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DE UNA 1
Vid
a CON
PROPÓSITO
INTRODUCCIÓN
Esto, más que un manual, es la guía de una jornada espiritual que te permitirá
encontrar la respuesta a la pregunta más importante de la vida: ¿Para qué estoy
aquí, en la tierra? Al terminar esta jornada sabrás el propósito de Dios para tu
vida y entenderás el cuadro completo: cómo encajan todas las piezas de tu
vida. Con esta perspectiva, tu estrés disminuirá, tus decisiones serán menos
complicadas, tendrás más satisfacciones y más importante aún, te preparará
para la eternidad.
La Biblia dice: “Permitan que Dios los transforme en una nueva persona
cambiándoles la manera de pensar. Así aprenderán lo que Dios quiere para
ustedes”.
HE ORADO POR TI
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¿PARA QUÉ ESTOY AQUÍ EN LA TIERRA?
Proverbios: 11:28
Jeremías 17:7-8
Colosenses 1:16
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No se trata de ti.
Dios es tu punto de partida, tu creador. Existes tan sólo porque Él desea que
existas. Fuiste creado por Dios y para Dios, y hasta que lo entiendas, tu vida
no tendrá ningún sentido. Sólo en él encontramos nuestro origen, nuestra
identidad, nuestro sentido, nuestro propósito, nuestro significado y nuestro
destino. Cualquier otra ruta termina en un callejón sin salida.
Muchos tratan de usar a Dios para su propio beneficio, pero eso es antinatural
y está condenado al fracaso. Fuiste creado para Dios, no al contrario; la vida
consiste en permitir que Él te use para sus propósitos y no que tú lo uses a Él
para los tuyos. La Biblia dice: “Obsesión con sí mismo en estos asuntos es un
callejón sin salida; la atención a Dios nos guía a una vida libre y espaciosa”.
Los libros de autoayuda, incluidos los cristianos, ofrecen por lo general los
mismos pasos a seguir para que logres encontrar el propósito de la vida:
Piensa en tus sueños; Define tus valores; Trázate metas; Averigua cuál es tu
fuerte; Apunta a la cima, ¡alcánzala!; Sé disciplinado; Cree en ti mismo para
lograr tusa metas; Involucra a otros; Nunca te des por vencido.
3
VIVA LA VIDA CON OPTIMISMO Y SE SENTIRÁ FELIZ
El secreto que ha llevado al triunfo a los grandes personajes de la historia.
Y sin la cual no habrían llegado a ser grandes ni famosos, consiste en los
siguientes puntos: 1) Adquirir una confianza grande en la ayuda de Dios y
en sí mismo; confianza en las propias capacidades y habilidades para lograr el
éxito, rechazando toda posibilidad de que Dios nos deje solos, y
concediéndole muchísima mayor importancia a las cualidades positivas que se
tienen, que a las debilidades o a las posibilidades de derrota. 2) Dirigir el
pensamiento hacia una meta fija que desea alcanzar y no desviar la atención
de ella. 3) Elaborar un plan para lograr conseguir esa meta, un plan
cuidadoso y detallado que se va siguiendo día por día, y que hace que nuestra
actividad sea organizada y llena de entusiasmo. 4) Desarrollar un sincero
deseo de realizar aquello que se quiere conseguir. El deseo ardiente es el
más importante motivador de las acciones. El deseo de lograr éxitos consigue
la costumbre de conseguir éxitos. 5) Dedicarse a una acción tenaz e
incansable para lograr obtener las metas que se busca conseguir, sin
desanimarse por los obstáculos, las críticas, las circunstancias adversas, o lo
negativo que los demás piensen, hagan o digan. Esa energía concentrada hacia
la consecución de una meta, atrae enormemente las oportunidades, las cuales
no se dejan atrapar por los que están sin hacer nada.
Y pocos meses después aquel hombre estaba regenerado. Pero porque supo
echarse a sí mismo la culpa de sus males, sin andar lanzando pedradas de
culpabilidad a la casa de los vecinos.
