empacho en celebrar por todo lo alto sus
40 años de ininterrumpida permanencia en el poder, con la presencia de lo más
granado de los dictadores de la izquierda internacional— es una afrenta y una
bofetada para quienes, a diferencia de Maquiavelo, todavía creemos que el fin de
ninguna manera justifica los medios. Un mismo hecho, condenable y salvaje
independientemente de quien lo realice, en un caso es tildado de barbarie y en el
otro calificado como acto heroico.

Las restricciones a la libertad de prensa, de expresión y de reunión no escapan a


esta dualidad. Las medidas represivas contra radiodifusoras y televisoras
independientes, adoptadas por el gobierno del dictador Chávez, son justificadas
por los medios izquierdistas, que las consideran legítimas para defender la
“revolución bolivariana”. Pero las mismas acciones, cuando provienen de un
régimen derechista, concitan la más enérgica condena a nivel mundial. El
gobierno de Ortega utiliza sus fuerzas de choque —los tristemente célebres
Consejos del Poder Ciudadano— para impedir cualquier manifestación opositora,
ante la pasividad de la Policía Nacional, y el partido gobernante elogia y justifica
su actuación. Pero cuando las fuerzas de orden en Chile son atacadas y repelen
un ataque de terroristas infiltrados entre los activistas de la etnia mapuche, que se
dedican a invadir, incendiar y destruir propiedades ajenas y por desgracia resulta
alguna víctima en la trifulca, el oficial responsable de la acción es enjuiciado por
los tribunales de justicia y recibe la condena unánime de los medios de prensa
que simpatizan con los subversivos.

El gobierno de la Sra. Kirchner no titubeó en apoderarse de los fondos


previsionales de los jubilados argentinos para utilizarlos a su arbitrio, al igual que
lo hizo el FSLN con los fondos de pensiones del Instituto Nicaragüense de
Seguridad Social, y por supuesto la prensa y la opinión pública izquierdistas
guardaron un recatado y cómplice silencio. Pero ¡ay si un gobierno de derecha
hiciera algo similar! El hecho sería denunciado de seguro ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos como un vergonzoso despojo y no faltaría
algún gobierno que llevara el caso ante la Corte de La Haya.

En Cuba, donde no hay ningún tipo de libertad política ni se permite la existencia


de partidos distintos del Partido Comunista, el dictador Fidel Castro designa a su
hermano Raúl como Presidente de la República y todos los gobiernos aplauden y
se apresuran a felicitarlo. En Honduras, el Congreso Nacional, en representación
del pueblo, destituye a Manuel Zelaya por reiteradas violaciones a la
Constitución y las leyes y elige a Roberto Micheletti como Presidente
constitucional para terminar el período de Zelaya. Las llamadas democracias de
la comunidad internacional desgarran sus vestiduras y denuncian un golpe de
Estado, en circunstancias que todo se ha hecho en estricto apego a los
mecanismos previstos en la Ley Fundamental y de conformidad con una votación
mayoritaria del parlamento, mientras todos los poderes del Estado funcionan
normalmente. En Cuba la sucesión es blanca, en Honduras, negra…

Y los ejemplos podrían multiplicarse ad infinitum. Pero ¿por qué nos extrañamos
de este doble estándar? Todo ello es consecuencia del reemplazo de los
principios y valores que durante siglos han caracterizado a nuestra sociedad
civilizada y que ahora han sido substituidos por antivalores y por la carencia total
de principios. El monopolio que ejerce la izquierda en todos los niveles de la
opinión pública ha hecho que muchas personas, por ignorancia más que por mala
fe, crean a pie juntillas las mentiras tendenciosas convertidas, por obra y gracia
de los Goebbels que nunca faltan, en “verdades” indiscutibles que terminan por
envenenar la mente y hacen dudar a más de alguno, porque hasta ciertos
intelectuales de prestigio prestan su pluma para apoyar como turiferarios a
quienes denigran al “enemigo” derechista.

