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SOJA, Edward W. Postmetropolis. Critical Studies of cities and regions.

Oxford,
Blackwell, 2001. [ISBN: 1-55718-000-3]

Eduardo Riol Carvajal


Estudiante de Doctorado en Geografía Humana
Universidad de Barcelona

Palabras clave: evolución urbana, teorías sobre el espacio urbano, geografía


posmoderna

Key words: urban evolution, urban space theories, posmodern geography

Edward W. Soja es profesor de Planificación Urbana en la Universidad de California


(UCLA). Pertenece a una Escuela que se ha formado en las últimas décadas en la costa
oeste de los EE.UU. y que presta una gran atención a la espacialidad de las relaciones
sociales. El autor ha escrito sobre geografía urbana, planificación regional y sobre las
relaciones entre las teorías sociales y espaciales. Algunas de sus obras más destacadas
son Postmodern Geographies (1989) y Thirdspace (1996). Además ha colaborado en
libros The urbanization of Injustice (1996) o Human Geography today (1999). Además
ha publicado artículos en revistas como Society and Space, Postmodern cities and
spaces, o Annals of the Association of American Geographers.

Postmetrópolis,el libro que aquí se analiza, es su última y más celebrada obra. En ella,
el autor realiza una revisión histórica del desarrollo de las ciudades y propone diferentes
perspectivas desde las que entender la realidad de las grandes aglomeraciones urbanas
contemporáneas.

Evoluciones urbanas y teorías sobre el espacio

En la primera parte del libro, Remapping the Geohistory of Space, el autor se refiere a
las revoluciones urbanas que se han producido en la historia de la humanidad y al origen
y desarrollo de las teorías sobre el espacio urbano. Soja otorga un papel esencial en el
desarrollo de las ciudades al sinecismo, término de origen griego, que define como la
dinámica, el estímulo de la aglomeración urbana, una fuerza inherente al crecimiento de
las ciudades o en sus propias palabras, "una parte vital del ADN del urbanismo" (p.17).

Sitúa la primera revolución urbana en el Neolítico, época en la que aparecen los


primeros núcleos genuinamente urbanos, tales como Çatal Hüyük. De la segunda
revolución, que tendría lugar entre el quinto y el tercer milenio a. C., destaca el
establecimiento de la reproducción social (roles sociales hereditarios) y la creación de
una estructura institucional que mantendría la continuidad política, económica y cultural
del orden establecido. Por último, la revolución industrial del siglo XVIII
desencadenaría la tercera revolución urbana, cuyos efectos se extienden hasta hoy.

El autor se refiere a los primeros estudios urbanos, realizados por las Escuelas de
Manchester y Chicago y a la evolución de dichos estudios en el siglo XX. Destaca la
aparición de la crisis urbana de los años 1960 como desencadenante de un profundo
replanteamiento de las teorías acerca de la ciudad, que daría lugar a una nueva escuela
neo-marxista. Así, las obras de Henri Lefevbre, Manuel Castells y David Harvey, cuya
influencia se extiende hasta hoy, llamarían la atención nuevamente sobre las
desigualdades socio-económicas que el capitalismo crea en la ciudad.

Soja relaciona las fases macroeconómicas de crisis y expansión con la evolución


urbana, utilizando como objeto empírico de estudio la ciudad de Los Ángeles. Estima
que la dinámica de desarrollo de esta urbe se corresponde con las diferentes coyunturas
macroeconómicas de crisis y expansión de los últimos dos siglos. Además plantea la
hipótesis de que el modelo clásico de evolución económica (que según él sigue las fases
de expansión, crisis, reestructuración generada por la crisis y de nuevo expansión) está
mutando en un nuevo y desconocido ciclo: desde la crisis energética de los 1970, las
ciudades y la economía atraviesan una etapa de rápidas y continuas reestructuraciones y
adaptaciones sin conseguir asentarse en un nuevo ciclo de expansión. Es lo que
denomina "crisis generada por la reestructuración". En la segunda parte del libro, Six
discourses on the Postmetropolis, tratará de comprobar si esto es cierto a partir del
análisis de varias teorías sobre la ciudad.

