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E t Universitario
Presentación
Estamos cerrando las actividades del año 2010 y queremos dejar a la Comunidad Universitaria el último
Ethos de este año, en cumplimiento de las actividades a las cuales se comprometió la Comisión de Ética
Institucional dentro de su plan de trabajo.

Quedan consignadas aquí reflexiones de los profesores Hernán Mira Fernández, Eufrasio Guzmán Mesa y
María Dolly Cuartas Henao. El primero rescata la función de la universidad pública de formar ciudadanos y la
necesidad de superar la “falta de formación ciudadana” y el “…pobre desarrollo de la auténtica vida
democrática en el diálogo, el análisis y el disenso que respeta y asume la diferencia”, asuntos
trascendentales en la vida actual institucional de nuestra Universidad de Antioquia; el profesor Guzmán nos
invita a mirar nuestra emancipación, a propósito de los doscientos años, de una manera crítica y propone
“… a nuestra universidad, y a los seres de conocimiento que a su interior se congregan, observar que la
mejor manera de celebrar la supuesta emancipación está más cerca de un acontecimiento como es el
desarrollo de las disciplinas intelectuales y un poco lejos de rituales vacuos donde sólo seguimos
celebrando la derrota de que sólo se supera con la reivindicación del conocimiento humano”; por último, la
profesora María Dolly, nos deja consignadas diferentes aristas de reflexión sobre la igualdad y la diferencia
y lo que prima para la convivencia, concepto último que todos los integrantes de la Comunidad Universitaria
anhelan para efecto de darle sostenibilidad y permanencia a nuestra Institución dentro de la diferencia.

Se incluye también en esta edición del Ethos, algunas máximas de valores que se han venido compartiendo
desde hace algún buen tiempo con la Comunidad Universitaria, ésto con el fin de mirarnos en pro del
reconocimiento y aplicación de un actuar con referencia a unos valores que son fundamentales para
fortalecernos internamente, si queremos ser dignos de seguir siendo la Institución que hasta el momento
es querida y respetada por las comunidades regional, nacional e internacional.

Jaime Obando Cárdenas


Coordinador proyecto MECI

Ethos Universitario
Comisión Institucional de Ética: Eufrasio Guzmán Mesa, Director del Instituto de Filosofía; Fabio
Humberto Giraldo Jiménez, Director del Instituto de Estudios Políticos; Diana Cecilia Suaza Osorio,
Docente Facultad de Ingeniería, Carlos Humberto Riaño Benavides, Facultad de Ciencias Agrarias; Rubén
Alberto García Agudelo, Vicerrector Administrativo.

Invitados: Hernán Mira Fernández, Docente de la Facultad de Medicina; María Dolly Cuartas Henao,
Docente de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas; Jaime Obando Cárdenas, Coordinador del Proyecto
MECI; Fanny Cristina Hoyos Arroyave, Asesora del Proyecto MECI; Wiliam Martínez Márquez, Docente del
Instituto de Estudios Políticos.

Diseño y diagramación: Diana María Ramírez Sierra.

Si desea participar con su reflexión sobre aspectos éticos de la vida universitaria, o hacer comentarios
sobre la publicación, favor remitirlos al correo electrónico: ethosuniversitario@gmail.com

Noviembre 2010. Edición No 3. Ethos Universitario 1


Por una ciudadanía universitaria
“La imagen de la universidad no puede ser la capucha sino el rostro
humano, el rostro de los que piensan”. Julián Palau, profesor
Universidad del Valle.

Una de las funciones básicas de la universidad es formar


ciudadanos, función esencial en la razón de ser de los centros de
Foto Dpto de Información y prensa. UdeA.
educación superior y deber moral irrenunciable en las universidades
públicas. La democracia es el fundamento de la educación, los Hernán Mira Fernández
derechos humanos son la carta de navegación y la ciudadanía, con Docente Facultad de Medicina
todo lo que ella significa, es el oxigeno de la vida universitaria. Hay
que preguntarse si la asfixia que recurrentemente se vive en los claustros cuando se frena la vida
académica, se debe también a factores estructurales como la falta de formación ciudadana y,
consecuente, un pobre desarrollo de la auténtica vida democrática en el diálogo, el análisis y el disenso
que respeta y asume la diferencia.

