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Escribo con el objeto de aportar con una visión a la tarea ciclópea de recuperación de
Chile Central, territorio abarcado por el reciente mega-terremoto entre Isla Mocha y
Valparaíso por la costa, o entre Temuco y Santiago por tierra. Este aporte implica
transitar conjeturas sobre la sismología, ciencia que aún está en sus inicios, pero a la que
probablemente este sismo le haya permitido penetrar nuevos conocimientos. No soy
sismólogo, pero he estudiado la historia telúrica de Chile desde el año 2006,
entrevistando y documentando varias fuentes de primera importancia para su rescate y
actualización. Propondré un punto de vista que espero sea aliciente del optimismo
necesario en la tarea, que aunque llena de duros y difíciles esfuerzos, cuenta con una
conciencia testimonial y con la voluntad de volver a hacer mejor lo que ha sido
destruido.
La tarea de reconstrucción debe tener en consideración dos hechos que ayudan a formar
una fuerza de confianza reconstructiva. Primero, se puede afirmar que en los siguientes
120 años la zona comprendida entre Taitao y Valparaíso no volverá a conocer un mega-
terremoto que sea derivado de la fricción continua entre la placa tectónica de Nazca y la
placa tectónica de Sudamérica. Y, segundo, que las edificaciones anti-sísmicas que
poseemos efectivamente son capaces de soportar un mega-terremoto y sus réplicas. Por
ello el optimismo que se ofrece tiene un asidero en el cálculo científico, pero también
tiene un asidero humano, derivado de la existencia del chileno, y de su continua
experiencia con el poder telúrico que ha dado como fruto una identidad de esfuerzo. En
consecuencia agregaré una reflexión histórica sobre los chilenos que han vivido una y
otra vez estos eventos, encontrando una porción de identidad telúrica en esta nación.
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Considerando que en estas regiones habitan la gran mayoría de los chilenos, unos 13
millones de personas, podemos poner nuestra confianza de que la placa de Nazca
incrustándose desde milenios debajo del continente sudamericano, no volverá a atacar y
tratar de destruir nuestras ciudades y pueblos, puertos y caletas en el plazo de más de un
siglo. La conclusión central de esto es que después de este mega-terremoto el tiempo
geológico, para el cual un siglo no es más que un segundo, está desde hoy de nuestra
parte.
A pesar del conocimiento que tenemos sobre el enfrentamiento entre las placas de
Nazca y Sudamérica, llamado el proceso de subducción, no es mucho lo que podemos
decir más allá, desconocemos la mecánica de los terremotos intra-placas para nuestro
territorio; intra-placas significa lo que ocurre dentro de la placa de Sudamérica. Este
tipo de sismos lo conocimos dolorosamente el 24 de enero de 1939, día en que Chillán
desapareció del mapa. Comprender éstos es una necesidad urgente de lograr, pero para
el estado de las investigaciones al día, aún es difícil realizar un cálculo de sus ciclos y
de su comportamiento, puesto que realizan una mecánica muy distinta, y más
destructiva que la de la subducción.
Proceso de subducción. La placa submarina avanza, se sumerge y fricciona la placa continental
produciendo sismos al acumular presión telúrica.
Hoy, tras el mega-terremoto del Bicentenario sabemos que la norma sirve. Nuestras
edificaciones son capaces de resistir la fuerza inconmensurable de un 8,8 richter.
Lamentablemente existieron también excepciones, ¿A qué se debieron? En cada caso
habrá que responderlo. Sin embargo se puede adelantar una respuesta o argumento más
general; que probablemente se va a dar en muchos casos; la existencia de nuevas
técnicas, tecnologías, materiales y criterios para edificar que resultaron defraudantes. De
esta forma en la medida que las pericias arrojen resultados y se descubra esos puntos
débiles en las obras caídas e inutilizadas, la suma de todo ello sin duda será una mayor
seguridad en la construcción en adelante.
Desde luego lo más importante es el ser humano, el chileno que cada 10 años sufre
terremotos; aunque sólo cada 120 años sufre uno mayor con tsunami devastador, según
el territorio abarcado en nuestro mapa, que acumula la mayor concentración de
población del país, para esa gente está escrito este mensaje de optimismo, de que es
posible reconstruir para permanecer con seguridad.
Diagrama de rompimiento tectónico entre 1960 y 2010. Archivo Kml para visualizar en Google Earth se
descarga en: http://bbs.keyhole.com/ubb/ubbthreads.php?
ubb=download&Number=884122&filename=TERREMOTOS%20CHILE%201960-2010.kmz y
también en:
http://bbs.keyhole.com/ubb/ubbthreads.php?
ubb=showflat&Main=875106&Number=1312697#Post1312697
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“…Pero confieso que vi, con gran satisfacción, que todos los
habitantes parecían más activos y más felices de lo que
hubiera podido esperarse después de tan terrible catástrofe.
