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Desde hace tiempo hay un virtual consenso en el país acerca de la baja calidad del aparato educativo, aunque soy de
opinión de que no se han aquilatado suficientemente las consecuencias del estado de la educación dominicana. A
pesar del interés mostrado por sectores de la sociedad y el Estado, como en ocasión del lanzamiento del Plan
Decenal, no se detiene la caída libre de la calidad de la educación. Esa es mi impresión al observar el deterioro
creciente de nivel educativo de los estudiantes que llegan a la licenciatura de Historia de la Universidad Autónoma de
Santo Domingo, donde he trabajado por más de treinta años, al igual que en programas de postgrado de esa misma
universidad y de otras.
Puesto que no soy especialista en Pedagogía, carezco de las condiciones para elaborar propuestas interpretativas
acerca de lo que sucede con la educación dominicana, pero pienso que deben tomarse algunas precauciones en la
dilucidación del problema. Los diagnósticos de la problemática educativa deben insertarse en su conexión con los
problemas generales que confronta la formación social dominicana y con los proyectos de cambio que se enuncien
desde diversas posiciones. Se deben, por tanto, esquivar las soluciones tecnocráticas, en aras de lograr soluciones
sociales, en función de las circunstancias históricas de la comunidad nacional, con perspectivas críticas y con la
participación de actores de la sociedad interesados en la problemática educativa. Cabe considerar, centralmente, la
conexión entre educación y desigualdad como tónica dominante del escenario social del país. Si hoy hay una
reivindicación justa del conjunto de la sociedad en pos de un país mejor, dentro de las condiciones sociopolíticas
actuales, es la de lograr un sistema educativo de calidad, pues con los bajos estándares hoy prevalecientes, los males
del presente están llamados a arrastrarse y a agravarse en el futuro previsible.
Uno de los objetivos que tiene por delante todo esfuerzo educativo es disminuir la brecha entre el reducido sector de
la población infantil y
juvenil, perteneciente a la clase media y la burguesía, que asiste a colegios con un nivel mínimo de calidad, y una
mayoría que asiste a escuelas públicas donde el nivel es desconcertante o a colegios privados donde el nivel no es
mucho mejor, puesto que operan como entidades comerciales que no cuidan la exigencia de calidad.
El Estado tiene la responsabilidad de contribuir a brindar educación de calidad para todos. Además de las inversiones
en infraestructura y los subsidios a los sectores de menor ingreso, resulta clave la inversión en los materiales y
recursos y, sobre todo, en la mejoría de la condición de los maestros, que incluye su mayor capacitación, con vistas a
mejorar dramáticamente la calidad global.
Resulta imperioso para la comunidad dominicana que se recomponga la realidad de antaño, cuando la calidad que
ofrecía el sector público igualaba o superaba la del sector privado. Solo de esa manera, los sectores mayoritarios de
la población estarán en condiciones de entrar en procesos consistentes de mejoría social.
Esto viene a colación a propósito de la arremetida que ha sufrido la elaboración de libros de texto por el Ministerio de
Educación. No deja de ser extraño que, en momentos en que se despliega un reconocimiento de la urgencia de mayor
gasto en el sector educativo, la respuesta haya sido tan hostil o indiferente. Aunque las objeciones son variadas, en
general parecen adolecer de falta de conocimiento acerca de lo que se ha hecho.
Si se acepta una intervención activa del Estado en la educación, en pos de contribuir a una disminución de la
desigualdad de oportunidades, debe ser materia preestablecida que el Estado debe elaborar libros de texto propios,
aunque con determinados requisitos, como la conexión con diversos actores, como abundaré más abajo. Los libros de
texto del sector público, junto con los dispositivos necesarios para su correcta utilización, tienen que lograr la máxima
calidad posible, con miras a romper las brechas de la desigualdad y los nudos que impiden la marcha global hacia la
excelencia.
Acerca de los libros de textos integrados II.
Por Roberto Cassá.