Examina primero los últimos análisis sobre el urbanismo industrial, que pretenden
entender la lógica geográfica y la anatomía resultante del capitalismo urbano industrial
y su tendencia a producir y reproducir un desarrollo geográfico desigual. Estas
corrientes destacan la dramática reestructuración industrial del último tercio del siglo
XX, que ha dado lugar a la caída de la producción manufacturera, a una fragmentación
del proceso de trabajo y a unas estrategias de abaratamiento o de flexibilidad de la
producción. Estos cambios han tenido como consecuencia la disminución de la clase
media, la aparición de la llamada infraclase dependiente de la Sociedad del Bienestar.

En el capítulo titulado Cosmopolis, el geógrafo se refiere al crecimiento de las ciudades


en un sistema global y los efectos de la globalización sobre la cultura, la sociedad, la
economía y el capitalismo. Considera que la globalización no sería algo nuevo en sí
mismo, sino la intensificación de su desarrollo, que viene produciéndose desde hace
siglos. Para Soja, hemos entrado en una era de capitalismo global, marcada por una
nueva división del empleo en la que la producción industrial se ha distribuido por el
mundo más que nunca antes. Estos fenómenos están favoreciendo la descentralización
de poder, lo que está otorgando mayor capacidad de autogestión a las ciudades y las
regiones. En el plano académico y social, la globalización estaría sirviendo para
repensar y redefinir los fundamentos de la democracia y la ciudadanía en el mundo. En
este mismo capítulo el autor habla de la reconstrucción del significado social de los
flujos basándose en Manuel Castells, el autor que mejor ha estudiado los efectos de la
globalización en las ciudades y para el que se está desarrollando una sociedad
informacional y un espacio de flujos frente a un espacio de lugares. También alude a
Saskia Sassen, quien afirma que la sociedad postindustrial está dando lugar a Ciudades
Duales en la que frente a la economía urbana global aparece otra informal, integrada por
una infraclase.

En los capítulos dedicados a la Exopolis y Fractal City Soja interpreta primero los
efectos concretos de los nuevos proceso de urbanización en el espacio metropolitano
que han surgido de la globalización. Después se refiere a la reforma del orden social
urbano y a los nuevos patrones de estratificación social y desigualdad económica y
social.
Los recientes desarrollos teóricos coinciden en que la era de la metrópolis moderna se
ha acabado. Esto no significa decir que la ciudad moderna ha desaparecido, sino que ha
mutado en una nueva forma urbana. Durante los último 30 años el crecimiento de las
áreas suburbanas ha descentrado y recentrado en otros lugares el paisaje urbano,
produciendo una fragmentación y reorganización de las relaciones sociales, además del
empobrecimiento de la clase media. Son éstos procesos nuevos que sólo ahora
comenzamos a comprender.

La diversificación de los problemas ha hecho que sea difícil movilizar a la sociedad de


forma conjunta. Las políticas pro-igualdad, definidas sobre todo por el status
socioeconómico, están dando paso a políticas culturales específicas donde la intención
no es sólo reducir las desigualdades sino también redefinir y desenmascarar en una
escala mucho más grande el papel del poder y el status como formas de fomentar la
explotación, la dominación cultural y la opresión individual, y tratar de defender la
identidad, la representación, las diferencias y la toma de control sobre el espacio
geográfico de los individuos.

Los siguientes dos capítulos, Fortress City y Simcities se centran en las particularidades
de la vida cotidiana en la postmetrópolis, explorando los cambios institucionales y
comportamentales que están reorganizando el modo social y espacial de regulación
urbano.

