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SANTO TOMÁS DE AQUINO.

1.- MARCO HISTÓRICO-SOCIAL.


Tomás de Aquino desarrolló su pensamiento durante los años centrales del siglo
XIII. Sin embargo, no es posible comprender el entorno social en el que se mueve el
aquitanense sin tener en cuenta los cambios que se empiezan a producir en la sociedad
de la Edad Media durante los siglos XI y XII. Expondremos pues estos cambios antes de
adentrarnos en el marco histórico-social del siglo XIII-

a).- Siglos XI y XII. Políticamente hablando los siglos XI y XII se caracterizan por el
afianzamiento del sistema feudal. El feudalismo se va a asentar sobre dos pilares teóricos
que van a resultar fundamentales a la hora de comprender el sistema político de Tomás de
Aquino. En primer lugar, el sistema político de esta época se va a justificar y a legitimar por
medio de la llamada “paz de Dios”. Según esta idea, la sociedad se divide en tres órdenes:
los que rezan, los que combaten y los que trabajan, es decir, el sistema feudal se apoya en
tres estamentos sociales diferenciados: el clero, el ejército y el resto del pueblo, que no es
ni clérigo ni militar. Entre estos tres estratos se sitúa la paz de Dios: es paz, puesto que
entre los distintos órdenes reina el equilibrio, y es de Dios, puesto que es Dios el que
garantiza la estratificación social y el equilibrio dentro de ella.

Por otro lado, reina en la época una concepción jerárquica del universo que
coincide con la disposición jerárquica de la sociedad. La jerarquía social se ve así
justificada como una ramificación de la jerarquía general del universo.

Desde el punto de vista económico hay que destacar el hecho de que las mejoras
técnicas introducidas en la agricultura hacen que ésta se desarrolle de forma espectacular.
Esto va a incidir en el hecho, que luego cristalizará en el siglo XIII, de que los campesinos
mejoren de forma sustancial su nivel de vida: las grandes hambrunas de los siglos
anteriores tienden a desaparecer y la sociedad en su conjunto experimenta una notable
mejoría económica. A este desarrollo agrícola hay que añadir el auge del comercio,
fundamentalmente comercio con puertos orientales y entre las distintas ciudades de
Europa. Estos dos hechos van a incidir en la aparición de un fenómeno que va a servir
como vehículo básico de ideas en la Edad Media: las peregrinaciones. En efecto, la
mejoría del nivel económico de amplias capas de la sociedad va a permitir a estas
dedicarse a viajar siguiendo las rutas tradicionales de peregrinaje dentro de Europa:
Santiago y Roma. Sin embargo, quedan fuera de estas rutas los lugares santos por
excelencia: Tierra Santa y la ciudad de Jerusalén, lo que va a constituir el punto de partida
para que en el año 1096 den comienzo las Cruzadas. Finalizadas en el 1270, las
Cruzadas, que constituyeron un fracaso militar de primer orden, sirvieron sin embargo para
que se iniciara un intercambio de ideas entre el Occidente cristiano y el Oriente musulmán
que va a tener su punto álgido en la recepción por parte de la Filosofía del siglo XIII de
autores musulmanes como Averroes o Avicena y judíos como Maimónides, fundamentales
a la hora de comprender el pensamiento de Tomás de Aquino, además de reforzar el papel
del Papado, lo que va a resultar clave para comprender las luchas entre el Papa y el
Emperador que tendrán lugar en esta época.

Por último, habría que destacar dentro de los aspectos socioeconómicos de los
siglos XI y XII la aparición de los primeros burgos o ciudades libres. Constituidas por
campesinos, artesanos y mercaderas emigrados de los feudos, en estos burgos se van a
constituir los primeros concejos o asociaciones comunales, que marcan el principio del fin
del sistema feudal.

Si nos fijamos ahora en el ambiente cultural reinante durante los siglos XI y XII
veremos que destacan tres aspectos importantes. En primer lugar, los monasterios dejan
de ser los centros neurálgicos de la cultura de la época y ésta comienza a tomar asiento
cada vez con más fuerza en las nuevas ciudades. Un elemento resulta vital para ello: la
existencia de un idioma común, el latín, que sirve como vehículo de expresión de ideas y
como medio de comunicación universal entre los distintos puntos del continente.

En segundo lugar se fundan en los burgos las llamadas escuelas urbanas, germen
de las futuras universidades. Estas escuelas dependen de la Iglesia, por lo que todos los
estudiantes que acuden a ellas reciben el calificativo de “clérigos”, aunque no posean un
cargo eclesiástico.

En tercer lugar, pero de importancia definitiva en cuanto a la influencia que va a


tener en el pensamiento de Tomás de Aquino, empiezan a introducirse en Europa, a través
de las fronteras con el Islam, sobre todo España e Italia, manuscritos de autores árabes y
judíos. Estos manuscritos, que tratan en su mayoría de medicina –ciencia que en oriente
estaba mucho más avanzada que en Occidente- pero también de Filosofía, están escritos
en árabe o hebreo, con lo que resulta necesario que se traduzcan. Surgen así las escuelas
de traductores –de importancia capital es la de Toledo- que se van a dedicar a esta labor.
Es a través de estos manuscritos como Tomás de Aquino va a recibir la filosofía de
Aristóteles tamizada por el pensamiento del árabe Averroes.

