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Los Reformistas y la Revolución

Las potencias imperialistas han designado el poder político de Chile, a los representantes de las clases
dominantes, acompañados de un amplio sector reformista que en la actualidad esta agrupado en la
concertación junto a sus partidos orbitales. Estos bloques representan una aparente disputa programática
entre derecha e izquierda, pero avanzan confidentemente en la implementación de la apuesta
socioeconómica del imperialismo impulsada por Pinochet; el sistema neoliberal de explotación y la
desmovilización nacional.

Clases dominantes y reformistas conforman un robusto poder burgués al servicio del imperialismo, que ha
logrado contener, diluir y extinguir a todos los movimientos sociales reivindicativos del pueblo pobre de
Chile, incidiendo fuertemente en la transformación de los principios proletarios de los diversos partidos
tradicionales de la clase obrera, penetrando en sus direcciones y negociando su actuar dentro de la legalidad
burguesa por pequeñas cuotas de poder, manejándolos como barreras de contención ante cualquier
levantamiento popular.

El imperialismo y el poder burgués conforman un complejo social dominante que impone mediante
diversificados medios el orden ideológico, con la “democracia”, la religión, la moral, el buen desempeño
laboral, las instituciones del estado, etc. utilizando como enérgico elemento político al reformismo para
enquistarse en las luchas de la clase obrera en todo periodo histórico, penetrando los movimientos políticos
y sociales con mayor fuerza cada vez el estado burgués se siente amenazado, desmovilizando, diluyendo,
entrampando, confundiendo, manipulando, y arrastrando incluso a diversos sectores revolucionarios sin
claridad.

La condición directa del reformismo radica justamente en el término que le define; reformar el sistema
económico, político y jurídico del capitalismo, manteniendo las actuales condiciones de explotación. El
reformismo varia en diferentes matices y discursos pero, en ningún caso, busca seriamente terminar con las
condiciones desiguales de los seres humanos, o avanzar en el proceso de la lucha de clases, solo busca
perfeccionar el estado burgués para que no colapse, con diminutas mejoras sociales para el pueblo dentro
de los parámetros que busca la explotación para reproducirse de mejor manera. El reformismo que se
presenta como un “amigo del pueblo” vende nuestra dignidad, identidad nacional, fuerza productiva y
recursos naturales.

En la década de los ochenta, los reformistas lograron impedir la rebelión popular de masas, pactando el
poder traicioneramente con los asesinos del pueblo. Estos oportunistas mediante la traición, tumbaron a los
movimientos revolucionarios que combatían la tiranía, pasando incluso a componer las filas de la represión,
desarticulando los proyectos políticos y sociales de aquellos años y licuando en vacías promesas de justicia,
equidad social y desarrollo nacional las aspiraciones económicas y políticas del pueblo.

En la actualidad débilmente comienza a germinar con nuevas fuerzas la movilización y el descontento social,
la nula conducción revolucionaria de los florecientes procesos, es un factor indicativo para que las clases
dominantes actúen pronto e intenten conducir nuevamente a los movimientos sociales con el mecanismo
reformista.

Los reformistas y oportunistas responden al llamado de alerta de las clases dominantes directa o
indirectamente y comienzan a desprenderse de sus orgánicas corruptas, para posicionarse rápidamente en
el movimiento social y encauzarlo hacia la conquista de las reformas necesarias que la burguesía esta
dispuesta a ceder para la prolongación del sistema de explotación neoliberal.

Así empiezan a originarse diversas agrupaciones políticas reformistas de carácter “progresista”, levantando a
un supuesto “nuevo” sujeto histórico llamado “ciudadano” que levanta las reformas necesarias para diluir
las problemáticas de fondo, denigrando a los cuatro vientos al socialismo y a la revolución.

Y así comienza el juego: el imperialismo y la burguesía encaminan la flexibilización laboral que significa
empleos precarios y subcontratación y los reformistas se clavan en la CUT impidiendo la explosión de
conflictos laborales demandando migajas y prostituyendo el sindicalismo, el imperialismo y la burguesía
privatizan los servicios de educación y salud, y los reformistas poco a poco se posicionan para dirigir los
movimientos sociales hasta entrar en mesas de diálogos que no terminan en nada, la burguesía y el
imperialismo ahogan económicamente a los trabajadores en tarjeta de créditos usureras y los reformistas
levantan movimientos ciudadanos de consumidores para que el robo no sea tan descarado. Destrucción y
dilución, principales elementos de explotación, esta gran olla de presión destapada cada cierto tiempo por la
lacra reformista que se pone al servicio del imperialismo y la burguesía para mantener el sistema de
explotación neoliberal.

Los reformistas “progresistas” ven a las diversas injusticias que viven cotidianamente los pobres de Chile,
como diversos vacíos de carácter jurídico, que deben ser resueltos en un marco de sana convivencia por
amplios movimientos ciudadanos utilizando la leyes burguesas para la solución de sus conflictos, negando la
lucha de clases, aborreciendo y condenando la violencia proletaria que se manifiesta en huelgas y
movilizaciones.

La visión reformista en la solución de conflictos esconde a la violencia como elemento integral del complejo
social dominante. La violencia económica que se aplica cotidianamente a la clase trabajadora con los sueldos
miserables, además de los mercantiles usureros, genera una cadena de desgraciados acontecimientos en la
familia proletaria. La represión cotidiana como parte integral de la política burguesa, actúa de inmediato
sobre cualquier alteración al orden, militarizando y aniquilando jurídica y físicamente a todo aquel que se
rebele. El complejo social dominante esta dispuesto a conspirar contra cualquier iniciativa popular utilizando
todos lo medios a su disposición.