En el primero, dedicado a la "Ciudad Fortaleza", Soja habla de la intensificación del


control social y espacial, que se ha conseguido a través de nuevos desarrollos en la
privatización, la política y la planificación del espacio urbano. Cita a Mike Davis, quien
llama la atención sobre el desarrollo de una ecología del miedo y de Ciudades
Carcelarias, áreas que cierran sus espacios frente a los peligros de la vida diaria.

En el discurso sobre las "Ciudades Simuladas" el geógrafo habla de la doble


reestructuración del imaginario y de la conciencia urbana. Las fuerzas económicas y
globalizadoras han reconfigurado nuestro imaginario socio-espacial de la ciudad. Nunca
antes se había vivido en un espacio global tan instantáneo, donde la comunicación es
más permeable y abierta. Hemos entrado en un hiperespacio global de ciudades
invisibles, un urbanismo postmoderno de redes de comunicaciones y mundos virtuales
creados por ordenador. Según Umberto Eco estamos cada vez más inmersos en un mar
de realidades-ficción. La política internacional, las campañas políticas, las guerras, se
dirigen más que nunca al imaginario público y privado mediante impresiones de lo que
está ocurriendo frente al conocimiento real. Jean Baudrillard ha llamado la atención
sobre el reemplazamiento acumulativo del mundo real por sus representaciones o
imágenes simuladas. Aunque Soja critica una cierta exageración por parte del sociólogo
francés, concluye que se necesitan unas políticas radicales progresistas que permitan
desarrollar estrategias que vayan más allá de la desmitificación y desenmascaramiento
del capitalismo neoliberal para confrontarse más abiertamente con él y subvertir los
valores más nocivos de la postmodernidad.

Finaliza el autor esta parte del libro afirmando que la postmetrópolis actual no es una
utopía ni una antiutopía, sino una fuerte dosis de las dos. Las ciudades muestran las más
grandes realizaciones del ser humano y también su parte más destructiva, aunque aún
queda espacio para la esperanza.
En la tercera parte del libro Soja, LA 1992, Overture to a Conclusión, se refiere a las
violentas revueltas raciales que se produjeron en Los Ángeles en la primavera de 1992 y
la posterior explosión de violencia y protesta urbana. Como el fin de entender
enteramente el espacio vivido, la relación entre lo real y lo subjetivo, recoge multitud de
expresiones personales sobre lo que allí ocurrió, atendiendo a las voces de los
ciudadanos, los periodistas, los pensadores y los expertos.

Intenta llegar a conclusiones sobre dos aspectos principales. La primera se refiere al


argumento central de todo el libro, es decir, que la transformación postmetropolitana ha
promovido el paso de una reestructuración producida por la crisis a una crisis producida
por la reestructuración. Tomando de nuevo el ejemplo de Los Ángeles, Soja considera
que los procesos socio-espaciales que han tenido lugar en la ciudad californiana desde
1992 -con el desbordamiento de los nuevos procesos de urbanización, la flexibilidad y
la heterogénea globalización del capital, trabajo y cultura, así como la dualización
laboral y espacial- sólo podrían explicarse entendiendo que lo que está ocurriendo es un
proceso de crisis generada por la reestructuración económica.

La segunda conclusión se centra en el reciente desarrollo de movimientos que pretenden


mayor justicia espacial y democracia regional. A partir de 1992 se desarrollaron en Los
Ángeles tres tipos de movimientos socio-políticos. El primero, muy generalizado,
abandonó cualquier esperanza en la economía y la política regional globalizada, y se
caracterizó en adelante por su la apatía política y el cinismo. El segundo, de menor
impacto, pero más violento, fue una reacción política que acuso a las minorías de todos
los problemas. Un tercer grupo de activistas se sintió, como el primero, abandonado,
pero en lugar de tener una reacción pesimista se dedicó a potenciar unas políticas no
violentas, locales y comunitarias más progresistas, y una red de resistencia crítica y
creativa. El autor concluye su libro afirmando que es la conciencia espacial unida a una
mayor sensibilidad sobre los cruces culturales, transnacionales y asuntos de género, lo
que distingue estos nuevos grupos de sus antecesores. Y estima que aunque se hallan
todavía en un estadio embrionario, son la mayor esperanza para el progresismo. Será
importante observar el sinecismo de Los Ángeles a medida que nos adentremos en el
siglo XXI.