La situación en la Iglesia durante esta época empieza a dejar ver los aspectos que
luego resultarán determinantes en la conformación del pensamiento teológico del siglo XIII.
Por un lado, comienza, dentro del seno de la institución eclesiástica, una lucha contra los
males que la habían azotado durante las épocas anteriores. Podemos sintetizar éstos en
dos: el Nicolaísmo o desorden de costumbres entre los eclesiásticos y la simonía, el
comercio con los cargos y los honores de la Iglesia. Durante esta época se va a producir
también la ruptura entre las Iglesias de Grecia (Ortodoxos) y Roma (Católicos) y un
llamamiento a la vuelta a la pobreza evangélica por parte de algunos sectores de la

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Iglesia, lo que va a dar lugar a la aparición de nuevas órdenes religiosas, la más destacada
de la cuales será el Cister y a la proliferación de herejías como los cátaros, los albigenses
y los valdenses, que predican la pobreza, la desaparición de las desigualdades sociales y
el rechazo a la jerarquía eclesiástica. Estas herejías intentarán ser contrarrestadas en el
siglo XIII con la fundación de las órdenes mendicantes de los franciscanos y los dominicos,
por un lado, y con la aparición de la Inquisición, por otro.

Pero posiblemente el problema más importante que se le plantea a la Iglesia


durante esta época, y que va a ser el detonante de la concepción política de Tomás de
Aquino, va a ser el enfrentamiento entre el Papa y el Emperador. Gregorio VII va a afirmar
que el poder del Papa está por encima del del Emperador y va a reclamar para sí el poder
de nombrar Obispos y sacerdotes. Hay que tener en cuenta que los cargos eclesiásticos
en la época que nos ocupa conllevaban no sólo una carga importante de dominio político,
sino también económico, con lo cual el enfrentamiento entre el papado y el imperio se
circunscribe a un marco puramente político de control de los elementos de poder. Estas
reivindicaciones van a dar lugar a la llamada lucha de las investiduras, que va a terminar
con la separación entre el papado y el imperio, separación que tendrá sus momentos más
trágicos durante el siglo XVI, bajo el mandato de Carlos V con el saqueo de Roma y el
apresamiento del Papa por parte de las fuerzas imperiales.

b) Siglo XIII. Desde el punto de vista político el siglo XIII va a ver el nacimiento de los
estados modernos. En pleno declive del feudalismo Francia aparece como el estado más
avanzado de la época gracias al reinado de Luis IX el Santo, los nobles ingleses consiguen
que los reyes firmen la Carta Magna de 1215, donde se sientan las bases de la Inglaterra
moderna y en España la Reconquista va a poner los cimientos de lo que luego sería la
unificación total del Estado bajo el reinado de los Reyes católicos, ya en el siglo XV. De
esta forma se prefiguran los tres estados modernos que gobernarán Europa durante los
siglos siguientes: Francia, Inglaterra y España. Es de destacar que esta corriente política
no tiene relevancia en los estados de centroeuropa, sobre todo los germánicos, por lo que
el peso político y la hegemonía del Imperio se van a ir debilitando poco a poco, pasando a
ocupar su lugar los estados modernos ya citados.

Económicamente hablando, el siglo XIII es el siglo del florecimiento definitivo del


comercio en Europa, con dos puntos primordiales, el comercio del Mar del Norte,
dominado por las ciudades que se agrupan bajo la liga hanseática, o Hansa, y el comercio
italiano, controlado por los estados que mantienen la hegemonía en el mar Mediterráneo:
Venecia y Génova. Este auge del comercio va a traer consigo dos consecuencias vitales
para el desarrollo posterior de Europa: por un lado la prosperidad de las ciudades que se
dedican al comercio, e incluso la fundación de otras, que se ve reflejada en la construcción
de las grandes catedrales góticas que comienza en este siglo; por otro, el auge del
comercio trae consigo un aumento de la circulación de metales preciosos, lo que da lugar

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a una estabilización de la moneda y por lo tanto de las economías de los estados. Este
asentamiento económico va a traer como consecuencia inmediata la regularización de los
gremios de artesanos, institución básica para entender el paso de la economía feudal a la
nueva economía capitalista. Por otra parte, los miembros de los gremios empiezan a
enriquecerse, aparece la figura del nuevo rico, mientras que los nobles, que se van
alejando poco a poco de los nuevos canales económicos, empiezan a empobrecerse.
Estro va a hacer que la nobleza dependa económicamente cada vez más de la burguesía,
pero también va a aumentar las diferencias sociales. Se están forjando ya las
contradicciones sociales que darán lugar, cinco siglos más tarde, a la Revolución Francesa
y el surgimiento de un nuevo sistema económico-político: el capitalismo.

