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Marce Lefebvre. CARTA ABIERTA A LOS CATÓLICOS PERPLEJOS, P. 47.

hay salvación" ignoran el Credo "Reconozco un solo bautismo para la remisión de los
pecados" y no están suficientemente instruidos sobre lo que es el bautismo.
Hay tres maneras de recibirlo: el bautismo por el agua, el bautismo por la sangre (éste
es el bautismo de los mártires que confesaron su fe cuando todavía eran catecúmenos) y el
bautismo de deseo.
El bautismo de deseo puede ser explícito. Muchas veces en África oíamos que uno de
nuestros catecúmenos decía: "Padre mío, bautíceme en seguida pues si muriera antes de su
próximo paso por aquí iría al infierno". Nosotros les respondíamos: "No, si no tenéis un
pecado mortal sobre la conciencia y si tenéis el deseo del bautismo ya poseéis la gracia en
vosotros".
Esa es la doctrina de la Iglesia que reconoce también el bautismo de deseo implícito.
Este bautismo consiste en el acto de hacer la voluntad de Dios. Dios conoce todas las almas y
por consiguiente sabe que en los medios protestantes, musulmanes, budistas y en toda la
humanidad hay almas de buena voluntad. Esas almas reciben la gracia del bautismo sin
saberlo, pero de una manera efectiva y, por lo tanto, quedan incorporadas a la iglesia.
Pero el error consiste en pensar que esas almas se salvan por su religión; se salvan en
su religión, pero no por esa religión. No se salvan por obra del islamismo o por obra del
sintoísmo. En el cielo no hay Iglesia budista, ni iglesia protestante. Estas son cosas que
pueden parecer duras, pero así es la verdad. No fui yo quien fundó la Iglesia, fue Nuestro
Señor, el hijo de Dios. Nosotros, los sacerdotes, estamos obligados a decir la verdad.
¡Pero al precio de qué dificultades llegan a recibir el bautismo de deseo los hombres
de aquellos países en los que no ha penetrado el cristianismo! El error es una pantalla que
oculta al Espíritu Santo. Por eso la Iglesia envió siempre misioneros a todos los países del
mundo y muchos de ellos murieron en el martirio. Si se puede encontrar la salvación en
cualquier religión, ¿para qué cruzar los mares e ir a climas insalubres para someterse a una
vida penosa, a la enfermedad y a una muerte prematura? Después del martirio de san Esteban,
el primero que dio su vida por Cristo, motivo por el cual se celebra su fiesta el día siguiente
de Navidad, el 26 de diciembre, los apóstoles se embarcaron para difundir la buena nueva en
toda la cuenca del Mediterráneo; ¿habrían procedido así si la salvación podía encontrarse
también en el culto de Cibeles o en los misterios de Eleusis? ¿Por qué Nuestro Señor les
habría dicho: "Id a evangelizar las naciones"?
Es pasmoso que hoy algunos pretendan dejar a cada uno el cuidado de encontrar su
camino hacia Dios según las creencias de su "medio cultural". El obispo dijo a un sacerdote
que quería convertir a pequeños musulmanes: "Pero no, haga de ellos buenos musulmanes,
eso será mejor que convertirlos en católicos". Me han asegurado que los padres de Taizé
habían solicitado antes del concilio hacerse católicos después de abjurar de sus errores. Las
autoridades les dijeron entonces: "No, esperen, después del concilio ustedes serán el puente
entre los católicos y los protestantes".
Quienes dieron semejante respuesta tienen una pesada responsabilidad ante Dios,
pues la gracia se da en un determinado momento y tal vez no siempre ocurre. En la actualidad
los padres de Taizé, que sin duda tienen buenas intenciones, continúan estando fuera de la
Iglesia y siembran la confusión en el espíritu de los jóvenes que van a verlos.
Ya me he referido a las conversiones que cesaron bruscamente en países como los
Estados Unidos donde se producían alrededor de ciento setenta mil por año, como Gran
Bretaña, como Holanda... El espíritu misionero se ha extinguido porque se ha dado una mala
definición de la Iglesia y a causa de la declaración del concilio sobre la libertad religiosa de la
que ahora tendré que hablar.

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