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I.- INTRODUCCION
Esto es algo que el Señor me ha venido enseñando durante este último tiempo en las
Escrituras en mis momentos de devocional.
Primero haciéndome ver que Dios hace todo para su gloria, pero luego surgían
preguntas como: ¿Qué es la Gloria de Dios? Porque si Dios hace todo para Su Gloria,
entonces que es esa Gloria.
Por tanto mi enfoque o mi propósito el día de hoy es indagar o escudriñar las Escrituras
para saber: ¿Qué es la Gloria de Dios?. Confieso que ha sido algo difícil para mí, pero
quiera el Señor darnos espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él
para que nuestras mentes puedan estar abiertas a esta valiosa y grande verdad, y que sea
nuestro pedido el de Moisés: Te ruego que me muestres tu gloria.
Por ello solamente nos vamos a enfocar en el hecho de: ¿Qué es la gloria de Dios?
Busquemos significado a partir de los siguientes tres pasajes, no son los únicos que hay
pero nos ayudarán en esta búsqueda:
Primero le pide a Dios que le muestre su camino para que se sepa conducir con al
Pueblo de Israel, y el Señor le dice que Él iba a estar con su presencia.
Moisés hizo una primera petición de ayuda y socorro para llevar al pueblo hacia la
tierra prometida, pero luego hace una petición, si podríamos decir, más atrevida y le
dice a Dios: Te ruego que me muestres tu gloria.
Esto no es algo usual que vemos en las Escrituras, o de aquellos hombres que
anduvieron con Dios, no hicieron una petición tal como esta. Pero he aquí a Moisés
haciendo esto.
Pero lo más resaltante aquí, es la respuesta de Dios, o mejor dicho que es lo que le
mostró como su gloria.
Le dice que vería sus espaldas, porque nadie podía ver su rostro y quedar vivo. Por
tanto lo que Dios le mostró a Moisés fue la luz de su ser, le mostró su gloria.
Moisés pidió que Dios le muestre su gloria, y he aquí lo que Dios le mostró:
Exo. 34:1-7 “Y Jehová dijo a Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las
primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas
primeras que quebraste. Prepárate, pues, para mañana, y sube de mañana al monte
de Sinaí, y preséntate ante mí sobre la cumbre del monte. Y no suba hombre
contigo, ni parezca alguno en todo el monte; ni ovejas ni bueyes pazcan delante del
monte. Y Moisés alisó dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó de
mañana y subió al monte Sinaí, como le mandó Jehová, y llevó en su mano las dos
tablas de piedra. Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando
el nombre de Jehová. Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová!
¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en
misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la
iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al
malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de
los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. Entonces Moisés, apresurándose,
bajó la cabeza hacia el suelo y adoró.”
Aquí está cumplida la petición de Moisés, lo que el Señor hizo fue mostrarse así
mismo en su personalidad, si miran el texto Dios manifiesta algunos de sus atributos:
Con solo este pasaje podríamos sacar ya una definición de lo que es La Gloria de Dios,
pero veamos los otros:
B.- Isaías y La Gloria de Dios
Jn. 12:41 “Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él.”
Vemos en el contexto que Jesús había hecho muchas señales delante de los
hombres, pero aún así ellos no creyeron, y esto daba cumplimiento a lo dicho por el
profeta Isaías, el cual dijo esta profecía cuando vio su gloria. Nuestro punto aquí es:
¿Qué vio Isaías?, para ello vayamos a:
Isa 6:1-5 “En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un
trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había
serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían
sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo,
santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Y los quiciales
de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de
humo. Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de
labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis
ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.”
Aquí notamos algo resaltante por encima de todo: La Santidad de Dios, aquel
atributo que lo hace distinto y separado de todo, es decir, lo hace único en todo el
sentido de lo que significa la palabra único.
• Soberanía • Dignidad
• Señorío • Temible
• Autoridad • Santidad
• Majestad • Rey
En este pasaje encontramos otros detalles que añadiremos a nuestra definición, veamos
el último pasaje:
Tenemos aquí David dando un himno de alabanza porque Dios se ha dado a conocer
por medio de las cosas creadas, por medio de su creación. Pero ¿Qué es lo nos dice
la creación acerca de La Gloria de Dios, que es lo que Dios ha manifestado?
Rom. 1:20 “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se
hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por
medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.”
Entonces la creación también nos manifiesta algunos atributos de Dios, tales como:
• Todopoderoso • Inteligencia
• Divino • Eternidad
• Sabiduría • Maravilloso
Por tanto, cada uno de estos tres pasajes que hemos visto nos hablan algo acerca de La
Gloria de Dios, ahora si respondamos a nuestra pregunta: ¿Qué es La Gloria de Dios?