Es hora que quienes dicen creer en la democracia como la mejor—aunque no


perfecta— forma de gobierno hasta hoy, reaccionen y se decidan a defenderse y
a luchar por sus convicciones. Estamos frente a un adversario que no sólo tiene el
alma envenenada de maldad, sino que también dispone de ingentes recursos para
amedrentar a los débiles, comprar sus conciencias y someterlos a la condición de
siervos en un mundo que parece haber abdicado de la libertad, que es lo más
sagrado que tiene el ser humano.
Dejemos de lado diferencias menores y aunemos esfuerzos en defensa de
nuestros valores y principios democráticos. De otro modo, la pasividad terminará
por convertirnos en clientes cautivos de un perverso y siniestro monopolio.

Reproducimos el pronunciamiento de varias organizaciones sociales de estos dos países analizando las
razones de fondo que están llevando a la actual escalada de tensión entre ambas naciones, con graves
repercusiones tanto en Centroamérica como en el resto de América Latina.

COMUNICADO DE ORGANIZACIONES SOCIALES DE NICARAGUA Y COSTA RICA

La paz se construye con hechos; en la hermandad de los pueblos.

Allá arriba pretenden repetir su historia. Quieren volver a imponernos su calendario de muerte, su geografía
de destrucción.

Ante la situación conflictiva que se vive actualmente alrededor del Río San Juan en la zona fronteriza
Nicaragua-Costa Rica, nosotras y nosotros, organizaciones sociales y populares hermanas de ambos países,
convencidas y convencidos de que a nuestros pueblos los une una historia común centroamericana, una
problemática estructural y económica compartida y que tenemos una misma herencia cultural expresada en
las distintas manifestaciones indígenas y campesinas de nuestros pueblos y por lo tanto concientes de que
nuestra historia se arraiga alrededor de la relación con nuestra Madre Tierra de la que somos hijas e hijos
más allá del establecimiento de cualquier frontera.

Declaramos;

Hoy, alrededor del Río San Juan se manifiesta un conflicto canalizado hacia la problemática fronteriza que
pone en evidencia que tanto en la parte de Nicaragua como de Costa Rica, se desarrollan grandes
inversiones de capital dirigidos a la consolidación del modelo neoliberal y la consecuente instalación de
megaproyectos y actividades agroindustriales que implican un alto impacto ambiental y que vienen a socavar
las bases de las estructuras socioeconómicas y de las tradiciones culturales presentes en la región. Las
comunidades a ambos lados del río, construyen su vida a partir de un intercambio comercial y cultural
histórico.

El Imperialismo en aras de consolidar su control económico en la región, pretende buscar y establecer un


pretexto que justifique su intervención, ocupación militar y hegemonía centroamericana. No es un hecho
aislado. Es un plan exógeno a l@s nicaragüenses y a l@s costarricenses.

No es casual, que el Gobierno de Costa Rica y la Asamblea Legislativa en contra de la propia Constitución
autorizaran la presencia de 7 mil marines y el atracamiento de buques de guerra, en territorio costarricense.
Hecho relevante en la estrategia de aproximación al nuevo objetivo geopolítico imperialista.

Invitamos a que los pueblos no se confundan con los mensajes patrióticos y defensores de la soberanía. ¿De
qué soberanía hablan cuando permiten que barcos militares artillados, con la presencia de miles de marines
estadounidenses, invadan con libertad de movimiento y protección (inmunidad) nuestros suelos para
“combatir el narco y el lavado de dinero”?

El problema de fondo no es el Río San Juan, ya que siempre se ha reconocido la total soberanía por parte de
Nicaragua, sino lo que representa para el dominio geoestratégico, económico, comercial, político y militar del
capitalismo global.

En el lado de Costa Rica tenemos el proyecto de la empresa minera canadiense Infinito Gold, grandes
proyectos de agro exportadores en el cultivo de piña, banano y caña y varios programas de desarrollo de
inversión turística.

