You are on page 1of 2

Yo, periodista

Una persona nacida en la década de los 90 tiene una percepción del mundo
condicionada por el uso de las nuevas tecnologías. Los nativos digitales, según el
término popularizado por Marc Prensky , no consideran que lo virtual sea menos real
que lo tangible. Quienes pasan la mayor parte de su tiempo conectados a la red,
pueden llegar más lejos: lo que no se encuentra en Internet, simplemente no existe.
Aquello que representaba el futuro para quienes se toparon con las TIC cuando ya
habían dejado atrás la juventud, ahora es el presente, como nos recuerda
Manuel Castells al analizar el fenómeno de la sociedad red.
Los periodistas que empezaron con el bloc de notas, la máquina de escribir y la
cámara de fotos analógica han tenido que adaptarse a la blackberry, el ordenador y la
imagen digital. Pero no sólo se trata de una cuestión de aprendizaje y reciclaje
profesional, como siempre ha ocurrido ante los avances tecnológicos. Surgen nuevos
medios asociados a otras formas de generación de contenidos, expresión y difusión,
que traen consigo un concepto distinto de la profesión.
Los ciberperiodistas acceden con mayor facilidad que nunca a una gran cantidad de
información que deben seleccionar y contrastar antes de hacerla pública, exponiéndola
al juicio crítico de los usuarios, que interactúan participando a través de los espacios
habilitados en la red para hacer oír su voz. El periodismo 2.0 no sólo pone al alcance
de cualquier ciudadano la posibilidad de contribuir activamente en los medios de
comunicación, sino que propicia la creación de publicaciones alternativas en las que
se pueden expresar con total libertad. Y es que vivir en un estado de derecho no
garantiza que los profesionales puedan ejercer el periodismo sin sentir presiones que
condicionen su labor. Al contrario, hoy más que nunca, la prensa se ha convertido en
un instrumento al servicio del poder.
La progresiva pérdida de credibilidad de los medios tradicionales, unida a la facilidad
de acceso a herramientas antes exclusivamente profesionales, ha llevado a fomentar
la impresión de que hoy cualquiera puede convertirse en periodista. Algunos blogueros
son influyentes personajes mediáticos, seguidos por miles de usuarios que les
admiran, odian o temen. La polémica está servida. Con frecuencia se critica la falta de
rigor y la facilidad con que se pueden propagar rumores a través de Internet. Si
cualquier internauta puede crear su propio espacio dedicado a la transmisión de
información, se hace más necesaria que nunca la reivindicación de los valores que
llevaron a convertir al periodista en garante de las libertades, tomando el pulso al
poder si era necesario.
Soy consciente de que estudiar Periodismo no es suficiente para diferenciarme de
otras personas que accedan a los medios de comunicación sin que se les pueda
considerar profesionales. No es una cuestión de titulación. Nadie puede exigir a un
profesional experimentado que no haya pasado por la universidad que adquiera la
formación académica requerida en las ofertas de empleo que buscan los recién
titulados. Lo que distingue al periodista profesional es el buen hacer. Las nuevas
tecnologías de nada sirven si no están al servicio de una conducta ética, disciplinada y
rigurosa. Algo que suena muy utópico, pero es el único camino que puede llevarnos a
salir del caos en el que de otro modo nos encontramos inmersos. Hay que buscar el
orden entre la gran cantidad de información que nos llega a través de los medios.
Robin Mansell distingue entre sociedad de la información y sociedad del conocimiento,
dos términos que frecuentemente aparecen unidos, aunque sus respectivos conceptos
no siempre están relacionados. El trabajo de los profesionales debe alcanzar la calidad
necesaria para que la sociedad en que vivimos realmente merezca dichos calificativos.

Juanjo Fdez
juanjoviedo@hotmail.com

You might also like