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OBLIGACIONES
FUENTES DE LAS OBLIGACIONES
El art. 1437 señala cuáles son las fuentes de las obligaciones: "Las
obligaciones nacen, ya del concurso real de las voluntades de dos o más
personas, como en los contratos o convenciones; ya de un hecho voluntario de
la persona que se obliga, como en la aceptación de una herencia o legado y en
todos los cuasicontratos; ya a consecuencia de un hecho que ha inferido
injuria o daño a otra persona, como en los delitos y cuasidelitos; ya por dispo-
sición de la ley, como entre los padres y los hijos de familia".
La idea de esta norma está repetida en el art. 2284.
La fuente normal y más fecunda de obligaciones es el contrato, esto es, el
concierto de voluntades encaminado a crearlas.
Concepto
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El contrato es, pues, la convención destinada a producir obligaciones. El
art. 1438 lo define de este modo: "Contrato o convención es un acto por el
cual una parte se obliga para con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa".
Una segunda crítica que se hace a la definición del art. 1438, además de
confundir convención y contrato, es que siguiendo al Código francés que a su
vez se inspiró en Pothier, el precepto, al definir el contrato, más bien da un
concepto de obligación, aludiendo a su máxima clasificación en de dar, hacer
o no hacer.
Por ello es que comúnmente se define el contrato como la convención
generadora de derechos y obligaciones.
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En esta clasificación de los contratos no se atiende al número de las
obligaciones que se originan, sino a la circunstancia de que se obligue una
parte o ambas mutuamente. Y así en el mutuo con interés nacen dos obligaciones:
una, la principal, restituir la cantidad recibida en mutuo, y la otra, accesoria, de
pagar los intereses, pero ambas a cargo de una misma parte: el mutuario, que es el
único deudor.
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c) La regla del art. 1552 establece que en los contratos bilaterales la mora
purga la mora, o, en otros términos, ninguna de las partes está en mora
dejando de cumplir lo pactado, mientras la otra no cumpla o esté pronta a
cumplir sus obligaciones recíprocas.
Son aquellos contratos que generan obligaciones sólo para una de las
partes contratantes, pero circunstancias posteriores a su celebración
determinan que se obligue también aquella parte que inicialmente no
contrajo ninguna obligación.
Del contrato no nacen obligaciones sino para una de las partes, aunque
pueden llegar a nacer obligaciones recíprocas.
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Contrato oneroso o a título oneroso es aquel en que cada parte paga la
ventaja que reporta del contrato, es decir, recibe un beneficio a cambio de
una contraprestación actual o futura.
Para que sean revocables los actos gratuitos ejecutados por el deudor, en
perjuicio de los acreedores, basta la mala fe del deudor; los actos onerosos son
revocables a condición de que estén de mala fe el otorgante y el adquirente,
esto es, que ambos conozcan el mal estado de los negocios del deudor (art.
2468).
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En los contratos onerosos, puesto que ambas partes obtienen mutuo
beneficio, el deudor responde de la culpa leve. En los contratos gratuitos
responderá de la culpa grave o levísima, según si la gratuidad cede en provecho
del acreedor (depósito) o del deudor (comodato), respectivamente (art. 1547).
Dispone el art. 1441: "El contrato oneroso es conmutativo, cuando cada una
de las partes se obliga a dar o hacer una cosa que se mira como equivalente a
lo que la otra parte debe dar o hacer a su vez; y si el equivalente consiste en
una contingencia incierta de ganancia o pérdida, se llama aleatorio”.
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Distingue el Código entre contratos principales y accesorios. Dice el art.
1442: "El contrato es principal cuando subsiste por sí mismo sin necesidad de
otra convención, y accesorio cuando tiene por objeto asegurar el cumplimiento
de una obligación principal, de manera que no pueda subsistir sin ella".
Por este motivo, el art. 2516 establece que la acción hipotecaria y demás que
provienen de obligaciones accesorias, prescriben junto con la obligación a que
acceden.
Igualmente, traspasado por acto entre vivos o por causa de muerte el crédito
se traspasan con él sus accesorios.
El contrato accesorio no puede subsistir sin una obligación principal, pero
puede existir sin ella. En otros términos, se concibe el contrato accesorio sin
que exista aún la obligación principal; pero es inconcebible que sobreviva a la
extinción de la obligación principal.
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La caución puede constituirse para garantizar una obligación futura y, en tal
caso, existirá la obligación accesoria antes que la principal (véanse los arts.
2339 y 2413).
Contratos dependientes
Ciertos contratos no caben en la definición legal de contratos accesorios,
porque su finalidad no es asegurar el cumplimiento de una obligación principal,
pero necesitan también de otro acto jurídico para su existencia. Al igual que los
contratos accesorios, no se concibe su existencia independiente.
El art. 1443 establece: “El contrato es real cuando, para que sea perfecto,
es necesaria la tradición de la cosa a que se refiere; es solemne, cuando está
sujeto a la observancia de ciertas formalidades especiales, de manera que sin ellas
no produce ningún efecto civil; y es consensual, cuando se perfecciona por el
solo consentimiento".
La regla general es que los contratos sean consensuales, esto es, que se
perfeccionen por el solo acuerdo de voluntades, solo consensu, con prescindencia
de todo requisito de forma.
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El cumplimiento de determinadas formas se justifica por diversos
motivos. Pone a las partes a cubierto de un malentendido, atrae su atención
acerca de la gravedad del contrato que concluyen y les suministra una prueba
preconstituida en caso de controversia.
Por ello es más propio definir el contrato real como el que se perfecciona
por la entrega de la cosa.
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Pero esta concepción del contrato real ha sido muy cuestionada.
Tales contratos son regidos por las estipulaciones de las partes, por los
principios generales que gobiernan los contratos y por las reglas legales
dictadas para los contratos afines.
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del contrato y la otra se limita a prestar su aprobación o adhesión a dichas
condiciones en bloque.
La falta de igualdad entre las partes ha permitido que se les niegue a estos
contratos la calidad de tales, pues no habría acuerdo de voluntades, sino la
imposición de una de ellas. Pero la verdad es que el interesado siempre tiene
la relativa libertad de contratar o no y además en cualquier contrato puede
presentarse la misma situación en que una de las partes, por la necesidad en
que se encuentra la otra, fuerce a su favor las estipulaciones del mismo.
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ELEMENTOS DE LOS CONTRATOS
1º COSAS DE LA ESENCIA
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Las cosas de la esencia pueden ser comunes a todo contrato, tales son las
que enumera el art. 1445: consentimiento exento de vicios, capacidad, objeto
lícito, causa lícita. A ellos deberían agregarse las solemnidades, en los casos
que son exigidas por el legislador en atención a la naturaleza del contrato; o
especiales a una determinada especie de contrato. Así, el precio es un
requisito esencial en la compraventa, pero no existe en otros actos.
2º COSAS DE LA NATURALEZA
3º COSAS ACCIDENTALES
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estipulación es necesaria para incorporarlas a él. Estas cosas forman parte del
contrato cuando así lo convienen aquéllas.
Tales son: el señalamiento del lugar, forma y época del pago del precio,
la estipulación de la solidaridad y de la indivisibilidad cuando la ley no las ha
establecido, el pacto comisorio en un contrato unilateral, una cláusula penal,
las modalidades a que las partes subordinen la existencia o el cumplimiento de
sus obligaciones (condición, plazo, modo, etc.).
Las expresiones del art. 1545, tomadas del Código francés, indican de una
manera singularmente enérgica la fuerza obligatoria del contrato.
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Ha significado, además, que el legislador deja a las partes en libertad para
señalar las normas que han de regir sus relaciones y que tales normas tienen
para ellas la fuerza de una verdadera ley.
Por lo tanto, el contrato debe ser válido para que tenga la fuerza
obligatoria de una ley particular entre los contratantes.
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Sin que sea necesario un expreso acuerdo de voluntades, se entienden
incorporadas al contrato las cosas que son de su naturaleza, aquellas que la ley
indica supliendo el silencio de los contratantes y las que la costumbre considera
inherentes a la clase de contrato de que se trata. La conclusión de un contrato
sería un problema extremadamente complejo si las partes hubieran de prever
todos sus efectos y todas las consecuencias de su incumplimiento.
La regla del art. 1546 simplifica la tarea de las partes que contratan y hace
posible que concreten su atención a las estipulaciones fundamentales del
contrato.
El art. 1546 establece, en suma, el gran principio de que las leyes relativas
a los contratos son supletorias de la voluntad de las partes.
Las partes pueden hacer solemnes aquellos contratos que son naturalmente
consensuales y revestirlos de las solemnidades que juzguen convenientes (arts.
1802 y 1921).
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En la interpretación de los contratos debe atenderse, en primer término, a la
intención o espíritu de los contratantes (art. 1560).
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posteriores a su celebración hacen variar las circunstancias vigentes al tiempo de
su celebración y originan un grave desequilibrio en las prestaciones de las partes.
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Pero entre los terceros hay que distinguir los terceros absolutos y los
terceros relativos.
Terceros absolutos son las personas extrañas a la formación del acto
y que no están ni estarán en relaciones jurídicas con las partes.
Respecto de ellas el acto jurídico no produce efectos, principio que es
el reverso del formulado por el art. 1545 en cuanto a las partes del contrato.
Terceros relativos son los que están o estarán en relaciones jurídicas
con las partes, sea por su propia voluntad o la de la ley.
Los terceros relativos o interesados, en general, son los sucesores o
causahabientes del autor o de una de las partes, o sea, las personas a
quienes se han transferido o transmitido los derechos de aquellos. Pueden
ser sucesores a título universal o a título singular.
Los sucesores a título universal o herederos son aquellos a quienes se
transmiten todos o una cuota de los derechos y obligaciones transmisibles
del autor (arts. 951 y 1097). Sólo se puede ser sucesor a título universal por
causa de muerte y no por acto entre vivos.
Los sucesores a título singular son aquellos a quienes se transfieren
derechos determinados, sea por causa muerte, como el caso de los
legatarios (arts. 951 y 1104) o por acto entre vivos, como ocurre con el que
adquiere mediante la tradición (art. 671). Por ejemplo, A y B celebran un
contrato de hipoteca en el cual A, para garantizar el cumplimiento de una
obligación que ha contraído con B, hipoteca en favor de éste su casa.
Posteriormente, A vende la casa a C. Este último, pese a tener la calidad de
tercero en relación con el contrato celebrado entre A y B, se va a ver, no
obstante, afectado por dicho contrato de hipoteca, toda vez que adquirirá la
casa con la hipoteca que la grava.
Respecto de los sucesores a título universal, en general, el acto
produce los mismos efectos que respecto del autor o de la parte a quienes se
sucede y tiene la misma fuerza obligatoria (arts. 951 y 1097).
A los sucesores a título singular pueden afectarlos los efectos de
ciertos actos que digan relación con el bien o derecho transferido.
Excepciones al principio de la relatividad de los actos jurídicos
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Hay actos que por su naturaleza misma suponen y producen efectos
absolutos: los de familia. Sería absurdo, por ejemplo, que un hijo
reconocido tuviera la calidad de tal para ciertos individuos y la calidad de
no reconocido para otros.
Pero lo que interesa destacar es que hay diversas hipótesis en que los
terceros, sean relativos o absolutos, por excepción, son afectados por los
actos jurídicos. Se mencionan la estipulación a favor de otro y la promesa
de hecho ajeno.
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La forma de una estipulación a favor de otro toma, también, el contrato
de transporte (por ej. el envío de una encomienda), cada vez que el
consignatario sea una persona jurídicamente extraña al consignante. El contrato,
celebrado entre el acarreador y el consignante, cede en favor de un tercero
como es el consignatario.
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aceptación expresa o tácita, es revocable el contrato por la sola voluntad de las
partes que concurrieron a él".
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De acuerdo con el art. 1449, mientras no intervenga la aceptación del
tercero, “es revocable el contrato por la sola voluntad de las partes que
concurrieron a él”.
Esta aceptación puede ser expresa o tácita. El art. 1449 establece que
"constituyen aceptación tácita los actos que sólo hubieran podido ejecutarse en
virtud del contrato".
Efectos de la estipulación
Para una mejor comprensión, conviene estudiarlos desde un triple punto
de vista: a) entre el promitente y el tercero; b) entre el estipulante y el tercero,
y c) entre el estipulante y el promitente.
Relaciones entre el tercero y el promitente
El tercero beneficiario, desde el momento de la estipulación, queda
convertido en acreedor del prometiente.
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Como consecuencia, puede el tercero reclamar del prometiente el
cumplimiento de la prestación debida. Todavía más, el art. 1449 es concluyente
en el sentido de que solamente el tercero puede demandar lo estipulado.
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Doctrina de la oferta
Esta doctrina ha sido preconizada por Laurent. La doctrina de la oferta
supone que el estipulante ofrece al tercero el derecho de que se trata y éste lo
incorpora a su patrimonio por medio de la aceptación. Por este motivo,
aceptada la oferta, prometiente y estipulante no pueden echar marcha atrás.
La oferta está expuesta a caducar, entre otras causas, por la muerte del
proponente (art. 101 del C. de Comercio), circunstancia que sería fatal para el
tercero. Piénsese en el seguro de vida. La aceptación se presta ordinariamente
después de la muerte del estipulante, esto es, cuando ya habría caducado la
oferta.
b) Por otra parte, el tránsito del derecho por el patrimonio del estipulante
puede ser igualmente fatal para el beneficiario.
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asegurado y he aquí que éste resultaría la presa de sus acreedores o de sus
herederos.
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Por excepción al principio, el contrato crea directamente un derecho
para el tercero, como los que genera para las partes.
Concepto
En la estipulación a favor de otro, un tercero adquiere un derecho en
virtud de un contrato a que permanece extraño, y el principio de la relatividad
de los contratos sufre una importante excepción.
En suma, se puede ser acreedor sin haber consentido; pero sin haber
expresado el propósito de obligarse no es posible convertirse en deudor.
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para que estemos frente a una promesa de hecho ajeno que no medie
representación, pues en tal caso hay lisa y llanamente obligación para el
representado que no ha sido ajeno al contrato. Así lo señala el art. 1450, al
decir: “de quien no es legítimo representante”.
La promesa no es una excepción al principio de la relatividad de los
contratos.
La promesa por otro no constituye una derogación al principio de la
relatividad de los efectos de los contratos.
LA INOPONIBILIDAD
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contrato, y en cuya virtud se les permite desconocer los derechos emanados
de ellos.
La inoponibilidad es la sanción legal que consiste en el impedimento
de hacer valer, frente a ciertos terceros, un derecho nacido de un acto
jurídico válido o de uno nulo, revocado o resuelto. Dichos terceros están
facultados para oponerse a que los alcancen los efectos de un acto jurídico
válido o los de la nulidad, revocación o resolución del acto, efectos que los
perjudican.
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Hay formalidades que no se exigen para la constitución de un acto o
contrato, sino para que los efectos de éstos puedan hacerse valer, oponerse
contra terceros. La omisión de dichas formalidades es causal de las
inoponibilidades de forma, que se reducen a dos: inoponibilidades por
omisión de formalidades de publicidad e inoponibilidad por falta de fecha
cierta.
Inoponibilidades de forma
1.3 La sentencia judicial que declara una prescripción hace las veces de
escritura pública para la propiedad de bienes raíces o de derechos reales
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constituidos en ellos; pero no vale contra terceros sin la competente
inscripción (art. 2513).
Inoponibilidades de fondo
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Con este título se engloban los casos en que el acto o contrato no
puede hacerse valer, oponerse, en contra de las personas que no han
concurrido como partes a su celebración. El caso más típico es el de la
venta de cosa ajena, la cual es válida, sin perjuicio de los derechos del
dueño de la cosa vendida, mientras no se extingan por el tiempo (art. 1815).
Tal contrato es inoponible al verdadero dueño que, no concurrió a prestar el
consentimiento.
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El fraude difiere del dolo porque éste tiene lugar entre las partes
cuando una de ellas se vale de engaño para perjudicar a la otra; en cambio,
el fraude es una maniobra de mala fe ejecutada por una o ambas partes
dirigida a perjudicar a terceros.
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de la sociedad colectiva mercantil por falta de solemnidades en su
constitución no puede alegarse contra terceros interesados en su existencia
(C. de Comercio, art. 356 inc. 3).
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Entre la nulidad de los actos jurídicos y la inoponibilidad de los
mismos hay diferencias notorias.
Concepto
Interpretar un contrato es determinar el sentido y alcance de sus
estipulaciones.
La interpretación del contrato tiene lugar cuando los términos de que las
partes se han servido son oscuros o ambiguos; cuando, a pesar de su claridad,
son inconciliables con la naturaleza del contrato o con la evidente intención de
las partes; cuando, en fin, la comparación de las diversas cláusulas,
consideradas en conjunto, hace surgir dudas acerca de su particular alcance.
Corresponde al juez interpretar el contrato para asignar a la convención
los efectos que las partes han querido atribuirle.
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Estas reglas no son meros sugerencias o consejos del legislador al intérprete,
sino que éste debe atenerse a ellas al interpretar un contrato.
Métodos de interpretación
Dos métodos se conciben para interpretar los contratos: uno subjetivo y
otro objetivo.
Tal es el sistema que adopta nuestro Código (art. 1560), tomado del Código
francés.
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traducen con fidelidad el pensamiento. Si los términos son claros, lo será
igualmente la intención de las partes.
Sólo está autorizado el intérprete para apartarse del tenor literal del
contrato, cuando aparece claramente probada la intención de las partes distinta a
lo estipulado. Dicha intención debe ser probada fehacientemente, pues el art.
1560 habla de “conocida claramente la intención de los contratantes...”.
Por este motivo, el art. 1562 dispone: "El sentido en que una cláusula
puede producir algún efecto deberá preferirse a aquel en que no sea capaz de
producir efecto alguno".
Interpretación conforme a la naturaleza del contrato
Las cláusulas ambiguas de un contrato deben entenderse del modo que
esté más acorde con su naturaleza.
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El art. 1563 establece: "En aquellos casos en que no apareciere voluntad
contraria, deberá estarse a la interpretación que mejor cuadre con la naturaleza
del contrato".
Las cosas que son de la naturaleza de un contrato se entienden
pertenecerle sin necesidad de estipulación si las partes no han expresado lo
contrario, se entiende que han querido incluir todas aquellas cosas que
naturalmente pertenecen al contrato.
El art. 1563, inc. 2º, previene: "Las cláusulas de uso común se presumen
aunque no se expresen".
Puede el juez, por lo tanto, buscar fuera del contrato mismo que se trata
de interpretar elementos para precisar su alcance. De otros contratos que
anteriormente ligaron a las partes puede fluir con claridad cuál ha sido su
intención al vincularse por un nuevo contrato.
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El art. 1564, inc. 3°, establece que las cláusulas contractuales podrán
también interpretarse “o por la aplicación práctica que hayan hecho de ellas
ambas partes, o una de las partes con aprobación de la otra".
Por este solo hecho, no se entiende que las partes han querido limitar los
efectos del contrato al caso o casos especialmente previstos. El art. 1565
dispone: "Cuando en un contrato se ha expresado un caso para explicar la
obligación, no se entenderá por sólo eso haberse querido restringir la
convención a ese caso, excluyendo los otros a que naturalmente se extienda".
Interpretación de las cláusulas ambiguas cuando son inaplicables
otras reglas interpretativas
Prevé la ley, por último, que resulten inaplicables todas las demás reglas de
interpretación.
El art. 1566, inc. 2º, establece que "las cláusulas ambiguas que hayan sido
extendidas por una de las partes, acreedora o deudora, se interpretarán contra
ella, siempre que la ambigüedad provenga de la falta de una explicación que
haya debido darse por ella".
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Como el art. 1560 determina que la intención de las partes es lo
fundamental en materia de interpretación, averiguar esta intención es cuestión
de hecho, indiscutiblemente, y escapa, por tanto, al control de la casación.
CONTRATO DE PROMESA
Concepto
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practicar un minucioso examen preliminar de la cosa, son algunos de los
múltiples obstáculos que obstan a la celebración inmediata del contrato.
Las reglas legales son aplicables, pues, cualquiera que sea el contrato que se
prometa celebrar: compraventa, mutuo, sociedad.
Requisitos de la promesa
El art. 1554 dispone: "La promesa de celebrar un contrato no produce
obligación alguna; salvo que concurran las circunstancias siguientes: 1º Que la
promesa conste por escrito; 2º Que el contrato prometido no sea de aquellos que
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las leyes declaran ineficaces; 3º Que la promesa contenga un plazo o condición
que fije la época de la celebración del contrato; 4º Que en ella se especifique de
tal manera el contrato prometido, que sólo falten para que sea perfecto la
tradición de la cosa, o las solemnidades que las leyes prescriban".
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Meza Barros agrega que por otra parte, cuando el legislador ha querido
que la promesa conste por escritura pública, lo ha dicho expresamente. Así, el
art. 1787 dispone que las promesas que se hacen los esposos, en consideración
al matrimonio, "deberán constar por escritura pública".
El contrato prometido debe ser válido
La promesa requiere que el contrato prometido no sea de aquellos que la ley
declara ineficaces o, más exactamente, que sea válido, que no adolezca de
nulidad.
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La promesa supone que las partes no pueden o no quieren celebrar de
inmediato el contrato que proyectan y que postergan su realización para un
tiempo futuro. Las obligaciones del contrato de promesa siempre quedarán
diferidas para después de su celebración.
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Pero la condición debe ser tal que sirva efectivamente para señalar esa época.
La Corte Suprema ha resuelto, generalmente, que esa condición debe ser
determinada, esto es, que deba realizarse dentro de cierto plazo. Ha negado
valor a promesas en que se estipuló una condición indeterminada (R. de D. y J., t.
XLV, I, p. 176 y t. XLVI, I, p. 906. Véase, sin embargo, R. de D. y J., t. XLI, I, p. 506 y
Claro Solar).
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tanto, el otorgamiento de escritura pública lo que sólo se hará en tres meses más.
El contrato es una promesa bilateral de compraventa.
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c) Si el legislador hubiera entendido que era menester que ambas partes en la
promesa contrajeran obligaciones recíprocas, ciertamente lo habría expresado,
como lo hizo el art. 98 que define los esponsales como la promesa de
matrimonio "mutuamente aceptada".
Efectos de la promesa
LA COMPRAVENTA
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Concepto
La compraventa encuentra su origen en el primitivo trueque o cambio
directo de una cosa por otra que, mientras no se conoció la moneda, fue el
único medio de que los hombres se sirvieron para suplir sus necesidades.
Tales son las obligaciones fundamentales que el contrato genera para las
partes; son de su esencia y sin ellas el contrato no produce efectos civiles o
degenera en otro contrato diferente (art. 1444).
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b) Debido precisamente a las prestaciones mutuas que engendra, el contrato
de compraventa es un contrato oneroso.
Cada parte reporta en el contrato utilidad de la obligación que para con
ella se contrae y se grava con la que toma a su cargo.
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La compraventa no transfiere el dominio; el comprador no se hace dueño
de la cosa vendida y el vendedor del precio en virtud del contrato, sino de la
tradición subsiguiente. Mientras la tradición no se efectúe, comprador y vendedor
son solamente acreedores de la cosa y del precio. La compraventa no es un
modo de adquirir el dominio, porque no hay más modos de adquirir que los
señalados en el art. 588.
La adquisición del dominio, por tanto, se verifica por medio de dos actos
diferentes: el contrato de compraventa que constituye el título de la adquisición y
la tradición que es el modo de adquirir.
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Sin embargo, será menester examinar sobre qué debe recaer el consentimiento
de las partes y las formas que a veces debe revestir.
El art. 1801, inc. 1º, dispone: "La venta se reputa perfecta desde que las
partes han convenido en la cosa y en el precio; salvas las excepciones siguientes".
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c) Finalmente, el consentimiento debe recaer sobre la venta misma, esto es,
será preciso que una de las partes quiera vender y la otra comprar.
El art. 671 dispone que, "en las ventas forzadas que se hacen por decreto
judicial a petición de un acreedor, en pública subasta", el juez inviste la
representación legal del deudor.
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No será suficiente, entonces, que las partes convengan en la cosa y en el
precio para que el contrato se repute perfecto. Menester será, además, que se
cumplan las solemnidades o requisitos de forma que la ley prescribe.
Las solemnidades legales ordinarias son aquellas de que por la ley está
revestida la compraventa de cierta clase de bienes, por ejemplo, los bienes
raíces.
Las solemnidades legales especiales son aquellas que la ley exige para la
compraventa en atención a las circunstancias particulares en que se celebra o a
las personas que intervienen. Tales son las solemnidades que acompañan la
venta de bienes pertenecientes a incapaces.
Las solemnidades voluntarias son las que establecen las partes, sea
añadiéndolas a las que establece la ley, sea para hacer solemne una compraventa
que es naturalmente consensual.
Solemnidades legales
Solemnidades legales ordinarias
Las solemnidades legales ordinarias consisten en el otorgamiento de
escritura pública.
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a) Es solemne la compraventa de bienes raíces.
c) Es solemne la venta de una sucesión hereditaria, esto es, del derecho para
que una persona reciba en una sucesión todos o una cuota de los bienes que la
forman.
Compraventa por intermedio de mandatarios
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Sin embargo, la doctrina generalmente estima que es necesaria la forma
pública (Barros Errázuriz) y la jurisprudencia se ha pronunciado sistemáticamente
en el mismo sentido (R. de D. y J., t. XX, I, p. 37 y t. XXII, I, p. 1085).
a) El art. 1801, inc. 3º, previene: "Los frutos y flores pendientes, los árboles
cuya madera se vende, los materiales de un edificio que va a derribarse, los
materiales que naturalmente adhieren al suelo, como piedras y sustancias
minerales de toda clase, no están sujetos a esta excepción".
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Solemnidades legales especiales
La ley reviste solemnidades especiales la compraventa por las circunstancias
en que se celebra el contrato o la calidad de las personas que lo estipulan.
Solemnidades voluntarias
Las partes pueden someter el contrato de compraventa a las solemnidades
que deseen. Prácticamente la solemnidad consistirá en el otorgamiento de
escritura pública o privada cuando la compraventa es puramente consensual.
