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IES GERARDO MOLINA GEOGRAFÍA DE ESPAÑA

Tema 5f
LOS PAISAJES AGRARIOS DE ESPAÑA
Los paisajes agrarios son la morfología que presenta el espacio rural, que resulta de la
combinación del medio natural, los factores físicos, con la actividad agraria practicada sobre él
los factores humanos.
La diversidad de estas combinaciones en el territorio explica la variedad de los paisajes
españoles

LOS PAISAJES AGRARIOS DE LA ESPAÑA HÚMEDA

Los paisajes agrarios de la España húmeda se dan en el norte y en el noroeste peninsular,


cuyo relieve es accidentado, con escasas superficies llanas y clima oceánico.

Su estructura agraria cuenta con numerosa población envejecida debido al éxodo rural y
un poblamiento disperso intercalar con aldeas, parroquias y pueblos.
Las explotaciones son de carácter minifundista, con campesinos propietarios de pequeñas
tierras, no muy rentables por la escasa mecanización, y el uso que se da al suelo
principalmente es el ganadero.

Su agricultura ocupa una superficie poco extensa de secano, por la regularidad de las
precipitaciones, y está evolucionando desde el policultivo hacia la especialización en productos
de la huerta y plantas forrajeras para el ganado.

La ganadería es la actividad más importante por las condiciones climáticas y la demanda


de productos como la leche y la carne.
En Galicia permanecen las pequeñas y medianas explotaciones familiares, que aunque se
han modernizado todavía muchas de ellas siguen siendo pequeñas y anticuadas, por lo que las
perspectivas de futuro no son muy buenas.

La explotación forestal es muy importante en la España oceánica porque se dedica a la


industria del mueble y a la obtención de papel.

EL PAISAJE AGRARIO DEL INTERIOR PENINSULAR

El paisaje agrario del interior peninsular comprende las dos mesetas y la depresión del Ebro
(la zona de clima mediterráneo continentalizado), con escasez de precipitaciones.

Su estructura agraria se caracteriza por una despoblación o abandono de las tierras en los
últimos decenios y un poblamiento concentrado en pequeños pueblos en los valles del Duero y
del Ebro y distanciados entre sí en la mitad sur peninsular.
El sistema de propiedad es el minifundio que domina en el valle del Duero y en los regadíos
del Ebro, mientras que el latifundio se da en Salamanca, Burgos, Castilla-La Mancha,
Los usos del suelo son agrícolas, ganaderos y forestales.

Su agricultura es de secano y de regadío.


La de secano y se da en páramos y campiñas de la meseta, además de en áreas no
regadas del valle del Ebro. Los cultivos son extensivos con la trilogía mediterránea (trigo, olivo
y vid) y mientras que antes se deba el barbecho de trigo y legumbres, ahora han sustituido el
trigo por la cebada.

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La de regadío, que permite un aprovechamiento más intensivo, antes se daba en las vegas
de los ríos y ahora tiene lugar aprovechando embalses para diversificar la producción (plantas
industriales, forrajes y frutas).

La ganadería tiene importancia en distintas zonas.


La ovina se da en los secanos castellanos y la depresión del Ebro; pasta en los rastrojos y
se está produciendo una mejora por el cruce con razas extranjeras.
En Castilla-León se ha desarrollado el vacuno estabulado y el porcino. En Salamanca y
Zamora el paisaje característico es la dehesa que se aprovecha también para la explotación
forestal, además de para pasto de ovejas y cerdos.

La explotación forestal se da en áreas como la Tierra Pinariega Soriana.

EL PAISAJE AGRARIO MEDITERRÁNEO

El paisaje agrario mediterráneo se da en el litoral y prelitoral mediterráneo, en un relieve


accidentado, y con un clima mediterráneo.

Su estructura agraria se caracteriza por una población numerosa, dispersa con tendencia
a la concentración.
Las explotaciones son de tamaño variable. En las zonas de regadío predomina el minifundio
y en las zonas de secano, las explotaciones son pequeñas y medianas en Valencia y Murcia,
medianas en Cataluña y grandes en Andalucía occidental.