Otra muestra mas de de la doble moral y el doble discurso de la Presidenta de Costa Rica Laura Chinchilla
son sus recientes expresiones, ante la represión y desalojo violento de los líderes indígenas de Costa Rica en
la Asamblea Legislativa, el pasado 10 de agosto, dijo que no puede sacrificar el “desarrollo nacional “, por los
intereses de minorías (indígenas) relacionando el asunto con el Proyecto Hidroeléctrico Diquís, que es parte
del corredor mesoamericano de Energía en el PPP (SIECA) y que se ha demostrado claramente el impacto
social y ambiental que tendrá sobre las comunidades y recursos naturales de Costa Rica.

En el lado de Nicaragua encontramos proyectos de Plantas Hidroeléctricas que se enmarcan en el SIEPAC


como parte del anteriormente llamado Plan Puebla Panamá, así como grandes extensiones de cultivo de
palma africana con financiamiento alemán direccionadas a la producción de biocombustibles y además la
construcción de un canal interoceánico (la Draga construida en Nicaragua) con el apoyo de fondos
provenientes del ALBA.

Es así como se puede evidenciar la presencia en el área de muchos intereses nacionales, regionales y
transnacionales que afectan directamente zonas como la Reserva Biológica Indio Maíz, Patrimonio de la
Humanidad, el Humedal RAMSAR Caño Negro y el área protegida de Barra del Colorado.

Con ello se ponen en riesgo las zonas de amortiguamiento ecológico, de las cuales ambos gobiernos han
asumido el compromiso de conservación mediante diversos Tratados Binacionales, propiciando impactos
ambientales que resultarían catastróficos por la ruptura de la conectividad de los diversos ecosistemas de
corredor biológico mesoamericano.

En la actual coyuntura, el dragado del río para la potencial apertura de la ruta de tránsito interoceánico del
Atlántico hacia el Pacífico y viceversa, y consecuentemente, frente al Monopolio del Comercio Mundial
mediante el actual Canal de Panamá; el Río San Juan se convierte en un objetivo del imperio estadounidense,
de las transnacionales y del gran capital privado.

En la construcción de esta potencial ruta de comercio internacional, se manifiesta un enfrentamiento de


intereses entre el Imperio estadounidense y otros países como Venezuela, Ecuador, Bolivia, Irán, China o
Rusia en virtud de los posibles impactos sobre el gran capital que circula en el Canal de Panamá.

El dragado es el primer paso de toda una estrategia de desarrollo fronterizo nicaragüense que incluye la
construcción de un aeropuerto con pista de 1.200 metros de longitud valorada en $7 millones.

Este tendría lugar en el delta del San Juan y se extendería 32 Km. hasta bahía Punta Castilla. Se espera que
el 80% del caudal del río regrese al cause original. La afectación sobre el río Colorado, humedales y vida
acuática sería significativa y se estiman consecuencias ambientales en Río Colorado, afluentes del San Juan
(ríos Frío, San Carlos y Sarapiquí), en los humedales de Caño Negro y en la zona boscosa costarricenses.

Sumadas a estas valoraciones de carácter ambiental, no se pueden dejar de lado precisiones históricas,
culturales y económicas que nos hacen concluir en la necesidad de no seguir alimentando el enfrentamiento
de los pueblos ni fomentar posiciones retrógradas xenofóbicas, racistas y discriminatorias, cuyo único
resultado es la diferenciación de clases, materializada en unos ricos poderosos disfrutando como nos
peleamos mientras están a la espera de repartirse y disfrutar del botín adquirido.

No podemos alimentar el odio y menosprecio entre pueblos hermanos, es un peligro latente alimentar los
sentimientos de rencor y rechazo, las nuevas generaciones, pagarán ese mal vivir. L@s herman@s migrantes
de ambos países, son quienes enfrentan estos actos xenofóbicos y cargan injustamente las diferencias de
nuestros gobiernos.

Debemos tener claro que ni la Presidenta Laura Chinchilla, ni el Presidente Daniel Ortega son interlocutores
válidos para depositar nuestra confianza en sus mensajes ya que ellos también tienen y representan intereses
ocultos en el flujo de capitales de la región.