En cuanto al marco cultural del siglo XIII este va a estar dominado por la fundación
de las primeras universidades. Estas primeras universidades, que son hijas de las
escuelas catedralicias y están por lo tanto bajo el control de la Iglesia, se van a constituir
como corporaciones universitarias, formadas por estudiantes y profesores, que van a
acabar formando una especie de gremios llegando a obtener las prebendas y beneficios
propios de éstos. Esta conciencia gremial de las corporaciones universitarias va a permitir
que la universidades busquen cada vez más autonomía y se empiecen a redactar los
primeros estatutos universitarios. En esta búsqueda de autonomía, las universidades van a
pelear por desprenderse del control de los reyes y estar tan sólo bajo el control del Papa,
lo que va a hacer que éste vea aumentado progresivamente su poder dentro de Occidente.
A este respecto es de destacar la huelga que mantuvo la universidad de París durante dos
años –de 1229 a 1231- y que va a terminar con una bula del Papa Gregorio IX que
constituye el primer documento donde se reconoce una autonomía universitaria. Las
primeras universidades fueron las de París, Bolonia, Oxford y Salamanca, fundada en
1220, y se organizaban como un conjunto de escuelas que se agrupaban a su vez en
cuatro facultades: artes, teología, derecho y medicina.

En otro orden de cosas aumenta cada vez más la traducción de los autores árabes,
judíos y griegos, siendo España e Italia los dos puntos geográficos donde más se
desarrolla este campo y destacando la figura de Guillermo de Moerbeke, aunque sólo sea
porque fueron sus traducciones las que utilizó Tomás de Aquino. También es de destacar
la fundación durante este siglo de las órdenes mendicantes. Los dominicos y los
franciscanos, que si bien tienen como primer objetivo el control de las herejías surgidas en
el siglo XII, sobre todo la de los cátaros, pronto sus miembros se van a convertir en
importantes profesores universitarios, lo que va provocar el descontento de los profesores
seglares, es decir, los que no pertenecen a ninguna orden.

Para acabar este repaso por el ambiente cultural reinante en el siglo XIII vamos a
hacernos eco de los tres problemas fundamentales con los que, culturalmente hablando,
se enfrentó este siglo. En primer lugar la recepción de la filosofía aristotélica a través de

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los autores árabes. En segundo lugar la atracción que el pueblo sentía hacia las herejías,
sobre todo la de los cátaros, que va a provocar la fundación de los dominicos. Por último el
derecho se va a convertir en el campo de batalla entre los reyes y el Papa, desde que los
primeros van a buscar en el Derecho Romano el fundamento de la independencia del
poder civil con respecto al eclesiástico. La Iglesia va a responder a estos ataques va a
crear el derecho canónico, cuyo primer compilador es el dominico catalán Raimundo de
Peñafort.

2.- MARCO FILOSÓFICO.


El marco filosófico en el que se encuadra el pensamiento de Tomás de Aquino está
determinado por lo que se llamó la Gran Escolástica. La problemática fundamental a la que
va a hacer frente la escolástica es la recepción del pensamiento de Aristóteles en
Occidente a través de autores árabes, entre los que destaca la figura de Averroes. La
primera reacción que va a suscitar esta introducción del aristotelismo de corte árabe va a
ser una vuelta al pensamiento de San agustín por parte los franciscanos. Entre estos
destaca de forma notable el nombre de San Buenaventura, que va a recuperar la
siguientes tesis del agustinismo: La concepción del conocimiento como iluminación divina,
la idea de un hilemorfismo universal, la concepción de las razones seminales, la existencia
de una pluralidad de formas sustanciales, la imposibilidad de que el mundo fuera creado
“ab aeterno”,, la independencia del alma con respecto del cuerpo, la primacía de la
voluntad sobre la razón y la no distinción entre la razón y la fe.

Al otro lado de las doctrinas neoagustinianas de los franciscanos se sitúan los


dominicos, orden a la que pertenecían Alberto Magno o el propio Tomás de Aquino, que
van a aceptar el pensamiento de Aristóteles, aunque con algunos matices. La oposición de
los franciscanos a esta corriente de pensamiento dentro de la iglesia va a desembocar en
la condena en 1277, por parte del obispo de París, de nueve proposiciones tomistas.

Por otra parte, al otro lado del Canal de la Mancha, los franciscanos británicos se
van a dedicar a la investigación de la naturaleza. Surge así la escuela de Oxford, cuyo
máximo representante va a ser Roger Bacon. El pensamiento de Bacon se encuadra
dentro de un marco agustiniano, pero haciendo partir el conocimiento de la experiencia.
Esta experiencia puede ser de dos tipos: experiencia externa, que constituye la base del
conocimiento de la naturaleza y experiencia interior, que lleva al conocimiento del mundo
sobrenatural y en última instancia de las verdades supremas reveladas por la iluminación
divina.

Otro pilar importante de la Filosofía del siglo XIII es el resurgimiento de la lógica


después del interregno medieval, donde se empiezan a vislumbrar ya las grandes
aportaciones de los lógicos del siglo XIV. A diferencia de la lógica anterior, la lógica del
siglo XIII tiene un marcado acento nominalista, siendo sus principales aportaciones las que

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hacen referencia a las propiedades de los términos, destacando entre estas el estudio de
la suposición. Los principales lógicos del siglo XIII van a ser Pedro Hispano y sobre todo el
mallorquín Ramón Llul (o Raimundo Llulio), el cual va a definir la lógica como un arte
combinatoria destinada a descubrir las verdades científicas.

Pero sin duda el pensamiento que va a determinar toda la Filosofía del siglo XIII va
a ser el llamado averroísmo latino. El averroísmo latino apareció por primera vez en la
universidad de París, adonde llegaron los pensamientos de Aristóteles a través de los
escritos del árabe Averroes. La obra de Averroes presentaba un aristotelismo puro, no
tamizado por consideraciones teológicas, que causó un fuerte impacto entre los profesores
parisinos. Desde entonces se formaron dos grupos: un grupo que se dedicó a estudiar y
defender las tesis de Averroes, los llamados averroístas latinos, y otro grupo dedicado a
atacar dichas tesis.