En el buen panel que convocó el Consejo Académico de la U. de A., algo que debiera hacer con
regularidad, el profesor de la U Nacional Francisco Gutiérrez Sanín, reclamó con argumentos de peso el
desarrollo real de una ciudadanía universitaria, como un elemento fundamental para afrontar y superar
la violencia que por oleadas vive las universidades públicas, que pone en peligro su autonomía y
amenaza seriamente su esencia publica, pues da argumentos a sus opositores para la privatización,
espada de Damocles que permanece constantemente encima de estas instituciones.

Abrir efectivamente el territorio de la universidad a la sociedad, porque la autonomía es para que la


universidad dote a la sociedad de un lenguaje, dijo Gutiérrez. La universidad tiene que hacer política
hacia dentro y hacia fuera, volverse un sitio de ciudadanos que se apropien de los bienes públicos y del
papel de la universidad en la sociedad par lograr sus objetivos. Hacia adentro, se trata de diseñar
políticas universitarias con la comunidad académica que propicien e implanten la reflexión, el debate, la
crítica, como espacios de diálogo real y efectivo en la universidad.

Hay que romper las barreras y los diques que existen entre las directivas y los estamentos de la base cosa
que muchas veces, lamentablemente, solo se consigue en situaciones coyunturales. Restaurar un
ambiente de diálogo fluido y constructivo que establece el Estatuto General, abandonar las posiciones
defensivas y excluyentes que hoy se ven desde arriba y abajo. La ciudadanía universitaria implica
deberes y derechos de todos, participación efectiva, igualdad y abandono de posiciones privilegiadas en
el intercambio de lenguajes. Se trata de una construcción pedagógica y dialógica de un pensamiento
colectivo, luchar por la calidad, por una verdadera organización interna de la universidad en defensa de
derechos humanos, como propone Palau. Hay que trabajar seriamente en la formación y estructuración
de ciudadanos universitarios. Ese debe ser el objetivo inmediato.

Sobre valores

Justicia. Capacidad de dar un trato adecuado, merecido y equitativo a los integrantes de la


comunidad universitaria, de acuerdo a las normas y reglas morales, con el fin de armonizar la
convivencia universitaria.

Equidad. Capacidad de dar a cada quien lo que se merece, teniendo en cuenta sus necesidades y
brindando a cada quien individualmente lo justo para su desarrollo, con el fin de armonizar la
convivencia universitaria.

Libertad. Capacidad de cada persona para actuar según sus creencias y gustos, siempre y cuando no
interfiera la libertad de otros.

Responsabilidad. Capacidad de las personas para responder por sus actos, asumiendo
compromisos de manera libre y consciente.

Transparencia. Actuación visible de las personas en coherencia entre el pensar y el hacer, generando
confianza en los demás.

Noviembre 2010. Edición No 3. Ethos Universitario 2


La emancipación hoy, ¿una crisis de dos siglos?

En Colombia estamos supuestamente de fiesta. Hace 200 años


empezó un proceso emancipatorio que no concluye. 1810-2010,
debemos mirar en perspectiva. Mejor es mirar con retrovisor. Mal
hacemos en celebrar lo que no ha concluido, quizás estamos
demasiado acostumbrados a celebrar hasta los fracasos o a
celebrar lo que no hemos realizado. En la región del planeta que
habitamos nos habituamos a vivir de espejitos y abalorios, estamos
muy alegres sin saberse porqué, pendientes de la medida de la
alegría todos saben que este año Costa Rica nos ha tomado la Eufrasio Guzmán Mesa
delantera, el país se desencaja, se erosiona gravemente y todos Director Instituto de Filosofía
estamos muy felices.

