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Pasado y presente: Los trabajadores una vez más.

Rafael Agacino1

En memoria de Rodrigo Cisternas Fernández joven obrero


forestal, 26 años, asesinado el 3 de mayo de 2007 por las
fuerzas policiales en Arauco.

La contrarrevolución neoliberal chilena cambió radicalmente la estructura de la economía, y


consecuentemente, casi todo su entramado institucional. Un aspecto central de este cambio fue la
“nueva organización industrial”, es decir, la nueva forma en que se articuló la propiedad, la
producción y los procesos de trabajo, cuyo fundamento fueron las nuevas relaciones entre capital
y trabajo, entre capitalitas y entre los propios trabajadores. La tarea político-ideológica de la
contrarrevolución neoliberal fue fijar dichas relaciones como normas legales o garantizar, cuando
se trataba de simples prácticas sociales, su reproducción espontánea, sin necesidad de ley. El
conjunto de la institucionalidad de jure y de facto, constituyó y constituye la arquitectura del
proyecto neoliberal, extendido incluso a otras dimensiones de la vida. En lo que sigue nos
ocupamos de sus aspectos principales desde la perspectiva del mundo del trabajo.

1. La institucionalidad económica neoliberal y su impacto en el mundo del trabajo.

La “nueva organización industrial” se concretó desde muy temprano a través de una


centralización horizontal del capital y de la fragmentación productiva. La centralización
horizontal, como forma de control conglomerante de la propiedad, reconfiguró al segmento
dominante del empresariado dando paso a “grupos económicos” con inversiones transversales, es
decir, interesados cada vez más en la “acumulación en general” y menos en un “valor de uso” o
rama específicos. La fragmentación productiva, por su parte, bajo la forma de externalización de
funciones o subcontratación, modificó la demografía empresarial generando una estructura muy
heterogénea que vinculó orgánicamente a firmas medianas y pequeñas -e incluso micro-empresas
y trabajadores a domicilio- con los grandes conglomerados controladores de los procesos de
acumulación.

Miradas estas tendencias desde el ángulo de los sujetos colectivos, por simple observación se
constata que la franja del capital asociada a los conglomerados se fortaleció objetiva y
1
Profesor Universidad Bolivariana. Comentarios a gmss@terra.cl.

1
subjetivamente, mientras los trabajadores – incluso importantes franjas de capitales pequeños-
fueron obligados por la dinámica de las transformaciones a involucionar desde sujetos colectivos
a simples categorías estadísticas sin significación social o política alguna.

Para la masa trabajadora este proceso fue acompañado por la precarización directa o indirecta de
sus condiciones laborales por cuanto la institucionalidad laboral, incluso considerando las
reformas realizadas por los tres primeros gobiernos civiles, no se hizo cargo en plenitud del
principio de “desigualdad originaria” entre capital y trabajo, idea fundante del derecho laboral.
Salvo la estrecha franja de asalariados “protegidos” pertenecientes al Estado o a grandes
empresas que mantienen núcleos estratégicos de empleo directo, la precarización de las
condiciones laborales implicó la precarización de las propias condiciones de vida de la gran
mayoría de los trabajadores. Y no sólo por los bajos salarios, malas condiciones de trabajo o
“contratos basura”, sino también por la imposibilidad práctica o legal de ejercer los derechos de
sindicalización y negociación consignados en la misma ley laboral2.

En efecto, la legislación vigente, concebida por la dictadura y reformada por los gobiernos
civiles, consigna cuatro tipos sindicatos - de empresa, interempresa, de trabajadores transitorios y
de trabajadores independientes- de los cuales sólo el primero está plenamente facultado para
negociar colectivamente. Los sindicatos interempresa, que requieren del acuerdo previo de los
diferentes empleadores, y los de trabajadores transitorios, dada la naturaleza de la actividad o de
la relación, enfrentan serias dificultades para gestar organizaciones y procesos de negociación
perdurables. El mismo cuerpo legal autoriza dos modalidades de negociación colectiva: la
reglada y la no reglada. La primera consiste en un procedimiento en que las partes tienen
obligaciones y derechos definidos y se obligan a culminar con la suscripción de un contrato
colectivo, mientras en la no reglada, el timing y su carácter dependen de las partes sin que éstas
deban seguir un procedimiento que termine con la suscripción de un convenio colectivo, ni
tengan derecho a ejercer, como en el caso anterior, ciertas prerrogativas como la huelga legal. Es
importante, además, considerar que la negociación colectiva, sea o no reglada, puede llevarse a
cabo tanto por sindicatos -instancias más permanentes y con personalidad jurídica- como por
grupos negociadores organizados para ese solo fin y cuya existencia generalmente se limita a la
duración del proceso.