Prevé el art. 1802 esta situación: "Si los contratantes estipularen que la
venta de otras cosas que las enumeradas en el inc. 2º del artículo precedente
no se repute perfecta hasta el otorgamiento de escritura pública o privada,
podrá cualquiera de las partes retractarse mientras no se otorgue la escritura o
no haya principiado la entrega de la cosa vendida".
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La facultad de retractación se mantiene hasta que ocurra alguna de las
dos circunstancias siguientes:
Las arras
Concepto y clases
Las arras consisten en una cantidad de dinero u otras cosas muebles que
se dan en garantía de la celebración del contrato, o bien en parte del precio o
en señal de quedar convenidos.
Las arras, por lo tanto, pueden ser de dos clases y tener una doble
finalidad: a) sirven como garantía de la celebración o ejecución del contrato,
y, b) se dan como parte del precio o en señal de quedar las partes convenidas.
Las arras como garantía
Las arras, dadas en garantía de la celebración o ejecución del contrato,
significan que las partes no han entendido ligarse definitivamente, sino que
mutuamente se reservan la facultad de desdecirse perdiendo su valor.
En efecto, el art. 1803 dispone: "Si se vende con arras, esto es, dando una
cosa en prenda de la celebración o ejecución del contrato, se entiende que cada
uno de los contratantes podrá retractarse; el que ha dado las arras,
perdiéndolas; y el que las ha recibido, restituyéndolas dobladas".
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La facultad de retractarse no dura indefinidamente. El art. 1804 señala el
plazo y demás condiciones que limitan esta facultad: "Si los contratantes no
hubieren fijado plazo dentro del cual puedan retractarse, perdiendo las arras,
no habrá lugar a la retractación después de los dos meses subsiguientes a la
convención, ni después de otorgada escritura pública de la venta o de
principiada la entrega".
El art. 1805 inc. 1º previene: "Si expresamente se dieren arras como parte
del precio, o como señal de quedar convenidos los contratantes, quedará perfecta
la venta; sin perjuicio de lo prevenido en el art. 1801, inc. 2º”.
Para que las arras se entiendan dadas en señal de quedar convenidos o como
parte del precio es menester la concurrencia copulativa de estas dos
circunstancias: a) que las partes lo convengan expresamente, y b) que este
convenio conste por escrito.
Si así no fuere, se entienden las arras dadas en garantía y facultadas las
partes para retractarse. El art. 1805 inc. 2º establece: "No constando alguna de
estas expresiones por escrito, se presumirá de derecho que los contratantes se
reservan la facultad de retractarse según los dos artículos precedentes".
Las arras en garantía, pues, constituyen la regla general; para que pueda
atribuírseles otro carácter es preciso un pacto expreso y escrito.
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De las disposiciones de los artículos 1803, 1804 y 1805 resulta que sus
disposiciones sólo tienen aplicación cuando la venta es consensual; no sucede
así en las ventas solemnes, que sólo se reputan perfectas cuando se ha
otorgado escritura pública; por eso el art. 1805 hace salvedad expresa de este
caso.
La Cosa Vendida
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Pueden ser objeto del contrato de compraventa, en general, todas las
cosas, tanto corporales como incorporales, con tal que la ley no prohíba su
enajenación. El art. 1810 dispone, en efecto: "Pueden venderse todas las cosas
corporales o incorporales, cuya enajenación no esté prohibida por la ley".
Pero la cantidad puede ser inicialmente incierta, esto es, no ser determinada
sino solamente determinable. La determinación posterior, sin embargo, no podrá
quedar entregada a un nuevo acuerdo de las partes, sino que deberá verificarse
de acuerdo con las normas señaladas en el contrato mismo.
El art. 1461, inc. 2º, dispone que "la cantidad puede ser incierta con tal que
el acto o contrato fije reglas o contenga datos que sirvan para determinarla".
La cosa vendida debe ser singular
61
No es válida la venta de una universalidad jurídica. No es posible que
una persona venda su patrimonio, reputado un atributo inherente de la
personalidad.
El art. 1811 dispone sobre el particular: "Es nula la venta de todos los
bienes presentes o futuros o de unos y otros, ya se venda el total o una cuota".
Es válida la venta de todos los bienes de una persona, especificándolos.
Todos los bienes de una persona pueden venderse, con tal que se
individualicen o inventaríen en escritura pública.
El art. 1811 añade: "pero será válida la venta de todas las especies,
géneros y cantidades que se designen por escritura pública, aunque se extienda a
cuanto el vendedor posea o espere adquirir, con tal que no comprenda objetos
ilícitos".
Pueden venderse, pues, las cosas presentes y futuras, esto es, las. que
existen al tiempo de celebrarse el contrato y aquellas cuya existencia se espera
en el porvenir.
Venta de la cosa que dejó de existir al tiempo del contrato
62
La inexistencia de la cosa al tiempo del contrato -sin que se espere que
llegue a existir- produce consecuencias diversas, según que falte total o
parcialmente.
Estos derechos competen sólo al comprador si la cosa faltaba "en una parte
considerable", o sea, en parte importante o digna de consideración.
Consecuencias de la mala fe del vendedor
63
Cosa futura es aquella que no existe al tiempo del contrato, pero se
supone que existirá a posteriori.
No obsta para que la venta sea perfecta, por lo tanto, que la cosa no
llegue a existir y que se frustren las previsiones de las partes.
64
el contrato será condicional a menos que se exprese lo contrario o por la
naturaleza del contrato aparezca que se vendió la suerte.
Una compraventa que recae sobre una cosa que pertenece al comprador
es nula de nulidad absoluta, porque falta la causa de la obligación del
comprador.
El art. 1815 establece, en forma perentoria: "La venta de cosa ajena vale,
sin perjuicio de los derechos del dueño de la cosa vendida, mientras no se
extingan por el lapso de tiempo".
65
Puede el vendedor contraer la obligación de hacer al comprador propietario
de una cosa que no le pertenece; la ejecución de la obligación será posible en
virtud de un arreglo entre el vendedor y el dueño de la cosa.
Efectos de la venta de cosa ajena
Los efectos de la compraventa de cosa ajena deben considerarse desde el
punto de vista del verdadero propietario y desde el punto de vista de las
relaciones entre vendedor y comprador.
Efectos con relación al dueño de la cosa
El dueño de la cosa es totalmente extraño al contrato y a su respecto no
produce efecto alguno. El contrato es para él res ínter alias acta.
66
El comprador, en tal caso, tiene derecho a demandar el cumplimiento del
contrato o su resolución, con indemnización de perjuicios.
El art. 1818 dispone: "La venta de cosa ajena, ratificada después por el
dueño, confiere al comprador, los derechos de tal desde la fecha de la venta".
67
El inc. 2º del art. 1819 señala una consecuencia lógica: "Por consiguiente,
si el vendedor la vendiere a otra persona después de adquirido el dominio,
subsistirá el dominio de ella en el primer comprador".
El Precio
El precio es esencial en la compraventa
Tampoco se concibe el contrato de compraventa sin un precio que, según
previene el art. 1793, "es el dinero que el comprador da por la cosa vendida".
68
El art. 1793 establece reiteradamente que el precio debe consistir en
dinero.
Si la cosa vale más que el dinero, hay permuta; si la cosa vale tanto o
menos que el dinero, compraventa.
El precio debe ser real
Realidad y seriedad del precio
Que el precio sea real o serio significa que exista efectivamente una suma
de dinero que se pague a cambio de la cosa.
69
En relación con la voluntad de las partes, el precio real y serio significa
que se tenga efectivamente la intención de pagarse por el comprador y de
exigirse por el vendedor.
Con relación a la cosa vendida el precio no será real o serio cuando exista
entre ambos tal desproporción que resulte puramente ilusorio.
Precio justo y precio vil
Pero si el precio debe ser real y serio, no es menester que sea justo.
70
c) la determinación del precio no puede dejarse al arbitrio de una de las
partes.
Determinación del precio por las partes
La forma normal de determinar el precio es el acuerdo de las partes. El
art. 1808, inc. 1°, establece: "El precio de la venta debe ser determinado por
los contratantes".
Como una aplicación de esta regla el inc. 3° del art. 1808 agrega: "Si se
trata de cosas fungibles y se venden al corriente de plaza, se entenderá el
del día de la entrega, a menos de expresarse otra cosa".
71
compraventa que las partes sepan desde el momento de celebrar el contrato a
qué se obligan; es sabido que la venta se reputa perfecta desde que las partes
se han puesto de acuerdo en la cosa y en el precio; y si se deja el precio al
arbitrio de uno de los contratantes, quiere decir que las partes no se han puesto
de acuerdo en el precio, y no puede, por tanto, haber compraventa; de tal
manera que para que el contrato se repute perfecto, es menester que las partes
hayan convenido en el precio o en la manera de determinarlo.
El art. 1447, inc. 4°, establece que existen incapacidades particulares "que
consisten en la prohibición que la ley ha impuesto a ciertas personas para
ejecutar ciertos actos".
72
Las incapacidades especiales del contrato de compraventa pueden ser dobles o
simples.
Los motivos de esta prohibición es que los cónyuges podrían, mediante una
venta simulada, sustraer sus bienes de la persecución de los acreedores.
73
a) La prohibición rige para el contrato de compraventa entre el "hijo sujeto a
patria potestad" y su padre o madre. La patria potestad está regulada en los
arts. 243 y ss.
El art. 246 previene que "el hijo se mirará como mayor de edad para la
administración y goce de su peculio profesional o industrial, sin perjuicio de lo
dispuesto en el art. 254".
Respecto de los bienes que forman este peculio, el hijo no está sometido a
la patria potestad; pero la venta de estos bienes, si se tratare de inmuebles, debe
ser autorizada por el juez, con conocimiento de causa.
74
El art. 1798 prohibe comprar "a los jueces, abogados, procuradores o
escribanos los bienes en cuyo litigio han intervenido, y que se vendan a
consecuencia del litigio". La prohibición rige aunque la venta se verifique en
subasta pública.
a) El guardador no puede comprar los bienes muebles del pupilo "sino con
autorización de los otros tutores o curadores generales, que no estén
implicados de la misma manera, o por el juez en subsidio".
75
a) El art. 2144 dispone: "No podrá el mandatario por sí ni por interpuesta
persona, comprar las cosas que el mandante le ha ordenado vender, ni vender
de lo suyo al mandante lo que éste le ha ordenado comprar, si no fuere con
aprobación expresa del mandante".
c) En cuanto a los albaceas, si bien el art. 1800 se remite a las reglas antes
indicadas del mandato, el art. 1294 establece que "lo dispuesto en los arts. 394
y 412 se extenderá a los albaceas", esto es, hace aplicables las normas de las
guardas.
76
personas ligadas a él, comprar bienes inmuebles de la sucesión en ningún caso;
ello porque los arts. 1294 y 412 son normas especiales.
El art. 1807 dice: "La venta puede ser pura y simple, o bajo condición
suspensiva o resolutoria. Puede hacerse a plazo para la entrega de la cosa o del
precio. Puede tener por objeto dos o más cosas alternativas. Bajo todos estos
respectos se rige por las reglas generales de los contratos, en lo que no fueren
modificadas por las de este título".
La venta será a peso, cuenta o medida cada vez que sea menester pesar,
contar o medir para determinar la cosa o el precio.
Pero los efectos de la venta son diversos según que la operación de pesar,
contar o medir vaya encaminada a determinar el precio total o la cosa que se
vende.
77
A vende a B todo el trigo que tiene en su bodega, a razón de $ 40 el
quintal.
El art. 1821, inc. 1°, dispone: "Si se vende una cosa de las que suelen
venderse a peso, cuenta o medida, pero señalada de modo que no pueda
confundirse con otra porción de la misma cosa, como todo el trigo contenido
en cierto granero, la pérdida, deterioro o mejora pertenecerá al comprador,
aunque dicha cosa no se haya pesado, contado ni medido; con tal que se haya
ajustado el precio".
b) Supóngase, ahora, que se vende una cosa que es preciso contar, pesar o
medir para determinarla.
El art. 1821, inc. 2°, expresa: "Si de las cosas que suelen venderse a peso,
cuenta o medida, sólo se vende una parte indeterminada, como diez fanegas
de trigo de las contenidas en cierto granero, la pérdida, deterioro o mejora no
78
pertenecerá al comprador, sino después de haberse ajustado el precio y
haberse pesado, contado o medido dicha parte".
79
Se trata de un contrato condicional en que la condición consiste en que el
comprador declare que le gusta la cosa.
Tales son las obligaciones de la esencia del contrato; sin ellas no hay
contrato o existe uno diverso.
Por medio de un convenio expreso, las partes pueden imponerse toda suerte
de obligaciones accidentales; así, el comprador podrá obligarse a levantar en el
predio que compra determinadas construcciones.
80
El art. 1824 previene: "Las obligaciones del vendedor se reducen en general
a dos: la entrega o tradición, y el saneamiento de la cosa vendida".
La expresión "en general" indica que tales son las obligaciones que
normalmente contrae el vendedor.
1. Obligación de entregar la cosa vendida
Alcance de la obligación del vendedor
81
doctrina romana, aceptada por el Código Civil, el vendedor no está obligado a
transferir el dominio al comprador en virtud de la compraventa; el contrato de
compraventa no tiene otro objeto que proporcionar al comprador el goce
tranquilo y pacífico de la cosa vendida; en otros términos, el vendedor se obliga
a darle al comprador la plenitud de los derechos que él tiene sobre la cosa, y es
por eso que la venta en ciertos casos obliga a transferir el dominio, y ello sucede
cuando el vendedor es propietario de la cosa; si el vendedor está obligado a
proporcionar al comprador el goce tranquilo y pacífico de la cosa, está obligado
a despojarse de su dominio, cuando lo tenga, porque de otra manera no
proporcionaría el goce tranquilo y pacífico de la cosa, y no cumpliría, por lo
tanto su obligación.
Tal es la opinión que sostienen varios jurisconsultos en sus tratados, entre los
cuales podemos citar por vía de ejemplo a Pothier y a Baudry-Lacantinerie.
82
La cosa vendida debe ser puesta materialmente a disposición del comprador;
no se entiende cumplida la obligación del vendedor por el hecho de inscribirse
el título del inmueble en el registro del Conservador, aunque mediante la
inscripción adquiera legalmente el comprador la posesión de la cosa.
Forma de la entrega
El art. 1824, inc. 2°, dispone: "La tradición se sujetará a las reglas dadas
en el título VI del Libro II". Será menester distinguir, por lo tanto, si se trata de
bienes muebles o inmuebles.
83
La entrega de la cosa vendida debe efectuarse en la época estipulada; a
falta de estipulación, la entrega es exigible inmediatamente de celebrado el
contrato.
El art. 1826, inc. 1º, establece: "El vendedor es obligado a entregar la cosa
vendida inmediatamente después del contrato, o a la época prefijada en él".
- Que la cosa no haya sido entregada. Para que sea posible al vendedor
retener la cosa es obviamente indispensable que la tenga aún en su poder.
84
El pago que el comprador ha hecho o está pronto a verificar debe ser
íntegro para que pueda reclamar la entrega de la cosa. Si no ha pagado o está
llano a pagar el precio en su totalidad, podrá el vendedor retener la cosa
vendida.
b) Pero aunque se haya convenido un plazo para el pago del precio, puede el
vendedor retener la cosa cuando se vea en peligro de perderlo como
consecuencia de una disminución considerable de la fortuna del comprador.
El art. 1826, inc. 4º, expresa: "Pero si después del contrato hubiere
menguado considerablemente la fortuna del comprador, de modo que el
vendedor se halle en peligro inminente de perder el precio, no se podrá exigir
la entrega aunque se haya estipulado plazo para el pago del precio sino
pagando, o asegurando el pago".
85
El art. 1825 prescribe: "Al vendedor tocan naturalmente los costos que se
hicieren para poner la cosa en disposición de entregarla, y al comprador los que
se hicieren para transportarla después de entregada".
Qué comprende la entrega
El pago debe hacerse bajo todos respectos al tenor de la obligación y el
acreedor no está obligado a recibir cosa diversa de la que se le debe, ni aun a
pretexto de ser de igual o mayor valor la ofrecida (art. 1569).
Decide el art. 1816 cuáles son los frutos que pertenecen a uno u otro
contratante: "Los frutos naturales, pendientes al tiempo de la venta, y todos
los frutos, tanto naturales como civiles que después produzca la cosa, perte-
necerán al comprador, a menos que se haya estipulado entregar la cosa al cabo
de cierto tiempo o en el evento de cierta condición; pues en estos casos no
pertenecerán los frutos al comprador, sino vencido el plazo, o cumplida la
condición. Todo lo dicho en este artículo puede ser modificado por
estipulaciones expresas de los contratantes".
Concordante con esta regla y para evitar posibles dificultades, el art. 1829
expresa: "La venta de una vaca, yegua u otra hembra comprende naturalmente
la del hijo que lleva en el vientre o que amamanta; pero no la del que puede
pacer y alimentarse por sí solo".
86
b) Igualmente pertenecen al comprador los frutos tanto naturales como
civiles, que la cosa vendida produzca después de celebrado el contrato.
El art. 1816 modifica, en verdad, las reglas de los arts. 646 y 648, que
disponen que los frutos naturales y civiles de una cosa pertenecen a su dueño.
El comprador no hace suyos los frutos desde que, en virtud de la tradición, se
convierte en propietario, sino desde la celebración del contrato.
1) cuando las partes han señalado un plazo para la entrega porque los frutos
pertenecen al vendedor, en tal caso, hasta el vencimiento del plazo.
2) cuando la cosa debe entregarse cumplida una condición, porque los frutos
pertenecerán igualmente al vendedor hasta que la condición prevista se
cumpla, y
3) cuando las partes han estipulado cláusulas especiales, en cuyo caso los
frutos pertenecerán al comprador o vendedor, según las normas contractuales.
Accesorios de la cosa vendida
No establece el Código una disposición de carácter general que disponga
que la cosa vendida debe entregarse con sus accesorios (el Código Civil francés
en cambio dispone en su art. 1615: "La obligación de entregar la cosa comprende
sus accesorios y todo lo que ha estado destinado a su uso perpetuo"). Solamente
el art. 1830 dispone: "En la venta de una finca se comprenden naturalmente
todos los accesorios, que según los arts. 570 y siguientes se reputan
inmuebles".
87
Establece la disposición legal que "la pérdida, deterioro o mejora de la
especie o cuerpo cierto que se vende, pertenece al comprador, desde el
momento de perfeccionarse el contrato, aunque no se haya entregado la cosa".
88
b) En la venta a peso, cuenta o medida en que las operaciones de pesar,
contar o medir tienen por objeto determinar la cosa vendida, la pérdida,
deterioro o mejora pertenecen al comprador sólo desde que tales operaciones se
verifiquen (art. 1821 inc. 2º).
El art. 1831, inc. 2º, expresa que se vende con relación a la cabida, "siempre
que ésta se exprese de cualquier modo en el contrato" y el inciso final añade que
"en todos los demás casos se entenderá venderse el predio o predios como un
cuerpo cierto". Luego, en virtud, de este inciso final la regla general es que los
predios rústicos se estiman vendidos como especie o cuerpo cierto.
Pero no es exacto que la venta sea hecha en relación a la cabida cada vez
que se exprese en el contrato; si la cabida se indica como un dato meramente
ilustrativo, la cosa debe entenderse vendida como cuerpo cierto.
89
El art. 1831, inc. 3°, expresa: "Es indiferente que se fije directamente un
precio total, o que éste se deduzca de la cabida o número de medidas que se
expresa, y del precio de cada medida".
90
En el mismo ejemplo propuesto, supóngase que la cabida real es de
1.200 m2; el precio del exceso sería de $ 200.000 y el precio de la cabida real
de $ 1.200.000. El exceso es superior a la décima parte.
En tal caso, con arreglo al inc. 2º del art. 1832, "si la cabida real es menor
que la cabida declarada, deberá el vendedor completarla; y si esto no le fuere
posible, o no se le exigiere, deberá sufrir una disminución proporcional del
precio".
91
Si se hace sin señalamiento de linderos no se plantea ningún problema de
cabida; justamente para zanjar toda dificultad al respecto los contratantes
realizan la venta ad corpus.
El art. 1833, inc. 1°, establece esta consecuencia, o sea, que "no habrá
derecho por parte del comprador ni del vendedor para pedir rebaja o aumento
del precio sea cual fuere la cabida del predio".
En tanto el inc. 2º del art. 1833 establece que "si se vende con
señalamiento de linderos, estará obligado el vendedor a entregar todo lo
comprendido en ellos; y si no pudiere o no se le exigiere, se observará lo
prevenido en el inc. 2º del artículo precedente" (no se concibe prácticamente
una venta sin señalamiento de linderos. No podría inscribirse porque el art. 78
del Reglamento del Conservador dispone que en la inscripción se mencione
"el nombre y linderos del fundo" y el art. 82 añade que "la falta absoluta en los
títulos de alguna de las designaciones legales sólo podrá llenarse por medio de
escritura pública").
Por lo tanto, será menester averiguar si la parte que falta dentro de los
linderos excede o no de la décima parte de lo que en ellos se comprende. Si no
excede, el comprador podrá reclamarla o pedir una rebaja del precio; si
excediere, podrá pedir la rebaja proporcional del precio o desistir del contrato
con indemnización de perjuicios.
El art. 1835 dispone que las reglas de los arts. 1832 y 1833 "se aplican a
cualquier todo o conjunto de efectos o mercaderías".
92
desde la entrega real, porque solamente desde esa entrega puede el comprador
cerciorarse de si el predio tiene o no la cabida que le corresponde.
Las acciones de que se trata son: a) la acción del vendedor para exigir un
aumento del precio cuando la cabida real es mayor que la declarada; b) la
acción del comprador para pedir la rebaja del precio cuando la cabida
declarada es menor que la cabida real; c) la acción del comprador para exigir
la entrega de la cabida que falta en el mismo caso, y d) la acción del
comprador para desistir del contrato.
Acción rescisoria por lesión enorme
Las acciones especiales otorgadas a comprador y vendedor no les privan de
la acción rescisoria por lesión enorme, cuando las diferencias de la cabida
sean de tal importancia que constituyan una lesión de esta índole.
El art. 1826, inc. 2º, reproduce esta regla general: "Si el vendedor por
hecho o culpa suya ha retardado la entrega, podrá el comprador a su arbitrio
perseverar en el contrato o desistir de él, y en ambos casos con derecho para
ser indemnizado de los perjuicios según las reglas generales".
93
2. Obligación de saneamiento
El art. 1824 señala como una segunda obligación del vendedor "el
saneamiento de la cosa vendida".
94
La obligación de entregar la cosa vendida, en cambio, es de la esencia del
contrato de compraventa.
Este amparo del comprador se traduce en su defensa cada vez que sea
víctima de la agresión de terceros que pretendan derechos sobre la cosa, que
embaracen su goce y turben su posesión. Si fracasa en su empresa y
sobreviene la evicción, o sea, es privado el comprador de todo o parte de la
cosa comprada, está obligado el vendedor a indemnizarle.
95
La obligación de saneamiento de la evicción, en cuanto se traduce en
defender al comprador, es una obligación de hacer. El hecho debido consiste
en asumir la defensa del comprador.
96
No basta, sin embargo, que el comprador sea turbado en el dominio y
posesión de la cosa; es necesario que el comprador haga saber al vendedor la
turbación de que es víctima para que acuda en su defensa. En otras palabras, es
menester que el vendedor sea citado de evicción.
Concepto de evicción
La evicción es el resultado de una derrota judicial sufrida por el
comprador.
Elementos de la evicción
97
a) Privación total o parcial
Lo que constituye esencialmente la evicción es la privación que
experimenta el comprador de todo o parte de la cosa.
La evicción puede ser, por lo tanto, total o parcial. Cualquiera que sea la
magnitud de la turbación que sufra el comprador tiene derecho al
saneamiento.
98
- Solamente está obligado el vendedor al saneamiento de las turbaciones de
derecho de que el comprador sea víctima, esto es, aquellas que provengan de
derechos que terceros pretendan tener sobre la cosa.
El comprador, por lo tanto, debe repeler por sí solo las agresiones que
consistan en vías de hecho.
c) La evicción debe tener una causa anterior a la venta
El art. 1839 exige, perentoriamente, que la causa de la evicción sea anterior
a la celebración del contrato de compraventa: "El vendedor es obligado a sanear
al comprador todas las evicciones que tengan una causa anterior a la venta,
salvo en cuanto se haya estipulado lo contrario".
Citación de evicción
Por este motivo, el art. 1843 dispone: "El comprador a quien se demanda
la cosa vendida, por causa anterior a la venta, deberá citar al vendedor para
que comparezca a defenderla".
99
La citación de evicción es, entonces, el llamamiento que en forma legal
hace el comprador a su vendedor para que comparezca a defenderlo al juicio.
100
La citación de evicción tiene cabida en todo juicio y no solamente en el
juicio ordinario.
El art. 1841 dispone: "Aquel a quien se demanda una cosa comprada podrá
intentar contra el tercero de quien su vendedor la hubiere adquirido, la acción de
saneamiento que contra dicho tercero competería al vendedor, si éste hubiese
permanecido en posesión de la cosa".
Una vez citado el vendedor, puede presentarse una de las siguientes dos
situaciones:
a) el vendedor no comparece, y
b) el vendedor se apersona en el juicio.
101
a) Si el vendedor no comparece, vencido el término de emplazamiento de que
dispone para comparecer, ''continuará sin más trámite el procedimiento" (art.
587 del C.P.C.).
Pero esta regla tiene una justa excepción. El comprador debe hacer lo
que esté de su parte para impedir la evicción; si deja de oponer alguna de
aquellas excepciones que sólo a él competían y se produce como
consecuencia la evicción, no será responsable el vendedor, pese a que fue
citado y no compareció al juicio.
102
Aún más, el comprador deberá intervenir en el pleito si dispone de
excepciones que no puede oponer el vendedor, so pena de no quedar éste
responsable si, a causa de la omisión del comprador, la cosa fuere evicta.
Actitudes que puede adoptar el vendedor que comparece al juicio
1. El vendedor que comparece al juicio puede percatarse de la justicia de
la demanda, de la esterilidad de sus esfuerzos y allanarse a la evicción.
Las costas se han causado y los frutos han debido reembolsarse debido a
la obstinación del comprador; el resultado del juicio mostró que era
injustificada la defensa.
