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INTRODUCCIÓN - BRUJERÍA EN ISABA

No hay que olvidar que Navarra ha sido, especialmente, tierra de brujería. Desde el año 1279,
en el que una mujer de Tudela es condenada por dar yerbas, hay continuas referencias
documentales de casos de herboleras, faytilleras, brujas, hechiceras, curanderas…, y quede
claro que aunque aquí se escribe en femenino la realidad estuvo repartida entre los dos
sexos. Lo peor de todo esto, lo peor de que hubiese personas que creyesen que otras
personas de su entorno practicaban la brujería, es que en base a estas creencias fueron
numerosas las personas que fueron quemadas.

Hubo quema de brujas en la Alta Navarra y en la Baja Navarra. El primer caso que
encontramos documentado es en 1330 en San Jean de Pie du Port, en donde Jurdana de
Irisarri fue condenada a morir en la hoguera acusada de herbolera.

Un hecho que se desconoce, y que sorprende, es que en la Alta Navarra, en lo que hoy es la
actual provincia de Navarra, en esta tierra en la que la brujería se ha hecho famosa a través
de localidades como Zugarramurdi, Urdax, Bera, Bargota, etc., lo que se ignora es que las tres
primeras brujas que fueron quemadas lo fueron en Isaba.

Y sería un error abordar los casos de brujería en Isaba, y a la vez ignorar al resto del valle de
Roncal, con pueblos tan ligados a estas prácticas y a estas creencias como lo son Burgui y
Vidángoz.

Corremos el riesgo, pues las leyendas ayudan a ello, de creer que realmente nunca sucedió
nada. Pero es un hecho real que en Isaba fueron quemadas algunas mujeres acusadas de
brujas; que en Burgui hubo un proceso que tuvo gran repercusión porque se situó a un clérigo
en el punto de mira de las acusaciones; que en el Auto de Fe de Logroño (1610) había
algunas mujeres de Uztárroz procesadas… De la misma manera que es real que a las
mujeres que se consideraba endemoniadas se les conducía ante la Virgen de Zuberoa, en
Garde, para que expulsasen del cuerpo todos los demonios; y que se practicaban exorcismos,
y que…

Todavía hoy quedan espantabrujas (cruces de piedra) sobre algunas chimeneas de Roncal,
Isaba y Uztárroz; todavía hoy cuelgan las higas de las mantillas roncalesas, que en tiempo
parece que fueron amuletos contra la brujería; todavía hoy quedan en las portaladas de
algunas casas unas caras talladas en piedra, que allí se pusieron para liberar del mal de ojo a
quien pasaba por debajo; todavía hoy se ven en algunas puertas las eguzki-lore, y el ramo
bendecido, y la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, y otro tipo de signos que tienen su
origen en el deseo de librar a la casa de todo tipo de maleficios; todavía hoy se mantiene en
pie el crucero de Urzainqui, y la base de la columna de la Cruz de la Magdalena, en Isaba,
que nos recuerdan que hubo una época en la que se consideró que estas cruces eran
fundamentales para proteger a estas villas; todavía hoy…

Es por ello que, a través de este blog, se quiere dejar constancia, con respeto, de lo que en un
tiempo sucedió en Isaba y en el valle. Es parte de nuestra historia; suficiente para no
renunciar a esa parcela que tuvo sus tintes trágicos en momentos muy concretos.

Se busca salvaguardar la memoria, que en este caso es memoria reparadora.


CONJURATORIO
En Isaba, como en tantos otros pueblos navarros,
al balcón de la iglesia se le llamaba conjuratorio.
En días de tormenta, o ante una prolongada
sequía, plagas, epidemias, o ante cualquier otro
maleficio, el abad, u otro clérigo, usaban este
balcón para hacer un conjuro que anulase las
fuerzas del mal.

CRUCERO
Antaño, en cada uno de los pueblos del valle del Roncal, existía un crucero en la
entrada y en la salida de cada pueblo; e igualmente, existía también un crucero
"de término" en aquellos puntos del Camino Real en donde confluían los términos
de dos pueblos.
Ante estos cruceros se detenían los pastores, los labradores, y cualquier otra
persona que fuese o que volviese de trabajar; ante esas cruces de piedra se
encomendaba el día que se iba a vivir, o se daba
las gracias por el día vivido.
Algunos de los episodios de brujería que se
conocen en el valle están estrechamente ligados a
estos cruceros. Y hoy, de todos ellos, únicamente
sobrevive el de Urzainqui; y en Isaba, en su
entrada por Erminea, sobrevive (como puede verse
en la foto) la base de uno de estos cruceros, la
denominada Cruz de la Magdalena.

