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El niño sin regalos

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El niño sin regalo


Por Pablo A. Jiménez
Texto: 2 Corintios 8:9
Tema: La Iglesia debe recordar que la Navidad es la celebración del
cumpleaños de Jesús.
Área: Desafío profético
Propósito: Motivar a la audiencia a reflexionar sobre el verdadero sentido de la
Navidad.
Diseño: Sermón de ocasión especial (Adviento / Navidad)
Lógica: Inductiva

Introducción
Regalos; una de las razones por las cuales esperamos la Navidad con tanto
anhelo es porque durante esta época intercambiamos regalos.
Los centros comerciales están llenos, a pesar de la crisis económica. Los
supermercados también. Hacemos largas filas sólo para entrar en los
estacionamientos de los comercios, sin contar lo que esperamos para pagar.
Y la lista de regalos crece cada día. A los regalos a la familia, súmele los regalos
a las amistades, los intercambios de regalos en las escuelas y las fiestas en los
trabajos. En la Iglesia, tenemos fiestas de las células, de las sociedades, del
coro, del diaconado y, claro está, de la comunidad.
En todos estos espacios se intercambian tarjetas, regalos y golosinas.
Compartimos con amor, valorando el compañerismo y la amistad.

El exceso
Aquellos que hemos vivido un poco más, recordamos tiempos donde los regalos
eran escasos. En mi familia materna, mi madre y mis tías se repartían
«papelitos» con los nombres de todos los sobrinos y de todas las sobrinas. El
propósito era simple: asegurarse de que cada cual recibiera, por lo menos, un
regalo.
Hoy los niños y las niñas esperan recibir un regalo hasta cuando compran algo
de comer en un restaurante de comidas rápidas. Hemos criado una generación
que no sabe el significado de la frase «no tengo dinero». Nuestros hijos e hijas
escuchan la frase, pero no la comprenden.


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Usted dice «no tengo dinero», y su hijo entiende «no tengo dinero en
efectivo encima».
Usted dice «no te puedo comprar eso ahora», y su hija entiende «no te
quiero comprar eso ahora».
Por eso, muchos niños y niñas lloran, gritan y patalean, esperando que los
adultos responden a la presión y le compren el juguete anhelado.
Hemos criado una generación que no sabe el significado de la frase «no hay».
Nuestros hijos y nuestras hijas entiende que merecer tener:
• Una computadora portátil
• Servicio de Internet inalámbrico en el hogar
• Un teléfono inteligente con acceso al Internet
• Un «ipod»
• Un PSP, DS, Playstation o Wii
• Un «ipad»
• Aparte de todo aquello que se ponga de moda.
Y nosotros, muchos de los cuales nos criamos en la escasez, respondemos
comprándoles todo lo que deseen, aunque nos arruinemos en el proceso.

La escasez
Es fácil caer en la trampa. ¿Cuántas veces usted ha escuchado a alguien decir
con enojo «ahora le tengo que comprar un regalo a fulano»? Es más, ¿cuántas
veces hemos dicho esa frase? Regalar se ha vuelto una obligación.
Usted me da una corbata,
Y yo le regalo una medias.
Usted me regala una tarjeta,
Y yo le regalo una foto.
Usted acepta mi regalo con amor,
Y yo celebro el que usted me da.
Aunque muchas veces nunca usamos lo que recibimos; lo guardamos por un
tiempo antes de donarlo a alguna entidad benéfica; o lo echamos a la basura.
Y mientras usted y yo regalamos por obligación, hay niños y niñas sin regalos.
Algunos no reciben lo que desean,

Otros no reciben nada.


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Algunos provienen de hogares en crisis,


Otros no tienen hogar.
Algunos no tienen padres,
Y otros no tienen salud.
Los peores casos involucran a niños y niñas que viven al margen de la sociedad.
Recuerdo con horror la primer vez que noté a un grupo de niños y adolescentes
caminando por las calles de Bogotá, la capital de Colombia. En el grupo no
había personas adultas, sino que los adolescentes cuidaban de los más
pequeños. Sucios, harapientos y, a veces, hasta descalzos, cruzaban las
carreras y las avenidas de la ciudad.
El pastor que me hospedaba que dijo que eran niños de la calle, conocidos con
el nombre de «gamines». Un «gamín» es un niño o una niña que vive junto a
otros niños y jovencitos en la calle, durmiendo bajo puentes, en zaguanes o en
edificios abandonados. Comían lo que encontraban, particularmente en los
basureros de los restaurantes. Se arropaban con cartón. Muchos se protegían
poniéndose bolsas de basura por encima de la ropa, para protegerse de la lluvia
y del frío. Por eso, la gente también les llamaba «los desechables».
Sorprendido, me quedé en silencio. Pensé en mi hijo mayor, quien entonces
tenía unos dos o tres añitos. Lo imaginé en su restaurante de comidas rápidas
favorito devorando pedacitos de pollo con papas fritas (es decir, papas a la
francesa) y jugando con el juguetito incluido en la oferta para niños. Y contrasté
esa imagen con la de los «gamines», quienes corrían solos por la ciudad,
huyendo de los adultos y confiando solamente en los otros niños de la calle.
Pero no se vaya tan lejos. No hay que ir a Brasil ni a Colombia para encontrar
cuadros similares. ¿Recuerdan al niño que, cuando la policía lo encontró,
caminaba solo y desnudo por las calles de noche? ¿Leyó usted en la prensa el
caso de los niños y las niñas sometidos a abusos sexuales por su madre y su
compañero? ¿Y qué me dice de Lorenzo González Cacho?
Para estos niños no hay regalos.

Conclusión
Pronto llegará el día de Navidad, día en el cual intercambiaremos regalos,
compartiendo tarjetas, comidas y postres. Tendremos días de fiesta:
Nochebuena, Navidad, Despedida de Año, Año Nuevo, Víspera de Reyes y el
Día de Reyes. Y que bueno que podremos disfrutar de esos días.
Pero no olvidemos a los niños sin regalos. Recordemos que la Navidad es el
tiempo donde celebramos el cumpleaños de Jesús de Nazaret, quien dio su vida
por nosotros.


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Recordemos lo que dice 2 Corintios 8:9 (DHH):


Porque ya saben ustedes que nuestro Señor Jesucristo, en su bondad,
siendo rico se hizo pobre por causa de ustedes, para que por su pobreza
ustedes se hicieran ricos.
Jesús nació, vivió y murió para darnos vida abundante. Es decir, Jesús nos dio
el más grande regalo que un ser humano pueda dar: su propia vida. ¿Y qué
regalo le tiene usted?
No olvidemos al que cumple años esta Navidad. No dejemos a Jesús sin
regalos. No permitamos que el niño Jesús quede sin regalos esta Navidad.

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