Los usos del suelo son variados, aunque predomina la agricultura, donde se distinguen
cultivos de secano y de regadío.
Los cultivos de secano se extienden por las campiñas del Guadalquivir, las zonas
prelitorales montañosas y en el interior mallorquín y están ocupados por cereal, olivo, vid y
almendro.
Los cultivos de regadío, favorecidos por el relieve, el clima, los suelos y la alta demanda, se
dedican a la horticultura bajo plástico, la fruticultura mediterránea de cítricos, frutas de hueso y
de pepita y frutas tropicales.

Las ganaderías bovina y porcina son mayoritarias en Cataluña, por la demanda urbana,
mientras la ovina y caprina se dan en los secanos y las reses bravas en las orillas del
Guadalquivir.

La explotación forestal tiene escasa significación, salvo en Huelva donde se da el


eucalipto.

EL PAISAJE AGRARIO DE MONTAÑA

El paisaje agrario de montaña tiene lugar en unas condiciones extremas, pues su relieve es
de elevada altitud, hay fuertes pendientes y el clima es muy frío en invierno y con
precipitaciones abundantes, muchas de ellas en forma de nieve.

Su estructura agraria presenta baja densidad de población con tendencias al


despoblamiento, y un poblamiento disperso en valles; predomina la pequeña propiedad, en
parcelas cerradas.
Las explotaciones son contrastadas pues coexisten pequeñas explotaciones privadas con
montes y praderas municipales.

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Los usos del suelo son múltiples y complementarios escalonandose según las variaciones
climáticas. La agricultura se desarrolla en el fondo de los valles, la explotación forestal y los
pastos en las cumbres.

La agricultura, en las montañas del norte de la Península, se centra en cultivos de huerta,


mientras que en las montañas del Sur y de Levante se desarrollan los cultivos de almendros y
olivos, que ascienden por las vertientes en bancales y terrazas.

La ganadería es extensiva. En el norte es bovina u ovina y en el Mediterráneo, es ovina,


dándose la trashumancia entre el valle y la cima de la montaña.

La explotación forestal se centra en el aprovechamiento de la leña para combustible y la


madera del eucalipto, el castaño y el pino.

EL PAISAJE AGRARIO DE CANARIAS

El paisaje agrario de Canarias se adapta al relieve volcánico accidentado y al cálido clima


que se da a lo largo del año.

Su estructura agraria presenta una población rural en retroceso por la atracción del
turismo sobre esas zonas. El poblamiento es disperso laxo, en aldeas y caseríos.
La propiedad presenta contrastes entre grandes áreas de regadío de la zona costera y las
pequeñas propiedades de las zonas medias y altas

La agricultura es muy contrastada aunque la superficie cultivada no sea muy amplia.


En áreas litorales predomina el monocultivo para la exportación de plátanos o tomates; los
cultivos bajo plástico, como el pepino, pimiento y las flores; y las nuevas plantaciones tropicales
como la papaya o el mango.
En las zonas medias y altas del interior insular hay una agricultura tradicional de secano
para autoconsumo y comercialización, cuyos cultivos más característicos son la vid y la patata.

La ganadería ovina y caprina es escasa y se da en relación con la agricultura.

La explotación forestal se ha aprovechado para el carboneo, la construcción y los


soportes de cultivos.

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LOS PAISAJES AGRARIOS DE LA ESPAÑA HÚMEDA


a) El dominio atlántico
La España atlántica se caracteriza por su relieve montañoso y por la existencia de un clima húmedo con
temperaturas suaves que favorecen el desarrollo de la vegetación natural. Por ello, la España atlántica es
el dominio de los bosques y de los prados, que son el soporte de unos paisajes agrarios basados en la
especialización ganadera y forestal.
La producción ganadera aporta la principal contribución a la producción final agraria, aunque el
significado de lo agrario en el conjunto de la sociedad y de la economía varía desde un máximo en Galicia
hasta un mínimo en el País Vasco.
Los paisajes agrarios atlánticos presentan una acusada fragmentación parcelaria con multitud de terrenos
de ínfimo tamaño. Predomina la pequeña propiedad y los regímenes de explotación directa, y constituye
el ámbito de mayor implantación del hábitat disperso, del que forman parte multitud de aldeas y caseríos.
Los aprovechamientos agrarios son variados, destacan los dedicados a la alimentación humana (patatas,
hortalizas) y animal (maíz), y los forestales. Su verdadera especialización es la ganadería vacuna. La
cabaña autóctona se ha mejorado son la introducción de razas extranjeras para incrementar la producción
de leche, base de una potente industria.

