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Oxford,
Blackwell, 2001. [ISBN: 1-55718-000-3]
Postmetrópolis,el libro que aquí se analiza, es su última y más celebrada obra. En ella,
el autor realiza una revisión histórica del desarrollo de las ciudades y propone diferentes
perspectivas desde las que entender la realidad de las grandes aglomeraciones urbanas
contemporáneas.
En la primera parte del libro, Remapping the Geohistory of Space, el autor se refiere a
las revoluciones urbanas que se han producido en la historia de la humanidad y al origen
y desarrollo de las teorías sobre el espacio urbano. Soja otorga un papel esencial en el
desarrollo de las ciudades al sinecismo, término de origen griego, que define como la
dinámica, el estímulo de la aglomeración urbana, una fuerza inherente al crecimiento de
las ciudades o en sus propias palabras, "una parte vital del ADN del urbanismo" (p.17).
El autor se refiere a los primeros estudios urbanos, realizados por las Escuelas de
Manchester y Chicago y a la evolución de dichos estudios en el siglo XX. Destaca la
aparición de la crisis urbana de los años 1960 como desencadenante de un profundo
replanteamiento de las teorías acerca de la ciudad, que daría lugar a una nueva escuela
neo-marxista. Así, las obras de Henri Lefevbre, Manuel Castells y David Harvey, cuya
influencia se extiende hasta hoy, llamarían la atención nuevamente sobre las
desigualdades socio-económicas que el capitalismo crea en la ciudad.
Examina primero los últimos análisis sobre el urbanismo industrial, que pretenden
entender la lógica geográfica y la anatomía resultante del capitalismo urbano industrial
y su tendencia a producir y reproducir un desarrollo geográfico desigual. Estas
corrientes destacan la dramática reestructuración industrial del último tercio del siglo
XX, que ha dado lugar a la caída de la producción manufacturera, a una fragmentación
del proceso de trabajo y a unas estrategias de abaratamiento o de flexibilidad de la
producción. Estos cambios han tenido como consecuencia la disminución de la clase
media, la aparición de la llamada infraclase dependiente de la Sociedad del Bienestar.
En los capítulos dedicados a la Exopolis y Fractal City Soja interpreta primero los
efectos concretos de los nuevos proceso de urbanización en el espacio metropolitano
que han surgido de la globalización. Después se refiere a la reforma del orden social
urbano y a los nuevos patrones de estratificación social y desigualdad económica y
social.
Los recientes desarrollos teóricos coinciden en que la era de la metrópolis moderna se
ha acabado. Esto no significa decir que la ciudad moderna ha desaparecido, sino que ha
mutado en una nueva forma urbana. Durante los último 30 años el crecimiento de las
áreas suburbanas ha descentrado y recentrado en otros lugares el paisaje urbano,
produciendo una fragmentación y reorganización de las relaciones sociales, además del
empobrecimiento de la clase media. Son éstos procesos nuevos que sólo ahora
comenzamos a comprender.
Los siguientes dos capítulos, Fortress City y Simcities se centran en las particularidades
de la vida cotidiana en la postmetrópolis, explorando los cambios institucionales y
comportamentales que están reorganizando el modo social y espacial de regulación
urbano.
Finaliza el autor esta parte del libro afirmando que la postmetrópolis actual no es una
utopía ni una antiutopía, sino una fuerte dosis de las dos. Las ciudades muestran las más
grandes realizaciones del ser humano y también su parte más destructiva, aunque aún
queda espacio para la esperanza.
En la tercera parte del libro Soja, LA 1992, Overture to a Conclusión, se refiere a las
violentas revueltas raciales que se produjeron en Los Ángeles en la primavera de 1992 y
la posterior explosión de violencia y protesta urbana. Como el fin de entender
enteramente el espacio vivido, la relación entre lo real y lo subjetivo, recoge multitud de
expresiones personales sobre lo que allí ocurrió, atendiendo a las voces de los
ciudadanos, los periodistas, los pensadores y los expertos.
El libro dispone de una prosa ágil y dinámica, que varía su tono de severidad y crítica
constantemente, dejando lugar para la ironía, el humor e incluso la complicidad con el
lector, sin perder por eso un ápice de solidez. Lleno de referencias a fenómenos
culturales populares, desde la música al cine, su lectura en inglés, a falta de una edición
española, se hace de forma fluida, rápida y entretenida.
