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Poder Judicial de la Nación CAUSA Nro. 12.

269 -SALA IV-


“ZEOLITTI, Roberto Carlos y otros
s/recurso de casación”

REGISTRO NRO. 13.369 .4

///la ciudad de Buenos Aires, a los 5 días del mes de


mayo del año dos mil diez, se reúne la Sala IV de la Cámara Nacional de
Casación Penal integrada por el doctor Mariano González Palazzo como
presidente y los doctores Gustavo M. Hornos y Augusto M. Diez Ojeda
como vocales, asistidos por la Prosecretaria de Cámara, doctora María
Eugenia Di Laudo, a los efectos de resolver el recurso de casación
interpuesto a fs. 33/41 de la presente causa Nro. 12.269 del registro de esta
Sala, caratulada “ZEOLITTI, Roberto Carlos y otros s/recurso de
casación”, de la que RESULTA:
I. Que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nro. 4 de la
Capital Federal, en causa Nro. 1487 de su registro resolvió, en lo que aquí
interesa y con fecha 25 de febrero de 2009: “DECLARAR que el Partido
Comunista de la República Argentina [...] organismos que fueron apartados
de su rol de querellante por el Tribunal Oral Federal 5 que previno, carecen
de legitimación activa para querellar frente a lo dispuesto en el artículo 82
bis del Código Procesal Penal de la Nación [...] rechazando su pretensión
de ser reincorporados al proceso en tal calidad (artículo 82 bis del C.P.P.N
incorporado por la ley 26.550, a contrario sensu).” (Fs. 16/18).
II. Que contra esa resolución interpuso recurso de casación el
doctor José Ernesto Schulman en representación del Partido Comunista (fs.
33/41), el cual fue concedido a fs. 43 vta.
III. El recurrente se agravió por entender que el apartamiento
del Partido Comunista como parte querellante importa un exceso de las
facultades del tribunal a quo en el ordenamiento de proceso, limitando el
ejercicio de la acción penal y la participación asignada a esa parte. Estimó
que la limitación a su actuación en ese tramo del proceso -juicio oral- se
contrapone con la garantía constitucional del debido proceso y defensa en
juicio (art. 18 de la C.N.), así como también la interpretación que cabe

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asignarle al art. 8.1 de la Convención Americana de Derecho Humanos, art.
10 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, art. 26 de la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y el art. 14.1
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Sostuvo, que la resolución recurrida resulta arbitraria, por
cuanto el apartamiento del rol de parte querellante del Partido Comunista
afecta el principio de igualdad ante la ley (art. 16 de la C.N.), pues, al igual
que los distintos organismos de derechos humanos que no fueron
alcanzados por esa decisión, su representación política posee legitimidad
genérica suficiente para ejercer la acción penal durante todo el desarrollo
del proceso. El reconocimiento constitucional de esa institución (art. 38 del
la C.N.) y su militancia en defensa de los derechos humanos, así lo
demuestra.
En este orden de ideas, adujo que los miembros del tribunal de
la instancia anterior incurrieron en un excesivo rigorismo formal al afirmar
que “no se encuentra acreditado el recaudo formal e instrumental que
consagra el artículo 82 bis de la ley procesal” manteniendo el argumento
de que “no parece de que el vínculo que ligó en su creación a los miembros
del organismo en cuestión o su programa político han tenido razón de ser
o se han generado para el exclusivo y preponderante fin de promover la
vigencia de los derechos humanos, denunciar la presunta comisión de
crímenes de lesa humanidad, y hasta obtener el reconocimiento judicial
para perseguir penalmente como institución a sus presuntos autores,
cómplices o encubridores”, pues, en su opinión, la reforma legislativa que
operó sobre la materia (art. 32 bis del C.P.P.N, según ley 26.550) es
producto de la pacífica jurisprudencia que reconoció legitimación para
actuar como querellantes en procesos de la naturaleza que se inspeccionan
en autos, a organizaciones civiles en cuyos fines se reconozca la lucha por

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la vigencia de los Derechos Humanos.