Cuando hablamos de La Gloria de Dios estamos hablando de Dios mismo, es por ello
que las palabras quedan cortas para poder definirlo. Aún hallándole un explicación,
Dios mismo esta mas allá de la forma en que lo podamos definir, es totalmente
insondable.
Nuevo Diccionario Bíblico Certeza – F.F. Bruce, J.I. Packer: “La Gloria de Dios
denota la revelación del ser de Dios, su naturaleza y presencia ante la humanidad”
Tozer – El Conocimiento del Dios Santo: “Lo que tú eres, no puede ser pensado ni
dicho, porque tu gloria es inefable”
John Piper: “La gloria de Dios es el infinito valor de Dios manifestándose, haciéndose
público”
Pero hay una forma en que Jonathan Edwards habla de La Gloria de Dios que va a
ayudar en lo que pasaremos a decir luego, escuchen las palabras de Edwards:
Ahora podríamos decir: Esta bien, entendemos un poco lo que es La Gloria de Dios,
pero lo que dices acerca de gozarse, deleitarse, honrarla, lo estas tomando de una
definición humana. A lo que respondería: No. ¿Por qué? Porque de los mismo pasajes
que desprendimos el significado de La Gloria de Dios vemos la reacción que tuvieron
estos hombres al contemplar el Ser de Dios:
Moisés entendió quien era Dios, porque ante la muestra de su Gloria, se inclinó en
muestra de reverencia, de acción de gracias, de homenaje a la realeza.
Isaías 6:5 “Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre
inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han
visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.”
Isaías al ver, al comprender quien estaba enfrente de él, hizo una exclamación ¡Ay de
mí! Soy un hombre pecador, soy inmundo y mi pueblo también Dios es tremendamente
Santo, Justo. Isaías adora al Señor por su Santidad, por su Justicia, por lo que Dios es,
es decir, por su Gloria.
Salmo 19:1 “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra
de sus manos.”
David adora y alaba Dios por sus maravillas y lo expresa en las palabras de este cántico,
de este himno. David puede ver todo lo creado y puede decir en verdad: “Dios ha
manifestado su gloria, la creación habla de eso, estoy completamente gozoso y
maravillado por lo que Dios es”
La tierra vs. 5-9 “El fundó la tierra sobre sus cimientos; No será jamás
removida. Con el abismo, como con vestido, la cubriste; Sobre los montes estaban
las aguas. A tu reprensión huyeron; Al sonido de tu trueno se apresuraron;
Subieron los montes, descendieron los valles, Al lugar que tú les fundaste. Les
pusiste término, el cual no traspasarán, Ni volverán a cubrir la tierra.”
El mar vs. 10-13 “Tú eres el que envía las fuentes por los arroyos; Van entre los
montes; Dan de beber a todas las bestias del campo; Mitigan su sed los asnos
monteses. A sus orillas habitan las aves de los cielos; Cantan entre las ramas. El
riega los montes desde sus aposentos; Del fruto de sus obras se sacia la tierra.”
La Vegetación vs. 14-17 “El hace producir el heno para las bestias, Y la hierba
para el servicio del hombre, Sacando el pan de la tierra, Y el vino que alegra el
corazón del hombre, El aceite que hace brillar el rostro, Y el pan que sustenta la
vida del hombre. Se llenan de savia los árboles de Jehová, Los cedros del Líbano
que él plantó. Allí anidan las aves; En las hayas hace su casa la cigüeña.”
¿No son acaso todas las obras de Dios, efectuadas en la creación, grandiosas?
El hecho de saber que nuestro planeta está colocado en el lugar exacto, no tan
cercano al sol ni tan lejano de Él, nos hace glorificar a Dios porque Él es perfecto y
manifiesta su perfección en todo lo creado.
Las grandes montañas que nunca han sido escaladas, volcanes, picos, nevadas, que
escapan a nuestro alcance. Las profundidas del anchuroso mar, corales, arrecifes. El
que existan miles de especies de animales en la tierra que no han sido descubiertas y
miles de distintas flores, nos hace maravillar de la Inteligencia y Hermosura del
Creador.
Y ver al hombre, un ser creado a la imagen de Dios, con un cuerpo que habla de
maravillas en sus distintas composiciones, un aparato digestivo, circulatorio, óseo,
respiratorio, reproductor, nervioso, que aún los mismos científicos no logran
explicar cómo es que funciona todo con tanta perfección y unidad, nos habla de una
manera gloriosa de Nuestro Dios lleno de Sabiduría, Conocimiento, Majestad y
Gloria.
