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las fuentes
de conflicto en África
Miguel Ángel Morales Solís
El subdesarrollo africano debe ser visto con perspectiva historia, debe apreciarse desde
el prisma de quien entiende que para participar en una carrera, es aconsejable haber
entrenado previamente. Muchos estados africanos tomaron la senda de la independencia
sin este entrenamiento previo y sus riquezas no han ayudado en dicho propósito. El
subdesarrollo no es algo que haya surgido a posteriori sino que fue alimentado y sigue
siendo el asidero al que las antiguas potencias coloniales y las nuevas postcoloniales se
aferran para seguir extrayendo a precios de ganga las materias primas africanas. Es un
hecho demostrable la pretensión desestabilizadora que ya en las independencias
desarrollaron las antiguas metrópoli. Francia, como potencia, junto a Inglaterra, más
representativa, propuso a sus colonias africanas, en el año 1958, la constitución de la
Comunidad Francesa, dentro de la cual, los estados que ahora son independientes,
mantendrían un estatus similar al de las autonomías españolas, con independencia
administrativa pero vinculadas a Francia en cuanto a su representación internacional y
militar. Guinea Conakry, con Seku Touré a la cabeza, fue la única colonia que se negó a
aceptar dicha constitución, con lo que quedaba al margen de la futura Comunidad. En
represalia, después de años de expolio y enriquecimiento a expensas de su colonial,
Francia decidió abandonar por completo el país llevándose consigo todo el material
administrativo y personal cualificado así como romper relaciones con el futuro estado y
no aportar financiación alguna para proyectos de desarrollo. En un acto muy similar,
España, a la independencia de Guinea Ecuatorial en el año 1968, abandonó el país
dejando atrás a una colonia de españoles bastante amplia pero vaciando por completo el
Banco Central guineano (se encontraron tan solo 2000 pesetas de la época). Este gesto
no era sino una respuesta a la victoria en elecciones de Francisco Macías, un candidato
al que España no había apoyado en las elecciones, a la vez que intentaba fortalecer la
dependencia del nuevo estado con su antigua metrópoli. Estos hechos, que pueden
encontrarse reproducidos en otros estados africanos, sumieron a los nuevos países
independientes en el abandono y provocaron en muchas ocasiones un verdadero colapso
en sus administraciones.
Seku Toure
Por el contrario, no todos los males vienen de fuera. El contexto de indefensión al que
se ve abocada gran parte de la población africana tiene en sus propios líderes a algunos
de los máximos responsables. Son estos presidentes, muchos de ellos dictadores de
facto y otros encubiertos, líderes de grupos rebeldes otros, los que colaboran, negocian
y se apropian de los beneficios que la economía africana es capaz de generar. Los
africanos huyen del control estatal de su trabajo. Schneider, F. (2005) estimaba en un
45,5 por ciento la participación de la economía sumergida para el PIB oficial en el
África austral a partir de la observación de un conjunto de 9 países. [2] El
descubrimiento de las riquezas naturales, entre los que resaltan petróleo, diamantes, gas
y minerales, y el férreo control de su extracción y producción por parte de gobiernos y
multinacionales, no ha hecho sino ampliar paulatinamente estos datos. El dinero
recaudado de impuestos y las tremendas ganancias que los recursos naturales podrían
dejar en la población, en el desarrollo de cada estado que los posee, terminan, sin
embargo, en bancos americanos y franceses o en paraísos fiscales. El subdesarrollo
africano debe mucho a la historia, sí, pero en nada ayudan las continuas presiones
internacionales que en la actualidad intentan desproteger sus mercados, haciendo que la
entrada de empresas occidentales sin escrúpulos alimenten las ansias de acumulación de
los líderes corruptos de muchos de estos estados. Charlando con la oposición guineana
en el exilio español, argumentaban que la democratización de Guinea Ecuatorial estaba
supeditada al fin de las reservas petrolíferas del país.
Se da, por tanto, una doble coyuntura que mantiene los datos de pobreza del continente
en niveles superiores a décadas pasadas. Por un lado, no solo las potencias económicas
sino todos aquellos estados inmersos en los procesos de globalización de la economía,
presionan a los estados más “pobres” para generar materias primas y bienes de consumo
al menor precio posible. Nos encontramos de esta manera con 1000 millones de
esclavos en China que trabajan por una miseria y están arruinando, por poner un
ejemplo, el embrión de la industria textil africana. Con respecto a África, aunque nos
detendremos en casos concretos posteriormente, hay que señalar que esa misma
ambición por abaratar los costes de compra, por asegurarse el flujo de petróleo,
diamantes, gas o minerales, alienta a empresas y estados compradores a desestabilizar o
amenazar con desestabilizar a terceros países con el fin de mantener los privilegios
adquiridos. Los sobornos en este medio son un ejercicio generalizado. Es aquí donde los
líderes africanos, muchos de ellos antiguos militares, y los grupos rebeldes, ejercen de
vendedores y, por tanto, de adjudicatarios de sobornos y premios a su labor en favor de
una u otra empresa, de uno u otro estado. Poco importa quien haya realizado el trabajo
de extracción, poco importa si los beneficios irán a parar o no a la población, lo
importante es manejar el tablero en que se ha convertido el mundo para aquellos que
buscan el beneficio a cualquier precio, un tablero en el que África va, para su desgracia,
tomando mayor importancia paulatinamente.
