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Ruy Mauro Marini Dialéctica de la dependencia Serie popular Era Primera edicion: 1973 Segunda edicign: 1974 ‘Tercera: edicién: 1977 Cuaria etic Quinta edie BRO Baie es Era, S.A. Avena 102, Mexico 13, D. F. inpreso y"hetho en México Printed ad Made tn Mevieo OR Di 1 2, a 4. 5 6. ialéetica de la dependencia, 9 La integracion al mercado mundial, 16 El secreto del intercambio desigual, 24 La superexplotacién del trabajo, 38 . El ciclo del capital en la economia dependiente, 49 El proceso de industrializacién, 55 ). El nuevo anillo de la espiral, 66 En torno a Dialéctica de la dependencia, 79 1. Dos momentos en la economia a internacional, 86 EI desarrollo capitalista_y la superexplotaci6n del trabajo, 91 [...] el comercio exterior, cuando se limita a feponer los elementos (también en cuanto a su valor), no hace mas que desplazar las contra- dieciones a una esfera mds extensa, abriendo ante ellas un campo mayor de accidn, Marx, £1 Capital, t- 11 ‘Acolerar la acumulacién mediante un desarro- Ilo superior de la capacidad productiva del tra- bajo y acelerarla a través de una mayor explo- tacién del trabgjador, son dos procedimientos totalmente distintos. Marx, ET Capital, 1 Win sus andlisis de la dependencia latinoamericana, Jog investigadores marxistas han incurrido, por lo joneral, en dos tipos de desviaciones: la sustitu- on del hecho conereto por el concepto abstrac- 10, 0 la adulteracién del concepto en nombre de luna realidad rebelde a aceptarlo en su formula- win pura. En el primer caso, el resultado han sido los estudios marxistas llamados ortodoxos, en los cuales 1a dindmica de los procesos estudia- dos se vierte en una formalizacién que es incapaz de reconstruirla a nivel de ta exposicién, y en los que la relacién entre lo concreto y lo abstracto se rompe, para dar lugar a descripciones empiricas que corren paralelamente al discurso teérico, sin fundirse con él; esto se ha dado, sobre todo, en el campo de la historia econémica. El segundo tipo de desviaci6n ha sido més frecuente en el campo de la sociologia, en el que, ante la dificultad de adecuar a una realidad categorfas que no han sido disefiadas especificamente para ella, Ios estudiosos de formacién marxista recurren simultineamente a otros enfoques metodologicos y tedricos; la consecuencia necesaria de este procedimiento es el eclecticismo, 1a falta de rigor conceptual y me- todolégico, y un pretendido enriquecimiento de! 13 marxismo, que es mds bien su negacién. Estas desviaciones nacen de una dificultad real: frente al parémetro del modo de produccién capi- talista puro, la economia latinoamericana presenta peculiaridades, que se dan a veces como insufi- ciencias y otras —no siempre distinguibles fécil- mente de las primeras~ como deformaciones. No es por tanto accidental 1a recurrencia en los estu- dios sobre América Latina de Ia nocién de “pre- capitalismo”. Lo que habrfa que decir es que, aun cuando se trate realmente de un desarrollo insufi- ciente de las relaciones capitalistas, esa nocién se refiere a aspectos de una realidad que, por su es- tructura global y su funcionamiento, no podré nunca desarrollarse de la misma forma como se han desarrollado las economias capitalistas Hama- das avanzadas, Es por lo que, mas que un preca- pitalismo, 1 que se tiene es un capitalismo sui generis, que s6lo cobra sentido si lo contempla- mos en la perspectiva del sistema en su conjunto, tanto a nivel nacional como, y principalmente, a nivel internacional. Esto es verdad sobre todo cuando nos referi- mos al modemo capitalismo industrial latinoame- ricano, tal como se ha conformado en las dos dl. timas décadas. Pero, en su aspecto més general, la proposicién es vélida también para el period inmediatamente precedente y aun para la etapa de la economfa exportadora, Es obvio que, en el 14 tiltimo caso, la insuficiencia prevalece todavia so- bre la distorsion, pero si queremos entender como una se convirtié en la otra es ala luz de ésta que debemos estudiar aquélla, En otros términos, es el conocimiento de la forma particular que acabé por adoptar el capitalismo dependiente latinoame- ricano 10 que ilumina el estudio de su gestacién y permite conocer analiticamente las tendencias que desembocaron en este resultado, Pero, aquf, como siempre, la verdad tiene un doble sentido: si es cierto que el estudio de las formas sociales més desarrolladas arroja luz sobre as formas més embrionarias (0, para decirlo con Marx, “la anatomia del hombre es una clave para la anatomfa del mono”),! también es cierto que el desarrollo todavia insuficiente de una sociedad Al resaltar un elemento simple, hace mds com- prensible su forma més compleja, que integra y subordina dicho elemento. Como lo sefiala Marx: [...] Ia categoria més simple puede expresar las relaciones dominantes de un todo no desa- rollado o las telaciones subordinadas de un to- do més desarrollado, relaciones que existian ya histricamente antes de que el todo se desarro- Hara en el sentido expresado por una categoria Ins concreta, S6lo entonces el camino del pen- " Introduccion general a la critica de la economia politica! WWS7 Uruguay, Ea. Carabella, sip. 44 15 cional. Colonia productora de metales preciosos y géneros exéticos, en un principio contribuyé al aumento del flujo de mercancfas y a la expansién de los medios de pago, que, al tiempo que permi- tian el desarrollo del capital comercial y bancario en Europa, apuntalaron el sistema manufacturero europeo y allanaron el camino a la creacién de la gran industria. La revolucién industrial, que dara inicio a ésta, corresponde en América Latina a la independencia politica que, conquistada en las primeras décadas del siglo XIX, hard surgir, con base en la nervadura demogréfica y administrativa tejida durante la colonia, a un conjunto de pafses que entran a gravitar en torno a Inglaterra. Los flujos de mercancfas y, posteriormente, de capita- les, tienen en ésta su punto de entroncamiento: gnorandose los unos a los otros, los nuevos pai- ses se articularén directamente con la metropoli inglesa y, en funcién de los requerimientos de és- (a, entrarén a producir y a exportar bienes prima- de manufacturas de consumo y cuando la exportacién supera sus importacio- 1. La integracién al mercado mundial hes de deudas.? samiento abstracto, que se eleva de lo simple a lo complejo, podria corresponder al proceso hist6rico real.? En la identificacion de estos elementos, las cate- gorias marxistas deben aplicarse, pues, a Ia reali- dad como instrumentos de andlisis y anticipaci nes de su desarrollo ulterior. Por otra parte, esas categorias no pueden reemplazar 0 mixtificar los fenémenos a que se aplican; es por ello que el andlisis tiene que ponderarlas, sin que esto impli- que en ningin caso romper con el hilo del razo- namiento marxista, injertandole cuerpos que le son extrafios y que no pueden, por tanto, ser asi milados por él. El rigor conceptual y metodol6- gico: a esto se reduce en tltima instancia la orto- doxia marxista. Cualquier limitacién al proceso de Investigacion que de alli se derive no tiene ya nada que ver con la ortodoxia, sino tan s6lo con, el dogmatismo. Flos, a caml Hasta la mitad del siglo XIX, las exportaciones mericanas se encuentran estancadas y Ia balanza_ come hoamericana es deficitria; los pristamos extranjeros se destinan a Wsichtar la expacidad de importacion. Al aumentar las exportacio- Wis, y- sobre todo a partir del momento en que el comercio (orior eomisnza a arrojar saldos positivos, el papel de Ja deuda floma pasa a ser el do tansferit hacia la metrdpoli parle del fewwedente obtenigo en América Latina. El caw de Brasil es Forjada al calor de la expansién comercial pro- movida, en el siglo XVI, por el capitalismo na- ciente, América Latina se desarrolla en estrecha consonancia con la dinémica del capital intema- 2 wid, p. a. 17 16 mente. Esto se explica si consideramos que no es sino con el surgimiento de la gran industria que se establece en bases s6lidas ta division inter nacional del trabajo.® La creacién de la gran industria moderna se ha- bria visto fuertemente obstaculizada si no hubiera contado con los paises dependientes, y debido realizarse sobre una base estrictamente nacional. En efecto, el desarrollo industrial supone una gran disponibilidad de bienes agricolas, que per- mita la especializacién de parte de la sociedad en la actividad especificamente industrial.” En el ca- so de la industrializacién europea, el recurso a lay simple produccién agricola interna hubiera frena- do la extremada especializacion productiva que la 7 tn un trabajo que minimize enormement Ia importancia d ‘mezeado mundial para el desarrollo del capitalismo, Paul Bairoch obs 4 “La gran industria a creado of mercado mundial ya prepay 4o por el Uesubsimlento de Amésca" Manfeso del Pate Co ‘musa. en Marx y nyse, Obras escoride, 1p. 21, CL. amb FA Capit tt, exp. XSL, 5, p. 856, nota, ediiSn del Fondo dl Cultea Heondinicn, Advertimor aquf que hemos procurado tt fas cas Ge AY Caplit sexta eden, pera Tacit al ecior subi Snr in embargo, por inconvenintes devivados sea de fa ind elim, tea de Tas ediciones en que ella sy prefetimos en ca tos aos, tesurrir texto invludo en la obras de Mark que ‘dsm tala responsblidad de Maximilien Rubel (Paris, NR fo) e tales cas, damos tambien iar rencia que cortsponde # i edcion FOE 9%], ,.] Una productivdad del eabajo ariota que reba I necesididcy ndiriduales del obero canatitye Ta base de toda ‘dad yy sobre todo, la Bae do la produccien capitalist, tac Separa a una parte cadaver mayor d® fe sociedad dela preducsi ‘EPmediow dectos de suitors Ia conver como dice St tri en pee heads on hombres dons pars Ta expiotacion dl tras eaters” AY Cap, I, XLVI, p- 728. 