Mi impresión es que, después del lanzamiento del Plan Decenal, lo mejor que ha acontecido en la educación
dominicana ha sido la disposición del Ministerio de Educación a emprender cambios en búsqueda de una
recomposición de los estándares de calidad. Al menos es la idea que me he formado por el conocimiento de acciones
que se toman en la actualidad.
Dentro de las tareas emprendidas desde la llegada de Melanio Paredes como ministro, creo que se deben destacar
las labores orientadas a mejorar el currículo en el primer ciclo de la Educación Básica y la ulterior confección de libros
de texto oficialespara los cursos de ese nivel.
Tal vez a consecuencia del impulso del Plan Decenal, desde hace cerca de dos décadas se asiste a una mejoría de la
calidad de los libros de texto, en buena medida como resultado del ingreso al país de editoras educativas que operan
en países de lengua española. Pero la existencia de estos libros no está exenta de problemas.
En primer término los libros de esas editoriales no están al alcance de los sectores más desfavorecidos a causa de
sus elevados precios. Un segundo punto es que, en muchos aspectos, están concebidos para alumnos de sectores
medios y altos.
Por ello se impone seguir la pauta trazada por la gestión de Jacqueline Malagón, de que el Estado elabore sus propios
textos, con el fin de que materiales educativos de calidad lleguen a todos los niños. Pero aún más que eso, el Estado
debe asumir una tarea rectora en la elaboración de los libros de texto, dada su importancia para el desarrollo de la
comunidad nacional. Y ese papel rector no tiene que asumirse en contra del sector privado de las editoras, sino en
concordancia con él, pero desde una perspectiva obligada de servicio a toda la población y de formulación de las
macropolíticas necesarias para el sector
educativo.
Cuando propongo la elaboración de textos del sector público no hago referencia solamente al Estado, puesto que
debe estar presupuesta la participación de instancias de la sociedad por diversos medios. No está de más en insistir
en que la elaboración del currículo y de los libros debe estar al margen de cualquier interés particular o corporativo,
sea en el ámbito político, religioso, social o cultural. El Estado y las instancias que lo vinculan a la sociedad deben
propiciar un consenso activo de la sociedad alrededor de objetivos válidos y comunes, de niveles de conocimientos
deseables, de valores a difundir como parte
nodal de la educación y de los procedimientos para el logro de ese conjunto de objetivos.
Es preciso insistir en que, aun en el mejor escenario de elaboración de los libros de texto, estos tienen que
acompañarse por un conjunto de acciones. En tal sentido, aprecio la perspectiva actual, impulsada por el ministro
Melanio Paredes.
Los libros de texto integrados están concebidos como parte de un conjunto de recursos informativos y pedagógicos,
que incluyen bibliotecas en las escuelas, producción de otros materiales escritos y videos, acceso a la red de Internet,
consulta de otros libros de texto y actividades diversas dentro y fuera de la escuela. No menos importante es que el
maestro tenga a su disposición un conjunto de recursos para mejorar su desempeño, como guías para su trabajo en el
aula, libros de consulta que incrementen sus conocimientos, diccionarios, textos pedagógicos especializados y los
procesos de formación continua que les permitan integrar los avances conceptuales y pedagógicos y usar los recursos
arriba indicados en su práctica cotidiana.
En esa línea de trabajo, con independencia del conocimiento de la concepción enunciada en el Ministerio de
Educación, el personal del Departamento de Investigación y Divulgación del Archivo General de la Nación fue
comisionado para contribuir al acceso a materiales complementarios para maestros y alumnos en el área de Historia.
El principal producto hasta ahora ha sido la revista Memorias de Quisqueya, de la cual han aparecido cinco números,
con tiradas de 25,000 ejemplares, con el fin de que lleguen al menos contadas copias a todos los centros educativos
del país. Se ha concebido también la edición masiva de diversos tipos de textos breves de valor intelectual histórico,
que contribuyan al conocimiento de episodios de nuestra historia y al desarrollo de valores patrióticos.
