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ESCRITO DE EXPRESIÓN DE AGRAVIOS.

LA OMISIÓN DE FIRMA POR


PARTE DEL APELANTE EN ÉL, NO CONDUCE A LA INADMISIÓN DEL
RECURSO RESPECTIVO CUANDO EL OCURSO POR EL QUE SE INTERPONE
ESE MEDIO DE IMPUGNACIÓN SE ENCUENTRA DEBIDAMENTE FIRMADO
(INTELECCIÓN DEL ARTÍCULO 1.380 DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOS
CIVILES PARA EL ESTADO DE MÉXICO).
De acuerdo con la interpretación teleológica y objetiva del artículo 1.380 del Código de
Procedimientos Civiles para el Estado de México, en cuanto estatuye que con el escrito
en que se interponga la apelación y se expresen agravios ha de acompañarse copia de él
para cada parte, se sigue que al tratarse de documentos o escritos estrechamente
relacionados entre sí, tanto el relativo a la interposición del recurso debidamente
firmado, como el de expresión de agravios, plasmándose en el primero la voluntad o el
deseo de inconformarse contra la sentencia inicial; ante esa estrecha relación procesal de
dichos documentos resulta incorrecto e impropio que se inadmita la apelación bajo la
consideración de que el escrito de expresión de agravios no se encuentra firmado, sin
tenerse en cuenta esa estrecha relación que guardan uno y otro ocursos; de ahí que,
conforme a la lógica jurídica y de acuerdo con una interpretación razonada del
preinvocado numeral, no pueden considerarse al escrito de apelación y al de expresión
de agravios como documentos autónomos o independientes entre sí, o bien que uno sí
existiera y el otro no, dado que procesalmente constituyen una unidad por la íntima
relación que guardan; de manera que si al interponerse el recurso de apelación el escrito
de inconformidad se encuentra debidamente firmado y al mismo se acompaña el ocurso
a través del cual se expresan los agravios correspondientes, sin rúbrica, ello no conduce
a concluir que la falta de firma del apelante en el multicitado escrito de expresión de
agravios lo convirtiera en un documento anónimo o sin autenticidad, pues la apelación
así planteada indiscutiblemente revela el deseo de la recurrente, de inconformarse en
términos del escrito de agravios que anexa, lo cual constituye la esencia de dicho medio
de impugnación para la apertura de la segunda instancia.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL SEGUNDO


CIRCUITO.

Amparo en revisión 101/2005. Araceli Acosta Araujo. 10 de mayo de 2005.


Unanimidad de votos. Ponente: Virgilio A. Solorio Campos. Secretario: Faustino García
Astudillo.

GUARDA Y CUSTODIA. EL JUICIO EN QUE SE RECLAMA ESTE DERECHO Y


EL PROCEDIMIENTO RELATIVO A LA VISITA, CONVIVENCIA Y
CORRESPONDENCIA, QUE SE PROMUEVAN EN RELACIÓN A UN MISMO
MENOR, DEBEN CONOCERSE, TRAMITARSE Y RESOLVERSE EN UNA
MISMA CAUSA Y POR LA MISMA AUTORIDAD.
La discusión sobre el derecho de guarda y custodia de un menor, tiene estrecha e
ineludible relación con el de visita, convivencia y correspondencia, dado que cualquier
decisión o providencia judicial, temporal o definitiva, que se pronuncie al respecto,
repercutirá en los derechos en cuestión, pues en principio depende de a cuál de los
padres se asigne el primero, para determinar a quién asiste el segundo. En tal virtud, es
factible que si ambos derechos se discuten en juicios diversos, éstos deben conocerse,
tramitarse y resolverse en una misma causa y por la misma autoridad, para así evitar el
riesgo de que se dicten resoluciones contradictorias.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL SEXTO


CIRCUITO.

Amparo directo 458/2006. 18 de enero de 2007. Unanimidad de votos. Ponente: Raúl


Armando Pallares Valdez. Secretario: Eduardo Iván Ortiz Gorbea.