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tenemos nosotros también en este asunto. Así se cumplirá en nosotros una
promesa muy agradable de Jesús: "Si no condenáis a los demás, no seréis
condenados por Dios” (Mateo 7).
Hay que motivarse. No olvide: Si usted cree que puede, puede. Si cree que sí
es capaz, llegará a ser capaz.
Hay que llegar a una sugestión positiva. “Lo puedo; sí, lo voy a conseguir con
la ayuda de Dios, si me conviene y es para mi bien”. Esto multiplica por mí las
propias fuerzas.
El repetirse: “Yo puedo hacerlo, sí puedo conseguirlo” crea un ambiente de
sugestión en el ánimo, que lleva hacia el éxito.
Hay que distinguir entre el “quisiera” y el “quiero”; entre el simple y el vago
deseo y el “anhelo”. El anhelo es un deseo vehemente, profundo, incontenible.
Es una sed del alma.
“Lo quise. Lo desee con toda el alma. Sencillamente lo quise con todo el
corazón y lo conseguí”.
Tampoco olvide jamás aquella frase tan hermosa del sabio Salomón en la
Biblia: “Lo que consigue éxitos es la bendición de Dios., Nuestro sólo afán no
logra nada”.
FOMENTE UNA CONFIANZA EN USTED MISMO Y EN SUS
PROPIAS HABILIDADES. No acepte mentalmente que usted haya sido
creado para la derrota o para el fracaso, porque Dios no goza asistiendo al
fracaso de sus hijos. Concentre su mente en sus cualidades positivas y no en
sus debilidades; en su capacidad de triunfar y no en problemas imposibles de
resolver.
Confiar en sí mismo no es endiosarse ni vivir dándose "certificados de buena
conducta" y excusas para sus faltas. Hay que encararse honestamente a los
propios errores y trabajar constantemente por corregirlos. Pero no hay que
creerse menos de lo que uno es, porque esto es mentira y lleva a la cobardía.
Su acercamiento a su realización o a su fracaso, depende en mucho de la
imagen que usted tenga de sí mismo. Usted tiene qué escoger entre el pensar
alegre o el pensar triste, entre el pensar en que usted sí vale, o vivir dándose
"garroteras" mentales pensando que nada vale y nada puede.
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Cada vez que se diga a sí mismo: "Sí soy capaz, si tengo cualidades, si
puedo", está fortaleciendo su capacidad de determinación. Fórmese la
costumbre diaria de pensar bien de usted mismo y de sus capacidades.
Por lo general puedes lograr alcanzar una meta si poner todo tu empeño. ¡Pero
tener éxito y cumplir el propósito de tu vida son dos temas muy distintos!
Podrías alcanzar todas tus metas y ser un triunfador de acuerdo con los
estándares del mundo, y aún así no saber la razón para la cual Dios te creó.
Por eso necesitas más que un asesoramiento de autoayuda.
La Biblia dice: “La autoayuda no es eficaz en todo. El sacrificio es el
camino, mi camino, para encontrarte a ti mismo, a tu verdadero yo”.
Un profesor de filosofía en una ocasión escribió a 250 de los más reconocidos
filósofos, científicos, escritores e intelectuales del mundo, preguntándoles:
«¿Cuál es el sentido de la vida?». Algunos dieron las mejores respuestas que
pudieron, otros admitieron que acababan de plantearse la razón de vivir y
otros fueron más sinceros en responder que no tenían ni la menor idea.
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Podemos considerar lo que Dios reveló en su Palabra con respecto a la vida.
La manera más fácil de entender el propósito de un invento es preguntarle al
inventor. Lo mismo ocurre cuando quieres saber la razón de tu vida:
pregúntale a Dios.
Dios no es tan sólo el punto de partida en tu vida, sino la fuente de ella. Debes
ir a la Palabra de Dios, no a la sabiduría del mundo para descubrir el propósito
de tu vida. La Biblia afirma: «Es en Cristo que sabemos quiénes somos y para
qué vivimos. Mucho antes que oyéramos de Cristo, él nos vio y nos diseñó
para una vida gloriosa, parte de su propósito general en el que trabaja en
todo y para todos».
CONTINUARA
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