103
de los perjuicios que la demanda hubiere causado al comprador, sino en
cuanto la demanda fuere imputable a hecho o culpa del vendedor".
104
Pago de las costas del contrato
La indemnización comprende, asimismo, "las costas legales del contrato
de venta que hubieren sido satisfechas por el comprador" (art. 1847, N° 2°).
105
a) Para determinar en qué términos debe pagar el vendedor los aumentos de
valor de la cosa que provienen de causas naturales o del transcurso del tiempo, es
preciso distinguir si ha estado de buena o mala fe.
- Si el vendedor está de mala fe, debe abonar el total del aumento de valor de
la cosa.
El art. 1850 dispone que la antedicha limitación no tiene lugar en caso "de
probarse en el vendedor mala fe, en cuyo caso será obligado a pagar todo el
aumento de valor, de cualesquiera causas que provenga".
106
Distingue la ley dos situaciones: a) la parte evicta es tal que sea de
presumir que sin ella no se habría comprado la cosa, y b) la parte evicta no es
de tanta importancia o el comprador no hace uso del derecho que le acuerda el
art. 1852, inciso 4º.
107
La acción de saneamiento por evicción se extingue por la renuncia, por
la prescripción y en casos especiales previstos por la ley.
Y el art. 1842 expresa: “Es nulo todo pacto en que se exima al vendedor
del saneamiento de evicción, siempre que en ese pacto haya habido mala fe de
parte suya”.
El art. 1852, inc. 1º, prescribe: “La estipulación que exime al vendedor
de la obligación de sanear la evicción no lo exime de la obligación de restituir
el precio recibido”; únicamente libera al vendedor de la obligación de abonar
todos los demás perjuicios que se indican en el art. 1847; de otra manera, al
ser el comprador despojado de la cosa, habría para el vendedor un
enriquecimiento sin causa, ya que él recibiría el precio, y en cambio el
comprador no obtendría la cosa que necesitaba.
108
Solamente en dos casos, de acuerdo al inc. 3º, la renuncia extingue por
completo la obligación del vendedor:
a) “si el que compró lo hizo a sabiendas de ser ajena la cosa”, y
b) “si expresamente tomó sobre sí el peligro de la evicción, especificándolo”.
109
a) En las ventas forzadas la indemnización se limita a la devolución del
precio.
El art. 1851 dispone: "En las ventas forzadas hechas por autoridad de la
justicia, el vendedor no es obligado, por causa de la evicción que sufriere la
cosa vendida, sino a restituir el precio que haya producido la venta". Dice
Alessandri que hay en ello una razón de equidad, ya que el vendedor puede
haberse visto obligado a vender sus bienes contra su voluntad.
110
La obligación de saneamiento pone al vendedor en la necesidad de amparar
al comprador en el dominio y posesión de la cosa y de "responder de los
defectos ocultos de ésta, llamados vicios redhibitorios" (art. 1837).
111
El primer requisito que debe reunir el vicio para ser redhibitorio es "haber
existido al tiempo de la venta" (art. 1858, N° 1°).
112
Para que los vicios se consideren redhibitorios es menester "no haberlos
manifestado el vendedor, y ser tales que el comprador haya podido ignorarlos
sin negligencia grave de su parte, o tales que el comprador no haya podido
fácilmente conocerlos en razón de su profesión u oficio" (art. 1858, N° 3°).
113
a) Si los vicios no revisten los caracteres de gravedad que señala la ley,
solamente tiene el comprador derecho para pedir una rebaja del precio (art.
1868).
Pero si los ignoró y no eran tales que por su profesión u oficio debiera
conocerlos, "sólo será obligado a la restitución o la rebaja del precio" (art.
1861).
Pero si la cosa pereció "por un efecto del vicio inherente a ella", podrá el
comprador pedir la resolución del contrato o la rebaja del precio, y si el
vendedor está de mala fe además indemnización de perjuicios (art. 1862, inc.
2°).
114
Renuncia del saneamiento de los vicios redhibitorios
Como la obligación de saneamiento de la evicción, la de saneamiento de los
vicios redhibitorios es de la naturaleza del contrato de compraventa. Puede
suprimirse o renunciarse, sin que por ello el contrato deje de existir o degenere
en otro diverso.
Ventas forzadas
En principio, el vendedor no está obligado al saneamiento de los vicios
redhibitorios en las ventas forzadas: "La acción redhibitoria no tiene lugar en las
ventas forzadas hechas por autoridad de la justicia" (art. 1865).
El art. 1866 dispone: "La acción redhibitoria durará seis meses respecto de
las cosas muebles y un año respecto de los bienes raíces, en todos los casos en
115
que leyes especiales o las estipulaciones de los contratantes no hubieren
ampliado o restringido este plazo. El tiempo se contará desde la entrega real".
Y el art. 1869 agrega: "La acción para pedir rebaja del precio, sea en el
caso del art. 1858, o en el del art. 1868, prescribe en un año para los bienes
muebles y en dieciocho meses para los bienes raíces".
Como es mayor el plazo de prescripción de la acción quanti minoris, subsiste
esta acción después de prescrita la acción redhibitoria. Así lo dice,
innecesariamente, el art. 1867.
116
La compraventa, como contrato bilateral que es, genera también obligaciones
para el comprador.
117
No excluye el art. 1827 los derechos del vendedor para pedir el
cumplimiento o la resolución del contrato, con indemnización de perjuicios.
Tales derechos resultan, en todo caso, de la aplicación del art. 1489.
El art. 1872 deroga ligeramente estas normas por lo que toca al lugar y
época en que se debe pagar el precio: "El precio deberá pagarse en el lugar y
el tiempo estipulados, o en el lugar y el tiempo de la entrega, no habiendo
estipulación en contrario".
a) Si las partes han expresado su voluntad, es obvio que el pago debe hacerse
en la época y lugar convenidos; rigen, en consecuencia, las reglas generales.
b) Pero si las partes han guardado silencio, tales reglas generales sufren una
derogación; el pago no deberá hacerse de inmediato y en el domicilio del
deudor, sino en el momento y en el lugar de la entrega.
118
la entrega, este convenio se hace extensivo a la obligación de pagar el precio,
que ha de verificarse en el mismo lugar.
Derecho del comprador para suspender el pago del precio
Puede el comprador, sin embargo, excusarse de pagar el precio en la
época convenida o fijada por la ley; en suma, cuando se ve expuesto a perder
la cosa.
El art. 1872, inc. 2°, acuerda al comprador este derecho: "Con todo, si el
comprador fuere turbado en la posesión de la cosa o probare que existe contra
ella una acción real de que el vendedor no le haya dado noticia antes de
perfeccionarse el contrato, podrá depositar el precio con autoridad de la
justicia, y durará el depósito hasta que el vendedor haga cesar la turbación o
afiance las resultas del juicio".
Dos son las causas que justifican la suspensión por el comprador del pago
del precio:
a) que sea turbado en la posesión de la cosa;
b) que pruebe que existe contra la cosa una acción real de que el vendedor no
le dio noticia antes de celebrarse el contrato.
119
El incumplimiento de la obligación de pagar el precio, conforme al precepto
general del art. 1489, autoriza al vendedor para pedir la resolución del
contrato o su cumplimiento, con indemnización de perjuicios. El art. 1873
repite esta norma general: "Si el comprador estuviere constituido en mora de
pagar el precio en el lugar y tiempo dichos, el vendedor tendrá derecho para
exigir el precio o la resolución de la venta, con resarcimiento de perjuicios".
120
El art. 1875 establece que el vendedor tiene derecho "para que se le
restituyan los frutos, ya en su totalidad, si ninguna parte del precio se le
hubiere pagado, ya en la proporción que corresponda a la parte del precio
que no hubiere sido pagada".
121
detrimento y que el vendedor rehúse pagarle el precio que tendrían una vez
separados (arts. 908-912).
122
Cuando en la escritura se declara íntegramente pagado el precio, la buena fe
de los terceros es indudable. El legislador no admite que se ponga en duda esta
buena fe y, por lo tanto, aunque comprador y vendedor convengan en que el
precio no fue realmente pagado, no podrá accionar este último contra los
terceros.
Para que sea posible al vendedor accionar contra los terceros, no puede
impugnar la veracidad de la declaración de haberse pagado el precio; deberá
atacar la escritura misma en que se contiene la declaración, tachándola de nula
o falsificada.
a) Del contexto de los arts. 1875 y 1876 aparece indudable que se refieren,
respectivamente, a los efectos de resolución del contrato entre las partes y
respecto de creeros.
123
Alessandri sostiene la postura contraria: “Ese artículo (1876) es terminante
en el sentido de no admitir prueba alguna contra esa declaración sin distinguir
si es entre las partes o respecto de terceros. Si la ley no distingue nosotros
tampoco podemos distinguir. La ley no admite ninguna prueba en contra de
esa declaración y al decir alguna manifiesta que rechaza aun la propia
confesión del comprador, si con ella se pretende destruir lo dicho en el
contrato. Aunque se aceptara que el artículo 1876 sólo niega esa prueba
cuando con ella se quiere alcanzar a los terceros poseedores de la cosa
vendida, tampoco podría aceptarse que es admisible entre las partes, porque el
contenido de una escritura pública hace plena fe entre los otorgantes, dice el
artículo 1700 del Código Civil; y contra ella no se admite ninguna prueba que
la adicione o modifique. De manera que si en la escritura de venta el
comprador declara que ha pagado el precio y el vendedor que lo ha recibido,
no pueden alterar esa declaración por medio de testigos o de confesiones
judiciales”.
Pero, en clara contradicción con el texto legal citado, el art. 1874 atribuye a
la cláusula de no transferirse el dominio sino por el pago del precio un alcance
diferente. El dominio, pese a la estipulación, se transfiere al comprador; la falta
de pago del precio no impide que se haga dueño, sino que otorga al vendedor
el derecho de pedir el cumplimiento del contrato o su resolución, con
indemnización de perjuicios.
124
El art. 1874, en efecto, dispone: "La cláusula de no transferirse el dominio
sino en virtud de la paga del precio, no producirá otro efecto que el de la
demanda alternativa enunciada en el artículo precedente".
125
Pero el art. 1887 dispone que "pueden agregarse al contrato de venta
cualesquiera otros pactos accesorios lícitos; y se regirán por las reglas
generales de los contratos".
PACTO COMISORIO
Puede ser simple o con cláusula de resolución ipso facto, que también se
denomina pacto comisorio calificado.
PACTO DE RETROVENTA
Concepto
126
determinada que se estipulare, o en defecto de esta estipulación lo que le haya
costado la compra".
127
de no pagarle el deudor. El art. 2397, aplicable también a la hipoteca, prohibe
la estipulación de una cláusula de esta naturaleza en la prenda, que era los que
los romanos llamaban lex comissoria; a los jueces corresponderá resolver si el
pacto de retroventa encubre o no un contrato prohibido.
128
a) Si las partes se avienen a ejecutar la retroventa, el vendedor reembolsa el
precio y el comprador restituye la cosa, no pueden suscitarse dificultades.
Pero si el comprador se resiste, es indispensable que el vendedor ejercite su
derecho, acudiendo a la justicia.
El art. 1885, inc. 2º, dispone que "en todo caso tendrá derecho el comprador
a que se le dé noticia anticipada, que no bajará de seis meses para los bienes
raíces ni de quince días para las cosas muebles".
129
Los efectos del pacto de retroventa serán diversos, según que el
vendedor haya o no ejercitado oportunamente su derecho.
El art. 1882 dispone: "El pacto de retroventa en sus efectos contra terceros
se sujeta a lo dispuesto en los arts. 1490 y 1491".
130
El derecho que nace del pacto de retroventa es intransferible
PACTO DE RETRACTO
131
Concepto y fundamento de la lesión enorme
132
No tiene cabida la rescisión por lesión enorme en todo contrato de
compraventa. En términos generales, sólo tiene cabida en la compraventa de
bienes raíces:
a) No procede la acción rescisoria por lesión enorme "en las ventas de bienes
muebles" (art. 1891).
133
comprador a su vez sufre lesión enorme, cuando el justo precio de la cosa que
compra es inferior a la mitad del precio que paga por ella".
Para que proceda la rescisión por lesión enorme es preciso que la cosa no
haya perecido en poder del comprador.
134
diferencia porque ésta tiene como límite el justo precio con deducción de una
décima parte y que asciende a $ 1.980.
Por último, para que proceda la rescisión por lesión enorme es preciso que
se deduzca la acción correspondiente en tiempo oportuno.
El art. 1896 dispone: "La acción rescisoria por lesión enorme expira en
cuatro años, contados desde la fecha del contrato".
135
el comprador, puede hacer lo mismo el vendedor restituyendo parte del precio
excesivo.
136
De este modo, si el justo precio es $ 1.000 y el vendedor ha recibido $
400, el comprador debe completar $ 900, que es el justo precio menos una
décima parte.
En uno y otro caso, comprador y vendedor obtienen una ventaja del 10%
sobre el justo precio que la ley reputa legítima. En el primer caso, el
comprador habrá pagado $ 900 por lo que vale $ 1.000; en el segundo, el
vendedor por lo que vale $ 1.000 habrá recibido, a la postre, $ 1.100.
Frutos y expensas
b) Las partes no están obligadas a pagar las expensas del contrato (art. 1890 inc.
2º).
c) El art. 1894 expresa: "El vendedor no podrá pedir cosa alguna en razón de
los deterioros que haya sufrido la cosa; excepto en cuanto el comprador se
137
hubiere aprovechado de ellos" (se aplica al comprador la regla del art. 906,
dictada para el poseedor vencido de buena fe).
LA PERMUTA
Definición
138
b) Por excepción la permuta es solemne cuando "una de las cosas que se
cambian o ambas sean bienes raíces o derechos de sucesión hereditaria". En
tal caso, "para la perfección del contrato ante la ley, será necesaria escritura
pública" (art. 1898).
c) Las cosas que no pueden venderse tampoco pueden permutarse (art. 1899,
inc. 1°).
LA CESIÓN DE DERECHOS
Trata el Título XXV del Libro IV, en sucesivos párrafos, de tres materias
diferentes: 1) de la cesión de créditos personales; 2) de la cesión del derecho
de herencia, y 3) de la cesión de derechos litigiosos.
139
Concepto de créditos personales
La expresión "créditos personales" es redundante. Los créditos son
necesariamente personales en el sentido de que sólo pueden reclamarse de
quienes por un hecho suyo o por disposición de la ley han contraído la
obligación correlativa (art. 578).
Pero la manera de efectuar la cesión varía según la forma del título de que
consta el crédito. Desde este punto de vista los créditos pueden ser
nominativos, a la orden o al portador.
Créditos nominativos son aquellos en que se indica con toda precisión la
persona del acreedor y que no son pagaderos sino precisamente a la persona
designada.
Tal es, por ejemplo, el crédito del vendedor contra el comprador por el
precio de la compraventa.
De esta clase de créditos son los cheques en que no se han borrado las
palabras "al portador".
140
El Código Civil rige sólo la cesión de créditos nominativos.
El Código ha reglamentado únicamente la cesión de créditos nominativos.
141
c) El art. 1901 reproduce casi literalmente la regla del art. 699: "La tradición
de los derechos personales que un individuo cede a otro se verifica por la
entrega del título hecha por el cedente al cesionario".
Formalidades de la cesión
Perfecta la cesión entre las partes, aún puede no estarlo respecto del
deudor cedido y de terceros.
Por este motivo, el art. 1901 dispone: "La cesión de un crédito personal, a
cualquier título que se haga, no tendrá efecto entre el cedente y el cesionario
sino en virtud de la entrega del título" (este artículo emplea la expresión
“título” en dos significados diferentes: habla primeramente de la “cesión de
créditos a cualquier título que se haga”; se refiere aquí al contrato o acto
jurídico que sirve de causa a la cesión, que habilita al cesionario para adquirir
el crédito mediante la tradición, que en este caso es la cesión; este título podrá
ser la compraventa, la permuta, la donación, etc. En seguida, cuando dice que
la cesión no se perfecciona entre el cedente y el cesionario sino mediante la
entrega del título, se refiere al documento o instrumento justificativo del
crédito).
142
La entrega del título supone que el crédito cedido conste por escrito. ¿La
imposibilidad de efectuar la entrega importa que no pueden cederse los
créditos que no constan por escrito?
La entrega del título deja perfecta la cesión entre las partes, esto es, entre el
cedente y el cesionario.
143
Importa destacar que los requisitos que señala el art. 1902 no son
copulativos. Basta la notificación del deudor o la aceptación del mismo.
Notificación del deudor
La cesión se perfecciona respecto de terceros y del propio deudor, en
primer término, por la notificación de éste:
144
Prestada la aceptación verbalmente, surgirá el problema de probarla.
Para este efecto regirán las limitaciones de la prueba testimonial de los arts.
1708 y 1709.
145
De ordinario es indiferente que la cesión se perfeccione por la notificación
o por la aceptación del deudor.
El art. 1659, inc. 1º, dispone: "El deudor que acepta sin reserva alguna la
cesión que el acreedor haya hecho de sus derechos a un tercero, no podrá
oponer en compensación al cesionario los créditos que antes de la aceptación
hubiere podido oponer al cedente".
Pero tampoco puede compensar el deudor los créditos que adquirió antes de
la aceptación y que hubiera podido oponer al cedente. La aceptación sin
reservas importa una renuncia de la compensación.
146
entenderá que se hace responsable de la solvencia futura, sino sólo de la
presente, salvo que se comprenda expresamente la primera".
147
Las reglas del párrafo 2º del título "De la cesión de derechos" son
aplicables sólo cuando falte la especificación de los efectos que integran la
herencia o legado.
b) Debe el cedente al cesionario, igualmente, los frutos que haya percibido, los
créditos que haya cobrado, los precios recibidos por la enajenación de bienes
sucesorios, etc.
148
La responsabilidad del cedente depende de que la cesión se verifique a
título gratuito u oneroso.
En cuanto a la cesión onerosa, el art. 1909 dispone: "El que ceda a título
oneroso un derecho de herencia o legado sin especificar los efectos de que se
compone, no se hace responsable sino de su calidad de heredero o de
legatario".
149
(no podría invocarse en este sentido el art. 686 porque allí no se menciona el
derecho de herencia, y como ese artículo al establecer una forma simbólica de
efectuar la tradición, es excepcional, no puede aplicarse por analogía) y porque
la herencia es una universalidad jurídica, independiente de las cosas que la
componen.
150
del legislador, reiteradamente manifestado en las disposiciones del Código y
especialmente en el Mensaje.
151
Hay dos conceptos que en el derecho no deben confundirse en ningún
caso, y son las cosas litigiosas, con los derechos litigiosos; cosas litigiosas
según el artículo 1464 del Código Civil, y según las disposiciones del Código
de Procedimiento Civil son aquellas especies sobre cuya propiedad se litiga, y
en cuya enajenación hay objeto ilícito si se ha dictado prohibición de enajenar
por el tribunal competente, prohibición que debe haberse inscrito en el registro
del conservador, si recayere sobre inmuebles.
Tanto las cosas litigiosas como los derechos litigiosos pueden ser objeto
de un acto jurídico, en las condiciones determinadas por la ley; en uno y otro
caso; el contrato recae sobre objetos muy diversos, y de ahí que produzcan
efectos diametralmente opuestos. Hay venta de cosa litigiosa cuando el
contrato recae sobre la cosa corporal misma cuya propiedad se litiga; en
cambio hay cesión de derechos litigiosos, cuando lo que se cede son las
pretensiones que se han sometido a la decisión de los tribunales; por eso el
artículo 1911 ha dicho en su inciso primero que “se cede un derecho litigioso
cuando el objeto directo de la cesión es el evento incierto de la litis, del que no
se hace responsable el cedente”.
152
Quién puede ceder el derecho litigioso
b) El art. 1912, por su parte, declara que es indiferente que sea el cedente o
el cesionario el que persiga el derecho (efectuada la cesión, el juicio puede
proseguirlo el cedente o el cesionario). Pero, en todo caso, ha de ser el
demandante en el juicio porque el que persigue un derecho en un juicio es el
demandante.
Forma de la cesión
No ha establecido el Código la forma de efectuar la cesión de derechos
litigiosos. No es aplicable el art. 1901 que requiere la entrega del título. El
derecho del cedente, el evento incierto de la litis, no consta de ningún título.
Para que la cesión produzca efecto respecto del deudor, es menester que
éste sea notificado. El derecho de retracto supone que el demandado esté
enterado de la cesión y el art. 1913 se refiere a esta notificación.
Título de la cesión
La cesión de derechos litigiosos puede hacerse a diversos títulos.
El art. 1912 establece que "es indiferente que la cesión haya sido a título
de venta o de permutación".
153
Efectos de la cesión entre cedente y cesionario
El demandado debe pagar al cesionario "el valor de lo que éste haya dado
por el derecho cedido" (art. 1913, inc. 1°). Por lo tanto, la cesión debe
efectuarse a un titulo que importe un sacrificio para el cesionario.
154
El demandado deberá pagar, además, "los intereses desde la fecha en que
se haya notificado la cesión al deudor" (art. 1913, inc. 1°).
155
La ley mira con poco favor la indivisión de las comunidades, y como en
este caso la cesión tiende a ponerle fin, no otorga al demandado el derecho de
retracto.
f) No tiene lugar el derecho de rescate cuando la cesión se hace "al que goza
de un inmueble como poseedor de buena fe, usufructuario o arrendatario,
cuando el derecho cedido, es necesario para el goce tranquilo y seguro del
inmueble".
EL MANDATO
Definición
Define el mandato el art. 2116: El mandato es un contrato en que una
persona confía la gestión de uno o más negocios a otra, que se hace cargo de
ellos por cuenta y riesgo de la primera".
"La persona que confiere el encargo se llama comitente o mandante, y la
que lo acepta apoderado, procurador, y en general, mandatario".
"Puede haber uno o varios mandantes y uno o más mandatarios" (art.
2126).
Caracteres del mandato
El mandato es un contrato generalmente consensual, por su naturaleza
onerosa y bilateral.
156
El mandato es un contrato comúnmente consensual. Se perfecciona por el
solo consentimiento de mandante y mandatario.
En efecto, el art. 2123 dispone que "el encargo que es objeto del mandato
puede hacerse por escritura pública o privada, por cartas, verbalmente o de
cualquier otro modo inteligible, y aun por la aquiescencia tácita de una
persona a la gestión de sus negocios por otra".
Importa aceptación tácita "todo acto en ejecución del mandato" (art. 2124,
ínc. 2°). Sería aceptación tácita, por ejemplo, la de la persona a quien se le ha
encomendado vender una casa y pone un aviso en el diario indicando que se
vende la propiedad y que para la celebración del contrato deberá tratarse con
ella. Es menester, por tanto, que el mandatario ejecute actos positivos de
gestión del mandato; su silencio no constituye aceptación.
Sin embargo, por excepción, el silencio del mandatario puede importar que
acepta el encargo. En efecto, el art. 2125 dispone: "Las personas que por su
profesión u oficio se encargan de negocios ajenos, están obligadas a declarar lo
más pronto posible si aceptan o no el encargo que una persona ausente les
157
hace; y transcurrido un término razonable, su silencio se mirará como
aceptación".
La persona ausente que hace el encargo confía en que será aceptado por quien
hace su profesión de la gestión le negocios ajenos y que éste adoptará las
medidas encaminadas al resguardo de sus intereses.
El mandato solemne
158
autorizada por el secretario del tribunal que está conociendo de la causa (art.
6° del C.P.C.).
Así resulta de la lectura atenta del art. 1448. Lo que una persona —el
mandatario— ejecuta a nombre de otra, debidamente facultada, produce
respecto del mandante iguales efectos que si el mandante hubiese él mismo
contratado. Quien contrata es el mandatario, sólo que en virtud de la
159
representación el contrato surte efectos respecto del mandante como si él
hubiere contratado.
De acuerdo con los términos del art. 2117, "el mandato puede ser gratuito
o remunerado", esto es, oneroso.
160
Tal conclusión resulta claramente del art. 2158, N° 3° que señala como
una de las obligaciones del mandante la de pagar al mandatario la
remuneración estipulada o "usual" (El Código francés, en su art. 1986,
dispone que "el mandato es gratuito si no hay convención contraria", esto es,
da una solución diametralmente contraria).
161
el contrato remunerado, pues impone obligaciones a ambas partes desde un
comienzo”.
Mandato y representación
162
Requisitos del mandato
Objeto del mandato
El encargo que constituye el objeto del mandato debe consistir en la
ejecución de actos jurídicos.
En principio, todos los actos jurídicos pueden ser ejecutados por medio
de mandatarios.
163
El mandato se celebra comúnmente en interés exclusivo del mandante.
Si el negocio es de mutuo interés para el mandante y el mandatario, o para
cualquiera de ellos o para ambos y un tercero, o para un tercero exclusivamente,
"habrá verdadero mandato”. En caso de que el mandante obre sin autorización
del tercero mediará entre ambos un cuasicontrato de agencia oficiosa (art. 2120).
164
La regla se justifica porque es al mandante a quien afectan las
consecuencias del acto; la incapacidad del mandatario, por lo mismo, es
indiferente.
Clases de mandato
165
El mandato general no otorga al mandatario otras facultades que las que
enumera el art. 2132: "el mandato no confiere naturalmente al mandatario más
que el poder de efectuar los actos de administración". Y la disposición concluye
que "para todos los actos que salgan de estos límites, necesitará de poder
especial".
166
administración que no aparezca mencionado en este artículo, podrá también ser
ejecutado válidamente por el mandatario general.
El art. 2132, inc. 2°, establece, como regla general, que para todos los
actos que salgan de los límites que señala necesita el mandatario de un poder
167
especial o expreso. Pero se ha cuidado el legislador de señalar algunos casos
en que el otorgamiento de un poder especial es indispensable.
a) Un poder especial es necesario para transigir. El :art. 2448 prescribe que
"todo mandatario necesitará de poder especial para transigir", con
especificación de los bienes, derechos y acciones sobre que debe versar la
transacción.
168
Ejecución del mandato
Aunque el Código no lo haya dicho expresamente, es obvio que el
mandatario debe cumplir el mandato, ejecutar el encargo que se le ha confiado.
Solamente los actos que el mandatario ejecute dentro de los límites del
mandato obligan al mandante (art. 2160, inc. 1°).
