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a).- Siglos XI y XII. Políticamente hablando los siglos XI y XII se caracterizan por el
afianzamiento del sistema feudal. El feudalismo se va a asentar sobre dos pilares teóricos
que van a resultar fundamentales a la hora de comprender el sistema político de Tomás de
Aquino. En primer lugar, el sistema político de esta época se va a justificar y a legitimar por
medio de la llamada “paz de Dios”. Según esta idea, la sociedad se divide en tres órdenes:
los que rezan, los que combaten y los que trabajan, es decir, el sistema feudal se apoya en
tres estamentos sociales diferenciados: el clero, el ejército y el resto del pueblo, que no es
ni clérigo ni militar. Entre estos tres estratos se sitúa la paz de Dios: es paz, puesto que
entre los distintos órdenes reina el equilibrio, y es de Dios, puesto que es Dios el que
garantiza la estratificación social y el equilibrio dentro de ella.
Por otro lado, reina en la época una concepción jerárquica del universo que
coincide con la disposición jerárquica de la sociedad. La jerarquía social se ve así
justificada como una ramificación de la jerarquía general del universo.
Desde el punto de vista económico hay que destacar el hecho de que las mejoras
técnicas introducidas en la agricultura hacen que ésta se desarrolle de forma espectacular.
Esto va a incidir en el hecho, que luego cristalizará en el siglo XIII, de que los campesinos
mejoren de forma sustancial su nivel de vida: las grandes hambrunas de los siglos
anteriores tienden a desaparecer y la sociedad en su conjunto experimenta una notable
mejoría económica. A este desarrollo agrícola hay que añadir el auge del comercio,
fundamentalmente comercio con puertos orientales y entre las distintas ciudades de
Europa. Estos dos hechos van a incidir en la aparición de un fenómeno que va a servir
como vehículo básico de ideas en la Edad Media: las peregrinaciones. En efecto, la
mejoría del nivel económico de amplias capas de la sociedad va a permitir a estas
dedicarse a viajar siguiendo las rutas tradicionales de peregrinaje dentro de Europa:
Santiago y Roma. Sin embargo, quedan fuera de estas rutas los lugares santos por
excelencia: Tierra Santa y la ciudad de Jerusalén, lo que va a constituir el punto de partida
para que en el año 1096 den comienzo las Cruzadas. Finalizadas en el 1270, las
Cruzadas, que constituyeron un fracaso militar de primer orden, sirvieron sin embargo para
que se iniciara un intercambio de ideas entre el Occidente cristiano y el Oriente musulmán
que va a tener su punto álgido en la recepción por parte de la Filosofía del siglo XIII de
autores musulmanes como Averroes o Avicena y judíos como Maimónides, fundamentales
a la hora de comprender el pensamiento de Tomás de Aquino, además de reforzar el papel
del Papado, lo que va a resultar clave para comprender las luchas entre el Papa y el
Emperador que tendrán lugar en esta época.
Por último, habría que destacar dentro de los aspectos socioeconómicos de los
siglos XI y XII la aparición de los primeros burgos o ciudades libres. Constituidas por
campesinos, artesanos y mercaderas emigrados de los feudos, en estos burgos se van a
constituir los primeros concejos o asociaciones comunales, que marcan el principio del fin
del sistema feudal.
Si nos fijamos ahora en el ambiente cultural reinante durante los siglos XI y XII
veremos que destacan tres aspectos importantes. En primer lugar, los monasterios dejan
de ser los centros neurálgicos de la cultura de la época y ésta comienza a tomar asiento
cada vez con más fuerza en las nuevas ciudades. Un elemento resulta vital para ello: la
existencia de un idioma común, el latín, que sirve como vehículo de expresión de ideas y
como medio de comunicación universal entre los distintos puntos del continente.
En segundo lugar se fundan en los burgos las llamadas escuelas urbanas, germen
de las futuras universidades. Estas escuelas dependen de la Iglesia, por lo que todos los
estudiantes que acuden a ellas reciben el calificativo de “clérigos”, aunque no posean un
cargo eclesiástico.