El averroísmo latino se basaba en tres afirmaciones de Averroes, de las cuales dos


eran de origen puramente aristotélico y contrarias a las doctrinas cristianas. Estas tres
tesis eran las siguientes. En primer lugar la idea de que el mundo es eterno. Esta tesis,
proveniente de Aristóteles supone la idea de que el mundo no ha sido creado. Ha existido
siempre. La aportación de Dios quedaría reducida a ser un motor inmóvil que mueve
eternamente un mundo que existe desde la eternidad. Esta tesis, lógicamente, atacaba
frontalmente los cimientos de la creencia cristiana y fue uno de los caballos de batalla de
Tomás de Aquino.

La segunda tesis del averroísmo latino es la idea de que el alma individual no es


inmortal. Siguiendo a Aristóteles, Averroes aceptaba la existencia de un entendimiento
universal que, por ser universal, era inmortal, puesto que formaba parte de todos los seres
humanos. Pero el alma individual de cada uno perecía y se corrompía con el cuerpo. En
tercer lugar, Averroes mantenía la tesis de la doble verdad. Esta tesis fue aceptada por los
averroístas latinos porque para ellos constituía un intento de defender la autonomía de la
razón contra la fe, y configuró otro de los grandes bloques del pensamiento tomista. Según
la teoría de la doble verdad existirían dos tipos de verdades: verdades de fe, que son
alcanzadas y creídas gracias a la fe, y verdades de razón, que se alcanzan por medio de
la razón. Estas dos verdades son contrarias, con lo que afirmaciones que son verdaderas
de acuerdo con la fe pueden ser falsas de acuerdo con la razón y viceversa. De esta
forma, las afirmaciones de que el alma es mortal y de que el mundo es eterno, son
verdaderas de acuerdo con la razón, aunque no lo sean de acuerdo con la fe, y sus
contrarias –que el mundo ha sido creado y que el alma es inmortal- serían verdaderas de
acuerdo con la fe, pero no de acuerdo con la razón.

Los averroístas latinos fueron expulsados de la Universidad y su máximo


representante, Sigerio de Brabante, condenado a cadena perpetua.

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3.- INFLUENCIAS.
Las principales influencias del pensamiento de Tomás de Aquino van a venir dadas
desde tres frentes distintos: la Filosofía de Aristóteles, los comentaristas árabes y judíos de
la obra aristotélica y la patrística y la filosofía cristiana de los siglos anteriores.

La influencia del pensamiento de Aristóteles en la obra de Tomás de Aquino es


amplia. Sin embargo, los aspectos donde esta influencia se va a apreciar de forma más
notable van a ser los principios filosóficos de la filosofía tomista que provienen
directamente del pensamiento del Estagirita, a saber: la teoría de la substancia y los
accidentes, la distinción en el ente de materia y forma, la consideración del movimiento
como paso de la potencia al acto, la teoría de las cuatro causas y la concepción de la
analogía del ser, que el aquitanense va a aplicar a su concepción de Dios.

De los comentaristas orientales que van a influir en Tomás de Aquino debemos


destacar al árabe Averroes y al judío Maimónides. Del primero va a tomar la idea de la
creación del mundo desde toda la eternidad y la distinción entre entendimiento agente y
entendimiento posible. De Maimónides recoge la distinción entre esencia y existencia y la
idea de la contingencia del mundo, fundamental a la hora de desarrollar la tercera vía de la
demostración de la existencia de Dios.

Por otra parte, en Tomás de Aquino van a repercutir de forma notable las ideas de
la patrística y los pensadores cristianos anteriores a él. En este punto debemos citar a San
Agustín, Boecio y, de forma mucho más inmediata, el pensamiento de su maestro, el
dominico Alberto Magno.

Las principales ideas que van a pasar a formar parte del pensamiento tomista son
aquellas que hacen referencia a los principios filosóficos no aristotélicos del mismo. Así, la
idea de la participación del mundo de la mente de Dios, la teoría de la causalidad ejemplar
y la concepción de los grados de perfección del ser. De Boecio, Tomás de Aquino va a
tomar, como uno de los ejes fundamentales de su filosofía, las definiciones de Eternidad y
persona, y sobre todo su definición de Esencia o Essentia. Por último, Alberto Magno va a
influir en Tomás de Aquino fundamentalmente en su concepción de la relación entre la
razón y la fe y la relativa autonomía de aquélla con respecto a ésta (tema recurrente, por
otra parte, en todos los autores dominicos). Por otro lado, también influyen en el
pensamiento del aquitanense las doctrinas de Alberto Magno sobre los universales y,
sobre todo, la idea de la libertad de la voluntad.

4.- RELACIÓN ENTRE LA RAZÓN Y LA FE.


La tesis averroísta de la doble verdad, así como la doctrina agustiniana de la
primacía de la fe sobre la razón, van a llevar a Tomás de Aquino a considerar la relación
que se establece entre las dos facultades citadas. El aquitanense se va a situar en una
difícil posición intermedia entre las dos posturas, a saber, entre la subordinación de la

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razón a la fe presente en el pensamiento de San Agustín, y la concepción de fe y razón
como conocedoras de verdades contradictorias resultantes de la teoría de la doble verdad
averroísta. Es esta consideración de las relaciones que se establecen entre la fe y la razón
el punto de partida del pensamiento tomista, y sobre el que hay que edificar todo el resto
del sistema.