Este entramado institucional de jure es el que explica que en la actualidad no más del 12% de la
fuerza de trabajo ocupada esté organizada formalmente en sindicatos, y que la cobertura de la
negociación colectiva –incluyendo sindicatos y grupos negociadores- alcance a poco más del 7%
de los ocupados3.
Si consideramos, por una parte, que sólo el 8% de la fuerza de trabajo está organizada en
sindicatos de empresa - la opción más favorable para la negociación colectiva- y que el tamaño
medio de dichos sindicatos gira en torno a los 35 afiliados, y por otra, que los otros cuatro puntos
2
Más detalles sobre los temas tratados en este y el punto siguiente en R. Agacino: Notas sobre el capitalismo
chileno y antecedentes para una plataforma de lucha por los derechos generales de los trabajadores, revista
Economía Crítica y Desarrollo, Año 1, Nº 2, Semestre II-2002, Santiago. Versión electrónica en
www.redem.buap.mx.
3
Dirección Nacional del Trabajo: Compendio de series estadísticas 1990-2006, Capitulo I: Sindicalismo y Capítulo
II: Negociación Colectiva, disponibles en http://portal.dt.gob.cl/documentacion. La cobertura del 7% de la
negociación colectiva resulta de la suma –aproximada, sin decimales- de las tasas de trabajadores involucrados en
negociaciones respecto del total de fuerza de trabajo ocupada, excluida la administración pública, correspondientes a
los años 2005 y 2006.

2
porcentuales restantes de sindicalización (la tasa total alcanza al 12%) corresponden a sindicatos
prácticamente imposibilitados de negociar colectivamente de forma eficaz y con efectos
perdurables, se comprende la cuasi inutilidad de la legislación laboral actual 4. Así, un 88% de los
trabajadores sin ningún tipo de organización propia y un 12% organizado de manera
fragmentaria con poder mínimo, explican que un 93% de los ocupados de este país estén al
margen de la protección laboral que deriva de la negociación colectiva y carezcan de
herramientas legales efectivas para negociar las condiciones de venta y uso de su único activo: su
capacidad de trabajo.

Por otra parte, la institucionalidad de facto se concretó en un conjunto de prácticas que


reforzaron la atomización y la involución de los trabajadores comos sujetos colectivos. Los
sistemas salariales asociados a la productividad individual, la introducción de nuevos paradigmas
de organización del trabajo (polivalencia, rotación y ampliación de tareas, etc.), y de la
producción (el “justo a y tiempo”, la maquila y subcontratación de mano de obra), fueron la base
estructural extra jurídica sobre la cual el capital logró mantener a raya a los trabajadores e
imponer mas fácilmente su racionalidad como sentido común. Este último proceso se extendió y
legitimó cuando sobrevino la democracia, pues, durante los 17 años siguientes, aprovechando la
vulnerabilidad, la obsecuencia o permeabilidad a la corrupción de las dirigencias, se los
involucró en “acuerdos marcos” nacionales, en “alianzas estratégicas” sectoriales o, simplemente
inyectándoles la morfina del consumismo, que desplazó al trabajo del centro y proclamó al
empresario y la empresa como causa de la riqueza y el bienestar. El verbo fue “emprender”, el
sujeto el “emprendedor” o el “empresario”.