La existencia de un pacto de silencio entre los Gobiernos de Nicaragua y Costa Rica es prueba de un acuerdo
debajo de la mesa ya que a pesar de las denuncias, el Gobierno de Costa Rica no fue enfático en cuestionar
el proyecto de dragado, y asimismo la actitud del gobierno nicaragüense fue permisiva ante la posibilidad real
de que el proyecto minero Crucitas se concrete. Al respecto quedan muchas dudas sobre la reunión secreta
entre el Canciller costarricense René Castro y su homólogo nicaragüense Samuel Santos el 21 de julio del
presente año.

Por ejemplo, hasta finales de octubre las diferentes autoridades políticas costarricenses hicieron caso omiso
del tema del dragado y más bien defendieron el argumento de que el mismo no tendría eventuales
implicaciones de ningún tipo.

Tanto la presidenta Laura Chinchilla, la Cancillería General de la República, el Ministerio Nacional de


Ambiente, Energía y Telecomunicaciones así como legisladores tanto de la línea oficialista y de oposición
como el Partido Frente Amplio negaron las posibles consecuencias del asunto.

Asimismo, esta situación se puede fácilmente visualizar a partir de los hechos acaecidos recientemente en la
OEA; por ejemplo:

- Las continuas contradicciones de los funcionarios representantes de cada país.

- El incondicional apoyo del Gobierno de Panamá a Costa Rica porque es evidente su interés en preservar su
monopolio y control de ruta comercial internacional.

- El incondicional apoyo de Colombia a Costa Rica porque pretende negociar con Nicaragua para que desista
de denunciar y demandar la injerencia y ocupación militar de ese país en las aguas marítimas continentales e
islas de San Andrés.

- El incondicional apoyo de Honduras a Costa Rica, porque busca que Nicaragua retire su posición en los
organismos internacionales contra el Gobierno Golpista de ese país.
- La inconsistencia del gobierno costarricense en invocar su preocupación alrededor del impacto ambiental de
las obras del dragado, cuando tiene vigente un decreto que declara el proyecto de minería de oro a cielo
abierto Crucitas, como de interés nacional y conveniencia publica, ubicado justamente en el Cuenca del Río
San Juan.

- Que el gobierno nicaragüense se pronuncie en este foro, y en la actual coyuntura, acerca del proyecto
minero Las Crucitas, cuando después de 15 años (desde que inició el mismo) no ha dicho nada, a pesar de
que representa un claro e incuestionable riesgo de contaminación y destrucción ambiental para el Río San
Juan.

Hacemos un llamado a construir la paz con hechos.

Demandamos que el conflicto actual se dirima entre las representaciones de los gobiernos de Nicaragua y
Costa Rica, exclusivamente.

Rechazamos enérgicamente la posibilidad de participación de terceras fuerzas y la escalada del conflicto


militar.

Es necesario el establecimiento de una agenda integral binacional, desde las organizaciones sociales, que
busque atacar los problemas sociales, económicos y ambientales de la zona transfronteriza.

Demandamos como organizaciones sociales el compromiso que tienen ambos gobiernos en preservar,
proteger, cuidar y desarrollar la cuenca del Río San Juan.

Condenamos todo acto xenofóbico, por más mínimo que parezca, ya que lesiona nuestra dignidad.

Desde nuestra perspectiva la solución es técnica y se resuelve con el amojonamiento de la frontera.

15 de noviembre 2010, NICARAGUA – COSTA RICA

Firman:

Organizaciones del Movimiento Social Nicaragüense “Otro Mundo es Posible”

Confederación Solidaridad Costa Rica – Nicaragua

Organizaciones de la Coordinadora Norte Tierra y Libertad de Costa Rica

Coordinadora de Lucha Sur Sur, Ditsö. Costa Rica.