20 gran industria hacfa posible. El fuerte incremento de la clase obrera industrial y, en general, de la poblacién urbana ocupada en la industria y en los servicios, que se verifica en los pafses industriales en el siglo pasado, no hubiera podido tener lugar si éstos no hubieran contado con los medios de subsistencia de origen agropecuario, proporciona- dos en forma considerable por los paises latino- americanos. Esto fue lo que permitié profundizar la division del trabajo y especializar a los paises industriales como productores mundiales de ma- nufacturas. Pero no se redujo a esto la funcién cumplida por América Latina en el desarrollo del capitalis- mo: a su capacidad para crear una oferta mundial urva que slo “a partic de 1840-1850 comienza Ia verdadera ex- Dnsion del comercio exterior [de tnglaterral; desde 1860, ls ex- Wovtaciones representan el 14% del ingreso nacional, y no es on loners sino el comienzo de una evolucion nacional que aeancar su Inisimo en los aos que preceden a Ta guerra de 1914-1918, cuas- tp lis exportaciones aleanzaron aliededor del 40% del ingreso na thal KI comienzo de esa expansion marca una moditieacion de In estructura de las actividades inglesas, como vimos ene! capitulo Me In agricuttura: a partir de. 1840-1850 Inglaterra empecar a de- Veer cada ver. mas det extranjero para au subsstencia": Revol Wn indstal yy tubdesarolfo. Ba. Silo XXL, México, 1967, p. 2. Cuando s¢ trata de Is inserciém de Amética Latina en la coo- onda capitaiste ‘mundial, es a Inglaterra que hay que tofense, th aquelos casos (como el dela exportacion chile de cores W Fstados Unidos) em Tos que la relucion no es dices, Es por ue las estadisteas menclonadas eaplican la constaticion Isioviador, en ef sentido de que “en east todas partes (do Tos nivees de comercio intemacional de {890 n0 ido a los de 1828" (Tulio Halperin Donshi, Histor IW tontenporinea de América Latina Alianza Faitorial, Madea, Wid,» 188, 21 de alimentos, que aparece como condicion necesa- ria de su insercién en la econom{a internacional capitalista, se agregar pronto la de contribuir a la formacién de un mercado de materias primas in- dustriales, cuya importancia crece en funcién del mismo desarrollo industrial. El crecimiento de Ia clase trabajadora en los pafses centrales y la elevacién atin més notable de su productividad, que resultan del advenimiento de la gran indus- tria, Hevaron a que la masa de materias primas voleada al proceso de produccién aumentara en mayor proporcién."! Esta funcion, que Megaré més tarde a su plenitud, es también la que se re- yelarfa como la més duradera para América Lati- na, manteniendo toda su importancia aun después de que Ia division internacional del trabajo haya alcanzado un nuevo estadio. Lo que importa considerar aqui es que las fun- ciones que cumple América Latina en la econo- mia capitalista mundial trascienden la mera res- 10 is interesante observar que, leyado un cierto momento, la sq’ aaconet indoor. Skportarin sus captee 2 Amésea ating, pare aplceoe'a la predassiGn de matenas Paina) a 11". .J at eroe el capt variable, tiene que exter tamb in necesaite el septa constants, al sumentar de volumen le condiiones comnet de prodcoh, los efficiny, los homer, etog tienen también que sumentar,y mucho mis rpldamente due ll shina ccs a ett pee Cae 4353, mor~ qipnal Por fo domi, caslguior que la ark experimentada. por sol capital variable y por el elemento fijo el grado de explotacign o a productividad del itabajo. Cf. 1 Capital, 1, XXU,inciso 4. 22 puesta a los requerimientos fisicos inducidos por la acumulaci6n en los pafses industriales. Mas allé de facilitar el crecimiento cuantitativo de éstos, la participacién de América Latina en el mercado mundial contribuird a que el eje de la acumula- cin en la economia industrial se desplace de la produccién de plusvalia absoluta a la de plusvalfa relativa, es decir, que la acumulacién pase a de- pender mas del aumento de la capacidad produc- tiva del trabajo que simplemente de la explota- cin del trabajador. Sin embargo, el desarrollo de la producci6n latinoamericana, que permite a la region coadyuvar a este cambio cualitativo en los paises centrales, se dard fundamentalmente con base en una mayor explotaci6n del trabajador. Es este carécter contradictorio de la dependencia la- tinoamericana, que determina las relaciones de produccién en el conjunto del sistema capitalista, lo que debe retener nuestra atencion. hnen(os para la exportacin. Esto es sobre todo visible cusndo te prevencia de Estados Unidos en América Latina se acentia y” co: Inlenza a desplazar a Inglaterra. Si observamos la composcion fun ‘nal deleapital exiranjero existente en ta fegion, en les primenis ‘ivalas de este siglo, veremos que el de origen bitanico se concen: |i prioritariamente en las inversiones de cartea, principelmente va lowes piblicos y ferroviarlos, ls cuales ropreseniaban normalmente lies cuartas partes del total; mientras que Estados Unidos no destina ete tipo de operaciones sino una tercora parte de st inversion, y Jrlvilegian Ia aplicseién de fondos en la minerfa,en el petro y en Jn ngrcultura. Véase Paul R. Olson y C. Addison Hickman, Econo. ‘ma internacional tatinoamericana. Ea. Fondo de Cultura Eco- mica. México, 1945. cap. V. 23 2. El secreto del intercambio desigual La insercién de América Latina en la economfa capitalista responde a las exigencias que plantea en los paises industriales el paso a la produccién de plusvalia relativa. Esta se entiende como una forma de explotacién del trabajo asalariado que, fundamentalmente con base en la transformacion de las condiciones técnicas de produccién, resulta de la desvalorizacién real de la fuerza de trabajo. Sin ahondar en la cuestién, conviene hacer aqui algunas precisiones que se relacionan con nuestro tema En lo esencial, se trata de disipar la confusion’ que suele establecerse entre el concepto de plus valia relativa y el de productividad. En efecto, si bien constituye la condicién por excelencia de I plusvalfa relativa, una mayor capacidad produ tiva del trabajo no asegura de por sf un aument de Ia plusvalia relativa, Al aumentar la productive dad, el trabajador s6lo crea mas productos en mismo tiempo, pero no més valor; es justament este hecho el que lleva al capitalista individual procurar el aumento de productividad, ya aul ello le permite rebajar el valor individual de mercancfa, en relacién al valor que las condici nes generales de la producci6n le atribuyen, oblt niendo asf una plusvalia superior a la de sus co petidores —o sea, una plusvalia extraordinari 24 Ahora bien, esa plusvalfa extraordinaria altera el reparto general de la plusvalia entre los diversos capitalistas, al traducirse en ganancia extraordina- ria, pero no modifica el grado de explotacién del trabajo en la economia o en la rama considerada, es decir, no incide en la cuota de plusvalia. Si el procedimiento ténico que permitié el aumento de productividad se generaliza a las demas empre- sas, y por ende se uniforma la tasa de productivi- dad, ello no acarrea tampoco el aumento de la cuota de plusvalfa: se habré tan s6lo acrecentado la masa de productos, sin hacer variar su valor, 0 Jo que es lo mismo, et valor social de la unided de producto se reducirfa en términos proporcio- les al aumento de productividad del trabajo. La consecuencia seria, pues, no el incremento de la plusvalfa, sino més bien su disminuci6n. Esto se debe a que lo que determina la cuota We plusvalfa no es la productividad del trabajo en A, sino el grado de explotacién del trabajo, o sea, | relacién entre el tiempo de trabajo excedente {en el que el obrero produce plusvalia) y el tiem- po de trabajo necesario (en el que el obrero re- produce el valor de su fuerza de trabajo, esto es, ol equivalente de su salario).? $6lo la alteracion 12 trabajo debe [...] poseer_un clesto grado de producti vidid antes que pueda proloigarse mas alla del dempo necesario al idwtor para garantizar su subsistencia, pero no ¢s Jamis est Moductividad, euaiquiera que sea su grado, la causa de la plusvs Mielss causa es siempre el trabajo excedente, cualquiera que sea 25 de esa proporcién, en un sentido favorable al ca- Pitalista, es decir, mediante el aumento del traba- Jo excedente sobre el necesario, puede modificar la cuota de plusvalia, Para esto, la reduccion del valor social de las metcancfas debe incidir en bie- nes necesarios a la reproduccién de Ia fuerza de trabajo, vale decir bienes-salarios. La plusvalia re- lativa esté ligada indisolublemente, pues, a la des- valorizacién de los bienes-salario, para lo que con- curre en general, pero, no forzosamente, la pro- ductividad del trabajo. Esta digresién era indispensable si queremos en- tender bien por qué la insercién de América Lati- na en el mercado mundial contribuy6 a desarro- Har el modo de produccién espectficamente capi- talista, que se basa en la plusvalfa relativa. Men- cionamos ya que una de las funciones que le fue asignada, en el marco de la division internacional del trabajo, fue la de prover a los paises indus. triales de los alimentos que exigia el crecimiento de la clase obrera, en particular, y de la poblacion urbana, en general, que alli se daba. La oferta mundial de alimentos, que América Latina contri- buye a crear, y que alcanza su auge en la segunda mitad del siglo XIX, sera un elemento decisivo para que los pafses industriales confien al comer- cio exterior la atencién de sus necesidades de me- dios de subsistencia,!