LA INDUSTRIA MADERERA
DEFORESTA ÁFRICA
La tipología de madera exportada es muy diversa; desde la caoba africana, que se valora
menos que la llegada de México por su color rosado pálido, pasando por el cedro
argelino, sin olvidar el ébano. Pero es complejo hacer una reducción de las
exportaciones a unas pocas familias arbóreas. Lo cierto es que la multitud de variedades
para los profanos de la madera son impresionantes y sus nombre completamente
desconocidos. Entra estas maderas poco habituales resaltan el okoumé, la llomba, el
abeche, tali, azobe, alele u okan, pero existen un sinfín de maderas que se producen en
cantidades muy pequeñas. La madera exportada de África tiene en España uno de sus
puertos de entrada a Europa y como ejemplo de su importancia, en España el negocio de
la madera (incluido el sector del mueble) da trabajo a unas 200.000 personas y mueve
más de 1.500 millones de euros anuales. En los países desarrollados, las talas están
mucho más orientadas al uso industrial. Pese a que estas son mucho mayores en los
países en vías de desarrollo, el volumen de negocio es mucho mayor en los
industrializados porque se trata de productos manufacturados y no de materias primas
(cuyo precio es mucho más bajo) [3]
Por el contrario, en los países en vías de desarrollo la mayoría de las talas se destinan a
leña que luego se utiliza para cocinar. A menudo las mujeres caminan varios kilómetros
al día para conseguir la madera necesaria. El consumo de leña aumenta
proporcionalmente a la población mundial: más de 500 millones de personas dependen
de la leña como fuente de energía en África subsahariana, y hasta 2000 millones la
utilizan junto a otra biomasa para obtener energía en Asia meridional y suroriental. La
leña es la única fuente de combustible para un tercio de la población mundial, y su
demanda puede multiplicarse por dos en los próximos cincuenta años. Esto tiene
consecuencias, no sólo por lo que se refiere a la deforestación sino también en cuanto a
emisiones de gases de efecto invernadero.
El caso de Angola, al igual que el de Sierra Leona, Liberia o Costa de Marfil, está
vinculado a los diamantes. Estado rico también en petróleo, Angola sufrió una guerra
civil que se ha cobrado ya un millón de victimas. Iniciada en la Guerra Fría con la
financiación de Estados Unidos, dicha guerra enfrentaba al MPLA, que logró hacerse
con el poder con el apoyo de Cuba, y a la UNITA (USA y Sudafrica). Una vez retirados
los apoyos cubanos, estadounidenses y sudafricanos (de la época del apartheid), ambas
facciones buscaron en los recursos naturales del país sus fuentes de financiación.
Treinta años después de iniciadas las hostilidades, en 2002, el líder de la UNITA, Jonás
Savimbi, fue abatido y se procedió a la firma de un alto el fuego. La situación ha
mejorado palpablemente desde entonces. Angola se perfila como uno de los motores
económicos del África Central y pretende convertirse en el mayor exportador de
diamantes del mundo para 2010. Está inmerso en un proceso de diversificación
económica y las mejoras sanitarias y educacionales son evidentes. Por el contrario, hasta
la firma de la paz, el 85 por ciento del presupuesto del estado se dedicaba a material y
acciones de guerra, lo que significa que la población estaba completamente desatendida
hasta el punto de encontrarse en el puesto 144 del Indice Mundial de Pobreza. Si
tenemos en cuenta que en las zonas donde gobernaba la UNITA no se tienen
estimaciones de gasto militar, pero que dichos gastos dieron al grupo rebelde la
posibilidad de alargar durante tantos años la guerra, se puede deducir que la extracción
de diamantes en dicho territorio fue de un número muy elevado. La inestabilidad
angoleña fue aprovechada por los compradores occidentales que, de una manera u otra,
han sido los financiadores finales de dicha guerra. La pregunta de fondo es ¿estaría
avanzando Angola si no hubiese muerto Jonás Savimbi? Habría que preguntárselo a los
compradores de diamantes del mercado negro, pero cualquiera podría entender que no.