La situación en la Iglesia durante esta época empieza a dejar ver los aspectos que
luego resultarán determinantes en la conformación del pensamiento teológico del siglo XIII.
Por un lado, comienza, dentro del seno de la institución eclesiástica, una lucha contra los
males que la habían azotado durante las épocas anteriores. Podemos sintetizar éstos en
dos: el Nicolaísmo o desorden de costumbres entre los eclesiásticos y la simonía, el
comercio con los cargos y los honores de la Iglesia. Durante esta época se va a producir
también la ruptura entre las Iglesias de Grecia (Ortodoxos) y Roma (Católicos) y un
llamamiento a la vuelta a la pobreza evangélica por parte de algunos sectores de la
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Iglesia, lo que va a dar lugar a la aparición de nuevas órdenes religiosas, la más destacada
de la cuales será el Cister y a la proliferación de herejías como los cátaros, los albigenses
y los valdenses, que predican la pobreza, la desaparición de las desigualdades sociales y
el rechazo a la jerarquía eclesiástica. Estas herejías intentarán ser contrarrestadas en el
siglo XIII con la fundación de las órdenes mendicantes de los franciscanos y los dominicos,
por un lado, y con la aparición de la Inquisición, por otro.
b) Siglo XIII. Desde el punto de vista político el siglo XIII va a ver el nacimiento de los
estados modernos. En pleno declive del feudalismo Francia aparece como el estado más
avanzado de la época gracias al reinado de Luis IX el Santo, los nobles ingleses consiguen
que los reyes firmen la Carta Magna de 1215, donde se sientan las bases de la Inglaterra
moderna y en España la Reconquista va a poner los cimientos de lo que luego sería la
unificación total del Estado bajo el reinado de los Reyes católicos, ya en el siglo XV. De
esta forma se prefiguran los tres estados modernos que gobernarán Europa durante los
siglos siguientes: Francia, Inglaterra y España. Es de destacar que esta corriente política
no tiene relevancia en los estados de centroeuropa, sobre todo los germánicos, por lo que
el peso político y la hegemonía del Imperio se van a ir debilitando poco a poco, pasando a
ocupar su lugar los estados modernos ya citados.
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a una estabilización de la moneda y por lo tanto de las economías de los estados. Este
asentamiento económico va a traer como consecuencia inmediata la regularización de los
gremios de artesanos, institución básica para entender el paso de la economía feudal a la
nueva economía capitalista. Por otra parte, los miembros de los gremios empiezan a
enriquecerse, aparece la figura del nuevo rico, mientras que los nobles, que se van
alejando poco a poco de los nuevos canales económicos, empiezan a empobrecerse.
Estro va a hacer que la nobleza dependa económicamente cada vez más de la burguesía,
pero también va a aumentar las diferencias sociales. Se están forjando ya las
contradicciones sociales que darán lugar, cinco siglos más tarde, a la Revolución Francesa
y el surgimiento de un nuevo sistema económico-político: el capitalismo.
En cuanto al marco cultural del siglo XIII este va a estar dominado por la fundación
de las primeras universidades. Estas primeras universidades, que son hijas de las
escuelas catedralicias y están por lo tanto bajo el control de la Iglesia, se van a constituir
como corporaciones universitarias, formadas por estudiantes y profesores, que van a
acabar formando una especie de gremios llegando a obtener las prebendas y beneficios
propios de éstos. Esta conciencia gremial de las corporaciones universitarias va a permitir
que la universidades busquen cada vez más autonomía y se empiecen a redactar los
primeros estatutos universitarios. En esta búsqueda de autonomía, las universidades van a
pelear por desprenderse del control de los reyes y estar tan sólo bajo el control del Papa,
lo que va a hacer que éste vea aumentado progresivamente su poder dentro de Occidente.