* El efecto de dicha oferta (ampliado por ta depresién de los precios de los productos primarios en el mercado mundial, tema, al que volveremos mas adelante) sera el de reducir cl valor real de la fuerza de trabajo en los paises industriales, permitiendo asf que el incremento de Ja productividad se traduzca alli en cuotas de plusvalia cada vez mds elevadas. En otros témi- nos, mediante su incorporacién al mercado mun- dial de bienes-salario, América Latina desempefia lun papel significativo en el aumento de la plusva- Ifa relativa en los paises industriales. Antes de examinar el reverso de la medalla, es decir, las condiciones internas de produccién que permitiran a América Latina cumplir esa funcién, cabe indicar que no es s6lo a nivel de su propia economfa que la dependencia latinoamericana se revela contradictoria: la participacion de América Latina en el progreso del modo capitalista de pro- duccién en los paises industriales seré a su vez contradictoria. Esto se debe a que, como sefiala- mos antes, el aumento de la capacidad productiva del trabajo acarrea un consumo mas que propor cl modo de extorsionario”. TraducciOn literal del passe incluido en El Capital, 1, XVI. pp. 1008-1009, Plciales dleho pasaje m0, aparece en Ja edicién FCI, donde vorzeiponderia al tomo I, cap. Xi p, 428 ‘Ct. Et Capital, Copttulo VE find}. 4 La partiipacién de las exportaciones en el consumo de alt ‘mentos de" Tnglatera, hacia 1886, era de 45% para el trigo, 33% Para la mantequilla y el queso, 94% para las papas y 70% pura In fame. Datos de M. G. Mulhall, teportados por Paul Bairoch, op. ity pp. 248-249, , seciones IV y Vy £1 Capital, Libro J, 4, Signos, Buenos Aites, 1971, pare 26 a7 cional de materias primas. En la medida en que esa mayor productividad se acompafia efectiva- mente de una mayor plusvalfa relativa, esto signi- fica que desciende el valor del capital variable en relacién al del capital constante (que incluye las materias primas), 0 sea, que se cleva la composi- ciénvalor del capital. Ahora bien, lo que se apro- pia el capitalista no es directamente la plusvalia producida, sino la parte de ésta que le correspon- de bajo la forma de ganancia. Como la cuota de ganancia no puede ser fijada tan solo en relacién al capital variable, sino que sobre el total del ca- pital avanzado en el proceso de produccién, es decir, salarios, instalaciones, maquinaria, materias primas, etc., el resultado del aumento ée Ia plus valia tiende a ser —siempre que implique, aunque sea en términos relativos, una elevacién simulté- nea del valor del capital constante empleado para producirla— una baja de la cuota de ganancia. Esta contradiccion, crucial para la acumulacion’ capitalista, se contrarresta mediante diversos pro- cedimientos, que, desde el punto de visia estricta: mente productivo, se orientan ya en el sentido di inerementar ain més la plusvalia, a fin de com: pensar la declinacién de la cuota de genancia, yé en el de inducir una baja paralcla en el valor del capital constante, con el propésito de impedi que la declinacién tenga lugar. En la segunda ch se de procedimientos, interesa aqui el que se 28 fiere a Ia oferta mundial de materias primas in- dustriales, la cual aparece como la contrapartida —desde el punto de vista de la composicién-valor del capital— de la oferta mundial de alimentos. Tal como se da con esta iiltima, es mediante el aumento de una masa de productos cada vez més baratos en el mercado internacional, como Amé rica Latina no sélo alimenta la expansion cuanti- fativa de la produccién capitalista en los paises industriales, sino que contribuye a que se superen los escollos que el cardcter contradictorio de la acumulacién de capital crea para esa expansiOn.!§ Existe, sin embargo, otro aspecto del problema que debe ser considerado. Trétase del hecho so- bradamente conocido de que el aumento de la so be sami gor May de a mane sient: “Cuan do el comercio exterior abarata los elementos dl capital constants 0 los medios de sabsistenca de primera nevesdad en «ue se Inver te cl capital variable, conttbuye a hacer que aumente ia cuota de fancias, al leva fa cuota de ta plusvale y tedutr el valor det ial eonstant” BP Capi ly XIV, p26, bs neces tenet esente que Marx no se fmita a esta cotataciOn, Sino due mics ‘fa también ef modo contradictorio mediante el cual iene txleiorcontribaye a la baja dele cuota de gunanca, Nolo sepur Janos, ah embargo, en ita dissin, y tampoco en su pevcyP= ‘lin sobre Smo las gananeias ob enidas por Tos capitalists que ‘poran en 1 esfera del comecio exterior pueden hacer mie Is Slots de ginanela (rocedimiento que se podsia clatica en un lp ge men para cone Da eden det ota de ganancia, junto con el efeciminto del capital en acco ‘cs: medidas destinadas a Duar s tendenci decinante de la cu {sd ganancia‘ través del desplazamiento dl capil esas no podcthas). Nuesto Prat no ese de aondar aera en sien de Tas contraicsones que plante la produscion capt Uv'en fener sine tan aio el de alana las dctciminaclont Mhmentaes & fa dependencialtinoamercana. 29 eo et oferta mundial de alimentos y materias primas ha sido acompafado de la declinacin de los precios de esos productos, relativamente al precio alean- zado por las manufacturas. © Como el precio de Jos productos industriales se mantiene relativa- mente estable, y en todo caso declina lentamente, el deterioro de los términos de intercambio esté reflejando de hecho la depreciacion de los bienes primarios. Es evidente que tal depreciacién no puede corresponder a Ia desvalorizacién real de esos bienes, debido a un aumento de productivi- dad en los pafses no industriales, ya que es preci- samente allf donde la productividad se eleva mas Ientamente. Conviene, pues, indagar las razones de ese fendmeno, asf como las de por qué no se tradujo en desestimulo para la incorporacion de América Latina a la economia internacional El primer paso para responder a esta interro- gante consiste en desechar la explicacién simplista que no quiere ver alli sino el resultado de la ley de oferta y demanda, Si bien es evidente que la concurrencia desempefia un papel decisivo en la i rindose en estadisticas del Departamer::o Econémico| a: Ac ei tern a Seer eiaey eee eee nat tvicsB tied fle tae Serene HSS hs ie sony cl mend periodo que va de 1906 4 1913 en 85.8 ae Saree Ser iollt dae Sal | Serr, acnosorsd items Satan & tall 30 fijacién de los precios, ella no explica por qué, del lado de la oferta, se verifica una expansion acclerada independientemente de que las relacio- nes de intercambio se estén deteriorando. Tampo- ©0 se podria interpretar el fenémeno si nos limi- ramos a Ja constatacién empirica de que las le- yes mercantiles se han visto falseadas en el plano internacional gracias a la presién diplomética y ‘militar por parte de las naciones industriales. Este fazonamiento, aunque se apoye en hechos reales, Invierte el orden de los factores, y no ve que la Utilizaci6n de recursos extraeconémicos se deriva Precisamente de que hay por detrés una base eco- nomica que la hace posible. Ambos tipos de ex- Plicacién contribuyen, por tanto, a ocultar la nae (uraleza de los fendmenos estudiados y conducen W ilusiones sobre Jo que es realmente la explota- cidn capitalista internacional. No es porque se cometieron abusos en contra lle las naciones no industriales que éstas se han Wielto econémicamente débiles, es porque eran lWtbiles que se abus6 de ellas. No es tampoco por We produjeron més de lo debido que su posicion tomercial se deteriord, sino que fue el deterioro (omercial lo que las forz6 a producir en mayor jwcula, Negarse a ver las cosas de esta manera