MENORES. DEBE REPONERSE EL PROCEDIMIENTO A FIN DE QUE EL JUEZ


NATURAL RECABE LOS MEDIOS PROBATORIOS NECESARIOS PARA
DETERMINAR LO CONDUCENTE DE MODO INTEGRAL Y COMPLETO SOBRE
LA GUARDA Y CUSTODIA DE AQUÉLLOS (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE
MÉXICO).
En asuntos donde se resuelve respecto de la guarda y custodia, es obligación de la
autoridad responsable ordenar al Juez natural la reposición del procedimiento a fin de
que éste, de manera oficiosa, recabe los medios probatorios encaminados a obtener
mayores elementos para conocer y decidir jurídica y objetivamente lo más benéfico para
el menor o menores hijos de las partes contendientes en relación con la guarda y
custodia pues, evidentemente, ello repercutirá en su salud mental y física. Por
consiguiente, si bien diversos tribunales federales han sostenido como criterio
preponderante que cuando se trata de menores de corta edad, lo más benéfico para su
desarrollo físico-emocional y su estabilidad psicológica es que queden bajo el cuidado
de la madre, no obstante tal predisposición debe aplicarse en forma moderada y no
indiscriminadamente en todos los casos, porque resulta patente el deber del juzgador de
tomar en cuenta, ante todo, el interés del menor o menores sobre cualquier otro aspecto.
Así, al tener importancia prioritaria lo que más beneficie a los infantes, sólo de manera
secundaria prevalecería el interés de las personas con derecho a reclamar su custodia, a
pesar de existir, como se anotó, la presunción de ser la madre la más apta y capacitada
para tener bajo su cuidado a dichos menores, precisamente, porque si bien ello tiene
sustento en la realidad social y en las costumbres imperantes dentro del núcleo social
nacional, en tanto, casi siempre, corresponde a la madre su atención y cuidado, lo
relevante consiste en que reviste mayor trascendencia el interés supremo del o los
menores involucrados, en mérito de que las actividades de ambos padres son
complementarias de la atención y cuidado de aquéllos. Entonces, en orden con lo
precedente, deviene innegable la necesidad de recabar oficiosamente los medios
probatorios encaminados a desentrañar lo que resulte más benéfico para el menor de
edad, por lo que si éstos no se aportaron, debe ordenarse a la Sala Familiar que mande
reponer el procedimiento a efecto de que, como se precisa, el Juez natural disponga lo
necesario a fin de que se recabe la opinión de expertos en materia de psicología y de
trabajo social, en relación con ambos padres y, por lo que hace al infante, en materia de
psicología, así como cualquier otra probanza indispensable, como sería escuchar al
menor y, a su vez, dar intervención representativa al Ministerio Público, de conformidad
con lo dispuesto por el artículo 267 del anterior Código Civil para el Estado de México
(actualmente 4.96), para de esa forma contar con los elementos propicios a fin de estar
en las condiciones básicas que permitan al juzgador primario y a la autoridad de alzada
conocer de manera objetiva su entorno social, salud, sensibilidad motora y de pensar,
costumbres y educación, incluso, en su caso, la conservación de su patrimonio, para
resolver lo más benéfico sobre la guarda y custodia de todo menor, lo que el Estado
debe realizar para que la sociedad no resulte afectada en casos como el indicado,
máxime si lo anterior es de orden público.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL SEGUNDO


CIRCUITO.

Amparo directo 743/2002. 3 de diciembre de 2002. Unanimidad de votos. Ponente:


Virgilio A. Solorio Campos. Secretaria: Sonia Gómez Díaz González.

Amparo directo 801/2002. 18 de febrero de 2003. Unanimidad de votos. Ponente: Noé


Adonai Martínez Berman. Secretario: Saúl Manuel Mercado Solís.

Amparo directo 165/2003. 1o. de abril de 2003. Unanimidad de votos. Ponente: Virgilio
A. Solorio Campos. Secretaria: Aimeé Michelle Delgado Martínez.