Por tanto, afirmó que la innovación legislativa en modo alguno
puede dar lugar a interpretaciones restrictivas, pues una correcta
interpretación de la norma como del art. 38 de la Constitución Nacional y
la Ley de Partidos Políticos, admite como objetivo fundamental de la
institución democrática que representa, la “defensa y promoción de los
Derechos Humanos” que reclama el art. 32 bis del C.P.P.N.
Finalmente, recordó el precedente “Iriart” de este Tribunal y,
en consecuencia, solicitó que se haga lugar al recurso de casación, se deje
sin efecto la resolución impugnada y se le reconozca el carácter de
querellante.
Hizo reserva de caso federal.
IV. Que habiéndose celebrado la audiencia de debate prevista
en los arts. 454 y 455 del CPPN (según ley 26.374), la parte mantuvo el
recurso y dio fundamentos. Luego de la deliberación que establece el art.
455 en función del 396 del CPPN, el tribunal está en condiciones de dictar
sentencia.
El señor juez Augusto M. Diez Ojeda dijo:
I. Que el recurso intentado es formalmente admisible. Además
de encontrarse razonablemente fundado, se dirige contra una resolución que
apartó del rol de parte querellante a quien le había sido reconocido ese
derecho. De allí deriva un perjuicio de imposible reparación ulterior por
afectar un derecho que requiere tutela inmediata, pues se encuentra en juego
el derecho de acceso a la justicia para ser oído (art. 18 de la Constitución
Nacional; 8 y 25.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos y
art. 14.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos).
La jurisdicción de esta Cámara Nacional de Casación Penal se
encuentra habilitada en función de la irreparabilidad del perjuicio que
podría ocasionar la decisión recurrida conforme la doctrina establecida en
los precedentes “Di Nunzio, Beatriz Herminia s/excarcelación” D.199.

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XXXIX, causa Nro. 107.572, rta. el 3/5/05 y “Durán Sáenz, Pedro
s/excarcelación”, D.1707.XL, causa Nro. 36.028, rta. el 20/12/05, ambos de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
II. A fin de dar solución al caso, corresponde determinar, en
primer lugar, si el tribunal de juicio excedió su jurisdicción al revisar la
legitimación de los querellantes y unificar su representación.
En tales condiciones se observa que, oportunamente, al
verificarse dieciséis (16) querellas institucionales y diecisiete (17) querellas
particulares, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal 5 que entendía en la
causa, estimó pertinente unificar su representación en los términos del art.
85 del C.P.P.N., actuando oficiosamente conforme lo autoriza el art. 416 del
código adjetivo ante la ausencia de acuerdo de los acusadores particulares
en éste sentido.
Este proceder, además de encontrarse específicamente regulado
por la ley procesal, tuvo por objeto el control de la litis para asegurar el
justo equilibrio que garantiza la igualdad de armas de las partes en el
proceso.
De ahí que no se advierta, en mi opinión, exceso jurisdiccional
alguno, toda vez que el tribunal ha procedido correctamente para lograr una
mejor y más pronta administración de justicia, atendiendo a las concretas
circunstancias de la causa, en consonancia con los alcances de la Acordada
42/08 de la C.S.J.N.
III. Sin embargo, los agravios que expone el recurrente nos
conduce a determinar si el Partido Comunista fue correctamente apartado
del rol que le fue reconocido, sin limitación alguna, durante la etapa de
instrucción. En este norte de ideas, recordemos que tras la modificación
operada en el Código Procesal Penal de Nación a partir de la ley 26.550,
esta Sala IV ordenó al Tribunal Oral en lo Criminal Federal 4 actualmente
a cargo del proceso, se pronuncie sobre el apartamiento del Partido
Comunista Argentino teniendo en cuenta el artículo 82 bis del C.P.P.N

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“ZEOLITTI, Roberto Carlos y otros
s/recurso de casación”

(Sala IV, causa 11.531, reg. 12.733, rta. 3/12/2009).


Que en cumplimiento con lo ordenado por esta Sala de
Casación, el tribunal a quo resolvió declarar que el Partido Comunista de
la República Argentina, oportunamente apartado de su rol de querellante,
carece de legitimación activa para querellar frente a lo dispuesto en el
artículo 82 bis del Código Procesal Penal de la Nación, al no verificar que
el vínculo que ligó la creación de la institución política se ciña al exclusivo
y preponderante fin de promover la vigencia de los derechos humanos,
denunciar la presunta comisión de crímenes contra la humanidad, hasta
obtener el reconocimiento judicial para perseguir penalmente como
institución a sus presuntos autores, cómplices o encubridores.
Que el caso traído a revisión es sustancialmente análogo,
mutatis mutandi, al resuelto por esta Sala en el precedente “Iriart” (Sala IV,
causa 9672, reg. 12.525, rta. 30/10/2009), oportunidad en la que al emitir
mi voto sostuve que la propia naturaleza que caracteriza a los hechos que
se ventilan en autos principales, calificados como crímenes de lesa
humanidad, no sólo lesionan a quienes han sido objeto material del “ataque
generalizado o sistemático” como integrantes de la población civil por
razones de nacionalidad o razones políticas, étnicas, raciales o religiosas
(art. 7.1 del Estatuto de Roma), sino que igualmente afectan a todos los
integrantes de la población y, por ello, sus efectos se extienden sobre toda
la humanidad.
No puede desconocerse que los crímenes de lesa humanidad
comportan lesiones a bienes jurídicos individuales (vida, libertad -física y/o
de autodeterminación-, integridad sexual, etc.), pero la forma en la que se
lleva a cabo el “ataque” (generalizado o sistemático) contra una población
civil de conformidad con la política de un Estado u organización (o para
promover esa política) es la nota distintiva que lo diferencia de un crimen
común.
Por ende, el punto central que debe observarse a la hora de