2. Límites del “sindicalismo clásico” y respuestas emergentes.

En la fase post dictatorial de la contra revolución neoliberal, el efecto de las transformaciones


anteriores redujo la organización y lucha de los trabajadores a su mínima expresión. La
concepción dominante, que podríamos denominar “sindicalismo clásico”5, retuvo más por
tradición que por acción, cierta presencia en los segmentos “más protegidos” de los trabajadores:
los ocupados en el sector público, municipal y en grandes empresas estatales o privadas con
empleo directo y estable. A pesar de las diversas fracturas que ha sufrido el sindicalismo clásico,
en su interior conviven dos corrientes que se manifiestan en casi todas las organizaciones y

4
Las cifras son tomadas directamente de la fuente indicada en nota anterior.
5
Denominamos así al movimiento sindical característico del patrón de acumulación desarrollista que, en lo central,
representó a la franja de trabajadores estatales y de las grandes empresas de la minería, industria, el comercio y los
servicios. No obstante las diferencias ideológicas que coexistieron y coexisten en su interior, este sindicalismo es
tributario de concepciones organizativas y prácticas de representación burocráticas así como proclive a una relación
de dependencia respecto de los partidos políticos y el Estado, tendencias muy propias del ideario keynesiano o
estatalista. Sus formas clásicas de organización han sido los sindicatos de empresa y las asociaciones gremiales. La
distinción entre “sindicalismo clásico” y movimiento de trabajadores permite mostrar que éste último no se agota ni
se reduce a sola una de sus formas históricas: el sindicalismo. La historia oficial ortodoxa tiende a presentar las
experiencias previas – aquellas acaecidas entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX- como
“proto sindicalismo”, mostrándolas como inmaduras y puramente espontáneas. Nada más falso. Se trató de procesos
de constitución y lucha cuyas concepciones organizativas y prácticas no sólo fueron adecuadas a las condiciones
impuestas por el patrón de acumulación capitalista vigente en ese entonces, sino también, promotoras de la
independencia y autonomía que pretendían convertir a la clase obrera en un auténtico sujeto social y político.

3
centrales de las que hoy se compone6. La corriente social-concertacionista, incluidos en ella
sectores claramente colaboracionistas y digitados por la patronal, prácticamente renunció a la
movilización, mostrándose desde el principio obsecuente con las administraciones civiles post
dictadura. La otra, igualmente tradicional pero con una orientación mas clasista, ha vivido
atrapada en una mezquindad corporativa, bloqueada por un dogmatismo que le ha impedido
comprender profundamente la nueva realidad del trabajo, y por ello, impotente para levantar una
política hacia los trabajadores flexibilizados y precarizados cuyas concepciones, formas de
organización y lucha tradicionales, simplemente no le acomodan ni objetiva ni culturalmente.

Al lado del sindicalismo clásico, muchas veces en soledad, trastabillando, y sobre todo
rompiendo con el chantaje que impuso la estrategia de los consensos de la Transición chilena,
varias franjas de trabajadores en el ocaso de los ochenta y durante el boom de inversiones de la
primera mitad de los noventa, comenzaron a reaccionar y ensayaron formas de convivencia,
organización y luchas adaptadas a estas nuevas condiciones de precariedad y flexibilidad. Se
trataba de experiencias que, a diferencia de aquellas vinculadas al sindicalismo clásico,
construyeron formas propias de convivencia y apoyo mutuo, desarrollaron una militancia social
amplia, enfrentaron negociaciones de facto al amparo o no de organizaciones legales, y
ensayaron métodos de participación colectiva y acción directa. Entre estas experiencias, las más
conocidas fueron las de los trabajadores del montaje industrial agrupados en el SINAMI, los
contratistas del cobre vinculados a la división El Teniente de CODELCO7, y los grupos de
mujeres de la agroindustria (temporeras) que aprendieron de súbito a pelear por mejoras en sus
salarios y paupérrimas condiciones de trabajo. En lo que va corrido de la presente década, la
experiencia más emblemática y aleccionadora, previa a las movilizaciones de trabajadores
subcontratistas este año 2007, es la de los estibadores subcontratistas de los puertos de Coronel,
Lirquen, Talcahuano y San Vicente el año 20038.

Naturalmente las movilizaciones recientes de los trabajadores subcontratistas de las forestales y


el cobre, así como las anteriormente citadas, tienen singularidades que explican sus éxitos y
fracasos, incluidos los tremendos costos humanos como fue el cuasi fusilamiento del joven
obrero Rodrigo Cisternas por parte de Carabineros9. El tipo de empresa (holding público o
privado, exportadora, etc.), el momento económico y político en que se lanza el conflicto, la
experiencia y composición del activo de trabajadores que se moviliza en cada caso, etc., son
todos factores clave a la hora de su desenlace. Pero las diferencias fundamentales que interesa
resaltar se refieren a las concepciones y prácticas respecto del sindicalismo clásico. Estas
diferencias pueden ser relevadas desde varios ángulos; veamos algunos.