Según Tomás de Aquino existe una autonomía de la razón con respecto de la fe y


viceversa. Esta idea se va a fundamentar en la teoría de que es posible establecer una
distinción neta entre razón y fe como modos de acceder a la verdad. En efecto, según el
de Aquino, la razón conocería la verdad de abajo arriba, partiendo de los datos sensibles
para llegar desde ellos al conocimiento de las últimas verdades, y en última instancia a la
verdad definitiva, Dios, mientras que la fe procedería de arriba abajo, es decir, de Dios,
descendería al mundo como creación divina. De este modo, Tomás de Aquino establece
de forma nítida los límites de la Filosofía, como ámbito de la razón, y de la Teología, como
ámbito de la fe.

Esta distinción de la razón y la fe supone, frente a las ideas averroístas, que no


existe una contradicción entre las verdades que ambos pueden llegar a alcanzar. Así,
Tomás de Aquino postula la existencia de una sola verdad, que puede ser alcanzada tanto
por la razón como por la fe. Tomás de Aquino, sin embargo, va a aceptar la existencia de
una zona de confluencia entre la razón y la fe. La verdad, ya lo hemos visto, es una sola, y
puede ser alcanzada tanto por la razón como por la fe, pero pueden existir dos tipos de
verdades, verdades que sobrepasan la razón humana, como el misterio de la trinidad o la
unidad de Dios, y verdades que pueden ser alcanzadas por la razón, como la existencia de
Dios. Estas verdades que pueden ser alcanzadas por la razón Tomás de Aquino las
denomina “preámbulos de la fe, para distinguirlos de los artículos de fe, que son aquellas
verdades que solamente pueden ser alcanzadas por medio de la fe. Esta zona de
confluencia entre razón y fe le va a permitir a Tomás de Aquino elaborar una Teología que
utilice los principios de la Filosofía. La teología, y el propio sistema tomista, se convierten
así en una ciencia mixta, donde Filosofía y Teología se apoyan mutuamente para poder
llegar a la verdad única, teniendo siempre muy en cuenta lo ya dicho más arriba, que
ciertas verdades, los artículos de fe, nunca podrán ser conocidos por la razón.

Basándonos en estas consideraciones, empezaremos, pues por desarrollar los


principios filosóficos generales en los cuales se fundamenta el sistema teológico tomista,
para pasar después a explicitar este sistema.

5.- PRINCIPIOS FILOSÓFICOS.


La raíz del pensamiento tomista es básicamente aristotélica, pro eso los principios
filosóficos que van a regir ese sistema van a ser en su mayor parte principios aristotélicos.
Sin embargo, la necesidad de conciliar el aristotelismo con la doctrina cristiana va a hacer

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que Tomás de Aquino utilice también en su obra otros principios que no son de origen
aristotélico. Vamos a analizar estos principios, empezando por los principios aristotélicos y
siguiendo con los principios no-aristotélicos.

a) Principios aristotélicos. Estos principios van a ser básicamente los siguientes, que,
repetimos, son los que forman la piedra angular de su sistema: la teoría de la substancia y
los accidentes, la teoría de la materia y la forma o el hilemorfismo, la teoría del movimiento
y de la potencia y el acto, la teoría de las cuatro causas y la teoría de la analogía, según la
cual los entes representarían de forma analógica al ser, es decir, existiría una correlación
entre los entes y el ser.

b) Principios no aristotélicos. Los principios no-aristotélicos presentes en el pensamiento


de Tomás de Aquino van a ser mayoritariamente de origen platónico-agustiniano, aunque
también vamos a encontrar principios procedentes del filósofo judío Maimónides y
principios neoplatónicos. Estos principios son los siguientes.

1.- Distinción entre esencia y existencia. Esta idea la va a tomar el Aquitanense del
pensamiento del judío Maimónides. Según Aristóteles, en todo ente se distinguen, por un
lado, la materia y la forma, y por otro, la potencia y el acto. A estas dos distinciones,
Tomás de Aquino les va a añadir una tercera, afirmando que en los entes, además, hay
que distinguir entre esencia y existencia. La esencia, essentia, es lo que la cosa es, y
Tomás de Aquino la llama también quididad o quidditas, palabra que proviene de la
formulación latina de la pregunta “¿qué es?”, quid est?. La esencia también recibe el
nombre de “naturaleza” y de “forma” lo que lleva a Tomás de Aquino a afirmar que en los
seres materiales la esencia incluye también la materia, introduciendo así una diferencia
sustancial con el pensamiento aristotélico, según el cual la esencia era únicamente forma.
Esta inclusión de la materia dentro de la esencia le permite a Tomás de Aquino afirmar la
no eternidad de la esencia, puesto que la esencia se distingue de la existencia frente a la
concepción aristotélica de que la esencia es eterna, y poder salvar a sí la idea de que los
seres corpóreos han sido creados por Dios.

