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CHAMANISMO, ANARQUIA Y EL FIN DEL MUNDO

Dave Hanson

(2008)

Después de veinte años de enseñar prácticas chamánicas a pequeños grupos en algunos círculos de Washington y
California, los resultados que he obtenido han sido muy diversos. En los grupos en los que participé, se vivieron
muchas experiencias visionarias. Pero la flácida jerga del movimiento del potencial humano hace que muchos
importantes mensajes se queden fuera del lenguaje de la psicología popular.
El chamanismo contemporáneo, surgido del movimiento del potencial humano del Instituto Esalen de Big Sur,
rápidamente fue asumido por la cultura de la New Age como la última moda religiosa. En dos o tres décadas, y con
la ayuda de los líderes de los talleres, ha terminado por perderse dentro de la cultura popular. Mientras que las
permutaciones eran interminables, la alienación generalizada sigue siendo una constante. Como siempre, el dinero,
el sexo y el poder mantienen su dominio.
Que el chamanismo se haya visto comprometido no quiere decir que el trabajo con los estados alterados de
conciencia no pueda ofrecernos una vía de curación personal. Sé por experiencia que mediante el trabajo
chamánico se puede cambiar la vida. Un estado de trance profundo, obtenido intencionadamente por cualquier
método, es capaz producir una transformación.
El valor de las enseñanzas chamánicas en la cultura contemporánea puede servir hasta un cierto nivel como
psicoterapia, puede proporcionar cierto nivel de equilibrio energético, puede servir como respuesta paliativa al
estress, aumentar nuestro sentimiento de comunidad y mitigar nuestra alienación. En algunos casos, las prácticas
chamánicas pueden curar realmente una enfermedad o aliviar nuestra lucha contra la muerte.
Mi propia lucha con el chamanismo se basaba en el escepticismo, y en la idea de que somos capaces de engañarnos
a nosotros mismos y llegar a creernos casi cualquier cosa. Mi formación procedía de la ciencia y de la agricultura.
No me resultaba fácil aceptar la fe. Oscilaba entre tomar las visiones chamánicas como proyecciones de la propia
psique o como procedentes de un mundo espiritual independiente.
Cuando abandoné la enseñanza hace unos años, ya me había dado cuenta de que la distinción probablemente no
tenga ninguna importancia. Mi trabajo y mis estudios me han convencido de que la religiosidad contemporánea y el
chamanismo psicológico representan parte de un catastrófico error producido al comienzo de la historia, y que
contrariamente a la idea de que el chamanismo indígena ha existido durante decenas de miles de años, lo más
probable es que se trate simplemente de una etapa de transición entre la conciencia de los cazadores-recolectores y
la enajenación de las actuales religiones.

Vivir como esclavos asalariados y adormecidos


La curación por la fe puede venir envuelta en distintos trajes, y el chamanismo es uno de ellos. Podemos llevar
pieles o túnicas. Podemos golpear tambores o tocar órganos. Podemos quemar incienso o salvia, invocar al
elemento agua o zambullirnos en el río. Tanto la “imposición” de manos como los juegos de manos pueden resultar
eficaces. Podemos invocar a nuestro oso o a Jesucristo, girar como un derviche, autoflagelarnos hasta sangrar, jugar
con serpientes de cascabel, danzar bajo el sol durante cuatro días o pasar hambre en una cueva. Haz tu elección.
Cada uno de nosotros puede hacer menos dolorosa nuestra vida de esclavos asalariados y adormecidos.
Si somos capaces de ignorar esa vocecilla que se lamenta por la verdadera libertad y que nos llama de nuevo al
círculo, nuestro sometimiento económico y religioso nos ayudará a tratar de ser algo más que los animales
domésticos encerrados que somos.
Sigue habiendo un gran problema. El chamanismo, o cualquiera de las otras opciones religiosas tal y como se
practican actualmente, no van a sacarnos del abismo global. Creer que el chamanismo o la religión pueden dar
lugar a algún tipo de curación planetaria es algo muy similar a la idea de que más tecnología resolverá nuestros
problemas medioambientales. La transferencia, el abuso sexual, la interpretación errónea de patologías graves y la
falta de ética, todo ello típico del movimiento del potencial humano se combinan para producir mayor
distanciamiento y alienación.
Los bienintencionados intentos de curación de los devotos mal informados y no cualificados, aunque no causen
daños serios, sí que pueden impedir seriamente a largo plazo el proceso de recuperación de la salud. Hablando
claro, el chamanismo suele atraer a gente seriamente trastornada, y muchos líderes se muestran tan contentos
mirando para otro lado con tal de que se paguen las facturas.