Amparo directo 363/2003. 17 de junio de 2003. Unanimidad de votos. Ponente: Noé


Adonai Martínez Berman. Secretario: Everardo Mercado Salceda.

Amparo directo 316/2003. 26 de agosto de 2003. Unanimidad de votos. Ponente: Javier


Cardoso Chávez. Secretario: Vicente Salazar López.

GUARDA Y CUSTODIA. DEBE DETERMINARSE CONSIDERANDO EL


INTERÉS SUPERIOR DE NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES CONFORME A LA
CONVENCIÓN SOBRE LOS DERECHOS DEL NIÑO.
El derecho a la guarda y custodia de una niña, niño y adolescente, implica considerar no
sólo las pruebas ofrecidas por las partes con las que pretendan demostrar una adecuada
capacidad para el cuidado del menor, sino que atendiendo al beneficio directo de la
infancia, el juzgador también debe considerar el interés superior de la niña, niño y
adolescente como presupuesto esencial para determinar quién tiene derecho a la guarda
y custodia. Ello, porque conforme a lo dispuesto por el artículo 4o. constitucional que
establece el desarrollo integral, el respeto a la dignidad y derechos de la niñez, así como
los artículos 3o., 7o., 9o., 12, 18, 19, 20 y 27 de la Convención sobre los Derechos del
Niño, ratificada por México el veintiuno de septiembre de mil novecientos ochenta y
nueve, que establece que los Estados garantizarán que los tribunales judiciales velen por
el interés superior del niño, los juicios en los que se vean involucrados derechos
inherentes de las niñas, niños y adolescentes, como el caso en que se demande la guarda
y custodia, debe tenerse como presupuesto esencial el interés superior del niño y darle
intervención al Ministerio Público, para que en su carácter de representante de la
sociedad, vele por los derechos de los infantes y adolescentes.

TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL SEGUNDO


CIRCUITO.
Amparo directo 170/2000. Adrián Escorcia Martínez y otra. 1o. de marzo de 2001.
Unanimidad de votos. Ponente: Felipe Alfredo Fuentes Barrera. Secretaria: Cristina
García Acuautla.

Amparo directo 935/2000. Rosa María Reyes Galicia y otro. 17 de octubre de 2001.
Unanimidad de votos. Ponente: Raúl Solís Solís. Secretaria: Yolanda González
Medrano.

Amparo directo 980/2000. Geni Vega Espriella. 26 de junio de 2001. Unanimidad de


votos. Ponente: Raúl Solís Solís. Secretaria: Yolanda González Medrano.

Amparo directo 701/2001. Ignacio Alfaro Hernández. 29 de enero de 2002. Unanimidad


de votos. Ponente: Raúl Solís Solís. Secretaria: E. Laura Rojas Vargas.

Amparo directo 367/2002. Carlos Octavio Juárez González. 9 de julio de 2002.


Unanimidad de votos. Ponente: José Fernando García Quiroz, secretario de tribunal
autorizado por el Pleno del Consejo de la Judicatura Federal para desempeñar las
funciones de Magistrado. Secretario: Jorge Luis Mejía Perea.

SUSPENSION TRATANDOSE DE MENORES. PRIVACION DE LA GUARDA.


Contra la resolución que pretenda privar a quienes ejerzan la patria potestad, de la
custodia del menor, procede conceder la suspensión sin fianza, para que las cosas se
mantengan en el estado en que se encuentren, entretanto se falla el fondo del amparo.

Quinta Epoca:

Tomo XIX, pág. 587. Amparo civil. Revisión del incidente de suspensión. García
Felipa. 30 de septiembre de 1926. Mayoría de nueve votos.

Amparo civil en revisión 3139/29. Arenas de Nieto Carmen. 4 de julio de 1930.


Mayoría de cuatro votos.

Amparo civil. Revisión del incidente de suspensión 217/30. Liceaga de Del Corral
Rebeca. 30 de julio de 1930. Mayoría de tres votos.