La historia urbana en tres revoluciones

El libro de Edward W. Soja constituye una importante aportación de la geografía


norteamericana al panorama de los estudios urbanos de principios del siglo XXI. Con
esta obra, el autor realiza un apasionante análisis de la ciudad como espacio central del
desarrollo económico, político social y cultural de la historia, el lugar de donde emanan
los mayores logros y también las peores pesadillas del ser humano como animal social.
Pero su logro no es únicamente éste. Con su análisis de la metrópolis contemporánea
Soja desarrolla una teoría urbana postmoderna que describe desde múltiples ángulos las
vicisitudes por las que atraviesa la ciudad en un mundo globalizado.

El libro dispone de una prosa ágil y dinámica, que varía su tono de severidad y crítica
constantemente, dejando lugar para la ironía, el humor e incluso la complicidad con el
lector, sin perder por eso un ápice de solidez. Lleno de referencias a fenómenos
culturales populares, desde la música al cine, su lectura en inglés, a falta de una edición
española, se hace de forma fluida, rápida y entretenida.
El autor realiza una brillante síntesis de la historia urbana enfocándola a partir de tres
revoluciones que permiten comprender las causas que dieron lugar a los nuevos estadios
de desarrollo urbano y los desarrollos económico, político y culturales consiguientes.

Frente a otras teorías que inciden en la economía o los hechos históricos, Soja otorga a
la ciudad y al espacio un papel central como motores del desarrollo urbano. Y lo hace
con una convicción arrolladora (resulta fascinante el apartado dedicado a los
descubrimientos de James Melaart en Çatal Hüyük, donde el autor recoge la
argumentación de una primera revolución urbana, apoyado en las teorías de Jane
Jacobs). En este sentido, el desarrollo de la agricultura en la primera revolución, la
Ciudad-Estado, las clases y las relaciones de poder en la segunda, y del capitalismo
industrial en la tercera, serían procesos intrínsecamente urbanos y asociados a esa fuerza
motriz e inherente al propio espacio urbano a la que llama el sinecismo. Esta dinámica
continúa actuando en la postmetrópolis a través de sinergias constructivas y destructoras
del espacio urbano. Soja parece otorgarle al sinecismo las cualidades de un
macroorganismo vivo, con lo que la ciudad se convierte en un ente que evoluciona a
partir de la interacción de los seres humanos que la habitan. De alguna forma, esta
concepción del espacio social no estaría muy alejada de la Escuela de Chicago y su
concepción de la ciudad como un organismo vivo. Eso sí, a diferencia de los primeros
miembros de esta escuela, Soja es consciente de que el espacio es producto de la acción
social, de una multiplicidad de factores en constante interacción.

En el libro se realiza una densa pero bien resuelta introducción a la edad contemporánea
al entrelazar el desarrollo de la modernidad, del capitalismo y de la ciudad industrial, así
como las primeras escuelas urbanas, para llegar a los desarrollos de los años 1960 y
1970 (Castells, Harvey, Lefevbre) que iniciarían una revolución en los estudios urbanos.

En la segunda parte del libro, con una perspectiva intermodal, el autor aborda en una
impecable síntesis, las aportaciones más recientes que las teorías geográfica y social han
realizado para explicar las transformaciones del espacio urbano en las últimas décadas.
Con gran acierto no se refiere sólo a las teorías del urbanismo industrial, la geopolítica
económica o la geografía radical, sino que incluye en su análisis los últimos desarrollos
de la sociología, economía y los estudios culturales. Da lugar así a un debate más
abierto y caracterizado por la diversidad de opiniones sobre los procesos urbanos y el
desarrollo de la sociedad contemporánea.