es ‘nixtificar la economia capitalista internacional, es Inver creer que esa economia podria ser diferente tle lo que realmente es. En iiltima instancia, ello 31 Ll conduce a reivindicar relaciones comerciales equi- tativas entre las naciones, cuando de lo que se trata es de suprimir las relaciones econémicas in- ternacionales que se basan en el valor de cambio. En efecto, a medida que el mercado mundial ‘alcanza formas més desarrolladas, el uso de la vio~ Iencia politica y militar para explotar a las nacio- nes débiles se vuelve superfluo, y la explotacién internacional puede descansar progresivamente en. a reproduccién de relaciones econdmicas que per petian y amplifican el atraso y la debilidad de esas naciones. Se verifica aqui el mismo fenome no que se observa en el interior de las economf industriales: el uso de la fuerza para someter al ‘masa trabajadora al imperio del capital disminuy: hes mercantiles sienta las bases para que una me- icacion de la ley del valor tenga lugar, pero simulténeamente crea todas las condiciones para que jueguen los distintos resortes mediante tos cuales el capital trata de burlarla. Te6ricamente, el intercambio de mercancfas ex- presa el cambio de equivalentes, cuyo valor se determina por la cantidad de trabajo socialmente hnocesario que incorporan las mercancfas. En la prictica, se observan diferentes mecanismos que permiten realizar transferencias de valor, pasando por encima de las leyes del intercambio, y que se expresan en la manera como se fijan los precios lle mercado y los precios de produccién de las Mercancfas. Conviene distinguir los mecanismos \iue operan en el interior de la misma esfera de producci6n (ya se trate de productos manufactu- fudos o de materias primas) y los que actéan en | marco de distintas esferas que se interrelacio- jin. En el primer caso, las transferencias corres- ponden a aplicaciones especificas de las leyes del Inlercambio, en el segundo adoptan més abierta- micos que consagran esa subordinacion.'” expansién del mercado. mundial es la base sob: la cual opera la division internacional del trabajt entre naciones industriales y no industriales, pe la contrapartida de esa division es la ampliaci del mercado mundial. El desarrollo de las relaci 17 “No basta con que las condiciones de trabajo cristalicen ta to no aa congue nds nie yu fay eas do tte on on mee Bats oc. Sto tee rian tc, ipo Se md ae exisiencla constants de una supezpoblaci6n selativa mante (ssn eae aren” peta” BT Cpa i: 33 mente el cardcter de transgresién de ellas. Es asf como, por efecto de una mayor produc- tividad del trabajo, una nacién puede presentar precios de produccién inferiores a sus concurren- tes, sin por ello bajar significativamente los pre- cios de mercado que las condiciones de produc- cin de éstos contribuyen a fijar. Esto se expresa, para la nacién favorecida, en una ganancia extra~ ordinaria, similar a la que constatamos al exami- nar de qué manera se apropian los capitales indi viduales el fruto de la productividad del trabajo. Es natural que el fenémeno se presente sobi todo a nivel de la concurrencia entre las nacione: industriales, y menos entre las que producen bie: nes primarios, ya que es entre las primeras que la eyes capitalistas de intercambio se ejercen de ma nera plena; esto no quiere decir que no se verifi que también entre estas tltimas, méxime cuandi se desarrollan alli las relaciones capitalistas producci6n. En el segundo caso —transacciones entre naci nes que intercambian distintas clases de mercan fas, como manufacturas y materias primas— mero hecho de que unas produzcan bienes que la dems no producen, 0 no lo pueden hacer con misma facilidad, permite que las primeras cluda la ley del valor, es decir, vendan sus productos precios superiores a su valor, configurando asf u intercambio desigual. Esto implica que las naci 34 de mereado- nes desfavorecidas deban ceder gratuitamente par te del valor que producen, y que esta cesién 0 lransferencia se acentie en favor de aquel pais que les vende mercancfas a un precio de produc- cin mas bajo, en virtud de su mayor productivi- dad. En este ultimo caso, la transferencia de valor es doble, aunque no necesariamente aparezca asi para la nacién que transfiere valor, ya que sus di- ferentes proveedores pueden vender todos a un mismo precio, sin perjuicio de que las ganancias twalizadas se distribuyan desigualmente entre ellos ¥ que la mayor parte del valor cedida se concen- tre en manos del pafs de productividad més eleva- da, Frente a estos mecanismos de transferencia de yalor, fundados sea en la productividad, sea en el monopolio de produccién, podemos identificar siempre al nivel de las relaciones internacionales un mecanismo de compensacion, Tritase del recurso al incremento de valor inter- cambiado, por parte de la nacién desfavorecida: tin impedir Ja transferencia operada por los meca- hismos ya descritos, esto permite neutralizarla to- tal o parcialmente mediante el aumento del valor foulizado, Dicho mecanismo de compensacién puede verificarse tanto en el plano del intercam- bio de productos similares como de productos riginarios de diferentes esferas de produccién. Nos preocupamos aqui s6lo del segundo caso. 35, Lo que importa seftalar es que, para incremen- tar la masa de valor producida, el capitalista debe necesariamente echar mano de una mayor explo- tacién del trabajo, ya a través del aumento de su tensidad, ya mediante la prolongacién de la jor nada de trabajo, ya finalmente combinando los dos procedimientos. En rigor, solo el primero —el aumento de la intensidad del trabajo— contrarres- ta realmente las desventajas resultantes de una menor productividad del trabajo, ya que permite a creacién de més valor en el mismo tiempo de trabajo. En los hechos, todos concurren a aumen- tar la masa de valor realizada y, por ende, la can- tidad de dinero obtenida a través del intercambio. Esto es lo que explica, en este plano del andlisis, que la oferta mundial de materias primas y ali mentos aumente a medida que se acentiia el mar gen entre sus precios de mercado y el valor real de la produccién.!® Lo que aparece claramente, pues, es que las na 18 Caso Furtado ha comprobado el fenémeno, sin Hogar a se ‘car de t todas sus consecuentcas: "La baja en los precios de lat fxportaciones bratletas, entre 1821-30 y" 1841-50, fue do cere de'40%%, En lo que respects a las importaciones, el indice de pre ‘os de Tes exportaciones de Inglaterra [.. J entre los dos decenios feferidos. se mantivo perlectamente estabia, Se puede, por tanto, ffimar quo, la ealda'del indice de los términes de intercamiio fue de aprokimadamente 40% esto es, que el ingreso rel genera. ‘do por las exportaciones crecié 40% menos que el rolimen isin de Saas. Como cl valor medio anval de lar exportaciones subi de 3.900 000 libras 2 5 470 000, o sea, un aumento de 40% De esto fe desprende que el ingiewo real generado por el sector exportador Gecio en esa misma proporciony mientras sl estuerzo productive ealizado en esie sector fue del doble, aprosimadamente.” Op. eit, p. 115. 36 nes desfavorecidas por el intercambio desigual buscan tanto corregir el desequilibrio entre los ios y el valor de sus mercancias exportadas que implicarfa un esfuerzo redoblado para jmentar la capacidad productiva del trabajo), sino ms bien compensar la pérdida de ingresos yenerados por el comercio internacional, a través del recurso a una mayor explotacién del trabaja- Wor. Llegamos asi a un punto en que ya no nos ‘basta con seguir manejando simplemente la no- Gi6n de intercambio entre naciones, sino que de- Bemos encarar el hecho de que, en el marco de este intercambio, Ia apropiacién del valor realiza- do encubre la apropiacién de una plusvalfa que se genera mediante la explotacién del trabajo en el Interior de cada nacién. Bajo este Angulo, la trans- ferencia de valor es una transferencia de plusvalfa, que se presenta, desde el punto de vista del capi: falista que opera en la nacién desfavorecida, como una baja de la cuota de plusvalfa y por ende de la cuota de ganancia. Asf, la contrapar tida del proceso mediante el cual América Latina contribuyé a inctementar la cuota de plusvalia y Ja cuota de ganancia en los pafses industriales im- plicé para ella efectos rigurosamente opuestos. Y Jo que aparecia como un mecanismo de compen- sacién a nivel del mercado es de hecho un meca- nismo que opera a nivel de la producci6n interna. Bs hacia esta esfera que debemos desplazar por 37 tanto el enfoque de nuestro anilisis. Ws, en un fondo de acumulacion de capital’, '? linplicando asf un modo especifico de aumentar ti tiempo de trabajo excedente. Precisemos aqui que el empleo de categorias {jue se refieren a la apropiacién del trabajo exce- lente en el marco de relaciones capitalistas de jjloduccién no implica el supuesto de que la eco- jiomfa exportadora latinoamericana se da ya so- Ie la base de la produccién capitalista. Recurri- Nos a dichas categorfas