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evaluar la legitimidad de una persona -física o jurídica- para constituirse
como parte querellante en esta clase de procesos penales, no es,
simplemente, su condición de sujeto pasivo de la acción materialmente
criminal, pues éstos, exteriorizan y comprueban la existencia del ataque
generalizado o sistemático que requiere la caracterización de los crímenes
de lesa humanidad y llenan de contenido su verdadera trascendencia: lesión
a toda la población y a la humanidad en su conjunto.
Frente a este panorama y los alcances asignados a los crímenes
que se ventilan en la presente causa, el partido político que tratamos se vio,
en el contexto histórico jurídico que revela el legajo, palmariamente
lesionado como institución fundamental del sistema democrático, toda vez
que su funcionamiento y libre ejercicio de sus actividades se vieron
frustradas a partir de la ruptura del orden democrático que significó el
golpe militar del 24 de marzo de 1976.
Tampoco puede desconocerse que entre el interés institucional
alegado por la representación política (art. 38 de la C.N.) y los elementos
que caracterizan esta clase de delitos, existe un punto en común
inescindible: “persecución de un grupo o colectividad con identidad propia
fundada en motivos políticos” (art. 7.1.h del Estatuto de Roma). De ahí,
frente al reclamo del ejercicio al derecho a una tutela judicial efectiva y al
debido proceso (art. 8 y 25 de la C.A.D.H.) que da basamento al presente
remedio procesal, el principio pro actione se presenta como una
herramienta de derecho que armoniza el interés del recurrente para ser oído
en el proceso, asignándole al concepto de “particular ofendido” (art. 82 del
C.P.P.N.) un alcance amplio en el sentido más favorable al derecho de
acceso a la jurisdicción, otorgandole al recurrente el reconocimiento y la
legitimación que reclama.
En aquella ocasión, recordé el voto del Dr. Maqueda in re
“Urteaga” (Fallos: 321:2767 considerando 9/) al decir “[q]ue, como
principio, corresponde recordar la doctrina de esta Corte según la cual la

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falta de reglamentación legislativa no obsta la vigencia de ciertos derechos


