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En el año de 2005, Bolivia renovó su follaje. Sus nuevos colores son un aliento para
construir una sociedad democrática que tenga, por fin, un asiento estatal. El camino
escogido está en la Nueva CPE: El de las autonomías. Ellas permiten que el Estado
controle, de manera privativa, los hidrocarburos y, de manera exclusiva, los recursos
naturales estratégicos (minerales, espectro electromagnético, recursos genéticos y
biogenéticas y las fuentes de agua).
Para poder apoyar estos cambios, también se diseñaron políticas educativas destinadas
al desarrollo de las fuerzas productivas bolivianas. Así, YPFB inauguró un “curso
preliminar de petróleo” (1937) para jóvenes bachilleres. Se fundó la Escuela Industrial
Pedro Domingo Murillo (1942). La Universidad Boliviana se dotó de un Estatuto
Orgánico, que llama a la “liberación nacional” (1984). También se creo un Sistema de
Educación Técnica (1945 y 1978). Paralelamente, aunque sin mayor relación con la
educación, se hicieron importantes avances científicos y técnicos. Por ejemplo, se puso en
marcha la planta elaboradora de aceites lubricantes “Lubol” (1960); se inventó el procesos
de volatilización del estaño (J. Salesky - 1955), se inventó (pirateó) un proceso para la
producción de Indio (ENAF 1982). Por último, nuestros mecánicos y artesanos se han
mostrado diestros en copiar y adaptar, desde hace mucho, equipos mineros e industriales,
en las ciudades de Potosí, Oruro y El Alto.
Sin embargo, las cosas nunca terminaron de florecer. Muchas, si es que no todas, se han
quedado a medias. Primero porque el Estado se las ingenió para traicionar tan grandes
avances. En efecto. En el pasado, los ladrones de nuestras riquezas, junto a sus socios
locales, tranquilos esperaban a que cambie el gobierno o daban un golpe de Estado. ¡Y
santo remedio!. El nuevo poder ejecutivo promulgaba una nueva ley, que confundía o
anulaba la anterior. Son ejemplos de esta situación: El Código Davenport (1956), la ley
de Reforma Educativa (1994), la de La Ley de Estabilización (1956), la Ley INRA
(1996), etc.
El gobierno, sin consultar con nadie, había decidido permitir que los procesos
industriales, ligados a nuestras riquezas naturales, siguiesen en poder de las empresas
imperialistas. El Contrato Mc.Carthy desplazó a YPFB (1952) y al Instituto Tecnológico
Boliviano. Los acuerdos con las empresas fundidoras estadounidenses e inglesas, entre
1952 y 1969, para no fundir nuestros minerales, desplazaron a la “Escuela” y a diversas
carreras universitarias. Lo mismo sucedió con el Contrato con la Klockner (1969), para
procesar sólo estaño y no los metales preciosos y estratégicos, o Karachipampa (1979) o
La Palca (1978), que desplazaron a las carreras de química, metalurgia e industrial. O el
caso de los grandes caminos, a cargo de una empresa brasilera, o el Aeropuerto de Viru
Viru a cargo de otra japonesa, desplazando ambas, a la de ingeniería civil. Similar es el
caso de la tierra “engordando” en el oriente o parcelada, miserablemente, en el
occidente. El enemigo había logrado ingresar al interior mismo de nuestras propias
leyes.
¡Los que realizaban gran trabajo creativo eran los profesionales extranjeros!
Hoy en día, las cosas no han cambiado, a pesar de la Nueva CPE. Sigue el desprecio social
y científico por la ingeniería y la técnica, bolivianas. Veamos las pruebas. En metalurgia,
la industrialización del hierro la hará la empresa hindú: La Jindal Steel & Power. La
explotación e industrialización del litio la francesa Bolloré. La modernización de la
Empresa Metalúrgica Vinto, la empresa alemana Ausmelt. Los equipos adicionales, los
aportara otra empresa alemana: La Oschatz; y el cálculo, diseño y construcción de las
estructuras del edificio, la empresa venezolana CVG Ferrominera. El Proyecto
hidrometalúrgico de Corocoro estará a cargo de empresa coreana Kores. En
hidrocarburos: La exploración de gas y petróleo lo harán dos empresas: El Consorcio
Liquid Internacional (GTLI), de la India y la Petro Vietnam de ese mismo país. La
planta de separación en Río Grande, lo debería hacer la Catler Uniservice
El institucional. Tampoco se sabe de quién depende. Según la LRE, debería ser del
Viceministerio de Educación Superior Ciencia y Tecnología (VESCYT). La Ley 2301
no cuenta pues, que sepamos, no tiene institucionalidad. Eso sí, de manera ilegal,
depende del Servicio de Educación del Departamento de La Paz (SEDUCA –
Prefectura del Depto.), y del Viceministerio de Educación Preescolar, Primaria y
Secundaria (VPPS), actual Viceministerio de Educación Escolarizada, Alternativa y
Alfabetización (VEEAA).