You are on page 1of 11

La realidad anacrónica de un metalenguaje que ironiza las

credibilidades absolutas de la posmodernidad.

A.N.E.P

CO.DI.CEN

Ce.R.P del Norte

Filosofía de la Educación.

Profesorado de Sociología.

Prof: Joni Ocaño.

“La realidad
anacrónica de
un
metalenguaje
que ironiza las
credibilidades
Filosofía de la Educación Ce.R.P del Norte
05/11/10
La realidad anacrónica de un metalenguaje que ironiza las
credibilidades absolutas de la posmodernidad.

absolutas de la
modernidad”
María Victoria Silva

La realidad anacrónica de un metalenguaje que ironiza las


credibilidades absolutas de la modernidad.

“Lo que nosotros entendemos por crítica es el esfuerzo intelectual, y en


definitiva práctico, por no aceptar sin reflexión y por simple hábito las
ideas, los modos de actuar y las relaciones sociales dominantes;(…) por
investigar los fundamentos de las cosas, en una palabra: por conocerlas
de manera efectivamente real.

Max Horkheimer, 1974.

¿Cómo se ve afectada nuestra educación por el significativo desfasaje


entre lo que pensamos, decimos y hacemos?

Más allá de todas las creencias existentes que aluden a la confirmación


de que aún la modernidad persiste, no obstante, no se debe dejar de
considerar que la acreditada era moderna1 denota señales evidentes que

1
Como periodización histórica la Edad Moderna ya es pasado. Los
historiadores la ubican entre los siglos XV y XVIII. A partir de la Revolución
Francesa comienza la Edad Contemporánea. En realidad, cuando decimos moderno,
como superado por lo posmoderno, no nos referimos al sentido de actualidad que
tiene la palabra, ni tampoco a la Edad Moderna. (…), en realidad se hace referencia

Filosofía de la Educación Ce.R.P del Norte


05/11/10
La realidad anacrónica de un metalenguaje que ironiza las
credibilidades absolutas de la posmodernidad.

anuncian el fin de una época que sentó las bases para la conformación de un
conocimiento absoluto, racional y determinista planteado en toda su amplitud
por medio de la ciencia que “no es menos socio-político que epistemológico”.2
Cabe preguntarnos entonces por qué la modernidad y sus preceptos han
desencadenado un desencanto desmedido que pone en tela de juicio todas las
credibilidades instauradas: “en la modernidad, la ciencia determinaba qué es lo
verdadero. Pero ese conocimiento verdadero necesitaba ser legitimado por
otro discurso, propio del saber narrativo. La modernidad generaba y (creía en)
meta discursos, racionalidades discursivas que entrañan un toque de delirio
“mítico”, que no valen para los modernos por sí mismos, por lo tanto, había que
fundamentar esos conocimientos de manera racional”3. Pues bien, la
modernidad ha sido estructuralmente dogmática y perdurable, tanto que su
fuerza asienta la duda sobre lo dilemático que resulta fundar afirmaciones de
que esta época ha llegado a su fin dándole paso a otra. Las dicotomías en
torno a la cuestión del fin o no de la época moderna encierran una complejidad
no menor. Para algunos aún persistimos en la modernidad, para otros la
modernidad ya se agotó desde mediados del siglo XX. Pero las ambigüedades
no pueden ya ser más relevantes que los hechos, asistimos a cambios
profundos que abarcan transversalmente los diversos aspectos de la esfera
social. El tiempo pasa y las creencias insospechadas que se tenían acerca de
la realidad, sostenidas por el baluarte que ha sido la “Diosa” ciencia, han
perdido credibilidad y vigencia.
El discurso de la modernidad generó el advenimiento de esperanzas que
se alimentaron de creencias en verdades absolutas, universalizaciones y
progreso. “El discurso de la posmodernidad, en cambio, sostiene que sólo
pueden haber consensos locales o parciales, diversos juegos de lenguaje o
paradigmas inconmensurables entre sí”4. Todo lo que podía ser explicado,

a un movimiento histórico-cultural que surge en Occidente a partir del siglo XVI y


persiste hasta el XX. Díaz, Esther. “Posmodernidad”. (1999).Pág.12.
2
Lyotard, J.F. “La condición postmoderna”. (2004). Pág. 43.
3
Díaz, Esther. “Posmodernidad”. (1999). Pág. 22.