El chamanismo contemporáneo enseña una religión jerárquica y vertical


Para aquellos de nosotros lo bastante arrogantes como para asumir que nuestro dominio de esta realidad es
suficiente como para ponernos a explorar otra, nuestra practica chamánica debe impulsarnos hacia la acción
anarquista radical. Durante décadas hemos estado escuchando y pagando enormes cuotas en los talleres de los
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líderes chamánicos para “conectar con el espíritu”, pero vemos que su mensaje deja de lado el capitalismo
industrial, las religiones con las que está conectado y los cambios abiertos, públicos y radicales derivados de
muestro trabajo espiritual. La razón de esta omisión es obvia. El chamanismo contemporáneo enseña una religión
jerárquica y vertical. La atención se centra en lo que Mircea Eliade en El chamanismo y las técnicas arcaicas de
éxtasis denomina “el viaje” en vez de en nuestra presencia en el mundo biológico.
La agricultura, la religión y el gobierno no nos han proporcionado una vida mejor. El precio que hemos pagado por
estas abstracciones es demasiado alto. Lo encantador que resulta ver un pequeño transistor colgando de un árbol en
un poblado del alto Amazonas, contrasta con la toxicidad de este venenoso aparatito.
Los escritos de Morris Berman, Paul Shepard, Joel Kovel, Stanley Diamond, John Zerzan, David Watson, Derrick
Jensen, Lewis Mumford, y otros me han hecho llegar a la conclusión de que no deberíamos ligar el simbolismo
religioso y su significado a la experiencia chamánica, sino que deberíamos buscar una práctica que nos lleve al
estado de conciencia que precedió a la alienación producida por la agricultura y la religión.
Deberíamos tratar de regresar a lo que Morris Berman denomina la “paradoja”, la liberación del tiempo y del
lenguaje. Incluso pequeñas experiencias de integración podrían servirnos de ayuda para la creación de comunidades
descentralizadas según nuestra perspectiva.

Retorno a la “sabiduría primitiva”.


La utilización intencionada de los estados alterados de conciencia puede acabar con la dualidad que ha conducido a
la dominación y destrucción de nuestro mundo, proporcionándonos una experiencia de unidad, lo que Sigmund
Freud denominaba “experiencia oceánica” de regresión, lo que Jung denominaba un retorno progresivo a la
“sabiduría primitiva” y Morris Berman en Wandering God denomina la “paradoja” de la conciencia de los
cazadores-recolectores, “una conciencia difusa o periférica”, y en su anterior libro The Re-enchantment World, lo
llamaba “conciencia participativa” en la que “lo sagrado, tal cual, es simplemente el mundo”.
Desgraciadamente, la práctica chamánica tal como se enseña nos introduce en construcciones patológicas. El
pensamiento vertical nos ha conducido al desastre. Si logramos dejar atrás la religión, la práctica del trance puede
llevarnos a una cultura igualitaria basada en la integración biológica. Debemos rechazar los rituales religiosos y las
ideas de mundos superiores e inferiores. Debemos cesar en nuestros esfuerzos por ascender y volver a vivir por
completo aquí, en nosotros mismos, en esta tierra, como seres integrados.
Las estructuras del poder dominante bajo las que vivimos están encantadas con esta condición ilusoria y impotente
de dualidad en la que nos encontramos, y la mayor parte de los seres humanos se limitarán a quedarse sentados sin
hacer nada en esta época de inexorable desentrañamiento. Sólo unos cuantos se esforzarán por recuperar nuestra
historia como seres integrados y naturales.
Nuestros antepasados cazadores-recolectores todavía están cerca. Más sabios y más sanos que nosotros, su llamada
nos invita a salir del precipicio tecnológico y religioso en el que nos encontramos. Pequeños e igualitarios, los
círculos tribales de la paradoja pueden hacernos recuperar la conciencia de nuestros antepasados de hace 10.000
años, antes de que inconscientemente nos proporcionaran la religión y sembrasen la semilla de nuestra destrucción.
Podemos rechazar las formas de religiosidad lineales, opresivas, jerárquicas y alienantes que se han extendido por
nuestro mundo, y comenzar a vivir de una manera arcaica, sostenible y anarquista que pueda devolver la salud a
nuestro hogar planetario.

Hemos de hacerlo sin líderes


No necesitamos viajar a otros reinos. Tenemos que aprender a traspasar la barrera y llegar hasta aquí. El trance nos
lleva al hogar. La escuela está en el jardín, en el bosque, en la pradera, en los ríos. Las enseñanzas que necesitamos
no procederán de sacerdotes, gurús, chamanes o científicos. Nuestros círculos deben ser igualitarios y basados en
una sólida desconfianza en todo tipo de poder.
Hemos de hacerlo sin líderes y sin su abrumadora pasión por el dinero, el sexo y el poder, impulsos tan integrados
ya en nuestra cultura que habitualmente pasan desapercibidos. Hemos de hallar formas de explorar nuestro camino
al hogar sin la intervención de individuos y organizaciones que proponen una igualdad superficial, pero que no es
sino otra forma de imponer el poder y la alienación que han aprendido de la cultura académica capitalista.
Una monja taoísta dijo en cierta ocasión: “No hay una práctica”. Pienso que estaba en lo cierto, en lo que respecta a
aquellos que ya se han fusionado con el mundo viviente que les rodea. Para el resto de nosotros, si cantamos,
bailamos, ingerimos nuestra planta de poder y existen espíritus que se preocupan lo bastante por nosotros como
para ayudarnos a regresar, lo harán. Si no tratamos de imponer nuestra noción de lo sagrado, lo bueno, el poder y la
importancia de nuestras visiones tanto a nosotros mismos como a otros seres con quienes nos encontremos, es
posible que podamos por fin descansar.
El rapto no es una subida desnuda al cielo. Es un retorno desnudo a través de una diáfana membrana a nuestro lugar
de origen biológico y natural.

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