Igualmente expresa las diferencias que han surgido en las últimas décadas entre las
principales escuelas urbanas de EE.UU., situadas en Nueva York, Chicago y Los
Ángeles. En este sentido, realiza una crítica generalizada a la sociología urbana,
especialmente a la escuela de Nueva York, por dejar de lado la concepción espacial de
los problemas urbanos (p.274).

A pesar de las referencias a geógrafos y sociólogos europeos, Soja aborda el proceso de


transformación de la postmetrópolis desde una perspectiva esencialmente anglosajona y
referida al espacio urbano norteamericano. El autor realiza una impecable descripción
del modelo de ciudad estadounidense, que aplica con pulcritud a Los Ángeles. La
globalización y el neoliberalismo están afectando a todas las grandes metrópolis del
mundo, pero parece que es precisamente en su país donde los cambios están
produciendo mayores efectos sobre el espacio social.
Problemas como el crecimiento de la pobreza, la segregación espacial o la conversión
de la ciudad en una fortaleza son acuciantes en Europa, pero distan de llegar a los
extremos de Los Ángeles. Sin embargo, salvando las distancias, deberían servirnos de
advertencia. No debemos olvidar las revueltas sociales que en la pasada década tuvieron
lugar en Londres, París o Berlín. Las desigualdades económicas socio-espaciales, las
políticas orientadas hacia el odio y el racismo, el desconocimiento del vecino, la
ignorancia de los problemas constituyen, también en las ciudades europeas, focos de
tensión potencialmente explosivos que seguramente darán mucho que hablar en tiempos
próximos. En este sentido deberíamos tomar conciencia de lo que ha ocurrido en
ciudades como Los Ángeles y Nueva York como laboratorios avanzados de los peligros
y oportunidades de una globalización imparable.

Con un lenguaje abierto a neologismos y nuevas expresiones, el autor se hace


depositario de los últimos términos que se han creado para entender los procesos de
reestructuración urbana, como flexibilidad y glocalización. Ambos vienen a entrelazar
las dinámicas económicas, comportamentales y de poder que están configurando un
paisaje diferente del espacio y la sociedad. En este sentido cabe destacar también la
constante advertencia sobre los problemas que implican las prácticas neoliberales.
Mediante una detallado análisis de la geografía social de Los Ángeles, Soja nos explica
la amoralidad arrolladora de los flujos de capitales y las grandes corporaciones
empresariales. Resultan inquietantes los análisis como los que ha realizado Michael
Storper sobre la Era de la Flexibilidad y los que se refieren a la sociedad de flujos
descrita por Manuel Castells. Deben encontrarse formas de resistir e invertir estos
procesos.

El autor reclama unas políticas y un pensamiento progresistas pero da la impresión de


haber perdido la confianza en ellos. Piensa que si llegan lo harán a través de nuevos
movimientos sociales y de nuevas aportaciones teóricas, algo que se vislumbra en sus
conclusiones. Esto plantea un debate importante. Tal como Soja percibe, es evidente la
pérdida de voz y rumbo de la izquierda, subsumida bajo la fuerza arrolladora del
neoliberalismo. A través de numerosos ejemplos (p.256-258, 296, 411), muestra como
en el Gran Los Ángeles son los micro-movimientos los que están realizando avances
significativos en favor de la integración social, la recuperación del poder espacial o las
luchas sindicales.

Cabe preguntarse por qué, ante las evidentes muestras de empobrecimiento de la clase
media norteamericana, el crecimiento de la violencia o la precarización de las políticas
sociales, Estados Unidos continúa tan escorado hacia la derecha. Una visión difícil de
entender desde Europa. Quizás el poder de los medios y el efecto de la hiperrealidad
sean más fuertes de lo que en Europa acertamos a ver, ¡eso a pesar de que en la Unión
Europea los gobiernos de derecha son ya doce de un total de quince!. Como señala el
autor, el sueño de purificación blanca, las políticas destructoras del Estado del Bienestar
de presidentes como Reagan, los razonamientos que acusan a los inmigrantes contribuir
a rebajar los sueldos al acceder a los trabajos peor pagados (p. 269), han contribuido a
mantener encendida la chispa del odio y el desconocimiento. Y esto parece ser cierto a
pesar de que algunos autores como Joel Garreau afirmen que la etnicidad no influye ya
en los niveles de bienestar.