4
Díaz, Esther. “Posmodernidad”. (1999). Pág. 15.

Filosofía de la Educación Ce.R.P del Norte


05/11/10
La realidad anacrónica de un metalenguaje que ironiza las
credibilidades absolutas de la posmodernidad.

medido, determinado y comprobado pasa a ser cuestionado, sospechado y


ambiguo. Las credibilidades de la modernidad se derriban, tal como lo plantea
la filosofía de Nietzsche, los cánones de la época arriban a la etapa de la
conciencia crítica de sí misma, de su consumación, y se atreve a dar cuenta de
sus propios supuestos y contradicciones. Pero no basta con darse cuenta de
ello, si bien el saber científico ha provocado la engañosa idea de que todo
puede ser explicado y consecuentemente previsible, el desencanto y la
exacerbación ante la falta de sentido ha generado un pensar, un decir y un
hacer sin fundamento alguno. Los extremos son maléficos, y si en la
modernidad se buscaba fehacientemente el porqué de todo, en la resonante
manifestación cultural contemporánea que impera - la era posmoderna - ya no
existe ni siquiera la necesidad de cuestionar ni problematizar absolutamente
nada. Es acá donde se produce el gran desfasaje entre lo que pensamos,
decimos y hacemos. Tal vez seamos conscientes de que somos parte de una
nuevo acontecimiento histórico, esa nueva era, la cual tiene consecuencias que
Nietzsche las caracteriza como “el más siniestro de todos los huéspedes”5.
Estamos viviendo en una “específica condición de ausencia de fundamentos en
la cual se encuentra el hombre postmoderno después de la caída de las
certezas últimas y de las verdades estables”6 Ante la falta de fundamentos que
den cuenta de la explicación del porqué de las cosas y del debilitamiento de
valores hasta el momento tenidos como supremos, presenciamos una cultura
del “nihilismo”7 que representa una incertidumbre que nos condiciona a
“convivir con la nada” (idem), a existir sin preocupaciones en una situación
donde no hay garantías ni certezas. Pero conjuntamente a los cambios
sociales, culturales, políticos, económicos e ideológicos, evidentemente los
saberes también cambian de estatuto, “el saber científico es una clase más de
discurso”. (Lyotard, 2004, pág.14). Se gestan así nuevas formas de saberes

5
Díaz, Esther. “La posciencia. El conocimiento científico en las postrimerías de la
modernidad”. (2007). Pág. 184.
6
Cf en “El pensamiento de Vattimo, www.filosófico.net/vattimospagn.htm.
7
El concepto de nihilismo en principio alude, pues, al derrumbe de todos aquellos
valores y “verdades” que, desde la filosofía griega hasta ahora, venían obrando
como fundamentos de nuestra cultura. (Díaz, 2007. Pág.184).

Filosofía de la Educación Ce.R.P del Norte


05/11/10
La realidad anacrónica de un metalenguaje que ironiza las
credibilidades absolutas de la posmodernidad.

que se amoldan a la controvertida condición posmoderna. ¿Cómo se ve


afectada entonces la educación de nuestros días por esta indeterminada
manera de pensar el mundo? La realidad se vislumbra entre una sensación de
desencantamiento y de anacronía que pone en tela de juicio todos aquellos
principios que se aplicaban como antídotos a los males de la humanidad. Son
muchas las connotaciones que se derivan cuando nos cuestionamos acerca de
lo que estamos viviendo y cómo lo estamos viviendo, sabemos que buscar
explicaciones ya no resulta productivo porque hoy podemos hablar solamente
de “medias verdades” (Idem), por lo tanto, todo es pasible de cambios. El
individuo posmoderno - nos dice Vattimo- , ha aceptado el nihilismo como
posibilidad “destinal” y ha aprendido a vivir sin ansias en un mundo meramente
relativo.
La respuesta a la pregunta que antecede es compleja ya que puede ser
analizada e interpretada desde diversas perspectivas. Pero lo fundamental es
reconocer primeramente que vivimos fuera de tiempo, de un tiempo que pueda
ser definido con precisión, no obstante somos conscientes que los preceptos
modernos ya no se adecúan al statu quo. Por otra parte, nos manifestamos en
concordancia con los ideales posmodernos a través de un lenguaje específico y
al final terminamos actuando bajo principios modernos que aún prevalecen, no
olvidemos que la modernidad ha dejado largas y gruesas raíces. ¿Cómo se
traducen estas diferencias en el campo de la educación? En esta
transformación general, la naturaleza del saber no ha quedado intacta. La
incidencia de las transformaciones tecnológicas, la normalización,
comercialización de los aparatos y la transmisión de conocimientos, ha
marcado una nueva dirección, ni que hablar del alcance que ha tenido la
distribución del saber y la hegemonía que han adquirido sus “productores”. El
uso de la tecnología ha permitido que no se discuta sobre quien sabe más sino,
sobre quien está más informado. Ello trae como consecuencia resultados que
contribuyen aún más al fortalecimiento de la falta de sentido ante la imperante
comunicación. Así como todos los individuos, los que trabajamos en el campo
de la educación, nos caracterizamos por tener formas de pensar, maneras de
decir lo que pensamos y acciones a través de las cuales definimos nuestra