Esta distinción entre esencia y existencia se da, según Tomás de Aquino, en todos
los seres excepto en Dios. En Dios esencia y existencia coinciden, es decir, la esencia de
Dios cosiste en existir, o lo que Dios es primariamente existencia. Esto permite afirmar la
eternidad de Dios, puesto que Dios es existencia y considerar la idea de que en el resto de
los seres la esencia, que se distingue de la existencia, puede existir o no existir. En
términos aristotélicos diríamos que la esencia está en potencia respecto de la existencia,
por lo que la esencia de todos los seres, excepto la de Dios, que tiene que existir
necesariamente, es contingente y no necesaria. Si las esencias existen es porque algo las
ha llevado a la existencia y lo que las ha llevado a la existencia sólo ha podido ser la
existencia, o sea, Dios.

2.- Principio de la participación. Este principio es de origen platónico y esta relacionado

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con el principio anterior. Para Tomás de Aquino, los seres distintos de Dios no son su
propia existencia, puesto que esencia y existencia no coinciden en ellos, sino que
participan de la existencia de Dios, único ser que es en sí mismo existencia.

3.- Principio de la causalidad ejemplar. Este principio también es de origen platónico y


según él, Dios sería el modelo de todos los seres. A este principio Tomás de Aquino le va
a añadir el principio aristotélico de la analogía y a sí va a afirmar que la existencia se
predica de Dios y las criaturas de modo análogo. Esto quiere decir que, mientras que Dios
es la existencia, el resto de los seres tienen existencia.

4.- Principio de los grados de ser y perfección. Según este principio de origen neoplatónico
el Universo estaría organizado jerárquicamente, de tal modo que los grados de mayor
perfección serían los que se sitúan más cerca de Dios, la perfección suprema, y esta
perfección va descendiendo a medida que los seres se alejan de Dios en esta estructura
jerárquica y participan menos de su perfección.

6.- SISTEMA TEOLÓGICO (ONTOLOGÍA).


A la hora de elaborar su sistema ontológico, Tomás de Aquino va a proceder como
un teólogo, es decir, va a partir de la idea de Dios para llegar a la existencia del mundo
como creación de Dios. Ahora bien, Tomás de Aquino sugiere que, aunque la fe se basta
para llegar al conocimiento de Dios, es necesario alcanzar también ese conocimiento de la
divinidad a través de la razón. Por eso, aunque su sistema ontológico sea un sistema
teológico, para llegar al conocimiento de la cumbre de ese sistema, es decir, al
conocimiento de Dios, Tomás de Aquino va a proceder de modo filosófico. Es decir, va a
demostrar la existencia de Dios a partir de las criaturas para, una vez conocida por la
razón esa existencia, llegar a partir de ella al conocimiento del mundo. Es, por lo tanto un
sistema circular, que va de Dios a las criaturas y de las criaturas a Dios.

Para demostrar la existencia de Dios el aquitanense utilizó cinco vías que tienen
una estructura similar que no es otra que la estructura del argumento ontológico que
estaba ya presente en San Anselmo. Esta estructura es la siguiente: primero se parta de
un hecho de experiencia, es decir, se parte del conocimiento sensible de la naturaleza; a
partir de este hecho, y siguiendo el principio de causalidad –todo hecho tiene una causa-
se va ascendiendo en la cadena de causas y finalmente se afirma la existencia de una
primera causa incausada que es Dios.

A partir de este esquema Tomás de Aquino va a desarrollar sus cinco vías sobre la
existencia de Dios. Estas vías, que tomó de diferentes autores van a ser:

Primera Vía. Vía del movimiento. En el mundo podemos observar movimientos de todo
tipo. Ahora bien, es necesario que lo que está en movimiento haya sido puesto en
movimiento por otro cuerpo, que a su vez está en movimiento y ha debido ser puesto en
movimiento por otro cuerpo y así sucesivamente. Es necesario, por lo tanto, que exista un

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primer motor que ponga en movimiento la naturaleza sin que sea a su vez movido –un
motor inmóvil- y este primer motor es Dios. Esta vía está inspirada en Aristóteles.

Segunda Vía. Vía de las causas subordinadas. Todos los hechos del mundo son causados
por una causa que a su vez es causada por otra causa y así sucesivamente. Es por lo
tanto necesaria la existencia de una causa que de comienzo a la cadena causal sin ser a
su vez causada y esa primera causa es Dios. Esta vía está inspirada por Aristóteles y
Avicena.

Tercera Vía. Vía de la contingencia del mundo. Todas las criaturas de la naturaleza son
contingentes, es decir, su existencia no está incluida en su esencia y pro lo tanto podrían
no haber no existido. Ahora bien, es necesario que exista un ser cuya existencia sea
necesaria –un ser necesario- que haya puesto la existencia en las criaturas, puesto que
ellas por sí solas no la poseen. Este ser de existencia necesaria es Dios. Esta vía está
inspirada en Maimónides y es posiblemente la vía más importante por cuanto que va ser
caballo de batalla de Kant contra las vías tomistas.

Cuarta Vía. Vía de los grados de perfección. Todas las criaturas del mundo se ordenan
según una jerarquía de grados de perfección, desde las más imperfectas hasta las más
perfectas. Es, por lo tanto, necesaria de la existencia de un ser que posea la máxima
perfección y este ser máximamente perfecto es Dios. Esta vía está inspirada por el
pensamiento neoplatónico.