Son más de dos siglos y el tufillo entre reconocidos intelectuales y acreditados escritores de toda
Latinoamérica es desconcertante, para decir lo menos. Muchos quieren que el pasado retorne y nuestras
relaciones con lo que fue un imperio enorme se restablezcan. Muchos aprecian más la heráldica, los
blasones, los escudos, su estirpe imaginaria, los lazos de sangre que los llevan a la península ibérica. No
son meros juegos de identidad, es todo un dispositivo que nos ha impedido vernos en el espejo real de
nuestra tierra, su historia y su destino. Lo peor es pensar que ese dispositivo es parte de un complot, de
una conseja o una exclusión deliberada. Será por eso que la infame teoría del complot llena de sueños a
sus portadores, pesadillas que se vuelven obsesión del día a día. La teoría del complot vuelve estatua de
sal a quien la mantiene, lo limita y le quita su libertad y el gozo de la acción, le justifica toda contingencia y
parece eximirlo de toda lucha seria o de los esfuerzos necesarios para lograr las metas que los seres
humanos nos proponemos. Pero no sobra decir que si en nuestras deliberaciones se hace visible un
complot bienvenida sea la luz.

Hay poco que celebrar en el tortuoso camino para hacernos una nación y cuando concentramos enormes
esfuerzos en superar los atavismos de la violencia y la crueldad, cuando nos ufanamos de las conquistas de
la democracia, en pocos años vemos derrumbarse lo elaborado con sangre y letra durante largas décadas
de sacrificio y espíritu civil que no cesa. No termina la horrible noche que describen los lamentables versos
que entonamos en nuestro himno cada día. Malos y pésimos presidentes hacen peor poesía que no
deberíamos llamar con ese nombre.

¿Cómo celebrar lo que no lo merece? Conmemoremos la lucidez de quienes han visto y divulgado un
destino de dignidad, seamos fieles a los esfuerzos enormes que han hecho millones de seres humanos de
bien que grano a grano levantan el edifico de la cultura, la fortaleza de una sociedad en ciernes. Tenemos
que preservar lo logrado, acrecentar los hallazgos que son el testimonio de nuestro paso por esta parte de
la tierra. En nuestro mundo actual, y no es aventurado decir que desde hace más de dos milenios, el
conocimiento confiable, la ciencia, la capacidad de llevar a la mano, a la herramienta y la máquina lo que
los cerebros se esfuerzan en desentrañar es un sólido patrimonio. Por ello la mejor respuesta ante la crisis
surge del esfuerzo por intelegir, por comprender y explicar.

Sería incomprensible nuestro destino humano sin el papel de las profundas crisis alimentarias, de
habitabilidad, de convivencia; las guerras, los conflictos son parte de nuestro proceso vital. Algún etólogo
brillante se atreve decirnos con buenos argumentos que es impensable una humanidad sin guerras y
destrozos. Las crisis son ciertamente baches y abismos a los cuales nos vemos abocados pero son
igualmente oportunidades formidables para el desarrollo de conocimientos de mejor calidad, de más
profundo alcance. La filosofía en particular no le ha temido a la dificultad, ella nace de una impostergable
necesidad de comprender y explicar, sin mitos ni rimbombantes cosmogonías, y quizás por ello es una
estrategia cultural que no le teme a las graves complejidades, ni pretende conjurarlas y es así como ella los
convoca a todos, desde una universidad que ha sabido asimilar y crecer desde sus propias crisis, a
reconocer las diferentes y profundas transformaciones que enfrentamos en el joven siglo que comienza.

Le proponemos a nuestra universidad, y a los seres de conocimiento que a su interior se congregan,


observar que la mejor manera de celebrar la supuesta emancipación está más cerca de un acontecimiento
como es el desarrollo de las disciplinas intelectuales y un poco lejos de rituales vacuos donde sólo
seguimos celebrando la derrota que sólo se supera con la reivindicación del conocimiento humano.

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¿Iguales o diferentes? ¿Qué prima para la convivencia?
Una de las premisas más importantes del liberalismo, y de la cual sujetamos, sino todas casi todas
nuestras pretensiones como seres humanos, es el criterio de la igual dignidad. Este concepto ha sido
utilizado por las sociedades modernas y las contemporáneas en un sentido universalista e igualitarista,
el cual ha cumplido su ciclo y ha empezado a entrar en crisis.