A este respecto es de destacar la huelga que mantuvo la universidad de París durante dos
años –de 1229 a 1231- y que va a terminar con una bula del Papa Gregorio IX que
constituye el primer documento donde se reconoce una autonomía universitaria. Las
primeras universidades fueron las de París, Bolonia, Oxford y Salamanca, fundada en
1220, y se organizaban como un conjunto de escuelas que se agrupaban a su vez en
cuatro facultades: artes, teología, derecho y medicina.
En otro orden de cosas aumenta cada vez más la traducción de los autores árabes,
judíos y griegos, siendo España e Italia los dos puntos geográficos donde más se
desarrolla este campo y destacando la figura de Guillermo de Moerbeke, aunque sólo sea
porque fueron sus traducciones las que utilizó Tomás de Aquino. También es de destacar
la fundación durante este siglo de las órdenes mendicantes. Los dominicos y los
franciscanos, que si bien tienen como primer objetivo el control de las herejías surgidas en
el siglo XII, sobre todo la de los cátaros, pronto sus miembros se van a convertir en
importantes profesores universitarios, lo que va provocar el descontento de los profesores
seglares, es decir, los que no pertenecen a ninguna orden.
Para acabar este repaso por el ambiente cultural reinante en el siglo XIII vamos a
hacernos eco de los tres problemas fundamentales con los que, culturalmente hablando,
se enfrentó este siglo. En primer lugar la recepción de la filosofía aristotélica a través de
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los autores árabes. En segundo lugar la atracción que el pueblo sentía hacia las herejías,
sobre todo la de los cátaros, que va a provocar la fundación de los dominicos. Por último el
derecho se va a convertir en el campo de batalla entre los reyes y el Papa, desde que los
primeros van a buscar en el Derecho Romano el fundamento de la independencia del
poder civil con respecto al eclesiástico. La Iglesia va a responder a estos ataques va a
crear el derecho canónico, cuyo primer compilador es el dominico catalán Raimundo de
Peñafort.
Por otra parte, al otro lado del Canal de la Mancha, los franciscanos británicos se
van a dedicar a la investigación de la naturaleza. Surge así la escuela de Oxford, cuyo
máximo representante va a ser Roger Bacon. El pensamiento de Bacon se encuadra
dentro de un marco agustiniano, pero haciendo partir el conocimiento de la experiencia.
Esta experiencia puede ser de dos tipos: experiencia externa, que constituye la base del
conocimiento de la naturaleza y experiencia interior, que lleva al conocimiento del mundo
sobrenatural y en última instancia de las verdades supremas reveladas por la iluminación
divina.
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hacen referencia a las propiedades de los términos, destacando entre estas el estudio de
la suposición. Los principales lógicos del siglo XIII van a ser Pedro Hispano y sobre todo el
mallorquín Ramón Llul (o Raimundo Llulio), el cual va a definir la lógica como un arte
combinatoria destinada a descubrir las verdades científicas.
Pero sin duda el pensamiento que va a determinar toda la Filosofía del siglo XIII va
a ser el llamado averroísmo latino. El averroísmo latino apareció por primera vez en la
universidad de París, adonde llegaron los pensamientos de Aristóteles a través de los
escritos del árabe Averroes. La obra de Averroes presentaba un aristotelismo puro, no
tamizado por consideraciones teológicas, que causó un fuerte impacto entre los profesores
parisinos. Desde entonces se formaron dos grupos: un grupo que se dedicó a estudiar y
defender las tesis de Averroes, los llamados averroístas latinos, y otro grupo dedicado a
atacar dichas tesis.
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3.- INFLUENCIAS.
Las principales influencias del pensamiento de Tomás de Aquino van a venir dadas
desde tres frentes distintos: la Filosofía de Aristóteles, los comentaristas árabes y judíos de
la obra aristotélica y la patrística y la filosofía cristiana de los siglos anteriores.
Por otra parte, en Tomás de Aquino van a repercutir de forma notable las ideas de
la patrística y los pensadores cristianos anteriores a él. En este punto debemos citar a San
Agustín, Boecio y, de forma mucho más inmediata, el pensamiento de su maestro, el
dominico Alberto Magno.
