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Título: La Fe que no exalta a Dios 3ª Parte. Lugar: Iglesia Cristiana Neza


Pasaje: Santiago 2:18-20 Fecha: 05 de Septiembre de 2010
Propósito: Confrontar, Auto examinar, Exhortar.
Idea Central: La Fe que salva es una Fe que actúa.

El tipo de fe que Santiago está explicando, como lo hemos mencionado en la


primera parte de esta serie de sermones, es una fe muerta que cumple un par de
características.
Santiago ha explicado que esta fe:
I. Realiza o hace confesiones de fe que son vanas, por lo tanto no tienen
ningún valor para el Señor. v.14 dice que tiene fe…
II. Además explica, debido a que su confesión es falsa también tiene una
compasión falsa por las personas que necesitan ayuda. vv.15-16

Al mismo tiempo en nuestro estudio de la semana pasada también


establecimos 4 razones por las cuales la fe que no tiene obras está muerta:
I. No tiene su fe puesta en Cristo, cuando menos no en el Cristo de la
Biblia
II. No conoce al objeto de su adoración: Dios. Se aleja de Él para ser como
el fariseo que oraba para sí mismo en el templo.
III. No conoce ni experimenta la fuerza del Espíritu Santo en su vida, sino
que es fortalecido por sus propias fuerzas
IV. No reconoce ni se somete a la autoridad y la suficiencia de las Escrituras.
Él trabaja a la inversa: somete a las Escrituras a su propia autoridad.

El gran predicador del siglo XIX Carlos Spurgeon dijo lo siguiente:


Aprendí cuando era niño que el objeto final del hombre era glorificar a Dios y
disfrutar de Él para siempre; sin embargo, ahora he aprendido, según la nueva
teología que el objetivo final de Dios es glorificar al hombre y disfrutar de él
para siempre. Fin de la cita.

La falsa fe ha usurpado el lugar de Dios, poniendo en su lugar a hombre. Así


que es necesario e importante recordar cada una de las características que hemos
estudiado de la fe falsa, que únicamente tiene sus ojos puestos en sí misma y no en
Dios.
El día de hoy estudiaremos una característica más de la fe falsa que no se
centra en Dios, sino en el hombre y lo que él quiere hacer al satisfacer sus deseos
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vanos. El título de esta predicación es: La fe que No Exalta a Dios 3ª parte. Y


estudiaremos que la fe que no exalta a Dios tiene una Convicción Superficial.

18
Pero alguno dirá: Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin las
obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. 19Tú crees que Dios es uno. Haces bien;
también los demonios creen, y tiemblan. 20Pero, ¿estás dispuesto a admitir, oh
hombre vano, que la fe sin obras es estéril?

La introducción que Santiago hace en el v.18 es significativa, ya que de


alguna forma reta a las personas que creen que solo la fe es suficiente para la
salvación. El v.18 dice lo siguiente: “Pero alguno dirá: Tú tienes fe y yo tengo obras.
Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.” Hay muchos
comentarios (especulaciones) sobre quienes pueden estar hablando es este versículo.
Sin embargo más allá de quien está hablando, lo importante es identificar la razón
por la que se está hablando. Este versículo está dentro de la sección sobre lo práctico
que es la fe, no lo teórico y subjetivo.

Lo que está haciendo Santiago es mostrarnos la forma en que se desbarata


por completo la falsa idea de que solamente la fe es suficiente para la salvación, y por
lo tanto no hay necesidad de implementar obras o un compromiso con Cristo,
cuando es examinada a la luz de las Escrituras (como se verá más adelante) y de las
demás afirmaciones que hicieron los diferentes apóstoles.

Observen la forma en que Santiago se dirige: “Tú tienes fe y yo tengo obras.”


Hay 2 personas en esta presentación. El argumento es claro: una persona que dice
tener fe, más sin embargo no la manifiesta porque no tiene los medios para
demostrarla; y tenemos a otra persona que manifiesta su fe por medio de sus obras. Es
exactamente el mismo argumento del v.14: hay alguien que dice tener fe y sin
embargo no tiene elementos prácticos a través de los cuales pueda demostrar esa
pretendida fe.

Observe la expresión: tú tienes fe… Esta persona que es la misma del v.14,
cree que solamente la acción de tener fe es suficiente para salvar a las personas. Sin
embargo, pensemos en lo siguiente: si usted dice que tiene fe, y cree que no hay nada
más que hacer para ser salvo ¿qué le dirá a Dios el día en que se presente ante Él?
¿Qué enseña la Biblia en relación a esto?

