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La industria del crimen necesita justificarse y lo hace con el miedo. Los fabricantes
del miedo imponen el consumo del miedo. Desayunamos, comemos y cenamos
miedo, el cual se ha impuesto a escala mundial.

Todos viven atemorizados. Se anda con miedo de los soldados (o policías) que
teóricamente nos están protegiendo. Aquellos que están supuestos a velar por el
bien y la protección del ciudadano, son las figuras representativas del terror.

El enemigo principal es el miedo, y lo tenemos adentro. El miedo nos impide tomar


las decisiones. Nos impide luchar por lo que creemos y por tal razón somos
constantemente abusados y privados de los derechos fundamentales. Todo se
basa en inducir miedo y terror.

Según una de las voces, en la medida que el mundo se libere de la trampa del
miedo, va a poder sobrevivir con dignidad. Liberarse de éste implica abrir los ojos
y enfrentar la realidad injusta. Liberarse del miedo implica poner un freno definitivo
al curso de la historia.

     


     
 
  


Existe una falsa opinión pública. La voz del pueblo es un reflejo de los medios de
comunicación. La gente habla lo que se ve en la TV y lo que lee en los periódicos.
Pero, ¿cuál es la fuente de esa voz? La TV está en manos de las multinacionales
que intentan controlar la información. Éstas quieren aplicar el modelo dominante
de la globalización.

En los medios se hacen promesas utópicas de desarrollo y progreso, se vende el


pensamiento único de que solo hay una ideología, que es la dominación intelectual
y cultural, y el control científico, político y económico del mundo por parte de las
grandes potencias.

Los medios fabrican el olvido. Noticias e informaciones extraordinarias que no


permiten analizar lo que pasa. La tv no hace comprender los problemas, sino que
solo da imágenes que muestran estrictamente lo que interesa a aquellos que la
manejan en función de sus intereses capitalistas.

Ya ni la familia ni la escuela educa. Millones de jóvenes crecen educados por la tv,


que no respeta nada y que por tanto crea jóvenes que no respetan nada. El único
futuro lo muestra la tv, pero para acceder a lo que muestra la tv hace falta dinero.
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La mundialización busca reducir la capacidad de las sociedades de elegir su


futuro, el cual está determinado por los intereses capitalistas de las empresas
financieras.

Realmente, no existe sociedad, sino un mundo de individuos en competencia


permanente entre ellos, existe la economía y el mercado. Las universidades son
escuelas superiores que están al servicio del mercado y los profesores y
estudiantes no reaccionan ante ello.

El poder se concentra en algunas instituciones financieras que están fuera del


control político democrático. El Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y
la Organización Mundial del Comercio son instancias al servicio de las grandes
empresas transnacionales, su propósito es abrir las economías y sanearlas para
que estas empresas puedan llevar adelante sus operaciones de saqueo.

Respecto a la migración, se ha vendido la idea de que solo en el extranjero uno


puede hacerse rico. Esta es la ¨estrategia de Simbad¨.

Los hombres que se han preparado en ciencias y se han preparado


profesionalmente (que son imprescindibles para el desarrollo de su país) ahora
están ejerciendo en las grades fábricas de EU y de otros países desarrollados, en
pro de estos y su economía.

Existe una hipocresía de la política y la industria: en público dicen que quieren


luchar contra la inmigración clandestina, pero al mismo tiempo la industria los
necesita vitalmente para ser competitiva y bajar los costes.

Así, quien no tiene papeles no se puede sindicar y por consiguiente, no se puede


quejar de sus condiciones de trabajo. Eso es lo que la industria necesita y los
gobiernos también. El ejemplo más claro lo tenemos en el caso de República
Dominicana y Haití con la inmigración ilegal de haitianos.

Ahora bien, las industrias no se establecen en donde el precio de la mano de obra


es muy elevado. El ideal de la globalización es producir donde los costos de
trabajo son los más reducidos y vender a mayor precio en donde el nivel de vida
es el más elevado.
Los empleados han de asumir sacrificios para mantener los empleos. Lo que hay
detrás de esto no es aumentar el nivel de vida de estos empleados, sino de dejar
más beneficios en pocas manos. Los textiles baratos son justificables solo por la
mano de obra esclava. No solo son los chinos, también los europeos.

El liberalismo permite que se vendan los productos según nuestro nivel de


desarrollo. Se importan productos de china a precios de costo con mano de obra
extremadamente barata, los empleados no pueden sindicarse y no están de
manera fija. Se venden más tarde en lugares donde se paga muy por encima de
su costo real.

El capitalismo ha dejado de ser productivo para convertirse en especulativo, donde


se trata de especular con el dinero y jugar con él. No produce y no genera nuevos
puestos de trabajo. Genera trabajos de condición lamentable lo que hace que
millones de personas sean expulsadas del sistema diariamente.

En el caso de Argentina, le hicieron creer que el demonio era el Estado y que los
ángeles eran las empresas privadas. Sin embargo, las privatizaciones eliminan el
papel regulador del Estado porque se enajena el patrimonio público. Es el Estado
quien debe velar por el funcionamiento de los servicios públicos.

El capital es cada vez más invisible y distante. La precariedad abruma los


trabajadores, marca su destino. El hombre piensa que no hay otra forma de
sobrevivir.

La globalización es una relación comercial y financiera. Se confunde valor y


precio. Se habla de crisis económica pero los beneficios de los bancos siguen
estando ahí. Este mundo es injusto, pero no podemos justificar la injusticia. La
gente se hace de cuenta que no pasa nada. ¨las cosas son así, los pobres son así,
Dios lo quiere así¨. Es más fácil quedarse en silencio.