Si bien en el caso de los diamantes, funciona desde el año 2000 el Proceso Kimberley,
ninguno de los demás minerales mencionados poseen algo parecido. Dicho proceso
surgió de una reunión de países productores de diamantes en Sudáfrica y entre sus
firmantes acumulan entre el 97 y el 99 por ciento de todas las compraventas de
diamantes llevadas a cabo en el mundo. Es un esfuerzo para combatir lo anteriormente
explicado, es decir, para evitar que los diamantes hayan sido extraídos en zonas de
conflicto o hayan servido para financiar guerras. Aunque tiene grietas, como que
diamantes extraídos en zonas de conflicto puedan ser vendidos desde paieas que
pertenecen al proceso, lo cierto es que es un avance muy importante que se debe tomar
como ejemplo.
Es curioso que los primeros firmantes de dicha Iniciativa hayan sido estados como
Francia, Estados Unidos o
Inglaterra que, además de ser los
estados de procedencia de las
mayores compañías petroleras,
junto a China, que existen en el
mundo, son los promotores y
soportes de muchos de los
regímenes dictatoriales que
campan por África, desde hace
algunos años reafirmados por las
prebendas del petróleo. Como
decía, la mayoría de los estados
africanos se encuentran entre los
candidatos a entrar en la EITI.
Por poner un ejemplo que se
entienda, pero que podría
vincularse a otros estados como
Guinea Eucatorial, República
Democrática del Congo,
Mauritania o Nigeria,
expondremos brevemente el caso
de Gabón, que se encuentra entre
los candidatos. Este país,
independiente desde 1960, se ha
mantenido bajo la tutela de
Francia antes incluso de la llegada al poder, en 1967, del actual presidente, Omar
Bongo. El territorio gabonés, aunque ha vivido tiempos mejores, es rico en petróleo y
gas, unos recursos que, gracias a las buenas relaciones mantenidas por los sucesivos
gobiernos franceses y el gobierno de Bongo, explotan en su mayoría empresas
francesas. Francia ha marcado las pautas políticas en Gabón a lo largo de los años. En
1990 presionó a Bongo para que ampliara el espectro democrático del país con 5 nuevos
partidos políticos y promovió unas elecciones multipartidistas que, como era de esperar,
ha ganado el partido presidencialista desde entonces. Pero todo cambia cuando el
gobierno gabonés decide diversificar las empresas extractivas que operan en el país y da
entrada a multinacionales británicas y sudafricanas entre otras. Es este el momento en
que Francia parece darse cuenta de que Omar Bongo es un gobernante corrupto y,
después de casi 40 años en el poder empleando los mismo métodos que emplea ahora,
decide aceptar a trámite y resolver en contra de Bongo las denuncias de varias ONG y
asociaciones civiles, además de la de un empresario francés que denuncia haber sido
raptado y haber pagado un rescate de 300 millones cfa en una cuenta a nombre de Omar
Bongo. A resultas, las cuentas bancarias que el presidente gabonés tiene en Francia han
sido congeladas y se estudia enajenar sus cuantiosas posesiones, entre las que se
encuentra mansiones en los lugares más selectos de la capital francesa.
Este juego del tira y afloja es cotidiano entre las potencias económicas mundiales y los
países africanos con reservas petroleras. Guinea Ecuatorial es otro buen ejemplo.
Conversando el ex presidente del senado español, Juan José Laborda, comentaba la
negativa de la multinacional española Repsol YPF a entrar en el mercado
guineoecuatorial. [6] Son demasiados los problemas, demasiados los juegos sucios a los
que debe enfrentarse una empresa para galantear con un presidente corrupto como
Obiang. Por el contrario, hay muchas empresas que sí están dispuestas a jugar este
juego.
Patrice Lumumba
A finales de 1960 Lumumba fue desposeído de su cargo por el Presidente del
Parlamento, Joseph Kasavubu. Tras ser llevado por la fuerza a Katanga, fue asesinado
en enero del siguiente año con la complicidad de la ONU, de Bélgica y de Estados
Unidos, dejando atrás el mito de un gobernante que podría haberse convertido en
impulsor del progreso de la República Democrática del Congo. Quedaba claro que las
potencias no iban a permitir que ningún estado prosperara al margen de sus deseos. A
partir de este momento, transcurrieron 5 años consecutivos de efímeros gobiernos
liderados por presidentes que no supieron o no pudieron ejercer su labor de una manera
correcta, haciendo que la inestabilidad del nuevo estado y la desilusión de la población
ante las promesas que suscitaba la independencia fueran en aumento. Con el apoyo de
Estados Unidos, Joseph-Desirè Mobutu se proclamó Jefe del Estado tras un golpe
palaciego que lo convertiría en presidente por 22 años, hasta 1997. Su caída, debida
primordialmente al descenso de las ayudas estadounidenses tras la caída del Bloque
Soviético, pero sobre todo a su inoperancia, cleptomanía e incapacidad para
proporcionar un mínimo de bienestar a la población congoleña, tuvo mucho que ver con
los acontecimientos que sacudieron Ruanda. Tras el genocidio de la etnia hutu contra la
tutsi en Ruanda y posterior toma del poder por parte del tutsi Paul Kagame, presidente
ruandés todavía hoy, Ruanda apoyó milicias tutsis, llamadas banyamulenge, que se
levantaron en armas en el este de la República Democrática del Congo. Mobutu decretó
que todos los tutsi debían abandonar RDC bajo amenaza de muerte, pero para entonces
la guerra era imparable. Unidos a otras facciones congoleñas que se habían visto
defraudadas o acosadas por las políticas de Mobutu y sumando las ayudas de Uganda,
los rebeldes tutsi alcanzaron Kinshasa en 1997, deponiendo a Mobutu que, tras huir a
Rabat, moriría ese mismo año de cáncer.