Amparo civil. Revisión del incidente de suspensión 2940/30. Cid vda. de Paz Isabel. 6
de febrero de 1931. Unanimidad de cuatro votos.

Amparo civil. Revisión del incidente de suspensión 4057/30. Flores Amador Francisco.
13 de marzo de 1931. Unanimidad de cuatro votos.

NOTAS GENERALES:

1. La Ley de Amparo de mil novecientos diecinueve exigía, en su artículo 148, que las
ejecutorias que integraran la jurisprudencia obligatoria hubieran sido votadas por
mayoría de siete o más de los miembros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
que entonces funcionaba únicamente en Pleno.
El veinte de diciembre de mil novecientos veintiocho entró en vigor la nueva Ley
Orgánica del Poder Judicial de la Federación, en cuyos artículos 3o., 4o., 5o., 16 y 18,
se estableció que la Suprema Corte de Justicia se integraría por dieciséis ministros;
funcionaría en Pleno y en Salas; se integrarían tres de ellas, de cinco ministros cada una;
el quorum mínimo para actuar sería de once ministros en el Pleno y de cuatro en las
Salas.

Sin embargo, no fue modificada la Ley de Amparo en cuanto a la exigencia de la


votación de siete ministros, para que una ejecutoria pudiera constituir precedente para la
formación de la jurisprudencia obligatoria.

Ahora, en el material revisado se detectó una copiosa producción de tesis, sostenidas


por las diferentes Salas del alto Tribunal, o por el Pleno y alguna de las Salas de
reciente creación, criterios cuyos precedentes, lógicamente, no alcanzaban los siete
votos exigidos por la ley entonces vigente.

En este caso también se encontró que oportunamente, el más alto Tribunal del país se
pronunció en el sentido de que "dada la actual organización de la Suprema Corte, en
salas de cinco componentes, éstas tienen todas las facultades que fija la Ley de Amparo;
por lo cual sus resoluciones obligan, aun cuando sean por mayoría de votos, y forman
jurisprudencia, cuando son en número de cinco, no interrumpidas por otra en contrario".
Semanario Judicial de la Federación. Quinta Epoca, Tomo XXVIII, página 1183.
JURISPRUDENCIA DE LA CORTE.

Por otra parte, en la doctrina se encontró que el autor Agustín Farrera, (El juicio de
Amparo. México. Publicaciones Farrera, 1932, página 20), plantea el problema y dice
que "... la Suprema Corte ha resuelto que establecen jurisprudencia las decisiones de las
Salas y de la Suprema Corte de la Nación (sic) cuando hay cinco ejecutorias sucesivas
dictadas por mayoría de tres o más miembros de cada Sala."

Esta situación, conjugada con el hecho de que no se ha suscitado ningún conflicto en la


frecuente aplicación de las tesis así emitidas, condujo también a su inclusión en la nueva
compilación.

2. Esta tesis proviene de ejecutorias dictadas por diversos órganos -Pleno o Salas- de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Esta tesis se publicó en los Apéndices a los Tomos XXXVI, L, LXIV y LXXVI (Quinta
Epoca) con el rubro "MENORES, GUARDA DE LOS"; y en el Apéndice al Semanario
Judicial de la Federación 1917-1954 con el rubro "MENORES, SUSPENSION
CONTRA LA PRIVACION DE LA GUARDA DE LOS".

Los datos que se señalan para los Apéndices a los Tomos L y LXIV (Quinta Epoca)
corresponden a las Partes Tercera y Cuarta, respectivamente, Sección Civil.

