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Historia

y origen
del
Adviento

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EL ADVIENTO

1. Historia y origen del Adviento


El término Adviento, "Adventus" en latín, "venida", es una adaptación de acontecimientos paga-
nos:

Adviento de una divinidad o del emperador


La palabra se usaba el día en que llegaba o venía el dios, o el emperador (que también era
considerado divinidad). El pueblo destacaba estos momentos de "visita" organizando fiestas y
ambientes lúdicos para que el visitante encontrase todo a su gusto.
Con el paso del tiempo, en la época cristiana, la Iglesia utilizó este nombre aplicándolo a la
venida de Cristo. Esto comenzó a instaurarse en el siglo IV. Los siglos anteriores, la atención del
culto, giraba en torno a la Pascua. La Pascua anual y la que se celebra cada domingo, era el
único misterio de Cristo a recordar. En la noche pascual también se celebraba en parte "esa
venida del Señor" (¡Ven, Señor!), y que más tarde pasó a ser frase cumbre del sentido espiritual
del Adviento.

El solsticio de invierno.
Era una fiesta pagana que consistía en honrar al sol ya la luz. En Occidente esta fiesta se celebra
el 25 de diciembre, día del Natilis Invicti. El Invicti se refiere al sol que vence las tinieblas después
de que han empezado a aumentar los días tras el solsticio de invierno.
Esto se aplicó a Cristo, Luz del mundo. Cristo es la luz, el sol que nace, que alumbra a los
hombres y les da vida. Con esta lógica la cristianización de la fiesta estaba resuelta. Así se puso
este día como el día del nacimiento de Cristo, no porque fuese el día de su nacimiento real o
histórico.
Al igual que en Occidente, también se celebraban en Oriente las fiestas del solsticio de invierno,
las fiestas de la victoria de la luz sobre las tinieblas, pero se realizaban el 6 de enero, cuando ya
hay un cierto aumento de la luz. De ahí que en Oriente el nacimiento de Cristo lo pongan este
día, llamado por nosotros, la Epifanía. En Alejandría, durante la noche del 5 al 6 de enero, se
desarrollaba el rito de la procesión de la diosa Koré. Ésta era una virgen y había engendrado al
mundo. Al cristianizar esta fiesta se celebra evidentemente el nacimiento de la luz verdadera
que ilumina al mundo: Jesucristo.

Navidad y Epifanía
Navidad y Epifanía son nombres distintos pero que surgen como resultado de la cristianización
de fiestas paganas:
- El Adventus como "Nacimiento" fijaba sus preferencias en el acontecimiento de Cristo que
viene, que nace y se hace presente en la noche de Belén.
- El Adventus como "Epifanía" subraya la manifestación y la universalidad. Jesús trae la salvación
a todas las personas de la humanidad entera.
Por esto la Iglesia romana extiende la celebración de Navidad hasta el 6 de enero.
Desde entonces la vida cristiana gravitaría en dos polos, la fiesta de la Navidad y la Pascua. Para
la organización de dichas fiestas se estableció con el correr de los años, un período de prepara-
ción. Así nacieron la Cuaresma y el Adviento.
En el siglo VI se tienen noticias ciertas de una preparación para la celebración de la Navidad que
estaba caracterizada por algunos días de ayuno y oración intensa. El Adviento cristiano, centro
desde el principio su atención en la disposición de toda la comunidad para celebrar la fiesta de
la Navidad con un fuerte espíritu de gozo, pero al mismo tiempo acentuaba la perspectiva de la
segunda venida de Cristo, para la cual era necesario estar preparado, realzándose el aspecto de
conversión personal.

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2. Evolución del Adviento en la historia
A lo largo de la historia cristiana, sobre todo en los primeros siglos, el Adviento tomó cuerpo
dentro del año litúrgico, aunque en la Edad Media perdió su sentido. Será con el Vaticano II
cuando de nuevo se celebre este tiempo con importancia y significado.

El Adviento, preparación a la Navidad


La Iglesia gala e hispana se adelantan a introducir en el Adviento el aspecto de tiempo de
preparación. A finales del siglo IV y durante el V, preludian las fiestas de Navidad y Epifanía con
un tiempo de acondicionamiento espiritual más que litúrgico. Esta preparación venía ligada a la
administración del bautismo el día de la Epifanía. El Adviento así entendido duraba tres sema-
nas.
El concilio de Zaragoza (año 380} da buena fe de lo dicho cuando pide a los fieles que asistan
con frecuencia a la iglesia desde el 17 de diciembre hasta la Epifanía. La Iglesia gala adopta este
tipo de oración y ascesis, completándolo durante el siglo V, incluyendo un ayuno de tres días
por semana: desde el día de San Martín (11 de noviembre) hasta Navidad.
En Roma el Adviento comenzó a organizarse como preparación en el siglo VI, aunque subrayan-
do el sentido litúrgico más que el ascético. La estructuración en seis semanas, y luego en cuatro,
se realizó a lo largo de este siglo. Será a partir de los siglos VIII y IX cuando toma identidad
propia dentro del calendario.

La doble espera
La espera del Señor es una de las dimensiones que caracteriza al Adviento desde sus orígenes.
Y esta espera contiene una doble vertiente: Cristo que viene y que vendrá. La espera gozosa de
la venida de Navidad apunta a la venida del Señor al final de los tiempos. El Adviento cristiano
se convierte así en la espera de Jesucristo, que reconforta con su venida nuestra esperanza y la
mantiene viva y expectante hasta su vuelta definitiva.
El Adviento así entendido, es la situación permanente de la Iglesia, la cual vive expectante hasta
que vuelva el Señor.