En el caso de un típico sindicato de empresa, su derecho a negociación colectiva se concreta


inicialmente presentando a su patrón directo un proyecto de contrato o de convenio según se trate
de un proceso reglado o no. Luego, si se trata de un contrato colectivo, la negociación se ciñe a
un conjunto de etapas con procedimientos y tiempos predefinidos, incluida la votación y/o

6
En la actualidad existen como centrales legalmente constituidas y/o reconocidas por la OIT, la CUT, la CAT y la
UNT.
7
Para un análisis más detallado de las estrategias sindicales en la minería ver Agacino, Rojas y González: Capital
transnacional y Trabajo. El desarrollo Minero en Chile, LOM, Santiago, 1998.
8
Ver artículo de Luis Candia: Toma de puertos, victoria de los trabajadores, revista Pastoral Popular, Nº 285,
agosto 2003.
9
Hay registros gráficos residentes en diferentes páginas web. Por ejemplo, http://www.youtube.com.

4
realización de la huelga legal, o bien, en el caso de convenio, desarrollando un proceso de
negociación sin pauta ni duración definidas y sin derecho a huelga. Así, si los sindicatos o grupos
negociadores logran resistir las prácticas antisindicales y aunar la voluntad de sus asociados para
iniciar la negociación, deben enfrentar luego problemas de orden táctico como: conformación de
equipos de negociación efectivos, incluyendo asesoría legal y económica, reunión de
información clave respecto de la economía, sector y la empresa, y sobre todo el problema de
mantener a su dirigencia unida e impermeable al soborno, así como a sus asociados involucrados
y dispuestos a aplicar dosis crecientes de presión hasta llegar, si disponen de este recurso, a la
huelga legal.

El ciclo de negociación, repetido cada dos, tres o cuatro años, es la práctica habitual de
negociación de los sindicatos de trabajadores de planta de grandes empresas tales como
MADECO, BANCO CHILE, AFP PROVIDA, ENAP, ESCONDIDA, BATA, CCU,
TELEFONICA y otras similares. En todos ellas, debe destacarse, existe al menos un sindicato de
empresa que presenta un pliego formal de peticiones a su empleador directo y conocido, y que
con la debida asesoría y definiciones de negociación, se dedica, en un espacio y tiempos
formalmente reconocidos, a consensuar con su empleador las magnitudes de reajustes y mejoras
en las condiciones laborales para sus asociados, y que a veces, más por defecto que por efecto, se
hacen extensibles a trabajadores no organizados u organizados en otros sindicatos o grupos
negociadores de la misma empresa.

Se comprenderá que si este ciclo entraña dificultades para los grandes sindicatos de empresas,
éstas se multiplican para los sindicatos pequeños, con escasos recursos económicos, baja
calificación y experiencia de sus asociados y acceso limitado a medios de información. Peor en
el caso de los grupos negociadores poco numerosos, y en los sindicatos inter empresas que deben
conseguir la anuencia de los empleadores involucrados. Y así, en general, para todos los
ocupados en los eslabones débiles de las cadenas de subcontratación y/o externalización cuya
relación laboral legal es tan precaria aún cuando produzcan bienes o servicios para las grandes
empresa mandantes10.

Por ello, la negociación “tecnificada”, es un modelo practicado por un segmento muy reducido
de trabajadores organizados que, como ya hemos visto, fluctúan en torno al 7% de la fuerza de
trabajo ocupada.

3. Ruptura y continuidad. Las nuevas prácticas y nuevos sujetos.

La originalidad de las experiencias desarrolladas por los trabajadores para los cuales todo este
entramado institucional resulta cuasi inútil, estriba en los síntomas de ruptura con las prácticas y
concepciones del viejo sindicalismo constituido al amparo del patrón de acumulación
desarrollista. Lo que se observa es una recuperación de prácticas históricas de organización y
lucha, digamos pre-clásicas, ensayadas por el movimiento de trabajadores de fines del siglo XIX
y principios del XX que, como se sabe, fue muy influenciado por concepciones libertarias y
autonomistas.
10
Empresas mandantes son aquellas que subcontratan a otras firmas a fin de que realicen actividades productivas o
de servicios, o bien, en un sentido más amplio, a objeto de que les suministran servicios de fuerza de trabajo para
realizar tales actividades.