Los datos de publicación de esta tesis en el Apéndice al Semanario Judicial de la


Federación 1917-1985, corresponden a la Novena Parte, Sección Especial.
CONVIVENCIA, RÉGIMEN DE. PRINCIPIOS JURÍDICOS QUE DEBEN TENERSE
EN CUENTA PARA SU CORRECTO DESARROLLO ENTRE MENORES Y SUS
PROGENITORES, CUANDO ÉSTOS SE ENCUENTRAN SEPARADOS O
DIVORCIADOS.
En observancia irrestricta a las garantías individuales que a favor de los menores
consagran los artículos 4o. de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, del 1 al 41 de la Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada en la
ciudad de Nueva York, de los Estados Unidos de Norteamérica y ratificada por el
Estado mexicano el veintiuno de septiembre de mil novecientos ochenta y nueve, la cual
es obligatoria en cuanto a su observancia por parte de los órganos jurisdiccionales del
Estado, según lo dispuesto por el artículo 133 constitucional, atendiéndose incluso a las
prevenciones de la Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y
Adolescentes, publicada en el Diario Oficial de la Federación el veintinueve de mayo
del dos mil, en cuya exposición de motivos se establece la necesidad de allegarse una
legislación encaminada a la protección de los derechos de los menores, que a su vez
fuesen tutelados no solamente por instituciones especializadas y específicas, sino por
los tribunales de justicia y toda la sociedad, para integrarlos plenamente a ella y
permitirles el goce pleno de sus derechos como seres humanos; es indiscutible y
preponderante que para determinar prudente y objetivamente un régimen de convivencia
entre los menores con sus progenitores, que por alguna razón se encuentren separados o
divorciados, los órganos jurisdiccionales y cualquier autoridad deberán tener en cuenta
los referidos principios jurídicos, así como que respecto de la patria potestad, guarda y
custodia y el derecho a un régimen de visitas y convivencias, el artículo 4.205 del
Código Civil para el Estado de México previene que en caso de separación de quienes
ejerzan la patria potestad, el Juez habrá de resolver lo conducente en derecho en torno a
la controversia suscitada teniendo siempre en cuenta lo mejor para los intereses de los
hijos menores de edad. En orden con lo anterior, es indispensable precisar que en los
casos de desintegración familiar provocados por la separación de los cónyuges, los hijos
resultan ser los menos responsables, y sin embargo, son los que más la resienten en el
ámbito psicológico, social y económico. Luego, en aras de ese supremo derecho que
tienen los niños de ser amados y respetados, sin condición alguna, sus progenitores
deben ejercer la guarda y custodia en un ambiente de comprensión, amor y máximo
respeto, recurriéndose a terapeutas especializados en salud mental, con la única
finalidad de entablar una mejor relación de convivencia con sus menores hijos,
despojándose de todo resentimiento que llegase a perjudicarles; de modo tal que la
convivencia de los infantes con uno y otro de sus padres, no debe generarles ningún
desequilibrio emocional, sino, por el contrario, que al convivir con cada uno de ellos se
sientan queridos, respetados y protegidos, nunca manipulados o utilizados para
satisfacer diversos intereses. Entonces, en aras de prevenir algún posible daño
psicológico, incluso corregirlo, si es que lo hubiere, los padres deben asumir una
responsabilidad absoluta respecto de sus menores hijos, pues el hecho de que se
encuentren divorciados o separados no implica que no puedan ser excelentes guías
paternales, incluso mejores que si vivieran juntos, por cuanto se encuentran obligados a
compensar el terrible inconveniente que a los niños les produce la separación de
aquéllos. Por consiguiente, en términos de lo que estatuye el numeral 4.203 del código
sustantivo en cita, para ayudar a los niños a que no sufran incertidumbre alguna respecto
de su futuro, y por el contrario, que crezcan tranquilos y sanos en todos los ámbitos
personales y ante la sociedad, es menester que los aludidos menores sean protegidos, y
que sus progenitores actúen honestamente en cuanto a sus sentimientos filiales, y así,
prescindirán de egoísmos al disputarse la guarda y custodia, y en especial, en cuanto al
derecho de los aludidos infantes a convivir con sus progenitores, fortaleciéndose entre
ellos los lazos de amor y respeto. De ahí que los referidos menores, no deben ser
inmiscuidos en los conflictos de sus padres, quienes deben asumir responsablemente su
misión, con la mejor disposición, para seguir conviviendo con sus menores hijos,
educándolos consciente e integralmente, incluso, inculcándoles valores y principios
conductuales, pues la paternidad nunca termina con una separación o el divorcio, por lo
que ambos deben permitir que se lleve a cabo una convivencia en beneficio evidente de
sus hijos, libre de celos, de resentimientos o de envidias, fungiendo como verdaderos
padres, plenos e íntegros, inculcándoles sentimientos de amor, de inspiración, de
superación, de esperanza, y sobre todo, de responsabilidad, evitándose así, en la medida
de lo posible, cualquier conflicto emocional, personal o judicial que involucre a dichos
niños; por lo que, a partir de esa referencia podrán organizar su futuro, pues no tienen la
más mínima opción de desampararlos, por su corta edad. De acuerdo con el artículo
4.207 del Código Civil para el Estado de México, las anteriores reflexiones encuentran
sustento en el hecho de que el derecho de familia es un conjunto de normas jurídicas
dirigidas a regir la conducta de los miembros del grupo familiar entre sí, propiciándose
así las condiciones para que se desarrollen las relaciones conyugales y consanguíneas
constituidas por un sistema de derechos y obligaciones, poderes, facultades y deberes
entre consortes y parientes, e incluso, tales facultades y deberes de carácter asistencial
surgen entre los padres, hijos, parientes colaterales (hermanos, tíos, sobrinos, etcétera),
y tienen como objetivo tutelar y fortalecer las relaciones y los derechos entre
ascendientes y descendientes, sujetándose a las normas fundamentales establecidas para
la protección de los hijos.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL SEGUNDO