en el espiritu de las ob- Jervaciones metodolégicas que avanzemos al ini- lar este trabajo, 0 sea, porque permiten caracteri- yar mejor los fenémenos que pretendemos estu- ilar y también porque indican la direccién hacia 3. La superexplotacion del trabajo Vimos que el problema que plantea el inter cambio desigual para América Latina no es preci- samente el de contrarrestar la transferencia de va- lor que implica, sino mas bien el de compensar una pérdida de plusvalia, y que, incapaz de impe- dirla al nivel de las relaciones de mercado, la reac- cin de la economia dependiente es compensarla en el plano de la produccién interna, El aumento de Ia intensidad del trabajo aparece, en esta pers: pectiva, como un aumento de plusvalfa, logrado af \y cual éstos tienden. Por otra parte, no es en través de una mayor explotacién del trabajador y for necesario que exista el intercambio desigual no del incremento de su capacidad productiva. Lo ff ura que empiecen a jugar los mecanismos de ex- mismo se podrfa decir de Ia prolongacion de laf \yuccisn de plusvalia mencionados; el simple he- Jornada de trabajo, es decir, del aumento de lal ¢ho de la vinculacién al mercado mundial, y la phusvalfa absoluta en su forma clis:'a; a diferem- Mf oonyersién consiguiente de la produccién de valo- cia del primero, se trata aqui de aumentar simple If yoy de uso a la de valores de cambio que ello aca- mente el tiempo de trabajo excedente, que es ja, tiene como resultado inmediato desatar un aquél en el que el obrero sigue produciendo des- ff jj de ganancia que se vuelve tanto més desen- pués de haber creado un valor equivalente al dell fronado cuanto més atrasado es el modo de pro- Jos medios de subsistencia para su propio consuiMf duccign existente. Como lo seffala Marx, “[. ..] mo. Habrfa que sefalar, finalmente, un tercerf jan pronto como los pueblos cuyo rézimen de Procedimiento, que consiste en reducir el const produccion se venia desenvolviendo en las formas mo del obrero més alld de su limite normal, por primitivas de ta esclavitud, prestaciones de vasalla- lo cual “el fondo necesario de consumo del obre- 70 se convierte de hecho, dentro de ciertos limi gg" #1 Cepia 1, XXIV, p- $05, sub. ori 38 je, etc., se ven atraidos al mercado mundial, en el que impera el régimen capitalista de produccién y donde se impone a jodo el interés de dar salida a los productos para ¢l extranjero, los tormentos barbaros de la esclavitud, de la servidumbre de la gleba, etc., se ven acrecentados por los tormentos, civilizados del trabajo excedente”.? El efecto del intercambio desigual es —en la medida que Ie pone obstéculos a st plena satisfaccién— el de exacerbar ese afin de ganancia y agudizar por tanto los métodos de extraccién del trabajo exce- dente. ‘Ahora bien, Ios ites mecanismos identificados a intensificaci6n del trabajo, la prolongacion de la jomada de trabajo y la expropiacién de parte del trabajo necesarin al obrero para reponer su fuerza de trabajo— configuran un modo de pro- duccién fundado exclusivamente en la mayor ex- plotacién del trabajedor, y no en el desarrollo de su capacidad produdtiva. Esto es congruente con el bajo nivel de desarollo de las fuerzas producti- 20 £1 Copital, 1, Vill». 181. Marx afade: “Por es en tos stados norteameticanos de sue trabajo de los nepros conserva Sevtosuwve caster patiueal mentas la produccion so. cicuns {rbia sustanciaimente a la propias necesdades. Pero, tan pronto Some fa exportaion_ de agodon paso a ser un reorte Wisl para Suellos cstados, le explotsonintnsiva del negro se conviris en factor de un sistema ealcubo y calculador, Hegando a darst casos de agotare en sits afos de trabajo la vida del trabajador. Ahora, Yya.no se trataba de arranale una certa cantidad de productos ‘ites, Ahora, todo giraba © tomo a la produceiém de plusalia por la plusvafa misma, Y so tanto aconteci6 con las prestacio- hes de nasal, v. gr. en lrprincipados del Danubio.” Ibid, subs, ori 40 vas en la econom{a latinoamericana, pero también con los tipos de actividades que allf se realizan. En efecto, més que en Ja industria fabril, donde un aumento de trabajo implica por lo menos un mayor gasto de materias primas, en la industria extractiva y en la agricultura el efecto del aumen- (o de trabajo sobre los elementos del capital cons- tante son mucho menos sensibles, siendo posible, por la simple accién del hombre sobre la naturale- za, incrementar la riqueza producida sin un capi tal adicional?? Se entiende que en estas circuns- tancias, 1a actividad productiva se basa sobre todo en el uso extensivo e intensivo de la fuerza de trabajo: esto permite bajar la composicién-valor del capital, lo que, aunado a la intensificacion del grado de explotacién del trabajo, hace que se ele- ven simulténeamente las cuotas de plusvalfa y de panancia. Importa sefialar ademds que, en los tres meca- hismos considerados, la caracterfstica esencial esta dada por el hecho de que se le niega al trabajador las condiciones necesarias pata reponer el desgaste de su fuerza de trabajo: en los dos primeros ca- sos, porque se le obliga a un dispendio de fuerza de trabajo superior al que deberfa proporcionar ormalmente, provocéndose asf su agotamiento prematuro; en el dltimo, porque se le retira inclu- so la posibilidad de consumir lo estrictamente in- 21 Cf, £1 Copital, 1, XXM, 4, pp. 508-509. 41 es a ae dispensable para conservar su fuerza de trabajo en estado normal. En términos capitalistas, estos me~ canismos (que ademas se pueden dar, y normal- mente se dan, en forma combinada) significan que el trabajo se remunera por debajo de su va- Jor2 y corresponden, pues, a una superexplota- cidn del trabajo. Es lo que explica que haya sido precisamente en las zonas dedicadas a la produccién para la ex- portacién donde el régimen de trabajo asalariado se impuso primero, iniciando el proceso de trans formacién de las relaciones de produccién en ‘América Latina, Es atil tener presente que la pro- ducci6n capitalista supone la apropiacién directa de la fuerza de trabajo, y no s6lo de los produc- tos del trabajo; en este sentido, la esclavitud es un modo de trabajo que se adecta més al capital que la servidumbre, no siendo accidental que las empresas coloniales directamente conectadas con’ los centros capitalistas europeos —como las minas de oro y plata de México y Pert, o las plantacio- nes cafteras de Brasil— se asentaran sobre el tra- bajo esclavo?? Pero, salvo en la hipdtesis de que 22 «Toda vyariacién en ta magnitud, extensiva o intensiva, del trabajo afecta [.--] 1 valor de Ta fuerza de trabsjo, en la medida) fen que acelea su deagaste.” Traduceién literal de BT Capital, 1 XVI isp. 1017, PSiade, CF, ediciin FCE, tomo I, XV, i,p. 439. 23'Un fendmeno similar se observa en Europa, en Tos alboros de Ia produccién copitalista Basta analizar mis de cereals manera Smo be weal alli el peso del feodalismo al eapitaismo para dar fe"euenia que lt condickin del tabajador, al salir del estado de Sevvidumbre s tema mds ala de elu que a la del moderne ‘brero sslafiado, C1 EY Capital 1, XVI, 42 la oferta de trabajo sea totalmente eléstica (lo que no se verifica con la mano de obra esclava en América Latina, a partir de la segunda mitad del siglo XIX), el régimen de trabajo esclavo constitu- ye un obsticulo al rebajamiento indiscriminado de la remuneracién del trabajador. “En el caso del esclavo el salario minimo aparece como una magnitud constante, independiente de su trabajo. En el caso del trabajador libre este valor de su ca pacidad de trabajo y el salario medio que cores: ponde al mismo no estén contenidos dentro de sos limites predestinados, independientes de su propio trabajo, determinados por sus necesidades puramente fisicas. La media es aqui mas 0 menos constante para la clase, como el valor de todas las mercancfas, pero no existe en esta realidad inme- diata para el obrero individual cuyo salario puede estar por encima o por debajo de ese minimo.” ** En otros términos, el régimen de trabajo esclavo, salvo condiciones excepcionales del mercado de mano de obra, es incompatible con la superexplo- tucién del trabajo. No pasa lo mismo con el tra- bajo asalariado y, en menor medida, con el traba- jo servil. Insistamos en este punto. La superioridad del capitalismo sobre las demés formas de produccién mercantil, y su diferencia bésica en relacion a cllas, reside en que lo que transforma en mercan- 24 Capitulo VI (inédito), op. it, pp. 68-69, subs orig. 43 efa no es al trabajador -o sea, el tiempo total de existencia del trabajador, con todos los puntos muertos que éste implica desde el punto de vista de la produccién— sino mds bien su fuerza de tra bajo, es decir, el tiempo de su existencia utiliza ble para la produccién, dejando al mismo trabaja dor el cuidado de hacerse cargo del tiempo no productivo, desde el punto de vista capitalista. Es ésta la raz6n por la cual, al subordinarse una eco- nomia esclavista al mercado capitalista mundial, Ja agudizacion de la explotacién del esclavo se acentda, ya que interesa entonces a su propietario, reducir sus tiempos muertos para la produccién y hacer coincidir el tiempo productivo con el tiem: po de existencia del trabajador. Pero, como seflala Marx, “el esclavista compra obreros como podria comprar caballos, Al perder al esclavo, pierde un capital que se ve obligado a Teponer mediante una nueva inversion en el mer- cado de esclavos”.