Las principales ideas que van a pasar a formar parte del pensamiento tomista son
aquellas que hacen referencia a los principios filosóficos no aristotélicos del mismo. Así, la
idea de la participación del mundo de la mente de Dios, la teoría de la causalidad ejemplar
y la concepción de los grados de perfección del ser. De Boecio, Tomás de Aquino va a
tomar, como uno de los ejes fundamentales de su filosofía, las definiciones de Eternidad y
persona, y sobre todo su definición de Esencia o Essentia. Por último, Alberto Magno va a
influir en Tomás de Aquino fundamentalmente en su concepción de la relación entre la
razón y la fe y la relativa autonomía de aquélla con respecto a ésta (tema recurrente, por
otra parte, en todos los autores dominicos). Por otro lado, también influyen en el
pensamiento del aquitanense las doctrinas de Alberto Magno sobre los universales y,
sobre todo, la idea de la libertad de la voluntad.
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razón a la fe presente en el pensamiento de San Agustín, y la concepción de fe y razón
como conocedoras de verdades contradictorias resultantes de la teoría de la doble verdad
averroísta. Es esta consideración de las relaciones que se establecen entre la fe y la razón
el punto de partida del pensamiento tomista, y sobre el que hay que edificar todo el resto
del sistema.
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que Tomás de Aquino utilice también en su obra otros principios que no son de origen
aristotélico. Vamos a analizar estos principios, empezando por los principios aristotélicos y
siguiendo con los principios no-aristotélicos.
a) Principios aristotélicos. Estos principios van a ser básicamente los siguientes, que,
repetimos, son los que forman la piedra angular de su sistema: la teoría de la substancia y
los accidentes, la teoría de la materia y la forma o el hilemorfismo, la teoría del movimiento
y de la potencia y el acto, la teoría de las cuatro causas y la teoría de la analogía, según la
cual los entes representarían de forma analógica al ser, es decir, existiría una correlación
entre los entes y el ser.
1.- Distinción entre esencia y existencia. Esta idea la va a tomar el Aquitanense del
pensamiento del judío Maimónides. Según Aristóteles, en todo ente se distinguen, por un
lado, la materia y la forma, y por otro, la potencia y el acto. A estas dos distinciones,
Tomás de Aquino les va a añadir una tercera, afirmando que en los entes, además, hay
que distinguir entre esencia y existencia. La esencia, essentia, es lo que la cosa es, y
Tomás de Aquino la llama también quididad o quidditas, palabra que proviene de la
formulación latina de la pregunta “¿qué es?”, quid est?. La esencia también recibe el
nombre de “naturaleza” y de “forma” lo que lleva a Tomás de Aquino a afirmar que en los
seres materiales la esencia incluye también la materia, introduciendo así una diferencia
sustancial con el pensamiento aristotélico, según el cual la esencia era únicamente forma.
Esta inclusión de la materia dentro de la esencia le permite a Tomás de Aquino afirmar la
no eternidad de la esencia, puesto que la esencia se distingue de la existencia frente a la
concepción aristotélica de que la esencia es eterna, y poder salvar a sí la idea de que los
seres corpóreos han sido creados por Dios.
Esta distinción entre esencia y existencia se da, según Tomás de Aquino, en todos
los seres excepto en Dios. En Dios esencia y existencia coinciden, es decir, la esencia de
Dios cosiste en existir, o lo que Dios es primariamente existencia. Esto permite afirmar la
eternidad de Dios, puesto que Dios es existencia y considerar la idea de que en el resto de
los seres la esencia, que se distingue de la existencia, puede existir o no existir. En
términos aristotélicos diríamos que la esencia está en potencia respecto de la existencia,
por lo que la esencia de todos los seres, excepto la de Dios, que tiene que existir
necesariamente, es contingente y no necesaria. Si las esencias existen es porque algo las
ha llevado a la existencia y lo que las ha llevado a la existencia sólo ha podido ser la
existencia, o sea, Dios.
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con el principio anterior. Para Tomás de Aquino, los seres distintos de Dios no son su
propia existencia, puesto que esencia y existencia no coinciden en ellos, sino que
participan de la existencia de Dios, único ser que es en sí mismo existencia.