CIRCUITO.

Amparo directo 109/2008. 4 de marzo de 2008. Unanimidad de votos. Ponente: Virgilio


A. Solorio Campos. Secretario: Faustino García Astudillo.

CUSTODIA COMPARTIDA PREVISTA EN LOS ARTÍCULOS 282, FRACCIÓN V


Y 283 DEL CÓDIGO CIVIL PARA EL DISTRITO FEDERAL, ELEMENTOS QUE
DEBEN TOMARSE EN CUENTA PARA DECRETARLA.
De la exposición de motivos contenida en la iniciativa de reforma al Código Civil para
el Distrito Federal, publicada en la Gaceta Oficial del Gobierno del Distrito Federal el
seis de septiembre de dos mil cuatro, en materia de guarda y custodia y derecho de
convivencia de los menores sujetos a patria potestad, con motivo de los cuales se
reformaron los artículos 282, fracción V y 283, segundo párrafo, ambos del Código
Civil para el Distrito Federal, mediante la cual se instituyó la figura jurídica
denominada custodia compartida se advierte que el legislador tuvo la finalidad de
armonizar los derechos de los ascendientes y otros parientes con los menores porque
éstos tienen una esfera de protección insuficiente y precaria, que los convierte en sujetos
en condiciones de vulnerabilidad y en algunas situaciones en desventaja social; al
respecto, se tuvieron en cuenta las diferentes situaciones de la realidad social, como
cuando ambos progenitores ejercen la patria potestad, pero uno solo de ellos tiene la
guarda y custodia de los hijos menores de edad o cuando cada uno de los progenitores
tiene la guarda y custodia de uno o varios menores; esto es, que la madre la ejerce sobre
uno o varios hijos y el padre sobre otro u otros diversos; de acuerdo con ello, el
contenido de las normas civiles vigentes tienen como principio rector el interés superior
de los menores para armonizar los legítimos derechos del padre y de la madre; todo ello
sin menoscabo del bienestar de los menores y velando por el cumplimiento de sus
deberes escolares y sus derechos regulados en la Ley de los Derechos de las Niñas y los
Niños en el Distrito Federal, como en la Ley de las y los Jóvenes del Distrito Federal, y
tal normatividad establece que se debe privilegiar en la medida de lo posible y siempre
y cuando ello no implique un riesgo para los menores, la procedencia de la custodia
compartida, tomando en cuenta, en su caso, la opinión del menor, y que literalmente el
artículo 283 referido establece que debe procurarse en lo posible el régimen de custodia
compartida pudiendo los niños y niñas permanecer de manera plena e ilimitada con
ambos padres, en donde el vocablo en lo "posible" implica posibilidad, facultad, que
puede ser o suceder, y se traduce en que los juzgadores deben determinar atendiendo a
las circunstancias particulares del caso, observando los factores antes destacados,
cuándo procede la custodia compartida para que los hijos permanezcan de manera plena
e ilimitada con ambos padres. Para el segundo supuesto, relativo a la permanencia plena
e ilimitada de los hijos con ambos padres, se deben atender diversos aspectos, tales
como la situación familiar que impera en el entorno del menor, el trato o la relación que
guardan los padres entre sí, las circunstancias que en su caso dieron origen a la
separación o al divorcio, la conducta de éstos para con los menores, cuestiones tales
como el lugar de residencia de los padres, el de la escuela del menor, la facilidad de
traslado para estos lugares, además de las diversas actividades que pudiera realizar el
menor, en donde además debe ponderarse que habrá situaciones en las que pudiera ser
procedente decretar la custodia compartida y otras en que por las circunstancias
particulares del asunto no será posible determinar que los hijos permanezcan plena e
ilimitadamente con ambos padres, de lo cual se obtiene que aquélla no se concreta
únicamente con la permanencia de los menores con ambos padres, pero sí con los demás
elementos inherentes a la custodia, como son la participación de ambos padres en la
toma de decisiones de las cuestiones relevantes que incidan en la protección y desarrollo
físico y espiritual de los hijos, así como en la satisfacción conjunta de la totalidad de las
necesidades de éstos, todo ello aunado al derecho de convivencia con los hijos, de
relacionarse con ellos, de estar al corriente de su vida y educación y sobre todo de
participar activamente en la toma de las decisiones inherentes a su mejor desarrollo,
relativas a su educación, formación moral y al control de sus relaciones con otras
personas.

TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER


CIRCUITO.

Amparo en revisión 189/2006. 13 de julio de 2006. Unanimidad de votos. Ponente:


Neófito López Ramos. Secretario: Everardo Maya Arias.

GUARDA Y CUSTODIA DE MENORES. LA PRETENSIÓN DE CAMBIO DE LA


SITUACIÓN JURÍDICA PREEXISTENTE, ESTÁ SUPEDITADA A QUE
PREVIAMENTE SE CUMPLA CON LA CONDICIÓN DE ENTREGA DE LOS
INFANTES A FAVOR DE QUIEN EJERCE ESA GUARDA Y CUSTODIA, LEGAL
Y FORMALMENTE DECRETADA EN SENTENCIA FIRME.
El derecho de familia es un conjunto de normas jurídicas dirigidas a regir la conducta de
los miembros del grupo familiar entre sí, procurándose el mejor desenlace en las
relaciones conyugales y consanguíneas constituidas por un sistema de derechos y
obligaciones, poderes, facultades y deberes entre consortes, hijos y parientes. Esas
facultades y deberes de carácter asistencial que nacen entre los padres, hijos, parientes
colaterales (hermanos, tíos, sobrinos, etcétera), tienen como objetivo tutelar los
derechos entre ascendientes y descendientes, sujetándose a normas establecidas para la
protección de los hijos. Por ello, el derecho de familia se ocupa, entre otros aspectos, de
la protección de los menores a través del ejercicio de la patria potestad y la guarda y
custodia, considerado ello como una institución protectora de la persona y bienes de los
hijos menores de edad no emancipados, que nace de la filiación. Así, cuando en un
asunto se discuta la pretensión del progenitor de cambio de situación jurídica de la
guarda y custodia decretada previamente en definitiva a favor de la madre de los
menores, pero que de hecho tiene dicho progenitor porque indebidamente retiene
consigo a esos menores, en abuso del derecho de convivencia paterno-filial que le fue
concedido, es indiscutible que el juzgador debe observar y tener en cuenta, de oficio y
en forma preferente, la situación prevalente sobre la guarda y custodia definitiva ya
decretada a favor de la madre, previamente al examen de esa acción de cambio de
guarda y custodia, y al suplir la deficiencia de la queja a favor de los descendientes, la
autoridad debe ordenar al accionante la entrega de dichos menores de manera inmediata
a su progenitora, con los apercibimientos de ley en caso de desobediencia, a efecto de
que lo ya decidido judicialmente sobre tal prerrogativa siga cumpliéndose en sus
términos, en restauración del orden público relativo, incluso, como un presupuesto
básico de procedencia de dicha acción intentada por el demandante, ya que no es
factible ni permisible, formal y legalmente, que con el incumplimiento y falta de
acatamiento a una determinación judicial decretada a favor de esos menores, que sin
duda provoca una situación de hecho irregular, se pretendiere cambiar un derecho
preferente que judicialmente le fue otorgado en definitiva a la progenitora de dichos
infantes, como sucede, se reitera, cuando el actor, en abuso notorio del derecho de
