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Las causas determinantes de esta aparición tan tardía son la gran tensión espiritual de
la lucha contra el protestantismo de Lucero, por un lado, y el fervor intimista provocado
por el erasmismo, por otro; así como el creciente individualismo de la época renaciente.
Es, además con la terminación de la Reconquista y después del Primer Renacimiento,
cuando el alma española va a volverse hacia adentro, después de sus grandes conquistas
geográficas, se adentra, tratando de conquistarse a sí misma.
Además de su tardía aparición y escasa tradición, hay que señalar otros elementos
distintivos como su carácter ecléctico y armonizador de diferentes tendencias (amor
cortés, poesía popular, y sobre todo la obra de Garcilaso y del cancionero), el
predominio de lo ascético sobre lo místico, así como del simbolismo, y el excelente
estilo literario que convierten a nuestra mística en la última gran manifestación europea
de este tipo de poesía.
La palabra «mística» procede de un verbo griego que significa «cerrar», de donde aquel
vocablo vendría a tener un sentido como de «oculto» o «secreto»; así, de acuerdo con su
etimología, sería la mística como una vida espiritual secreta y distinta de la ordinaria de
los cristianos. En su sentido más propio debe aplicarse a las manifestaciones de la vida
religiosa sometida a la acción extraordinariamente sobrenatural de la Providencia. Por
tanto, la palabra «mística» estrictamente sólo deberá aplicarse para designar las
relaciones sobrenaturales, secretas, por las cuales eleva Dios a la criatura sobre las
limitaciones de su naturaleza y la hace conocer un mundo superior, al que es imposible
llegar por las fuerzas naturales ni por las ordinarias de la Gracia. Misticismo es el
conocimiento experimental de la presencia divina, en que el alma tiene, como una gran
realidad, un sentimiento de contacto con Dios. Pero si la mística es el punto más alto de
la vida espiritual y representa un regalo extraordinario de la Gracia de Dios, el alma
puede colaborar por todos los medios a su alcance para aproximarse a tal estado de
perfección y hacerse digna de él. Esta variada serie de esfuerzos o ejercicios del espíritu
se designa con el nombre de «ascética», que podría definirse como la pedagogía humana
que conduce hacia el misticismo. La ascética depende, pues, exclusivamente, de la
voluntad y actividad humanas; deriva esta palabra del verbo griego que significa
«ejercitarse», pues se trata del período de la vida espiritual en que, por medio de
ejercicios espirituales, mortificaciones y oración, logra el alma purificarse, purgarse o
desprenderse del afecto a los placeres corporales y a los bienes terrenos.
Tres vías o momentos distinguen los tratadistas en el camino hacia la unión con la
Divinidad:
La ascética está, pues, en el camino de la mística, y de los tres momentos dichos los
dos primeros son comunes a ambas, quedando el último reservado para la segunda. En
lo que atañe a su contenido, la ascética se basa en el ejercicio racional, mientras que la
mística es puramente intuitiva. No puede llegarse a la cima de la perfección espiritual
sin pasar por el camino de la ascética.
En San Juan coexiste el místico enamorado que escribía como en pleno rapto o arrobo,
y el técnico experto que afina minuciosamente los recursos artísticos de su poesía. Su
poesía se expresa en bellas metáforas, símbolos e imágenes, y usa la alegoría del
matrimonio. La naturaleza se usa en toda su riqueza: montes, ríos, árboles, flores,
animales, perfumes, pero siempre como elementos alegóricos. Su vocabulario es rico
en sinonimias, palabras populares y rústicas, antítesis, onomatopeyas. En su poesía se
unen tres corrientes de la poesía castellana: a) la poesía popular «a lo divino», b) la
poesía popular del romancero y c) la poesía renacentista.
Teresa de Cepeda y Ahumada, Santa Teresa de Jesús (Santa Teresa de Ávila) fue una
monja carmelita. Llega el misticismo español a su máxima expresión humana. Sus
obras en prosa son: Camino de perfección (1565), dirigido a sus compañeras monjas; El
libro de su vida (1588), su autobiografía; y Las moradas o castillo interior (1588),
tratado doctrinal de sus experiencias místicas. Fue declarada primera Doctora de la
Iglesia en el siglo XX por el papa Paulo VI el 27 de septiembre de 1970.
En marzo de 1572 fue detenido por la Inquisición y encarcelado en los calabozos que en
Valladolid tenía el Santo Oficio. Los cargos que había contra él tenían que ver con su
predilección por la Biblia hebraica en lugar de la Vulgata y la traducción al castellano
que había realizado del libro del Cantar de los Cantares. En una época en la que en
España se vive una auténtica caza de brujas ante las temidas desviaciones de los
protestantes y otros grupos heréticos, es fácil que un personaje con los antecedentes y
características de fray Luis sea punto de mira del terrible tribunal. Añádase a esto las
envidias y rivalidades existentes entre dominicos y agustinos, unido a la inteligencia de
fray Luis, y tendremos todos los ingredientes necesarios para que caiga bajo sospecha.
El proceso de la Inquisición contra fray Luis ha llegado hasta nosotros y aquí van
algunas frases de los cargos que se le imputaban: 'En la ciudad de Salamanca a diez y
siete días del mes de diciembre de mill e quinientos e setenta e un años, ante el muy
magnífico e muy Rdo. señor maestro Francisco Sancho, comisario deste Santo Oficio...
paresció siendo llamado el muy reverendo padre fray Bartolomé de Medina, maestro en
santa theologia, en la Universidad de Salamanca... y entre las cosas que testificó en su
dicho, dijo e declaró contra el maestro fray Luis de León lo siguiente... Item declaró que
sabe anda en lengua vulgar el libro de los Cánticos de Salomón, compuesto por el muy
Rdo. padre maestro fray Luis de León, porque lo ha leído este declarante. Item declaró
que en esta Universidad algunos maestros, señaladamente Grajal y Martínez, y fray Luis
de León, en sus paresceres y disputas quitan alguna autoridad a la edición de la Vulgata,
diciendo que se puede hacer otra mejor y que tiene hartas falsedades...'
Durante cinco años fray Luis permanece aislado en una celda de la Inquisición sin saber
quién le acusa y, durante algún tiempo, de qué se le acusa.
EJEMPLOS DE POESÍA
SANTA TERESA DE JESÚS
La vida terrena
es continuo duelo;
vida verdadera
la hay sólo en el cielo.
Permite, Dios mío,
que viva yo allí.
Ansiosa de verte
deseo morir
SAN JUAN DE LA CRUZ
2. A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
3. En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
4. Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
6. En mi pecho florido
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba
7. El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.
8. Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
ODA I
VIDA RETIRADA
¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.
Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.
Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.
Téngase su tesoro
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.
La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.
A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla,
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.
Y mientras miserable-
mente se están los otros abrazando
con sed insacïable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.
A la sombra tendido,
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.