Grito de los Excluidos

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El imperialismo

Por lo general, cuando escuchamos la palabra “imperio”, o


cualquiera de sus derivados, a muchos de nosostros se nos viene
a la cabeza la época de Roma o de Egipto; a otros, quizás, se nos
venga a la cabeza un imperio más reciente, como el imperio
español que colonizó buena parte de nuestro continente, o el
imperio británico, que colonizó norteamérica. Así, podríamos
hacer una larga lista de “imperios” o “imperialismos” en casi
todos los lugares del mundo y en casi todas las épocas de la
historia de la humanidad.
Más aún, si preguntamos por el problema del imperialismo, muy
posiblemente nos respondan que éste es un problema del
pasado, “de la época de las colonias”; que ahora la mayoría de
los países son independientes y que casos como el de las
Malvinas o el de Puerto Rico son sólo excepciones a la regla
moderna, a lo sumo rezagos de un orden colonial antiguo.
Pues bien, en este capítulo dedicado al tema del imperialismo, no
nos vamos a referir a ningún fenómeno antiguo, pasado o lejano.
Por el contrario, nos vamos a referir a un fenómeno moderno,
actual y de primera importancia, económico y político, que
engloba al mundo entero y que constituye la forma más
oprobiosa de dominación, explotación, pillaje y saqueo que jamás
haya conocido la humanidad, forma de dominación que, de no ser
destruida, se encargará ella misma de llevar a la destrucción a la
humanidad entera.

El capitalismo de antes y el capitalismo de ahora


Quién hizo una definición más precisa del imperialismo fue, sin
lugar a dudas, Lenin, en el preciso título de su obra sobre el tema:
“El imperialismo, fase superior del capitalismo”. Veamos qué
quiere decir esto.
Cuando el capitalismo surgió, hace varios siglos, significó un
progreso muy grande para la humanidad. La burguesía naciente
era una clase revolucionaria, que se enfrentaba al viejo orden
feudal, un orden económico muy ligado al campo, apegado a la
tierra, basado en unas relaciones de servidumdre hacia los
señores feudales, atrasado y oscurantista, que no dejaba
desarrollar la economía y, por ende, impedía el progreso del ser
humano.
Al triunfar la burguesía y llegar al poder (como por ejemplo,
después de la revolución francesa de 1789), se abrió
definitivamente paso un nuevo orden económico, basado en la
libertad de los que antes eran siervos (libertad para dejarse
contratar en las fábricas de los burgueses, cosa que no podían
hacer en un feudo), en la competencia entre los diferentes
empresarios, en la libertad de empresa y en la propiedad privada
sobre los medios de producción (las fábricas, etcétera). Era,
desde sus comienzos un sistema económico de explotación donde
la burguesía tomaba las riendas del estado para dominar y
explotar a la clase obrera. Un sistema económico que —como
diría Marx— “nació chorreando sangre y lodo por todos los
poros”.
Sin embargo, comparado con el viejo orden feudal, permitió un
gran desarrollo de la humanidad. A partir de la revolución
industrial, la humanidad conoció un gran desarrollo de sus fuerzas
productivas, un gran desarrollo de la ciencia y de la técnica,
muchos y muy importantes descubrimientos que hicieron que en
pocos siglos, el género humano progresara muchísimo más que
en todo el resto de su existencia.
Pero las cosas no se quedaron allí. El capitalismo evolucionó y
cada vez más sus garras fueron apareciendo. El libre mercado y
la libre competencia, que le daban una fachada color rosa al
capitalismo, desaparecieron. El capital industrial se fue
concentrando cada vez en menos manos. El capital de los bancos