que, por su índole, pueden ser invocados, ejercidos y amparados sin el
complemento de disposición legislativa alguna (Fallos: 315:1492). Esta
conclusión armoniza con la antigua doctrina del Tribunal conforme con la
cual ‘las garantías individuales existen y protegen a los individuos por el
sólo hecho de estar consagradas en la Constitución, independientemente
de las leyes reglamentarias’ (Fallos: 239:459)”.
La posición sintetizada precedentemente y las conclusiones que
de ella emergen para la solución del conflicto, se encuentra en armonía con
el actual reconocimiento legal que realiza el art. 82 bis del C.P.P.N de
“intereses colectivos” en los delitos calificados como lesa humanidad para
legitimar a personas jurídicas para actuar en el proceso penal en calidad de
querellante.
Por lo demás, no se aprecia que el reconocimiento y
participación del Partido Comunista de la República Argentina actuando
como querellante afecte la igualdad y el equilibrio entre las partes como
garantía del derecho de defensa en juicio y debido proceso del imputado
(art. 18 de la C.N.), pues frente a la multiplicidad de querellantes que actúan
en este proceso y la decisión del tribunal de juicio de proceder conforme
lo establecen los arts. 85 y 416 del C.P.P.N., unificando a los litisconsortes
para asegurar el justo equilibrio que garantiza la igualdad de armas entre las
partes y así evitar la sobrecarga de acusadores contra los imputados.
IV. Por lo expuesto, propongo al acuerdo HACER LUGAR al
recurso de casación interpuesto, sin costas y, en consecuencia, CASAR la
resolución recurrida, reconociéndole legitimidad al Partido Comunista de
la República Argentina para actuar como querellante durante el juicio (art.
470 y 530 y 531 del C.P.P.N).
El señor juez Gustavo M. Hornos dijo:
Entiendo que resulta aplicable al caso la doctrina que sentara en
el precedente “Iriart” de esta Sala IV (causa Nro. 9672, rta. el 30/10/09,
Reg. Nro. 12.525.4), donde señalé que el tribunal oral se excedió en las
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facultades que le atribuye el art. 354 del C.P.P.N., al apartar del rol de
querellante al Partido Comunista, por lo que propiciaré que el presente
recurso tenga acogida favorable.
En efecto, el artículo mencionado prevé que el Tribunal,
únicamente debe verificar el cumplimiento de las prescripciones de la
instrucción, tarea que no abarca la posibilidad de revocar una resolución
firme dictada por el juez instructor.
En este sentido, D’ Albora, en el comentario al artículo 167 del
Código Procesal Penal, expone que: “...Respecto del querellante, también
se encuentra protegido por la garantía de inviolabilidad de la defensa en
juicio asegurada por el art. 18, CN, por eso, una vez aceptado como parte,
se descarta su apartamiento oficioso, excepto en caso de disponerse su
procesamiento.” (Conf. Francisco J. D’Albora, “Código Procesal Penal de
la Nación. Anotado. Comentado”, Ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2009,
pág. 254).
Desde esa perspectiva, sólo corresponde la separación del
querellante a instancias de las otras partes y en virtud del progreso de la
excepción de falta de acción. Es que una vez tenido en tal calidad -
cualquiera fuese el acierto o error de esa resolución-, queda vedado el
apartamiento de ese sujeto en forma oficiosa.
Consecuentemente, el único carril para excluir al acusador
particular, es el que estipulan los arts. 339 y siguientes del Código Procesal
Penal de la Nación, mediante el trámite de una excepción procesal
instaurada por la defensa, conformando así un trámite contradictorio -
pedido de parte, vista a los interesados, decisión del Tribunal-; vía no
ejercida en esta causa, conforme surge de la certificación obrante a fs. 63.
Sobre el particular, la Sala I de ésta Cámara, tiene dicho que
“...es improcedente el apartamiento de oficio de quien fue tenido como
parte querellante por auto firme; y que “sólo será admisible que los jueces
tomen una decisión en tal sentido si su jurisdicción se viera excitada por
alguna excepción planteada por la defensa, o si se dirigiera acción civil
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contra quien detenta calidad de querellante...” (CNCP, Sala I, causa 2126,


reg. 2694, “Arancibia Clavel, Enrique L. S/recurso de casación”, rta.
5/4/99).
Es que, como ha sentado la Corte, en el célebre caso de Fallos
268:266, se debe reconocer a todas las partes admitidas en el juicio por
igual, el derecho al debido proceso y a obtener una sentencia fundada previo
juicio llevado en legal forma.
De lo expuesto anteriormente, surge que el Tribunal Oral
incurrió en una nulidad de orden general, de acuerdo a lo previsto en el art.
167, inc. 2/, del ritual, en tanto apartó de manera oficiosa del rol de
querellante al Partido Comunista, cuya declaración corresponde realizar en
esta instancia, sin emitir opinión sobre el fondo del asunto que viene
cuestionando la parte.
Por lo expuesto, y teniendo especialmente en cuenta el estado
actual del proceso (inicio del juicio oral), con la posibilidad del tribunal de
ejercer las facultades del art. 416 del CPPN, propongo al acuerdo HACER
LUGAR al recurso de casación interpuesto, sin costas y, en consecuencia,
CASAR la resolución recurrida, manteniendo la legitimación como parte
querellante que le otorgara el juez federal de instrucción, al Partido
Comunista de la República Argentina para actuar en el juicio oral (arts. 416,
470, 530 y 531 del C.P.P.N).
El señor juez Mariano González Palazzo dijo:
En consideración al estado procesal de la causa principal,
incluyendo la posibilidad que acuerda al tribunal oral el art. 416 del CPPN,
adhiero al voto del doctor Gustavo M. Hornos.
Por ello, en mérito del acuerdo que antecede el Tribunal
RESUELVE:
HACER LUGAR al recurso de casación interpuesto a fs.
33/41, sin costas y, en consecuencia, CASAR la resolución recurrida de fs.
16/18, manteniendo la legitimación que le otorgara el juez federal de
instrucción, al Partido Comunista de la República Argentina para actuar
-9-
como parte querellante durante el juicio oral (arts. 470, 530 y 531 del
C.P.P.N).
Regístrese, notifíquese y remítase la causa al Tribunal Oral en
lo Criminal Federal Nro. 4 de la Capital Federal, sirviendo la presente de
muy atenta nota de envío.

MARIANO GONZÁLEZ PALAZZO

GUSTAVO M. HORNOS AUGUSTO DIEZ OJEDA

Ante mí:
MARÍA EUGENIA DI LAUDO
Prosecretaria de Cámara

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