Los reformistas “revolucionarios” con encendidos discursos de clase, desnudan las desigualdades y “vomitan
revolución”. Hablan de la revolución socialista como la última meta a conseguir después de una larga lista de
tareas a concretar para “despejar el camino al socialismo”, proyectando la revolución socialista a largas
décadas e incluso centurias. Entre las tareas se encuentran; frentes populares, transición a la democracia, la
revolución democrática, cambio al sistema binominal, asamblea constituyente, los revolucionarios al
parlamento, pactos por omisión, gobiernos ciudadanos, gobiernos de unidad nacional, etc. Estos
“revolucionarios” no tienen mayor diferenciación programática con el “progresismo” mas que en el discurso,
ya que comparten exactamente la misma visión en solución de los conflictos de clase dentro de los
parámetros de la explotación capitalista.

Miles de hombres y mujeres honestos que creen en la conquista de la justicia social mediante una revolución
socialista, han sido arrastrados al reformismo por esta lacra de oportunistas que busca su cuota de poder.
Miles de compañeros caídos por la causa del socialismo, han sido negociados por puestecillos insignificantes
pero lucrativos para quienes gozan de sus privilegios. Otros valiosos compañeros han caído indirectamente
en el reformismo buscando eternamente la reivindicación económica para su organismo de base, por la
confusión en las condiciones de normalidad aparente que crea la dominación ideológica de los explotadores,
sin atreverse en la lucha directa de clase hacia el socialismo, cayendo en un limbo paternalista que solo
alarga la vida del estado burgués.

Ante el reformismo oportunista que contamina las luchas del pueblo, los Consejos Comunistas entre
nuestros postulados declaramos.

El objetivo inmediato de los Consejos Comunistas de Chile es la revolución de nuestro pueblo, hacia la toma
del poder y la construcción del socialismo y liberación nacional contra el imperialismo, la burguesía y sus
lacayos reformistas, contra el estado de ricos y su estructura de represión político-económico-militar y
contra todas sus formas de explotación y dominación ideológicas, utilizando y enriqueciendo al marxismo-
leninismo como herramienta de interpretación y trasformación de la sociedad.

Todas la estructura de los Consejos Comunistas de Chile está orientada a la conquista de nuestro objetivo
inmediato, por lo cual, todas nuestras demandas en las reivindicaciones políticos y sociales son un producto
anexo a la revolución, y no un fin en si mismas, destinadas en su conjunto a la construcción y fortalecimiento
del poder popular a lo largo del país materializada en una fuerza social revolucionaria que incremente una
rebelión popular de masas ascendente, en una lucha de todo el pueblo contra sus enemigos, por la
revolución y la construcción de la sociedad socialista en Chile, la liberación nacional y de los pueblos del
mundo.

Los Consejos Comunistas combatiremos sólidamente las injerencias de los reformistas oportunistas en todos
los movimientos políticos y sociales de Chile, en sus diversas formas conforme avance la lucha, proclamando
la independencia de clase frente a los enemigos del pueblo, utilizando la rebelión popular de masas sobre la
construcción del poder popular a lo largo del país, generando conciencia de clase, justicia popular,
autodeterminación, expropiación, milicias populares, envueltos en una gran fuerza social revolucionaria en
todo Chile determinando un poder dual al burgués.

Las condiciones objetivas para la revolución se encuentran en su máxima expresión en la sociedad capitalista
chilena actual, dependiente política, militar y económicamente de los intereses productivos de las potencias
imperialistas. El desarrollo del contexto histórico para la tarea revolucionaria depende de la clara dirección
de los movimientos sociales y políticos encaminados en un programa de lucha determinante, junto al
fortalecimiento constante de la conciencia de clase, tarea constante de los Concejos Comunistas de Chile
sobre los principios de la revolución socialista como objetivo inmediato. La tarea de la revolución impide a
los Consejos Comunistas de Chile entramparse en demandas etapistas que oscurezcan el proceso
revolucionario o desgastarse inútilmente en estudios de la legalidad burguesa para la solución de los
conflictos de clase.

La violencia que somete constantemente el complejo social dominante al conjunto de nuestro pueblo, en
diversas formas y lugares, nos obliga a plantearnos el problema militar como una tarea asumida por el todo
el pueblo en la rebelión popular de masas y no como una tarea particular exclusiva de la conducción
revolucionaria separada del pueblo. Los Consejos Comunistas de Chile asumen la tarea militar como
elemento estratégico inmediato y constante en la conducción del proceso revolucionario, para la conquista
del proletariado sobre el poder político, asumiendo la historia agresiva del imperialismo en Chile y sus
intereses sobre los pueblos del mundo, además de los lacayos elementos fascistas vende patria entrenados
por el imperio para la defensa de sus intereses en esta zona.
Comprendiendo las luchas nacionales como consecuencia del orden mundial establecido por las potencias
imperialistas, los Consejos Comunistas de Chile realizan los esfuerzos para una coordinación proletaria
internacional contra los enemigos de los pueblos del mundo. Nos declaramos abiertamente
internacionalistas, solidarizando con los movimientos que luchan por la liberación de los pueblos contra el
imperialismo y sus enemigos nacionales.

Hacemos un llamado a los jóvenes empobrecidos, estudiantes postergados, pobladores hacinados sin hogar,
intelectuales silenciados, cesantes y a los trabajadores del campo y la ciudad a luchar abiertamente contra el
reformismo en todos los movimientos políticos y sociales.

El llamado es al pensamiento crítico sobre el trabajo popular. El estudio y enriquecimiento del marxismo-
leninismo es fundamental cuando el estado y la explotación parecen tan normales y cotidianos.

Únete a los Consejos Comunistas de Chile.

Consejos Comunistas de Chile, Diciembre 2010

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