You are on page 1of 2

Tomado de Penúltimos Días

Traducción: Claudia Cadelo De Nevi

Mi encuentro con el autor de los cables sobre Cuba


Por Stéphane Bussard

Michael Parmly fue jefe de la Sección de Intereses Americanos en La Habana


y ha sido citado en los documentos diplomáticos publicados por Julian
Assange. Comenta sobre los riesgos que la publicación de estos miles de
cables en Wikileaks supone para el trabajo de los diplomáticos en la isla del
Caribe.

Michael Parmly no podía quedar insensible ante la publicación de miles de


documentos del Departamento de Estado Americano en el sitio Wikileaks. Dirigió
la Sección de Intereses Americanos en La Habana desde septiembre de 2005
hasta julio de 2008 y firmó numerosos cables enviados de Cuba a Washington
que han sido publicados en el Periódico El País. En un café de Nyon, pocos días
después de estas revelaciones, Michael Parmly nos recibe. Acaba de retirarse
luego de haber trabajado para la Misión Americana en Ginebra. “Los documentos
prueban que tenemos principios, una ética, revela el diplomático, revela el
diplomático, nieto de una cubana que dejó la isla en 1920 casada con un general
americano. Pero Julian Assange violó la ley al publicar telegramas confidenciales.
Todas las empresas tienen sus reglas y derecho a mantener secretos. Si no sería
la anarquía o el fisgoneo.

Un cable del 16 de marzo de 2007, firmado por Michael Parmly, cuenta cómo
Fidel Castro enferma gravemente a bordo de un avión rumbo a Holguín, al este de
Cuba, en La Habana en julio de 2006, poco antes de ceder el poder a su hermano
Raúl. Víctima de una diverticulitis y de una perforación del intestino grueso, es
obligado a aterrizar con urgencia. Según el documento, Fidel se niega a que le
hagan una colostomía. Su médico de cabecera le hace una intervención de otra
naturaleza, pero fracasa. El colon se infecta y Fidel es nuevamente operado;
durante esta intervención le encuentran una fístula que lo hará perder 18
kilogramos.

El antiguo jefe de la Sección de Intereses Americanos, ubicada frente al Malecón


habanero, tenía como práctica implicar a unos cincuenta americanos residentes
en Cuba en la recopilación de información destinada al Departamento de Estado.
Teme ahora que algunos de ellos sean identificados: “Contrario a lo que
aparentan las publicaciones, yo no redacté más que el uno o dos por ciento de los
cables. Era importante para mí que los colaboradores escribieran. Era una forma
de aprendizaje. Yo no redacté personalmente el cable concerniente a la salud de

1
Fidel. No hice más que validarlo. Es obra de una persona que tenía contactos con
los hospitales y con los médicos. Espero que no sea jamás identificada.”

Michael Parmly considera que Wikiliks amenaza la calidad del trabajo que los
diplomáticos realizan en la isla. “Para nosotros la opinión de 11,2 millones de
cubanos cuenta. Y para mí cuenta hasta el más mínimo detalle.” Los
diplomáticos de la Sección de Intereses americanos han mantenido múltiples
contactos con la población, disidentes o no. En su residencia, Michael Parmly,
llamado en vano “paria” por el poder cubano con el objetivo de alejarlo de la
gente, recibió a más de 800 personas, cubanos de a pie, disidentes, e incluso
representantes del gobierno, aunque esporádicamente. Para cubanos inscritos, en
la Sección de Intereses Americanos, había una sala equipada con alrededor de
cuarenta computadoras. Por no cumplir las condiciones de utilización de esta
“biblioteca” electrónica le fue suspendido el acceso a una decena de usuarios.
Este hecho provocó la ira de algunos disidentes, como Vladimiro Roca y Elizardo
Sánchez. Los dos fueron a entrevistarse con Michael Parmly. Esas conversaciones
fueron publicadas en Wikileaks. “Son dos personalidades de notoriedad
internacional. Las consecuencias son limitadas. Si por el contrario fuera un padre
de familia, poco conocido, quien aparece sobre una nota, podría sufrir las
consecuencias toda su vida. Estaría igualmente muy triste si todas las
conversaciones que tuve con la blogera Yoani Sánchez fueran publicadas”, aclara
el ex-responsable americano. Un diplomático, inclusive, fue invitado por un
Comité de Defensa de la Revolución (CDR). “Me preguntó si podía ir, y yo no tuve
ninguna objeción. Debemos estar a la escucha del pueblo cubano” insiste Michael
Parmly, quien contaba con el apoyo de la secretaria de Estado Condoleezza Rice y
quien suscitó interés en el ex presidente George W. Bush durante un
conversatorio en la oficina oval. “La publicación de documentos en Wikileaks
pone en riesgo el hecho de que los cubanos nos hablen. Las capitales podrían
estar menos informadas. Intimidados, los diplomáticos podrían autocensurarse.
Si yo hubiera previsto Wikileaks, habría reducido la producción de documentos a
la mitad. Se había previsto una disminución del nivel de clasificación. Ahora, el
secreto va a reforzarse de nuevo.

Cuando los cubanos leyeron por primera vez los cables americanos, publicaron
varios en el sitio Cubadebate. La Habana considera que éstos prueban la política
“imperialista” de Washington. Pero el poder cubano censura los cables sobre la
salud de Fidel Castro, y sobre la petición de Raúl Castro a la Casa Blanca de
crear un canal especial de comunicación. En este momento Michael Parmly se
pregunta: “¿Julian Assange va a publicar los documentos diplomáticos de Irán y
de Corea del Norte o tiene una agenda oculta?”

You might also like