CRUZ
La cruz es la señal de los cristianos; es el símbolo que se contrapone al poder del
demonio. La cruz es protección frente a todo lo malo. Se colocaban pequeñas
cruces bendecidas en los campos para proteger
las cosechas; se colocaban en las puertas de las
bordas para librar al ganado de todo maleficio; y
se colocaban en las verjas de forja que protegen
las ventanas, rematándolas en su parte superior,
como guardián de los moradores de esa casa.
Nada podían las brujas ni el demonio frente a la
cruz.
En esta foto puede verse una verja de ventana en
el barrio de Bormapea, subiendo desde la iglesia
hacia el Castillo.
EGUZKI - LORE
Lo vemos adornando muchas puertas. Es el eguzki
- lore, también conocido como "flor del sol" o "flor
del cardo".
Es sabido que las brujas salían únicamente por la
noche; se tenían que retirar antes de salir el sol. Y
esta planta precisamente representaba al sol, de tal
forma que, exhibiéndola en la puerta, se tenía la
garantía de que la casa quedaba libre de todo
maleficio.
Había también otra creencia que decía que para
poder entrar a una casa las brujas debían de quitar uno a uno todos los pinchos de
la parte central de esta flor, que pueden ser miles, lo que garantizaba que al llegar
la aurora todavía no habrían terminado.

ESPANTABRUJAS
Estamos ante un elemento que ya casi se ha
perdido. Antaño, una forma de proteger las casas
de cualquier acción de las brujas era colocando en
la parte alta de la chimenea una cruz de piedra. A
esta pieza se le llamaba "espantabrujas".
Quedan varios ejemplares en Uztárroz. En Isaba
tan solo se conserva el ejemplar que se ve en
esta foto.

ESPELKO
Es una vieja costumbre cristiana llevar el Domingo
de Ramos a la iglesia una rama para bendecir y
colocarla después en la puerta o en una ventana de
la casa para que vivienda y hacienda queden
protegidas de todo tipo de maleficios.
En Isaba se emplea para ello una rama de espelko,
o ispelko, más conocido como boj rizado. Cuando
se bendice y se coloca está todavía verde, y
posteriormente acaba dorado. Es, todavía, una
costumbre muy arraigada.
MAL DE OJO
Era creencia generalizada que algunas personas
tenían poderes para echar "mal de ojo" a sus
vecinos. Para liberarse de esta desgracia era
habitual tallar sobre la puerta de entrada de la
casa una cabeza de piedra cuya mirada tenía el
poder de anular los efectos del "mal de ojo",
evitando así que la desgracia entrase en casa.
En el barrio del Txoko todavía puede verse en una
clave de portalada, fechada en 1790, una cabeza
redonda tallada en la cara inferior de esa pieza
arquitectónica.
¿EXISTIERON LAS BRUJAS?
Dicen algunos que no se debe de decir que las brujas no existen, y a la vez tampoco se
puede decir que existieron; pero no estamos aquí para aplicar estrategias de comunicación,
sino para ser fieles a la historia y a la verdad. Entonces... ¿hubo brujas?.

Las brujas, en la realidad, nunca han existido, por lo menos


tal y como hoy las concebimos en nuestra imaginación.
Ellas nacen en la mentalidad popular exactamente en el
mismo momento en el que se empieza a hablar de ellas.
Así pues, no nos engañemos. No han existido las brujas, ni
ha habido cópulas demoniacas, ni ninguna parturienta ha
dado a luz un sapo después de haber quedado preñada por
un macho cabrío, ni nadie ha volado sobre una escoba,
como tampoco nadie ha tenido poderes para provocar
tormentas, ni desgracias, ni ningún otro maleficio sobre
personas, casas o cosechas. Sin embargo sí que ha habido
mujeres -y también hombres- que han creido ser brujas, sí
que ha habido personas que han creido tener poderes
sobrenaturales, y sí que ha habido personas que han creido
que otras personas de su entorno eran brujas, que han
creido que se transformaban en sapos, que han creido que
sus reuniones las presidía el demonio con forma de macho
cabrío.

Y fruto, y consecuencia, de todas estas creencias nos encontramos con esa otra realidad de
denuncias, de persecuciones, de encarcelamientos, de juicios, y también de muertes en la
hoguera. Y de esto Isaba, y con Isaba otros pueblos del valle, saben lo suyo.
EXORCISMOS EN ISABA
Hay una cosa clara, realmente se creía en las
brujas y en los brujos, se creía que tenían poder, y
la Iglesia Católica hacía frente a ese poder desde la
convicción de que este emanaba del demonio.
Muchas veces hemos oido hablar de los
exorcismos, seguramente que los hemos visto en
alguna película, y lo más probable es que los
veamos como algo distante, ajeno a nuestra
cultura, como algo irreal en nuestro mundo y entre
nuestras gentes. Sin embargo... hay que decir con
claridad y rotundidad que en Isaba se practicaban
exorcismos; probablemente en otros pueblos del
valle y del entorno también tendrían lugar estas
prácticas, pero en el caso de Isaba lo sabemos con
seguridad.