5
Estos síntomas de ruptura con el sindicalismo clásico, se manifiestan en un intento de
comprender y actuar frente a la actual realidad del trabajo y la producción con otros conceptos y
medios organizativos. Lo anterior es muy evidente cuando se analizan las prácticas de las nuevas
cohortes de trabajadores que conforman la fuerza de trabajo actual; éstas son ya directamente
hijas del modelo, han crecido y sobrevivido en las nuevas condiciones laborales y de la
producción, por lo cual sus formas de entender su vida como trabajadores y sus luchas ya no se
estructuran subjetivamente con los códigos lingüísticos y conceptuales propios del sindicalismo
clásico, menos con sus formas organizativas y de convivencia11.

Estas franjas han comprendido, en primer lugar, que la organización de los trabajadores consiste
ante todo en la articulación de voluntades sobre la base de una identidad “general de clase” que
supera la específica identidad fundada en el oficio o la empresa. También, una franca disposición
a actuar colectivamente en torno a intereses comunes. Y aunque en muchos casos la organización
adopte la figura legal de sindicato o arranque de ella, lo importante es que la práctica de las
organizaciones supera las restricciones impuestas por esa forma legal y cultural que se ha
impuesto en las últimas décadas. Una manifestación concreta de esta concepción es que muchas
de éstas organizaciones de nuevo tipo mantienen la afiliación con independencia de si el
trabajador está o no empleado, o si está o no trabajando en la misma empresa, faena o proyecto.
El camino lo abrió el antiguo SINAMI que utilizó la figura de “sindicato nacional” para
mantener la afiliación de masas de trabajadores que se desplazan de obra en obra con tiempos
más o menos prolongados de desempleo; y en nuestros días el paradigma, sin duda lo constituye
el Sindicato de Trabajadores del Puerto de San Vicente que cuenta con socios que rotan
diariamente entre el empleo y el desempleo por cuanto los contratos con las empresas de estiba
tienen una duración máxima de 8 horas12.

En segundo lugar, entienden que en las nuevas condiciones de producción la relación laboral-
legal no se corresponde necesariamente con la relación laboral-económica. En efecto, como ya
hemos dicho, la fragmentación productiva separa la relación legal de la relación económica, pues
la entidad que aparece como contratante no necesariamente es la entidad que se sirve directa o
indirectamente de la fuerza de trabajo. La existencia de circuitos productivos, o cadenas de
subcontratación que vinculan desde talleres productivos, incluso en ocasiones trabajadores a
domicilio, con pequeñas y medianas empresas que suministran partes o piezas o simplemente
fuerza de trabajo a una empresa mandante, hace inútil la ley laboral. En efecto ¿tiene algún
sentido que se autorice la organización y negociación a sindicatos de empresa o grupos
negociadores, si éstos deben remitirse a un empleador que, como ocurre en miles de casos, no

11
Un buen ejemplo es la reciente experiencia de un grupo de trabajadores de Supermercados Líder. Una
organización formada bajo la cubierta de un club deportivo e integrada casi únicamente por jóvenes logró, por
medio de una heterodoxa movilización, resultados favorables, y sobre todo, sobrevivir a los embates del
empresariado. Una ventaja notable de este grupo jóvenes, en contraste con las viejas generaciones de trabajadores
formadas en el sindicalismo tradicional, es su mayor resistencia subjetiva a la amenaza del despido. Y no porque se
trate de chicos indolentes o sin responsabilidades familiares, sino simplemente porque toda su vida laboral la han
desarrollado en condiciones de flexibilidad precaria, y por tanto, digámoslo así, están ya aclimatados a transitar entre
el empleo y el desempleo, a cambiar de oficio, empresa e incluso de barrio cada dos o tres años. Son “carne para la
picadora” como diría la Polla Record, grupo musical muy escuchado por las nuevas generaciones de trabajadores.
12
Ver reportaje de Manuel Ossa: Estibadores de San Vicente – una organización comunitaria y sindical, revista
Pastoral Popular, Nº 279, mayo 2002.

6
tiene ni la capacidad ni la independencia económicas para negociar seriamente con sus
trabajadores directos?