Pero el nuevo presidente, Laurent-Desirè Kabila, que había liderado las guerrillas de
oposición a Mobutu desde el levantamiento en Katanga tras la independencia, tampoco
tendría apenas tiempo para ejercer su labor. Tras algunas mejoras en las libertades
civiles y un intento por organizar lo mejor posible el estado, tiene que enfrentarse a la
Segunda Guerra del Congo, que da comienzo en 1998. También llamada Guerra de
Coltán, es una respuesta de aquellos estados que habían patrocinado el ascenso de
Kabila al poder (Ruanda, Uganda) cuando este, una vez en el gobierno y acuciado por
las críticas que lo señalaban como marioneta de países extranjeros, decide cubrir los
puestos de importancia del gobierno con ciudadanos congoleños y en detrimento de los
ruandeses que hasta entonces los habían ostentado. Cuando los ejércitos ugandés y
ruandés son invitados a irse de RDC, los banyamulenges, tutsis congoleños, se ven
abandonados y se retiran a su vez a las provincias más cercanas a Ruanda, es decir,
Kivu Norte y Kivu Sur, asentándose en la ciudad de Bukavu. Esta zona albergaba desde
el genocidio de Ruanda a gran cantidad de hutus ruandeses que habían huido de las
represalias del nuevo gobierno tutsi de Kagame. El conflicto entre los refugiados hutus
y los banyamulenges (apoyados por Ruanda y Burundi y financiados por el oro y
diamantes que se extraían en el territorio que ocupaban) no tardó comenzar. Los
banyamulenge tomaron en 1998 la ciudad de Goma y cualquier acuerdo entre estos y
Kabila, aliados en la primera guerra del Congo, fue imposible.
Con el pistoletazo de salida dado, tras la toma de Goma, Kabila solicita ayuda a estados
aliados con el fin de fortalecer su ejército. Acuden a la llamada Zimbabue, Angola,
Chad, Sudán y Namibia. Estos estados forman parte del Comité para el Desarrollo del
África Austral, organización que contempla la defensa mutua ante ataques externos. El
caso de Zimbabue es particularmente curioso. Se considera que este apoyo costaba a las
arcas de Zimbabue 1 millón de
dólares diarios, empobreciendo aun
más al país sudafricano y elevado a
cotas nunca antes vistas la mala
imagen de Mugabe en su propio país.
En cualquier caso, el propio Mugabe
tenía sus intereses en territorio
congoleño. Como Ruanda y Uganda,
como la propia Angola (que
recientemente ha ocupado un
pequeño territorio congoleño donde
abundan los minerales), las
concesiones para la explotación
minera en territorio congoleño
incentivaron a los combatientes de ambos bandos. Con estos mimbres, quedaba claro
que Kabila no iba a ser derrocado tan fácilmente, por lo que los objetivos cambiaron
sustancialmente. El grupo banyamulenge se escinde y se dividen el territorio en su
poder, haciendo negocio con los minerales de dicho territorio y apoyados unos por
Uganda y otros por Ruanda. Poco después estas dos escisiones luchan entre ellas, con
choque de los ejércitos de Uganda y Ruanda incluido, hasta que solo queda una, la
apoyada por Ruanda.
Esta sucesión de hechos, así expresada, no parece ser demasiado violenta. Por el
contrario, hay que reseñar que el número de muertos en los 5 años que dura la guerra
asciende a 4 millones, mientras que los desplazados, heridos, mujeres violadas, niños
soldados, recursos naturales escabullidos o malvendidos son sencillamente incontables.
Antes de finalizar la guerra, en 2001, Kabila muere asesinado en el Palacio Presidencial
a manos de su propia guardia personal. Joseph Kabila sustituye inmediatamente a su
padre en el cargo de presidente de la República Democrática del Congo, puesto que aun
hoy ocupa gracias al apoyo de Estados Unidos y el soporte de Uganda y tras haber
ganado unas elecciones democráticas en 2006 y crear un gobierno de coalición. En
conversaciones con Mbuyi Kabunda, intelectual y profesor congoleño exiliado en Suiza,
mostraba su desilusión por el modo en que han acontecido los hechos posteriores a su
toma de poder. Lo cierto es que los Kabila, sobre todo el padre, representaron para
muchos congoleños una especie de nuevos Lumumba que venían a democratizar la
RDC y terminar de asentarlo. Si la tarea del padre, Laurent Kabila, resultó imposible en
un contexto de guerra internacional en territorio propio, parece que Joseph Kabila
podría estar alcanzando un cierto grado de estabilidad en el país que ayudaría a mejorar
la situación general del mismo. Ya dentro de su mandato y continuando con la guerra,
se firman varios acuerdos de paz auspiciados por Estados Unidos entre los países
involucrados en el conflicto. De esta manera, se llega a un acuerdo incluso con las
facciones guerrilleras “independientes”, que fructifica en 2002 dando por terminada la
guerra.