El art. 2134 dispone: "La recta ejecución del mandato comprende no sólo
la sustancia del negocio encomendado, sino los medios por los cuales el
mandante ha querido que se lleve a cabo".
169
b) Si el mandatario se encuentra imposibilitado para actuar de acuerdo con
las instrucciones del mandante, no está obligado "a constituirse agente
oficioso", o sea, a realizar el encargo de una manera equivalente; "le basta to-
mar las providencias conservativas que las circunstancias exijan" (art. 2150,
inc. 1°).
Con todo, el art. 2150, inc. 2°, añade: "Pero si no fuere posible dejar de
obrar sin comprometer gravemente al mandante, el mandatario tomará el
partido que más se acerque a sus instrucciones y que más convenga al negocio".
c) La recta ejecución del mandato, como se dijo, comprende los medios por los
que el mandante ha querido que se lleve a cabo.
d) Por último, el art. 2148 consagra una regla justa: "Las facultades
concedidas al mandatario se interpretarán con alguna más latitud, cuando no
está en situación de poder consultar al mandante".
Pluralidad de mandatarios
170
Desde luego si el mandante ha previsto la forma en que debe dividirse la
gestión, se estará a la voluntad del mandante.
171
esta designación, al interés corriente; pero facultado para colocar dinero a
interés, no podrá tomarlo prestado para sí sin aprobación del mandante".
d) Con tal que no se aparte de los términos del mandato, puede el mandatario
aprovecharse de las circunstancias para realizar el encargo con mayor
beneficio y menor gravamen para el mandante.
En cambio, "si negociare con menos beneficio o más gravamen que los
designados en el mandato, le será imputable la diferencia" (art. 2147, inc. 2°).
172
No es responsable el mandatario, por regla general, del incumplimiento
por los terceros de las obligaciones contraídas para con el mandante por su
intermedio; en otros términos, no responde de la insolvencia de los deudores.
173
Si el mandante autoriza simplemente al mandatario para delegar, no es
responsable el mandatario de los actos del delegado, a menos que haya
escogido a una persona "notoriamente incapaz o insolvente" (art. 2135, inc.
2°).
174
2. Obligación de rendir cuentas
Rendición de cuentas
"El mandatario es obligado a dar cuenta de su administración", dispone el
art. 2155.
El art. 2153 previene que tales especies "perecen para el mandatario aun
por fuerza mayor o caso fortuito, salvo que estén contenidas en cajas o sacos
175
cerrados y sellados sobre los cuales recaiga el accidente o la fuerza o que por
otros medios inequívocos pueda probarse incontestablemente la identidad".
b) Debe asimismo el mandatario "los intereses del saldo que de las cuentas
resulte en contra suya, desde que haya sido constituido en mora" (art. 2156,
inc. 2°).
Los intereses, en este caso, serán los que resulten de aplicación de la regla
del N° 1 del art. 1559 y prácticamente los intereses corrientes.
176
1. Cumplimiento de las obligaciones contraídas por el mandatario
El art. 2160, inc. 1°, dispone: "El mandante cumplirá las obligaciones que
a su nombre ha contraído el mandatario dentro de los límites del mandato".
177
Otra condición es menester para que el mandante se obligue y deba cumplir
las obligaciones contraídas a su nombre por el mandatario: que éste obre
dentro de los límites del mandato.
178
Nada puede reprocharse al mandatario que ha dado a conocer sus poderes;
los terceros han tenido ocasión de percatarse de la insuficiencia de los poderes
del mandatario y probablemente contrataron en la esperanza de una
ratificación del mandante.
Casos en que el mandatario se convierte en agente oficioso
En determinadas circunstancias el mandatario se convierte en un agente
oficioso.
179
De este modo, si encarga al mandatario la realización una compra, deberá el
mandante proveerle de los dineros necesarios para pagar el precio.
La indemnización comprende:
c) El pago "de las pérdidas en que haya incurrido sin culpa, y por causa del
mandato" (art. 2158, N° 5°).
4. Obligación de remunerar al mandatario
Pago de honorarios
Tiene el mandante, además, la obligación de pagar al mandatario "la
remuneración estipulada o usual" (art. 2158, N° 3°).
180
Ineludibilidad de las obligaciones del mandante
¿Puede el mandante excusarse de pagar honorarios, de reembolsar gastos,
anticipos o perjuicios a pretexto de que no resultó exitosa la gestión del
mandatario?
El art. 2158, inciso final, responde negativamente a esta pregunta: "No podrá el
mandante dispensarse de cumplir estas obligaciones, alegando que el negocio
encomendado al mandatario no ha tenido buen éxito, o que pudo desempeñarse a
menos costo; salvo que le pruebe culpa".
Es natural que así ocurra; el mandatario no se obliga a llevar al éxito el
negocio que se le ha confiado, sino a poner lo que esté de su parte para
conseguir tal resultado. No puede hacérsele responsable del fracaso sino a
condición de que provenga de su culpa, por no haber empleado en la gestión el
cuidado de un buen padre de familia.
Incumplimiento del mandante
La infracción del mandante de las obligaciones que le impone el mandato
autoriza al mandatario para excusarse del desempeño del cargo.
El art. 2159 dispone: "El mandante que no cumple por su parte aquello a
que es obligado, autoriza al mandatario para desistir de su encargo".
181
Causales de extinción del mandato
Señala el art. 2163 las causales de extinción del mandato.
El mandato termina:
1° Por el desempeño del negocio para que fue constituido;
2° Por la expiración del término o por el evento de la condición prefijados
para la terminación del mandato;
3° Por la revocación del mandante;
4° Por la renuncia del mandatario;
5° Por la muerte del mandante o del mandatario;
6° Por la quiebra o insolvencia de uno u otro;
7° Por la interdicción del uno o del otro;
8° Derogado;
9° Por la cesación de las funciones del mandante, si el mandato ha sido dado
en ejercicio de ellas.
Cumplimiento del encargo
Termina obviamente el mandato por el cumplimiento del encargo para que
fue conferido. El mandatario ha terminado su misión, pagado su obligación.
182
Tiene el mandante esta facultad aunque el mandato sea remunerado; la
estipulación de un honorario no importa que el mandato ceda, a lo menos en
parte, a favor del mandatario. Por otra parte, el art. 2165 no distingue entre
mandato gratuito y remunerado.
183
Al igual que el mandante, el mandatario puede unilateralmente poner fin
al mandato.
El art. 2167 expresa: "La renuncia del mandatario no pondrá fin a sus
obligaciones sino después de transcurrido el tiempo razonable para que el
mandante pueda proveer a los negocios encomendados".
184
mandatario es movido a aceptar el encargo por la estimación o afecto que le
inspira el mandante.
b) Tampoco termina por la muerte del mandante el mandato judicial (art. 396
del C. Orgánico de Tribunales).
Con este objeto, los herederos del mandatario que fueren hábiles para la
administración de sus bienes, los albaceas, los tutores o curadores y, en
general, todos los que sucedan en la administración de los bienes del
mandatario difunto, deberán cumplir una doble obligación:
185
En cuanto al mandante que se encuentra en la misma situación, estará
impedido para cumplir las obligaciones del mandato o, como en el caso de
quiebra, la administración de sus bienes pasa al Síndico de Quiebras (art. 64
de la Ley de Quiebras).
El art. 2172 previene: "Si son dos o más los mandatarios y por la
constitución del mandato están obligados a obrar conjuntamente, la falta de
uno de ellos por cualquiera de las causas antedichas pondrá fin al mandato".
Actos ejecutados por el mandatario después de expirado el mandato
Los actos ejecutados por el mandatario, después que el mandato ha tenido
fin, no obligan al mandante, no le son oponibles.
186
a) Si el mandatario ignora que ha expirado el mandato y cree, por
consiguiente, que el mandato subsiste, los actos que ejecute obligarán al
mandante para con los terceros que, por su parte, ignoraron la extinción del
mandato.
El art. 2173, inc. 1°, dispone: "En general, todas las veces que el
mandato expira por una causa ignorada del mandatario, lo que éste haya
hecho en ejecución del mandato será válido y dará derecho a terceros de
buena fe contra el mandante".
187
El art. 2173 concluye: "Cuando el hecho que ha dado causa a la
expiración del mandato hubiere sido notificado al público por periódicos, y
en todos los casos en que no pareciere probable la ignorancia del tercero,
podrá el juez en su prudencia absolver al mandante".
LA TRANSACCIÓN
Concepto
En el lenguaje cotidiano, transacción es sinónimo de trato, convenio o
negocio. Se habla, en tal sentido, de transacciones bursátiles o de que tales o
cuales medidas gubernativas facilitan o entorpecen las transacciones.
Un viejo adagio expresa que "más vale un mal arreglo que un buen
pleito". Por medio de la transacción las partes sacrifican parcialmente sus
pretensiones, a cambio de vivir en paz.
188
El carácter dudoso del derecho es un concepto puramente subjetivo; el
derecho será dudoso cuando las partes le atribuyen este carácter, al tiempo de
celebrar la transacción. La ley no distingue si la controversia actual o posible
es o no fundada.
189
deberá constar por escritura pública, ya que de otra manera no podría
practicarse la inscripción de ella en el Registro del Conservador de Bienes
Raíces que corresponda.
Asimismo, no se puede transigir sobre los bienes raíces del pupilo, sin
previo decreto de juez, debiendo someterse la transacción celebrada a la
aprobación judicial, so pena de nulidad (art. 400).
190
Poder para transigir
Objeto de la transacción
El objeto de la transacción debe ser comerciable
Cuando el art. 2447 dispone que para transigir se requiere ser capaz de
disponer, implícitamente establece que los objetos comprendidos en la
transacción deben ser susceptibles de disposición.
El art. 2449 dispone: "La transacción puede recaer sobre la acción civil
que nace de un delito; pero sin perjuicio de la acción criminal". La disposición
claramente significa que no se puede transigir sobre la acción penal derivada
del delito.
b) Transacción sobre el estado civil.
Otra consecuencia del principio general se consigna en el art. 2450: "No se
puede transigir sobre el estado civil de las personas".
191
consecuencias pecuniarias resultantes de un determinado estado civil, como el
derecho de suceder.
Es menester tener presente, sin embargo, que la aplicación de esta norma
presenta, a menudo, arduas dificultades; es difícil discernir entre el estado civil
mismo y los derechos que de él emanan porque media entre ambos una íntima
conexión.
Pero los arts. 336 y 337 dejan en claro que las reglas indicadas son
aplicables sólo a las pensiones alimenticias futuras que se deban por ley. Son
comerciables, por tanto, las pensiones forzosas atrasadas y las pensiones
alimenticias voluntarias, atrasadas o futuras.
El art. 2452 establece que "no vale la transacción sobre derechos ajenos o
sobre derechos que no existen".
192
Nulidad de las transacciones
La transacción es nula por las causas que generalmente invalidan los
contratos.
193
Error en la persona
El error en la persona invalida la transacción. "Si se cree, pues, transigir
con una persona y se transige con otra, podrá rescindirse la transacción" (art.
2456, inc. 2º).
El título, para estos efectos, es el acto de que emana el derecho sobre que
se transige y no el documento que lo constata.
194
Transacción obtenida por títulos falsificados
Pero, por otra parte, no hay duda que si supieron la existencia del fallo
firme, no hay transacción. El acto, posiblemente válido, importará, por
ejemplo, la renuncia de un derecho.
Transacción sobre objetos que títulos posteriormente descubiertos
demuestran que una de las partes no tenía derecho alguno
El art. 2459 dispone que "si constare por títulos auténticos que una de
las partes no tenía derecho alguno al objeto sobre que se ha transigido y estos
195
títulos al tiempo de transacción eran desconocidos de la parte cuyos derechos
favorecen, podrá la transacción rescindirse".
a) que aparezcan con posterioridad títulos auténticos que demuestren que una
de las partes no tenía ningún derecho;
b) que fueran desconocidos de la parte cuyos derechos favorecen.
Efectos de la transacción
La transacción, como todo contrato, produce efecto sólo entre las partes.
El art. 2461 formula innecesariamente esta regla: "La transacción no surte
efecto sino entre los contratantes".
196
b) Si se transige con el poseedor aparente de un derecho, "no puede alegarse
esta transacción contra la persona a quien verdaderamente compete el
derecho" (art. 2456, inc. 3º).
197
litigio quedan igualmente zanjadas e inhibidas las partes de abrir debate a su
respecto.
198
CONTRATOS REALES
El préstamo en general
En general, el préstamo es un contrato en que una de las partes entrega una cosa a
otra, confiriéndole el derecho de servirse de ella, con cargo de restitución.
Pero son diversas las maneras de servirse de las cosas. Unas veces, el uso destruye la
cosa; otras veces, no altera su sustancia.
Por consiguiente, el préstamo reviste dos formas: el préstamo de uso o comodato, que
impone la obligación de restituir la cosa misma, y el préstamo de consumo o mutuo,
que obliga a devolver cosas análogas a las recibidas.
EL COMODATO
Definición
El art. 2174 define el comodato: "El comodato o préstamo de uso es un
contrato en que una de las partes entrega a la otra gratuitamente una especie,
mueble o raíz, para que haga uso de ella, y con cargo de restituir la misma
especie después de terminado el uso".
199
Caracteres
Señala la definición legal los caracteres más salientes del comodato o préstamo
de uso: es un contrato real, gratuito y unilateral.
200
restituir.
El comodato es un título de mera tenencia
El comodato es un título de mera tenencia y el comodatario es un mero
tenedor.
Las cosas que pueden darse en comodato deben ser, por regla general, no
fungibles, puesto que el comodatario debe restituir la misma cosa que recibió.
201
perjuicios contra el comodante; salvo que éste haya sabido que la cosa era ajena
y no lo haya advertido al comodatario".
No rigen para su prueba las limitaciones de los arts. 1708 y 1709. El art. 2175
dispone: "El contrato de comodato podrá probarse por testigos, cualquiera que
sea el valor de la cosa prestada".
Pero el art. 2179 establece que el comodatario puede responder de otra clase de
culpa: "Sin embargo de lo dispuesto en el artículo precedente, si el comodato
fuere en pro de ambas partes, no se extenderá la responsabilidad del comodatario
sino hasta la culpa leve, y si en pro del comodante solo, hasta la culpa lata".
202
Por ejemplo, beneficia a ambas partes el contrato en que el comodante presta
al comodatario un perro de caza con la obligación de amaestrarlo; cederá en
exclusivo beneficio del comodante el contrato en que éste presta al comodatario
su automóvil para que realice una gestión que le ha encomendado.
Deterioros de la cosa
El art. 2178, inc. 2° previene que "si este deterioro es tal que la cosa no sea ya
susceptible de emplearse en su uso ordinario, podrá el comodante exigir el
precio anterior de la cosa, abandonando su propiedad al comodatario".
A falta de una expresa estipulación, debe el comodatario dar a la cosa el uso que
ordinariamente le corresponda, de acuerdo con su naturaleza. Por ejemplo, si se
presta un caballo de silla, no podrá el comodatario uncirlo a un carruaje.
El art. 2177 consigna estas reglas: "El comodatario no puede emplear la cosa
sino en el uso convenido, o a falta de convención, en el uso ordinario de las de
su clase".
203
El comodatario debe restituir en la época estipulada o, en defecto de
estipulación, después de haber hecho el uso convenido.
Tal es la regla que consigna el art. 2180: "El comodatario es obligado a restituir la
cosa prestada en el tiempo convenido; o a falta de convención, después del uso
para que ha sido prestada".
a) "Si muere el comodatario, a menos que la cosa haya sido prestada para un
servicio particular que no pueda diferirse o suspenderse" (art. 2180, Nº 1º);
b) "Si sobreviene al comodante una necesidad imprevista y urgente de la cosa"
(art. 2180, Nº 2º);
c) "Si ha terminado o no tiene lugar el servicio para el cual se ha prestado la
cosa" (art. 2180, Nº 3º); y
d) Si el comodatario hace un uso indebido de la cosa (art. 2177, inc. 2°).
Con arreglo al precepto general del art. 1578, Nº 2º, no es válido el pago "si por el
juez se ha embargado la deuda o mandado retener el pago".
204
c) Si se ha prestado una cosa perdida, hurtada o robada a su dueño, debe el
comodatario denunciarlo al propietario, dándole un plazo razonable para
reclamarla, y suspender la restitución entre tanto.
205
la restitución puede hacérsele para que siga usándola como antes.
El art. 2189 prescribe que "si la cosa ha sido prestada a muchos, todos son
solidariamente responsables".
La responsabilidad solidaria no puede referirse sino a las indemnizaciones que
se daban al comodante por los daños causados en la cosa o a la obligación de
pagar su valor.
La obligación de restituir la cosa es indivisible, de acuerdo con lo prevenido en el
art. 1526, Nº 2º, y puede reclamarse de aquel de los comodatarios que la
detente.
206
Las expensas deben tener un carácter extraordinario: "Si las expensas no han sido
de las ordinarias de conservación, como la de alimentar al caballo" (art. 2191 Nº
1º), debe indemnizarlas el comodante.
Debe tratarse de expensas necesarias y urgentes, "de manera que no haya sido
posible consultar al comodante, y se presuma fundadamente que teniendo éste la
cosa en su poder no hubiera dejado de hacerlas" (art. 2191, Nº 2º).
Obligación de indemnizar perjuicios
Asimismo debe el comodante indemnizar al comodatario de los perjuicios que
le haya causado la mala calidad o condición de la cosa prestada.
Para ello es menester que la condición o mala calidad reúna las condiciones
siguientes:
a) que haya sido conocida y no declarada por el comodante (art. 2192, Nº 2º);
b) que sea de tal naturaleza que fuere probable que hubiese de ocasionar
perjuicios (art. 2192, N° 1º); y
c) que el comodatario no haya podido con mediano cuidado conocerla o precaver
los perjuicios (art. 2192, Nº 3º).
207
restitución se verificará a los herederos y contra ellos podrá el comodatario
entablar las acciones para reclamar el pago de expensas y perjuicios.
El art. 2190 resume estas ideas: "El comodato no se extingue por la muerte del
comodante".
Sin embargo, podrán continuar usando de la cosa, en el caso del Nº 1 del art. 2180,
esto es, cuando ha sido prestada para un servicio particular que no puede
suspenderse o diferirse.
El comodato precario
Concepto
208
La ley asimila al comodato precario una situación de hecho que, en la práctica,
reviste considerable importancia.
El goce gratuito de una cosa ajena, sin ningún título que lo legitime, tolerado por
el dueño o que se verifica por ignorancia suya, constituye precario.
El art. 2195, inc. 2º, dispone: "Constituye también precario la tenencia de una
cosa ajena, sin previo contrato y por ignorancia o mera tolerancia del dueño".
EL MUTUO
Definición
El art. 2196 define el mutuo: "El mutuo o préstamo de consumo es un contrato en
que una de las partes entrega a la otra cierta cantidad de cosas fungibles con
cargo de restituir otras tantas del mismo género y calidad".
209
Las partes que intervienen en el contrato se denominan mutuante y mutuario.
Características
El mutuo o préstamo de consumo es un contrato real, unilateral, naturalmente
gratuito.
La tradición puede verificarse de cualquiera de los modos que señala el art. 684.
Este Decreto Ley fue derogado íntegramente por la Ley Nº 18.010, sobre
operaciones de crédito de dinero. El art. 12 de ésta dispone: "La gratuidad no se
presume en las operaciones de crédito de dinero. Salvo disposiciones de la ley o pacto
210
en contrario, ellas devengan intereses corrientes, calculados sobre el capital o sobre el
capital reajustado, en su caso".
Las cosas que pueden darse en mutuo han de ser fungibles, carácter que destaca
la definición legal.
Puesto que el mutuario debe restituir, a cambio de las cosas que recibe, otras
tantas del mismo género y calidad, es evidente que ha de tratarse de cosas que
puedan reemplazarse mutuamente.
a) El mutuante debe ser capaz de enajenar y dueño de las cosas dadas en mutuo.
El art. 2202 dispone que "si hubiere prestado el que no tenía derecho de
enajenar, se podrán reivindicar las especies, mientras conste su identidad".
211
Desaparecida la identidad, se hace imposible el ejercicio de la acción
reivindicatoría. El mutuario que recibió de mala fe, o sea, a sabiendas de que la
cosa prestada era ajena, "será obligado al pago inmediato con el máximum de
los intereses que la ley permite estipular". Si está de buena fe debe pagar, con
los intereses estipulados, pasados diez días desde la entrega (art. 2202, inc. 2°).
b) El mutuario, por su parte, debe ser capaz de obligarse, so pena de nulidad del
contrato de mutuo.
El hoy derogado art. 2199 (derogado por el art. 25 del D.L. 455. Dicho D.L. 455
está a su vez derogado por la Ley N9 18.010, lo que no altera el hecho que el
art. 2199 esté derogado) establecía el nominalismo, esto es, el deudor sólo
debía la suma numérica expresada en el contrato. Por lo tanto, para la
restitución de la suma prestada, había que estarse al valor nominal de la
moneda, con prescindencia de su valor real, aunque por la depreciación
monetaria, al tiempo del pago, representara en la realidad una suma de valor
adquisitivo menor.
212
En conformidad al art. 12 le la Ley Nº 18.010, la gratuidad no se presume en las
obligaciones de dinero, y todas ellas devengan intereses, distinguiendo la ley la
forma en que se ha pactado el crédito.
Cuando el préstamo recae sobre cosas fungibles que no sean dinero, "se deberá
restituir igual cantidad de cosas del mismo género y calidad" (art. 2198).
Sin embargo, si no fuere posible restituir cosas del mismo género y calidad o el
acreedor no lo exigiere, "podrá el mutuario pagar lo que valgan en el tiempo y
lugar en que ha debido hacerse el pago" (art. 2198).
Época de la restitución
La obligación del mutuario es siempre una obligación a plazo; siempre ha de
mediar un tiempo entre la entrega y la restitución. El tiempo de la restitución
puede fijarlo la convención de las partes o la ley.
213
a) La época de la restitución la señala, en primer término, el acuerdo de las
partes. El plazo, en tal caso, será convencional.
b) El mutuo puede ser gratuito u oneroso y tendrá este último carácter cuando
medie una remuneración por el servicio que el mutuante hace al mutuario y
que se traduce en el pago de intereses.
LA FIANZA
214
Concepto
Define el art. 2335 el contrato de fianza: "La fianza es una obligación
accesoria, en virtud de cual una o más personas responden de una obligación
ajena, comprometiéndose para con el acreedor a cumplirla en todo o parte, si el
deudor principal no la cumple".
Caracteres
El contrato de fianza, dentro de la clasificación de los contratos, es generalmente
consensual, unilateral, gratuito y accesorio.
a) La fianza que deben rendir los tutores y curadores para que se discierna el
cargo debe constituirse por escritura pública (art. 855 del C. de P. Civil).
El deudor es extraño al contrato de fianza. Así se explica la regla del art. 2345:
"Se puede afianzar sin orden y aun sin noticia y contra la voluntad del principal
deudor".
215
La fianza sería bilateral si el acreedor se obligara a pagar una remuneración al
fiador por el servicio que le presta. Pero, en tal caso, la fianza degenera en otro
contrato: contrato de seguro.
Tiene el contrato por objeto sólo la utilidad de una de las partes, sufriendo el
gravamen únicamente el fiador.
El art. 2341 dispone: "El fiador puede estipular con el deudor una
remuneración pecuniaria por el servicio que presta".
216
El legislador considera que el fiador que cauciona la deuda de un incapaz
entiende precisamente garantizar al acreedor el riesgo a que le expone la
incapacidad del deudor.
Parece un contrasentido que, anulada la obligación principal, pueda subsistir la
fianza, pero hay que recordar que la declaración de nulidad, en razón de la
incapacidad del obligado, suele dejar subsistente una obligación natural (art.
1470 Nº 1). Cada vez que esto ocurra, la obligación natural servirá de sostén a
la fianza.
217
intereses y el fiador se obliga a pagarlos o si debe pagar intereses más elevados
que el deudor.
El art. 2344 dispone que la obligación del fiador no puede ser más gravosa "no sólo
con respecto a la cuantía sino al tiempo, al lugar, a la condición o al modo del
pago, o a la pena impuesta por la inejecución del contrato a que acceda la fianza".
Pese a que el fiador no puede obligarse en forma más gravosa, puede quedar
obligado más eficazmente.
218
El art. 2344, inc. 2º, dispone: "Podrá, sin embargo, obligarse de un modo más
eficaz, por ejemplo, con una hipoteca, aunque la obligación principal no la
tenga".
La obligación del fiador estará sujeta a modalidad, además cuando lo esté la del
principal obligado. Las modalidades de la obligación principal pasan a la
fianza, como consecuencia de que el fiador no puede obligarse en forma más
gravosa que el deudor.
La fianza puede constituirse en favor del fiador. El fiador, en otros términos, puede
tener un fiador, un subfiador. El art. 2335, inc. 2º dispone: "La fianza puede
constituirse no sólo a favor del deudor principal, sino de otro fiador". En general,
el subfiador está sometido a las mismas disposiciones que el fiador; a su respecto,
éste es considerado como deudor principal.
Clasificaciones de la fianza
La fianza puede ser legal, judicial y convencional; personal e hipotecaria o
prendaria; limitada o ilimitada; simple y solidaria.
Fianza convencional, legal y judicial
La clasificación no se refiere al origen de la obligación del fiador -que es
invariablemente convencional-, sino al origen de la obligación del deudor
principal de rendir fianza, de procurarse un fiador.
Como ejemplo de fianza legal pueden citarse la que están obligados a rendir los
poseedores provisorios (art. 89), los tutores y curadores (arts. 374 y 376), los
usufructuarios (arts. 775 y 777).
219
Por lo que toca a la fianza judicial, debe dejarse en claro que el juez, para
ordenar su constitución, debe apoyarse en un texto expreso de la ley. Tal es el
caso de los propietarios fiduciarios (art. 775), del dueño de la obra ruinosa (art.
932), de los albaceas (arts. 1292 y 1313).
La fianza legal y la fianza judicial se rigen, en general por las mismas reglas
que la convencional. El art. 2336 inc. 3e, previene: "La fianza legal y la judicial
se sujetan a las mismas reglas que la convencional, salvo en cuanto ley que la
exige o el Código de Enjuiciamiento disponga otra cosa".