Se ha hecho observar, con cierto grado de verdad, que
siendo general la destrucción, nadie se sentía más humillado
que su vecino, nadie podía acusar a sus amigos de frialdad,
dos causas que añaden siempre un vivo dolor a la pérdida de
la riqueza....” (Darwin, Viajes… 4 de marzo de 1835, sobre
Talcahuano y Concepción, arrasados tras el mega-terremoto
del 20 de febrero)
En las consideraciones que van a ser parte de la reconstrucción será destacado el nuevo
trazado de las ciudades y pueblos arrasados por el tsunami. Este dejó claro las zonas de
inundación y las necesidades que deben enfrentar las construcciones si se van a
establecer en la costa, puesto que muchas de ellas resistieron el paso del agua, que desde
luego destruyó todo en su interior. También dejó claro que los sistemas de alerta
temprana estaban mal diseñados y fueron inoperantes. Frente a esta terrible falla se
demostró una vez más que la experiencia colectiva de terremotos y tsunamis pasados no
se ha perdido en las localidades costeras, quedando de manifiesto el poder de salvar
vidas de la historia oral; de la memoria que pasa de boca a boca; la que le entregan los
abuelos al nieto; que relata el pescador y el campesino. Esa memoria es constitutiva de
lo que es el sentido común en Chile. Sin memoria, traducida en relatos colectivos en
historia oral, sin ninguna duda miles de vidas se hubiesen perdido.
Esto demostró que la historia colectiva es la que conserva la resiliencia del territorio, la
que posee el poder no sólo de salvar vidas intuyendo aquí y allá el tsunami, sino que
también energiza una voluntad de reconstrucción; de que una población destruida una,
dos, tres veces vuelva a ser ella misma. Digo ‘se demostró’ puesto que siguen y
seguirán ahí, y volverán a llamarse, Pelluhue, Dichato, Iloca, Llico, etc.; y esos
campesinos y pescadores seguirán allí mismo contando sus historias de mar y tierra, sus
historias de entereza y de pervivencia sobre el poder telúrico.
El mega-sismo demostró lo más importante tal vez, algo sumamente instructivo para el
tipo de cultura que alimentamos; que en la cultura del egoísmo, del individualismo, de
la agitación por el consumo: ha sido más fuerte en persistir y salvar vidas el poder de lo
colectivo, de la voz de la tradición, de la memoria popular, del sentido común del
chileno, como una autoridad que salvavidas, y ¡por miles! Hoy en medio del desastre,
de la destrucción más asoladora, surge el chileno de siempre, aquel que supera el
sufrimiento y construye una cotidianidad en su refugio efímero, entretiene el rato, y
cuenta cuentos, historias, anécdotas; arriba del cerro, en la fogata, bajo las ramadas.
Hi-Low, alta y baja tecnologías, deben ser comprendidas como complementarias, nunca
separadas. Quisiera mencionar las radios a cuerda como ejemplo de una tecnología
descartada por un criterio de normalidad que siempre presupone energía cableada o
envasada, piensa en un espacio siempre cubierto por la civilización, nunca discontinuo.
Estas radios a cuerda tienen todas las posibilidades de volver, si bien hoy obsoletas, en
su concepto, son un complemento de fuerza mecánica y sistema electrónico, pero
¿Quién tiene radios a cuerda? Son hoy equipos extendidos entre las poblaciones
africanas pauperizadas, tal vez alguien las traiga de vuelta, puesto que son tecnología
obsoleta de hace varios decenios, pero la crisis energética dice otra cosa.
Pata de Treng-Treng. Serpiente de los cerros que se enfrenta desde los inicios de los tiempos con Kai-Kai,
serpiente del mar, identificada con las olas gigantes que amenazan a los seres humanos con invadir la
Tierra.
Si bien la norma de edificación mostró su eficacia, la normal moral mostró ser más
frágil. La historia muestra que así ha sido y así seguirá siendo, especialmente si la
tectónica social acumula fricción entre sus clases, a partir de la distribución del ingreso
en extremo desigual del país; donde el terremoto gatilló el estallido social, alimentado
por lumpen de todos los estratos.
Frente a este colapso no sólo se dio el saqueo, y la desesperación de unos, se dio lo más
importante, el acontecimiento natural generó un acontecimiento social pues obligó a
todos los ciudadanos a conocerse uno al otro, y a romper el cerco frío de la cotidianidad
moderna y organizar su propio rescate, se funda una nueva solidaridad real entre
aquellos que construyeron dichas redes sociales organizadas sobre una gran desolación,
construyeron salvación y esperanza y son el fundamento de la reconstrucción. Frente a
la desconexión del gobierno central se fortaleció la capacidad local común de un
espíritu cívico que es tradición en la reconstrucción de nuestras ciudades, Concepción
metropolitano y tantas otras ciudades y pueblos en estos trabajos por venir pueblos
deben reconstruirse bajo un nuevo espíritu de comunión social, de pervivencia y de
solidaridad. Esta red social que se creó y que se va fortalecer con el paso de los trabajos
por venir es la base de la recuperación, esta red debe ser entendida como núcleos de las
decisiones sobre necesidades en cada etapa de estos años por venir.