Estos conjuros tenían valor en tanto en cuanto


fuesen practicados por un clérigo. No debemos de olvidar de que siglos atrás, a
diferencia de lo que ahora sucede, en Isaba llegaba a haber hasta una docena de
sacerdotes, y todos ellos hijos del pueblo. Y ellos, por su condición de personas
consagradas, eran quienes tenían potestad para practicar un exorcismo.

Un libro único

En una casa de Isaba, de esas que dio a la Iglesia más de un sacerdote, se ha


conservado el manual de exorcismos que en esta villa se empleaba antaño. El
título de este manual es: Práctica de exorcistas y ministros de la Iglesia; está
editado en el año 1666, y es obra del padre Benito Remigio. La obra en cuestión
fue sufragada por Francisco Serrano de Figueroa, notario del Santo Oficio. Para
quien tenga curiosidad diremos que el título completo de este manual es: Practica
de exorcistas, y ministros de la Iglesia, en que con mucha erudición, y singular
claridad, se trata de la introducción de los exorcismos para laçar y auyentar los
demonios, y curar espiritualmente todo género de maleficio y hechizos.

El manual que se empleaba en Isaba estaba dividido en cinco partes. En la primera


se trataba de la instrucción del exorcista, con varios documentos que servían para
aprender a ser un profesional en la materia.
En la segunda parte se enseñaba cómo había que exorcizara los Energúmenos, a
la vez que incluía unos conjuros de muestra, y unas oraciones, para que los unos y
las otras fuesen lo más eficaces posibles.
La tercera parte es la que entra de lleno en el tema de la brujería; en ella se
enseña como practicar un exorcismo a los duendes, a los brujos y a los demonios
que infestan las casas, y curar espiritualmente todo genero de maleficios y
hechizos.
En la cuarta parte se trata de los exorcismos en tiempo de tempestades y trabajo
de langosta. Y en la quinta y última parte se instruye sobre cómo tienen que ser
las rogativas y procesiones para pedir agua y serenidad, según el ritual de Pablo
V.

El ritual

El exorcismo requería cuidar una serie de detalles. Primeramente, como ya ha


quedado dicho, era imprescindible que quien lo practicase fuese Ministro de la
Iglesia, es decir, sacerdote. Debía de ir revestido para tal menester. Y a partir de
allí todo giraba en torno a una extensa simbología en la que nunca debía de faltar
una cruz, el agua bendita, una vela con fuego sagrado, un trozo de pergamino con
el nombre de las personas poseídas por el demonio (para ser quemado luego), o
una imposición de manos en el momento adecuado.

El ritual iba acompañado de todo un ceremonial que empezaba en la misma puerta


de la casa, y que tenía su continuidad con la lectura en latín de todo tipo de
conjuros y de salmos que tenían como objetivo expulsar al demonio del cuerpo del
poseído. A las personas poseídas (enfermos, brujos, etc.) se les denominaba
energúmenos, y se entendía que por su boca hablaba el demonio.

No se aplicaba la misma fórmula para expulsar el demonio del cuerpo de un brujo,


que para expulsar el demonio del cuerpo de un enfermo; en estos últimos casos, si
la enfermedad lo permitía, se procuraba llevar al enfermo a la iglesia, para que allí
confesase y comulgase, y estuviese expuesto directamente a la acción del
Santísimo; y si no era posible se hacía directamente en su casa bajo un ritual muy
concreto.

Tampoco faltaban exorcismo para librar a las casas de los duendes malignos,
aquellos que extendían la calumnia, que provocaban en fuego en las propiedades,
que propagaban la enfermedad, que metían ruidos, y que en definitiva eran los
responsables de todos los maleficios que aquejaban a esa casa.

En el caso concreto de los brujos y de las brujas el sacerdote debía de ir bien


preparado, pues no hablaba con la persona sino con el demonio, y debía de ir
rebatiendo todo lo que decía, exponiendo siempre que aunque Dios rechazaba el
pecado, su misericordia y su bondad eran infinitas, y que las puertas de la
conversión siempre las tenía abiertas a los pecadores. Estos exorcismos solían ir
acompañados de largas lecturas en latín de los salmos evangélicos. Y todo esto,
además, se realizaba durante varios días seguidos.

Una vez expulsado el demonio y convertido de nuevo a la fe el que hasta entonces


había sido energúmeno, se aplicaba seguidamente otro amplio ritual de acción de
gracias, que era lo que permitía pasar a ser neocatecúmeno.
LEYENDAS
No faltan leyendas en el Valle de Roncal,
transmitidas de padres a hijos, no
sabemos durante cuanto tiempo, pero sí
que sabemos que estas leyendas se
apagan ahora para siempre. Ya no se
hacen los egudiargos en nuestras casas,
ni las ancianas se reúnen a vellar, ni los
niños se ponen al calor del fuego de la
chimenea para escuchar al abuelo sus
cuentos y sus historias.