b) El paisaje agrario de la España Montañosa


Emparentado con el anterior se puede considerar el paisaje agrario de montaña, ya que posee un clima
lluvioso, aunque más frío, y un relieve de elevada altitud y fuertes pendientes.
Sus dedicaciones preferentes son la forestal y la ganadera, de vacuno de orientación cárnica, en régimen
extensivo, basada en unas praderas o prados menos fértiles. Recientemente han adquirido una nueva
orientación económica, la turística o de ocio.
Se trata, sin embargo de un espacio más bien reducido en su conjunto y disperso, pues salpica todo el
territorio peninsular, con unas manchas relativamente amplias en los Pirineos, sobre todo en su mitad
oriental, en la parte meridional de la Cordillera Cantábrica en continuidad con los Montes Galaico-
leoneses y en la Cordillera Central; pero se reducen substancialmente en la Cordillera Ibérica y, sobre
todo, en las Béticas.

LOS PAISAJES AGRARIOS DE LA ESPAÑA INTERIOR


El interior peninsular ofrece gran diversidad paisajística sobre el denominador común de la influencia del
clima mediterráneo. Los aprovechamientos agrícolas están dominados por los cultivos de secano, a pesar
de que en los últimos lustros, ha ganado mucha extensión el regadío.
1. En la cuenca del Duero encontramos pequeña y mediana propiedad sobre un parcelario muy
fragmentando que fue objeto de la concentración en el franquismo. Su orientación tradicional ha sido
hacia la explotación cerealista (trigo y cebada) y la ganadería ovina. La superficie de pastos y de
barbechos ha disminuido de forma progresiva, lo que ha repercutido en la ganadería, que se ha visto
confinada a los espacios de menos aptitud agrícola o ha sido objeto de estabulación. La explotación
cerealista ha alcanzado un elevado grado de mecanización, al tiempo que se han extendido cultivos de
regadío, como la remolacha, el maíz o la alfalfa.
2. El área castellano-manchega se caracteriza por el aumento del tamaño de las explotaciones, así como
un notable grado de concentración del hábitat. Destacan el ovino (base de la producción lanera y quesera
tradicional); la cerealicultura (en retroceso ante el avance del girasol) y el viñedo.
3. El oeste peninsular toma buena parte de sus caracteres agrarios de su pertenecía a la Iberia silícea. Los
suelos silíceos son poco fértiles y producen cosechas moderadas, incluso tras un largo período de
descanso; por esta razón, se han constituido sobre ellos un interesante modelo de explotación: la dehesa,
que integra, bajo un régimen extensivo, los aprovechamientos agrícolas y ganaderos (sin olvidar el
aprovechamiento cinegético o la explotación corchera). Predomina la gran propiedad, herencia de la
historia, que ha convertido al oeste peninsular en uno de los grandes enclaves del latifundismo español.
En las zonas de los suelos más ricos aparecen cultivos cerealistas y plantas industriales.
En las extensas áreas convertidas en regadío tras la construcción de los embalses (Plan Badajoz)
encontramos hortalizas, arroz, tabaco, etc., que también aparecen en las vegas del Tietar y el Alagón.

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4. En la cuenca alta del Ebro alternan los caracteres propios de la España atlántica y de la mediterránea
seca, coexistiendo espacios agrícolas, ganaderos y forestales. En las áreas de regadío se aprecia un gran
aprovechamiento agrícola, con cultivos de huerta para el consumo y para la industria, así como amplias
áreas dedicadas a la vid (caso de los Rioja).
La depresión del Ebro y sus laderas estuvieron dedicadas a la trashumancia ganadera. Hoy son espacios
yuxtapuestos, de manera que la montaña es ganadera y la depresión, agrícola. En el sistema extensivo
predomina la cebada sobre suelos de calidad mediocre y en el intensivo, los cultivos de regadío.
En cuanto a propiedad, coexisten diversos tamaños. Abundan los cultivos de remolacha, forrajes y
hortalizas y, en algunas comarcas, una importante intensificación de frutales y de ganadería.