4.- Principio de los grados de ser y perfección. Según este principio de origen neoplatónico
el Universo estaría organizado jerárquicamente, de tal modo que los grados de mayor
perfección serían los que se sitúan más cerca de Dios, la perfección suprema, y esta
perfección va descendiendo a medida que los seres se alejan de Dios en esta estructura
jerárquica y participan menos de su perfección.
Para demostrar la existencia de Dios el aquitanense utilizó cinco vías que tienen
una estructura similar que no es otra que la estructura del argumento ontológico que
estaba ya presente en San Anselmo. Esta estructura es la siguiente: primero se parta de
un hecho de experiencia, es decir, se parte del conocimiento sensible de la naturaleza; a
partir de este hecho, y siguiendo el principio de causalidad –todo hecho tiene una causa-
se va ascendiendo en la cadena de causas y finalmente se afirma la existencia de una
primera causa incausada que es Dios.
A partir de este esquema Tomás de Aquino va a desarrollar sus cinco vías sobre la
existencia de Dios. Estas vías, que tomó de diferentes autores van a ser:
Primera Vía. Vía del movimiento. En el mundo podemos observar movimientos de todo
tipo. Ahora bien, es necesario que lo que está en movimiento haya sido puesto en
movimiento por otro cuerpo, que a su vez está en movimiento y ha debido ser puesto en
movimiento por otro cuerpo y así sucesivamente. Es necesario, por lo tanto, que exista un
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primer motor que ponga en movimiento la naturaleza sin que sea a su vez movido –un
motor inmóvil- y este primer motor es Dios. Esta vía está inspirada en Aristóteles.
Segunda Vía. Vía de las causas subordinadas. Todos los hechos del mundo son causados
por una causa que a su vez es causada por otra causa y así sucesivamente. Es por lo
tanto necesaria la existencia de una causa que de comienzo a la cadena causal sin ser a
su vez causada y esa primera causa es Dios. Esta vía está inspirada por Aristóteles y
Avicena.
Tercera Vía. Vía de la contingencia del mundo. Todas las criaturas de la naturaleza son
contingentes, es decir, su existencia no está incluida en su esencia y pro lo tanto podrían
no haber no existido. Ahora bien, es necesario que exista un ser cuya existencia sea
necesaria –un ser necesario- que haya puesto la existencia en las criaturas, puesto que
ellas por sí solas no la poseen. Este ser de existencia necesaria es Dios. Esta vía está
inspirada en Maimónides y es posiblemente la vía más importante por cuanto que va ser
caballo de batalla de Kant contra las vías tomistas.
Cuarta Vía. Vía de los grados de perfección. Todas las criaturas del mundo se ordenan
según una jerarquía de grados de perfección, desde las más imperfectas hasta las más
perfectas. Es, por lo tanto, necesaria de la existencia de un ser que posea la máxima
perfección y este ser máximamente perfecto es Dios. Esta vía está inspirada por el
pensamiento neoplatónico.
Quinta Vía. Vía del orden del mundo. Todas las criaturas de la naturaleza tienden a un fin,
están ordenadas a cumplir un determinado fin. Ahora bien, es necesario un ser que
determine cuál es ese fin supremo al que todas las criaturas tienden y ese ser ordenador
es Dios.
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substancia compuesta de cuerpo y alma, que el alma es la forma del cuerpo. Ahora bien, si
esto quedara así podría suponerse que cuando el cuerpo muere el alma moriría con él,
que era la tesis que mantenían los averroístas. Por lo tanto, Tomás de Aquino se ve
obligado a afirmar a la vez que el alma es espiritual e inmortal, a diferencia del cuerpo, que
es material y mortal, por lo que el alma puede existir independientemente del cuerpo. Pero
si el alma puede existir de forma independiente del cuerpo eso supondría que el alma es
una substancia independiente, con lo que se caería en la contradicción de afirmar que el
alma es a la vez forma y substancia. Para salvar esta contradicción, el aquitanense va a
mantener la idea de que el alma posee una inclinación natural a unirse con el cuerpo,
puesto que es su forma. Esta inclinación natural del alma le viene dada porque sólo en su
unión con el cuerpo el alma es capaz de desplegar todas sus perfecciones y capacidades.