Quinta Vía. Vía del orden del mundo. Todas las criaturas de la naturaleza tienden a un fin,
están ordenadas a cumplir un determinado fin. Ahora bien, es necesario un ser que
determine cuál es ese fin supremo al que todas las criaturas tienden y ese ser ordenador
es Dios.

Una vez demostrada la existencia de Dios, Santo Tomás va a tratar la existencia


del mundo y del ser humano como derivada de la existencia de Dios. El mundo existe
porque Dios lo ha creado de la nada, es decir, que lo crea simplemente a partir de él
mismo, sin contar con una materia preexistente. Se podría objetar, sin embargo, que Dios
puede crear el mundo de la nada pero luego no intervenir más en su creación, dejar que el
mundo se desarrolle según su propio movimiento interno. Esto obliga a Tomás de Aquino a
afirmar que Dios crea el mundo de la nada y conserva su creación por medio de una
creación continua. Esta es la idea de la creación ab aeterno, es decir, la creación desde la
eternidad, lo cual no significa que el mundo haya existido siempre, como afirmaban los
averroístas latinos, sino que Dios lo ha creado desde siempre, fuera del tiempo.

En cuanto al hombre, Tomás de Aquino va a mantener en sus líneas generales la


concepción aristotélica del mismo, pero introduciendo modificaciones para poder
compaginar esta idea aristotélica con la doctrina cristiana de la creación. Siguiendo, pues,
a Aristóteles, Tomás de Aquino va a considerar que el ser humano es una única

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substancia compuesta de cuerpo y alma, que el alma es la forma del cuerpo. Ahora bien, si
esto quedara así podría suponerse que cuando el cuerpo muere el alma moriría con él,
que era la tesis que mantenían los averroístas. Por lo tanto, Tomás de Aquino se ve
obligado a afirmar a la vez que el alma es espiritual e inmortal, a diferencia del cuerpo, que
es material y mortal, por lo que el alma puede existir independientemente del cuerpo. Pero
si el alma puede existir de forma independiente del cuerpo eso supondría que el alma es
una substancia independiente, con lo que se caería en la contradicción de afirmar que el
alma es a la vez forma y substancia. Para salvar esta contradicción, el aquitanense va a
mantener la idea de que el alma posee una inclinación natural a unirse con el cuerpo,
puesto que es su forma. Esta inclinación natural del alma le viene dada porque sólo en su
unión con el cuerpo el alma es capaz de desplegar todas sus perfecciones y capacidades.
Por eso, va a decir Tomás de Aquino que el alma separada del cuerpo es una substancia
incompleta y que sólo es completa la substancia que resulta del compuesto de cuerpo y
alma que es el ser humano

7.- TEORÍA DEL CONOCIMIENTO.


La teoría del conocimiento tomista es también de origen aristotélico. Considera por
lo tanto, que todo el conocimiento parte del conocimiento sensible, de la aiszésis o
sensación. Ahora bien, a la hora de tratar el conocimiento intelectual Tomás de Aquino va
a introducir modificaciones en la doctrina aristotélica. Siguiendo a Aristóteles, va a afirmar
que el objeto propio e inmediato del entendimiento es lo universal, y que lo particular sólo
se conoce de forma mediata, cuando el entendimiento se vuelve hacia su representación
imaginativa. Ahora bien, el entendimiento, según Tomás de Aquino, está vacío. No posee
ni ideas innatas como afirmaba Platón ni es iluminado como afirmaba San Agustín. Por lo
tanto, para poder conocer algo tiene que entrar en contacto con los datos de la
experiencia. El entendimiento vacío necesita llenarse con los datos sensibles que le
proporciona la experiencia empírica. Sin embargo, estos datos sensibles no son el
conocimiento. Una vez que el entendimiento ha recogido los datos sensibles estos han de
ser pensados en el entendimiento. A la hora de procesar los datos por el entendimiento
Tomás de Aquino nos va a hablar de dos aspectos del entendimiento: el entendimiento
agente y el entendimiento posible. Teniendo en cuenta lo que hemos dicho al principio, a
saber, que el entendimiento sólo conoce de forma directa lo universal, el entendimiento
agente va a ser aquél que abstraiga de las representaciones sensibles los datos
universales contenidos en estas. El entendimiento posible va a ser la capacidad del
entendimiento de conocer universalmente. Es decir, si el entendimiento agente no
funciona, si el entendimiento no es capaz de abstraer las condiciones universales de los
datos sensibles, el entendimiento posible no funcionará: el entendimiento no será capaz de
conocer lo universal.

8.- ÉTICA.

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La ética de Tomás de Aquino es una ética teleológica. Siguiendo la ética
aristotélica va a afirmar que todas las criaturas tienden a un fin último que es el bien y en el
cual alcanzarán la felicidad y este fin último es Dios. Es decir, todo el universo está
orientado hacia un fin y este fin es Dios. Esto introduce un elemento de providencia en la
ética tomista que no aparecía en la ética aristotélica. Si todo está ordenado hacia Dios,
Dios, como inteligencia suprema va a dirigir esta ordenación. Es decir, Dios es el que
marca y determina el camino de las criaturas hacia Él.