La política de la igual dignidad de corte kantiana, sirvió para que se reconociera en los seres humanos un
valor no monetario sino moral, razón por la cual todos sin distinción de sus contingencias sociales,
debemos ser tomados en cuenta como fines en si mismos y nunca como medios. Contenido que si era
aplicado de manera estricta, sacaba a los seres humanos del mercado y de las influencias propias del
dinero, se actuaba entonces de manera justa, y si se aplicaba de manera contraria se cometía injusticia.

Esta visión del binomio igualdad-justicia, dejo de ser aplicable a partir de los años ochenta del siglo XX,
con el surgimiento de la teoría pluralista. En tanto se hace fundamental reconocer que los seres humanos
no somos meras abstracciones (universalistas), sino seres materiales, empíricos productos del nuestros
contextos, y surge entonces el binomio diferencia-equidad.

La aplicación de las listas únicas de los derechos, (como es el caso de J. Rawls quien escribe la última
gran teoría liberal desde la filosofía política) se convierte en una tiranía para los sujetos morales y
políticos. Los ciudadanos requerimos de un reconocimiento de derechos, pero que no sea de tinte
universal, sino particular (multiculturalistas y comunitaristas desde la ciencia política), de tal manera que
lo único universal ha de ser el requerimiento no lo requerido.

Es así que Ch. Taylor (filosofía y ciencia política) propone su política de la diferencia, y M. Walzer
redefine la justicia de su concepción simple a una compleja, pasándola a través de lo que él denomina
esferas, éstas no son más que las diversas dimensiones en las que vivimos y convivimos los seres
humanos.

Así cobran valor asuntos como la identidad, la autenticidad, lo particular, las tradiciones, las preferencias,
las nociones de mundo, las perspectivas morales y éticas que se comparten en las sociedades. Porque lo
importante, lo fundamental está en ser reconocidos como diferentes.

Las nociones compartidas (M. Walzer) son sin lugar a dudas las que permiten que las comunidades se
establezcan, pervivan, y se protejan, pero también son las que posibilitan distribuir la diferencia o mejor
reconocer la pluralidad. Es así que se constituyen comunidades sobre lo bueno, buscando “buenos
ciudadanos o buenos vecinos”, como los estados, las regiones, las ciudades, y los barrios; las
comunidades que buscan el incremento de los bienes y las riquezas como las comerciales y las
financieras. Todas estás son cohesionadas por criterios de bienestar y de protección.

Dichos criterios son establecidos por cada comunidad en provecho suyo sin desmedro de las demás,
dando a cada uno de sus miembros no las mismas cosas (igualdad), sino en establecer un sistema de
oportunidades y de acceso a ellas, que le permita a cada uno de nosotros hacer las propias elecciones
de acuerdo a las preferencias y planes de vida (equidad).

No obstante, hay una comunidad que es diferente a las ya mencionadas, tiene unos criterios de
funcionamiento particulares, pues ella no produce “productos” sobre lo bueno o sobre el número, sino
que intenta “atrapar el ser y el quehacer” de los seres humanos, ésta es la comunidad académica.

Ella se ocupa de lo más valioso del trasegar humano, del conocimiento y en él subyacen el arte y las
ciencias, las dos columnas en las que la pluralidad y la autenticidad de los seres humanos se encuentra
depositada, uniendo las generaciones pasadas con las presentes, y éstas a su vez con las futuras, pues
ellas no sólo recogen el acontecer histórico de la humanidad, sino su intimidad.