Filosofía de la Educación Ce.R.P del Norte


05/11/10
La realidad anacrónica de un metalenguaje que ironiza las
credibilidades absolutas de la posmodernidad.

práctica docente. Pero es evidente que no existe una correspondencia entre el


pensar, el decir y el hacer. Cuando nos enfrentamos diariamente al aula,
sabemos perfectamente donde estamos parados, independientemente de ello,
nos preguntamos, antes, durante y después del aula porque estamos
enseñando esto y para qué, viejas preguntas que si en un momento
preocuparon (cuando importaba darle respuesta a todo), hoy, ya ni siquiera
importa, simplemente porque a nada se le ve sentido. Centramos nuestro
pensar en la vana preocupación de que no le encontramos fundamentos a
nuestra existencia y explicaciones a nuestras acciones, cuando nos
comunicamos, nos asentamos en el supuesto poder del lenguaje que nos
permite acceder a la realidad. Pero no habría, según Nietzche, univocidad del
lenguaje sino equivocidad, metáfora. (Díaz, 2007, pág.186). Se dilucida a partir
de la manifestación del lenguaje, la primera asimetría entre lo que pensamos y
decimos. Si trasladamos este análisis a la práctica pedagógica diaria, nos
encontramos con una realidad que no escapa a la dicotomía existente entre lo
que pensamos y decimos. Somos conscientes de que la ilusión de establecer
verdades absolutas ha sido desenmascarada, “fluimos” en el medio de lo
inconstante, de lo relativo, de lo enigmático. Pero por otra parte, “vivimos en
plena urgencia del imperativo de la comunicación. Sin que sea necesario decir
algo, todos hablamos” (Nuñez, 2009, pág. 9). La comunicación se ha adecuado
a los nuevos modismos socio – culturales. Ya no hacemos uso de un lenguaje
claro y definido, nos sentimos del discurso y a través de él, a la manera de
cada uno, se ironiza todo tipo de certeza. Cuando hacemos uso de un discurso
que esconde más de lo que dice, no explicitamos que estamos expuestos a
una peligrosa “parrusía”8 , pero contribuimos a la reproducción de un lenguaje
metafórico, irónico y casi paradigmático que se ha modificado conjuntamente
con la evolución de cada circunstancia histórica. Es evidente que estamos
inmersos en la peligrosa trampa de que a falta de verdades, todo vale. Y es así
que las ambigüedades en torno al conocimiento cada vez se hacen más
presentes.
8
Refiere a un término que utiliza Sandino Nuñez en el libro “El miedo es el
mensaje”, aludiendo metafóricamente a una fiebre que nos arrasa a decir no sólo la
verdad sino a decirlo todo. (Cf en Nuñez, 2009, pág.24)

Filosofía de la Educación Ce.R.P del Norte


05/11/10
La realidad anacrónica de un metalenguaje que ironiza las
credibilidades absolutas de la posmodernidad.