Es por ello que el Salmista explota en adoración, oigan que es lo que dice:
Vs. 24, 21-34 “¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas
ellas con sabiduría;……. Sea la gloria de Jehová para siempre; Alégrese Jehová en
sus obras. El mira a la tierra, y ella tiembla; Toca los montes, y humean. A Jehová
cantaré en mi vida; A mi Dios cantaré salmos mientras viva. Dulce será mi
meditación en él; Yo me regocijaré en Jehová.”
Salmo 148:1 “Alabad a Jehová desde los cielos; Alabadle en las alturas.
Alabadle, vosotros todos sus ángeles; Alabadle, vosotros todos sus ejércitos.
Alabadle, sol y luna; Alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas. Alabadle, cielos
de los cielos, Y las aguas que están sobre los cielos. Alaben el nombre de Jehová;
Porque él mandó, y fueron creados. Los hizo ser eternamente y para siempre; Les
puso ley que no será quebrantada. Alabad a Jehová desde la tierra, Los monstruos
marinos y todos los abismos; El fuego y el granizo, la nieve y el vapor, El viento de
tempestad que ejecuta su palabra; Los montes y todos los collados, El árbol de
fruto y todos los cedros; La bestia y todo animal, Reptiles y volátiles; Los reyes de
la tierra y todos los pueblos, Los príncipes y todos los jueces de la tierra; Los
jóvenes y también las doncellas, Los ancianos y los niños. Alaben el nombre de
Jehová, Porque sólo su nombre es enaltecido. Su gloria es sobre tierra y cielos. El
ha exaltado el poderío de su pueblo; Alábenle todos sus santos, los hijos de Israel,
El pueblo a él cercano. Aleluya.”
Pero todo esto no es nada, comparado con Lo Refulgente que brilla La Gloria de
Dios en la Persona de Nuestro Señor Jesucristo.
No hay nada en esta creación que nos pueda mostrar de una manera perfecta, real,
grandiosa, sin sombre ni figuras, la Gloria de Dios, si no solamente el punto más
alto de la Revelación o Manifestación de Dios, es decir: Jesucristo.
Por tanto la creación por sí misma es inanimada para darnos a conocer de una forma
cierta y plena La Gloria de Dios, es solamente un chispa de luz comparado con lo
refulgente y luminoso que es Cristo.
Es por ello que La Gloria de Dios se hace evidente y patente, como dice Pablo, en
La Faz de Jesucristo (2 Cor. 4:6). No sólo en lo que Él, es decir Cristo, era
eternamente, sino que también más claramente a la humanidad en su faz, en su ser,
en su humanidad real se dio a conocer como La Gloria de Dios.
Escuchen, vean y saboreen La Magnifica Gloria de Dios: Cristo es el resplandor de
La Gloria de Dios (Heb. 1:3), de su Padre; Él emite La Gloria de su Padre, la pone
en evidencia en su humanidad, es por ello que el Apóstol Juan nos dice:
que el Verbo, aquel Logos eterno que ha existido desde la eternidad con su Padre,
El Hijo se hizo carne, tomo forma humana, y fue que en esta condición humana que
ellos vieron la gloria suya, del único Hijo engendrado del Padre, aquel que daba a
conocer real y fielmente la esencia o Gloria del Padre. (Jn. 1:14)
Lo que Cristo es, es lo que Dios es en sí mismo. La Gloria que Dios manifiesta, es
decir sus atributos, su esencia, su carácter, es lo que Cristo nos da a conocer en su
persona. Es por ello que La Gloria de Dios son sus múltiples perfecciones
mostradas de una forma perfecta en la Faz de Jesucristo.
Aquel Glorioso Ser que se vistió de carne, que nació de una virgen, que creció en
una de las ciudades más despreciadas, Galilea, que aprendía, meditaba, se deleitaba
en la ley de su Padre, que estaba ocupado en los negocios de su Padre.
Aquel Ser Glorioso que ni Juan el Bautista no era digno de desatar sus sandalias;
aquel hombre piadoso y lleno de misericordia que andaba haciendo bien a todos:
dando vista a ciegos, limpiando leprosos, levantando paralíticos, bendiciendo niños,
resucitando muertos, echando fuera demonios, enseñando con autoridad inigualable,
silenciando escépticos, reprendiendo a sus discípulos, curando gripes, parando flujos
de sangre, resucitando muertos, multiplicando panes y peces.