3. EI Adviento en nuestra cultura


El Adviento prepara una de las mayores fiestas del año: la Navidad. Las calles, las casas, las
ciudades enteras son adornadas con guirnaldas, árboles de Navidad, nacimientos, y en los
países del hemisferio norte, en donde coincide con el invierno, acompañan la Navidad: muñecos
de nieve, renos, trineos, campanillas, cantos-villancicos, abetos y frío. Todo esto hace que el
tiempo de preparación a la Navidad sea un momento entrañable, de hogar, de unión familiar,
de cenas y aguinaldos.
Pero más que nunca se está perdiendo el verdadero sentido del Adviento cuando todas estas
reuniones, decoraciones y ambiente se hace sin saber por qué. ¿Realmente toda nuestra socie-
dad sabe que preparamos la venida de Jesús?
Hasta hace muy poco tiempo la Navidad no era celebrada como lo solemos hacer hoy día, es
más no existían ni villancicos. Los cristianos iban sólo a las iglesias y no había una relevancia
social de la Navidad.
Será en el siglo XIX cuando surja el árbol decorado, las tarjetas de felicitaciones, los villancicos...
Pero el siglo XX le dará un nuevo giro con la llegada del comercio y el afán de consumo. El
Adviento, al principio, se reservaba para las iglesias como días litúrgicos especiales de prepara-
ción a la Navidad. Actualmente, sigue siendo así, pero cargado de otros complementos sociales
y alejados de lo religioso: compras de regalos, del árbol de Navidad, preparación de cenas de
trabajo, espera de la paga extraordinaria para tomar unos días de vacaciones...
Con estas acciones se ha logrado que la actual fiesta de Navidad, y del Adviento, no tenga
mucho que ver con su sentido original, haciéndola pasar de una fiesta religiosa a una fiesta
comercial.

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4. Evangelizar de nuevo al adviento
El Adviento debería ser un tiempo para profundizar en el misterio de nuestra salvación, un
momento propicio para la oración personal y familiar, y una ayuda para el crecimiento en el
amor y en la solidaridad. Los cristianos recordamos que Jesús, siendo Dios nos retuvo para sí la
gloria que merecía como Dios. Como dice san Agustín, se hizo pobre para que nosotros nos
hiciéramos ricos; compartió con nosotros todo lo que tenía, incluso su Madre, la Virgen María.
El Adviento ha cedido el paso a otros componentes que se han introducido en la cultura actual.
Todos los esfuerzos de la Iglesia por convertir una fiesta pagana en una fiesta cristiana, no sólo
se han visto neutralizados, sino que vuelve a ser una fiesta pagana como en sus orígenes.
Tendríamos que preguntarnos ¿qué hacer entonces?
La mejor respuesta es realizando una re-evangelización del tiempo navideño, buscando de nue-
vo su sentido y sabiendo que la figura que nos reúne en familia, que nos hace más humanos y
cariñosos los unos para con los otros, es Jesús que nace en Belén.
Ahora más que nunca, los encargados de las parroquias, los educadores, los catequistas, las
familias, deben "evangelizar" el Adviento y la Navidad para recuperar su origen y fundamento.
Mostrar a Cristo presente en medio de su pueblo, sin adulterarlo ni compartirlo con otras
tentativas, es una tarea difícil pero hermosa. La nueva evangelización de la Navidad cobra más
fuerza cada vez.

5. Para profundizar el Adviento

· Rezar la corona de Adviento


La corona de Adviento es una tradición simbólica iniciada en Europa por los luteranos, quienes
trenzando una serie de ramas de pino verde, querían expresar la esperanza cristiana, de que en
la segunda y definitiva venida de Cristo, él mismo "coronará" toda una vida llevada a cabo de
acuerdo al Evangelio. La Iglesia católica adaptó al ciclo litúrgico del Adviento esta práctica, en
donde cada vela representa cada uno de los domingos del Adviento. Está formada por cuatro
velas, signos de la espera. Cada uno de los cuatro domingos de Adviento se enciende una vela.
En algunos sitios ponen una vela blanca en el centro, que será encendida el día de Navidad.

· Vivir la liturgia de este tiempo


Una vivencia hecha con profundidad, preparando bien la palabra de Dios, las oraciones, los
momentos de reconciliación y el recuerdo a la Virgen. Subrayando la esperanza.
· Poner un bonito nacimiento
Además del árbol de Navidad, como elemento decorativo, un buen nacimiento ayuda a centrar
la Navidad. Es el recuerdo del nacimiento de Cristo. Aprovechar para explicárselo a los niños.
Contémosles el relato del nacimiento de Jesús, la llegada de los magos, la vida sobre José y
María, la vida en aquellos tiempos. Mostrar y proponer la cercanía de un Dios que se hace uno
de nosotros en la humildad del pesebre.
· Dar otro sentido a nuestras compras navideñas
Navidad es tiempo de compartir y no precisamente de comprar. Si compras, hazlo con el deseo
de compartir con los demás la alegría de dar. Que tu compartir sea un verdadero signo de amor
y fraternidad buscando imitar a Cristo, que se entregó a nosotros para que tuviéramos vida
abundante.
· Preparar campañas solidarias
En muchos sitios se realiza la "operación kilo y juguetes". Se recogen kilos de comida: bolsas de
legumbres, latas, tetrabriks; y juguetes que pueden donar las familias. Todo esto para que
puedan comer y jugar personas y niños que no tienen, ni pueden celebrar una Navidad en
condiciones.

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