Esto me remite a Simcities, el capítulo donde Soja aborda la forma en la que las nuevas
tecnologías han redefinido el imaginario urbano y social. Resulta fascinante por lo que
tiene de denuncia contra los poderes económico y político de los EE.UU. Soja realiza
aquí (p. 345-348) la que quizás sea su crítica más demoledora de todo el libro. Acusa a
los últimos presidentes de haber creado una metanarrativa que ha conseguido convencer
al país de una realidad completamente distinta, jugando con el imaginario público.
Asusta tal ingenuidad en un país poblado por 280 millones de personas, abocado al
consumo desmedido de medios televisivos, como muestra, entre otros, el análisis que
Baudrillard ha realizado sobre el tratamiento que los medios dieron a la Guerra del
Golfo, (p. 328).

Cabe pensar en el efecto que los atentados del 11-S han tenido en la sociedad
norteamericana. Como muchos análisis aparecidos en diversos periódicos indican, estos
gravísimos incidentes han reforzado la conciencia patriótica estadounidense en torno al
american way of life y los valores de la democracia. El presidente Bush, convierte en
enemigos de su país a todos los que discrepan de sus políticas, contribuyendo a la
ignorancia y el desinterés por comprender otros modos de vida y otras visiones del
mundo. A nivel urbano, esto seguramente provoque el que las ciudades continúen
convirtiéndose en "urbes fortificadas", si cabe en mayor medida.

En definitiva, la ceguera de los ciudadanos, la pérdida de rumbo de la izquierda, el


creciente poder de las organizaciones y corporaciones económicas y el hecho de que la
democracia representativa se venda estratégicamente a través de imágenes y populismo,
indican la necesidad de respuestas sociales contundentes y creativas.

El autor hace un seguimiento de la contracción de la clase media en las ciudades, un


hecho sobre el que se debe llamar la atención no sólo en el sentido económico sino
también espacial. Como señala, los costes de la relocalización industrial no sólo se
miden en pérdidas de poder adquisitivo, crecimiento de la economía informal y
precarización de las condiciones laborales, sino también en costes psicológicos. Así, las
descripciones de ciertos suburbios externos del Gran Los Ángeles dan idea de los
problemas que implica para el ciudadano medio el desplazamiento a los lugares de
trabajo, la falta de servicios sociales y el empobrecimiento de unas zonas anteriormente
prósperas.

También llama la atención sobre el poder de los agentes del suelo en el espacio urbano.
La especulación y la búsqueda de recursos más baratos se realizan en pro de la
maximización de beneficios. Los habitantes quedan entonces a la merced de las
decisiones económicas. También aquí hay necesidad de gobiernos locales fuertes y con
recursos que puedan contribuir a una distribución y gestión más equitativa del espacio y
evitar que ciertas zonas se conviertan en nuevos ghettos, a la vez que eviten operaciones
abusivas sobre el suelo urbano.

En la ciudad norteamericana, los malls o centros comerciales se han convertido en un


elemento central del sistema policéntrico de suburbios y ciudades metropolitanas,
adquiriendo una entidad multivalente: desde templo sagrado del consumismo a zona
social de encuentro. Resulta significativa la concepción que Mike Davis ofrece de estos
lugares, áreas vigiladas para los buenos ciudadanos, aquellos que no están en la calle
sino en sus áreas privadas de consumo.