El autor realiza una brillante síntesis de la historia urbana enfocándola a partir de tres
revoluciones que permiten comprender las causas que dieron lugar a los nuevos estadios
de desarrollo urbano y los desarrollos económico, político y culturales consiguientes.
Frente a otras teorías que inciden en la economía o los hechos históricos, Soja otorga a
la ciudad y al espacio un papel central como motores del desarrollo urbano. Y lo hace
con una convicción arrolladora (resulta fascinante el apartado dedicado a los
descubrimientos de James Melaart en Çatal Hüyük, donde el autor recoge la
argumentación de una primera revolución urbana, apoyado en las teorías de Jane
Jacobs). En este sentido, el desarrollo de la agricultura en la primera revolución, la
Ciudad-Estado, las clases y las relaciones de poder en la segunda, y del capitalismo
industrial en la tercera, serían procesos intrínsecamente urbanos y asociados a esa fuerza
motriz e inherente al propio espacio urbano a la que llama el sinecismo. Esta dinámica
continúa actuando en la postmetrópolis a través de sinergias constructivas y destructoras
del espacio urbano. Soja parece otorgarle al sinecismo las cualidades de un
macroorganismo vivo, con lo que la ciudad se convierte en un ente que evoluciona a
partir de la interacción de los seres humanos que la habitan. De alguna forma, esta
concepción del espacio social no estaría muy alejada de la Escuela de Chicago y su
concepción de la ciudad como un organismo vivo. Eso sí, a diferencia de los primeros
miembros de esta escuela, Soja es consciente de que el espacio es producto de la acción
social, de una multiplicidad de factores en constante interacción.
En el libro se realiza una densa pero bien resuelta introducción a la edad contemporánea
al entrelazar el desarrollo de la modernidad, del capitalismo y de la ciudad industrial, así
como las primeras escuelas urbanas, para llegar a los desarrollos de los años 1960 y
1970 (Castells, Harvey, Lefevbre) que iniciarían una revolución en los estudios urbanos.
En la segunda parte del libro, con una perspectiva intermodal, el autor aborda en una
impecable síntesis, las aportaciones más recientes que las teorías geográfica y social han
realizado para explicar las transformaciones del espacio urbano en las últimas décadas.
Con gran acierto no se refiere sólo a las teorías del urbanismo industrial, la geopolítica
económica o la geografía radical, sino que incluye en su análisis los últimos desarrollos
de la sociología, economía y los estudios culturales. Da lugar así a un debate más
abierto y caracterizado por la diversidad de opiniones sobre los procesos urbanos y el
desarrollo de la sociedad contemporánea.
Igualmente expresa las diferencias que han surgido en las últimas décadas entre las
principales escuelas urbanas de EE.UU., situadas en Nueva York, Chicago y Los
Ángeles. En este sentido, realiza una crítica generalizada a la sociología urbana,
especialmente a la escuela de Nueva York, por dejar de lado la concepción espacial de
los problemas urbanos (p.274).
Cabe preguntarse por qué, ante las evidentes muestras de empobrecimiento de la clase
media norteamericana, el crecimiento de la violencia o la precarización de las políticas
sociales, Estados Unidos continúa tan escorado hacia la derecha. Una visión difícil de
entender desde Europa. Quizás el poder de los medios y el efecto de la hiperrealidad
sean más fuertes de lo que en Europa acertamos a ver, ¡eso a pesar de que en la Unión
Europea los gobiernos de derecha son ya doce de un total de quince!. Como señala el
autor, el sueño de purificación blanca, las políticas destructoras del Estado del Bienestar
de presidentes como Reagan, los razonamientos que acusan a los inmigrantes contribuir
a rebajar los sueldos al acceder a los trabajos peor pagados (p. 269), han contribuido a
mantener encendida la chispa del odio y el desconocimiento. Y esto parece ser cierto a
pesar de que algunos autores como Joel Garreau afirmen que la etnicidad no influye ya
en los niveles de bienestar.
Esto me remite a Simcities, el capítulo donde Soja aborda la forma en la que las nuevas
tecnologías han redefinido el imaginario urbano y social. Resulta fascinante por lo que
tiene de denuncia contra los poderes económico y político de los EE.UU. Soja realiza
aquí (p. 345-348) la que quizás sea su crítica más demoledora de todo el libro. Acusa a
los últimos presidentes de haber creado una metanarrativa que ha conseguido convencer
al país de una realidad completamente distinta, jugando con el imaginario público.