El art. 2337 prescribe: "El obligado a rendir una fianza no puede sustituir a ella
una hipoteca o prenda, o recíprocamente, contra la voluntad del acreedor. Si la
fianza es exigida por ley o decreto de juez, puede substituirse a ella una prenda
o hipoteca suficiente".
b) Cuando la fianza es exigida por el juez, el fiador no goza del beneficio de
excusión (art. 2358, Nº 4º).
Fianza personal e hipotecaria o prendaria
Fianza personal es aquella en que el fiador simplemente obliga a todos sus
bienes, indistintamente, al cumplimiento de la obligación, y fianza hipotecaria o
prendaria es aquella en que, además, constituye una prenda o hipoteca.
En la fianza personal, el acreedor dispone de dos acciones personales -contra el
deudor principal y contra el fiador- para perseguir el pago de su crédito en los
bienes de uno y otro con excepción de los inembargables.
Cuando la fianza es hipotecaria o prendaria, dispone el acreedor además, de una
acción real contra el fiador, que le permite pagarse preferentemente con los
bienes hipotecados o empeñados.
El art. 2430, inc. 3º, establece que "la fianza se llama hipotecaria cuando el fiador
se obliga con hipoteca" y añade el inc. 3º que "la fianza hipotecaria está sujeta en
cuanto a la acción personal a las reglas de la simple fianza". A contrario sensu, en
cuanto a la acción real, se aplicarán las reglas de la hipoteca o prenda.
220
Si el acreedor ejercita contra el fiador la acción real, debe tenerse presente:
a) que no podrá oponer el fiador el beneficio de excusión (arts. 2429, inc. 1º, y
2430, inc. 2º);
221
acreedor pudo dirigirse inmediatamente en contra del fiador y ahorrarse tales
costas.
222
El consentimiento en la fianza
Por este motivo, la ley ha exigido que el consentimiento del fiador debe ser
expreso. La fianza no puede resultar de un simple consejo o recomendación, de
ningún acto ejecutado por el fiador, por significativo que sea de su intención de
obligarse como tal.
En cuanto a la prueba, la fianza está sujeta a las reglas generales. Una fianza
estipulada verbalmente no podrá probarse por testigos si excediere de la
cantidad de dos unidades tributarías, a falta de un principio de prueba por
escrito.
El art. 2350 dispone, en su inc. 1º, que "el obligado a prestar fianza debe dar
un fiador capaz de obligarse como tal".
Por su parte, el artículo 2342 dispone: “las personas que se hallen bajo potestad
patria o bajo tutela o curaduría, sólo podrán obligarse como fiadores en
conformidad a lo prevenido en los títulos De la patria potestad y De la
administración de los tutores y curadores. Si el marido o la mujer, casados en
régimen de sociedad conyugal quisieren obligarse como fiadores, se
observarán las reglas dada en el título De la sociedad conyugal."
223
Para obligarse el pupilo como fiador, con arreglo a lo dispuesto en el art. 404, se
requiere: a) que medie una previa autorización judicial; b) que la fianza se
otorgue a favor del cónyuge, de un descendiente o ascendiente; y c) que se
invoque una "causa urgente y grave".
Respecto del marido el artículo 1749 del Código Civil dispone que si éste se
constituye avalista, codeudor solidario, fiador u otorga cualquiera otra caución
respecto de obligaciones contraídas por terceros, sólo obligará sus bienes propios.
Para obligar los bienes de la sociedad conyugal, requiere autorización de la mujer.
Objeto de la fianza
E1 art. 2343, inc. 2º, expresa que el fiador "puede obligarse a pagar una suma
de dinero en lugar de otra cosa de valor igual o mayor"; y añade que "la
obligación de pagar una cosa que no sea dinero en lugar de otra cosa o de una
suma de dinero, no constituye fianza" (inc. 4º).
224
La obligación de no hacer se resuelve en la de indemnizar perjuicios si el
deudor la contraviene y no puede deshacerse lo hecho. La fianza de una
obligación de esta especie no hace responsable al fiador, tampoco, sino de estos
perjuicios derivados del incumplimiento.
El art. 2343, inc. 3º, dispone: "Afianzando un hecho ajeno [positivo o negativo] se
afianza sólo la indemnización en que el hecho por su inejecución se resuelva".
La causa en la fianza
¿Cuál es la causa de la obligación del fiador?
225
Como consecuencia de su carácter accesorio, la fianza requiere una obligación
principal a que acceda.
a) La obligación a que accede la fianza puede ser civil o natural (art. 2338).
Parece este aserto ser contrario al carácter accesorio de la fianza; pero lo que
caracteriza el contrato accesorio no es que no pueda "existir" sin una
obligación principal, sino que no pueda "subsistir" sin ella.
226
El fiador se obliga siempre en virtud de su libre declaración de voluntad;
nadie puede estar obligado jamás a constituirse fiador si no consiente en ello.
Pero el deudor suele verse en la necesidad de procurar un fiador a su
acreedor, a petición de éste.
a) Está obligado a rendir fianza "el deudor que lo haya estipulado" (art. 2348,
Nº 1º).
c) Es obligado a prestar fianza "el deudor de quien haya motivo de temer que se
ausente del territorio del Estado con ánimo de establecerse en otra parte,
mientras no deje bienes suficientes para la seguridad de sus obligaciones" (art.
2348, Nº 3º).
227
El art. 2350 dispone: "El obligado a prestar fianza debo dar un fiador capaz de
obligarse como tal, que tenga bienes más que suficientes para hacerla efectiva, y
que esté domiciliado o elija domicilio dentro de la jurisdicción de la respectiva
Corte de Apelaciones".
La solvencia del fiador consiste, de acuerdo con el art. 2350, en que "tenga bienes
más que suficientes" para hacer efectiva la fianza.
a) Por regla general, para apreciar la solvencia del fiador, sólo se considerarán
sus bienes raíces. El art. 2350, inc. 2º, dispone que "para calificar la suficiencia
de los bienes, sólo se tomarán en cuenta los inmuebles, excepto en materia
comercial o cuando la deuda afianzada es módica".
Es ésta una reminiscencia del viejo adagio res mobilis res vilis, carente por
completo de significado actual.
228
fiador un saldo de precio, en que la condición consiste en que no se pague dicho
saldo.
Efectos de la fianza
Los efectos de la fianza deben enfocarse desde un triple punto de vista:
1. Efectos de la fianza entre el acreedor y el fiador;
2. Efectos de la fianza entre el fiador y el deudor; y
3. Efectos de la fianza entre los cofiadores.
229
Los efectos de la fianza entre acreedor y fiador deben considerarse en dos
momentos: antes y después que el primero reconvenga al segundo.
Los efectos posteriores dicen relación con los medios de defensa con que
cuenta el fiador, eso es, a) el beneficio de excusión; b) el beneficio de división;
c) la excepción de subrogación; y d) excepciones reales y personales.
Facultad del fiador de anticiparse a pagar la deuda
El art. 2353 dispone: "El fiador podrá hacer el pago de la deuda, aun antes de ser
reconvenido por el acreedor, en todos los casos en que pudiere hacerlo el deudor
principal".
El fiador puede, por cierto, cumplir la obligación que se ha hecho exigible. Podrá
también cumplir la obligación a plazo, mientras se encuentre pendiente, cada vez que
se de un término establecido en beneficio del deudor que, por lo mismo, puede
renunciar.
Pero el fiador que paga antes del vencimiento del plazo debe esperar que éste se cumpla
para ejercitar contra el deudor la acción para el reembolso de lo que pagó anticipadamente.
El art. 2373 consagra esta justa solución: "El fiador que pagó antes de expirar el plazo
de la obligación principal, no podrá reconvenir al deudor, sino después de expirado
el plazo".
Por esto el fiador debe dar aviso al deudor antes de efectuar el pago. La omisión del aviso
produce importantes consecuencias:
a) El deudor puede oponer al fiador todas las excepciones que pudo oponer al
acreedor (art. 2377, inc. 1º);
b) Pierde el fiador el derecho para que se le reembolse, si el deudor paga la
deuda ignorando que el fiador la había satisfecho (art. 2377, inc. 2º).
230
Facultad del fiador de exigir que se proceda contra el deudor
231
Beneficio de excusión
Concepto
La naturaleza misma de la fianza justifica el beneficio de excusión. Sin duda que
el fiador no ignora que se expone a pagar por el deudor; pero el solo hecho de
que se obligue prueba que se forja la ilusión de que el deudor ejecutará
cumplidamente la prestación debida.
232
Para que se entienda que el acreedor ha tenido medios suficientes será menester
que disponga de acción contra el deudor y que éste tenga bienes en cantidad
bastante.
233
d) No dispone del beneficio de excusión el fiador en la fianza judicial; para que
goce de esta ventaja es preciso "que la fianza no haya sido ordenada por el
juez" (art. 2358, Nº 4º).
El art 2358, Nº 5º, previene que para gozar del beneficio de excusión es menester
"que se oponga el beneficio luego que sea requerido el fiador; salvo que el deudor
al tiempo del requerimiento no tenga bienes y después los adquiera".
No se tomarán en cuenta para la excusión los bienes que señala el art. 2359, bien
por las dificultades de su realización, bien porque resulta problemático que el
acreedor pueda satisfacerse con ellos.
No se tendrán en cuenta:
- Los bienes existentes fuera del territorio del Estado (art. 2359, Nº 1º);
- Los bienes embargados o litigiosos, o los créditos de dudoso o difícil cobro (art.
2359, Nº 2º);
- Los bienes cuyo dominio está sujeto a una condición resolutoria (art. 2359, Nº
3º);
- Los bienes hipotecados a favor de deudas preferentes, en la parte que
pareciere necesaria para el pago completo de éstas (art. 2359, Nº 4º).
234
No es preciso que los bienes sean bastantes para obtener un pago total.
El art. 2364 así lo pone de manifiesto: "Si los bienes excutidos no produjeren
más que un pago parcial de la deuda, será sin embargo, el acreedor obligado a
aceptarlo y no podrá reconvenir al fiador sino por la parte insoluta".
Pero los bienes excutidos han de ser suficientemente importantes para que
pueda obtenerse un resultado apreciable y serio; de otro modo el beneficio de
excusión constituiría una burla para el acreedor.
Costos de la excusión
Tiene el acreedor derecho para que el fiador le anticipe los costos de la
excusión (art. 2361, inc. 1º).
La razón del anticipo de los gastos es obvia: a) el juicio en que el acreedor persiga
al deudor puede redundar en provecho del fiador, quien se liberará total o
parcialmente de la obligación; y b) el fiador no recurrirá al beneficio de excusión
con fines puramente dilatorios, si debe anticipar los gastos.
A falta de acuerdo de las partes, el juez regulará el monto del anticipo, "y
nombrará la persona en cuyo poder se consigne, que podrá ser el acreedor
mismo" (art. 236l, inc. 2º).
El art. 2361 concluye que "si el fiador prefiere hacer la excusión por sí mismo,
dentro de un plazo razonable, será oído".
235
El fiador debe señalar todos los bienes del deudor y no podrá pretender, a
pretexto de que la excusión no produjo resultado o los bienes fueron
insuficientes, señalar otros bienes del deudor.
La regla tiene una sola excepción: salvo que los bienes "hayan sido
posteriormente adquiridos por el deudor principal" (art. 2363, inc. 2°).
El fiador debe señalar para la excusión los bienes del deudor a quien afianzó.
Pero el art. 2366 le otorga el mismo beneficio respecto del deudor principal:
"El subfiador goza del beneficio de excusión, tanto respecto del fiador como del
deudor principal".
Efectos del beneficio de excusión
a) Como excepción dilatoria que es, el beneficio de excusión suspende la
entrada a juicio, tanto como el acreedor demore en practicar la excusión.
Mientras tanto, el fiador queda liberado de pagar.
236
b) El acreedor queda obligado a practicar la excusión, a perseguir al deudor
principal. El art. 2365, inc. 1º, prescribe: "Si el acreedor es omiso o negligente en
la excusión, y el deudor cae entre tanto en insolvencia, no será responsable el
fiador sino en lo que exceda al valor de lo bienes que para la excusión hubiere
señalado".
El fiador se libera hasta concurrencia del valor de los bienes que señaló para la
excusión y que el acreedor, por negligencia suya, dejó escapar.
Beneficio de división
Concepto
Para gozar los fiadores del beneficio de división se requieren las siguientes
condiciones:
a) que los fiadores "no se hayan obligado solidariamente al pago" (art. 2367).
La estipulación de la solidaridad es una enérgica renuncia al beneficio de
división.
237
b) que los fiadores lo sean de un mismo deudor y de una misma deuda.
El art. 2368 dispone expresamente: "La división prevenida en el artículo
anterior tendrá lugar entre los fiadores de un mismo deudor y por una misma
deuda, aunque se hayan rendido separadamente las fianzas".
Forma de la división
Por regla general, la división de la deuda entre los fiadores se hace por partes
iguales o cuotas viriles.
El art. 2367, inc. 2º, dispone: "La insolvencia de un fiador gravará a los otros; pero
no se mirará como insolvente aquel cuyo subfiador no lo está".
Como consecuencia, por ejemplo, si son tres los fiadores y uno de ellos cae en
insolvencia, la deuda se dividirá entre dos. La insolvencia determina que se
divida la deuda entre los solventes y que a éstos corresponda una cuota mayor.
El art. 2367 inc. 3º concluye: "El fiador que inequívocamente haya limitado su
responsabilidad a una suma o cuota determinada, no será responsable sino
hasta concurrencia de dicha suma o cuota".
Excepción de subrogación
El fiador que se obliga tiene ciertamente en cuenta que, si es constreñido a pagar,
podrá repetir contra el deudor. Más aún, con arreglo al art. 1610, Nº 3º, se
subroga en los derechos del acreedor.
238
Para que el fiador pueda subrogarse eficazmente es menester que el acreedor
conserve sus acciones. Perdidas estas acciones, puesto el fiador en la
imposibilidad de subrogarse, queda indefenso para obtener el reembolso de lo
que pagó.
Pues bien, el art. 2381, Nº 2º, dispone que se extingue, la fianza "en cuanto el
acreedor por hecho o culpa suya ha perdido las acciones en que el fiador tenía el
derecho de subrogarse".
La extinción de la fianza será total o parcial, según las circunstancias. El art. 2355
señala en qué medida se opera esta extinción: "Cuando el acreedor ha puesto al
fiador en el caso de no poder subrogarse en sus acciones contra el deudor
principal o contra los otros fiadores, el fiador tendrá derecho para que se le rebaje
de la demanda del acreedor todo lo que dicho fiador hubiera podido obtener del
deudor principal o de los otros fiadores por medio de la subrogación legal".
Tal sería el caso del acreedor que remitiera una prenda o consintiera en el
alzamiento de una hipoteca constituida por el deudor.
239
En verdad, tales excepciones son personales porque la nulidad sólo puede
pedirla la víctima del vicio (art. 1684).
El fiador que paga no cumple una obligación propia, en que tenga un personal
interés; por consiguiente, debe ser reembolsado.
Con este objeto dispone, por derecho propio, de una acción personal contra el
deudor; además, la ley le subroga en los derechos del acreedor.
Por este motivo, los efectos de la fianza entre deudor y fiador deben
considerarse en dos momentos: antes y después de verificado el pago.
240
En tales circunstancias, "el fiador tendrá derecho para que el deudor principal a)
le obtenga el relevo o b) le caucione las resultas de la fianza, o c) consigne
medios de pago" (art. 2369, inc. 1º).
No se conceden los derechos indicados "al que afianzó contra la voluntad del
deudor" (art. 2369, inc. final).
El art. 2369 enumera taxativamente las circunstancias que autorizan al fiador
para ejercitar los derechos anotados:
No podrá el fiador, sin embargo, ejercer contra el deudor los derechos que la
ley le acuerda, aunque hayan transcurrido cinco años: i) si la fianza se ha
constituido por un tiempo determinado más largo; y ii) si la fianza se contrajo
para asegurar obligaciones que no están destinadas a extinguirse en un tiempo
determinado, como las de los tutores o curadores, del usufructuario, de los
empleados que recaudan o administran rentas públicas.
241
La falta de oportuno aviso puede traer como consecuencia que uno pague lo que
el otro ha pagado y privarles de excepciones que podrían haber hecho valer.
a) Si el deudor paga sin dar aviso al fiador, "será responsable para con éste,
de lo que, ignorando la extinción de la deuda, pagare de nuevo; pero tendrá
acción contra el acreedor por el pago indebido" (art. 2376).
- En caso de que el deudor pague la deuda por su parte, “no tendrá el fiador
recurso alguno contra él, pero podrá intentar contra el acreedor la acción del
deudor por el pago indebido" (art. 2377, inc. 2º).
Acción de reembolso
Acción personal o de reembolso
La acción que pertenece al fiador, por derecho propio, emanada del contrato de
fianza, se denomina acción personal o acción de reembolso.
242
Si la fianza se otorga sin oposición del deudor, puede estimarse que existe una
agencia oficiosa. El fiador habrá realizado una gestión útil al deudor y para
reembolsarse dispondrá de la acción resultante de la gestión de negocios (actio
negotiorum gestorum contraría).
La ley no hace distinciones al respecto. El art. 2370 dispone: "El fiador tendrá
acción contra el deudor principal para el reembolso de lo que haya pagado por él
con intereses y gastos, aunque la fianza haya sido ignorada del deudor".
Se comprenden tanto los gastos ocasionados por la persecución del deudor y que el
fiador haya debido pagar al acreedor, como los que le ocasione al fiador la
demanda del acreedor en contra suya.
El art. 2370, inc. 3º, pone un límite al reembolso de los gastos: "Pero no podrá
pedir el reembolso de gastos inconsiderados, ni de los que haya sufrido antes de
notificar al deudor principal la demanda intentada contra dicho fiador".
Por consiguiente, se incluyen sólo los gastos prudentes que el fiador haya
efectuado después de notificar al deudor la demanda que se ha instaurado en su
contra. Es justo que los anteriores sean de cargo del fiador, porque advertido el
deudor, probablemente, pudo evitarlos pagando.
243
d) También deben pagarse al fiador los perjuicios que haya sufrido.
Sus bienes pueden haber sido embargados y vendidos a vil precio; como
consecuencia del pago de la fianza, ha podido descuidar el pago de sus propias
deudas.
Sin perjuicio de los intereses que la ley le otorga el derecho a cobrar puede
reclamar otros perjuicios, en conformidad a las normas generales que gobiernan su
indemnización.
244
Para entablar la acción de reembolso es menester que el fiador haya pagado la
deuda.
Aunque el Código se refiere al pago, es justo hacer extensiva la regla a los casos
en que el fiador extinga la deuda por otro medio que le signifique un sacrificio
pecuniario, como una dación en pago, una compensación.
El pago del fiador debe ser útíl, entendiéndose tal cuando ha sido capaz de
extinguir la obligación.
Por este motivo, el art. 2375, Nº 3º, dispone que el fiador no tiene acción de
reembolso "cuando por no haber sido válido el pago del fiador no ha quedado
extinguida la deuda".
El art. 2373 dispone: "El fiador que pagó antes de expirar el plazo de la
obligación principal, no podrá reconvenir al deudor, sino después de expirado el
plazo".
Por otra parte, el fiador deberá entablar la acción antes de que prescriba. El
plazo de prescripción es de cinco años, contados desde el pago o desde que se
hizo exigible la obligación principal cuando el fiador efectuó un pago anticipado.
245
Contra quién puede entablarse la acción.
- Cuando el fiador haya afianzado a todos los deudores, podrá pedir el reembolso
del total a cualquiera. El art. 2372 dispone que "si hubiere muchos deudores
principales y solidarios el que los ha afianzado a todos podrá demandar a cada uno de
ellos el total de la deuda, en los términos del art. 2370”.
El fiador de uno solo de los deudores no puede repetir contra los demás "y no
tendrá contra los otros sino las acciones que le correspondan como subrogado
en las del deudor a quien ha afianzado" (art. 2372).
Acción subrogatoria
Concepto
El art 1610, Nº 3, prescribe que se opera la subrogación legal en favor del que
paga una deuda ajena a la que está obligado subsidiariamente.
246
Cumplida por el fiador la obligación, se extingue respecto del acreedor
satisfecho de su crédito, pero subsiste íntegramente en favor del fiador que
efectuó el pago.
El fiador que paga, por lo tanto, dispone de dos acciones para lograr el
reembolso; la acción personal y la acción subrogatoria.
Por lo general, la acción subrogatoria será más ventajosa porque permite al fiador
gozar de las diversas garantías –privilegios, prendas e hipotecas- de que gozaba el
acreedor.
La acción subrogatoria puede ser más eficaz, pero de alcance más restringido
que la de reembolso. Por la primera, el fiador no puede reclamar intereses si el
crédito no los devengaba en favor del acreedor, ni gastos, ni perjuicios.
Casos en que el fiador no goza de la acción subrogatoria
Por excepción, el fiador no goza de la acción subrogatoria:
b) Tampoco dispone de esta acción el fiador que pagó sin dar aviso al deudor,
que, ignorando de la extinción de la deuda, la pagare de nuevo.
Tal es la regla general del art. 1612; la subrogación traspasa al fiador que paga
todos los derechos del acreedor, "así contra el deudor principal, como contra
cualesquiera terceros, obligados solidaria o subsidiariamente a la deuda".
Diferencias entre la acción personal y la acción subrogatoria
247
b) La acción personal comprende todo lo que el fiador pagó, con intereses y
gastos, y aun los perjuicios que hubiere sufrido. La acción subrogatoria sólo
faculta al fiador para reclamar, estrictamente, lo que pagó al acreedor.
Toca al fiador elegir la que juzgue más conveniente de las diversas acciones que le
corresponden.
248
Derechos del cofiador que paga más de lo que le corresponde
El fiador que paga más de lo que le corresponde beneficia a sus cofiadores y
tiene derecho a que le reembolsen el exceso pagado.
El art. 2378 dispone: "El fiador que paga más de lo que proporcionalmente le
corresponde, es subrogado por el exceso en los derechos del acreedor contra los
cofiadores".
Supóngase que la cuota del fiador es de $ 100.000 y paga $ 250.000. Por el exceso
de $ 150.000 se subroga en los derechos del acreedor contra los demás fiadores. Y
en cuanto a su cuota, podrá obtener su reintegro del deudor principal, por
medio del ejercicio de la acción personal o de la acción subrogatoria.
Los cofiadores pueden oponerse, entre sí, las excepciones reales y las suyas
personales.
El art. 2379 expresa: "Los cofiadores no podrán oponer al que ha pagado, las
excepciones puramente personales del deudor principal. Tampoco podrán oponer
al cofiador que ha pagado, las excepciones puramente personales que
correspondían a éste contra el acreedor y de que no quiso valerse”.
Extinción de la fianza
La fianza puede extinguirse por vía consecuencial y por vía directa o principal.
Se extingue la fianza por vía de consecuencia cada vez que se extinga, por un
medio legal, la obligación principal.
La fianza se extingue por vía directa cuando cesa la responsabilidad del fiador,
aunque la obligación principal se conserve vigente.
249
La extinción de la fianza, por una u otra vía, puede ser total o parcial.
Extinción de la fianza por vía consecuencial
El art. 2381, Nº 3º, previene que la fianza se extingue, en todo o parte, "por la
extinción de la obligación principal en todo o parte".
La fianza se extingue, asimismo, por vía directa, por los modos generales de extinguirse
las obligaciones.
El art. 2381 previene que la fianza se extingue, total o parcialmente, "por los mismos
medios que las otras obligaciones, según las reglas generales".
250
Por lo que a la confusión se refiere, el art. 2383 dispone: "Se extingue la fianza por la
confusión de las calidades de acreedor y fiador, o de deudor y fiador; pero en este
segundo caso la obligación del subfiador subsistirá".
LA PRENDA
Concepto
El art. 2384 dispone: "Por el contrato de empeño o prenda se entrega una cosa
mueble a un acreedor para la seguridad de su crédito".
251
Para precisar mejor el concepto del contrato conviene agregar a la definición
sus principales consecuencias. La prenda, de este modo, puede ser definida
como un contrato en que se entrega una cosa mueble a un acreedor para
seguridad de su crédito, otorgándole la facultad de perseguir la cosa empeñada,
retenerla en ciertos casos y pagarse preferentemente con el producto de su
realización, si el deudor no cumple la obligación garantizada.
El término prenda tiene una triple acepción; sirve para designar: a) el contrato
precedentemente definido; b) la cosa misma entregada (art. 2384, inc. 2°); y c)
el derecho real que se genera para el acreedor (art. 577).
Prendas especiales
La legislación relativa a la prenda se ha complicado grandemente con la
creación de numerosas prendas especiales, regidas por normas particulares.
Las prendas en cuestión se caracterizan, fundamentalmente, porque el deudor
conserva la tenencia de las cosas empeñadas; la prenda ha dejado de ser un
contrato real para convertirse en un contrato solemne.
252
f) Prenda sin desplazamiento, creada por la Ley Nº 18.112, de 16 de abril de
1982, que permite al deudor prendario conservar la tenencia de la cosa dada en
prenda, transfiriendo únicamente el dueño su derecho real de prenda, mediante
escritura publica.
Caracteres de la prenda
La prenda es un contrato
Consecuentemente, el art. 2392 declara que “no se podrá tomar al deudor cosa
alguna contra su voluntad para que sirva de prenda” y añade, asimismo, que
“no se podrá retener una cosa del deudor en seguridad de la deuda, sin su
consentimiento”.
Tiende la prenda a perder este carácter; las prendas especiales son, en general,
contratos solemnes.
La prenda es un contrato unilateral
253
Del contrato de prenda nacen obligaciones sólo para una de las partes
contratantes; el acreedor prendario es el único obligado y su obligación consiste
en restituir la cosa cuando ha sido satisfecho de su crédito.
Sin embargo, puede resultar obligado el deudor a pagar los gastos en que haya
incurrido el acreedor en la conservación de la prenda y los perjuicios que le haya
irrogado la tenencia (art. 2396).
Privilegio de la prenda
254
Este privilegio es especial y pasa contra terceros. El privilegio, junto con el
derecho de persecución, da a la prenda su plena eficacia como caución.
La prenda es un título de mera tenencia
El acreedor prendario es un mero tenedor de la cosa empeñada (art. 714); la ley
le considera investido de los deberes y responsabilidades de un depositario (art.