Hasta ahora los materiales, agrupados en la Colección Juvenil, se han circunscrito a tiradas pequeñas por falta de
recursos. Por la misma razón, en el presente se ha tenido que paralizar a Memorias de Quisqueya, aunque se espera
que sea por poco tiempo. Estimo que esta experiencia del Archivo, aunque parcial y circunscrita a la Historia, debe ser
parte del esfuerzo de un conjunto amplio de instituciones que produzcan materiales pedagógicos en sus ámbitos de
trabajo. Universidades, institutos especializados en áreas del saber, academias científicas e instituciones culturales
debieran formar parte de tal esfuerzo.
La trascendencia del libro de texto estriba en que él se torne un eje alrededor del cual giren medios, recursos y
perspectivas múltiples y plurales, que permitan contribuir al desarrollo de sujetos con conocimientos a la altura de los
tiempos, capaces de seguir aprendiendo durante el resto de su vida, dotados de una perspectiva de crítica social y
cultural, con disposición al compromiso, individual y colectivo, con la suerte de la comunidad nacional.
El Consejo Nacional de Educación (CNE) acogió los textos integrados para los niveles
inicial y primer grado de básica, aunque decidió que una comisión de expertos analice y
recomiende adecuaciones y mejoras para su aplicación.
Una información oficial deja de lado la aplicación de los textos en los grados segundo,
tercero y cuarto del nivel básico. Siempre se había hablado de los textos integrados para
los niveles inicial y de primero al cuarto grado del nivel básico.
El tema motivó una polémica que provocó un amplio rechazo que incluyó a la Academia
de la Lengua Española en República Dominicana, la ministra de Educación Superior,
Ciencia y Tecnología, Ligia Amada Melo y rectores de varias universidades.
La declaración oficial
De acuerdo a la nota, el CNE aprobó que la aplicación de los textos integrados “no ha
modificado el curriculum vigente en la República Dominicana ni la Ordenanza que
establece los textos oficiales utilizados en el sistema educativo”.
Asimismo, aprobó la creación de una Comisión Especial, conformada por miembros del
Consejo Nacional de Educación, para monitorear y supervisar la implementación de las
recomendaciones emanadas por la Comisión de Educadores, Especialistas de la Lengua
y la Alfabetización Inicial; y la aplicación efectiva del Modelo Pedagógico.
Paredes explica
Al motivar la discusión del tema, Paredes reiteró que al CNE no se le presentaron los
Textos Integrados para su aprobación, “porque lo que se ha hecho no implica una
modificación del curriculum ni un cambio de la Ordenanza que establece la vigencia de los
textos oficiales en el país”.
Sobre los textos integrados la funcionaria sugirió se cambie el término “integrado” porque
-a su juicio- integración significa que en un mismo texto o en un mismo contexto se vaya
tratando diferentes áreas conjuntamente y que en los libros citados “en un poco te sale
Lengua Española, después Matemática, un poco de Sociales y un poquito de Naturales;
pero eso no se llama libro integrado”.
No obstante, calificó como excelente el libro de Inicial, porque está bien ilustrado,
didáctico y con su guía, lo que resulta formidable para los niños de Preescolar, por lo que
motivó a manejarlo en todas las escuelas.
Sobre el libro de primer grado considero que también se puede mantener, debido a que
es “didáctico, bien ilustrado, disiento en que las ilustraciones no son buenas, las
ilustraciones son muy buenas, muy interactivo; pero tengo una confusión, porque creo que
en ciertos aspectos está por encima de lo que le corresponde a un primer grado”.
Melo precisó que el texto integrado del nivel inicial es excelente, por lo que “no debe
cambiarse y que los de tercero y cuarto grado deben ser parte de los usados en esos
niveles, por lo que no debe convertirse en éste solo texto, porque el constructivismo
plantea que se utilicen diferentes fuentes”.
La gramática y complementos