Es importante recordar que la Biblia nos enseña con insistencia la voluntad


de Dios para sus hijos. Así que para saber lo que dicen las Escrituras en relación a si
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Dios requiere ejercitar la fe por medio de obras, o no lo requiere. Preguntemos: ¿De


qué forma se manifiesta la salvación en una persona? La Biblia responde en palabras
del apóstol Juan en 1 Juan 2:4-11, donde leemos:
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El que dice: Yo he llegado a conocerle, y no guarda sus mandamientos, es
un mentiroso y la verdad no está en él; 5pero el que guarda su palabra, en
él verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado. En esto sabemos
que estamos en El.6El que dice que permanece en El, debe andar como El
anduvo.7Amados, no os escribo un mandamiento nuevo, sino un
mandamiento antiguo, que habéis tenido desde el principio; el
mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído.8Por otra parte, os
escribo un mandamiento nuevo, el cual es verdadero en El y en vosotros,
porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya está alumbrando.9El
que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está aún en
tinieblas.10El que ama a su hermano, permanece en la luz y no hay causa
de tropiezo en él.11Pero el que aborrece a su hermano, está en tinieblas y
anda en tinieblas, y no sabe adónde va, porque las tinieblas han cegado sus
ojos.

¿Qué dice el texto? Que cualquier persona que no guarda la Palabra de Dios
en su corazón, practicándola, es una persona que vive en tinieblas, y vivir en tinieblas
es sinónimo de estar muerto espiritualmente. El apóstol utiliza términos tales como:
guardar, andar, estar, permanecer y amar. No habla de solo pensar o tener solo un
pensamiento positivo acerca de las cosas.

Por lo tanto, la expresión de “tener fe” de nuestro texto, significa que esa
persona en realidad no está creyendo las palabras de Cristo. Mantengamos esto en
mente: el v. 15-16 ejemplifican el estilo de vida de una persona que cree que solo la fe
es suficiente para la salvación, sin haber entendido el contexto de que la fe que salva,
también produce frutos dignos de arrepentimiento.

No hay registrado en la Biblia algún tipo de ejemplo de una persona que


diga que tiene fe y no la manifieste por medio de buenas obras. Eso es un
pensamiento falso, totalmente apartado de lo que enseñan las Escrituras.

Sin embargo, por el otro lado, está la persona que tiene obras. El contexto
muestra que la persona que dice: “yo tengo obras” da por sentado que tiene la fe
(como lo explica el texto más adelante). Al estar observando este texto, podemos
identificar también la singularidad de las obras, esto es: las obras solo pueden ser
producidas de manera personal, no grupal.
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Si algunas personas se reúnen para realizar buenas obras, pero solo lo hacen
cuando están reunidas, esas personas viven engañadas por creer que las obras
comunitarias (las que se hace solamente junto a otras personas) son suficientes para la
vida cristiana.

Así como la salvación es personal, los frutos también son personales. Dios
exige de cada persona frutos personales que manifiestan un arrepentimiento genuino.
Desde la perspectiva del apóstol Juan, una persona que tiene obras está en verdad
esforzándose por guardar, andar, estar y permanecer en Dios, en Cristo y en Sus
mandamientos. Cualquier persona puede hablar. Eso es muy fácil. El problema es
demostrar que se posee lo que se ha presumido.

El énfasis de Santiago en el v.18 es hacer pensar a las personas sobre el tipo


de fe que tienen. Un comentarista dice lo siguiente: “Ustedes dicen que tiene fe y que
nada más es necesario, que su fe puede mostrarse por sí misma a Dios y producir
salvación. Pero la verdad es que ustedes no me pueden mostrar su fe sin obras, sin
una evidencia práctica, porque la verdadera fe siempre da una evidencia práctica.
Ustedes no pueden demostrar el tipo de fe que tienen, porque no tienen con qué
demostrarlo.” Fin de la cita.

La fe genuina siempre se demuestra por medio de las obras. No es que las


obras en sí mismas salven a las personas, sino que las obras son una muestra de que la
fe está puesta en Cristo, cree en Dios y adora a Dios según Sus mandamientos, se
fortalece en el Espíritu Santo y cree la autoridad de las Escrituras y se somete a Ellas.
Esta es la explicación de Santiago.

Pero, ¿qué pasa si yo digo que la fe es suficiente y no necesita de las obras?


Bueno, Santiago responde esa pregunta con un ejemplo excelente. El v.19 dice: “Tú
crees que Dios es uno. Haces bien; también los demonios creen, y tiemblan.”

Como lo mencioné la semana pasada: creer algo acerca de Dios no es


suficiente para salvación. Santiago en este punto toma el ejemplo de Deuteronomio
6:4-5, donde Moisés les recuerda la unidad de Dios al pueblo de Israel. Leamos este
pasaje: 4 Escucha, oh Israel, el SEÑOR es nuestro Dios, el SEÑOR uno es. 5Amarás al
SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza.