2395).
Aunque mero tenedor de la cosa, el acreedor prendario es dueño y poseedor
del derecho real de prenda.
Indivisibilidad de la prenda
La prenda es indivisible, aunque sea divisible la obligación principal, y a pesar
de que la cosa empeñada admita división. La indivisibilidad de la prenda se
manifiesta en varios aspectos:
c) La regla anterior es aplicable a los herederos del acreedor y del deudor (art.
2405).
255
La entrega tiene una doble razón de ser bien evidente.
El art. 2389 dispone: "Se puede dar en prenda un crédito entregando el título;
pero será necesario que el acreedor lo notifique al deudor del crédito
consignado en el título, prohibiéndole que lo pague en otras manos".
Como el crédito es un bien incorporal, se entrega el título, esto es, el documento en
que el crédito consta.
Pero no basta la entrega del título; es preciso, además, la notificación al deudor
prohibiéndole que pague a su acreedor.
La notificación del deudor, a la inversa de lo que ocurre en la cesión de créditos, es
indispensable para que la prenda se perfeccione aun entre las partes. La cesión, en
256
cambio, perfecta entre las partes por la entrega del titulo requiere de la notificación
o aceptación para que se perfeccione respecto del deudor cedido y de terceros.
Prenda comercial
La prenda mercantil se encuentra reglamentada en los arts. 813 y siguientes del Código
de Comercio. Como la prenda civil, se perfecciona por la entrega de la cosa.
Pero la prenda mercantil no es oponible a terceros si no consta por escrito; este
requisito es necesario para la oponibilidad a los terceros del privilegio del
acreedor prendario.
En efecto, el art. 815 del Código de Comercio exige, para que el acreedor
prendario goce del privilegio, "en concurrencia con otros acreedores":
a) que el contrato de prenda sea otorgado por escritura pública o instrumento
privado protocolizado; y
b) que el instrumento exprese la suma de la deuda y la naturaleza de las cosas
empeñadas, o que lleve anexa una descripción de su calidad, peso y medida.
Si la prenda recae sobre créditos, es menester, además, que se notifique al
deudor conforme al art. 2389 (art. 816 del C. de Comercio).
La regla es aplicable a la prenda de créditos nominativos.
En cambio, en los créditos a la orden, letras de cambio, pagarés, etc., emitidos a
la orden, la prenda se constituye mediante el endoso.
257
En conformidad al art. 21 de la Ley Nº 18.092, el endoso que no exprese otra
calidad, es traslaticio de dominio y transfiere al endosatario todos los derechos
que emanan de la letra. Importa mandato para el cobro, cuando contenga la
cláusula "valor en cobro", "en cobranza" u otra equivalente. Importa
constitución en prenda cuando incluye la cláusula "valor en prenda", "valor en
garantía" u otra equivalente.
Prendas especiales
258
b) Tampoco pueden darse en prenda, en ciertos casos, las naves.
Aunque las naves son bienes muebles, la ley las declara susceptibles de
hipoteca (art. 2418); pero la Ley Nº 3.500 de Navegación (art. 2°) declara
hipotecables sólo las naves de más de 50 toneladas de registro. Podrán darse
en prenda las naves de menos de dicho tonelaje.
Prenda de cosa ajena
Sugiere el art. 2387 que no es viable la prenda de cosa ajena porque no puede
empeñar sino la persona "que tenga facultad de enajenarla".
Sin embargo, los arts. 2390 y 2391 reglamentan los efectos de la prenda de cosa
ajena, y de tales disposiciones resulta manifiesta su eficacia.
La prenda de cosa ajena produce efectos que pueden enfocarse desde un doble
punto de vista: a) con relación al dueño de la cosa; y b) entre las partes.
Los derechos del propietario tienen como límite la adquisición por prescripción
del derecho de prenda, por parte del acreedor prendario. Mero tenedor de la
cosa, el acreedor posee el derecho de prenda, susceptible de ganarse por
prescripción como los demás derechos reales (arts. 671 inc. 2º, y 2498, inc. 2º).
259
De este modo, enterado el acreedor de que la cosa fue tomada por la fuerza,
hurtada o perdida, debe advertir al dueño, dándole un plazo razonable para que
la reclame.
Especialidad de la prenda
260
Esta exigencia rige, también, para las prendas especiales.
Pueden ser caucionadas con prenda las obligaciones meramente naturales (art.
1472).
Las prendas especiales, en cambio, por regla general, no sirven para caucionar
sino ciertas obligaciones.
Especialidad de la prenda en relación con la obligación garantizada
La prenda garantizará, por lo común, deudas determinadas y específicas.
261
c) El art. 2401 establece que, extinguida la obligación, deberá el acreedor
restituir la prenda; pero podrá retenerla cuando tenga contra el mismo deudor
otros créditos que reúnan los caracteres que señala la disposición.
Si el legislador, interpretando la voluntad de las partes, establece que la prenda
se hará extensiva a otras obligaciones de las mismas partes, es lógico que el
mismo resultado pueda obtenerse por medio de una estipulación expresa.
262
podrá reclamar la restitución de la prenda en todo o parte, mientras no haya
pagado la totalidad de la deuda en capital e intereses, los gastos necesarios en
que haya incurrido el acreedor para la conservación de la prenda, y los perjuicios
que le hubiere ocasionado la tenencia".
El derecho de retención reporta considerables ventajas para el acreedor porque
inducirá al deudor a cumplir la obligación, condición indispensable para recobrar
la prenda, y porque hará expedito el ejercicio de los derechos de venta y pago
preferente.
Para que cese el derecho de retención la deuda debe ser satisfecha íntegramente, el
pago debe ser total.
Entre las reglas generales del pago, el art. 1591, inc. 2º, establece que "el pago
total de la deuda comprende el de los intereses e indemnizaciones que se
deban".
El art. 2396 reproduce esta regla. El derecho de retención del acreedor durará
hasta que se le pague: a) el capital; b) los intereses; c) los gastos de
conservación de la prenda; y d) los perjuicios ocasionados por su tenencia.
El acreedor que recibe un pago parcial no está obligado a restituir una parte
proporcionada de la cosa o cosas empeñadas, aunque éstas sean susceptibles de
división. Tiene derecho para retener la prenda por insignificante que sea la
parte insoluta de su crédito.
Reglas de excepción
263
El acreedor puede retener la prenda mientras no se le paga íntegramente;
cumplida la obligación, debe restituir.
El art. 2396, inc. 3º, establece: "Y si el acreedor abusa de ella perderá su derecho
de prenda, y el deudor podrá pedir la restitución inmediata de la cosa
empeñada".
264
Esta tercera excepción consiste en que el acreedor puede retener la prenda, pese a
que le fue satisfecha la obligación caucionada con ella.
Estos principios tienen una calificada excepción que el art. 2401 formula en
estos términos: "Satisfecho el crédito en todas sus partes, deberá restituirse la
prenda. Pero podrá el acreedor retenerla si tuviere contra el mismo deudor otro
créditos, con tal que reúnan los requisitos siguientes: 1º Que sean ciertos y
líquidos; 2° Que se hayan contraído después que la obligación para la cual se ha
constituido la prenda; 3º Que se hayan hecho exigibles antes del pago de la
obligación anterior".
A presta a B con prenda $ 200.000 a dos años plazo; pasados tres meses, le otorga
un nuevo préstamo por $ 100.000 a un año plazo, sin garantía.
Supone el legislador que entre las partes ha existido un acuerdo tácito para que
la prenda constituida para seguridad de la primera deuda garantice igualmente
la segunda. Por lo tanto, el acreedor tiene derecho para retener la prenda hasta el
pago de ambas obligaciones.
265
a) Es menester que la prenda se haya constituido por el propio deudor. No
tiene lugar si la prenda se constituyó por un tercero porque la prenda tácita se
funda en la presunta voluntad de las partes y es de suponer que el tercero que
empeñó un bien suyo en garantía de una deuda ajena no ha querido garantizar
las nuevas obligaciones que el deudor contraiga.
A prestó a B $ 200.000, sin garantía, a dos años plazo; luego le otorgó un nuevo
préstamo por $ 100.000 a un año plazo, con garantía prendaria. No es lícito al
acreedor retener la prenda para seguridad de la primera deuda.
d) Por último, es preciso que la nueva obligación se haga exigible "antes" del
pago de la anterior (art. 2401, Nº 3º).
Tiene el acreedor acción para recobrar la prenda, aun contra el propio deudor.
Pero el deudor puede excusarse de restituir pagando la deuda para cuya
seguridad se constituyó la prenda (art. 2393 inc. 2º).
266
El art. 2393, inc. 3°, añade: "Efectuándose este pago, no podrá el acreedor
reclamarla, alegando otros créditos, aunque reúnan los requisitos enumerados
en el art. 2401”.
El art. 891 establece que "los otros derechos reales pueden reivindicarse como el
dominio; excepto el derecho de herencia".
Por medio de la acción reivindicatoria el acreedor prendario pretenderá recobrar la
posesión del derecho de prenda. Como no se concibe que el acreedor pueda
poseer este derecho sino a condición de que detente la cosa, la acción
reivindicatoria, prácticamente, persigue recobrar la tenencia de la prenda.
Por este motivo, el art. 2393 dice simplemente: "Si el acreedor pierde la
tenencia de la prenda, tendrá acción para recobrarla, contra toda persona en
cuyo poder se halle, sin exceptuar al deudor que la ha constituido".
267
Sin embargo, en el ejercicio de este derecho, tiene el acreedor la limitación que
establece el art. 2393, inc. 2º: “Pero el deudor podrá retener la prenda pagando la
totalidad de la deuda para cuya seguridad fue constituida".
Se comprende que el acreedor carezca de acción para que se le restituya la
tenencia de la prenda si el deudor paga la deuda. El pago extingue la obligación y
extingue la prenda por vía consecuencial.
Para perseguir otros bienes del deudor, el acreedor dispone de la acción personal
que deriva de la obligación principal; para realizar la prenda, dispone de la
acción prendaria.
268
Las normas procesales aplicables se consignan en el Decreto Ley Nº 776, de 19
de diciembre de 1925, sobre Realización de Prenda.
De este modo, las disposiciones del Decreto Ley N° 776 son aplicables soló a la
prenda común y a la prenda mercantil.
El art. 2397 establece que el acreedor, además de pedir la venta de la prenda del
deudor moroso, puede solicitar que "a falta de postura admisible sea apreciada
por peritos y se le adjudique en pago, hasta concurrencia de su crédito".
269
Este derecho del acreedor prendario es prácticamente inoperante pues el
Decreto Ley Nº 776 (art. 5º) dispone que los bienes empeñados se realizarán sin
fijación de mínimo. Cuando hay un mínimo se concibe que no haya posturas
admisibles porque nadie este dispuesto a pagarlo.
Por de pronto, el art. 2397, inc. 1º, establece que el acreedor puede pedir la
venta de la prenda o la adjudicación, "sin que valga estipulación alguna en
contrario".
El art. 1º del Decreto Ley Nº 776 es aún más perentorio y pone de relieve la
ineficacia de todo acto, celebrado al tiempo de constituirse la prenda o a
posteriori: "Tampoco podrá estipularse, así a la fecha del contrato principal como
en ningún momento posterior, que el acreedor tenga la facultad de disponer de la
prenda, de apropiársela o de realizarla en otra forma que la prescrita en esta ley".
Repudio del pacto comisorio
En términos amplios, se denomina pacto comisorio la estipulación que autoriza
al acreedor para apropiarse o realizar la prenda en forma diversa de la prevista por
la ley.
La prohibición de este pacto, "célebre entre todos en los anales de la usura", se
justifica fácilmente. Pretende la prohibición amparar al deudor contra acreedores
implacables e impedir que la avaricia explote a la miseria.
Por infringir la prohibición serían nulos:
270
b) la estipulación por la que el acreedor quede facultado para vender la prenda en
venta privada;
Agrega la disposición: "Las cantidades que se perciban las aplicará, sin las
formalidades de los artículos anteriores, al pago de su propio crédito si éste fuere
de igual naturaleza, y en seguida, rendirá cuenta al deudor".
271
La prenda otorga al acreedor prendario la ventaja de pagarse de su crédito con
el producto de la realización de la prenda, con preferencia a otros acreedores.
El art. 555 del Código de Comercio establece que la cosa asegurada es subrogada
por la cantidad asegurada, para los efectos de hacer valer sobre ella los privilegios
constituidos sobre la primera.
Pluralidad de prendas
272
En la prenda común no hay posibilidad de constituir varias prendas sobre los
mismos bienes; la cosa entregada a un acreedor no puede entregarse a otro u
otros.
273
En las prendas especiales suele originarse un conflicto entre los derechos del acreedor
prendario con los de los acreedores hipotecarios y de los arrendadores que gozan del
derecho legal de retención.
a) Los conflictos con los acreedores hipotecarios son consecuencia de que las
prendas especiales pueden recaer sobre inmuebles por destinación o adherencia a los
que se extiende igualmente la hipoteca del fundo.
Buena parte de los bienes susceptibles de darse en prenda agraria son bienes de
aquellos a que se extiende la hipoteca (art. 2420).
El art. 4º de la Ley Nº 4.097 dispone: "Para constituir prenda agraria sobre las cosas
inmuebles por destinación o naturaleza, señaladas en el art. 2º, no será necesario el
acuerdo del acreedor a cuyo favor exista constituida hipoteca sobre los inmuebles a que
se hayan incorporado los bienes materia de la prenda, y el crédito prendario gozará de
preferencia en estos bienes, sobre el acreedor hipotecario”.
La solución debe ser la misma para la prenda industrial. El art. 2420 permite, no
obstante la hipoteca, enajenar los bienes inmuebles por destinación que, de este modo,
dejan de estar hipotecados. Con mayor razón podrán ser dados en prenda.
El art. 8º de la Ley Nº 4.702 sobre prenda de las compraventas a plazo establece: "A la cosa
dada en prenda, que adquiere la calidad de inmueble por destinación, no le afectará
ninguna hipoteca o gravamen sobre el inmueble, sin previo consentimiento del
acreedor prendario”.
b) El conflicto con el arrendador se produce cuando el deudor es arrendatario de la
propiedad en que se guardan las cosas empeñadas.
274
Por su parte, el art. 9º de la Ley Nº 4.702 dice: "El acreedor prendario podrá
ejercitar su derecho con preferencia al de retención que corresponda al
arrendador, siempre que la prenda se haya constituido con anterioridad al
ejercicio de este último derecho".
El art. 2396 precisa los caracteres de estos gastos para que el acreedor tenga
derecho a reclamar su reembolso y para retener la prenda mientras se le
paguen: ha de tratarse de "gastos necesarios en que haya incurrido el acreedor
para la conservación de la prenda".
Pago de perjuicios
Tiene el acreedor derecho, asimismo, para que se le paguen "los perjuicios que
le hubiere ocasionado la tenencia" (art. 2396).
275
El deudor conserva el dominio de la cosa empeñada y, como lógica
consecuencia, le pertenecen los aumentos que experimente.
Esta regla tiene una excepción que consagra el propio 2403: "Si la prenda ha
dado frutos, podrá imputarlos al pago de la deuda dando cuenta de ellos y
respondiendo del sobrante".
Con razón el Código francés autoriza al acreedor para retener los frutos e
imputarlos a su crédito, "cuando se trata de un crédito dado en prenda y que
este crédito produce intereses" (art. 2081).
Aplicando las reglas del depósito (arts. 2220 y 2221) se concluye que el acreedor
podrá excepcionalmente usar de la prenda:
276
a) cuando el deudor le haya autorizado;
c) cuando se trate de dinero que no se entregue en arca cerrada, cuya llave conserve
el deudor, o con otras precauciones que hagan imposible tomarlo sin fractura.
277
d) Puede el deudor vender la prenda o constituir, a favor de terceros, derechos
al goce o tenencia de la misma (art. 2404).
278
En la ley Nº 18.112, art. 15, el acreedor prendario tiene derecho para
inspeccionar en cualquier momento, por sí o por delegado, los efectos dados en
prenda. En caso de oposición de parte del constituyente para que se verifique
la inspección, tendrá derecho el acreedor para pedir la inmediata enajenación
de la prenda, siempre que requerido judicialmente el constituyente insistiere en
su oposición.
Extinción de la-prenda
La prenda, del mismo modo que la fianza, puede extinguirse por vía
consecuencial y por vía principal o directa.
Por vía de consecuencia se extingue la prenda cada vez que se extingue la
obligación principal; aquélla no puede subsistir sin ésta.
Interesa sólo considerar los modos característicos de extinguirse la prenda por
vía directa o principal.
279
Pero es posible que el derecho del acreedor prendario sobreviva a la destrucción
total de la prenda. Por ejemplo, si la prenda se encuentra asegurada, el acreedor
puede hacer valer su derecho de pago preferente sobre la indemnización del
seguro. La cosa asegurada es subrogada por la cantidad asegurada para el efecto
de hacer valer sobre ésta los privilegios constituidos sobre aquélla (art. 555 del C. de
Comercio).
Adquisición por el acreedor del dominio sobre la prenda
280
Por último el deudor puede pedir la restitución inmediata de la cosa empeñada
si el acreedor abusa de ella.
LA HIPOTECA
Concepto
El art. 2407 define la hipoteca: “La hipoteca es un derecho de prenda,
constituido sobre inmuebles que no dejan por eso de permanecer en poder del
deudor”
Meza Barros dice que la hipoteca es un derecho real que grava un inmueble,
que no deja de permanecer en poder del constituyente, para asegurar el
cumplimiento de una obligación principal, otorgando al acreedor el derecho de
perseguir la finca en manos de quien quiera que la posea y de pagarse
preferentemente con el producto de la realización.
Caracteres de la hipoteca
La hipoteca es un derecho real e inmueble; es igualmente un derecho accesorio.
La cosa hipotecada permanece en poder del deudor. La hipoteca, además, genera
un derecho de preferencia y es indivisible.
El art. 577 enumera la hipoteca entre los derechos reales. Consecuencia de este
carácter es el derecho de persecución de que está dotado el acreedor
281
hipotecario que le habilita para perseguir la finca en mano de quien quiera que la
posea y a cualquier titulo que la haya adquirido (art. 2428).
Tiene la hipoteca carácter inmueble, cualquiera que sea la naturaleza del crédito
garantizado.
282
A pesar de su carácter accesorio, la hipoteca puede separarse de la obligación
principal y adquirir una relativa independencia.
- Así, la hipoteca puede garantizar obligaciones futuras. El art. 2413, inc. 3°,
establece que la hipoteca podrá otorgarse "en cualquier tiempo antes o después
de los contratos a que acceda, y correrá desde que se inscriba".
La hipoteca podrá inscribirse, entre tanto, sin esperar que la obligación futura
llegue a existir.
283
Esta característica de la hipoteca constituye una positiva ventaja para el deudor;
éste conserva la facultad de gozar de la finca y aun de disponer de ella (art. 2415).
Preferencia de la hipoteca.
Indivisibilidad de la hipoteca.
Por de pronto, en caso de ser varios los deudores, el acreedor podrá dirigir la
acción hipotecaria contra aquel de los codeudores que posea, en todo o parte,
la finca hipotecada (art. 1526, N° 1°).
En caso de dividirse la finca hipotecada, cada uno de los lotes o hijuelas queda
gravado con el total de la deuda.
284
b) La extinción parcial del crédito no libera proporcionalmente el inmueble
hipotecado. La extinción parcial de la deuda deja subsistente la hipoteca en su
totalidad.
Como consecuencia el art. 1526, N° 1°, dispone: “El codeudor que ha pagado su
parte de la deuda, no puede recobrar la prenda u obtener la cancelación de la
hipoteca, ni aun en parte, mientras no se extinga el total de la deuda; y el
acreedor a quien se ha satisfecho su parte del crédito, no puede remitir la
prenda o cancelar la hipoteca, ni aun en parte, mientras no hayan sido
enteramente satisfechos sus coacreedores”.
Clases de hipoteca
Para nuestro Código Civil todas las hipotecas son convencionales. El Código de
Procedimiento Civil creó una hipoteca legal, en el caso previsto en el art. 662. La
hipoteca judicial es desconocida en nuestra legislación.
En efecto, el art. 660 de dicho Código establece que, salvo acuerdo unánime de
los interesados, todo comunero que reciba en adjudicación bienes por un valor que
exceda del 80% de lo que le corresponda, según cálculos que hará prudencialmente
el partidor, deberá pagar el exceso de contado.
Y el art. 662 añade: "En las adjudicaciones de propiedades raíces que se hagan
a los comuneros durante el juicio divisorio o en la sentencia final, se entenderá
constituida hipoteca sobre las propiedades adjudicadas, para asegurar el pago de
285
los alcances que resulten en contra de los adjudicatarios, siempre que no se
pague de contado el exceso a que se refiere el art. 660”.
b) que el valor de la adjudicación exceda del 80% del haber probable del
adjudicatario; y
En lo demás, la hipoteca legal está sujeta a las mismas reglas que la hipoteca
convencional.
286
Forma como los incapaces suplen su incapacidad para hipotecar
No debe entenderse que a los incapaces de enajenar les está totalmente vedado
hipotecar. Ha de entenderse que no pueden constituir hipoteca por sí mismos, sino
con sujeción a las formalidades que, en cada caso, señala la ley.
Los inmuebles del hijo sujeto a patria potestad no pueden hipotecarse sin
autorización judicial, aunque pertenezcan a su peculio profesional (art. 254).
Análoga regla rige para los pupilos. Sus bienes no podrán hipotecarse sino previo
decreto judicial, expedido “por causa de utilidad o necesidad manifiesta” (art. 393).
Y el art. 2410 añade: “La hipoteca deberá además ser inscrita en el Registro
Conservatorio; sin este requisito no tendrá valor alguno; ni se contará su fecha sino
desde la inscripción".
287
a) Cabe recordar las palabras del Mensaje: “La transferencia y transmisión del
dominio, la constitución de todo derecho real exceptuadas, como he dicho, las
servidumbres, exige una tradición; y la única forma de tradición que para estos
actos corresponde es la inscripción en el Registro Conservatorio. Mientras ésta no
se verifica, un contrato puede ser perfecto, puede producir obligaciones y
derechos entre las partes, pero no transfiere el dominio, no transfiere ningún
derecho real, ni tiene respecto de terceros existencia alguna”.
d) El art. 767 establece que el usufructo sobre bienes raíces “no valdrá si no se
otorgare por instrumento público inscrito”.
Al respecto dice Claro Solar: “La inscripción no es una solemnidad del acto de
constitución del usufructo que queda perfecto con el otorgamiento de la
escritura pública”. Y agrega: “En realidad la solemnidad de la constitución del
usufructo que haya de recaer sobre bienes raíces es la escritura pública a que
debe reducirse el acto entre vivos; y la inscripción es el modo de adquirir”. El
mismo razonamiento cabe en la hipoteca.
288
Enunciaciones de la inscripción.
Pero la inscripción debe hacerse, en general, con los que suministra el título. El
art. 82 del Reglamento del Conservador establece que la falta absoluta de alguna de
las designaciones legales sólo podrá subsanarse por escritura pública.
La inscripción debe expresar (art. 2432 del C.C. y art. 81 del Reglamento):
Las personas jurídicas serán designadas por su denominación legal o popular y por
el lugar de su establecimiento; expresará la inscripción, además, el nombre,
apellido, domicilio y profesión de sus representantes legales o apoderados.
289
Del art. 2433 se desprende que la fecha y la firma del Conservador son
requisitos esenciales de la inscripción. La omisión de las restantes
enunciaciones no anulará la inscripción, “siempre que por medio de ella o del
contrato o contratos citados en ella, pueda venirse en conocimiento de lo que
en la inscripción se eche de menos”.
Con arreglo a lo prevenido en el art. 2418, “la hipoteca no podrá tener lugar
sino sobre bienes raíces que se posean en propiedad o usufructo, o sobre naves”.
También son hipotecables las pertenencias mineras. El art. 217 del Código de
Minería dispone que la hipoteca sobre concesión minera se rige por las mismas
disposiciones que la hipoteca sobre los demás bienes raíces y, especialmente,
por las que dispone ese Código.
290
La hipoteca afecta a la propiedad plena. La nuda propiedad se ha incrementado
con las facultades de uso y goce de que estaba separada y la hipoteca se extiende
a los aumentos que experimente la cosa hipotecada (Somarriva).
Hipoteca de naves
Cabe destacar que sólo son susceptibles de hipotecarse las naves mayores, esto es,
las de más de 50 toneladas de registro grueso (art. 4º del D.L. Nº 2.222 Ley de
Navegación). Las naves menores sólo pueden constituirse en prenda.
291
El art. 866 del Código de Comercio dispone que las naves y artefactos navales
mayores podrán ser gravados con hipoteca, siempre que se encuentren
debidamente inscritos en los respectivos Registros de Matrícula de la República.
Pueden hipotecarse no sólo los bienes presentes sino, también, los bienes
futuros.
El art. 2419 dispone: “La hipoteca de bienes futuros sólo da al acreedor el derecho
de hacerla inscribir sobre los inmuebles que el deudor adquiera en lo sucesivo y a
medida que los adquiera”.
Hipoteca de cuota
292
El comunero puede reivindicar y vender su cuota (arts. 892 y 1812). El art. 2417
establece que el comunero puede, asimismo, “antes de la división de la cosa
común, hipotecar su cuota”.
Pero la hipoteca de cuota tiene una existencia precaria. Supone, para que sea eficaz,
que se adjudiquen al comunero en la división de la cosa común, bienes
hipotecables. En caso contrario, caducará la hipoteca.
Por lo tanto, si los bienes hipotecables de los que se hipotecó una cuota se han
adjudicado a otro u otros comuneros, la hipoteca habrá sido constituida por
alguien que no ha tenido nunca ningún derecho.
Con todo, podrá subsistir la hipoteca sobre bienes adjudicados a otros partícipes,
“si éstos consintieren en ello y así constare por escritura pública, de que se
tome razón al margen de la inscripción hipotecaria” (art. 2417, inc. 2°).
293
Si el derecho del constituyente está limitado por una condición resolutoria, la
resolución de su derecho no extinguirá la hipoteca sino con arreglo a lo
dispuesto en el art. 1491, o sea, en perjuicio únicamente del acreedor
hipotecario de mala fe.