Afortunadamente, la ciudad europea dispone de una mayor tradición del espacio


público, y se han llevado a cabo significativas políticas que promueven la recuperación
de los cascos históricos y la regeneración de los espacios de convivencia. Pero no se
puede negar el crecimiento de la influencia cultural de los Estados Unidos con relación
al uso de los centros comerciales como espacios de ocio y de encuentro, lo que se
demuestra en la afluencia masiva de público con la que cuentan estos espacios los fines
de semana.

El historicismo se convierte en excusa para grandes operaciones inmobiliarias y de


márketing que no hacen sino vender imaginarios, metanarrativas de la realidad
condensadas en unos cuantos de miles de metros cuadrados, que se ponen al servicio del
consumidor para su uso y disfrute. Como afirma Soja en referencia al desarrollo de las
New Towns (p. 248-250), en Estados Unidos, siempre a la cabeza de la invención
creativa, ya han surgido comunidades construidas en forma de villas que recuerdan la
España de Cervantes, o la Grecia clásica. Incluso hay una concebida por y para padres
que preparan a sus hijos para participar en los Juegos Olímpicos.

Soja realiza una crítica similar de los parques temáticos. Mediante la recreación de unos
espacios socio-culturales diferentes, podemos acceder a realidades hipotéticamente
distintas. Pero cuando se ha elegido el destino, las posibilidades de elección
desaparecen. Son entonces mundos virtuales acotados por sus productores.

El llamado desarrollo postfordista del espacio continúa promoviendo la segregación


social y espacial y el crecimiento del espacio privado. La definición de archipiélago
carcelario que Soja utiliza para Los Ángeles definiría entonces el tipo de entorno en el
que se está convirtiendo la ciudad: una multitud de espacios privados y vigilados
interconectados por autopistas y carreteras. Cabría preguntarse si las ciudades europeas
no están sufriendo el mismo proceso de "fortificación".

La suburbanización continúa creciendo desbocadamente. Este proceso, que se da


también en otras muchas grandes metrópolis del mundo (con casos alarmantes como los
de Buenos Aires, Ciudad de México, Lagos o Rio de Janeiro), alerta sobre la necesidad
de planes de desarrollo regional y gestión del territorio, como afirma Allen J. Scott.
También son imprescindibles planes más efectivamente respetuosos con el medio
ambiente. La calificación que otorga Mike Davis a Los Ángeles, ciudad caníbal, resulta
muy significativa. La destrucción del entorno natural de las ciudades, el abuso de los
recursos o la contaminación medioambiental son problemas que llevan décadas pasando
factura a las sociedades desarrolladas y subdesarrolladas. Sin embargo, las cumbres
sobre medio ambiente, como la de Kioto o Johannesburgo, no pasan, en la mayoría de
los casos de ser una declaración de buenas intenciones. ¿Hasta cuándo?

En otro orden de cosas y con respecto al desarrollo de la ciudad virtual, la aportación de


Christine Boyer (p. 339) sobre los peligros, pero también las posibilidades de Internet
como un nuevo medio de comunicación y difusión de ideas progresistas parecen
aleccionadoras. Curiosamente Soja no se refiere al crecimiento de los movimientos anti-
globalización, un fenómeno mayoritariamente urbano, aunque alude a otros
movimientos políticos y culturales. Implícitamente algunas de las definiciones que usa
para referirse a los nuevos movimientos sociales urbanos también podrían aplicarse a
aquellos.

Precisamente, en el capítulo sobre The Posfordist Industrial Metrópolis (pp. 195) Soja
indica que, con respecto a la globalización del empleo, se está formando "por primera
vez a escala y alcance global, un verdadero proletariado mundial, que permanece
fragmentado y difícil de organizar y no consciente de su potencial poder global".
¿Servirá Internet para conectarlos? La red (web) constituye, en efecto, un arma de doble
filo para el poder y su oposición, una posibilidad de comunicación inmediata y
universal impensable años atrás. Resultará muy interesante comprobar la evolución de
su dinámica en los próximos años y la forma en la que afectará a la postmetrópolis que
nos ha presentado el geógrafo norteamericano en este sugestivo libro.