Los criterios de intimidad y pluralidad hacen que las comunidades académicas sean vitales entre o
alrededor de las demás, porque les muestra desde la reflexión y la producción de conocimiento el
acontecer humano. Un acaecer en el mundo plural, individual, cooperante, reflexivo, consciente, pero
también pasional, desenfrenado, atormentado, luchador, bello y muchas veces, oscuro y equivocado.
Es decir, que refleja el espíritu humano. Mostrando a la comunidad en general formas de mejorar el
mundo real, hay unos más fáciles de percibir como son los avances en medicina, en tecnologías; sin
embargo existen otros desde las ciencias sociales y humanas que siendo menos “materiales” su
fundamento yace en presentar concepciones ontológicas (visiones del ser) que ayuden a mejorar
conductas, acciones que permitan llegar a construir imaginarios o nociones compartidas de nuestra
comunidades particulares, las que de manera inevitable traspasan a otras comunidades más cercanas, y
en el mejor de los casos aquellos que se encuentran más distantes.

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¿Iguales o diferentes? ¿Qué prima para la convivencia?
Y es precisamente, en dicha comunidad académica (para nosotros nuestra Alma Máter) que los miembros
que pertenecemos a ella, tenemos como compromiso fundamental ser receptores-productores de ese
trasegar humano, no como una elite, un grupúsculo elegido por su inteligencia como su poseedor, sino
como aquel que a través de sus elecciones se ha ido construyendo un lugar para estar allí, (estudiantes,
docentes, administración, egresados, trabajadores no docentes, entre otros) para quienes una de sus
razones ha de ser la búsqueda de un beneficio para todos, como miembro de la comunidad universitaria
pero también de la sociedad en general.

Desde nuestra particularidad académica, desde nuestra Universidad se ha de replantear el escenario del
beneficio social, puesto que aquellos que no están en un constante trabajo con lo académico porque
desempeñan otras labores, han de ser pensados como sujetos iguales-diferentes, que requieren de
nosotros tanto como nosotros de ellos, bajo una mutua necesidad y un trabajo solidario, bajo una
perspectiva de sociedad cooperante, es más fácil encontrar acuerdos de convivencia que lleven a
mayores beneficios.

Y este mutuo compromiso de respeto, admiración y retribución, o si se prefiere llamar compromiso social,
requiere de manera radical el descentramiento de cada uno de nosotros para permitirnos albergar a
quienes con ansia de conocimiento buscan establecer un diálogo franco (sin oscurantismos) sobre las
fórmulas para develar el mundo, aquí están implicados todos los que formamos parte del sistema
educativo (público y privado).

Pues a través, del develar el conocimiento cada uno de nosotros buscamos en la parte de la comunidad a
la que pertenecemos, reconocimiento de nuestra diferencia, pero también criterios de cuidado, de
protección, de bienestar, respeto, de cooperación y de estima, bienes que sólo pueden conseguirse con la
mutua ayuda. Así toda comunidad que quiera preservarse y desarrollar estándares de existencia óptimos
requiere de mutuo cuidado. Tanto de sus bienes materiales (infraestructuras y normas) sino también de
sus miembros en conjunto y de manera individual apelando a sus necesidades únicas, las que toda
comunidad plural, liberal, democrática y respetuosa ha de acoger como premisa fundamental que legitime
su existencia. De tal suerte que para la convivencia no prima ni la igualad ni la diferencia, sino ambos
valores.

María Dolly Cuartas Henao


Docente Facultad de Derecho y Ciencias Políticas

Eventos

Los valores universitarios


ayer, hoy y mañana
“Ética civil y valores universitarios”
José María Maya Mejía, Médico, Magíster en Salud Pública y Magíster en Dirección
Universitaria. Rector Universidad CES.
“Los valores y la formación ciudadana”
John Jairo Zapata Vasco, Licenciado en Ciencias de la Educación con Especialidad en
Administración Educativa; Magíster en Docencia con énfasis en Historia de la Pedagogía y Doctor
en Filosofía y Ciencias de la Educación con énfasis en Pedagogía Social.

Moderador
Eufrasio Guzmán Mesa, Director del Instituto de Filosofía, Universidad de Antioquia.

Fecha: 3 diciembre de 2010


Hora: 8:00 a.m. - 10:00 a.m.
Lugar: Auditorio Álvaro Pérez Roldán
Organiza: ENTRADA
Comisión Institucional de Ética
Bloque 19 -104 Ciudad Universitaria Universidad de Antioquia LIBRE

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