convivir con sus menores hijos, no los devuelve a aquélla, a quien jurisdiccionalmente
se le concedió ya en definitiva la guarda y custodia respectiva, para así, de facto,
pretender el cambio de dicha situación jurídica con el fin de que a él se le otorgare ésta
por una circunstancia de hecho, y que a la progenitora se le fijara un régimen de visitas
y convivencias materno-filial, sin que previamente el accionante hubiese acatado la
decisión preexistente, o sea, la entrega de los menores, en respeto a ese estado jurídico
en que se encuentra la guarda y custodia legalmente. Por consiguiente, al ser el
cumplimiento de las sentencias firmes y el interés superior de los menores, cuestiones
de orden público e interés social preeminente, debe constreñirse al progenitor a
reintegrar a los menores hijos con su madre, a efecto de que se restaure esa situación
jurídica, respetándose el estado de derecho que prevalece en nuestro país, pues ello
resulta de supremo interés y obligatorio para todas y cada una de las autoridades
jurisdiccionales del Estado mexicano ante quienes, de alguna forma, se someta la
decisión de salvaguardar los derechos de menores.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL SEGUNDO


CIRCUITO.

Amparo directo 671/2006. 19 de septiembre de 2006. Unanimidad de votos. Ponente:


Virgilio A. Solorio Campos. Secretario: Carlos Esquivel Estrada.
CONVIVENCIA FAMILIAR. PUEDE PROMOVERSE EN EJECUCIÓN DE
SENTENCIA O EN UN JUICIO AUTÓNOMO.-
Aun cuando en la sentencia de divorcio no se haya hecho pronunciamiento respecto a la
convivencia familiar, de conformidad con el artículo 283 del Código Civil, los Jueces
gozan de las más amplias facultades para resolver, en la sentencia de divorcio, todo lo
relativo a los derechos y obligaciones inherentes a la patria potestad, su pérdida,
suspensión o limitación, según sea el caso, y en especial a la custodia y cuidado de los
hijos; por lo que si en la sentencia de divorcio se resolvió que ambos cónyuges
conservarían la patria potestad de sus menores hijos, y que la guarda y custodia quedaría
a cargo de uno de ellos, la fijación de reglas para la convivencia familiar, como un
derecho de los padres, inherente a la patria potestad, bien puede pedirse en juicio
autónomo o mediante incidente después de concluido el juicio de divorcio.

CUARTO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER


CIRCUITO.

Amparo en revisión 4940/99.-Lucía López Calzada y Adolfo Ramos Lemus.-28 de


enero de 2000.-Unanimidad de votos.-Ponente: Rafaela Reyna Franco Flores, secretaria
de tribunal autorizada por el Pleno del Consejo de la Judicatura Federal para
desempeñar las funciones de Magistrada.-Secretaria: Leticia Araceli López Espíndola.

Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XI, marzo de


2000, página 976, Tribunales Colegiados de Circuito, tesis I.4o.C.36 C.

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