Los destinatarios de esta carta eran judíos que se habían convertido a Cristo,
esa es la razón por la que Santiago utiliza este ejemplo. El pueblo de Israel había
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aprendido de memoria este pasaje. Dios les mandó que lo repitieran a sus hijos, y lo
mantuvieran visible dentro de sus casas. Sin embargo los judíos solo tomaron el texto
que les convenía a ellos, y olvidaron que el v.4 está unido de forma inseparable al v.5.

Ellos vivieron pensando que creer solamente el v.4 era suficiente para
ganarse el favor de Dios. No alcanzaron a comprender la relevancia del v.5: no se
puede creer lo que Dios ha dicho en el v.4 si no se vive de acuerdo al v.5, es una
contradicción.

Pero hay algo más: si una persona solo tiene un tipo de fe que reconoce
algunos aspectos acerca de Dios, no tiene una fe diferente de la que tienen los
demonios. En otras palabras: si tu fe solo reconoce intelectualmente algunas
características de Dios, pero sin manifestar frutos por medio de la obediencia,
entonces tienes exactamente el mismo tipo de fe que la de los demonios. No cambia
en nada.

Observe la expresión sarcástica de Santiago al decir a estos hombres: haces


bien en creer que Dios es uno solo. Históricamente los judíos lo creyeron. Pero eso
no fue suficiente.

Cristo les dijo a los fariseos en Juan 8:39-48 que eran de su padre el diablo.
Ellos creían que pertenecían al reino de Dios debido a que eran descendientes de
Abraham. Sin embargo el hecho de haber sido criados bajo las normas más estrictas
de la religión judía, no tenía valor al momento de exponerlas a la voluntad de Dios.
El apóstol Pablo reconoce esto en Filipenses 3.

Al recibir una instrucción sin obedecerla, en realidad se está actuando de la


forma exacta a los demonios. No hay diferencia. Pensemos, ¿cómo manifiestan los
demonios su fe en Cristo? Hay muchos ejemplos en los evangelios, así que veremos
algunos.

Primero, Marcos 3:11-12 muestra la reacción que tenían los demonios ante
la presencia de Cristo: se postran en su presencia, claman a Él, reconoce su naturaleza
y deidad.

Segundo, Marcos 5:1-20 narra el encuentro de Cristo con el endemoniado


gadareno. Pero observe detalladamente los vv. 6-7, 10, 12-13. En cada uno de ellos se
muestra el terror que tienen los demonios de Cristo. Lo respetan, se someten a su
Palabra, le ruegan, se postran ante Él.
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Los demonios son monoteístas (es decir, creen que solo hay un Dios
verdadero); también ellos son conscientes de que las Escrituras son la Palabra de Dios
y esa es la razón por la que Satanás las utilizó en Mateo 4:6; los demonios creen que
Cristo es el Hijo de Dios; creen que la salvación solo es la gracia de Dios por medio
de la fe; creen que Cristo se encarnó, murió y resucitó, y que ahora está sentado a la
diestra de Dios; ellos saben muy bien de la existencia del cielo verdadero y también
del infierno. Ellos tienen un gran conocimiento de Dios y sus planes. Sin embargo,
todo ese conocimiento, por muy real y significativo que sea, no los puede salvar.

Conocen la verdad acerca de Dios, de Cristo y del Espíritu Santo, pero odian
la verdad y aborrecen a Dios. Conocen la Biblia, pero no la obedecen. No aman a
Dios, no se gozan en la verdad, no buscan el bien, conocen la Biblia pero solo la usan
para manipular (ej. Mt. 4:6).

Vean además, ellos “tiemblan” ante Dios. La palabra que traduce temblar
solo se utiliza aquí en todo el Nuevo Testamento y significa temblar de miedo. Ellos
quedan paralizados por el poder de Dios. La sola presencia de Dios provoca que se
estremezcan, tienen terror.

Porque entienden el poder de Dios tiemblan, ¿pero que pasa con las
personas que creen que con solo reconocer algunas cosas de Dios, que pretenden
conocer a Dios, pero se condenan más por no vivir el evangelio? Están tan perdidos
como los demonios.

Teniendo a su alcance la gloria de Dios por medio de las Escrituras,


prefieren imponer sobre ellas su pensamiento y razonamientos. Leen la verdad de
Dios, pero la rechazan; vienen a la iglesia, pero no adoran a Dios porque no se
humillan ante Él y Su Palabra. No tienen reverencia a las Escrituras.

Sin embargo hay esperanza para estas personas, y Santiago lo dice de la


siguiente forma en el v.20: “Pero, ¿estás dispuesto a admitir, oh hombre vano, que la
fe sin obras es estéril?”

Literalmente Santiago dice: Hay una condición para tener la verdadera fe


que honra a Dios: hacer a un lado tu estupidez…

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