294
Pero son muchas y valiosas las razones para pensar que es válida la hipoteca de la
cosa ajena (Somarriva).
295
El art. 2417 suministra una prueba concluyente de que ésta es la solución
correcta. La hipoteca constituida por el comunero a quien, a la postre, no se
adjudican bienes hipotecables, subsiste si los otros partícipes consienten en ello.
“La ley quiere que el contrato hipotecario esté concebido de modo que permita
conocer de una manera exacta la extensión de la brecha que la constitución de
la hipoteca abre en el crédito hipotecario del deudor”, dice Baudry-Lacantinerie.
Para este fin es preciso que se conozca con exactitud, por una parte, cuáles son
los bienes gravados con la hipoteca y, por la otra, la naturaleza y monto de los
créditos que garantiza.
La obligación a que accede la hipoteca puede ser civil o natural (art. 1472).
Pueden, asimismo, caucionarse con hipoteca obligaciones futuras.
296
El art. 2413, inc. 3°, previene que la hipoteca podrá otorgarse “en cualquier tiempo
antes o después de los contratos a que accede, y correrá desde que se inscriba”.
La afirmativa no es dudosa.
b) Por otra parte, el art. 2427, en caso de que la finca se pierda o deteriore en
forma de no ser suficiente para seguridad de la deuda, permite que el acreedor
impetre medidas conservativas, “si la deuda fuere ilíquida, condicional o
indeterminada”.
297
curador rinda previamente fianza que puede reemplazarse por una “hipoteca
suficiente” (art. 376). Asimismo, el usufructuario no podrá tener la cosa
fructuaria, “sin haber prestado caución de conservación y restitución” (art. 775).
Para evitar una incertidumbre que puede ser gravemente perjudicial para su
crédito, “el deudor tendrá derecho a que se reduzca la hipoteca a dicho importe”,
o sea, el doble del valor conocido o presunto de la obligación caucionada.
Obtenida la reducción, se hará a costa del deudor una nueva inscripción, “en
virtud de la cual no valdrá la primera sino hasta la cuantía que se fijare en la
segunda” (art. 2431, inc. 2º).
298
a) La hipoteca puede constituirse antes que la obligación principal y el art. 2413 inc.
3º no deja dudas acerca de que es posible inscribirla, antes de que exista la
obligación caucionada.
b) Si bien el art. 2432, Nº 2º, establece que la inscripción debe expresar la fecha y
la naturaleza del contrato a que accede la hipoteca ello sólo será posible cuando
el contrato sea contemporáneo o anterior a la hipoteca. En otros términos, la
exigencia del Nº 2º del art. 2432 deberá cumplirse cuando ello sea prácticamente
posible.
Efectos de la hipoteca
299
encuentran permanentemente destinados al uso, cultivo y beneficio del
inmueble, sin embargo de que puedan separarse sin detrimento (art. 570).
Importa destacar que no sólo resultan gravados los inmuebles por destinación
que existían en la finca al tiempo de constituirse la hipoteca, sino también los
que adquieren este carácter con posterioridad. La ley no distingue.
La solución es lógica. Si el dueño puede enajenar los bienes y sustraerlos de la hipoteca, con
mayor razón podrá empeñarlos, aunque con ello se menoscabe la garantía hipotecaria.
Aumentos y mejoras.
Con arreglo al art. 2421, “la hipoteca se extiende a todos los aumentos y
mejoras que reciba la cosa hipotecada”.
300
Si se hipoteca la nuda propiedad y luego se consolida con el usufructo, la
hipoteca gravará la propiedad plena.
El derecho del acreedor hipotecario sobre las rentas sólo se hace presente cuando,
exigible la obligación principal deduce su acción hipotecaria y embarga las rentas. Con
tales rentas podrá hacerse pago y gozará en estos bienes de igual preferencia que
respecto de la finca misma.
Concordante con esta disposición, el art. 555 del Código de Comercio dispone: “La
cosa que es materia del seguro es subrogada por la cantidad asegurada para los
efectos de ejercitar sobre ésta los privilegios e hipotecas constituida sobre aquélla”.
El art. 924 del Código de Procedimiento Civil dispone que no será obstáculo para
la expropiación la existencia de hipoteca u otros gravámenes que afecten a la cosa
expropiada.
El acreedor hipotecario, en tal caso, hará valer sus derechos sobre el precio de la
expropiación.
301
Limitaciones de la facultad de disposición.
El art. 2415 dispone: “El dueño de los bienes gravados con hipoteca podrá
siempre enajenarlos o hipotecarlos, no obstante cualquiera estipulación en
contrario”.
Por el mismo motivo, puede constituir el dueño varias hipotecas; las hipotecas más
antiguas prefieren a las más recientes (art. 2477).
Muchos sostienen que no porque la constitución de otros derechos reales, como los
mencionados, menoscaba la garantía y perjudica al acreedor hipotecario.
Por otra parte, nadie puede transferir más derechos que los que tiene. El dueño de la
finca tiene limitado su derecho de dominio; los derechos que constituya deben
estar sujetos a la misma limitación.
El art. 1368 aplica estas normas y plantea, en suma, el caso de que el testador
constituya un usufructo sobre un bien gravado con hipoteca. Tendrá lugar,
entonces, lo prevenido en el art. 1366 (art. 1368, N° 3°). El usufructo constituido
sobre la finca no afecta al acreedor hipotecario, éste ejercita su derecho sin
considerar la existencia del usufructo. El usufructuario que en virtud de una
hipoteca ha pagado una deuda hereditaria con que el testador no haya
expresamente querido gravarle, es subrogado por la ley en la acción del
acreedor contra los herederos.
302
Conserva el constituyente la tenencia de la cosa hipotecada con las facultades
de uso y goce de la misma. Pero no es lícito al constituyente de la hipoteca
ejercitar estas facultades en forma arbitraria y perjudicial para el acreedor.
Para combatir un uso y goce abusivos tiene el acreedor las facultades que le
otorga el art. 2427: “Si la finca se perdiere o deteriorare en términos de no ser
suficiente para la seguridad de la deuda, tendrá derecho el acreedor a que se
mejore la hipoteca, a no ser que consienta en que se le dé otra seguridad
equivalente; y en defecto de ambas cosas, podrá demandar el pago inmediato
de la deuda líquida, aunque esté pendiente el plazo, o implorar las providencias
conservativas que el caso admita, si la deuda fuere ilíquida, condicional o
indeterminada”.
No importa, pues, que la cosa disminuya de valor. Aunque esta disminución sea
considerable, puede no hacer insuficiente la garantía. No tendrá aplicación la
regla del art. 2427 si la finca, pese a los deterioros, conserva un valor bastante
para asegurar el cumplimiento de la obligación.
303
a) Puede el acreedor demandar, en primer término, “que se mejore la
hipoteca”; el acreedor puede solicitar, en otras palabras, que se le dé un
suplemento de hipoteca, o sea, que se le otorgue una nueva hipoteca.
a) Derecho de venta;
b) Derecho de persecución; y
c) Derecho de preferencia.
a) Derecho de venta
304
El art. 2424 dispone: “El acreedor hipotecario tiene para hacerse pagar sobre las
cosas hipotecadas los mismos derechos que el acreedor prendario sobre la
prenda”.
Los bienes se venden en pública subasta, ante el juez que conoce del juicio
ejecutivo o ante el tribunal en cuya jurisdicción se encuentren los bienes
hipotecados (art. 485 del C.P.C.).
Carece de sentido el derecho de pedir que los bienes se tasen, puesto que han
debido ser previamente tasados.
305
La aplicación a la hipoteca de la norma del art. 2397 importa que es
igualmente nulo el pacto comisorio en este contrato.
Pero como es lógico, cuando el acreedor persigue otros bienes del deudor, no
goza de la preferencia que la ley le confiere, si el bien en que pretende hacer
efectivo su crédito no es precisamente la finca hipotecada.
Dispone el acreedor para perseguir otros bienes del deudor de la acción personal
derivada de la obligación caucionada. En el ejercicio de esta acción, el acreedor
no goza de preferencia, es reputado un acreedor común. Así lo establece
expresamente el art. 2425: “aquélla -la acción hipotecaria- no comunica a ésta
-la acción personal- el derecho de preferencia que corresponde a la primera”.
b) Derecho de persecución.
Concepto
306
La enajenación no afecta al derecho de hipoteca ni a la acción hipotecaria. La
hipoteca es un derecho real y sigue a la finca. La acción hipotecaria podrá dirigirse
contra el actual propietario.
El art. 2429 reputa tercer poseedor a la persona perseguida por el acreedor para
el pago de la hipoteca constituida sobre una finca “que después pasó a sus manos
con este gravamen”.
307
Si el inmueble ha sido adquirido a título de herencia, el heredero será también un
deudor personal, como lo era el causante cuyo lugar ocupa, confundiéndose sus
patrimonios.
308
La persona que constituye hipoteca sobre un bien propio en garantía de una
deuda ajena es, también, por regla general, un tercer poseedor.
El art. 2414, inc. 2°, autoriza para dar en hipoteca bienes propios para caucionar
obligaciones ajenas y añade que “no habrá acción personal contra el dueño, si éste
no se ha sometido expresamente a ella”.
El inc. 1º del art. 2430 repite innecesariamente la misma regla: “El que hipoteca
un inmueble suyo por una deuda ajena, no se entenderá obligado
personalmente, si no se hubiere estipulado”.
A falta de convenio expreso entre las partes, el que hipoteca su finca para
seguridad de la deuda de otro no responde sino propter rem, esto es, sólo con
el producto de la realización de la finca hipotecada.
Acción de desposeimiento
309
El Código de Procedimiento Civil ha reglamentado, en el Título XVIII del
Libro III, la ritualidad de la acción de desposeimiento contra el tercer
poseedor de la finca hipotecada o acensuada.
El art. 758 del Código de Procedimiento Civil dispone que, para hacer efectiva
la hipoteca, cuando la finca gravada se posea por otro que el deudor principal,
“se notificará previamente al poseedor, señalándole un plazo de diez días para
que pague la deuda o abandone ante el juzgado la propiedad hipotecada”.
En el referido plazo de diez días, el tercer poseedor podrá adoptar una de estas
tres actitudes: pagar la deuda, abandonar la finca o guardar silencio, esto es, ni
pagar ni abandonar. Propiamente, en este último caso tiene lugar el
desposeimiento.
El tercer poseedor que paga la deuda satisface una obligación ajena y debe ser
reembolsado por el deudor personal.
310
El abandono de la finca no importa el abandono del dominio de la misma. El tercer
poseedor conserva el dominio y aun la posesión de la finca.
Por último, podrá suceder que el tercer poseedor no pague ni abandone la finca.
En este último caso, “podrá desposeérsele de la propiedad hipotecada para hacer
con ella pago al acreedor” (art. 759, inc. 1°, del C.P.C.).
El art. 2429, inc. 1°, establece que el tercer poseedor que ha adquirido un inmueble
hipotecado “no tendrá derecho para que se persiga primero a los deudores
personalmente obligados”.
311
La regla es aplicable también al que hipoteca un inmueble propio en garantía de
una deuda ajena. El art. 2430, inc. 2°, dispone que “sea que se haya obligado
personalmente o no, se le aplicará la disposición del artículo precedente” (La
redacción del artículo no es feliz. El obligado personalmente no podría, en ningún caso,
oponer el beneficio excusión; de nada le serviría escapar a la acción real hipotecaria si debe
sucumbir a la acción personal, que podrá hacerse efectiva en todos sus bienes, inclusive la
finca hipotecada).
No todo adquirente de una finca gravada con hipoteca está expuesto al derecho
de persecución.
c) Derecho de preferencia.
Carácter de la preferencia
312
La hipoteca pertenece a la tercera clase de créditos, de acuerdo con lo
dispuesto en el art. 2477.
Pluralidad de hipotecas.
313
expresar la hora de la presentación del título (art. 24 del Reglamento del
Conservador).
Posposición de la hipoteca
Nada impide que el acreedor renuncie a la prioridad que la ley le otorga para
pagarse de su crédito y acepte voluntariamente desmejorar su situación.
Extinción de la hipoteca
Por vía de consecuencia se extingue la hipoteca cada vez que se extinga, por los
modos generales de extinguirse las obligaciones, la obligación principal.
El art. 2434, inc. 1°, dispone: “La hipoteca se extingue junto con la obligación
principal”.
El art. 2434, inc. 2°, previene que la hipoteca se extingue “por resolución del
derecho del que la constituyó”.
314
Evento de la condición resolutoria o llegada del plazo.
La hipoteca misma puede estar sujeta a modalidades. El art. 2413 dispone: “La
hipoteca podrá otorgarse bajo cualquier condición, y desde o hasta cierto día”.
En efecto, el art. 1610, N° 2°, establece que se opera una subrogación legal en favor
del que habiendo comprado un inmueble es obligado a pagar a los acreedores a
quienes el inmueble está hipotecado.
315
para todos los efectos legales. De esta manera, los derechos del expropiado
quedan radicados únicamente en la indemnización. Como la indemnización
pagada al expropiado se subroga legalmente al bien raíz, los derechos reales del
acreedor hipotecario quedan radicados (por subrogación real), también en la
indemnización.
El art. 2434, inc. 3°, dispone que la hipoteca se extingue “por la cancelación que
el acreedor otorgare por escritura pública, de que se tome razón al margen de
la inscripción respectiva”.
Purga de la hipoteca
Pública subasta
316
En otros términos, debe tratarse de una venta forzada, como consecuencia de un
litigio. No quedan purgadas las hipotecas si la venta es voluntaria, aunque se
verifique ante el juez, en subasta pública.
La citación tiene por objeto que los acreedores hagan valer sus derechos para
pagarse según el orden que corresponda y adopten las medidas que juzguen
adecuadas para que la finca se realice en el mejor precio posible.
El art. 2428, inc. 3°, previene que la subasta debe efectuarse “con citación
personal” de los acreedores. En otros términos, los acreedores hipotecarios
deben ser notificados personalmente, conforme a las normas del Código de
Procedimiento Civil.
El precio de la subasta debe consignarse a la orden del juez por cuya orden se
efectuó.
Con los fondos consignados, los acreedores hipotecarios “serán cubiertos sobre el
precio del remate en el orden que corresponda” (art. 2428, inc. 3°).
317
Consecuencias de la falta de citación oportuna de los acreedores
Supóngase que son tres los acreedores hipotecarios, que sus créditos ascienden a
$500.000 cada uno y que la subasta produjo $1.000.000. Practicada
debidamente la citación, se pagarán los dos primeros acreedores y el tercero,
aunque impago, verá extinguido su derecho de hipoteca. El subastador adquirirá
la finca libre de gravamen y podrá pedir que se cancelen las inscripciones
correspondientes.
318
La reforma no consiste en que sólo deben ser citados para la subasta los
acreedores de grado preferente. Debe citarse a todos los acreedores de grado
anterior o posterior al que insta por la realización de la finca.
El art. 492, inc. 2°, del Código de Procedimiento Civil, añade: “No diciendo
nada, en el término de emplazamiento, se entenderá que optan por pagarse
sobre el precio de la subasta”.
Dos condiciones son indispensables para que los acreedores hipotecarios de grado
preferente puedan ejercitar la opción.
b) Pueden los acreedores hipotecarios de grado preferente optar por conservar sus
hipotecas “siempre que sus créditos no estén devengados”. En otros términos, el
acreedor cuyo crédito es exigible sólo puede exigir el pago con el producto del
remate.
LOS CUASICONTRATOS
Concepto.
Los arts. 1437 y 2284 dan del cuasicontrato un concepto que es tradicional. La
primera de estas disposiciones establece que las obligaciones nacen “de un
hecho voluntario de la persona que se obliga, como en la aceptación de una
herencia o legado, y en todos los cuasicontratos”. La segunda añade que “las
obligaciones que se contraen sin convención” pueden tener origen en el “hecho
voluntario de una de las partes” que, si es lícito, constituye un cuasicontrato.
319
De tales disposiciones resulta que el Código concibe el cuasicontrato como un
hecho voluntario, no convencional y lícito que produce obligaciones.
El hecho que le da origen es lícito y por ello se diferencia del delito y del
cuasidelito, hechos igualmente voluntarios, pero ilícitos.
320
b) Planiol niega que el cuasicontrato sea un hecho voluntario, tanto porque
no hay una voluntad deliberada que genere la obligación que se impone al
autor del acto, como porque suele resultar obligado quien no la ha expresado
de ningún modo.
Principales cuasicontratos
321
c) De conformidad a lo prescrito en el art. 173 del Código de Minería, por el
hecho de que se inscriba un pedimento o una manifestación formulado en
común por dos o más personas, o por el hecho de que, a cualquier otro título,
se inscriba cuota de una concesión minera que estaba inscrita a nombre de una
sola persona, nace una sociedad minera que, por el solo ministerio de la ley,
forma una persona jurídica.
Más aún, se considera el enriquecimiento injusto, ilegítimo o sin causa como una
fuente de obligaciones. Tal es el criterio de algunos Códigos modernos.
Pero puede este fenómeno producirse sin causa justificada, sin un motivo
valedero, como si una persona paga lo que realmente no debe. El que recibe el
pago se enriquece a expensas del que lo efectúa, sin motivo plausible,
injustamente.
En tal caso se produce un enriquecimiento sin causa. Para reparar esta injusta
lesión, análoga a la que ocasiona el delito o cuasidelito, sólo cabe un remedio:
dotar a la victima de una acción para obtener la reparación contra el injustamente
enriquecido y reputar el enriquecimiento sin causa como una fuente de
obligaciones. Esta acción se denomina in rem verso.
322
Nuestro Código no contiene ninguna disposición que consagre, con caracteres
de generalidad, el enriquecimiento sin causa como fuente de obligaciones.
c) Por análogo motivo los actos ejecutados por el marido dan a los acreedores
acción sobre los bienes de la mujer, cuando el acto cede en utilidad personal de
ésta y hasta concurrencia del beneficio que obtenga.
d) En idéntico principio se funda la regla del art. 1688, que obliga al incapaz, en
caso de nulidad del acto o contrato, a restituir aquello en que se hubiere hecho
más rico.
Legislación comparada
Así, el art. 62 del Código Federal suizo expresa: “El que sin causa legítima se ha
enriquecido a expensas de otro, es obligado a restituir”. Véase, también, el art.
812 del Código Civil alemán.
323
a) que una persona se haya enriquecido;
b) que haya un empobrecimiento correlativo de otra.
c) que el enriquecimiento sea injusto, ilegítimo o sin causa; y
d) que la víctima no tenga otro medio que la acción de in rem verso para obtener la
reparación.
El requisito más típico es, sin duda, que el enriquecimiento sea injusto,
ilegítimo, sin causa. El enriquecimiento debe carecer de un título que lo
justifique: venta, donación, etc.
324
d) Carácter subsidiario de la acción de in rem verso.
Es preciso que el actor carezca de otro medio para obtener una adecuada
satisfacción. La acción de in rem verso tiene, en consecuencia, un carácter
subsidiario.
De otro modo, la acción entraría en conflicto con la mayor parte de los demás
medios, bajo cuyo amparo podría obtenerse el resultado perseguido.
Efectos de la acción
Concepto
325
La intrusión del gerente debe ser espontánea
Pero el art. 2123 establece que el encargo que constituye el objeto del mandato
puede hacerse “aun por la aquiescencia tácita de una persona a la gestión de sus
negocios por otra”.
326
El gestor sólo tiene derecho a reclamar aquello en que, gracias a su gestión, el
interesado se haya hecho más rico, con tal que esta utilidad exista al momento de
demandarle.
El art. 2291 dispone: “El que administra un negocio ajeno contra la expresa
prohibición del interesado, no tiene demanda contra él, sino en cuanto esa
gestión le hubiere sido efectivamente útil, y existiere la utilidad al tiempo de la
demanda”.
Pero como, con todo, de la gestión que contraviene su prohibición expresa puede
seguirse un beneficio para el interesado, la equidad requiere que este
enriquecimiento no se produzca a expensas del gestor.
Por este motivo, la ley otorga al gestor la acción de in rem verso, aunque limitada
a la utilidad existente al tiempo de la demanda.
Como ejemplo de gestión útil que autoriza el ejercicio de esta acción, el art. 2291
señala “la extinción de una deuda, que sin ella hubiera debido pagar el
interesado”.
El art. 2291 concluye: “El juez, sin embargo, concederá en este caso al interesado
el plazo que pida para el pago de la demanda y que por las circunstancias del
demandado parezca equitativo”.
Prevé la ley el caso de que una persona crea equivocadamente hacer su propio
negocio y en verdad gestione un negocio ajeno.
327
La solución es muy semejante al caso de que se gestione un negocio ajeno contra
la expresa prohibición del interesado.
Dispone el gestor sólo de la acción de in rem verso para reclamar aquello en que la
gestión haya hecho más rico al interesado y con tal que subsista esta utilidad al
tiempo de reclamar el reembolso.
Por este motivo, previene el art. 2293: “El que creyendo hacer el negocio de
una persona, hace el de otra, tiene respecto de ésta los mismos derechos y
obligaciones que habría tenido si se hubiese propuesto servir al verdadero
interesado”.
Sustancialmente diversas son las reglas que regulan la capacidad del agente
oficioso y del interesado.
El gerente debe ser capaz; sería una flagrante contradicción que un incapaz no
pudiera obligarse en virtud de un contrato y que, en cambio, pudiera resultar
obligado en razón de un cuasicontrato.
328
En principio, no puede parecer en juicio por otra persona sino su mandatario.
Sin embargo, puede admitirse la comparecencia de una persona que obre sin
mandato a beneficio de otro. Para ello es menester que el compareciente ofrezca
garantía de que el interesado aprobará lo que haya hecho en su nombre.
El art. 2286 destaca claramente que el agente siempre se obliga para con el
interesado, pero que el interesado se obliga para con el agente sólo “en ciertos
casos”.
En efecto, el art. 2288, inc. 2°, dispone: “Si se ha hecho cargo de ella para salvar
de un peligro inminente los intereses ajenos, sólo es responsable del dolo o de la
culpa grave; y si ha tomado voluntariamente la gestión, es responsable hasta de la
culpa leve; salvo que se haya ofrecido a ella, impidiendo que otros lo hiciesen, pues
en este caso responderá de toda culpa”.
b) El agente debe hacerse cargo “de todas las dependencias del negocio” (art.
2289, inc. 1°).
329
Por consiguiente, no puede limitar su gestión; debe darle la amplitud que
corresponde a la naturaleza del negocio administrado.
c) El gerente pudo no haber tomado a su cargo la gestión; pero una vez que la ha
asumido, debe continuarla hasta que el interesado pueda tomarla a su cuidado o
encomendarla a otra persona.
El art. 2289, inc. 1°, dispone que el agente debe “continuar en la gestión hasta que
el interesado pueda tomarla o encargarla a otro”.
d) Por último, como ocurre con los que administran intereses ajenos, el gerente
debe rendir cuenta de su gestión.
El art. 2294 dispone: “El gerente no puede intentar acción alguna contra el
interesado, sin que preceda una cuenta regular de la gestión con documentos
justificativos o pruebas equivalentes”.
Sus obligaciones para con el gerente están sujetas a una precisa condición: que el
negocio haya sido bien administrado o, en otros términos, que la gestión haya
sido útil.
330
En otras palabras, el gerente obliga al interesado ante terceros.
EL PAGO DE LO NO DEBIDO
331
El que paga por error lo que no debe tiene acción para repetir lo pagado. La
acción encaminada a tal fin se designa por la doctrina con el nombre que le
daban los jurisconsultos romanos: condictio indebiti.
Las reglas del pago de lo no debido no son aplicables cada vez que exista un
pago indebido, aunque ello parezca paradojal.
Pero las acciones encaminadas a este propósito no se regirán por las normas
del cuasicontrato de pago de lo no debido sino por las que gobiernan la
nulidad (art. 1687) o la resolución (art. 1487).
332
Inexistencia de la obligación
Pero, en este caso, la ley consigna una importante excepción: “Sin embargo,
cuando una persona a consecuencia de un error suyo ha pagado una deuda
ajena, no tendrá derecho de repetición contra el que a consecuencia del pago
ha suprimido o cancelado un título necesario para el cobro de su crédito; pero
podrá intentar contra el deudor las acciones del acreedor” (art. 2295 inc. 2º).
Por este motivo, la ley decide que no está obligado a restituir. La perdida debe
soportarla el que cometió el error de pagar una deuda de otro.
Obligaciones condicionales
333
Tal es la regla del art. 1485, inc. 2°: “Todo lo que se hubiere pagado antes de
efectuarse la condición suspensiva, podrá repetirse mientras no se hubiere
cumplido”.
Una regla totalmente diversa rige para las obligaciones a plazo; lo pagado antes
del plazo no está sujeto a repetición porque realmente se debía (art. 1495, inc.
1°).
Obligaciones naturales
Para que se considere indebido el pago es menester que no exista siquiera una
obligación natural.
El art. 2296 reitera lo antes dicho por el art. 1470: “No se podrá repetir lo que se
ha pagado para cumplir una obligación puramente natural de las enumeradas en el
art. 1470”.
Error en el pago
Para que tenga lugar el pago de lo no debido no basta que no exista una
obligación; es preciso, además, que el pago se haya verificado por error. Este
último requisito se encuentra formalmente establecido en el art. 2295.
Si el pago se hizo para extinguir una obligación existente, pero sabiendo que
no era deudor el que la pagó, es necesario concluir que ha querido pagarla por
cuenta del verdadero deudor.
334
Si la deuda no existía, el que pagó a sabiendas no ha podido tener otra
intención que donar lo que dio en pago.
El error que determina el pago puede ser de hecho o de derecho. Uno y otro
justifican la repetición de lo pagado.
A propósito del error de derecho, el art. 2297 dice perentoriamente: “Se podrá
repetir aún lo que se ha pagado por error de derecho, cuando el pago no tenía
por fundamento aún una obligación puramente natural”.
a) Debe el actor acreditar, en primer término, el hecho del pago; la prueba está
sujeta a las reglas generales.
b) Es preciso que el actor acredite, en seguida, que el pago era indebido. El art.
2295 exige esta prueba y el art. 2298, inc. 1º, añade: “Si el demandado confiesa
el pago, el demandante debe probar que era no debido”.