** La superexplotacion del e: clavo, que prolonga su jornada de trabajo més alld de los Ifmites fisiolégicos admisibles y se salda ne- cesariamente con su agotamiento prematuro, por muerte 0 incapacidad, s6lo puede darse, pues, si es posible reponer con facilidad a mano de obra desgastada. “Los campos de arroz de Georgia y Jos pantanos del Misisipi influyen tal vez de un modo fatalmente destructor sobre la constitucién 5 1 Capital, 1, VIL, 5, p. 208. 44 sin embargo, este arrasamiento de vides has no es tan grande, que no pueda set com- (do por los cercados rebosantes de Virginia y siluicky. Aquellos miramientos econémicos que \iian ofrecer una especie de salvaguardia del fo humano dado a los esclavos mientras la con- icion de la vida de éstos se identificaba con el erés de sus sefiores, se trocaron al implantarse comercio de esclavos, en otros tantos motivos le ¢strujamiento implacable de sus energias, pues In pronto como la vacante producida por un es- Wo puede ser cubierta mediante la importacion je negros de otros cercados, la duracion de su vie cede en importancia, mientras dura, a su pro- ctividad.’”*® La evidencia contraria prueba lo ismo: en el Brasil de 1a segunda mitad del siglo jasado, cuando se iniciaba el auge del café el he- {ho de que el trifico de esclavos hubiera sido su- “primido en 1850 hizo la mano de obra esclava {an poco atractiva a los terratenientes del sur que " éstos prefirieron acudir al régimen asalariado, me~ - diante a inmigracién europea, ademas de favore- "cer una politica tendiente a suprimir la esclavitud. Recordemos que una parte importante de la po- lacion esclava se encontraba en la decadente zona azucarera del nordeste y que el desarrollo | del capitalismo agrario en el sur imponia su ibe " racion, a fin de constituir un mercado libre de 1, VIL, 5, p. 208, subs. ori, 45 26 Cuimmcs cit. on EY Capit , j trabajo, La creacién de ese mercado, con la ley fichas” equivale al “barracdo”. En otras situacio- de abolicién de la esclavitud en 1888, que culmt 9 nes, que se dan sobre todo en el proceso de su- naba una serie de medidas graduales en esa direc- bordinacién del interior a las zonas de exporta- cién (como la condicién de hombre libre acorda- cién, Jas relaciones de explotacién pueden presen- da a los hijos de esclavos, etc.), constituye un tarse més nitidamente como relaciones serviles, fenémeno de lo més interesante; por un lado, se Hsin que ello obste que, mediante la extorsién del definia como una medida extremadamente radt } ptusproducto al trabajador por la accién del capk cal, que liquidaba las bases de ta sociedad impe- tial (a monarquia sobrevivira poco mas de un aflo a la ley de 1888) y Hegaba incluso a negar cualquier tipo de indemnizacion a los antiguos Propietarios de esclavos; por otra parte, buscaba compensar el impacto de su efecto, a través de medidas destinadas a atar el trabajador a la tierra (la inclusion de un articulo en ef c6digo civil quell ten te6rica, de que el productor inmediato se Yinaulaba a Ja persona Jas deudas contrafdas; QM ¢mancipe de la dependencia en que lo pone el ca- sistema de “barracdo”, verdadero monopolio del Witatista comercio de bienes de consumo ejercido por el lax No es, sin embargo, nuestro propésito estudiar tifundista en el interior de la hacienda, etc.) y del aqui las formas econémicas particulares que exis- otorgamiento de créditos generosos a los terrate- fan en América Latina/antes que era ingresara nega aece adr 4 cfectivamente a la etapa capitalista de produc- Fae rea cacenecet same des rabal cidn, ni las vias a través de las cuales tuvo lugar asalariado que se establece en Brasil, al desarro- Wiisardich aut cele ea enet cette esate Ilarse la economia de exportacion para el merca- do mundial, es una de las vias por las cuales 27 sg asl Gone ai oekeila pe ec auealteedatotne ee tetas les eL copstaiamos, Observer Las ele ee es ea que Ia forma que adoptan las relaciones de pro= J} to von al caso de Inds, donde dl ot tabala come canpesino ducci6n en ese caso no se diferencia mucho del Mf fhyetida por d capial, sunque el usrero pueda quedui, bao régimen de trabajo que se establece, por ejemplo, de Ines, no solo con su tabao sebranes sno neh, en las minas salitreras chilenas, cuyo “sistema de Capital, M1, XML, p. 216. tal comercial o usurario, el trabajador se vea im- plicado en una explotacién directa por el capital, que tiende incluso a asumir un carécter de super- explotacién.?” Sin embargo, la servidumbre pre- senta, para el capitalista, el inconveniente de que no le permite dirigir directamente la producci6n, ademas de plantear siempre la posibilidad, aunque hublando en tarmines eapitalistes, con una parte desu salario”, HF 46 47 jar la pauta en que ha de Ievarse a cabo ese estu- dio, pauta que corresponde al movimiento real de * Ja formaci6n del capitalismo dependiente: de la circulacion a ta produccion, de ta vinculacion al ‘mercado mundial al impacto que ello acarrea so- bre ta organizacion interna del trabajo, para vok ver entonces a replantear el problema de la circue laci6n, Porque es propio del capital crear su pro- pio modo de circulacién, y de esto depende la re- produccién ampliada en escala mundial del modo de produccién capitalista: rir a elementos simples combinables entre sf, pero no iguales. Comprender la especificidad del ciclo del capital en Ia economfa dependiente tatinoame- ticana significa por tanto iluminar el fundamento mismo de su dependencia en relacién a la econo- mfa capitalista mundial. 4. El ciclo del capital en la economia dependiente Desarrollando su econom‘a mercantil, en fun- cin del mercado mundial, América Latina es lle- vada a reproducir en su seno las relaciones de produceién que se encontraban en el origen de la formacion de ese mercado, y que determinaban su cardcter y su expansién.2? Pero ese proceso es- faba marcado por una profunda contradiccién: llamada a coadyuvar a la acumulacién de capital von base en la capacidad productiva del trabajo, en los paises centrales, América Latina debié hacerlo mediante una acumulacién fundada en la superex- plotacion del trabajador. En esta contradiceiOn ra- ica la eseneia de la dependencia latinoamericana, La base real sobre Ia cual ésta se desarrolla son los lazos que ligan a la economia latinoamericana gon la economia capitalista mundial, Nacida para L..-] ya que s6lo el capital implica las condé ciones de produccién del capital, ya que sélo él satisface esas condiciones y,busca realizarlas, su tendencia general es la dé formar por todas partes las bases de la circulacién, los centros productores de ésta, y asimilarlas, es decir, con- vertirlas en centros de produccién virtual o efectivamente creadores de capital.”* Una vez convertida en centro productor de ca~ pital, América Latina deberd crear, pues, sw pro- pio modo de circulacién, el cual no puede ser el mismo que el que fue engendrado por el capitalis- mo industrial y que dio lugar a la dependencia, Para constituir un todo complejo, hay que recu- 2 Sefalamos ya que esto se da inicialmente en los puntos de 7 Q ouoxiGn inmediata con el mercado mundial; s6lo progresvamen- SL eae on ec os ay dp cee See canoes, ene, Ub Jit ii sabordinando al conjunto de la economia. 48 49 atender a las exigencias de la circulacion capitalis: ta, cuyo eje de articulacién estd constituido por los paises industriales, y centrada pues sobre ell mercado mundial, la produccién latinoamericana) no depende para su realizacién de la capacidad inter na de consumo. Se opera asf, desde el punto de vista’ de pais dependiente, la separaci6n de los dos mo mentos fundamentales del ciclo del capital —la prow duccién y la circulacién de mercancias— cuyo efee to es hacer que aparezca de manera especifica en I economfa latinoamericana la contradiccién inhe rente a la produccién capitalista en general, es de- cir, la que opone el capital al trabajador en tanto que vendedor y comprador de mercancfus.*° Se trata de un punto clave para entender el ca: récter de la economia latinoamericana. Iniciak mente, hay que considerar que, en los paises in: dustriales, cuya acumulacién de capital se basa em) a productividad del trabajo, esa oposicién que nera el doble carécter del trabajador — producto y consumidor—, aunque sea efectiva, se ve ell cierta medida contrarrestada por la forma qui 30 “contradiesién del régimen de produeci6n capitalists ‘obreros como compradores de mereancias son importantes para sh Rareado, Pero, como vendedores de su mercancia ~Ia fuerza d Trabgjo~ la sotiedad capitalist (nde a reducilos al minimum 4 previo.” EI Capital, 1, XVI, ii, nota. Marx indica en esa nota Frtencién de tratar, en la secelén siguiente, la teoria dl subcons ho obrero, pero, como abserva Maximilien Rubel (op. cit t hf 713), no llega a concretarla, Algunos elementos habsan sido zados en los Grundrisse; véase Principes. ... p- 267-268. 