Pero... ¿cuál ha sido el papel que hemos pasado a cumplir educadores y


educandos? Cada uno, desde su rol piensa y dice a su modo. Los alumnos
encarnan – sin importarles demasiado lo que piensan – la cultura del “puedo
expresarme, teniendo luego forzosamente algo para expresar” (Núñez, 2009,
pág. 9). La creciente masificación de los medios de comunicación y su uso
indiscriminado ha afectado considerablemente a los dos “verbos” que son por
excelencia el baluarte de todo proceso de formación a lo largo de la historia.
“Leer y escribir son construcciones sociales. Cada época y cada circunstancia
histórica dan nuevos sentidos a esos verbos” (Ferreiro, 2001:13). Leer y
escribir ya no es lo que era. La lectura y la escritura han cambiado al ritmo que
evolucionan las comunidades. El análisis que plantea Daniel Cassany en “Tras
las líneas”, explora la lectura contemporánea, las prácticas de leer y
comprender en los inicios del siglo XXI. “Leer exige descodificar la prosa y
recuperar los implícitos, pero también darse cuenta del significado que cada
comunidad otorga a una palabra. Puesto que la sociedad y la cultura
evolucionan, también cambian los significados, el valor de cada palabra, de
cada texto” (Cassany, 2006, pág. 10). Es evidente que las nuevas formas de
leer, esbozan el nuevo panorama que caracteriza a la letra escrita. Si bien
todos tenemos que leer y comprender para ejercer nuestros derechos y
deberes, sería necesario también que la “nueva lectura posmoderna”,
“contribuya a derrumbar algunos de los prejuicios que nos atenazan: la
imparcialidad de lo que se dice, la aceptación de la naturalidad de la ciencia, la
frialdad de los medios de comunicación, la simpleza de la comprensión y la
univocidad del significado” (Idem)
No se puede obviar que somos parte de una cultura enmarcada en la
implantación y desarrollo de una democracia que reclama una ciudadanía que
pueda adivinar la ideología que se esconde en cada texto, y de acá surge la
ambigüedad, porque aunque parezca que las personas dicen lo mismo, las
personas conseguimos que signifiquen lo contrario. El uso masivo de los
medios de información facilita y posibilita que se interprete de muchas maneras
lo mismo, aspecto que tiene su lado positivo y negativo. La cuestión radica en
cómo leemos, leer no es lo mismo que leer críticamente, “debemos comprender

Filosofía de la Educación Ce.R.P del Norte


05/11/10
La realidad anacrónica de un metalenguaje que ironiza las
credibilidades absolutas de la posmodernidad.

más allá de las líneas, descubrir la ideología y los propósitos del autor” (Idem).
Pero la mayoría de los educandos terminan absorbidos por la simultaneidad y
la saturación de información, dejándose atrapar por discursos que operan como
un arma que se utiliza para convencer y manipular. Cuando se enfrentan a
docentes que exigen capacidad crítica y reflexiva ante el conocimiento, lo que
hacen es repetir “opiniones ajenas” que han encontrado en algún sitio de
internet por ahí. Se pierde también el sentido de lo que decimos, porque
reproducimos todo aquello que nos resulta de más fácil comprensión, que tiene
por detrás, los intereses que ostenta siempre cada autor. El desfasaje entre lo
que los alumnos piensan y dicen se constituye por el desencuentro entre la
creencia arraigada de que “a nada se le encuentra sentido” y la inconsciencia
de las consecuencias que ello tiene en una cultura del todo vale, porque todo
se puede decir ante lo que nada se puede ya comprobar.
Sin desconsiderar la importancia y la necesidad que los medios de
comunicación tienen para los tiempos actuales, su uso ha contribuido a
degradar la calidad educativa de manera significativa. Es una realidad casi
insospechada de que se está muy informado pero se sabe muy poco. La
información tergiversa el conocimiento real, leemos generalmente
interpretaciones que un cierto autor le hace a lo que dijo otro y así
sucesivamente, pero lo más negativo es que no tomamos parte en la
información que accedemos, la consideramos como un asunto más frente al
cual nos mostramos neutros.
A los educadores les queda repensar como situarse en este nuevo
“paradigma cultural posmoderno”, que deviene pero que se presume a-histórico
y a-temporal a falta de una afirmación cronológica que lo pueda definir con más
precisión. El desfasaje entre lo que pensamos y decimos – si bien denota una
asimetría entre lo que reconocemos y fingimos –, no supone diferencias
abismales, es un decir que emerge de las cosas que resultan difíciles de
comprender y que por lo tanto, ya no interesa saber, se esfuma el deseo, la
voluntad de encontrarle sentido a un contexto que ha impulsado a la inminente
sospecha.

Filosofía de la Educación Ce.R.P del Norte


05/11/10
La realidad anacrónica de un metalenguaje que ironiza las
credibilidades absolutas de la posmodernidad.