—que siempre había sido un simple intermediario para los
negocios de la burguesía— se alió directamente con estos
sectores poderosos del capital industrial, empezaron a prestarse
entre sí, a financiar sólo las empresas que a uno y otro les
convenían, empezaron a imponerle condiciones a otras empresas,
a controlarlas. Las empresas medianas y pequeñas se veían ante
un dilema de hierro: o directamente desaparecían al quebrar por
esta competencia totalmente desigual, o se integraban a los
nacientes grupos poderosos.
Así surgieron compañías —como la Good Year, la General Motors,
la Fiat, etc., todas conocidas en nuestro país—, cuyas ventas, por
ejemplo, fácilmente superaban, en cantidad, todas las
exportaciones de muchísimos países atrasados del mundo.
Mostruos poderosísimos que controlaban centenares o miles de
empresas, que hablaban duro e imponían sus condiciones, y que
extendían sus tentáculos mucho más allá de las fronteras del país
en el cual tuvieron origen, hasta los lugares más lejanos de la
tierra. En pocas palabras, surgió el capital financiero y la
competencia se convirtió en monopolio.
El capitalismo se hizo definitivamente un sistema mundial y esos
poderosos capitales empezaron a exportarse, a recorrer el mundo
como quien exporta un carro o una nevera, a explotar obreros de
otros países, a imponerles condiciones a los países a los uales
llegaban, a imponer pactos económicos, políticos y militares que
lesionaban la soberanía de esos países. Hasta el rincón más
atrasado de la tierra se ha visto abrazado por los tentáculos de
estos nuevos colonizadores.
Si se produce un alfiler en Tanganica y se quiere vender, tiene
que ceñirse a las leyes del capitalismo mundial, a las leyes del
imperialismo. Si en nuestro país se necesita un acueducto para tal
ciudad y la plata para hacerlo la presta un banco imperialista,
éste impone todas las condiciones: cómo se hace el acueducto, a
qué empresa (imperialista, por supuesto) hay que contratar para
que haga la construcción, a qué lugares de la ciudad llega el
servicio, a qué precios se vende el servicio, etc., etc. Así funciona
el imperialismo.
Ejemplos hay por cantidades. El del carbón del Cerrejón es uno.
Resulta que el mundo necesita combustibles y el carbón es un
combustible muy bueno. En Colombia hay mucho carbón,
particularmente en El Cerrejón que es una de las minas más
grandes del mundo; carbón que está en suelo colombiano y que
sería muy bueno explotar. Sin embargo, quien lo “descubrió” fue,
casualmente, una compañia yanqui, quien lo explota es una
compañía yanqui, quien está construyendo la planta también,
quien se va a llevar las ganancias, también, por lo menos en una
inmensa mayoría.
La burguesía colombiana se lleva otro pedazo, pero en
comparación a lo que se llevan los yanquis es una verdadera
migaja, a cambio de la cual nuestros patronos cedieron sin
ninguna pena la soberanía del país. Ejemplos simililares se dan
con el petroleo, el iquel el banano, el café, etc.
Este es el capitalismo en la etapa actual, su etapa superior, su
última etapa. A esto es a lo que llamamos imperialismo.
Después de haber visto las raíces económicas de este oprobioso
sistema de dominación, saqueo y pillaje que es el imperialismo,
nos vamos a adentrar en sus aplicaciones políticas, para seguir el
orden que el mismo Lenin nos propone, en el prólogo que escribió
a su libro “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, en julio
de 1920: “Sin haber comprendido las raíces económicas de ese
fenómeno, sin haber alcanzado a ver su importancia política y
social, es imposible dar el menor paso hacia la solución de las
tareas prácticas de la revolución social que se avecina”.

