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Entonces el panorama era que en los partos normalmente se hacía una reacción
en cadena de procesos que no necesitaban ser rutinarios, que empezaban con un
suero y la inmovilidad de la madre en posición acostada y el monitoreo fetal
constante con un cinturón (lo que impide que el parto avance bien y las cosas
circulen como deben), al ir todo lento siguiendo con un goteo de oxitocina y/o
rompimiento de bolsa, que iba de la mano con la peridural, y ahí o terminaba en
cesárea, en la mayoría de los casos, o si no en parto vaginal pero con episiotomía
y un bebé sometido a un proceso violento por demás (con contracciones tan
duras y brutas, no naturales), y al que le esperaba todavía más con las rutinas
que le harían a él.
Leí en algún lado que en un embarazo de bajo riesgo es menos factible que pase
algo si el parto transcurre en la casa, ya que –entre otros factores, como que la
mujer se siente más cómoda con sus cosas, sus olores y en un lugar propio e
íntimo- en clínicas y hospitales, al intervenir el hombre en algo totalmente
fisiológico y natural, hay más tendencia a alterar el proceso y que éste se
complique. Lo ideal sería que los partos sean en los hogares o en casas de partos
o instituciones específicamente aptas para eso, y que los hospitales y clínicas
estén preparados para recibir a la madre y al bebé si hace falta, con el equipo
que los acompaña (parteras, idealmente), suministrando todo lo que sea
necesario (transporte, profesionales, insumos, tecnología e instrumental
médico).
Recuerdo que en una clase de gimnasia para embarazadas (a la que fui una
sola vez), la profesora al leer mi ficha mencionó mi interés en tener un
parto en casa, y todas me miraron, absorbiendo con sus bocas abiertas de
asombro todo el aire del salón. Una de las panzonas me dijo: "pero... ¿no te
da miedo? a mi me daría miedo no tenerlo en una clínica", y yo le contesté:
"a mí me da más miedo todo lo que me harían en el hospital".
Automáticamente me arrepentí un poco, porque tal vez las asusté. Quizás
esa noche no durmió la pobre chica. Pero que se jodan, me daba bronca
porque estaban todas asustadísimas y totalmente desinformadas. No sabían
nada de lo que pasaba en un parto, especialmente fisiológicamente. Si algo
te asusta: ¡informate! ¡averiguá! Hasta le preguntaron a la profesora, en la
charla que tomaba lugar después de la clase, qué era la peridural. Ellas se
entregaban a las manos de los médicos, parteras, anestesistas, enfermeras,
neonatólogos y pediatras como vacas temerosas al matadero. Ellas
colaboraban con el sistema de "fábrica de bebés" siendo sólo envases. Es
cruel mi forma de decirlo, y no es taaan así. Pero me sacaban.
Como casi entrando al octavo mes se me complicaba barajar el doble control del
embarazo y la obstetra empezaba a querer intervenir (quiso hacerme un tacto
innecesario), mi partera nos recomendó que directamente tengamos al bebé en
casa con ella y una obstetra con la que ella trabajaba, en vez de con ella y otra
partera. Y si pasaba algo íbamos a la clínica con esta médica. La conocimos y
decidimos que eso nos cerraba más. Hice muchas averiguaciones y trámites en la
obra social, ya que teníamos un plan cerrado, y logré que llegado el caso la
dejen pasar a ella y nos cubran la internación y el anestesista en una clínica a
doce cuadras de casa.
¿Quién sabe? Así como ese libro me ayudó a hacer el clic de "se puede", tal vez
este escrito que da cuenta de ese recorrido tan importante en nuestras vidas que
hicimos con mucho trabajo le llegue a alguna persona (si es que alguien llega
hasta acá abajo), la movilice aunque sea mínimamente y la ayude en la creación
de su recorrido personal.