IV Suplemento especial UNIVERSIDAD
Autonomía Universitaria,
¿para qué?
El ser autónomo
Amo la palabra autonomía,
porque significa derecho y liber-
tad para gobernarse bajo las
leyes propias (del griego autos,
propio, nomos, ley), condición
que considero propiamente
humana, y que me gustaría que
fuera característica universal de
los seres humanos y, más que
todo, de los guatemaltecos. Es
que, según pienso, la realiza-
ción humana de que hablaba
Maslow, o la felicidad auténtica
que mencionan otros filósofos,
sólo es posible lograrlas cuando
se posee autonomía y se ejerce,
sin importar lo que digan los
demás.
En esta idea una persona
es autónoma cuando tiene co-
nocimiento, principios, valores
y convicciones que le permiten
hacer lo que tiene que hacer,
regirse por sus propias leyes,
sin necesidad de jefes, de ame-
nazas, de temores, de puyas o
bridas. Significa “ser humano”,
no menos que eso; “ser uno”,
no títere de dirigentes, grupos,
masas, poderes o imperios,
o como dicen los ontólogos,
“simplemente ser”.
El ser autónomo se respe-
ta y se hace respetar, a través
de cumplir lo que, según lo
que dice ser, cumple su res-
ponsabilidad histórica, y de
respetar y cumplir las leyes,
de respetar a las autoridades y
a las instituciones, por cuanto
han sido creadas para lograr
el bien común y en cuanto,
con su acción congruente,
demuestran su autenticidad
y legitimidad.
A nivel personal, de gru-
pos e instituciones el poder de
regirse por sus propias nor-
mas se denomina autonomía;
a nivel de pueblos, países y Es-
tado, se denomina soberanía
y equivale a poder supremo,
libertad e independencia. La
Universidad de San Carlos
es una institución autónoma
estatal de Guatemala, encar-
gada de la educación superior
pública en el país. Ojo: las
preguntas siguen abiertas.
Autonomía, para qué
¿Qué es la autonomía uni-
versitaria? ¿Cómo puede ser
defendida, y cómo lo es efec-
tivamente? Son las preguntas
octubre/noviembre de 2007
a cuya respuesta trataremos
de aproximarnos en esta parte
final de esta mínima referencia
conmemorativa, aspirando a
que esa parte del juramento
profesional adquiera autenti-
cidad y no se restrinja a un
requisito formal y de protocolo,
y si es posible, para que estu-
diantes, docentes, empleados,
profesionales y autoridades
universitarias la defiendan con
hechos propios de la calidad
universitaria.
Dice la ley que “la
Universidad de San Carlos es
autónoma y se gobierna de
acuerdo con la ley respectiva y
sus Estatutos. El Estado con-
tribuirá a asegurar y acrecen-
tar el patrimonio universitario,
y consignará anualmente en
el presupuesto la partida
destinada al sostenimiento
de la Universidad”, recono-
ciendo que la autonomía es el
elemento indispensable para
el cumplimiento de la misión
científica y cultural que le
corresponde. La autonomía
consiste en tener persona-
lidad jurídica para cumplir
sus fines, y para adquirir,
administrar, poseer y enajenar
bienes, contraer obligaciones y
ejercer toda clase de acciones,
de acuerdo con la ley.
Muchas veces, la defensa
de la autonomía universitaria
se interpreta sólo en el sentido
político, asegurando que no
haya interferencia guberna-
mental en la academia; y en el
Carlos Arturo Soto R.
sentido financiero, asegurando
el creciente aporte estatal para
su sostenimiento y crecimien-
to; pero eso no es suficiente,
ni lo principal. El sentido de la
Universidad trasciende el as-
pecto político y organizacional,
es preocupación social porque
repercute en el país que quere-
mos y en el tipo de ciudadano
que el país requiere para im-
pulsar su desarrollo, y en ese
sentido se define la responsa-
bilidad social de la universidad
estatal. Como decía el Lic.