Esta providencia supone que existe una ley divina que es la que marca esta
tendencia de las criaturas hacia Dios. Ahora bien, esta ley divina está presente en las
criaturas como ley natural. Por lo tanto, la conducta de los individuos debe estar guiada por
una interpretación racional de la ley natural que no es otra cosa que la ley divina puesta en
las criaturas. La ley natural, entendida como ley moral, va a tener una serie de preceptos
que son los que van a determinar cómo el ser humano se debe de comportar para
alcanzar el bien supremo. El primero de estos preceptos de la ley natural es “haz el bien y
evita el mal”. Por supuesto, en este precepto lo que habría que determinar es cuál es el
bien que hay que hacer y cuál es el mal que hay que evitar. Por eso, Tomás de Aquino
introduce la siguiente premisa: “Todo aquello a lo que el hombre se encuentra
naturalmente inclinado, la razón lo considera naturalmente bueno”. Y como el hombre se
encuentra naturalmente inclinado a Dios, el bien será todo aquello que conduzca al ser
humano hacia Dios. A partir de este principio de la ley natural y de esta premisa se van a
derivar todos los demás principios de la ley moral teniendo en cuenta ahora que el orden
de los principios va a seguir el orden de las inclinaciones naturales que determinan lo que
es el bien que ha de hacerse. De esta forma, los preceptos de la ley moral van a ser:
primero, la conservación del propio ser, segundo, las inclinaciones que el ser humano
comparte con los animales, tercero, las inclinaciones propiamente humanas.

Siguiendo de nuevo a Aristóteles, Tomás de Aquino va a afirmar que la realización


de estos preceptos es un hábito. Este hábito recibe el nombre de syndéresis. El acto
racional por el cual aplicamos estos principios a nuestro comportamiento es la conciencia.
El perfeccionamiento de la naturaleza del hombre mediante la syndéresis y la conciencia
es la virtud.

9.- POLÍTICA
La concepción política de Tomás de Aquino parte, como todo en su pensamiento,
de la política aristotélica. Así, el de Aquino va a considerar que el Ser humano es un ser
sociable por naturaleza y que la sociedad es necesaria para que aquél se desarrolle en
toda su plenitud.

Teniendo esto en cuenta, la política de Tomás de Aquino no se puede entender sin


tener en cuenta las luchas de poder entre la Iglesia y el Estado que se desarrollaron a lo

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largo de los siglos XII y XIII. En esta coyuntura, Tomás de Aquino se va a colocar
nítidamente de parte de la Iglesia. Como ya hemos dicho, el bien supremo al que tiende el
ser humano, el fin último de su existencia es la contemplación de Dios. Está claro que la
única institución cuya finalidad coincide con esta inclinación humana es la Iglesia. De esta
forma, el aquitanense va a afirmar que la Iglesia debe estar supeditada al Estado. Por otra
parte, Tomás de Aquino va a mantener la idea de que toda Ley deriva de la Ley natural, de
la misma forma que todo poder deriva del poder divino. De Esta manera el orden político
estaría dentro del orden Universal determinado por Dios, y se identificaría con el orden
moral.

10.- INFLUENCIAS Y VIGENCIA.


Las influencias del pensamiento tomista se pueden situar en dos campos. Por un
lado, aquellos autores que continuaron el pensamiento de Tomás de Aquino y por otro,
aquellos que criticaron este mismo pensamiento.

Dentro de los primeros, las influencias del pensamiento de Tomás de Aquino


cristalizaron en el movimiento denominado tomismo. Este movimiento se desarrolló
fundamentalmente durante tres periodos: durante el siglo XIV y comienzos del XV; durante
la segunda mitad del siglo XVI y comienzos del XVII y otro desde mediados del siglo XIX
hasta la actualidad. Dentro del primer periodo, marcado por las disputas del tomismo,
primero contra la propia ortodoxia de la Iglesia, que desembocan en la condena de París
de 1277, y, ya en el siglo XIV, por su enfrentamiento con las doctrinas de Duns Escoto y
Guillermo de Occam, cabe destacar a Nicolás Eymerich, Pedro de Auvernia, Roberto de
Oxford y Tomás Sutton. El segundo periodo, el periodo llamado de la “segunda
escolástica”, vio un florecimiento espectacular del tomismo y está marcado por la
presencia de figuras como Francisco de Ferrara, Francisco de Vitoria, Domingo de Soto o
Francisco Suárez. El tercer periodo, que se extiende hasta nuestros días y es el que
determina la vigencia actual del pensamiento tomista, es conocido con el nombre de
“neotomismo”, movimiento que se ha desarrollado en dos direcciones: en un estudio de la
historia de la filosofía medieval, con autores como Paul Vignaux, o en un desarrollo
sistemático de las tesis tomistas adaptadas a la actualidad, entre los que destacan los
nombres de Jacques Maritain y Javier Zubiri. Entre todos los autores neotomistas, sin
embargo, y a pesar de las diferencias citadas, se mantienen de forma invariable ciertas
tesis del pensamiento de Tomás de Aquino, como la teoría del ser, la tesis de la analogía,
la doctrina de la substancia, el hilemorfismo y la ética objetiva de fines.

Entre los autores que han criticado las posturas tomistas, aparte de algunos ya
citados como Occam y Escoto, posiblemente el que más daño haya hecho al pensamiento
de Tomás de Aquino haya sido Inmanuel Kant, que en sus antinomias de la razón pura
desmonta los argumentos que sirven de base teórica a las vías de la existencia de Dios.

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