Aquel Hombre Dios ó Dios hombre que decía: El que me ha visto a mí, ha visto al
Padre; aquel que es El Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el
último; el cordero, el león; el Amo y Siervo.
Aquel que era uno con el Padre, el que estaba en su seno, Él es aquel en quien el
Padre, en el que Dios brilla más que el Sol con todo su esplendor, es aquel que nos
muestra como gloria suya, La Gloria de Dios del Dios eterno e infinito.
No había ser creado que nos hubiera podido dar a conocer La Gloria de Dios como
lo hace y lo es Jesucristo.
Todo esto es lo que los profetas añoraron ver, pero no pudieron contemplar a este
insondable Ser, esta indescriptible Gloria, la cual se hizo evidente en un momento
en la Historia. Estos profetas hubieran quedado boquiabiertos, anonadados,
perplejos al ver al Mesías, La Gloria de Dios hecha carne.
Para todo aquel que tenga ojos para ver, hay Gloria Divina en la muerte de Jesús.
Cristo es La Gloria de Dios resucitando con Gloria. Fue La Gloria de Dios quien
resucitó a Cristo, y fue a La Gloria de Dios adónde resucitó. Pues la Escritura dice:
Por La Gloria del Padre resucitó y, el Padre mismo le dio Gloria.
Para todo aquel que tenga ojos para ver, hay Gloria Divina en la resurrección de
Jesús:
Mi Rey nació Rey La Biblia dice que Él es Rey en siete formas. Él es Rey de los
Judíos – Rey de un pueblo. Él es Rey de Israel – Rey de una nación. Él es Rey de
justicia. Él es Rey de los siglos. Él es Rey de los cielos. Él es Rey de gloria. Él es
Rey de reyes y el Señor de señores. ¡Él es mi Rey!.
Me pregunto si lo conoces. ¿Lo conoces? No trates de engañarme. Conoces a Mi
Rey. David dijo que los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la
obra de sus manos. Mi Rey es el único del cual ninguna forma de medida puede
definir su amor infinito. Ningún telescopio, por potente que sea, puede mostrar los
límites de su provisión. No hay barrera que pueda detenerlo de derramar sus
bendiciones.
Él siempre ha sido y siempre será. Les digo que Él no tiene predecesor y no tendrá
sucesor. No hay nadie antes que Él y no habrá nadie después de Él. No puedes
acusarlo y Él no va a renunciar. ¡Él es mi Rey!
Tratamos de tener prestigio y honor y gloria para nosotros, pero la gloria es toda
suya. ¡Sí! Suyo es el reino, el poder y la gloria, por siempre y siempre y siempre y
siempre ¿qué tan largo es esto? Y siempre y siempre y siempre y siempre y cuando
hayas terminado con todos estos siempres entonces, ¡Amén!
Escuchen a Pablo:
Pedro, Jacobo y Juan vislumbraron esta Gloria cuando el Señor corrió el velo de la
encarnación para mostrarse más brillante que el Sol, con sus vestiduras blancas y
resplandecientes, que tal vez quedaron como ciegos ante tal vistazo. Es mucho más que
ver al Sol brillando en el cielo al mediodía que te enceguece, pues este vistazo sí que ha
de haber sido algo maravilloso.
Jn. 17:24 “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también
ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado
desde antes de la fundación del mundo.”
1Co 13:12 “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a
cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.”
Si nuestra esperanza es de ver a este Ser En Gloria, nuestro corazón debe de estar
latiendo y ardiendo en pasión esperando aquel día.
Solamente ahora conocemos en parte, y nos hemos gozado y nos seguiremos gozando
mientras conozcamos mas en esta vida, pero nos vamos a gozar mas aún en ver al Señor
coronado de Gloria y de Honra. No vamos a tener necesidad de Sol, porque el Señor
nos va a iluminar.
Vamos a morar bajo la presencia del Altísimo, del Todopoderoso, delante del cual los
seres ardientes tapan sus ojos, de aquel ante el huyen los cielos y la tierra.
No importa cuánto suframos en esta vida, el gozo de la gloria de Dios será tan grande
que nos hará sentir que nuestros años y décadas de sufrimiento fueron nada.
Los más espléndido y deleitoso en la eternidad no van a ser las calles de oro; las puertas
de perla, los muros hechos de jaspe, zafiro, ágata, esmeralda, ónice, cornalina, crisólito,
berilo, topacio, crisopraso, jacinto, amatista, piedras muy hermosas; los ángeles, los
serafines, querubines, todos los seres que puedan haber allí, ¡NO!, lo mas deleitoso,
sublime, admirable, digno de gloria y alabanza va a ser DIOS MISMO EN LA FAZ DE
JESUCRISTO.