Aunque las fricciones han continuado, obligando a postergar en varias ocasiones, hasta
el 2006, las elecciones generales a las que todos los contendientes nacionales se habían
comprometido en la firma del acuerdo de paz, lo cierto es van cayendo muros
paulatinamente. El último en caer, en enero de este año, fue Laurent Nkunda, guerrillero
banyamulenge que ha mantenido hasta nuestros días la hostilidades en los dos Kivus
con el apoyo de Ruanda y detenido en una acción conjunta de los ejércitos de Ruanda y
la República Democrática del Congo. Parece que las denuncias internacionales, las
presiones del nuevo gobierno estadounidense (los Clinton son amigos y aliados
históricos del presidente ruandés Paul Kagame), y el interés de los mandatarios
ruandeses por seguir manteniendo el estatus preponderante en la zona que, junto a
Uganda, le ha proporcionado Estados Unidos, han servido para hacer entrar en razón a
dicho gobierno y convencerlo para colaborar con el gobierno congoleño de J. Kabila.
Hasta el momento de su detención, Nkunda ha trabajado ufanamente en favor de los
intereses mineros de Ruanda en el Congo, y es aquí donde comienza a hablarse del
verdadero motivo de la Segunda Guerra del Congo, el coltán hace su aparición.
Lo cierto es que tanto la primera como la segunda guerra del Congo tienen mucho que
ver con la explotación de los recursos minerales del país. En la primera, como hemos
dicho, Kabila es apoyado por Ruanda, que vio en él a una marioneta a la que podría
manejar con el fin de apoderarse de las concesiones de minas del país. La segunda, en la
misma línea, incluye a otros estados y facciones que, aunque no todos, están interesados
en la misma cuestión. La guerra de baja intensidad que ha tenido lugar desde la firma
del acuerdo de paz entre las partes en 2002, vuelve a tener a Ruanda como principal
actor, apoyando a la guerrilla de Nkunda, que ha manejado las provincias de Kivu Norte
y Kivu Sur, explotando las abundantes reservas de coltán de la zona que ha sido
vendido desde Ruanda. Para aclarar aun más las cosas a este respecto, hay que destacar
en esta compra venta de coltán a la empresa SOMIGL (Sociedad Minera de los Grandes
Lagos) que está integrada por tres sociedades: la Africom (belga), la Promeco
(ruandesa) y la Cogecom (sudafricana).
coltán
Puede comprenderse, ante tales actitudes, que los beneficios que deja la explotación
minera son muy abultados. En este rio revuelto son muchos los actores que aprovechan
la coyuntura para lucrarse. Entre los trabajadores que acuden o son obligados a trabajar
en las minas, hay que contar a ex campesinos y ex ganaderos que, tras la paulatina
devaluación del algodón y otro productos de monocultivo, se han visto obligados a
desplazarse, refugiados y prisioneros de guerra (sobretodo hutus), multitud de niños
que, por su tamaño, tienen gran acogida en las minas, y muchos habitantes de zonas
próximas que acuciados por la violencia de grupos armados delincuenciales se ven
obligados a emigrar a estas zonas. [9] Con este espectro de trabajadores, uno puede
hacerse una idea de los sueldos que cobran por su trabajo. Se les paga una media de 10
dólares por cada kilo extraído, lo que supone casi un mes de trabajo, mientras que en el
mercado internacional, el kilo de coltán se está pagando, según su calidad, a entre 250 y
400 dólares. Las ganancias para aquellos que les dan trabajo son abrumadoras y los que
se unen a la fiesta, ante la perspectiva de semejantes botines, poco tienen que objetar
contra el modo de extracción, los métodos utilizados o el fin al que irán dirigidas las
ganancias.