Así, en las condiciones de fragmentación productiva y flexibilidad del mercado de trabajo, el


sindicato formal no sólo es inservible como instrumento organizativo para los trabajadores que
rotan entre el empleo y el desempleo, sino también como medio para mejorar las condiciones
salariales y de trabajo, si su ámbito de negociación se limita a al empleador directo.

En tercer lugar, las franjas de trabajadores de las que hablamos han ido desarrollando la
conciencia de que la organización y sus acciones deben adecuarse a exigencias mayores a la
pura capacidad negociadora en mesa o de lucha en condiciones tradicionales de conflicto. Por el
contrario, éstas asumen desde la partida exigencias de carácter más político, por cuanto se
refieren a la constitución de sujetos colectivos capaces de resolver al menos tres problemas
tácticos que para el sindicato de empresa de las grandes firmas se suponen resueltos, a saber:

(a) Construir una fuerza colectiva capaz de superar el efecto atomizador de la


institucionalidad vigente. Dado que en la mayoría de los casos la relación laboral directa
encubre al patrón o empleador real por medio de una infinidad de empleadores formales, los
trabajadores deben convencerse y convencer que hay que desplazar el espacio de
organización y lucha de la relación laboral-legal a la relación laboral-económica. Vale la
pena indicar que este tipo de organización y negociación solo en apariencia recuerda la
negociación por rama pues el referente aquí no es la rama sino el holding o el grupo
económico y/o la empresa principal mandante.

(b) Forzar a que la contraparte patronal real se constituya. Por la misma razón anterior, los
trabajadores, para siquiera aspirar a negociar con efectividad, deben preocuparse de hacer
que el empleador real aparezca, dé la cara y acepte negociar. Como se ha visto, debe ser
forzado pues rehúsa apelando al simple expediente de una relación laboral de la cual él no
forma parte.

(c) Resistir la persecución post negociación. Si se logra forzar a los empleadores reales a
constituirse en contrapartes negociadoras, y sobretodo si la negociación resulta favorable a
los trabajadores, sabido es que hay que prepararse para la reacción. En muchos casos, ésta se
asemeja a una suerte de “terror empresarial” que incluye despidos, listas negras y soborno.
La patronal aprende rápidamente y no admite ser gratuitamente sorprendida dos veces.

Tanto en las movilizaciones ilegales de los estibadores de la VIII región el 2003, como en las de
trabajadores forestales y del cobre de este año, luego de lograr constituir una organización
trasversal y desencadenar el proceso, el punto crítico ha sido forzar la constitución de una mesa
negociadora con las empresas mandantes, e incluso, concitando la atención de las autoridades
políticas (Intendente, ministros del trabajo e interior) y de los grandes propietarios como ocurrió
con Ricardo Claro en los puertos y Eliodoro Matte en Mininco. Se trata, como decían los
trabajadores del puerto de San Vicente, “de negociar con Tarzán, no con los monos”13.
13
A este respecto resulta interesante conocer el número de personas empleadas directa e indirectamente por cada
conglomerado o holding. No contamos con cifras precisas pero recientemente se publicó una referencia sobre los
trabajadores empleados por las principales empresas según ventas anuales consolidadas en el año 2006. Entre otras,

7
Por otra parte, las experiencias del SINAMI14, SINTRAC y más recientemente de los
trabajadores subcontratados de CODELCO, muestran la necesidad de protegerse frente al
soborno a dirigentes, despidos y listas negras. Este último mecanismo, muy usado en los sectores
de trabajo temporal y transitorio, ha implicado que muchos de sus militantes más activos – que
usualmente cumplen el rol de delegados - sean forzados a cambiar de oficio e incluso a migrar,
por cuanto las firmas subcontratistas se niegan a emplearlos. Así, se ha vuelto necesario
implementar fondos de huelga, fondos rotatorios o simplemente colectas solidarias, iniciativas
colectivas que han recuperado las prácticas de apoyo mutuo y solidaridad autónomas típicas del
movimiento de trabajadores de inicios del siglo pasado.

Como se observa, las concepciones organizativas y de convivencia, así como las definiciones
tácticas a utilizar en las luchas reivindicativas, deben considerar desde la partida un conjunto de
dimensiones y tareas mucho más amplias y complejas que aquellas propias de los sindicatos de
trabajadores estables. La organización tiene poco de clientelismo entre dirigentes que ofrecen
mejoras y socios que las demandan pasivamente; aquí se trata de organizaciones cuya única
posibilidad de mejorar las condiciones de sus asociados y sobrevivir es ampliar la mirada y
ámbito de acción, condición muy favorable a la constitución de sujetos sociales activos.