Vamos a ver la Gloria de Dios, la hermosura del Dios nuestro (Is. 35:2);
Si no somos inundados en esta mañana con gozo ante la perspectiva de ver y tener parte
en esa Gloria, entonces necesitamos orar ahora mismo para que Dios abra los ojos de
nuestro corazón, despierte nuestro afecto y nos dé la capacidad de deleitarnos en su
gloria.
Señor, Señora, Joven, Señorita, Niño, Niña, tú has oído hoy la hermosura de La Gloria
de Dios en la faz de Jesucristo y la hermosa esperanza que sus Hijos tienen en el Cristo
Crucificado y Resucitado.
Te hago una pregunta: ¿Tienes esta misma esperanza? ¿Te puedes gozar de vas a ver a
Dios? ¿Arde tu corazón en deseo por Dios? ¡NO! No lo hacen, ni lo pueden hacer
porque hasta ahora viven rechazando y negando a Dios, que terrible y espantosa es tu
condición. ¡Ay de ustedes que no tienen este gozo de complacerse en Dios! ¡Ay de
ustedes!
Viven ignorando al Rey de Gloria, al Ser más Sublime que los, no les interesa El Hijo
de Dios, no se inmutan al oír estas verdades porque están muertos en sus delitos y
pecados, no hay Dios en ninguno de sus pensamientos, no pueden arder en pasión por
Dios.
Jer. 2:11-13 “¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses, aunque ellos no son
dioses? Sin embargo, mi pueblo ha trocado su gloria por lo que no aprovecha.
Espantaos, cielos, sobre esto, y horrorizaos; desolaos en gran manera, dijo Jehová.
Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y
cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.”
Aunque amontones buenas obras y moralidad sobre tu vida de nada te va a servir, por tu
pecado siempre está delante de Dios.
Fil. 1:7-9 “cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su
poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni
obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de
eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder,”
Vas a sufrir eternamente una condenación de fuego y azufre, vas a estar eternamente
con los seres más crueles y detestables sobre la tierra, y también vas a estar con los
moralistas y los más religiosos que han existido. Tú al lado de Hitler, y al lado de los
fariseos.
Lo desastroso del infierno es que Dios no es favorable, y que no lo vas a poder gozar
eternamente, sino que vas a sufrir su Ira, su Santa Indignación y su Justo Juicio por tus
pecados y por preferir otras cosas antes que a Dios mismo.
¡Oh! cuánta mayor es la tragedia y la aflicción que tendrá la persona que llegue al fin de
sus días y tenga que decir adiós por siempre a la gloria de Dios. El corazón fue hecho
para disfrutar la gloria de Dios. Dios es nuestro verdadero hogar. ¡Su gloria es
grandiosa! Y sin ella usted siempre estará desconsolado. No viva una vida que termine
en la exclusión de la presencia del Señor y de la gloria de su potencia.
Es por ello que Cristo vino para redimirnos, es por ello que el Dios glorioso se vistió de
carne, fue obediente hasta la muerte y muerte de Cruz, se hizo maldición, el Padre lo
hizo pecado, lo trato como pecador, para que podamos ser hechos justicia de Dios en Él.
Este Cristo Crucificado y Resucitado al tercer día con Gloria, fue tratado como injusto,
para que nosotros podamos ser llevados a Dios, para que nos gocemos y deleitemos en
Dios para siempre.
Hoy has escuchado la voz de Dios, ¡No endurezcan, oh hombres, sus corazones! ¡No
tapen sus oídos a esta verdad! ¡Ven a Cristo! ¡Corre a Dios! ¡Haya en Él vida eterna!
Cristo pagó, y es segura la salvación en Él.
¡Arrepiéntete! ¿Qué has podido lograr siguiendo tus propios caminos?, ¡Creen en
Cristo! ¿Qué has logrado confiando en ti o en los hombres? ¡Aférrate a Cristo, añóralo
como tu único Señor y salvador!
Escucha: Is. 55: 6-7 “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en
tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus
pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios
nuestro, el cual será amplio en perdonar.”
El Señor promete tener misericordia y ser amplio, grande, rico en perdonar. No digas en
tu corazón: ¡No lo necesito, ahora no, no quiero cambiar de religión, yo me siento bien
así!, Necio, escucha entonces lo que el Señor te dice:
Rom. 2:5 “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti
mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,”
Jn. 3:36 “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el
Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.”