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17 de diciembre de 2010
Tuvo que ser en el año 345 de nuestra era cuando, San Juan
Crisóstomo y San Gregorio Nacianzeno, proclamaran que el 25 de
diciembre celebraríamos el nacimiento de Jesucristo.
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larguísimas, curiosas y bien fundadas, sólo decir que las mismas resultan
más creíbles que aquella que San Juan y San Gregorio nos impusieron por
razones de oportunidad.
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generan, incluso en religiones muy afines a la nuestra, que no la celebren,
calificándolas como paganas.
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En esta fiesta rememoramos este sublime acto de amor incandescente
del padre, entregándonos a su hijo, a su primogénito, en tan humilde
circunstancia, en tan extraordinario misterio concepcionista, en tan
incontestable acto de amor… que nos debemos de sentir pequeñitos, niños
a su presencia, almas haciéndose, forjándose, puliéndose...
No se nos entregó algo simple, se nos dio a su único hijo para que
nos enseñara a caminar y que, a través de su muerte, resucitáramos todos de
nuestros pecados. ¡Qué dolor embarga mi ser cuando imagino como la
miseria humana condenó al nazareno!, ¡cómo el hombre condenó al hijo de
Dios…! y cómo Dios, amante Creador, pese a la terrible ofensa… perdona,
mil y una vez, perdona y nos enamora, embriagando nuestras almas de
dulzura hacia él, de ese amor que también es Navidad, … ¿y cómo no
vamos a celebrarla?, su Navidad, su muestra de amor…, ¿cómo no vamos a
regocijarnos recordando la más pura entrega de vida, de amor, que nunca
nadie se atrevió de esta forma a regalarnos?
Este año, María tiene que encontrar posada en tu corazón, José debe
tener sitio en tu hogar… deja que duerman en tu mejor cama, que beban de
tu agua más límpida, alimenta sus cansados cuerpos y arropa sus
necesidades, relaja su cansancio… y espera… espera el bendito
alumbramiento en su presencia, pues, el que ha de llegar, el que todos
anhelamos, te compensará de tal forma tu ofrenda que te bendecirá con su
incomparable mirada, que traspasará tu alma, saciando todos tus deseos,
llenando tu vida de Paz, no necesitando, a partir de ese momento, cosa
alguna más… salvo el no separarte de ese niño misericordioso que se llama
Jesús.
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La Navidad es Amor en familia. Son mis enamorados padres que me
escuchan hoy tras haberlos yo escuchado, orgulloso, amar a Dios toda la
vida. Es mi dulcísima, paciente, siempre queridísima mujer Ascensión que
contiene la respiración por ver donde se ha metido mi demasiado traviesa
hija, o por sentir mansamente a la que ya también se mueve jubilosa en sus
entrañas. La Navidad es mi abuela Cecilia de la que mana hoy inocencia…
es Lila recuerdo de flameantes noches de musicales villancicos frente a un
hogar siempre encendido. Es Horno, es leña, es incombustible fuego
cofrade encendido por mi siempre presente Tito Manolo… La Navidad son
mis hermanos, allá donde se encuentren siempre, siempre en mi corazón….
Siempre Josele y Jesús…. Sólo con pronunciar sus nombres huele a
almendra y anís, huele a recuerdo de chimenea de pueblo, huele a
Familia… huele a Navidad. Navidad es Chon, María, es José Ramón, es
Mary, Jose, Alvarito, Javi y siempre… siempre, la Navidad se llama y
llamará Eduardo.
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fallarle al que hoy nos entrega a su hijo por manos de María. De nosotros
depende que hoy, al salir de aquí, sigamos una vida vacía o que la misma
tenga tal luminosidad que ciegue la mirada de aquellos que nos rechazan
por el simple hecho de ser testigos del misterio más maravilloso jamás
revelado al hombre… regocijaros con la Navidad, alegraros con el
nacimiento de Cristo, propagarlo a los cuatro vientos, ser amantes de su
amor, ser Cristianos.