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En México las principales causas de defunciones, para la población en general,

se dan por enfermedades de tipo cardiovascular, pero entre los primeros cinco
lugares de las estadísticas realizadas 1 se encuentran los accidentes.

Conocemos las sanciones que conlleva un consumo poco responsable de


bebidas con grados etílicos, escuchamos de personas a nuestro alrededor que
conocen a alguien que tiene una anécdota terrible con respecto relacionada al
alcohol, vemos imágenes de personas realizando los exámenes de sobriedad
en los retenes que pueblan la ciudad de México y el área metropolitana en los
noticieros, seguidos por propagandas de bebidas alcohólicas, siempre
exaltando el valor de las personas por lo que consumen.

Los productos no son los culpables de lo que ocurre después de su


consumo, estos han existido desde hace mucho tiempo en las civilizaciones. En
la actualidad, en la sobresaturación de información que vivimos, la publicidad
indiscriminada de estos productos utilizando una imagen de diversión y
atractivos visuales es un factor determinante en los índices de consumo de
alcohol en los objetivos de tales campañas, principalmente jóvenes. La
principal causa de muertes en jóvenes en nuestro país son los accidentes de
tránsito, dentro de estos accidentes, los causados por el conducir en estado de
ebriedad encabezan la lista.

No podemos pedir que este sector tan vulnerable de la sociedad tenga un


consumo responsable de esta llamada droga legal. No se puede culpar del todo
a las campañas que bombardean a los jóvenes en los medios masivos, no
podemos utilizar chivos expiatorios para justificar una culpa que, al final de
cuentas, recaerá sobre el joven que el fin de semana compre una botella en
algún establecimiento y después maneje su automóvil. Sabemos como
sociedad que la culpa es compartida, que la formación dada desde la infancia
pésima. Por imitación conocemos que las bebidas dan estatus y sirven a las
personas para poder divertirse, la abstinencia no sería la opción para todos.
Cómo jóvenes conocemos los riesgos de esta conducta, pero finalmente pasa
desapercibida y es justificada la mayoría de las veces por factores externos,
que son simples excusas formuladas como respuestas ante una realidad que
nos invita a consumir alcohol y desinhibirnos; con reformas como las que se
dieron en el Distrito Federal, los establecimientos tienen permitido cerrar hasta
altas horas de la madrugada, coincidiendo estas horas con las más conflictivas
en cuanto a materia de accidentes se refiere.

La solución no vendrá del cielo, ni del gobierno, ni de la prohibición, ni de


las leyendas en letras pequeñas en los comerciales de marcas de licor. Esta
solución vendrá de cada persona, tal vez conociendo casos cercanos o
viviéndolos, en el peor de los casos, pero debemos incitar a la responsabilidad.

1
http://www.sinais.salud.gob.mx/mortalidad/ (revisado el 23 de Noviembre del 2010)
El negar el consumo no es la respuesta, el dar armas a los consumidores
para que sepan cuando parar será lo correcto, así reconocerán que la culpa de
lo que pasa con ellos no es de las bebidas, sino de ellos mismos, y deberán
conocer el peligro al que se enfrentan y al que llevan a los demás.

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