En cualquier caso, parece que se están dando algunos pasos importantes en favor de la
estabilidad del país. A excepción del LRA (Ejército de Resistencia del Señor), un grupo
rebelde ugandés que opera en el norte del país, puede considerarse que la pacificación, a
nivel de guerrillas, está siendo
progresiva. El gran problema con
respecto a estas guerrillas rebeldes es
que, una vez descabezadas, suelen
disolverse y formar grupos
delincuenciales de muy difícil
sometimiento. Si esto ocurriera con los
banyamulenge de Nkunda, dichas
unidades disgregadas vendría a
sumarse a la gran cantidad de grupos
armados mafiosos que operan en el
país, lo que podría resultar ciertamente peligroso. Lo cierto es que las grandes
multinacionales mundiales y los estados que las acogen no están dispuestas a que el
Congo se desarrolle por su cuenta. La aparición de China, la revisión y corrección de los
contratos de explotación o la toma de decisiones adversas que un gobierno como el
congoleño pueda tomar a este respecto, no son cuestiones que se dejen al azar. Esos
grupúsculos de guerrilleros diseminados por el territorio congoleño son la dinamita a la
que cualquier interesado, cualquier agraviado, pueda ponerle mecha. Así ha sido hasta
el día de hoy.
En 1983 Numeiry ganó por tercera vez las elecciones generales y, en una de sus
primeras acciones, anunció la revisión del Código Penal de acuerdo con la Ley Islámica.
El sur del país, más afín a la creencia cristiana y las religiones animistas, volvió a
levantarse en armas. El Ejercito Popular para la Liberación de Sudán (EPLS), brazo
armado del Movimiento Popular para la Liberación de Sudán (MPLS), a las ordenes de
John Garang fue recabando apoyos entre los grupos más variados del país, incluyendo a
parte de los habitantes de la región occidental que se sentían desplazados en favor de las
regiones del valle del Nilo. En cambio, aunque logró algunas victorias militares, el
EPLS nunca ha terminado por imponerse a los diferentes gobiernos contra los que ha
luchado.
EL CONFLICTO EN DARFÜR
El conflicto de Darfür, “tierra de los fur”, no tiene una vinculación clara con las guerras
civiles que han asolado Sudan y en las que había una división clara entre bandos, el
norte y el sur. En cambio, algunas de sus motivaciones tienen que ver con esa tendencia
de los gobiernos musulmanes del norte por favorecer a la población árabe en detrimento
de las poblaciones negras. Darfür es una región con una extensión parecida al territorio
de Francia que limita con Chad por el oeste y que alcanza, en su parte suroeste, a la
República de Centroáfrica. Está poblada por unos seis millones de habitantes que a su
vez se integran en una treintena de etnias diferentes con dialectos y lenguas muchas
veces distintas. La mayoría de su población vive de la agricultura aunque también es
común la economía ganadera y pastoril. En 1994, ya con el gobierno de Bashir en el
poder, su territorio se dividió en tres regiones (norte, sur y oeste) que a su vez fueron
subdivididas en distritos y consejos locales. Esta medida llevó aparejada la reasignación
de tierras en favor de las etnias árabes, minoritarias en esa región, y sin tener
debidamente en cuenta las complejas relaciones inter-étnicas, con lo cual se generaron
ciertas disputas por la obtención de recursos.
El Darfür, quien sabe si por su poca beligerancia hasta este momento, ha sido una de las
regiones más olvidadas de Sudán. Ya en la época colonial formaba parte de esos
territorios gobernados por los mencionados “barones” y sobrevivía prácticamente con lo
que lo ha hecho hasta ahora, la agricultura de subsistencia. Por eso cuando, llegadas las
sequías que asolaron buena parte de esta zona de África a finales de los ochenta y
principios de los noventa, las áridas tierras de Darfür no pudieron ser usadas con este
fin, la crisis de alimentos no hizo si no alentar la consabida discriminación con el norte
desarrollado. Esta discriminación económica sumada a la clara diferencia étnica que
enfrenta a una mayoría negra y pobre con una minoría árabe y más o menos rica,
desembocaron en 2001 en la formación, por parte de esas mayorías discriminadas, del
ELS, Ejercito de Liberación de Sudán. Liderado por Andel Wahid Mohamed Ahmed
Nur, es producto de la cooperación de dos grupos: uno integrado por las tribus fur y
massaleit oriundas de la región sur y oeste de Darfür, y otro proveniente del norte de
Darfür, compuesto por tribus zaghawa y meidoub. Junto al ELS, otro grupo minoritario
pero con los mismos fines (conseguir para sí la autonomía que el sur, tras años de
guerra, ha ido adquiriendo), el MJI, Movimiento por la Justicia y la Igualdad, se ha
unido en la lucha contra el gobierno central que dio comienzo, en su versión más dura,
en 2003. [10]
Las luchas con las fuerzas gubernamentales tuvieron un resultado dispar. El ejército
sudanés, mal organizado y mermado por las luchas mantenidas por entonces
(recordemos que no se firma una tregua con el EPLS hasta 2005) con sus rivales
sureños, sufre una gran cantidad de derrotas que hacen replantearse la estrategia militar
al gobierno de Bashir. Con el fin de frenar las constantes acometidas de los dos grupos
insurgentes, apoyados, según parece, en aquel inicio por el propio EPLS, Bashir
impulsa la creación y desarrollo de milicias paramilitares que se nutren de los árabes
ganaderos nómadas de la propia zona y de algunos grupúsculos llegados de Chad. Esta
milicia paramilitar es conocida como los yanyawid, jinetes armados, y sus técnicas de
avasallamiento sobre la población civil han hecho saltar todas las alarmas en el
concierto internacional. Para desgracia de los grupos insurgentes, en 2005 se firma el
alto el fuego entre gobierno y EPLS, con lo que todo el dinero que servía para financiar
esta guerra, se utiliza ahora en la lucha contra el ELS y el MJI.