335
El pago a sabiendas de una deuda inexistente importa una donación. El art.
1397 dispone que hace donación “el que paga a sabiendas lo que en realidad no
debe”.
Pero el ánimo de donar no se presume (art. 1393) y debe probarse por quien
pretende que hay donación. El solo hecho de pagar lo que no se debe no
supone el animo de donar.
El art. 2299 resume estas ideas: “Del que da lo que no debe, no se presume que
lo dona, a menos de probarse que tuvo perfecto conocimiento de lo que hacía,
tanto en el hecho como en el derecho”.
El actor, por lo tanto, no está obligado a probar sino que ejecutó el pago y
que era indebido; debe suponerse ejecutado por error. Al demandado
corresponde probar que no hubo tal error, sino cabal conocimiento de las
cosas por quien efectuó el pago.
336
b) No es responsable “de los deterioros o pérdidas de la especie que se le dio en el
falso concepto de debérsele, aunque hayan sobrevenido por negligencia suya” (art
2301, inc. 1°).
c) En caso de que haya vendido la especie dada en pago, “es obligado como todo
poseedor que dolosamente ha dejado de poseer”(art. 2302, inc. 2°).
Podrá suceder que el accipiens haya enajenado lo que recibió en pago. ¿Qué
acciones tiene el solvens contra los terceros adquirentes?.
337
El art. 2303 dispone: “El que pagó lo que no debía, no puede perseguir la especie
poseída por un tercero de buena fe, a título oneroso”.
No importa la buena o mala fe del adquirente a título gratuito para los efectos
de la restitución de la cosa. El art. 2303 concluye: “Las obligaciones del
donatario que restituye son la mismas que las de su autor, según el art. 2301”.
RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL
El Título 36 del Libro 4º, arts. 2.314 a 2.334, trata “De los delitos y
cuasidelitos”.
338
Puede definirse el delito civil como el hecho ilícito cometido con
intención de dañar que ha inferido injuria o daño a otra persona (arts. 1437,
2284, 2314). Cuasidelito civil es, en cambio, el hecho culposo pero cometido
sin intención de dañar que ha inferido injuria o daño a otra persona (arts. 1437,
2284, 2314).
El Código Civil de Portugal contiene una definición legal de responsabilidad civil: “La
responsabilidad civil consiste en la obligación para el autor del hecho o de la omisión,
339
de reponer a la persona lesionada en la situación de que gozaba antes de la lesión, y de
indemnizarla de todo el daño que ella ha sufrido” (art. 2364).
La responsabilidad subjetiva
340
Precisamente se la llama subjetiva o por culpa, porque la razón de
existir de la obligación indemnizatoria es la actuación ilícita del agente del
daño.
Aunque el punto ha sido discutido por algunos autores franceses, es
indudablemente la doctrina del Código Civil francés y del nuestro y demás
seguidores de aquél.
341
doctrina subjetiva que mira más a la actuación del autor del daño que hacia la
situación de la víctima, que evidentemente merece mayor protección.
La responsabilidad objetiva
Esta teoría fue formulada en Alemania por Mataja (1888), en Italia por Orlando (1894)
y en Francia por Saleilles y Josserand (1897). Josserand publicó “De la responsabilité
du fait des choses inanimées”, proponiendo la nueva teoría que se basaba en el adagio
ubi emolumentum, ibi onus; según el cual el que saca provecho del riesgo debe soportar
sus cargas.
342
atraviesa un cruce teniendo a su favor la luz verde del semáforo; el conductor
responde por culpa, pues ha infringido el Reglamento respectivo. En cambio,
en el mismo ejemplo, el conductor tenía a su favor la señalización y ha
respetado en todas sus partes el mencionado Reglamento, manejaba con
prudencia sin que nada pueda reprochársele. En la responsabilidad subjetiva
no tiene obligación de indemnizar, pues no tiene culpa. En la objetiva, sí,
porque el sólo hecho de manejar un vehículo crea un riesgo de accidente.
Con todo, como dice Enrique Barros, conviene advertir que los sistemas
de responsabilidad por culpa y objetiva admiten variaciones que los acercan.
343
En los sistemas de responsabilidad por culpa, la tendencia a la
objetivación de la culpa (el juicio de valor respecto de la conducta se efectúa
sobre la base de un patrón objetivo o abstracto de comparación), por una parte,
y la expansión del régimen de presunciones de culpabilidad, por otra, tienden,
en la práctica, a ampliar la responsabilidad casi hasta las fronteras de la
responsabilidad objetiva.
344
Por eso los estatutos de responsabilidad estricta son excepcionales y se
basan en ciertos criterios recurrentes: que exista la percepción de que el riesgo
no puede ser controlado aunque se emplee el mayor cuidado, porque siempre
hay una probabilidad de accidente (como ocurre con la energía atómica o con
la actividad aeronáutica); que la amplitud del universo de personas sujetas al
riesgo justifique prevenirlo y distribuirlo, radicándolo en quienes lo generan y
controlan (como ocurre con los productos defectuosos); o simplemente que
resulte injusto, atendida la relación entre autor y víctima del daño, que esta
última soporte el riesgo (como ocurre, por ejemplo, en el derecho laboral).
345
2. Daño ocasionado por las cosas que se arrojan o caen desde la parte
superior de un edificio.
Según lo dispuesto en el art. 2328, el daño es imputable a todas las
personas que habitan la misma parte del edificio, y la indemnización se
dividirá entre todas ellas, a menos que se pruebe que el hecho se debe a la
culpa o mala intención de alguna persona exclusivamente, en cuyo caso será
responsable esta sola. Como se advierte, en el primer caso se trata de
responsabilidad sin culpa o estricta, que se distribuye entre todos quienes
pudieron provocar el daño.
346
ocasionados por el conductor (art. 174). Esta regla contiene una hipótesis de
responsabilidad estricta por el hecho ajeno, en virtud de la cual el propietario
del vehículo responde solidariamente con el conductor, y sólo puede eximirse
probando que el vehículo le fue tomado sin su conocimiento o sin su
autorización expresa o tácita, circunstancias que equivalen a casos de fuerza
mayor.
8. Daños nucleares.
Ley Nº 18.302, Ley de seguridad nuclear, arts. 49 y siguientes.
9. Código de Minería.
Arts. 14 y 113.
347
Parte de la doctrina comparada contemporánea y también alguna
doctrina nacional, agrega la capacidad delictual o cuasidelictual como un
cuarto elemento de la responsabilidad civil. Aunque existen buenas razones
para considerarla como un elemento autónomo, porque atiende al aspecto
subjetivo de la responsabilidad, también es posible tratarla como la parte
subjetiva del concepto de acción culpable.
348
Ni el Código francés ni el nuestro definieron la culpa, pero el art. 44, en
el Título Preliminar, señaló una triple distinción, en grave, leve y levísima y
dio los conceptos de cada una, y aunque esta diferenciación no se aplica en
materia extracontractual, permite dar la noción de culpa en nuestra legislación.
Prueba de la culpa
349
En materia contractual, el art. 1.547, inc. 3º, dispone que “la prueba de
la diligencia o cuidado incumbe al que ha debido emplearlo”, lo que equivale
a decir que dicha clase de culpa se presume, pues el deudor debe probar que
no ha incurrido en ella.
Presunciones de culpa
Para muchos, hay una mera reiteración en el inc. 1º del artículo 2.329 de
la norma del art. 2.314, que impone al que ha cometido un delito o cuasidelito
la obligación de repararlo (R.D.J., T. 3, sec. 1ª, p. 60; T. 29, sec. 1ª, p. 549),
pero Alessandri ha sostenido que hay una presunción de responsabilidad por el
350
hecho propio “cuando el daño proviene de un hecho que, por su naturaleza o
por las circunstancias en que se realizó, es susceptible de atribuirse a culpa o
dolo del agente”. Se funda este autor:
1º En la ubicación del precepto, a continuación de las presunciones de
responsabilidad por el hecho ajeno y de las cosas;
2º La redacción de la disposición, pues habla del daño que “pueda”
imputarse y no que “sea” imputable, esto es, basta que sea racional y lógico
entender que ha habido culpa, y
3º Los casos del precepto, que sostiene son por vía ejemplar y suponen por
sí solos la demostración de culpa.
351
ocurre, hay culpa por el solo hecho de que el agente haya ejecutado el acto
prohibido o no haya realizado el ordenado por la ley o el reglamento, pues ello
significa que omitió las medidas de prudencia o precaución que una u otro
estimaron necesarias para evitar un daño”.
La culpa puede ser de acción (in commitendo), esto es, por obrar no
debiendo hacerlo, o por omisión o abstención (in ommitendo), esto es, por
dejar de actuar.
Eximentes de responsabilidad
352
Actos autorizados por el derecho
353
Como toda doctrina en elaboración, no hay pleno acuerdo cuándo
procede su aplicación; sin embargo, se señalan los siguientes como los más
aceptados presupuestos del abuso del derecho:
1º Existencia de un derecho.
Si se actúa sin que exista un derecho, evidentemente que estamos frente
a los casos generales de responsabilidad.
Para otros, debe atenderse al fin económico y social para el cual existe o
se ha otorgado el derecho. Extrema en esta posición era la legislación
soviética, que exigía que los derechos se ejercitaran conforme “a su destino
económico y social” (art. 1º).
354
la buena fe o por el fin en vista del cual ese derecho le ha sido conferido” (art.
74).
355
Igualmente quien actúa en cumplimiento de un deber impuesto por la
ley no comete ilícito alguno. Tal es el caso del agente de policía que priva de
libertad al detenido, o del receptor judicial que traba un embargo. Algo más
complejo es el tema de la observancia de órdenes emanadas de autoridad
competente. Por regla general, la circunstancia de actuar en cumplimiento de
una orden de autoridad actúa como causal de justificación siempre y cuando
dicha orden no sea manifiestamente ilegal.
Caso fortuito
Según el art. 45 del Código, “se llama fuerza mayor o caso fortuito el
imprevisto a que no es posible resistir, como un naufragio, un terremoto, un
apresamiento de enemigos, los actos de autoridad ejercidos por un funcionario
público, etc.”.
Si hay caso fortuito o fuerza mayor, no hay culpa del autor del daño y
queda exento de responsabilidad; ello ocurre tanto en materia contractual
como extracontractual, pero tiene mayor importancia en la primera, pues se
presume la responsabilidad del deudor.
Estado de necesidad
Los requisitos para que opere esta causal son: a) que el peligro que se
trata de evitar no tenga su origen en una acción culpable, y b) que no existan
medios inocuos o menos dañinos para evitar el daño.
356
En relación con el segundo de los requisitos, en un caso en que la fuerza pública que
custodiaba un puerto, obedeciendo una orden superior, arrojó al mar cajones de cerveza
de propiedad de un particular para impedir que cayeran en poder de unos huelguistas, la
Corte de Apelaciones de Santiago señaló que “el deber de la autoridad de mantener ante
todo el orden público, no la faculta para adoptar el primer medio que se le presente, ni la
exime de la obligación de recurrir entre varios, a los que menos daños ocasionen al
derecho de los particulares” (R.D.J., T. 5, sec. 2ª, p. 55).
Si el hecho culpable o doloso del tercero es la única causa del daño para
el autor directo constituye un caso fortuito, y deberá la indemnización el
tercero culpable.
La culpa de la víctima
357
Pero puede existir también concurso de culpas, esto es, tanto del que
causa los daños como de la víctima. Tal situación se encuentra prevista en el
art. 2.330: “La apreciación del daño está sujeta a reducción, si el que lo ha
sufrido se expuso a él imprudentemente”. O sea, procede una rebaja de la
indemnización, que los tribunales determinarán soberanamente (R.D.J., T. 27,
sec, 1ª, p. 530; T. 28, sec. 1ª, p. 117; T. 64, sec. 4ª, p. 386, y F.M., Nº 233, p.
57, Nº 259, p. 168, Nº 264, p. 378; Nº 275, p. 480 y Nº 277, p. 581).
Legítima defensa
El art. 2.044 del Código Civil italiano dispone: “No es responsable quien ocasiona el
daño para legitima defensa de sí mismo o de otro”.
358
No deben confundirse con las causas eximentes de responsabilidad,
pues éstas impiden la existencia del hecho ilícito, mientras que aquí existe,
pero no se indemniza total o parcialmente; ni tampoco con los seguros a favor
de terceros, ya que en éstos únicamente cambia la persona del indemnizador,
mientras las convenciones de irresponsabilidad hacen desaparecer la
obligación de indemnizar.
359
irresponsabilidad no cubren las indemnizaciones que se deban por actos
dolosos o de culpa grave. Si de hecho se pactan adolecen de nulidad absoluta.
Todo lo cual no es óbice, como se ha dicho, para que una vez producido
el hecho ilícito la víctima renuncie a la indemnización, la componga
directamente con el responsable, transe con él, etc., porque en tales casos no
se condona el dolo futuro sino el ya ocurrido, ni se comercia con la
personalidad humana, sino con un efecto pecuniario: la indemnización, que es
netamente patrimonial.
360
puede funcionar como legitimante de la conducta del agresor, siempre que no
haya dolo, y cuando el riesgo tenga un valor socialmente relevante. Se exige
también que el autor de la lesión actúe en interés del lesionado y de acuerdo
con la voluntad presumible de éste.
La capacidad extracontractual
2º Los dementes.
361
Nuestro Código se preocupa en el art. 2.318 de establecer la
responsabilidad del ebrio por los actos ilícitos que cometa: “El ebrio es
responsable del daño causado por su delito o cuasidelito”.
Así ocurre con los incapaces; responde de los daños por ellos causados
quien debe vigilarlos. Así lo señala el inc. 1º del art. 2.319 en su parte final:
“pero serán responsables de los daños causados por ellos (los incapaces), las
personas a cuyo cargo estén si pudiere imputárseles negligencia”.
362
responsabilidad indirecta hay derecho a cobrar la indemnización pagada al
autor del daño.
El daño o perjuicio
Que el daño sea cierto, quiere significar que debe ser real, efectivo,
tener existencia (R.D.J., T. 24, sec. 1ª, p. 567).
363
cierta forma hipotético (Ver “Consideraciones en torno al daño en la responsabilidad
civil. Una visión comparatista”, en Revista de Derecho, Universidad de Concepción, Nº
188, 1990, pp. 150-154).
Pero que el daño sea cierto no elimina la indemnización del daño futuro,
que no ha sucedido aún, con tal que sea cierto, esto es, que no quepa duda de
que va a ocurrir. En el fondo el lucro cesante es siempre un daño futuro. Por
ello no se discute la indemnización del daño futuro cierto.
364
Lo normal es que resulte lesionado por el hecho ilícito un derecho
subjetivo, ya sea patrimonial como el de dominio, o extrapatrimonial, como el
honor de la persona.
Se exige sin embargo que el interés sea legítimo, lícito, y por ello la
doctrina rechaza en general que los concubinos puedan cobrar indemnización
por los daños personales que les produzca el fallecimiento de su conviviente a
causa de un hecho ilícito.
365
Clasificación de los daños
Ambos tipos de daños son indemnizables en virtud del art. 2314 que
dice “Todo daño...”.
366
medios formales, ya que su ocurrencia se desprende de las circunstancias en
las que ocurre el hecho y las relaciones de los partícipes, como ocurre con la
muerte de un hijo.
367
unánime igual lo entienden así, dada la amplitud de los preceptos que
establecen la indemnización delictual. En efecto, el art. 2.314 al contemplar la
obligación del autor del hecho ilícito a la indemnización, habla de “daño” sin
distinguir, y el art. 2.329 por su parte dispone que “todo daño” imputable a
una persona obliga a ésta a la reparación. Finalmente el art. 2.331 menciona
expresamente para un caso especial -injurias- ambas clases de daños.
368
irrogar. Tratándose de un hecho ilícito, esta previsión no es posible: en materia
delictual y cuasidelictual el daño es por su naturaleza imprevisto”.
6º Daño contingente.
El daño material puede ser acreditado haciendo uso de todos los medios
de prueba. En lo que respecta al lucro cesante, estos medios consistirán
usualmente en presunciones e informes periciales.
369
se infiera el daño, por ejemplo, la calidad de hijo de la víctima que fallece en
un accidente.
La relación de causalidad
Finalmente, debe advertirse que en el daño indirecto hay una falta total
de relación entre el hecho ilícito y el perjuicio; si la hay, aunque sea mediata,
como ocurre en los daños por repercusión, existe obligación de indemnizarlos.
Pluralidad de causas
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negligencia del conductor por haberlo dejado abierto y con las llaves puestas,
etc.
Formulada por el jurista alemán Von Buri y que inspira, en gran parte, a
la doctrina y jurisprudencia francesas, y es seguida, entre nosotros, por
Alessandri.
371
Esta doctrina tiene a su favor su sencillez y el favor que otorga a la
víctima, pero ha sido criticada, ya que puede llevar a extremos absurdos, pues
una causa insignificante culpable, entre muchas más determinantes, puede
obligar a la indemnización total.
Roxin plantea esta refutación en los siguientes términos: “Si p. ej. se quiere saber si la
ingestión del somnífero ´contergan` durante el embarazo ha causado la malformación de
los niños nacidos subsiguientemente..., no sirve de nada suprimir mentalmente el
consumo del somnífero y preguntar si en tal caso habría desaparecido el resultado; pues
a esa pregunta sólo se puede responder si se sabe si el somnífero es causal o no respecto
de las malformaciones, pero si eso se sabe, la pregunta está de más. En una palabra: la
fórmula de la supresión mental presupone ya lo que debe averiguarse mediante la
misma” (Roxin, Claus: Derecho Penal. Parte General, trad. D. Luzón, M. Díaz y J. De
Vicente, Civitas, Madrid, 1997, t. I, p. 350).
Preconizada por el jurista alemán Von Kries, para la cual entre todas las
causas que concurren a la producción del daño debe elegirse aquella que
normalmente ha de producirlo, o sea, es necesario preferir el acontecimiento
que ha desempeñado el papel preponderante en la ocurrencia del perjuicio.
Esta teoría tiende a abrirse paso entre los autores y tribunales en Francia
(Mazeaud).
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Si existen varios responsables que actúan simultáneamente ejecutando
un mismo hecho, el art. 2.317 las hace responsables solidariamente frente a la
víctima, esto es, cada uno está obligado a la reparación total.
Si existen varios responsables por hechos distintos, todos los cuales son
antecedentes necesarios del daño (por ejemplo, el caso del peatón víctima de
un accidente de tránsito ocasionado por la negligencia concurrente de dos
conductores), en principio, a esta situación no se aplicaría literalmente el art.
2317, pues no se trata de un solo delito o cuasidelito, sino de hechos ilícitos
distintos, que generan responsabilidad separadamente para sus autores.
373
La responsabilidad por el hecho ajeno y la responsabilidad por el hecho
de las cosas han solido agruparse bajo distintas denominaciones.
374
civilmente por el hecho ajeno puede figurar en el proceso criminal,
constituyendo la figura del tercero civilmente responsable, pero que nada tiene
que ver con la acción penal.
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la persona por quien se responde (R.D.J., T. 29, sec. 1ª, p. 542). Esto es lo que
la ley dice al hablar de aquellos que “estuvieren a su cuidado”.
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terceros si el hechor ha sido declarado absuelto por falta de culpa (R.D.J., T.
59, sec. 4ª, p. 67).
Dice el inc. 2º del art. 2.320: “Así el padre, y a falta de éste la madre, es
responsable del hecho de los hijos menores que habiten en la misma casa”.
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Estos son los hijos menores en nuestra legislación. Por los hijos
mayores no responden los padres; en consecuencia, en el caso del art. 251, o
sea, si el hijo de familia comete un hecho ilícito en la administración de su
patrimonio profesional o industrial, no responderán los padres, porque el hijo
“se mirará como mayor de edad”.
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incapacidad extracontractual de éste. El guardador del incapaz sólo responderá
si se le prueba negligencia de acuerdo al art. 2.319.
Dice la primera parte del inc. 4º del art. 2.320: “Así los jefes de colegios
y escuelas responden del hecho de los discípulos, mientras estén bajo su
cuidado”.
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éstos en sus funciones (Véase Zelaya Etchegaray, Pedro: La responsabilidad
civil del empresario por los daños causados por su dependiente. Naturaleza y
requisitos, Editorial Aranzadi, Pamplona, 1995, y La responsabilidad civil del
empresario por el hecho de su dependiente, en R.D.J., T. 90, sec. 1ª, pp. 119 y
sgtes.).
Son artesanos los que ejercitan algún arte u oficio mecánico, sin
maquinarias complejas y en pequeña escala; el aprendiz es el que está
adquiriendo bajo su dirección el mismo arte u oficio. La responsabilidad del
primero por los hechos del segundo subsiste mientras el aprendiz esté bajo
vigilancia del artesano; puede suceder que viva con él, y en tal caso es
permanente. Es indiferente que el aprendiz sea mayor o menor de edad, y que
esté unido al artesano por un contrato de trabajo o no. Este se libera de
responsabilidad conforme a la regla general del inc. final del art. 2.320:
probando que con su autoridad no habría podido evitar el hecho ilícito.
380
sentido sumamente amplio. Otras legislaciones, como la francesa e italiana,
usan un término más extensivo que el de empresario, “comitentes”.
Este caso está contemplado no por el art. 2.320, sino por el art. 2.322:
“los amos responderán de la conducta de sus criados o sirvientes en el
ejercicio de sus respectivas funciones; y esto aunque el hecho de que se trate
no se haya ejecutado a su vista”.
381
Por ello dicho precepto siempre se aplicará cuando una persona tenga a
otra a su cuidado, debiendo así probarlo la víctima.
382
autoridad sobre otra, y por ello se presume su responsabilidad, presunción que
normalmente es meramente legal.
En el Código esta regla tiene dos excepciones: la del inc. 2º del art.
2.322 respecto a la responsabilidad de los amos por el hecho de sus criados y
sirvientes, en que la prueba de exención varía ligeramente, y la del art. 2.321
respecto de los padres, por los hechos de sus hijos menores provenientes de la
mala educación o hábitos viciosos, en que la presunción es de derecho.
383
Según Abeliuk no puede, eso sí, demandar a ambos, porque la ley no
establece solidaridad; podría sí hacerlo pero en forma subsidiaria, porque lo
que no puede es pretender cobrar a ambos. Alessandri dice que la víctima
tiene dos responsables “a cada uno de los cuales podrá demandar separada o
conjuntamente la reparación total del daño”, pero “esto no significa que haya
entre ellos solidaridad; según el art. 2317 ésta existe entre los coautores de un
mismo delito o cuasidelito. El responsable civilmente y el autor directo del
daño no tienen este carácter, pues el delito o cuasidelito ha sido cometido por
una sola persona. El civilmente responsable es una especie de caución o de
deudor subsidiario, pero a quien se puede demandar desde luego sin necesidad
de demandar antes al autor directo del daño”. En cambio Enrique Barros
sostiene que hay solidaridad. Según Corral no se trata propiamente de una
obligación solidaria, aunque en la práctica pueda funcionar como tal en un
aspecto: la opción para demandar el total indistintamente al responsable
directo o al tercero civilmente responsable.
Según parte de la jurisprudencia cuando se demanda con fundamento en el art. 2320: “sí
puede demandar primero a uno de los responsables; y en el evento de no tener éxito,
hacerlo con el otro; pero en caso alguno a ambos conjuntamente por el total de la
obligación; porque ello imputa ejercer una facultad inherente a la solidaridad pasiva,
que en la presente situación el precepto mencionado no autoriza” (R.D.J., t. 86, sec. 2ª,
p. 113). En otros fallos, los tribunales han aceptado que se trata de una obligación
solidaria entre el empresario y el dependiente (R.D. J., t. 75, sec. 4ª, p. 343; t. 81, sec.
4ª, p. 206; G. J. Nº 206, p. 160).
384
sobre los bienes de éstas, si los hubiere, y si el que perpetró el daño lo hizo sin
orden de la persona a quien debía obediencia, y era capaz de delito o
cuasidelito, según el artículo 2.319”.
1º El acto ilícito debe haber sido cometido por una persona capaz.
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cosas la ley sólo contempla presunciones específicas, referidas a los daños
causados por el hecho de animales, por la ruina de edificios y, por la caída de
objetos desde la parte superior de un edificio.
Esta limita las presunciones a los tres casos clásicos señalados, y en que
la cosa causa el daño sin intervención de la mano del hombre, fundándose la
presunción de responsabilidad en la ausencia de vigilancia o conservación de
ella.
Se refieren a esta materia los arts. 2.323 y 2.324, en relación con los
arts. 934 y 2.003, regla 3ª.
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norma general del art. 2.317 que establece la responsabilidad solidaria entre
los coautores de un mismo delito o cuasidelito civil.
3. Daño causado por una cosa que cae o se arroja de la parte superior
de un edificio
El inc. 2º del art. 2328 otorga acción popular para solicitar la remoción
de cualquier objeto que amenace caída o daño.
Acción indemnizatoria
3.1 Es renunciable.
387
p. 213). Existen serias limitaciones para la condonación anticipada de la
indemnización, pero ninguna para su remisión una vez nacida la obligación;
Así lo señala el art. 2.449: “La transacción puede recaer sobre la acción
civil que nace de un delito; pero sin perjuicio de la acción criminal”. Las
partes pueden componer libremente la indemnización ya devengada. Es obvio
que no puede transarse la acción penal pública;
3.3 Es cedible.
3.4 Es prescriptible.
Nuestro Código, a diferencia del francés, que nada dijo, por lo cual se
han originado discusiones en la doctrina y jurisprudencia, señaló un plazo
especial de prescripción parar la acción de indemnización.
Dice el art. 2.332: “Las acciones que concede este título por daño o
dolo, prescriben en cuatro años contados desde la perpetración del acto”.
LA LEY
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El contrato engendra obligaciones porque la ley ha reconocido al acuerdo de
voluntades la potestad de generarlas; las produce el hecho ilícito porque la ley ha
dispuesto que se indemnicen los daños dolosa o culpablemente causados.
Las obligaciones legales, de acuerdo con los términos del art. 578, nacen de “la sola
disposición de la ley”. La ley es un antecedente único, directo, inmediato.
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Para Planiol, todas las obligaciones legales se resumen en un solo principio, de
que son simples aplicaciones: neminen laedere, no dañar sin derecho a otro.
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