Asusta tal ingenuidad en un país poblado por 280 millones de personas, abocado al
consumo desmedido de medios televisivos, como muestra, entre otros, el análisis que
Baudrillard ha realizado sobre el tratamiento que los medios dieron a la Guerra del
Golfo, (p. 328).
Cabe pensar en el efecto que los atentados del 11-S han tenido en la sociedad
norteamericana. Como muchos análisis aparecidos en diversos periódicos indican, estos
gravísimos incidentes han reforzado la conciencia patriótica estadounidense en torno al
american way of life y los valores de la democracia. El presidente Bush, convierte en
enemigos de su país a todos los que discrepan de sus políticas, contribuyendo a la
ignorancia y el desinterés por comprender otros modos de vida y otras visiones del
mundo. A nivel urbano, esto seguramente provoque el que las ciudades continúen
convirtiéndose en "urbes fortificadas", si cabe en mayor medida.
También llama la atención sobre el poder de los agentes del suelo en el espacio urbano.
La especulación y la búsqueda de recursos más baratos se realizan en pro de la
maximización de beneficios. Los habitantes quedan entonces a la merced de las
decisiones económicas. También aquí hay necesidad de gobiernos locales fuertes y con
recursos que puedan contribuir a una distribución y gestión más equitativa del espacio y
evitar que ciertas zonas se conviertan en nuevos ghettos, a la vez que eviten operaciones
abusivas sobre el suelo urbano.
Soja realiza una crítica similar de los parques temáticos. Mediante la recreación de unos
espacios socio-culturales diferentes, podemos acceder a realidades hipotéticamente
distintas. Pero cuando se ha elegido el destino, las posibilidades de elección
desaparecen. Son entonces mundos virtuales acotados por sus productores.
Precisamente, en el capítulo sobre The Posfordist Industrial Metrópolis (pp. 195) Soja
indica que, con respecto a la globalización del empleo, se está formando "por primera
vez a escala y alcance global, un verdadero proletariado mundial, que permanece
fragmentado y difícil de organizar y no consciente de su potencial poder global".
¿Servirá Internet para conectarlos? La red (web) constituye, en efecto, un arma de doble
filo para el poder y su oposición, una posibilidad de comunicación inmediata y
universal impensable años atrás. Resultará muy interesante comprobar la evolución de
su dinámica en los próximos años y la forma en la que afectará a la postmetrópolis que
nos ha presentado el geógrafo norteamericano en este sugestivo libro.
Conclusión
de Edward W. Soja
Colección:map-21
Postmetrópolis
supone uno de los mayores desafíos teóricos realizados hasta el momento a fin de
comprender las transformaciones que están dando cuerpo a los mundos urbanos
contemporáneos. Sus análisis se deslizan sobre las principales líneas de mutación de la
vida urbana: la reordenación económica de las grandes metrópolis, las nuevas formas de
organización espacial de estas megaciudades, las dinámicas de polarización y
segregación social, la creciente complejidad cultural y étnica de los espacios urbanos, el
reforzamiento de los dispositivos de control y la infiltración de las realidades virtuales
en la vida cotidiana. Su objetivo sin embargo no se limita a cartografiar, con notable
precisión empírica, los artículos de esta nueva constitución metropolitana. Con una
perspectiva más ambiciosa, este libro pretende aportar también una amplia revisión de
las aproximaciones y enfoques aplicados a los estudios sociales. Un trabajo de
valoración y selección crítica que consigue extraer lo que todavía hay de vivo y de
actual en el pensamiento crítico espacial. Al fin y al cabo, la pregunta que orienta esta
investigación sigue siendo la siguiente: ¿qué tipo de conocimiento es el más eficaz a la
hora de afrontar una política a la altura de esta gran transformación urbana?
Edward W. Soja
Por definición, el paisaje posee una identidad que está sustentada en una constitución
reconocible, límites, y una relación con otros paisajes, para constituir un sistema
general. Su estructura y función están determinadas por formas integrantes,
dependientes.
. La morfología reposa sobre los siguientes postulados: 1) que existe una unidad de
calidad orgánica o cuasi orgánica, esto es, una estructura para la que ciertos
componentes son necesarios, siendo estos componentes elementos a los que se llama
‘formas’ en este documento; que la similitud de forma en diferentes estructuras es
reconocida debido a su equivalencia funcional, llamándose en este caso a las formas
‘homólogas’; y 3) que las unidades estructurales pueden ser ubicadas en series,
especialmente en secuencias de desarrollo que van desde lo incipiente hasta la etapa
final o completa.