Campo de refugiados Darfür
El acoso al que se ve sometida la población negro africana por parte de las milicias
árabes, han convertido la guerra de Darfür en un conflicto racial, pudiendo hablarse sin
tapujos de un caso más de genocidio incontrolado en el Continente de África. Las
constantes negativas del gobierno sudanés a los ofrecimientos de ayuda humanitaria,
expulsando incluso a 13 de las ONGs que operaban hasta el momento en la zona, no han
hecho si no agravar las consecuencias del conflicto. El ACNUR ha tenido que
desarrollar su labor en el territorio del Chad que, siendo uno de los estados más
empobrecidos del mundo, soporta no solo la llegada de refugiados del país vecino sino
también el desplazamiento de población constante que provocan sus conflictos internos.
Las milicias yanyawid han llegado incluso a hacer incursiones en territorio del Chad
con la consiguiente violación de su soberanía territorial. El gobierno de Bashir aceptó la
mediación de la Unión Africana, que tiene desplegados en Darfür varios contingentes
desde 2004, habiendo participado en la firma de la paz entre el sur y el norte de 2005.
Se niega, en cambio, a la entrada en el conflicto de las fuerzas de la ONU y solo ha
aceptado hasta el momento la participación de medio millar de soldados chinos, sus
aliados en el Consejo de Seguridad, que llegaron al país en 2005.
En mayo de 2006 se produjo un primer acercamiento entre las fuerzas insurgentes del
ELS y el gobierno. En Abuya (Nigeria), con la complicidad de la Unión Africana, se
acordó por parte de los dos bandos una progresiva desmilitarización de la zona. El
gobierno central se comprometió a desarmar a las milicias yanyawid y retirar su ejército
como paso previo a la entrega de armas del ELS. En cambio, el acuerdo es vano por
utópico, ya que se oyen voces discordantes en ambos bandos. En primer lugar, el
gobierno, que es parte interesada en mantener la actividad de las diferentes milicias
progubernamentales que operan en Darfür con el fin de evitar la escisión de su
territorio, difícilmente puede involucrarse en el control de las mismas. Por otro lado, el
ELS ha visto como varias escisiones han hecho patente su disconformidad y ha
continuado con la lucha armada. El MJI y el SLM, grupos minoritarios de la insurgencia
que han ido acumulando apoyos entre los descontentos con el acuerdo de paz, han
decidido plantar cara al gobierno de Bashir y continuar su lucha en pos de alcanzar,
algún día, el control total del estado. Solo recientemente, Bashir declaró un alto el fuego
unilateral que se ha encargado de romper en repetidas ocasiones.
Se estima que la producción total del territorio sudanés es de 250.000 barriles al año,
una cantidad no demasiado alta en relación a los estados árabes del golfo pérsico, pero
nada desdeñable si se tiene en cuenta que estas reservas son de nuevo descubrimiento y
que podrían mantener su producción hasta un periodo bastante posterior al agotamiento
de las reservas tradicionales. Según los expertos, el ritmo de producción actual podría
mantenerse hasta alcanzar el año 2020. Este hecho, el de la longevidad de la reserva, ha
atraído la atención de las grandes compañías petroleras del mundo. Chevron ha
retornado al país aunque de una manera silenciosa y la francesa TOTAL Elffina ha
adquirido los derechos de explotación de las reservas del extremo sur que, aunque
todavía no ha podido comenzar con su trabajo, se estiman en una cuantía muy alta.
El retorno de Chevron vino precedido por una serie de movimientos políticos bajo mano
al más puro estilo de George Bush. Después de designar a Sudán como estado
comprometido con el terrorismo, el gobierno estadounidense cambia en 2002 de política
y decide financiar a Bashir en su lucha contra la inestabilidad. Esto se traduce en una
aportación de 100 millones de dólares que no vienen, por el contrario, solos. Este dinero
viene acompañado con la advertencia de que si en un periodo corto de tiempo, un año
aproximadamente, no se logra terminar con las milicias insurgentes, el siguiente dinero
no irá a parar a las arcas del gobierno, si no de los propios insurgentes. De esta manera,
el gobierno de la Casa Blanca se comprometía a abonar una cuantía de 300 millones de
dólares a los rebeldes sureños a fin de que el territorio pudiera, por fin, secesionarse.