Por eso, va a decir Tomás de Aquino que el alma separada del cuerpo es una substancia
incompleta y que sólo es completa la substancia que resulta del compuesto de cuerpo y
alma que es el ser humano
8.- ÉTICA.
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La ética de Tomás de Aquino es una ética teleológica. Siguiendo la ética
aristotélica va a afirmar que todas las criaturas tienden a un fin último que es el bien y en el
cual alcanzarán la felicidad y este fin último es Dios. Es decir, todo el universo está
orientado hacia un fin y este fin es Dios. Esto introduce un elemento de providencia en la
ética tomista que no aparecía en la ética aristotélica. Si todo está ordenado hacia Dios,
Dios, como inteligencia suprema va a dirigir esta ordenación. Es decir, Dios es el que
marca y determina el camino de las criaturas hacia Él.
Esta providencia supone que existe una ley divina que es la que marca esta
tendencia de las criaturas hacia Dios. Ahora bien, esta ley divina está presente en las
criaturas como ley natural. Por lo tanto, la conducta de los individuos debe estar guiada por
una interpretación racional de la ley natural que no es otra cosa que la ley divina puesta en
las criaturas. La ley natural, entendida como ley moral, va a tener una serie de preceptos
que son los que van a determinar cómo el ser humano se debe de comportar para
alcanzar el bien supremo. El primero de estos preceptos de la ley natural es “haz el bien y
evita el mal”. Por supuesto, en este precepto lo que habría que determinar es cuál es el
bien que hay que hacer y cuál es el mal que hay que evitar. Por eso, Tomás de Aquino
introduce la siguiente premisa: “Todo aquello a lo que el hombre se encuentra
naturalmente inclinado, la razón lo considera naturalmente bueno”. Y como el hombre se
encuentra naturalmente inclinado a Dios, el bien será todo aquello que conduzca al ser
humano hacia Dios. A partir de este principio de la ley natural y de esta premisa se van a
derivar todos los demás principios de la ley moral teniendo en cuenta ahora que el orden
de los principios va a seguir el orden de las inclinaciones naturales que determinan lo que
es el bien que ha de hacerse. De esta forma, los preceptos de la ley moral van a ser:
primero, la conservación del propio ser, segundo, las inclinaciones que el ser humano
comparte con los animales, tercero, las inclinaciones propiamente humanas.
9.- POLÍTICA
La concepción política de Tomás de Aquino parte, como todo en su pensamiento,
de la política aristotélica. Así, el de Aquino va a considerar que el Ser humano es un ser
sociable por naturaleza y que la sociedad es necesaria para que aquél se desarrolle en
toda su plenitud.
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largo de los siglos XII y XIII. En esta coyuntura, Tomás de Aquino se va a colocar
nítidamente de parte de la Iglesia. Como ya hemos dicho, el bien supremo al que tiende el
ser humano, el fin último de su existencia es la contemplación de Dios. Está claro que la
única institución cuya finalidad coincide con esta inclinación humana es la Iglesia. De esta
forma, el aquitanense va a afirmar que la Iglesia debe estar supeditada al Estado. Por otra
parte, Tomás de Aquino va a mantener la idea de que toda Ley deriva de la Ley natural, de
la misma forma que todo poder deriva del poder divino. De Esta manera el orden político
estaría dentro del orden Universal determinado por Dios, y se identificaría con el orden
moral.
Entre los autores que han criticado las posturas tomistas, aparte de algunos ya
citados como Occam y Escoto, posiblemente el que más daño haya hecho al pensamiento
de Tomás de Aquino haya sido Inmanuel Kant, que en sus antinomias de la razón pura
desmonta los argumentos que sirven de base teórica a las vías de la existencia de Dios.
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