Para que sea posible reconocer los déficits que impregnan todo proceso
de formación que no queda para nada al margen de esta nueva era
posmoderna, es necesario en primer lugar repensar sobre lo que se piensa,
sobre lo que se dice y también sobre lo que se hace. Acá la diferencia sí es
notable, porque si bien somos conscientes de que nos encontramos en medio
de una cultura del ausente deseo de sentido que se traduce a un discurso
meramente irónico y ambiguo, no obstante, seguimos actuando como
modernos. Y lo que hacemos afirma más la continuidad de la época moderna
que el afianzamiento de esta nueva condición sociocultural posmoderna. Vale
destacar que se superponen otros matices a la forma de actuar que no por ello
desvalorizan los cimientos estructurales que ha implantado la modernidad. Los
matices que se suman a las nuevas formas de actuar, se caracterizan por la
continuidad de los encorsetamientos, por transitar – en este caso, al proceso
de formación me refiero – desapercibidamente, por contribuir al sistema sin
cuestionarlo, sin hacer uso del poder al estilo foucaultiano. En fin, seguimos
actuando de acuerdo a lo que se nos impone, pero sin siquiera cuestionarlo, no
porque veamos demasiada complejidad en los ideales de emancipación como
lo plantearon – en su debido tiempo – las teorías críticas sino porque, la falta
de sentido nos hace actuar sin responsabilidad. Los límites que condicionan
nuestras acciones, se quedan en la concepción moderna que debemos
proceder respetando los parámetros de lo que se considera normal. La
modernidad sigue siendo más eficaz porque a través de sus modelos
reglamentarios perdurables, nos controla y nos subordina. Entonces, actuamos
cautelosamente; seguimos adheridos a los preceptos modernos.
Lo que decimos en cambio, no tiene límites porque está permitido,
porque no se sabe quien exactamente lo dice y que hay por detrás de tales
opiniones. Estamos situados en medio de dos sistemas, uno que ha sido lo
suficientemente estructurante y perdurable, un sistema racional que
históricamente ha dominado los instintos humanos y un segundo sistema –
que si bien no es tan pragmático y añejo –que se caracteriza por la fuerza
incontrolable del anonimato. Tal como lo plantea Foucault “no se coloca al
hombre en el puesto de Dios, sino a un pensamiento anónimo, a un saber sin

Filosofía de la Educación Ce.R.P del Norte


05/11/10
La realidad anacrónica de un metalenguaje que ironiza las
credibilidades absolutas de la posmodernidad.

sujeto, a lo teórico, sin identidad”9. Y acá se dice lo que se quiere, “se protesta
vulgarmente a través de las pintadas, los grafitis y los pasacalles” (Nuñez,
2009), se revela el pensamiento más rebelde a través de lo que se dice y se
escribe. Pero este pensamiento anónimo – a diferencia del primero – no tiene
como reprimir, tampoco sería sensato cuando se deja al libre albedrío la
decisión o no de trasladar asuntos privados a la esfera pública que no
contribuyen a la formación de una verdadera ciudadanía sino que, aumenta el
carácter banal del mundo de la información. El nuevo “sistema del anonimato”
esconde tras un mensaje, la denuncia anónima de lo que en el fondo nos
indigna: no poder saber quien realmente somos, de dónde venimos y a donde
vamos. Ello no debe servir como excusa ante la falta de sentido. Y los
educadores deberían promover una concientización de que las inferencias, las
presuposiciones, la ironía y los dobles sentidos, no pueden dominar la libertad
individual que cada ser humano posee para construir un conocimiento genuino
propio que haga posible cambiar las maneras de pensar, decir y hacer. Sería
pensar con confianza, hablar con coherencia y hacer sin ataduras.

9
Foucault, 1991.

Filosofía de la Educación Ce.R.P del Norte


05/11/10
La realidad anacrónica de un metalenguaje que ironiza las
credibilidades absolutas de la posmodernidad.

Referencias bibliográficas.

Cassany, Daniel. Tras las líneas. (2006). Ed. Anagrama, S.A.


Barcelona.

 Díaz, Esther. Posmodernidad. (1999)Ed. Biblos. Bs.As.

 Díaz, Esther. La posciencia. El conocimiento científico en las


postrimerías de la modernidad. (2007). Bs.As:Ed. Biblos.

 Michel, Foucault. Saber y verdad. (1991.

 Lyotard, J.F. La condición posmoderna. (2009). Ed. Cátedra. 8va


edición.
 Nuñez, Sandino. El miedo es el mensaje. (2009) Ed. Lamuleto.3era
edición. Montevideo.

Filosofía de la Educación Ce.R.P del Norte


05/11/10

You might also like