LOS PAISAJES AGRARIOS MEDITERRÁNEOS COSTEROS


Su clima mediterráneo costero ofrece la ventaja ecológica de sus altas temperaturas, gran insolación y
ausencia de heladas, pero tiene el grave inconveniente de su aridez estival y la escasez e irregularidad de
las precipitaciones; esto exige disponer de recursos hídricos (regadío). Su relieve accidentado se
caracteriza por la existencia de fértiles terrenos litorales (por debajo de los 200 m.) y terrenos en vertiente
en el interior, a los que también se han extendido los cultivos mediante “abancalamientos”.
Este dominio, en el que encontramos un elevado número de actividades no agrarias, se orienta a una
agricultura intensiva de regadío, basada en producciones de hortalizas, frutales cítricos y no cítricos, y
arroz. Las condiciones ecológicas favorables y la modernización de las explotaciones convierten a la
agricultura mediterránea costera en una actividad de elevada rentabilidad.
El paisaje agrario se estructura a base de una mezcla de doblamiento concentrado ("agrovillas") y
disperso. Éste asume dos modalidades distintas, pues mientras que en las zonas de regadío la dispersión
se basa en pequeñas explotaciones trabajadas intensivamente; en las de secano, sobre todo en Andalucía,
se ordenan en torno a grandes fincas cultivadas extensivamente (los cortijos).
Dentro de este dominio, caben diferencias paisajísticas internas:
• Cataluña tiene un terrazgo de reducida extensión y sus paisajes agrarios son muy intensivos,
especializados y de clara orientación hacia el mercado. En general, ha habido un fuerte retroceso de los
cultivos de secano y un notable desarrollo de la ganadería estabulada e industrial, de los cultivos
hortofrutícolas y de la vid.
• El Levante acoge un regadío de elevados rendimientos y es el asiento de la huerta tradicional. Junto a
las producciones hortícolas, destacan los cítricos, los frutales y el arroz. En estos espacios se aprecia la
competencia del turismo y la industria en disputa por el suelo, de modo que la agricultura está cediendo
terreno y se desplaza hacia tierras de peor calidad.
• En Andalucía distinguimos los siguientes paisajes orientados en franjas desde Sierra Morena hasta el
mar:
1) Cinegético-forestal de las montañas, particularmente en Sierra Morena, que perdió su tradicional
utilidad ganadera a partir de los años 60 y quedó como un espacio de cotos al amparo de la repoblación
forestal y del régimen del espacio protegido del que goza.
2) Las campiñas béticas son el espacio cerealista por antonomasia. Hoy acogen amplias superficies de
girasol y otras plantas industriales.
3) El monocultivo de olivar conforma una franja continuada sobre todo el subbético.
4) Las hoyas y las depresiones interiores acogen el regadío y un policultivo muy variado en el que están
presentes cultivos tradicionales, como los cereales, y plantas industriales, como el tabaco y la remolacha.
5) El litoral alberga, desde los cultivos subtropicales hasta los enarenados bajo el gigantesco mar de
plástico que se interpone entre el Mediterráneo y las cordilleras.

LOS PAISAJES AGRARIOS DE LAS ISLAS CANARIAS


El archipiélago canario tiene una superficie agraria muy reducida por la naturaleza volcánica de las islas.
Apenas alcanza el 20% de la superficie geográfica y se sitúa preferentemente en las zonas bajas, así como
en las laderas, donde, gracias al esfuerzo humano, se han construido terrazas.

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Muy condicionadas por la falta de agua y favorecidas por el régimen térmico, las islas Canarias
desarrollaron una agricultura intensiva de regadío destinada a la exportación basada en el plátano, la
patata y el tomate, junto a nuevas plantaciones tropicales (aguacate, mango, piña...) que acusa la
competencia de la producción peninsular y la disputa del suelo por parte de la promoción inmobiliaria y
del turismo.
Dispone también de un secano interior – en las zonas medias y altas–, con cultivos todavía destinados al
autoconsumo, como las patatas y el viñedo. Tradicionalmente, la agricultura ha coexistido con una
notable cabaña de ganado caprino.
En cuanto a la propiedad existe un gran contraste entre la pequeña propiedad de las zonas altas de secano
del interior y las grandes explotaciones de los regadíos litorales. Predomina el poblamiento concentrado
laxo, en aldeas y caseríos.

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