Conclusión

A modo de conclusión, me parece muy importante señalar el énfasis sociopolítico que


Soja pone en la globalización. Ésta nos fuerza a repensar y redefinir los fundamentos de
la democracia en el mundo desde la ciudad. En el ámbito académico este hincapié está
sirviendo para que corrientes como la economía política y los estudios culturales,
además de otras muchas corrientes y disciplinas, debatan sobre temas tan importantes
como la expansión de la definición de ciudadanía, los derechos residenciales de la
ciudad, las políticas culturales de identidad y representación y el debate sobre la justicia
social, espacial y ambiental. A nivel social, para que de forma discreta pero imparable
crezcan los movimientos de protesta, las ONG, los grupos anti-globalización (en mi
opinión es todavía temprano para hablar de un verdadero movimiento) y otras
asociaciones que, en definitiva, replantean y discuten desde la acción y el debate, el
fenómeno globalizador y las fuerzas económicas y políticas que lo promueven.

de Edward W. Soja

Colección:map-21

Tema: Geografía. Urbanismo crítico. Metrópolis.Transformaciones urbanas.

Postmetrópolis

supone uno de los mayores desafíos teóricos realizados hasta el momento a fin de
comprender las transformaciones que están dando cuerpo a los mundos urbanos
contemporáneos. Sus análisis se deslizan sobre las principales líneas de mutación de la
vida urbana: la reordenación económica de las grandes metrópolis, las nuevas formas de
organización espacial de estas megaciudades, las dinámicas de polarización y
segregación social, la creciente complejidad cultural y étnica de los espacios urbanos, el
reforzamiento de los dispositivos de control y la infiltración de las realidades virtuales
en la vida cotidiana. Su objetivo sin embargo no se limita a cartografiar, con notable
precisión empírica, los artículos de esta nueva constitución metropolitana. Con una
perspectiva más ambiciosa, este libro pretende aportar también una amplia revisión de
las aproximaciones y enfoques aplicados a los estudios sociales. Un trabajo de
valoración y selección crítica que consigue extraer lo que todavía hay de vivo y de
actual en el pensamiento crítico espacial. Al fin y al cabo, la pregunta que orienta esta
investigación sigue siendo la siguiente: ¿qué tipo de conocimiento es el más eficaz a la
hora de afrontar una política a la altura de esta gran transformación urbana?

Edward W. Soja

es profesor de la Universidad de California y de la London School of Economics. Su


trabajo se ha dirigido principalmente a reconocer la radical novedad de las formas de
habitar y experimentar el espacio en las grandes urbes contemporáneas. Estos cambios
exigen, a su entender, una revisión igualmente radical de las herramientas y los
conceptos geográficos que acabe por otorgar una nueva centralidad a la «dimensión
espacial» en el framework de los estudios sociales. E. Soja es además la figura más
relevante de lo que se ha dado en llamar la escuela de estudios urbanos críticos de Los
Ángeles. Sus principales obras son Postmodern Geographies (1989) y Thirdspace
(1996), trilogía completada con el presente volumen.

Por definición, el paisaje posee una identidad que está sustentada en una constitución
reconocible, límites, y una relación con otros paisajes, para constituir un sistema
general. Su estructura y función están determinadas por formas integrantes,
dependientes.

. La morfología reposa sobre los siguientes postulados: 1) que existe una unidad de
calidad orgánica o cuasi orgánica, esto es, una estructura para la que ciertos
componentes son necesarios, siendo estos componentes elementos a los que se llama
‘formas’ en este documento; que la similitud de forma en diferentes estructuras es
reconocida debido a su equivalencia funcional, llamándose en este caso a las formas
‘homólogas’; y 3) que las unidades estructurales pueden ser ubicadas en series,
especialmente en secuencias de desarrollo que van desde lo incipiente hasta la etapa
final o completa.

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