Pero quien derrocará el sistema es el propio sistema, porque no es viable. El


liberalismo no es una propuesta de futuro. Cada vez hay menos trabajadores y
más siervos. Hace unas décadas ser explotado era causa de lucha social, hoy es
algo normal.
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El calentamiento global es la otra cara de la industrialización. Hay una relación


maligna entre el calentamiento y las actividades humanas y ya es algo que se ha
demostrado científicamente.

El punto controversial es que, el planeta se recuperará, tarde o temprano, pero


nosotros no, ni nuestra civilización, porque no podemos vivir sin otras formas de
vida, las cuales estamos matando a una velocidad extrema.

Es por eso que urge inventar una nueva economía, para no ser derribados y
barridos por nuestro propio sistema.

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Los políticos no trabajan para disminuir este daño porque se tiene una vista a
corto plazo. No se mira más allá del pasado mañana. Los políticos no viven más
que para ser elegidos. Las consecuencias ambientales del desarrollo industrial no
es un tema de discusión prioritario. En adición, los economistas creen que el
crecimiento es bueno, sin embargo, es destrucción. Mientras más industrias, más
gases contaminantes. Mientras más consumo, más industrias.

En los medios no abunda la denuncia de la destrucción ecológica. Por el


contrario, la publicidad impulsa cada vez más el consumismo y el derroche
fundamentales de esta estructura económica.

Si el ciudadano corriente no cambia los hábitos de consumo es porque piensa que


esto va afectar su calidad de vida, pero no tiene que ser así. Lo que ha pasado es
que hemos perdido los referentes de la calidad de vida y no concebimos una rutina
que se abstenga de algunas cosas, (como usar vehículo propio), para ganar algo
mayor a largo plazo, que es la salud del planeta.

Nosotros tenemos un grandísimo poder para transformar las cosas si nos lo


propusiéramos. Por eso, modificar nuestros hábitos de consumo es la solución,
aunque es obvio que no se dará tan rápido. Tenemos que saber que estamos
jugando con el futuro de las generaciones venideras y que no hay derecho a dañar
el espacio de los que vendrán.
     

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El ejército Zapatista se lanzó a las calles cuando se aprobó el tratado de libre
comercio entre E.U. y México. Los indígenas reclamaban su derecho de tener
espacio.

Los Zapatistas pedían tierra, salud, respeto a los derechos humanos, ser
reconocidos como ciudadanos. Que no sea necesario venderse para poder
sobrevivir. Su meta era dar la vida a cambio de una transformación mundial. Por la
dignidad indígena.

Los zapatistas abrieron los ojos al engaño del neoliberalismo. Denunciaban que
esta globalización se ha formado en torno al mercado y los intereses. Ya no se es
persona, sino un número o consumidor potencial dentro de una estadística.

Decían que el gobierno debe ser el administrador de los cambios que se quieren
hacer, no el actor de ellos.

No se puede luchar contra la pobreza si no se permite la agricultura. Pero la


competencia con las potencias no permite que el comercio sea justo. No es
posible competir con los precios de los productos exportados de las potencias por
causa de que ellos venden al costo de producción. Eso pone un pie sobre la
agricultura de los países pobres y sobre el desarrollo de las familias de
campesinos.

Las privatizaciones eliminan el papel regulador del estado. Se enajena el


patrimonio público. Lo que es propiedad de todos debe estar manejado por el
Estado, que es su administrador. Sin embargo, por los medios de comunicación,
estamos condenados a escuchar lo que dice la minoría que nos maneja, donde se
vende la idea de que la privatización es la panacea a todos los problemas de una
nación.



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Definitivamente, sí, otro mundo es posible. El siglo 21 será el de levantar el


clamor de la gente. Ya decenas de ciudades protestan contra la globalización y los
amos del mundo, las multinacionales que imponen sus reglas.

Todos tenemos el mismo enemigo a pesar de ser diferentes: el neoliberalismo,


fase actual del capitalismo. Pero ya hay un despertar, porque las sociedades no
son estáticas y tarde o temprano reaccionan.

Hay una resistencia más fuerte contra la hegemonía norteamericana y hay un


sentir generalizado por iniciar la lucha contra el sistema. Decía una de las voces,
¨una civilización que pretende dominar las otras, no podrá salvar el género
humano¨.

Hay que trabajar con los recursos que se tienen ahora. Poco a poco y paso a
paso. Un punto importante es que si se quiere producir y trabajar hay que estar
juntos. Lo que puede hacer frente a la hiperpotencia de E.U. es la población de
todo el mundo unida. Con todos los movimientos que se han comenzado, se ha
construido sensibilización y se ha creado opinión pública mundial.

Debemos unirnos sin violencia. Violencia solo trae más violencia. Hay muchas
formas de influir en el cambio, al través de las ONG´s y otras instituciones.
También a través de Internet se han abierto otros caminos, puesto que por esta
vía no se puede controlar tanto la información que sale al público, como es en el
caso de la televisión. Pero aún el monopolio de los medios controla y manipula la
opinión pública.

El papel de los medios debe ser romper las barreras del sonido y comenzar a
hablar. Debemos luchar por una ¨justicia global¨, no por una ¨globalización¨. Se
deben de modificar las reglas del juego del planeta.

Este sistema no tiene futuro y apunta a una anarquía generalizada. No hay nada
más fácil de corromper que un líder. Se busca este líder para poder comprarlo y
sobornarlo.

Nuestra prioridad debe ser el futuro de nuestros hijos. Hay que frenar la locura del
sistema y es la fuerza social la que debe revertir esto. La única justificación de la
ciencia es aliviar el sufrimiento. Hay que pensar utópicamente, según lo que sí es
posible de lograr mañana.

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