4. Un paso adelante: los trabajadores una vez más un sujeto político-social.

En esta perspectiva y en cuarto lugar, lentamente comienza a plantearse la problemática de los


derechos generales cuya posibilidad de ser resuelta a partir de las negociaciones restringidas a
los lugares de trabajo o con los empleadores directos, es prácticamente nula. Se trata de
“derechos sociales” como la educación, salud, vivienda, etc., que en el contexto del patrón de
acumulación desarrollista, segmentos de trabajadores lograron satisfacer negociando en sus
espacios laborales en la medida que la institucionalidad vigente incluía mecanismos tripartitos
(Estado, empresarios y sindicatos) que lo hacían posible. Tales mecanismos dieron origen, por
ejemplo, a una serie de establecimientos educacionales, complejos habitacionales – recuérdese
por ejemplo, la Escuela Matte en Puente Alto, las poblaciones Yarur y Copec en Santiago- y
otras instalaciones destinadas a cubrir parte de estas “demandas sociales”.

Es obvio que hoy esos logros son inimaginables negociando con los empleadores directos,
incluso en caso de los sindicatos de empresa clásicos.
Esas demandas requieren de una fuerza tal que, primero, sea capaz de reponer el rol central del
trabajo y los trabajadores en la producción de la riqueza social y en la sociedad, sobre todo
reponerlo en la propia cabeza de los trabajadores cuya identidad está hoy trizada, y en segundo
lugar, forzar a que los sectores dominantes y el Estado se constituyan como contraparte de la
“cuestión social”. La clave del presente es la constitución de los trabajadores como sujeto
es notable saber que CENCOSUD del grupo (Horst) Paulman, empleó un total de 70.869 trabajadores en sus
diferentes empresas durante el 2006; Falabella del grupo (Reinaldo) Solari ocupó 49.507 trabajadores; D&S del
grupo (Felipe) Ibáñez ocupó 33.724 trabjadores y CELCO del grupo (Anacleto) Angelini empleó 34.000
trabajadores. Está claro entonces a quién dirigirse. Véase revista Capital N°202, Santiago, 20/04/2006.
14
Luego de una larga crisis generada por acusaciones cruzadas de corrupción –algunos dirigentes se habrían
transformado en contratistas suministradores de mano de obra para las empresas contraparte sin renunciar a su
calidad de tales - ésta organización se escindió y un grupo de trabajadores dio origen, a fines del año 2003, al
Sindicato Interempresa nacional de trabajadores de contratistas y subcontratistas, SINTRAC.

8
político-social; logrado esto se verá cuánto se gana y cómo se sobrevive a los embates de un
sistema neoliberal ya maduro que parece contar cada vez con menos artilugios para eludir los
síntomas de su agotamiento.

En noviembre de este año se conmemorarán los 100 años de la masacre de la Escuela Santa
María de Iquique; a pesar de que ha pasado un siglo, la memoria está viva. Este simple hecho
señala que la matrix neoliberal adolece de fallas, de fisuras; por ellas sus anomalías estructurales
afloran y golpetean la conciencia de quien se detenga un minuto a reflexionar con mínima
profundidad sobre su miseria global. La primera anomalía es su incompletitud histórica por
cuanto no logra anular el pasado, el sedimento de la memoria; la segunda es su incompletitud
actual, por cuanto ya no es posible mantener a bajo costo la brecha entre lo que promete y lo que
satisface. Por el contrario sus costos son crecientes y hay menos humanidad dispuesta a
soportarlos.

Los obreros salitreros dejaron las oficinas y bajaron a Iquique para exigir al conjunto de la
patronal y al Estado se constituyeran en la contraparte de sus demandas. Hoy, casi como ley de la
historia, las condiciones parecen obligar a los trabajadores a elevar su mirada y generalizar sus
luchas para forzar la constitución contraparte de la “cuestión social”. ¿Responderán nuevamente
el capital y el Estado con plomo, cárcel y torturas como lo hicieron en 1907?

Santiago, memorable 15 de agosto de 2007.

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