Roberto Valdeavellano Pinot,
ex Rector, hay que defender
y consolidar la autonomía
universitaria como medio para
que la universidad cumpla su
destino histórico: la transfor-
mación democrática del país
y la defensa de los más altos
intereses del pueblo guate-
malteco.
En ese sentido, defender
la autonomía universitaria
tiene significados concretos.
La Universidad es, antes que
nada, una entidad educativa y
científica, que para realizarse
requiere autonomía, capaci-
dad de decisión política en
ambos aspectos. El ser edu-
cativa significa que tiene como
misión autónoma transformar
pensamientos y conductas. El
ser científica significa que tie-
ne como misión autónoma de-
sarrollar el conocimiento de la
realidad tal como es, haciendo
uso de todos los avances cien-
tíficos y tecnológicos, tanto de
orden tangible como intangi-
ble. Defender la autonomía
ha de significar luchar por el
derecho de generar un nuevo
tipo de universitario: dotado de
saber científico y del manejo
de la tecnología; con ética y
amplia conciencia que lo con-
vierta en auténtico servidor
del pueblo, a cuyo destino está
íntimamente ligado por ser
estatal, sostenida con fondos
públicos. También luchar por
que la Universidad se proyec-
te hacia el sistema educativo
nacional, para impulsar el
tipo de ciudadano que el país
requiere. Eliminar la rigidez
de los currículos para que se
motive y se aproveche mejor el
esfuerzo estudiantil, y redunde
en su incorporación al pro-
greso autónomo de la nación,
sería otra forma de defender la
autonomía.
También sería una buena
forma de defender la autono-
mía, propiciar la participa-
ción permanente y activa de
la USAC en el conocimiento,
discusión y resolución de los
problemas que afectan a la
nación guatemalteca, así como
en la creación y difusión de
una imagen realista y digna de
nuestra nacionalidad, y en la
eliminación de los elementos
que obstruyen la construcción
de su futuro. Asimismo, man-
tener una permanente actitud
de vigilancia, denuncia y com-
bate frente a la arbitrariedad
y la represión, y lucha por la
participación popular en el
proceso político del país, con
aportes científicos y tecnoló-
gicos que permitan contribuir
a acelerar las ruedas de la
historia. Puede, asimismo,
combatir la macrocefalia del
país, y luchar contra todas las
formas de dependencia econó-
mica y cultural, propiciando el
desarrollo de la soberanía, de
la ciudadanía y el desarrollo
integral.
También es forma válida
de defender la autonomía
generar un clima propicio a
la libertad de pensamiento,
la libertad de expresión, así
como desarrollar verdadero
debate ideológico en el seno
de la Universidad, buscando
la unidad universitaria dentro
de la diversidad ideológica. Y
mejorar la política y la admi-
nistración universitaria, imple-
mentando métodos y sistemas
racionales, justos, equitativos,
eficientes y eficaces, basados
en la ciencia y la técnica que
le corresponde encabezar en el
país, y enseñar a los profesio-
nales que servirán a éste.
En defensa de la autono-
mía, para que la Universidad
cumpla sus objetivos, hay que
realizar grandes cambios, mu-
chos de ellos considerados en
los movimientos de reforma y
en los planes estratégicos uni-
versitarios. Algo se ha hecho
con, por ejemplo, el Sistema
Universitario de Ubicación y
Nivelación, y el Reglamento
de Evaluación y Promoción del
Estudiante Universitario, pero
aun la defensa de la efectividad
y eficacia de esos mecanismos
son parte de la autonomía
universitaria por cuanto con-
tribuyen a la recuperación del
prestigio institucional de la
Universidad de San Carlos,
que no puede basarse sólo en
su antigüedad o en el número
de sus estudiantes.
La defensa de la autono-
mía no ha de ser sólo de las
autoridades ni juramento sólo
de los graduandos, ha de ser
de todos los universitarios:
estudiantes, profesores, profe-
sionales y empleados del Alma
Mater, y no ha de ser sólo el 1
de diciembre, sino todos los
días, con todas las palabras y
acciones.