El mundo en la época del imperialismo: países


dominantes, países dominados
En el texto “Las Clases Sociales” vemos que la sociedad está
dividida en clases, que existen dos clases fundamentales, la
burguesía y el proletariado, que tienen intereses irreconciliables
entre sí y que desarrollan una lucha permanente la una contra la
otra. También vimos que estas clases fundamentales existen en
todo el mundo. Veamos ahora, a la luz de lo que hemos visto del
imperialismo, cómo se ve el panorama a nivel mundial.
Para empezar, veamos cómo, dentro de la burguesía a nivel
mundial, hay un sector que es el dominante. Son los patronos
dueños de esos grandes monopolios que hemos visto, asentados
en los países capitalistas más adelantados (como Estados Unidos,
Alemania, Francia, Inglaterra, Japón, etc.). Esos monopolios son
empresas tan grandes que unas pocas dominan ramas enteras de
la producción. También son bancos gigantescos que concentran
inmensas cantidades de recursos financieros y pueden imponer
muchas condiciones.
Estos grandes monopolios, extendidos por toda la faz de la tierra,
dominan el mundo. A éstos burgueses los llamamos burgueses
imperialistas y a estos países, países imperilistas. Visto así,
podríamos decir que el imperialismo es, básicamente, el dominio
de la mayoría de los países del globo por un puñado de grandes
potencias, de grandes países capitalistas adelantados, como los
que hemos mencionado.
Dentro de estos países, los grandes monopolios, las grandes
empresas capitalistas, dominan los gobiernos y las maquinarias
del Estado y, apoyándose en la fuerza, se lanzan al dominio del
mundo por todos los medios: con cara de buenos amigos si el
gobierno del país atrasado es un agente suyo que les deja hacer
lo que quiere, o con el garrote en la mano si sus socios burgueses
menores les ponen alguna tímida condición o, sobre todo, si los
trabajadores y los campesinos de estos países se rebelan contra
su dominación.
El mundo, así, claramente se ve dividido en dos clases de países,
los países imperilistas y los paises atrasados, dominados que
pueden ser coloniales o semicoloniales, de acuerdo con el grado
de dominación que los imperialistas hayan logrado imponer sobre
ellos. Y este dominio es, precisamente, el que mantiene atrasados
al resto de los países, a los que no son imperilistas, porque los
grandes monopolios, los patronos imperialistas, ganan
manteniendo el atraso y la miseria, obligando a las masas a
consumir lo que ellos les ofrecen, vendiendo a estos países su
tecnología a los precios y en las condiciones que les plazca,
sacando exhorbitantes ganancias, de éstas, sus nuevas colonias.
Fiel a su condición de clase, los burgueses imperiahstas son el
centro de la contrarrevolución mundial. Por todos Ios medios que
estén a su alcance, incluido el asesinato masivo y la guerra,
defienden su sistema mundial. Lo defienden en cualquier parte
del mundo donde vean atacada a la burguesía. Por eso los
yanquis fueron a pelear la larga guerra de Vietnam, donde
finalmente fueron derrotados. Por eso los yanquis invadieron en
1965 a República Dominicana, para poner “orden en casa” en un
país donde la movilización de los trabajadores les planteaba el
peligro de que las cosas se les salieran de las manos; por eso
bombardearon a Irak, han invadido muchas veces en la historia a
Centroamérica, por eso cerraron filas en torno a la defensa del
Imperio Británico en su guerra colonial contra la nación argentina
que reclamaba su justísimo derecho a ser dueña de unas islas
que quedan en su país, y por eso intervienen en todos los países
dictando políticas, imponiendo la extradición de nacionales y
sancionando. Con el argumento deI narcotráfico o los derechos
humanos.
Los imperialistas defienden a la burguesía en cualquier lugar del
mundo porque su sistema no es un sistema yanqui, alemán o
japonés. Es una totalidad, un sistema mundial con engranajes en
todos los rincones de la tierra, que tiene que defenderse como un
todo para que la explotación permanezca.