Algunas de aquellas leyendas, que en


otro tiempo no había un niño que no se
la supiese, han sido recogidas en estos
primeros años del siglo XXI durante los
trabajos de recogida del patrimonio oral.
Los ancianos, haciendo un esfuerzo de
memoria, nos han llegado a contar
algunas de aquellas historias de brujas
que a ellos les transmitieron; y, lo que es
mejor, nos las han contado con ese brillo
en los ojos que delata una firme
convicción de que lo que narran no es un cuento; como realidad se lo contaron a
ellos, y como realidad incuestionable lo transmiten ellos ahora.

Eusebia De Miguel (Uztárroz, 1916), contaba una historia que a ella, siendo
niña, le contaron en casa alrededor del fuego. Se trataba de la historia de un
grupo de mujeres del pueblo que se juntaban casi todos los días para dedicarse a
hilar juntas. Estando en esta labor observaron que todos los días les visitaba un
gato, del que sospechaban que podía ser una bruja. Ante esta duda optaron
aquellas mujeres por contar este hecho a un hombre del pueblo, al que disfrazaron
de mujer, y lo integraron un día entre el grupo de hilanderas.

Estando así el grupo llegó de nuevo el gato, quien al observar al grupo y detectar
la presencia de un hombre, exclamó: “¿hombre, e hilando?, lo que hizo que aquél
le respondiese con otra pregunta: “¿gato, y hablando?”. Seguidamente el hombre
tomó el caldero de agua hirviendo que había en el fuego y la arrojó sobre el gato,
que huyó escaldado. Al día siguiente una mujer del pueblo amanecía con la cara
totalmente quemada.

Así mismo en Burgui contaba Cirila Garate (1907) de casa Aso que la abuela de
Anaut (Camila, de casa Anaut) vino una vez a casa a pedir el macho; le dijeron
que no se lo podían dejar porque lo iban a emplear en los trabajos de ese día. Ella
le pasó al macho la mano por encima, y dicen que ya no pudo trabajar en todo el
día.
Contaba también que a su abuelo le pasó que encontró una cabra en la foz que
casi no podía moverse. Él la cargó, y la llevó hasta el pueblo, y al dejarla en el
suelo junto al puente, ella le dijo “gracias Larrambe”, y se fue andando.

Juan Urzainqui Garcia (Burgui, 1922), vecino de Burgui, repetía el mismo


testimonio de la tía Cirila. Contaba también que recordaba que de algunas mujeres
del pueblo se decía que eran brujas, con especial convicción de aquellas mujeres
que eran capaces de tocarse la punta de la nariz con la lengua, que se consideraba
prueba inequívoca de ser bruja.

Especialmente curioso es también el testimonio de Donata Pasquel Ornat


(Vidángoz, 1922), que contaba que en la casa Arguedas, en Vidángoz, sucedió que
se murió uno de la casa. A raíz de su muerte apareció un dibujo en el suelo, justo
debajo de su cama; un dibujo que no se podía quitar. Alguien interpretó aquello
como que el alma de aquél difunto estaba a falta de misas. Y lo cierto es que se
hicieron misas por su alma y el dibujo desapareció. Donata Pasquel insistía en que
este relato no era ningún cuento, pues su madre –que era quien se lo había
contado- había sido testigo de la existencia de aquél dibujo y de su desaparición.

Esta misma informante contaba, y lo enmarcaba dentro del tema de la brujería,


que en una casa de Vidángoz a un niño que estaba en la cuna, subió un cerdo las
escaleras y le comió los dedos de la mano.

En Isaba, Martina Lasa Anaut (Isaba, 1891), conocida popularmente como la tía
Martina, dejaba escrita una copla en la que se recogía otra leyenda similar. Aquella
leyenda se titulaba "La cabra sorgiña", y decía así:

Alegres como las flores Iba de pie y dando saltos


una noche de verano que a todos horrorizaba,
cantándoles a las chicas pero el mozo más valiente
los mozos iban rondando. le tiró una gran pedrada.

Expresando muy animosos Una pata le rompió


con sus flamantes guitarras quedando inutilizada,
sus canciones amorosas y cuando salió la luna
que a todas les agradaba. vieron que no había nada.

Pero al llegar a la calle Al día siguiente al ir


llamada Karrikalux los chicos a la escuela,
una nube muy oscura un chico le dijo a otro:
dejó a la luna sin luz. está enferma mi abuela.

Mas esto no era nada, Ella dice que en la cama


pero sí lo que pasó, se le había roto el pie;
una cabra extravagante y el otro chico le dijo:
entre ellos apareció. ¡sorgiña había de ser!.

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