Parece que la estrategia, que no podría decirse en que periodo está, ha dado resultados,
ya que en 2005, como ya hemos dicho anteriormente, se firma un acuerdo de paz entre
Garang y Bashir y la consiguiente pacificación de la zona, aunque aún se mantienen en
actividad algunas secciones de ELPS, es un hecho.
Los insurgentes darfüreños, de los que apenas si hay información, podrían contentarse
con un acuerdo como el que alcanzaran en 2005 las milicias insurgentes de sur y el
gobierno central. En este acuerdo de paz se estipulaba un plazo de preparación para la
celebración de un referéndum en el que las regiones del sur decidirían si quieren seguir
formando parte de Sudán o prefieren vivir con independencia. Si el resultado del
referéndum no se manipula, es muy probable que esta región alcance la independencia,
por lo que la pérdida para Sudán sería mayúscula ya que la mayoría de las reservas
petrolíferas están en estas zonas. En este contexto, es complicado que el gobierno de
Sudan acepte para Darfür un acuerdo similar. Es más probable que se hable de una
cierta autonomía en que las ganancias del petróleo fuesen divididas de alguna manera
equitativa que saciara las pretensiones de cada lado. Este posible acuerdo futuro, con la
entrada progresiva de la ONU en la zona, podría satisfacer también los intereses de
Estados Unidos que, en vez de negociar con un gobierno marcadamente contrario,
podría alcanzar acuerdos con los nuevos gobernantes de Darfür. Lo que no queda claro
es si la guerrilla darfüreña tiene una posición de fuerza como la que mantenía Garang, lo
que hace imprevisible el resultado de las posibles negociaciones. Es importante tener en
cuenta el lugar que ocupa Estados Unidos en el conflicto. Chad parece estar alineada
bajo los intereses de Francia. El descubrimiento de reservas petrolíferas en Darfür no es
una sorpresa para quienes entienden del negocio del petróleo. Después del hallazgo del
oro negro bajo territorio chadiano, cerca de las fronteras con Sudán, se ha descubierto
que toda esta zona es un gran fondo de reservas petrolíferas que se extenderían en un
perímetro indeterminado pero en cualquier caso muy extenso. El problema es que Chad,
como ya hemos dicho, parece estar bajo el influjo de los intereses franceses, lo que hace
que Darfür sea, por su novedad, un lugar en que los intereses estadounidenses tendrían
cabida. La búsqueda de una solución no parece tener mucho futuro si tanto Gran
Bretaña como Estados Unidos no quedan satisfechos. China, por otro lado, podría seguir
manteniendo sus pozos de extracción, ya que, según parece, aun hay una buena parte de
territorio en el norte de Darfür que no está
siendo explotada. [12]
Por el contrario, este modelo está agotado y la actual crisis económica lo demuestra. Es
necesario hacer un balance de lo que para el mundo han representado los años de
capitalismo salvaje y hacerlo desde esa perspectiva, desde una visión global, desde el
punto de vista mundial. Es obvio que los estados occidentales han avanzado,
materialmente hablando, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, a un ritmo
increíble. Los modelos dentro de estos estados son, por el contrario, bien diferentes. Si
bien en unos a primado la privatización de todos los espectros de la vida pública, otros
han mantenido ciertos logros sociales que protegen a la población de la agresividad con
la que opera el capital. En el otro lado, en los estados más desfavorecidos, en los que
partían con desventaja en la carrera por falta de una base estable, los efectos para su
población han sido, por lo general, nefastos. Las convulsiones del capitalismo han
tendido a subsanarse con medidas agresivas, con medios más radicales que los que
venían empleándose hasta ese momento. De esta manera, encontramos que, tras el logro
de las independencias por parte de los estados africano en la segunda mitad del siglo
XX, estos estados han pasado a formar parte de un juego de tira y afloja en lo que a
desarrollo se refiere. ¿Interesa de verdad que los estados africanos se desarrollen? Eso
sería poco menos que tirar piedras en el propio tejado de los estados occidentales. Las
empresas multinacionales, que han alcanzado un poder tal que son capaces de
chantajear por poder económico a los estados que las acogen y a aquellos de los que
provienen, prefieren negociar con administraciones débiles y dependientes de sus
ingresos, por lo que es comprensible, desde el punto de vista del egoísmo y la avaricia, a
los que algunos llaman realismo y que es la esencia del capitalismo, que no muestren
demasiado interés por lo que ocurra con la población de esos estados.
Notas
[1] Jean-François Bayart, “El estado en África. La política del vientre”, Edicions
Bellaterra, Barcelona, 1999.
[2] http://www.revistapueblos.org/spip.php?article957
[4] González Calvo, Gerardo “África, la tercera colonización” Editorial Mundo Negro.
2008. Madrid.
[8] García Botía, José. “Algunas claves para entender lo que está pasando en R.D. del
Congo”. UMOYA
[11] “El genocidio de Darfür” de Mbuyi Kabunda para Safe Democracy. Versión
electrónica.