50 asume el ciclo del capital. Es as{ como, pese a que el capital privilegia el consumo productivo del trabajador (0 sea, el consumo de medios de produccién que implica el proceso de trabajo), y se inclina a desestimar su consumo individual (que el trabajador emplea para reponer su fuerza de trabajo), el cual le aparece como consumo im- productivo,2! esto se da exclusivamente en el momento de la produccién, Al abrirse la fase de realizacion, esta contradiceién aparente entre el consumo individual de los trabajadores y Ia repro- duecién del capital desaparece, una vez que dicho consumo (sumado al de los capitalistas y de las capas improductivas en general) restablece al capi- tal la forma que le es necesaria para empezar un nuevo ciclo, es decir, la forma dinero. El consu- mo individual de los trabajadores representa, pues, un elemento decisivo en Ia creacién de de- nanda para las mercancias producidas, siendo una lle las condiciones para que el flujo de la produc- cidn se resuelva adecuadamente en el flujo de la citculacion2? A través de la mediacion que esta- 1 De hecho, como demuestra Marx, ambos tipos de consimo orrsponden a un consumo producto, desde el punto de vista tid capital. AG ms, "el consumo individual de trbajador es im fioductivo para él mismo, pues no hace mis que zproducir al Miividuo nevesitado: es productivo para el capitalista y el Fstado, fives produce le fuerza creadora de su riqueza”. Tradaccion hitral Wc BE Capitt, 1, XU, p. 1075, Plate; cf. edicin FCE, 1. XXL, p42. ““E1 consumo individual del tabsjador y el de la parte no 31 blece la lucha entre obreros y patrones en toro a la fijaci6n del nivel de los salarios, los dos tipos de consumo del obrero tienden ast a complemen- tarse, en el curso del ciclo del capital, superando la situacién inicial de oposicibn en que se encon- traban, Esta es, por lo demas, una de las razones por las cuales la dindmica del sistema tiende a en- cauzarse a través de la plusvalia relativa, que im- plica, en Ultima instancia, el abaratamiento de las ‘mercancias que entran en la composicion del con- sumo individual del trabajador. En la economia exportadora latinoamericana, Jas cosas se dan de otra manera. Como la circuls- ion se separa de la produccién y se efectiia basi- camente en el ambito del mercado extemno, el consumo individual del trabajador no interfiere en la realizaci6n del producto, aunque si determine la cuota de plusvalia. En consecuencia, la tenden- cia natural del sistema sera la de explotar al maxi- mo la fuerza de trabajo del obrero, sin preocupar se de crear las condiciones para que éste la repon- ga, siempre y cuando se le pueda reemplazar mediante la incorporacién de nuevos brazos al proceso productivo. Lo dramatico para la pobla- cién trabajadora de América Latina es que este supuesto se cumplié ampliamente: Ia existencia ee lee nee capital.” Traduccién it le El Capital p. ci 52 reservas de mano de obra indigena (como en ixico) 0 los flujos migratorios derivados del des- amiento de mano de obra europea, provocado r el progres tecnolégico (como en Sudaméri- (i), permitieron aumentar constantemente la ma- ja trabajadora, hasta principios de este siglo. Su fesultado ha sido el de abrir libre curso a la com- presion del consumo individual del obrero y, por tanto, a la superexplotacién del trabajo. La economia exportadora es, pues, algo mas {que el producto de una economia internacional fundada en la especiatizacion productiva: es una formacién social basada en el modo capitalista de produccién, que acentiia hasta el limite las con- {radicciones que le son propias. Al hacerlo, con: ura de manera especifica las relaciones de explo- tacién en que se basa, y crea un ciclo de capital que tiende a reproducir en escala ampliada la dependencia en que se encuentra frente a la ~ nomia internacional. Es asf como el sacrificio del consumo indivi- dual de los trabajadores en aras de la exportacién fal mercado mundial deprime los niveles de de- manda interna y erige al mercado mundial en Gni- ca salida para la produccién, Paralelamente, el jncremento de las ganancias que de esto se deriva pone al capitalista en condiciones de desarrollar expectativas de consumo sin contrapartida en la produccién interna (orientada hacia el mercado 53 mundial), expectativas que tienen que satisfacerse a través de importaciones. La separacion entre el consumo individual fundado en el salario y el consumo individual engendrado por la plusvalia no acumulada da, pues, origen a una estratifica- cién del mercado interno, que es también una di- ferenciacion de esferas de circulacién: mientras la esfera “baja”, en que participan los trabajadores —qué el sistema se esfuerza por restringir— se ba- sa en la producci6n interna, la esfera “alta” de circulacién, propia a los no trabajadores —que es la que el sistema tiende a ensanchar—, se entronca con la produccién extema, a través del comercio de importacién. La armonia que se establece, a nivel del merca- do mundial, entre la exportacién de materias pri mas y alimentos, por parte de América Latina, y la importacién de bienes de consumo manufactu- rados europeos, encubre Ia dilaceracion de la eco- nom{a latinoamericana, expresada por la escision del consumo individual total en dos esferas con- trapuestas. Cuando, Iegado el sistema capitalista mundial a un cierto grado de su desarrollo, Amé- rica Latina ingrese en la etapa de la industrializa cién, deberd hacerlo a partir de las bases creadas por Ja economia de exportacién. La profund contradiccion que habra caracterizado al ciclo d capital de esa economfa, y sus efectos sobre ld explotacién del trabajo, incidiran de manera deci 54 siva en el curso que tomard la economfa indus trial latinoamericana, explicando muchos de los problemas y de las tendencias que en ella se pre- sentan actualmente, 5. El proceso de industrializacin No cabe aqué entrar a analizar el proceso de in- dustrializacin en América Latina, ni mucho me- nos tomar partido en 1a actual controversia sobre cl papel que en ese proceso desempens la sustitu- cién de importaciones > Para los fines que nos hemos propuesto, es suficiente hacer notar que, por significativo que hubiera sido el desarrollo in- 9 La tesis de Ia industrializacién sustitutiva de importaciones repent en clomento bagco cn ly Aealogt desl, eye tian epigono fue la Comision Econémica de i Naciones Unides par it Ameria Latina (CEPAL);el tao cisco en ete senio Spl Mc Cnet Tses aI nasa seta pabiedo onginainene en United Nations “The Grow ‘nd Beatne of Impet Sutsittson i Bras Beonomte Bur for Latin Americ vo. TX, marco de 196%" En oy on recent om tesa ao ohio de dbcodonor ques hoagie Ista alder, tenden » matt tape desompetade pot Miia de igorlne en prot daa rica Laing; an buen cepa de elo ee rato de Don fddle, “Reflexes ssa dustin rae Toney Srscmento da motange extn ~ 1947/1963". Revita Be ere de Economia, val XX, n 2, junio de 1969: Po tr par Ie aiginos autoos so han pasado de esha i taco do Indust en is sconom ntnonmercan ates de qv scl ut iain de npr cr gn Hea te investiga, erayo de Vans Bamba, Her wa tol te a cepenienca Intratzesony catuctarnsovirecsromee CSO, Universidad de Chile, Docimento de sd Chile, Documento de. ‘Trabajo, mimeo, 55 csi A AN le ier ee Neate eles les tea MM Oa ee dustrial en el seno de la economia exportadora (y, por consiguiente, en la extensi6n del mercado interno), en paises como Argentina, México, Bra- sil y otros, no Ileg6 nunca a conformar una verda- dera economia industrial, que, definiendo el ca- rcter y el sentido de ta acumulacion de capital, acarreara un cambio cualitativo en el desarrollo econémico de esos paises. Por el contrario, la in- dustria siguid siendo allf una actividad subordi- nada a la produccién y exportacién de bienes pri- marios, que constituian, éstos sf, el centro vital del proceso de acumulacion.