La lucha contra el imperialismo y la liberación


nacional
Las condiciones de vida que el imperialismo impone a las masas
de la inmensa mayoría de los países del mundo, que cada vez se
hacen más insoportables, llevan a los pueblos a levantarse contra
el imperialismo. Eso y no otra cosa han sido las guerras de
Nicaragua y El Salvador, la revolución iraní, la guerra de Irak, la
lucha de los palestinos... y muchas otras. Como una parte de este
proceso de lucha revolucionaria contra el imperialismo, los
obreros y el pueblo colombianos debemos luchar por romper con
la dominación que los imperiahstas ejercen sobre nuestro país,
expropiar todas las empresas que sean de los imperialistas,
romper con los pactos que a través de décadas nos han impuesto
y que nos hacen que debamos pedirles permiso hasta para ir al
baño. Ahora bien, nosotros creemos que esa lucha contra el
imperialismo en nuestró país sólo la puede llevar a feliz término la
clase obrera.
Muchos partidos que se reclaman de la clase obrera, como el
Partido Comunista o el Moir, o muchos movimientos que se dicen
nacionalistas, como el M-19, nos dicen que debemos aliarnos con
algunos sectores de los patronos colombianos para expulsar al
imperialismo de Colombia. Nosotros decimos que ninguno de los
sectores patronales del país es capaz de llevar a cabo una lucha a
fondo contra el imperialismo. Que si bien en algunos momentos
pueden tener sus roces y problemas —incluso muy fuertes como
en el caso del gobierno de Samper— con el imperialismo, hay una
cosa de fondo que los une con el imperialismo, una raíz de clase
común, que es la de luchar unidos para mantener en todo el
mundo un sistema internacional de explotación de la clase
obrera.
Pueden discutir (los patronos de un país dominado como el
nuestro con los patronos imperialistas) cómo se distribuyen las
ganancias, los burgueses colombianos pueden regatearles algo,
para que las migajas sean un poquito mayores, y Tener
diferencias en esto. Pero tienen un punto común que vale un
millón de veces más que las diferencias que puedan tener: están
total y absolutamente de acuerdo en mantener la propiedad
privada sohre los medios de producción y mantener el sistema de
explotación, esencia del capitalismo.
Sin embargo, esto no quiere decir que en algún momento
marchemos junto a algún sector patronal en una lucha concreta
contra el imperialismo, en defensa de la soberanía nacional y por
la Iberación nacional. Por ejemplo, en Argentina, la sanguinaria
dictadura de Galtieri, que había asesinado millares de
trabajadores y revolucionarios, en un momento se vió envuelta en
una guerra contra el imperialismo británico para tratar de
recuperar unas islas que estos bandidos se robaron hace más de
cien años. Nostros peleamos a favor de la nación argentina,
incluso del lado de esta siniestra dictadura representante fiel de
los intereses de los patronos, contra el imperialismo. Pero sin
ningún compromiso con ellos. Estábamos unidos en un punto, en
una accíán comun contra el imperialismo británico, entonces
hicimos unidad de acción hasta con ellos para pelear contra el
enemigo imperialista, sin dejar de denunciarlos por un minuto, sin
dejar de decir a voz en cuello que esos burgueses asesinos, hasta
la víspera los más proimperialistas del mundo, eran
completamente incapaces de dirigir consecuentemente una lucha
contra sus socios mayores, porque para llevarla a cabo tendrían
que movilizar a las masas, apoyarse en ellas y en el poder de su
lucha, el único capaz de conducir al triunfo.Y esa lucha de las
masas, su movilización seguramente echaría a los imperiahstas,
pero, a renglón seguido, o simultáneamente, barrería también a
todos los burgueses de la faz del país. Y a eso le teme demasiado
cualquier burgués del mundo. Por eso sólo la clase obrera, al
frente de su revolución, es capaz de llevar hasta el final la lucha
por la expulsión del imperialismo de un país.

¿Y después de la liberación nacional?


A estas alturas cabe perfectamente esa pregunta. ¿Nuestra lucha
contra el imperialismo termina cuando lo hayamos barrido
definitivamente de nuestro país? Nosotros respondemos
enfáticamente que no. Por muchas razones pero por una de
fondo: el imperialismo es un sistema mundial, que no se, va a
quedar tranquilo si una piedra le aprieta en el zapato.
Supongamos que en Colombia triunfa una revolución obrera, que
libera al país del imperialismo y además echa y expropia a todos
los burgueses. ¿Qué hacemos? ¿Nos sentamos tranquilos a
construir el socialismo? Nosotros creemos que es imposible.
Porque lós burgueses de Venezuela, Ecuador, Panamá, EE.UU.,
Inglaterra, etc. no se van a cruzar de brazos a ver qué pasa. Van
a ser los principales apoyos de los ex-burgueses colombianos
para que vuelvan a recuperar lo perdido, van a atacar la
revolución van a invadirnos si es necesario.
Por eso no podemos perder nunca de vista que el enemigo es
mundial y que la clase obrera sólo podrá empezar a construir el
socialismo en el mundo cuando ese enemigo mundial haya
desaparecido y haya sido aplastado hasta el último de sus
tentáculos en cualquier lugar del mundo. Ese enemigo es el
capitalismo mundial en su fase superior y última, en su fase de
descomposición, en su fase más sanguinaria. En otras palabras
ese enemigo es el imperialistno. Porque como bien dijo Lenin en
el mismo prólogo que hemos citado:, “El imperialismo es el
preludio de la revolución social del proletariado. Esto ha sido
confirmado, en una escala mundial, desde 1917”.
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