* Es tan s6lo cuan- do fa crisis de 1a economfa capitalista internacio- nal, correspondiente al periodo que media entre la primera y la segunda guerras mundiales, obs- taculiza la acumulacién basada en la produccién para el mercado externo, que el eje de le acumu- lacién se desplaza hacia la industria, dando origen a la modema economfa industrial que prevalece en [a regi6n, Desde el punto de vista que nos interesa, esto 34 rs interesante hacor notar que la industria complementaria 4 la exportacion represent el sector mis activo de las actividades industrials on ta economia exportadora. Fs asi como los datos ‘éae, de Anibal Quijno, Redefncin dela dependence Imarginalzaion en Arrice Latia, CES, Saag, 1810, mae, 94 las tesis arriba enunciadas. La relacién positiva entre el aumento de la fuer- za productiva del trabajo y la mayor explotacion del trabajador, que adquiere un cardcter agudo en a economia dependiente, no es privativa de ella, sino que hace al modo de produccion capitalista en si mismo. Esto se debe a la manera contradic- tosia como esas dos formas fundamentales de ex- plotaci6n inciden en el valor de la produccién y, por ende, en la plusvalfa que ésta arroja. El desi- roollo de la fuerza productiva del trabajo, que im- plica producir mas en el mismo tiempo y con un mismo gasto de fuerza de trabajo, reduce la canti- dad de trabajo incorporada al producto individual y rebaja por ende su valor, afectando negativa- mente a la plusvalia. La mayor explotacién del trabajador ofrece dos alternativas: aumentar el tiempo de trabajo excedente (modificando 0 no Ia jornada de trabajo), 0, sin alterar la jornada y los tiempos de trabajo, elevar Ia intensidad del trabajo; en ambos casos, aumenta la masa de va- lor y la plusvalia producidas, pero en el ultimo (que se diferencia del aumento de productividad porque, aunque se produzca mas en el mismo tiempo, ello acarrea un mayor gasto de fuerza de trabajo" ), desde que el nuevo grado de intensidad 9 La economia bunguesa no permite establecer claramente esa Giferencia, ya que privilegia como tsrmino de seferencia al produc: tw y no ala fuerza de trabajo. 95 se generaliza, desciende el valor individual de las mercancfas y, a circunstancias iguales, disminuye también Ja plusvalia. En el marco del régimen capitalista de produc- cin, esas tendencias opuestas que se derivan de Jas dos grandes formas de explotacién tienden a neutralizarse, una vez que el aumento de la fuerza productiva del trabajo no sélo crea ta posibilidad de una mayor explotacién del trabajador, sino que conduce a ese resultado. En efecto, la reduc- cién del tiempo total de trabajo que el obrero necesita para producir una cierta masa de mercan- cias le permite al capital, sin extender la jornada legal ¢ incluso reduciéndola, exigit al trabajador mas tiempo de trabajo efectivo y por lo tanto una masa superior de valor. Con ello, la amenaza que pesaba sobre la cuota de plusvalia y de ga nancia se contrarresta total o parcialmente. Lo que aparece, en el plano de la produccién como una disminucién del tiempo de trabajo, se con vierte, desde el punto de vista del capital, en aumento de la produccién exigida al trabajador. Ello se expresa en las condiciones de produecién a través de la elevacién de la composicién organi- ca del capital, es decir, en la disminuci6n relativa © absoluta (segiin el ritmo de la acumutacion) del capital variable; en otras palabras, en la reduecién relativa 0 absoluta de la fuerza de trabajo empleada y en la expansion del ejército industrial de reserva, 96 Sin embargo, existe una estrecha interdepen- Zencia entre el aumento de la productividad, la Inlensificacion del trabajo y 1a Auradibn de Ye jor nada. El aumento de la fuerza productiva del tra- bajo, al implicar un menor gasto de fuerza fisica, es lo que permite aumentar Ia intensidad; pero el aumento de la intensidad choca con la posibilidad de extender la jornada de trabajo y juega més bien en el sentido de reducirla, Inversamente, una menor productividad limita la posibilidad de in- tensificar el ritmo de trabajo y apunta hacia la extensién de la jomada. El hecho de que, en los pafses altamente industrializados, la elevacién si- multinea de la productividad y de la intensidad del trabajo no se hayan traducido desde hace va- rigs décadas en reduccién de la jomada no inva- lida lo que se ha dicho; apenas revela la incapaci- dad de la clase obrera para defender sus legitimos intereses, y se traduce en el agotamiento prema- turo de la fuerza de trabajo, expresado en la re~ duccién progresiva de la vida itil del trabajador, asi como en los trastornos psicoffsicos provoca- dos por el exceso de fatiga. En la misma linea de razonamiento, las limitaciones surgidas en los pafses dependientes para distender al maximo la jomnada de trabajo han obligado al capital a recu- rir al aumento de la productividad y de la inten- sidad del trabajo, con los efectos conocidos en el grado de conservacin y desarrollo de ésta. Lo que importa sefialar aqui, en primer lugar, es que la superexplotacién no corresponde a una supervivencia de modos primitivos de acumula- cién de capital, sino que es inherente a ésta y cre ce correlativamente al desarrollo de ta fuerza pro ductiva del trabajo; saponer lo contrario equivale a admitir que el capitalismo, a medida que se aproxima de su modelo puro, se convierte en un sistema cada vez menos explotativo y lograr reunir las condiciones para solucionar indefinidamente sus contradicciones internas. En segundo lugar, se- gin el grado de desarrollo de las economias na- cionales que integran el sistema, y del que se veri fica en los sectores que componen cada una de ellzs, la mayor 0 menor incidencia de las formas de explotacién y la configuracién especifica que ellas asumen modifican cualitativamente la mane- 7a como alli inciden las leyes de movimiento del sistema, y en particular la ley general de la acu- mulacién de capital. Es por esta raz6n que la lla- mada marginalidad social no puede ser tratada independientemente del modo como se entrelazan en las economia dependientes el aumento de la productividad del trabajo, que se deriva de la im- portacién de tecnologia, con la mayor explota- cién del trabajador, que ese aumento de la pro- ductividad have posible. No por otra razon la marginalidad solo adquie- re su plena expresion en los paises latinoamerica- 98 nos al desarrollarse en éstos la economfa indus trial. La tarea fundamental de la teorfa marxista de la dependencia consiste en determinar la legalidad especifica por la que se rige la economia depen- diente. Ello supone, desde luego, plantear su estu- dio en el contexto mas amplio de las leyes de desarrollo del sistema en su conjunto y definir los grados intermedios mediante los cuales esas leyes se van especificando. Es asf como la simultanei- dad de la dependencia y del desarrollo podra ser realmente entendida. El concepto de subimperi lismo emerge de la definicién de esos grados in- termedios y apunta a la especificacién de como incide en Ia economfa dependiente la ley segdn Ia cual el aumento de Ia productividad del trabajo (y por ende de la composicién orginica del capital) acarrea un aumento de la superexplotacién. Es evidente que dicho concepto no agota la totalidad del problema. Como quiera que sea, la exigencia de especifi- car las leyes generales del desarrollo capitalista no permite, desde un punto de vista rigurosamente cientifico, recurrir a generalidades como la de que la nueva forma de la dependencia reposa en la plusvalia relativa y el aumento de la productivi- dad. Y no lo permite porque ésta es la caracte- ristica general de todo desarrollo capitalista, co- 99 mo se ha visto. El problema esté pues en determi- nar el cardcter que asume en ia economéa depen- diente la produccién de plusvalta relativa y el aumento de la productividad del trabajo. En este sentido, se pueden encontrar en mi ensayo indicaciones que, aunque notoriamente in- suficientes, permiten vislumbrar el problema de fondo que la teorfa marxista de la dependencia est urgida a enfrentar: el hecho de que las con- diciones creadas por la superexplotacin del tra- bajo en la economfa capitalista dependiente tien- den a obstaculizar su trinsito desde la produccién de plusvalia absoluta a la de plusvalia relativa, en tanto que forma dominante en las relaciones en- tre el capital y el trabajo. La gravitacion despro- Porcionada que asume en el sistema dependiente la plusvalia extraordinaria es un resultado de esto y corresponde a la expansién del ejército indus- trial de reserva y al estrangulamiento relativo de la capacidad de realizacién de la produccién. Mas que meros accidentes en el curso del desarrollo dependiente o elementos de orden transicional, estos fendmenos son manifestaciones de la mane- ta particular como incide en la economfa depen- diente la ley general de la acumulacion de capital. En filtima instancia, es de nuevo a la superexplo- tacién del trabajo que tenemos que referirnos para analizarlos, Estas son algunas cuestiones sustantivas de mi 100 ensayo, que convenfa puntualizar y aclarar. Ellas estén reafirmando la tesis central que alli se sos- tiene, es decir, la de que el fundamento de la de- pendencia es la superexplotacién del trabajo. No nos queda, en esta breve nota, sino advertir que las implicaciones de la superexplotacién trascien- den el plano de andlisis econémico y deben ser estudiadas también desde el punto de vista socio- Iogico y politico. Es avarizando en esa direccién como aceleraremos el parto de la teorfa marxista de la dependencia, liberindola de las caracteris- ticas funcional-desarrollistas que se le han adherido en su gestacion 101

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